Hoseok

Contemplé por un rato a la feliz pareja de pie junto al altar y luego mi mirada revoloteó hacía el bello chico que estaba sentado a mi lado. Los recuerdos salieron a florecer en mi cabeza, haciéndome vibrar por la nitidez con la que se proyectaron.

Mientras el ministro hablaba uniendo a la pareja frente a él, recordé las palabras de Sohyun el año pasado; me golpeaba el pecho con fuerza y rencor, mientras me miraba con sus grandes ojos cafés y lloraba sin contenerse. Me partía el alma verla así.

-¡Vete tras él entonces! –me decía- ¡Alcánzalo porque el amor de tu vida se escapa! –me golpeó por doceava vez el pecho.

-Sohyun –musité.

-Debí de haberme dado cuenta antes –gritaba-. ¡Nos hubiéramos ahorrado todo esto! –manoteó, cansada.

-En ningún momento te engañé, Sohyun –expuse-. Él me robó un beso, pero estaba ebrio, Sohyun.

-¡Pero tú no! –exclamó, con voz estrangulada- Además, el que haya estado o no ebrio no quita que se haya enamorado de ti –señaló un papel sobre la mesa, arrugado violentamente-. ¿Y sabes qué es lo peor? –sollozó- Que tú, perfectamente cuerdo, te enamoraste también... de él. De mi mejor amigo –gimió.

-Sohyun –quise acercarme, abrigarla en mis brazos para que de alguna manera cesara su dolor, pero me quedé a distancia, sabiendo que después de mi confesión, no serviría de nada-, nunca quise hacerte daño –expliqué-. Simplemente... no pude controlarlo.

Recordé entonces el primer día que descubrí que sentía algo por Taehyung, o mejor dicho, cuando acepté que sentía algo por él. Aquella vez que él veía una película de terror y que de cierta manera, sin explicarme cómo, quería protegerlo entre mis brazos y luego, jamás dejarlo ir. Con el paso del tiempo me di cuenta de que me gustaba estar a su lado, pasar las horas en su compañía y hacer chistes tontos de cualquier cosa.

-¡Pero pudiste decírmelo! –las palabras de Sohyun continuaron- No había necesidad de que me hirieras de esta forma –sollozó, de nuevo-. Pero yo soy la estúpiida, ¿sabes? Debí de darme cuenta, por cómo mirabas a Yoongi cuando se le acercaba, le hablaba o lo besaba.

Mi rostro se endureció al recordarlo. Era una furia devastadora, una inquietud por querer alejarlo de Yoongi cuando éste se le acercaba. Algo que en ese momento me inundaba de pies a cabeza y que no podía explicarme la razón. Ahora lo sabía.

Volví a perderme en el recuerdo, en la escena de aquel día gris.
Me encontraba inmovilizado en el centro del departamento de Sohyun, después de haber parecido un idiota y sentirme como uno. Viendo a Jungkook parado en la puerta y a Sohyun entre sus brazos, sollozando en su pecho.

Entonces, sólo entonces, me di cuenta de que yo había sido igual de ingenuo que Sohyun, ahora comprendía quién era la persona a la que Jungkook amaba y porqué es que nunca me lo dijo. Estaba de pie allí, mirándome con la comprensión de un amigo, con el dolor de un hermano; mientras Sohyun lo apartaba lejos, llevándoselo consigo como el único apoyo con el que contaba.

-Acepto –musitó el novio, mirando fijamente a su futura esposa y sonriéndole, haciendo que mi mente volviera al presente.

-Y tú, Kim Sohyun, ¿aceptas a Jeon Jungkook como tu futuro esposo; para amarlo, cuidarlo, en la salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe? –preguntó el ministro.

-Acepto –respondió ella.

Taehyung se levantó de la silla y sacó su cámara fotográfica. Lo miré desde abajo, sentado aun.

El recuerdo continuó en mi mente.

Me acerqué hasta la mesa en donde Sohyun había dejado aquel papel arrugado y vuelto a desarrugar y curioso lo tomé entre mis manos. El corazón me volvió a palpitar cuando leí escrito del puño y letra de Taehyung las palabras "te juro que lo amo". Pero ya era demasiado tarde, su vuelo había partido y se la había llevado lejos.

O tal vez no tan lejos. Corrí a mi casa y empaqué mis cosas, llamé a Jungkook como cuatro veces, pero no contestó ninguna, así que mejor le escribí un texto, diciéndole que me iba, que me perdonara; casi lo mismo que Taehyung en su carta para Sohyun, pero más breve; y por último agregué: Sé feliz y haz la feliz.

Taehyung había tomado una buena fotografía del beso entre Sohyun y Jungkook. Sonreí. Los murmullos de la gente a mí alrededor me hicieron perderme de nuevo.

-Un boleto para Egipto, por favor –le dije a la señorita de la aerolínea, convencido totalmente de mi decisión. Recordando la vez que Taehyung me había dicho que a ese lugar escaparía y con la esperanza de que estuviera más cerca de mí en vez de haber volado a Corea, como dijo que lo haría.

-Tiene suerte, señor –me dijo la muchacha-. Hay un vuelo para esta noche.

Me pidió identificación y luego pagué mi boleto, estaba dispuesto a cruzar el mediterráneo ahora que sabía que él también me amaba e ir a buscarlo, así fuera por cielo, mar o tierra. Lo encontraría.

Taehyung volvió a sentarse a mi lado y me miró, provocando que volviera bruscamente al presente y me perdiera en su mirada. Ató su mano a la mía y yo miré esa acción.

-¿Vamos? –me preguntó, haciendo seña con la cabeza hacía la pareja recién casada.

