04/05
-¿Qué te gusta? Además de tomar fotografías, claro-preguntó.
-Mmm... bueno, la lluvia, oír cómo cae y golpea el techo-musité.
-Eso es relajante... y realmente bello.
-¿Y a ti? Además de la música.
-Bueno, soy un poco intrépido, me encanta ir de aquí para allá, ya sabes, por eso me gusta viajar; ir por todo el mundo sería fantástico-la emoción brillaba en sus ojos haciéndolos lucir realmente encantadores.
-Egipto-dije.
-¿Disculpa?
Me reí.
-Egipto es el lugar al que me gustaría ir, suena algo loco pero... no sé, está tan alejado de todo esto que sería ese el lugar perfecto para escapar de mis problemas.
-Wow... eso, suena bien.
-Hubiera deseado tener las posibilidades de haberlo hecho cuando mis padres...-me quedé a la mitad de la frase, sintiendo de pronto algo que me raspó el pecho.
-¿Cuándo tus padres...?-inquirió.
-Murieron...-musité.
Su expresión cambió, aquella bella y deslumbrante expresión de galán de pantalla fue sustituida por una cara de total ternura.
-Oh... lo siento mucho-su consuelo me hizo sentir inexplicablemente mejor- ¿Quieres contarme o prefieres no hablar del tema?-.
Me quedé en silencio un rato, y luego de mi boca comenzaron a salir las palabras sombrías.
-Murieron en un accidente automovilístico. Un idiota conducía ebrio y se pasó la luz roja... mis padres fueron los que rindieron cuentas a la muerte-la voz se me quebró, hablar de aquello no me era tan fácil-. Tres años de eso y aun me duele bastante-admití, con un hilo de voz-. Hubiera deseado ir yo con ellos para morir también-mascullé.
-Oye-se paró delante de mí e interrumpió mi caminar, me hizo también alzar la vista para mirarle, su rostro estaba serio-, no digas eso-me dijo-. Las cosas suceden por alguna razón, si tú estás aquí ahora con vida es porque Dios quiere que lo estés.
En sus ojos había una dulzura que no me había topado desde que mis padres me daban mis presentes de cumpleaños o navidad, y que inexplicablemente me invadía todo el fuero interno y me daba una paz eficaz. Ese par de ojos almendrados en los que ahora me reflejaba me sacudieron el corazón y la tristeza que había en él, se alejó.
-Gracias-murmuré.
-¿Estás mejor?-preguntó-
Lamento haberte hecho hablar de eso.
Cada que él me preguntaba aquello, no podía siquiera pensar en algún adjetivo negativo, no mientras tenía sus ojos bellos reflejándome a mí.
-Estoy... bien-sonreí.
-Bueno, démonos prisa, supongo que mueres de hambre; pero antes prométeme algo-levantó una de sus cejas y la expresión divertida volvió a su bello rostro.
-Dime.
-No estarás triste hoy, yo no lo permitiré-me dijo y enterneció cada célula dentro de mi cuerpo.
Sonreí.
-Prometido-musité.
Su sonrisa apareció en aquel rostro angelical y mi corazón se aproximó a mi pecho.
-Genial, entonces vamos-se colocó a mi lado de nuevo y me hizo caminar junto con él.
Sohyun era muy, pero muy afortunada. Ahora sí que le tenía envidia.
Seguimos caminando y tras unos minutos, me mostró un pequeño restaurante propio de un hotel, y con mis torpes ojos y mi casi nulo aprendizaje del idioma italiano pude entender un letrero en la parte superior de la verde lona que decía Bonvecchiati. La primera reacción de mi cuerpo fue la sorpresa, aquel establecimiento era muy bello y parecía de verdad costoso.
-Te encantará la comida, ya verás-me dijo, con el entusiasmo palpable en su voz.
-Mmm... no es un poco ¿caro?-pregunté, terriblemente avergonzado ya que no contaba con mucho dinero italiano en mi bolsillo.
-No encontrarás mejor restaurante que este, anda, ven. No te preocupes por el dinero-me sonrió y me tomó del brazo, algo que me erizó la piel allí en donde él la estaba tocando, haciendo que una vibra recorriera mi espalda.
Me jaló hasta allí y habló en italiano al mozo quien luego de unos segundos nos acomodó en una mesa cerca de la orilla de la terraza, en donde debajo corría un canal de agua.
Me senté en la silla que el mozo recorrió para mí y luego Hoseok tomó su asiento enfrente de mí. El mozo, un sujeto calvo y refinado nos dio un par de menús y se retiró; inmediatamente hice un mohín al no entender nada en aquella carta color tinto.
-¿Qué quieres?-me preguntó Hoseok, amablemente.
Mi mirada revoloteó una vez más por la carta ininteligible y la expresión de confusión saltó a mi rostro. La entonada carcajada de Hoseok rebotó en mis oídos con ese encanto inspirador propio.
-¿Qué tal si pedimos lasaña? ¿Te gusta?-inquirió.
