13
Sohyun me hizo seña de que la siguiera y luego volvió a girarse para seguir a la señora. Apenas iba a dar el primer paso, su mano me ató del antebrazo, con fuerza pero sin causarme daño alguno, no hizo falta que me girara para comprobar que era Hoseok, conocía sus manos muy bien.
Pero el sólo contacto de su mano con mi brazo, hizo arder mi piel. Me giré a mirarle, esperando algo parecido al extraño comportamiento de ayer, pero su mirada era distinta, era como siempre había sido, tierna, inspiradora, brillante.
-¿Podemos hablar un minuto?-pidió y su voz de terciopelo acarició mis oídos.
Asentí y me soltó.
-Creo que...-comenzó y al instante bajó la mirada- que te debo una disculpa-musitó, pero yo me quedé en silencio, porque en realidad no sabía qué decir. Entonces él levantó su mirada almendrada y capturó mi rostro, como no dije nada, continuó hablando-. Por lo de ayer, la... extraña discusión que tuvimos, yo... eh... debí agradecerte, aunque no le veo nada de malo darle una simple flor a un amigo; pero tienes razón.
-¿En qué tengo razón?-pregunté, hablando por primera vez desde que inició el día.
-En que a quien debo de darle ese tipo de cosas es a Sohyun, ella es mi novia-esbozó una tenue sonrisita-, ¿no?
Me quise morder la lengua. Retractarme de las palabras que había dicho ayer, pero ya no podía, además de que era verdad, yo tenía razón, y me dolía tenerla.
-Claro, sí-sonreí también. Aunque fingidamente.
-Entonces...-vaciló- ¿estamos bien? Digo, somos amigos, ¿verdad?
Amigos. La palabra rebotó en mi mente como pelota de ping pong. Me dolió.
-Claro, amigos-esbocé una tenue, apenas visible sonrisa.
-Genial-su sonrisa se volvió amplia.
-¡Taehyung, Hoseok! ¿Por qué se quedaron allí?-Sohyun salió de nuevo a la vista y nos tomó de la mano a cada uno, llevándonos con ella- Taehyung, vi unos trajes preciosos, te encantarán-me dijo, animada.
Le sonreí, fingiendo entusiasmo.
Nos llevó hasta el fondo de la tienda, en donde ella ya había hecho selección de tres vestidos; uno en verde, otro en morado y el último en tono tinto.
-Ve y escoge alguno que te guste, Taehyung, anda-me instó y me señaló un apartado con varios trajes.
Me giré a ellos y comencé a pasar la mano sobre cada uno, distraídamente. Rosa, rojo, negro, amarillo. Los colores pasaban por mi mente, pero nada más; porque en realidad no le estaba prestando atención alguna al diseño del satín.
Amigos. Aquella conclusión de él me decía que ese era nuestro destino, nada más. Si yo tenía sueños, esperanzas o cualquier tipo de especulación acerca de una posible relación futura, tenía que echarlas a la basura. Nada iba a pasar, nunca, sencillamente porque él era el novio de mi mejor amiga.
-Creo que el azul se te vería estupendo-dijo a mi lado, haciéndome volver a la realidad, pero aun manteniéndome perdido en las capas de terciopelo de su voz.
-¿Cómo?-pregunté, atolondrado.
-El azul-señaló un maniquí portando un precioso traje, en tono azul violeta tornasol, o un azul Copenhague, no supe bien. .
Me acerqué a el, sumamente atraído y Hoseok me siguió.
-Muy llamativo, ¿no crees?-dije, admirando el traje.
-No tanto. Perfecto, diría yo-me dijo-. Se te vería estupendo, como la camisa que tenías el día que salimos con mi hermano, ¿recuerdas? Además, es mi color favorito-añadió.
¿Qué si lo recordaba? Lo que me sorprendí era que él lo hiciera.
El traje era realmente precioso, así que me lo probé, justo como Sohyun lo hacía con los que había elegido. Mientras que Hoseok esperaba sentado afuera.
-Se te ve hermoso-dijo Hoseok, cuando Sohyun le preguntó qué tal, entre tanto que yo me esforzaba por meterme acomodarme el traje, torpemente.