-Claro –le sonreí y me paré junto a él, siguiéndolo a través de la gente, atado de su mano.
Todos los rostros lucían felices, sonrientes. Incluso el mío.

Cuando llegamos hasta Jungkook y Sohyun, miré a ambos y al instante Taehyung los abrazó, felicitándolos.

Mi mente volvió a irse.

-¿Cómo está Sohyun? –le pregunté, a través de la bocina del teléfono se escuchó un suspiro.

-Mejor –musitó Jungkook.

-¿Aun me odia? –inquirí, sintiéndome culpable.
Luego de un silencio corto, mi hermano contestó:

-No lo creo. Ni a ti ni a Taehyung. Aunque sigue dolida... Hoseok, ha pasado más de un mes. ¿Ya lo encontraste? –me preguntó y la decepción saltó a mi rostro.

-No –respondí, sintiéndome tonto.

-¿Y si sí volvió a Corea?

-No lo sé, Kookie. Estaba casi seguro de que lo encontraría aquí –admití.

-¿Y ahora?

-Necesito alguna señal de dónde es que se encuentra –me pregunté que tan desesperado soné-. Lo que sea, Jungkook.

-Hoseok –mi cabeza se sacudió al llamado de mi nombre y miré a mi hermano frente a mí.

-¡Ey, felicidades! –lo abracé con sinceridad, dándole unas palmadas en la espalda- Ahora estás con la persona que amas, me alegro por ti –le dije.

-Y tú también –me palmeó el hombro y luego miré a Taehyung, que parloteaba animoso con un chico alto y delgado, su amigo Jin, a quien le daba órdenes de dónde y cómo tomar fotografías.
Sonreí.

-Finalmente –susurré y miré a mi hermano-. Gracias por todo lo que has hecho por mí, Jungkook. Estoy orgulloso y honrado de ser tu hermano.

Mi hermano sonrió ante lo que escuchaba y me hizo seña de que fuera con la novia, yo asentí.

Di unos cuantos pequeños pasos y me acerqué a Sohyun, que inmediatamente me miró y me sonrió.

-¡Felicidades! –musité y me incliné sobre ella para darle un abrazo, el cual me respondió.

-Gracias, Hoseok –me dijo, y la escuché sincera-. ¿Alguna vez lo imaginaste? –me preguntó, casual.

-¿Qué cosa?

-Todo lo que pasó, quién diría que tú me llevarías a encontrar a la persona indicada y que yo haría lo mismo contigo –dijo, de lo más normal.

-Me alegra que pienses de esa manera –admití-. Ahora eres como una hermana para mí, Sohyun.

Ella sonrió, algo incómoda.

-Dejémoslo en que soy tu cuñada –rió.

-Claro –reí, igual.

-¡Sohyun, a partir el pastel! –gritó una chica tan blanca como la nieve, a unos cuántos metros parada junto a Jungkook.
Sohyun la miró y le sonrió. Luego volvió a mirarme.

-Gracias por venir, Hoseok –dijo.

-Deseo que seas muy feliz Sohyun, lo mereces –confesé y ella me sonrió.

-Gracias. Lo soy –musitó y caminó hasta la chica que le había gritado antes.

Busqué con la mirada a Taehyung, se encontraba parado, preparado para tomar fotografías.

Y lo último del recuerdo vino a mi memoria.
Su nombre apareció en la Internet, anunciando una exposición fotográfica en las afueras de Seúl, Corea. "Manuale del proibito" y una foto... mía. Sin duda era Taehyung, mi Taehyung, a quien había estado buscando por cada rincón de Egipto y que buscaría hasta el último lugar de la Tierra.

Leí todo el artículo que se exponía en aquella página. Tenía que viajar a Seúl lo más pronto posible. Sabía que Taehyung me amaba, esta vez no tenía porqué mentirme.

Me acerqué a él y lo abracé por detrás, acomodando mi barbilla en su ancho hombro. Él se giró y nuestras respiraciones chocaron.

-Deja que Jin tome las fotos –le susurré al oído y sentí cómo su piel se erizó junto a mi cuerpo.

-¿Quieres que me pierda cuando parten el pastel? –musitó, haciendo un leve puchero.

Me reí.

-No. Quiero que suelte esa cámara y me abrace, corazón –rocé con mi boca la piel de su mejilla-. Y que nunca me deje ir –susurré.

Taehyung se giró y quedó en mis brazos, de frente.

-Jamás –prometió y acunó mi rostro entre sus delicadas manos-. Y tú prométeme que no me dejaras escapar otra vez.

-Nunca, y si eso sucediera, yo iría justo detrás de ti –le sonreí y retiré su mano izquierda de mi rostro, luego acaricié la argolla que adornaba su dedo corazón-. Pero sé que no volverás a escapar –miré el anillo plateado por un segundo y luego volví mis ojos a él, olvidándome por completo de dónde estaba y de la gente que me rodeaba, concentrado sólo en el bello rostro frente a mi-, usted prometió ser mío por siempre, futuro señor de Jung, ¿lo recuerda?

-No voy a olvidarlo jamás –rió.

Le sonreí y luego coloqué mis manos en su rostro y él puso las suyas en mi cadera. Me acerqué y uní mis labios a los de él, acariciándolos suave y limpiamente.

Después de haber estado perdido en mi mismo, entre el querer y no poder; sumido en una total confusión, logré escapar hasta lo alto y conseguir lo que realmente necesitaba.

Dicen que las cosas buenas tardan tiempo, pero que las realmente maravillosas, suceden en un abrir y cerrar de ojos.

Ahora aquí estaba, en este momento, teniendo en mis brazos a la única persona que amaba, y estaba dispuesto a hacer con él, un nuevo manual de lo prohibido.

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