18

Me estaba confundiendo horriblemente; estaba entre el sí y el no acerca de descifrar sus sentimientos hacía mí. Juro que no lo entendía.

Cuando me hube sentado, los miré acomodados en la pista, bailando una canción y no una melodía, aunque era igual de lenta.

Tenía que deshacerme de inmediato de todas mis especulaciones, de todo tipo de pensamiento en el que cavilara a Hoseok. El no debía de estar rondando en mi cabeza, vagando junto a las fantasías implacables que se desataban con cada mirada o tacto suyo.

Volví a prestar atención a ellos. Eran la pareja perfecta, sin duda. Y aunque estaba terriblemente confundido por el actuar de Hoseok; sí tenía una cosa en claro... no permitiría que jugara conmigo, ni mucho menos con Sohyun, y por supuesto, tampoco que le rompiera el corazón.

-Vuoi ballare con me? (= ¿ Quieres bailar conmigo?)-la voz de un joven de cabello castaño, algo alborotado me hizo mirarle.

Me tendía la mano, como Hoseok lo había hecho antes. Pude adivinar entonces que me pedía un baile. Pero no tenía muchas ganas de bailar.

-Lo siento, no hablo italiano-dije, sonriéndole.

-Oh, si parla coreano. Si prega di ballare con me (= Por favor, baila conmigo)-no sabía qué había dicho, pero no quitaba la mano extendida hacía mí.

Miré hacía la pista de baile y Sohyun y Hoseok seguían allí, moviéndose al sonido de la música. Yo no tenía que quedarme aquí sentado, abandonado; además el muchacho que me pedía un baile era apuesto. Sus ojos cafés y sus labios rosados y rellenos me recordaron en cierta parte a Hoseok.

-Qué más da-farfullé y me levanté de la silla, aceptando la invitación de baile.

Él me sonrió y me condujo hasta la pista, en donde al instante atrajimos la atención de la pareja a mi lado. Sohyun y Hoseok.

Ella me sonrió, mientras que él frunció el ceño. ¿Y ahora qué pretendía? ¿Quería tenernos a nosotros dos para él nada más? Pues estaba muy equivocado, aun así me doliera en lo más profundo de mi alma, él sólo sería de Sohyun, nada más.

Les di una sonrisa de autosuficiencia, sintiéndome orgulloso no sé de qué. Y volví mi mirada al chico que bailaba conmigo, mientras que la de Hoseok no se despegaba de mí.

• • •

No podía conseguir pegar los párpados después de esa noche, daba vueltas y vueltas en mi cama, siendo la una de la madrugada; apenas había pasado una hora y media desde que habíamos llegado al departamento.

Exhalé agobiado y me levanté por un vaso de leche, para ver si así conseguía que el sueño se compadeciera de mí. Serví el líquido blanco en un vaso y luego de darle un sorbo, escuché un murmullo en la habitación de Sohyun.

Curioso me acerqué a su puerta, con paso sigiloso, seguro estaría hablando dormida. Cuando estuve detrás de la puerta, alcancé a percibir su vos perfectamente sobria, sin atisbo alguno de somnolencia, hablaba con alguien, pero, ¿a estas horas? ¿Con quién?

Agudicé el oído, queriendo encontrarle sonido entendible a su murmullo.

-Es que no sé que pasa, Jungkook. Siento que no va muy bien...

¿Jungkook? ¿Estaba hablando con Jungkook? ¿Qué era lo que no iba bien? ¿No sabía qué cosa?

Las preguntas comenzaron a formularse en mi cabeza por sí solas. Pero decidí mejor darle privacidad, a fin de cuentas esperaba a que me lo contara mañana.

Los delicados rayos de sol que apenas se colaban por mi ventana iluminaron lo suficiente mi habitación como para hacer que me despertara. Me revolví entre las sábanas y miré la hora cuando abrí por completo los ojos, iban a ser las once de la mañana. Me estiré haciendo que un montón de huesos me tronaran, luego le abrí el paso a un bostezo.

Me levanté perezosamente y salí de mi habitación. Me llevé una sorpresa al ver a Sohyun allí, sentada en la cocina, desayunando.

-¿No trabajas hoy?-le pregunté, confundido.

-No, el señor Vittore me dio el día para prepararme para el viaje-contestó, levantando su plato del pretil.

-Claro, lo olvidé-musité, un tanto confundido porque esta vez, Sohyun no había decidido despertarme con esos molestos golpes en la puerta, como era su costumbre-. ¿Qué desayunamos?-le pregunté, para no pensar en lo anterior.

-Lo siento, yo ya desayuné-me miró-. Tenía mucha hambre, además tú estabas dormido y no quise despertarte.

