Cap. 16 El Beso
El viento recorría los arboles con tranquilidad, todo rastro de la lluvia había desaparecido, solo estaba la pequeña humedad en los árboles y la brisa fresca al salir.
El olor a café se propagaba por la cabaña, la eriza saliendo del baño con una nueva ropa, limpia, seca. Se acercó a la cocina observando al azabache sirviendo el café en dos tazas.
No habían dormido, ¿Para qué?, si ahora no lo necesitaban, pasaron de la noche a la mañana afuera hablando de gustos, cosas que les desagradaban, y había un par de cosas que a ellos les gustaba.
Y eso alegraba la actitud de ambos, saber que tienen cosas en común.
- ¿Qué haremos hoy?, ¿Cuándo empieza el entrenamiento?.- Pregunto ansiosa al momento de tomar su taza de café, estaba lista. O eso creía.
- Hoy mismo, termina tu café e iremos al lago que está cerca. Es un buen lugar para relajar, aunque te advierto que no seré flexible al momento de pelear.- Las miradas de ambos se encontraron.
La eriza no estaba asustada, ni preocupada, estaba emocionada por saber lo que el erizo le mostraría. Pero el entrenamiento tenía algo en especial, sería totalmente diferente a sus enfrentamientos anteriores.
- En ese caso no hay tiempo que perder.- Bebió todo el contenido de su taza con emoción. La dejo en el fregadero seguido del erizo.
Ahora ambos caminaban dentro del bosque, la eriza más que nada siguiendo al erizo pues no tenía ni la menor idea del camino, preguntando de vez en cuando algunas cosas sin sentido que al azabache no daba mas que gracia de como podía enojarse por pequeños detallitos que la vida le ofrecía; aunque algunos en realidad si fueran molestos.
Por ejemplo, preguntarle por que el creador de todo se le ocurrió crear mosquitos, esos horribles bichos cuya misión es chuparte la sangre mientras intentaba espantarlos y que se alejaran de ella. ¿No entendían que lo único que tenia era aceite?.
De pronto se escuchó el movimiento de algo o alguien caminar rápidamente por las hojas, la eriza se sorprendió y activo sus sistemas de defensa. El azabache miraba de soslayo a la eriza mirando unos arbustos. Era la oportunidad perfecta para empezar.
La eriza rosada apunto al arbusto con la intención de disparar, el sonido y el movimiento hacían al arbusto moverse, estaba a punto de enfrentarse a lo que fuera cuando un ciervo salió sorprendiéndola aún más.
Suspiró con tranquilidad, un ciervo era mejor que algún extraterrestre o algo por el estilo. Cuando se dio vuelta para ver al erizo se dio cuenta de que ya no estaba. ¿Habrá seguido caminando?.
Camino recto con la idea de encontrarlo pero no fue así. En cambio sentía una mirada en su espalda todo el tiempo hasta que una idea fugaz llego a su mente, "Es una prueba".
La mirada seguía en ella y camino sin detenerse, pensando en las formas de encontrarlo, si giraba su vista hacia atrás sería muy obvia. Caminó en círculos gritando de vez en cuando el nombre del azabache para disimular.
Activo sus sistemas para percibir cualquier sonido y amplificándolo, pasos, alguno que otro movimiento para arrastrarse lentamente fue lo que escucho. ¡Arriba!, no lo pensó dos veces y disparo en dirección a un árbol cerca de ella.
Una sombra salto a otro árbol y fue cuando comenzó la pequeña cacería, salto tras unos arbustos y se escondió tras unas rocas. "No seré flexible", recordó las palabras del erizo en el desayuno.
Lo que eso daba a entender que no tendría compasión, que sería duro pues no sabían a lo que se enfrentarían después. Se asomó mirando arriba, buscando entre los arboles al azabache, ¿Qué debía hacer?, ¿Dispararle y listo?. No, debía llegar al lago en una pieza, tal vez esa era la idea.