-Sí-me sentí tonto y avergonzado y puse la carta del menú sobre la mesa, junto a la que Hoseok también había dejado.
Ordenó en italiano al mozo que de nuevo se había acercado y desvié mi atención hacía las aguas del canal que se abría paso debajo de nosotros por todo el largo de la calle.
-Grazie mille-la inconfundible voz de Hoseok me hizo voltear a mirarle y mientras le agradecía al mozo, escruté su bello rostro.
Sus ojos poseían un brillo especial, un brillo que opacaba ferozmente al fulgor de las estrellas y seguramente las hacía ponerse celosas; ya que este resplandor que sus ojos soltaban era tan bello y delicado y por supuesto, capaz de iluminar a toda una ciudad en tinieblas, también. Sus labios rosados parecían el cojín de plumas bordado en seda de alguna realeza y al estirarse, formaban una bellísima sonrisa de ensueño, como la de un niño tatuada en la cara de un galán de revista. Su rostro era perfecto con ese tapiz de piel a perlada, todo perfectamente proporcionado.
-¿Tengo algo?-preguntó y me hizo aterrizar
-Emm... no-el color se me subió al rostro al haber sido descubierto en mi análisis visual de aquella maravilla que era su rostro.
Después de un silencio incómodo, en el acomodo de ideas, nuevas sensaciones y miles de cosas que hacían que mi estómago se moviera, una luz llegó a mi razón y pudo conectar con mi lengua y hacer salir mi voz.
-Amm... me decías que Jungkook había aceptado. ¿Cuándo sería?-dije.
-Bueno, si quieres, mañana mismo-comentó, animado.
-Mañana... ¿Pero qué tal si le dan a Sohyun el trabajo?
-Buen punto, entonces sería quizá hasta el domingo-reflexionó.
-No falta mucho, de todas formas-dije, sabiendo que mañana era viernes.
El mozo llegó y colocó los platos delante de nosotros. El olor a queso fundido de la lasaña se adentró en mi nariz y mis tripas rugieron. La sonrisa de Hoseok apareció fugaz en sus labios y el rubor tímido en mis mejillas.
Mientras comíamos saqué varias fotografías del lugar y justamente como la vez anterior, el rostro de Hoseok apareció furtivo entre algunas. No sabía qué pasaba, no sabía por qué cada vez que Hoseok hablaba me maravillaba tanto, no sabía tampoco por qué cuando me miraba algo se removía en mi estómago, ni tampoco sabía por qué cuando mencionaba mi nombre me sentía especial. Eso me obligó a pensar en Sohyun y sin saber tampoco por qué, me sentí culpable de pronto.
Todos mis intentos por hacer que él no pagara mi comida fueron en vano.
-Soy un caballero-terminó por decir y antes de que yo le refutara algo tendió el dinero sobre la mesa.
Me llevó de regreso hasta el departamento de Sohyun, mientras que la fierecilla rogaba encontrar alguna manera de extender el tiempo y si era posible hacerlo parar. Aquello me daba miedo, por que yo también lo deseé.
Cuando llegamos, él subió conmigo, encaminando sus pasos junto con los míos.
-Espero que a Sohyun le hayan dado el trabajo-musité, mientras mis pies medio cansados, subían desganados los escalones del edificio.
-Yo también. Sueña con eso desde hace tiempo-concordó.
-Exacto, sé que la haría bastante feliz estar dedicando su tiempo a algo que le gusta bastante hacer-sonreí.
Abrí el departamento y oí el chasquido de la llave al quitar el seguro, entonces Hoseok siguió mis pasos y se adentró también.
Una rara combinación entre la extrañeza y la emoción creció repentinamente en mi fuero interno.
Me le quedé mirando cuando cerró la puerta.
-Son las tres treinta, seguro que le dieron el empleo-dijo, observando el reloj que colgaba de la pared.
-¿Tú crees?-pregunté, mientras sentía a la fierecilla celebrar de emoción y no precisamente por una buena razón.
-Sí, ¿te molesta si la espero?-preguntó, jugando con una manzana que había tomado de algún lugar en la cocina.
-No, por supuesto que no, siéntate.
La fiera celebró aún más, el tiempo con Hoseok se me había expandido, al menos hasta que Sohyung llegara. Esa última idea no le agradó del todo a la fierecilla.
El día terminó, Sohyun había llegado pasadas de las cinco de la tarde anunciando jovialmente su nuevo empleo y Hoseok, luego de tres horas se había marchado.
Ahora yo me encontraba recostado en la cama, mirando el techo de nuevo, como en la noche anterior; haciendo un análisis del día trascurrido y trayendo a mi mente aquel perfecto rostro, maravillándome al recordarlo.
Rebusqué entre las amarillas hojas de aquel grueso libro de anuncios un buen laboratorio para imprimir las fotos que había tomado ayer. Sohyun había partido temprano a su empleo y llegaría tarde, así que tenía que buscar alguna manera de pasar el rato.