Eso sí que era raro pero traté de ocultar mi expresión de desconcierto.

-Oh, bueno, no te preocupes-musité.

-Saldré por un rato, iré a comprar algunas cosas que me faltan para el viaje-me avisó, retirándose de la cocina.

-¿Irás sola?-quise saber.

-Sí, es que tengo que hacer miles de paradas, ya sabes-se encogió de hombros y luego entró al baño para lavarse los dientes.

-Claro-murmuré, distraído. Sabía muy bien cuando Sohyun quería estar sola.

Recordé la conversación que tuvo anoche con Jungkook, pero ella parecía como si no fuera a decirme nada, así que traté de ser sutil para lograr que ella hablara aunque sea un poco. Oí cómo le cerró a la llave del agua y luego la vi salir del baño.

-Anoche no pude dormir-empecé a decir-, me costaba pegar los ojos-bromeé, esperando a que ella hiciera un comentario parecido.

-Oh, yo creí que serías el primero en caer como piedra a la cama, siempre te cansas mucho-dijo, buscando ahora su bolso.

-Sí, pero no logré conciliar el sueño sino hasta las dos de la mañana-insistí.

-Qué mal-fue todo lo que dijo, porque el silencio hizo presencia debido a que yo ya me había dado por vencido. Ella no me contaría nada.

-¿A qué hora vendrás?-inquirí, sintiéndome pésimo por la fría conversación.

Se encogió de hombros, indiferente.

-Vendré a comer, no te preocupes-me sonrió, débilmente-. Te veo al rato-se dirigió a la puerta y salió por ella sin decir nada más.

Me quedé allí traspuesto mirando la puerta de madera que se encontraba cerrada, preguntándome qué era lo que ocurría con Sohyun. Qué había hablado con Jungkook para que estuviera actuando de esta forma. O qué había visto ella anoche.

En definitiva, irme sería la mejor opción.

Fui a vestirme y decidí salir, necesitaba que alguien me escuchara y qué mejor que Jimin para ello. Garabateé en un papel una disculpa para Sohyun, no estaría para la comida, y luego lo pegué en el refrigerador y salí por la misma puerta por la que ella había salido hace media hora.

Caminé hasta el laboratorio de fotografía de los Agnelli, viéndome los pies mientras lo hacía. Sabía que estaba hiriendo a Sohyun, aunque ella no me dijera ni una palabra al respecto, la conocía bastante para saber que lo hacía; y eso no me lo podía permitir.

A los pocos minutos, divisé el laboratorio al otro lado de la calle, y corrí hacía él como si fuera alguna roca que me refugiara de la marea. Cuando entré y la oscuridad propia del lugar me acogió, visualicé dos figuras al fondo.

-¿Jimin?-pregunté.

Las figuras se movieron y cuando la escasa luz del exterior les dio en la cara reconocí a Yoongi a lado de Jimin.

-¿Yoongi?-inquirí, confundido.

-Hola, Taehyung-me dijeron los dos al unisón.

-Con razón ya no te he visto-bromeé con el joven de piel palida e inmediatamente sus mejillas tomaron un color rosado claramente visible. 

  Había estado la mayor parte del tiempo con ellos dos, y me había dado gusto la noticia de que ahora eran casi inseparables; sólo le faltaba a Yoongi decidir qué día le pediría que fuera su novio.

Salté de mi asiento al percatarme de la hora.

-Demonios, es tardísimo-dije, levantándome de la silla mientras que Jimin y Yoongi me miraron confundidos.

-¿Tarde para qué?-preguntó Yoongi.

-El viaje de Sohyun, ¿recuerdan?-les había contado la historia a la hora de la comida, Jimin me llenaba de consejos y Yoongi resultó ser unos excelentes oídos.

-Oh, verdad.

-Habla con ella, Taehyung. Una amistad se vuelve más sólida si ambas partes hablan de lo que les preocupa-me aconsejó Jimin, como toda la tarde lo había estado haciendo.

Era increíble cómo podía él expresarse así, con tanta naturalidad, con tanta sabiduría; a pesar de que era menor que yo, sin duda era más maduro, siempre lo he dicho.

-Gracias, Jimin. Espero tener el tiempo-miré el reloj-. Y si no me doy prisa, no podré despedirme.

-¡Suerte!-agitó la mano cuando me dirigí a grandes zancadas a la puerta de salida.

-Hasta pronto, Taehyung-dijo Yoongi.

Salí dándoles una sonrisa y apresuré el paso hasta el edificio. Faltaban doce minutos para que las ocho y media se dieran, Sohyun tenía que partir antes de las nueve.

Mientras corría hacía mi destino, recordé a Hoseok; él ya debería de estar allí, seguro. Eso hizo que mis pies disminuyeran su velocidad un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre ambos porque sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba una aguda sensación de malestar en el corazón.

Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el tercer piso en tres cuartos de minuto, dí grandes zancadas hasta el departamento 312 y abrí torpemente la puerta, esperando a que Sohyun no se hubiese ido ya.

-¡Sohyun, lamento...!-mi frase se quedó inconclusa porque justo al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda costa evitar. La despedida amorosa entre Sohyun y Hoseok.

-¡Taehyung! Qué bueno que llegaste antes de que partiera. Pensé que no vendrías-la broma no le salió como tal. Se deshizo del abrazo de Hoseok y se dirigió a mí para abrazarme. Algo del perfume de él aun había quedado impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.

Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los horripilantes deseos de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las pesadas lágrimas que sentía que me empañaban ya la vista.

Una gota de agua salada cayó al hombro de Sohyun, una lágrima que no pude reprimir.

-Oh, Taehyung pero no llores, ó me harás llorar a mí-su tono de voz se tornó cálido y tierno, como siempre había sido.

Ella creía que yo lloraba por su viaje. Era un buen pretexto, pero me sentía mal porque no era cierto. La verdad era que sí sentía dolor, pero era uno propio del corazón, causado por la demostración de afecto entre ellos dos.

Sonreí, esperando que no fuera muy evidente lo falso en ella.

-Cuídate mucho, Sohyunie-murmuré-. Te voy a extrañar-aquello había sonado honesto, porque era verdad.

-Yo también-me dijo.

Luego, la mano de Hoseok me acarició la espalda en busca de darme consuelo. Hasta ese momento recordé su presencia y un inexplicable rencor me invadió. Lo odiaba bastante, pero de igual manera, lo amaba más de lo que podría llegar a odiarlo. No entendía cómo es que había ilusionado tanto a mi corazón y luego lo había dejado caer en un agujero sin fondo y muy oscuro.

-Te acompaño abajo-dijo él y luego tomó la pequeña maleta de Sohyun, dejando mi espalda desprotegida de su calor-. ¿Vienes?-me preguntó a mí.

Asentí y entrelacé mi brazo al de Sohyun, luego bajé la cabeza. Lo que menos necesitaba era que Sohyun se fuera, aunque solo sea por dos días; sin duda serían los dos días más difíciles de mi vida, teniendo que abstenerme de todo tipo de encuentro con su novio.

Bajamos por el ascensor, mientras que nadie pronunciaba palabra alguna y mi vista seguía fija sólo en el piso del elevador. Cuando llegamos al primer piso y salimos del pequeño apartado, la camioneta de la gente del señor Vittore ya esperaba por Sohyun.

Ella dio un suspiro y luego se giró para ver a Hoseok. Lo miró por un par de segundos, como queriéndole decir algo con sus ojos, parecía que... suplicaban. Pero Hoseok bajó la mirada y exhaló despacio, luego besó la frente de su novia.

-Cuídate mucho, amor-le pidió.

El corazón, ya roto en miles de pedazos, se contrajo de dolor al escuchar la última palabra.
Sohyun sonrió débilmente.

-Te amo, Hoseok-susurró en su oído y yo deseé con un fervor descomunal estar en alguna otra parte en ese momento.

Pero él no dijo nada, esbozó una pequeña sonrisa y volvió a besar la frente de Sohyun. En serio, lo odiaba.

Luego Sohyun se giró hacía mí y me sonrió, con esas sonrisas que me había estado dando últimamente.

-Te voy a extrañar-le repetí, porque era lo único honesto que había en mí-. Cuídate mucho.

-También tú. Dos días se pasan rápido-me dijo.

Le sonreí y luego, Hoseok y yo la vimos subir a la camioneta.

-Nos vemos en dos días-nos dijo y se despidió con un gesto de mano.

Hoseok y yo miramos la camioneta hasta que se perdió entre las calles oscuras.
Cerré los ojos por un instante hasta que la voz de Hoseok me hizo abrirlos de nuevo.

-¿Volvemos al departamento?-preguntó, cínico.
Pero yo no debía de estar con Hoseok, ni siquiera verle durantes estos dos días. Sohyun se merecía respeto y era lo que al menos le daría.

-Hoseok, estoy muy cansado. Quiero subir y tirarme a dormir-dije-. Disculpa.

-No, no hay problema. Descansa. Nos vemos mañana-me sonrió y algo en su confianza de que nos veríamos el siguiente día me hizo creerlo.

-Adiós-musité y sin mirarle más subí hasta el departamento.
Al instante en el que entré, el lugar ya no era el mismo. Se supone que ya debería de haberme acostumbrado a pasar las horas solo, pero ahora por alguna razón era distinto.

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