Manarola


Hicimos 2 horas y media de camino a Manarola, un poco más de lo habitual, al bajarme del coche pude sentir la Brisa del mar que tanto me encantaba, llegué a mi casa y lo primero que hice fue abrazar a mis papás hacía varios meses que no los veía y a pesar de que muchas veces fueran tan duros conmigo los apreciaba mucho y los había extrañado.

Me sentía muy entusiasmada de pasar los próximos meses con mi familia, quería sentirme en casa otra vez, tenía muchos planes por hacer durante este tiempo. Subí a mi antiguo cuarto a desempacar mi maleta y le mandé un mensaje a Eric para avisarle que ya había llegado al pueblo, esperaba que hiciéramos planes juntos desde al principio, tenía muchas ganas de pasar tiempo con el y que todo fuera como antes, sin embargo pasaron las horas y Eric no contestó, le marqué un par de veces pero me mandaba a buzón, decidí hacer otras cosas para matar el tiempo en lo que me contestaba. Ayudé a mi mamá a preparar la comida y después me acosté en el sofá de la sala a leer un libro que había comprado hace poco y no había tenido el tiempo de empezar.

La noche comenzaba a caer y Eric no contestaba, me estaba poniendo nerviosa, tenía un mal presentimiento, estaba casi segura de que algo pasaba y podía imaginarme que era, tomé mi chamarra y decidí salir a dar un paseo antes de que se oscureciera más.

Manarola es un pueblo tan pequeño que puedes llegar caminando prácticamente a cualquier lugar, pero a unas cuatro cuadras de mi casa estaba la de Sabina así que me encaminé hacia allá. De inmediato me di cuenta de algo fuera de lo común; normalmente cuando salía a la calle las personas a mi alrededor me saludaban, me sonreían, o incluso me detenían para platicar, siempre tenían algún tipo de gesto amable conmigo pero esta vez solo me miraban con recelo e incluso pude notar que cuchicheaban a mis espaldas, en ese momento mi corazón se empezó a acelerar y decidí correr el resto del camino a casa de Sabina. Al llegar toqué la puerta unas tres veces hasta que escuché un lejano "ya voy" detrás de la misma, me empezaron a sudar las manos de los nervios imaginando lo que pasaría después. La puerta se abrió y una señora blanca y regordeta me miró de arriba a abajo con desdén.

-¡Qué haces tú aquí Alessia?

-Yo...- empecé a decir

-Aquí no están ni Sabina ni Eric

-¿Disculpa? ¿Por qué estaría Eric aquí?- Pregunté molesta

La mamá de Sabina me miraba de arriba abajo con arrogancia, notaba en su rostro el arrepentimiento de lo que acababa de decir, la señora jaló la manija de la puerta hacia ella dispuesta a cerrarla y la detuve.

-Tu no mereces a ese muchacho niña, deberías sentirte avergonzada, ¡vete ya! Antes de que te vean por aquí- dijo y cerró la puerta enseguida.

No lo pensé dos veces y le marqué a Eric unas tres veces más sin éxito, comencé a sentir que no podía respirar, me pegué a la pared todavía afuera de la casa de Sabina y me fui resbalando lentamente hasta llegar al piso, sentía que el mundo se me venía abajo, lo más probable era que Eric hubiera caído ya en las garras de aquella rubia falsa, que seguramente había exagerado una historia sobre mi y Rebeca. Tenía una impotencia enorme por verla y gritarle que acababa de arruinar mi vida. Eric iluminaba mi vida y jamás debí huir de el, no supe cuidar el amor que tenía para mí y estaba dispuesta a afrontar las consecuencias pero no me sentía fuerte para hacerlo, quería ver a Eric y hablar con el, contarle mi versión de los hechos sin mentirle y estaba dispuesta a quedarme ahí afuera hasta que llegara.

Pasaron al rededor de 40 minutos y pude escuchar una carcajada que me era familiar, era Sabina que caminaba de la mano de Eric y se acercaban hacia donde me encontraba todavía sin notar mi presencia. Me levanté y caminé a paso seguro hacia ellos, al verme los dos se quedaron paralizados.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Sabina acojonada soltando la mano de Eric.