Me pregunté qué color era ahora el que Sohyun vestía, ya que se había probado primero el vestido en tono tinto. Corrí la cortina y salí del vestidor cuando por fin logré acomodarme el nudo de la cobarta .
Sohyun y Hoseok me miraron, asombrados.
-¿Me veo tan mal?-pregunté, un poco cohibido ante ambas miradas de alucinación.
-¿Mal? Dios, Taehyung, el traje es hermoso, te ves genial-me dijo Sohyun acercándose a mí.
-Te ves hermoso-musitó Hoseok, como un escultor admirado de su propia obra.
-¿Dónde encontraste el traje?-me preguntó, maravillada.
-Pues, Hoseok... me ayudó a encontrarlo-admití, aunque debería de haber dicho, "Hoseok lo eligió"
-¿En serio?-se sorprendió Sohyun- No tienes malos gustos, Hoseok-dijo y rió.
-Gracias.
Me sentí muy observado así que decidí hacerle fiesta al vestido que Sohyun usaba.
-Tu vestido es... precioso-dije-. Morado, claro. Tu color favorito.
Era un vestido sencillo pero lindo, en tono morado, en corte princesa y unos tirantes que lo ataban al cuello.
-¿Te gusta?-preguntó Sohyun.
-Claro, se te ve estupendo-reconocí.
A decir verdad, el vestido era bastante sencillo, sí, pero Sohyun tenía ese no sé qué que hacía lucir cualquier cosa que se pusiera, aun así fuera la prenda más horrible del mundo.
-Entonces, creo que tenemos el vestuario-dijo, satisfecha.
Le sonreí, tímido.
-Sohyun, no tengo con qué pagarlo-dije, el precio del traje no era para nada barato.
Sohyun explotó en risitas tiernas.
-No seas tonto, Taehyung, yo los voy a pagar-me dijo.
-¿Qué? No, no, no-negué con la cabeza.
-Claro que sí, y no quiero protestas. Anda, cámbiate para ir a pagarlos-me empujó hacía el vestidor y ella cerró la cortina, corriéndola de un tirón.
Me miré al espejo, ahora me sentía peor; Sohyun era una excelente amiga, ¿y cómo le pagaba yo? Enamorándome de su novio. Suspiré y decidí no pensar en ello, ¿para qué me hacía más daño? Me despojé del traje y lo doblé sobre mi brazo, para salir cuando ya estaba vestido con mi ropa.
Sohyun pagó ambos y aproveché para agradecerle a Hoseok la ayuda.
-Gracias, por elegirme el traje-dije y le sonreí de una forma desconocida para mí.
-Por nada, me alegra haberte ayudado.
Me le quedé mirando, justo como él a mí. Su mirada almendrada era como una canción romántica en mi alma, de esas canciones que te hacen desear bailar bajo la luz de la luna.
-Hoseok, Taehyung-nos llamó Sohyun y nos hizo apartar la mirada del otro-. Vámonos-sonrió.
Me dio la caja del traje y Hoseok tomó la suya para llevarla él, luego se giró a mí.
-¿Te ayudo?-se ofreció.
-Claro-dije y le di la caja.
Salimos de la tienda, y Sohyun tomó la mano de Hoseok para caminar hasta su Hybrid. La fierecilla se enfureció por ver el entrelazado de dedos entre ambos.
De pronto, deseaba al menos confundirlo, que alguna parte de su cerebro formulara mi nombre junto a una remota posibilidad... al menos. Pero al instante de que me percaté de aquello, me retracté velozmente.
Esto no debería de estarme pasando.Sacudí la cabeza como queriendo deshacer esos pensamientos y decidí ignorar a todo aquello que la fierecilla me gritaba, aun así yo estuviera de acuerdo.
El chillido del tocino sobre la casuela caliente tronaba en mis oídos y el aroma que éste desprendía hacía que mis tripas se quejaran de hambre. Apenas había conseguido sobrevivir ayer, tenía que admitir que me dolía bastante el corazón verlos reír y abrazarse, y ni hablar de cómo se me partía el corazón cuando se besaban.