Salió de su escondite rápidamente escondiéndose detrás de unos arbustos. No lo escuchaba y sus sistemas intentaban rastrearlo, el arma de su mano no había desaparecido, estaba alerta. Escucho el crujido de unas ramas y salió apuntando a la nada, ¿Qué fue?, no le dio tiempo de reaccionar cuando ya estaba en el suelo con el peso de un erizo sobre ella.
Shadow la había encontrado, levanto su puño y encendió su arma, rodó colocándose sobre el apuntando en lo que sería el corazón. Obviamente no iba a disparar.
Pero sus sistemas de amenaza le decían que lo hiciera, y fue cuando su lucha interna comenzó, sus ojos brillaban cambiando de tonalidad, su arma se veía cargada y dispuesta a disparar, El erizo se levantó del suelo preocupado.
El cuerpo de la eriza intentaba no dejarse llevar por las ideas horribles que empezaba tener su mente, recuerdos de aquella sangre correr por sus manos, de cuando disparo a la señora Vainilla y el alivio que sintió, cuando entro a esa pequeña casa y asesino fríamente a esa hermosa familia.
Lo recordaba, y el sentimiento de alivio y querer más, más sangre correr, un poco de diversión no hacía daño y las voces de su mente intentaban hacerla perder el control.
Estaba asustada no quería volver a matar gente inocente solo por un capricho que sus sistemas querían. No lo haría. ¡Ya no más!
Sintió el fuerte choque de una luz contra su pecho y fue cuando levanto la vista del suelo, el azabache le había disparado. Sus sistemas se alteraron y de nuevo volvió la presión de precaución. No le había echo mucho daño.
Levantaba el brazo sin querer hacerlo y comenzó a enfrentarse a esa bola negra que corría, subía árboles, se escondía entre los arbustos con tal de llegar hasta ella.
Su molestia aumento bastante al no propinarle ningún daño, ¿Qué sucedía?, su mente ya no tenía el control, su razón se había perdido en cuanto sus sistemas la controlaron por completo, el deseo de sangre regreso.
- ¡Basta!, ¡Amelia tienes que regresar!.- Grito el erizo alarmante al notar como los disparos estaban acabando con esa parte del bosque.
No quería dañarla pues sabía que el ganaría la pelea, pero de una mala manera. Una idea apareció en su mente. No tenía idea si funcionaria o no.
Pero debía intentarlo, anoche sus sistemas se encendieron al sentir un cambio emocional en la eriza cuando hablaban. Y es que él ya tenía una idea del porqué, tal vez ella se sentía atraída por él.
¡Pero es que es una niña!, su razón le gritaba que dejara esos pensamientos y que se concentrara en la "Niña" robot que intenta volarlo en pedazos.
Se acercó peligrosamente luchando contra ella cuerpo a cuerpo, con solo ver vídeos de peleas en Internet o en películas quedaban grabados en su memoria, por lo tanto podía repetirlo sin problema alguno volviéndose un profesional del cuerpo a cuerpo.
Buscaba un punto débil y es que se dio cuenta de que pelear contra ella no era fácil, de seguro hizo lo mismo que él. Grabar los movimientos para pelear si llegaba a necesitarlo.
La idea de su mente volvió, ¡No tenía por qué hacerla!, se gritó inconscientemente cuando sus labios tocaron los de la rosada.
Esa era su idea, intentar regresar a la Amelia y calmar sus sistemas. Y aparentemente volvió.
Sorprendida pero volvió, el beso no tardó en ser tímidamente correspondido, aunque la eriza aún se encontrara con su ceño fruncido.
Segundos después se separaron y él la observo buscando encontrarse con sus ojos. Se separó alejándose de ella unos centímetros.- Lo siento, no debí hacerlo.- Le dijo al momento de caminar nuevamente a la cabaña.
La rosada se quedó congelada mirando al azabache negar con la cabeza mientras se alejaba de ella. ¿Qué había pasado?, ¿Cómo llegaron a esto?. Tocó sus labios con las yemas de sus dedos queriendo saber la razón. Sin duda jamas lo hubiera esperado, pero no podía negar que le gusto, y mucho.
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