-¿Tienes algo que decirme? Si no es así quiero hablar con mi novio a solas- Sabina se quedó enmudecida y Eric me miraba con desinterés tratando de ocultar los nervios que realmente sentía al tenerme de frente.

-Entra a tu casa, danos espacio por favor Sabina- ella puso los ojos en blanco.

-Nadie volverá a hablarte- dijo y entro a su casa de mala gana.

-¿Podemos irnos de aquí y explicarme qué está pasando Eric?- Eric me miró un par de segundos sin decir nada- ¿Por qué caminas de la mano de mi amiga? ¿Por qué la gente de pronto se me queda viendo y murmura cuando me ve? - Eric volteaba a todos lados incómodo.

-Ven, vamos a otro lugar si no quieres que todo el vecindario se entere- dijo en voz baja.

Caminamos hasta llegar a la esquina de la calle donde se encontraba su moto aparcada, me dio un casco a rastras y nos fuimos de allí. Me condujo unos 15 minutos por la carretera hacia San Bernardino hasta llegar al mirador a las afueras del pueblo. Nos bajamos de la moto y nos sentamos en una vieja banca de madera que parecía haberse deteriorado con la brisa del mar tras el paso de los años, a unos pocos metros se podía divisar todo el pueblo, tan hermoso como siempre que en la noche podía confundirse con un crucero lleno de luces al nivel del mar.

- ¿Y entonces me vas a decir qué es lo que está pasando?- Le pregunté a Eric con un tono sereno tratando de mantener el control de lo que estaba sintiendo.

Apenas podía vislumbrar el rostro de Eric a la luz de la luna, pero lo notaba más desgastado de lo normal, se veía cansado, serio y con unos ojos lagrimosos.

-Sabina me ha contado lo que pasó con aquella tal Rebeca- Dijo al fin con una voz inexpresiva.

-¿Y tú le creíste?

-Escucha Alessia, no tiene sentido tener esta conversación, se que me mentiste... que no la conociste en tu clase de pilates

-Eric pero eso no significa que yo...

-¡No hace falta que me expliques!- me interrumpió levantado la voz- de cualquier forma nuestra relación ya estaba deteriorada.

-¡Si! se comenzó a deteriorar desde que empezaste a acostarte con Sabina, hace 6 meses, ¿Es por eso que dejaste de ir a Florencia Eric?- Él me miraba en silencio con los labios contraídos, bufó con sarcasmo y apartó la vista de mi.

-¿Ella te lo dijo?- preguntó después de un par de segundos.

-No, no hacía falta... no puedo creer que te hayas atrevido a hacerme esto- Eric me miró con tristeza, sus ojos luchaban por contener las lágrimas. 

-Sabina regó por todo el pueblo el chisme de que te acuestas con mujeres, yo le dije que no lo hiciera pero...

-Lo sé y aún así sales con ella, como sea la verdad es que esperaba eso de ella pero no de ti.

Me di la vuelta y me acerqué lentamente al acantilado, quería ver otra vez el pueblo, para ese entonces ya solo deseaba una cosa: que me dejaran en paz y poder disfrutar unos instantes de la noche. Las luces comenzaban a extinguirse poco a poco, haciendo parecer que las horas transcurrían más rápido de lo normal en ese lugar. Tenía un nudo en la garganta desde hacía un par de horas y a penas lo había podido notar, no era capaz de contener más mis ojos que ya me ardían y los cerré con fuerza, las lagrimas comenzaron a correr rápidamente por mis mejillas. Tantos años compartiendo mi vida con Eric y estaba a punto de irse todo por la borda, no sabía como iba a vivir mi vida sin el.

De pronto sentí que Eric me rodeo con sus brazos

-¿Cómo pudiste?- susurré

-Perdóname, tal vez me arrepienta toda mi vida de esto pero no quiero volver a estar ya contigo.

-Quiero que me lleves a mi casa- le ordené con desdén.


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