Serví el tocino sobre el plato amarillo en donde ya estaban un par de huevos revueltos, me senté a comerlos, tratando de no traer a mi mente los recuerdos de ayer, porque dolía, de verdad dolía.
Cuando terminé de comer, lavé mi plato y salí del departamento; hoy tenía que ir con Jimin a contarle todo, porque aunque yo le llevara algunos años de diferencia, él era increíblemente maduro, su manera de pensar me fascinaba y me dejaba sorprendido, y yo le tenía la confianza suficiente como para ir y contarle mi secreto inconfesable.
Lo saludé en cuanto lo vi, su camisa amarilla fue lo primero que capté en la oscuridad del laboratorio antiguo, pero luego su cara de ángel atrajo mi atención.
-Me tienes abandonado-me dijo, bromeando.
-Lo sé, lo siento.
-¿Trajiste material nuevo?-me sonrió, entusiasmado.
-No, en realidad no traigo fotos ahora-vacilé-. La verdad tengo algo que contarte.
-¿Yoongi preguntó por mí?-sus ojos destellaron encanto.
Reí.
-No, la última vez, pero sí lo hace.
-Oh...-musitó.
-Vayamos a tomar un café, ¿quieres?
-Claro-aceptó.
Salimos y recorrimos algunas calles, hasta que nos sentamos en un café cercano.
-Bueno, dime, que me estoy muriendo de la curiosidad-me instó, palpándome el brazo.
Sonreí nervioso y la expresión me cambió al instante.
-¿Por qué esa cara?-me preguntó, preocupado.
Pensé qué decirlo así, sin tantos rodeos, era la mejor opción, así que hablé rápido y sin tropiezos.
-Estoy enamorado del novio de mi mejor-dije, atropellando las palabras.
-¡Q-q-qué dices! ¡Oh! Cuéntamelo todo, ¿eh?-su bello semblante de ángel gracilmente asombrado se puso atento, inclinándose hacía adelante un poco- Tengo bastante tiempo.
Me le quedé mirando, sorprendido y divertido por su reacción. Él interpretó perfectamente mi silencio.
-Oh, lo siento-dijo, tranquilizándose-. Cuéntame-y volvió a recargarse en el respaldo de la silla.
Le conté la historia desde el principio, el tiempo nos sobraba a ambos y, desahogarme con Jimin me resultó más sencillo de lo que esperaba. Él era agradable, me entendía y comprendía incluso más de lo que lo hubiera podido hacer Jungkook o Yoongi.
En el transcurso de la charla, lo veía hacer expresiones de sorpresa y otras de que estaba sumamente atento; todo eso me recordó a Yoongi, ambos tenían un rostro expresivo pero de ángel.
Cuando terminé de contarle, el silencio que guardó me hizo sentir nervioso y comencé a enrollar mis dedos entre el blanco mantel de la pequeña mesa redonda.
-Es el chico de las fotos, ¿no?-preguntó.
-Sí.
-Lo sabía-dijo y sonrió con autosuficiencia.
-¿Qué sabías?-pregunté, confundido.
-Taehyung, los ojos se te veían brillar cuando hablabas de él, y vaya que es apuesto el muchacho, ¿eh?-soltó una risotada.
-¿En serio?-dije, afligido. Si él lo había notado, ¿Hoseok se habrá dado cuenta de cómo es que late mi corazón cuando está cerca?
-Lo amas-puntualizó.
-¿Amarlo? ¿Estás loco? ¡Claro que no!-chillé, escandalizado. No había llegado hasta ese punto, aún.
-Claro que sí, Taehyung, se te nota. Amar y enamorarse no es lo mismo; enamorarse es disfrutar de todas aquellas sensaciones que se sienten al ver a la persona... "especial"-hizo las comillas con los dedos-. Pero cuando amas, ya empiezan a doler.
Me quedé en silencio, sopesando sus palabras y al comprender, se me cayó el mundo encima. Jimin tenía razón. Yo... lo amaba. Dejé salir un leve gemido.
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