Refunfuñé para mis adentros por no entender nada de lo que me mostraba el libro y me pregunté entonces cómo podría encontrar el laboratorio si no sabía siquiera leer el anuncio. Definitivamente tenía que aprender italiano.
Aquella idea me hizo pensar en Hoseok y reí como tonto al recordarle. Pero eso abrió paso una pregunta que me hizo fruncir el ceño... ¿Por qué?
Sin embargo, no era tan tonto como para no entender absolutamente nada de ese anuncio, me ubiqué un poco al distinguir las imágenes y garabateé la dirección en un papel de aquel lugar que parecía ser lo que yo buscaba.
Salí del departamento con la dirección en mente que afortunadamente había encontrado en la guía, mientras trataba de acomodar mi cámara fotográfica en la pequeña mochila color verde olivo que se posaba en mi hombro. Mis pies siguieron caminando entre tanto que intentaba introducir toda la cámara y de pronto mi andar se vio interrumpido al chocar con otro cuerpo.
-¡Lo siento!-dijimos ambos al unisón.
Levanté la mirada y me topé con un bello rostro meramente inmaculado. Su piel llana y pálida hacía lucir oscuros sus ojos, sin embargo poseían un hermoso color café con motas de luz y las pestañas se expandían con firmeza hacía arriba. Sus labios rellenos y rosados se estiraron y formaron una bonita sonrisa curiosa.
-Hola-pronunció.
-Hola-dije, medio atontado por el bello rostro masculino que tenía justo enfrente.
-Perdóname. Es que soy un poco distraído-musitó, ligeramente ruborizado.
-No, no; el distraído soy yo-dije y luego me reí.
-Soy Min Yoongi-me estrechó la mano.
-Taehyung-me presenté.
-Eres coreano-adivinó.
-Sí,Daegu, de allí vengo.
-¿En serio? Yo también nací en Daegu. Soy coreano también;-explicó.
Ahora había entendido entonces, por qué me había hablado desde un principio en coreano; pero luego dirigí la mirada hacía la puerta del departamento en el que él iba a introducir la llave antes de que yo le chocara.
-¿Vives aquí?-balbuceé, al captar el trío de números que formaban el trecientos ocho.
-Sí, con mi tía;
La vieja gruñona con la que Sohyun me había dejado la llave de su apartamento era tía del lindo muchacho que me sonreía en este instante. Abrí los ojos ante la sorpresa.
-¿Eres sobrino de la señora Montórfano?-inquirí.
-Sí, ¿la conoces?
-Sí, bueno no-dije y su expresión pasó a ser una mueca de confusión-. Mi amiga me dejó la llave de su departamento aquí y sólo pasé a recogerla, de allí conozco a tu tía-expliqué.
-¡Oh! ¿Eres tú el lindo chico que se mudó con Sohyun?-preguntó, como si hubiese completado un rompecabezas en su memoria.
-Sí y... gracias por lo de 'lindo'.
-Oh, bueno, eres lindo-musitó y se encogió de hombros-. ¿Vas a algún lado?
-Sí, a un laboratorio de fotografía. ¿Sabes dónde queda la calle Squero de San Trovaso?-pregunté, mirando el papelito arrugado en mi mano y tartamudeando al leer el nombre de la calle.
-Sí, es cerca de uno de las canales hacía el norte.
-¿Está muy lejos?
-No, puedes ir caminando; son como cinco cuadras de aquí.
-Oh, gracias.
-Puedo llevarte si quieres, tengo auto-ofreció.
-No, gracias, hoy caminaré, tengo tiempo de sobra-musité con aplomo.
-Oh, está bien, ¿puedo invitarte luego un café? Para conocernos, digo, vamos a ser vecinos-se encogió de hombros un tanto avergonzado y ligeramente ruborizado.
-Claro, me encantaría.
-Hasta luego, entonces.
-Hasta luego-dije-. Oh, y grazie mille-murmuré lo que había aprendido de Hoseok el día de ayer, cuando agradeció al mozo.
Yoongi me sonrió.
-Di niente, bel ragazzo-pronunció.
(Significa De nada, bello chico)
Me ruboricé un poco y le dije adiós con la mano; luego bajé las escaleras y me encaminé por las calles de Venecia esperando encontrar lo que buscaba.
Luego de unos minutos y de contabilizar mentalmente las cinco cuadras que Yoongi me había mencionado, miré hacía el pequeño recuadro blanco ubicado en el muro externo del último edificio de la cuarta calle: Squero de San Trovaso.
Sonreí satisfecho al haber acertado en mi búsqueda. Tenía la calle, pero aun me faltaba el laboratorio, decidí caminar hacía la izquierda, en donde los números ascendían, tenía que encontrar el doscientos treinta y siete.
Afortunadamente lo encontré, además de que pude visualizar fuera del lugar el letrero en letras grandes y negras que decía "Photo Lab". Eso hasta un torpe puede entenderlo.
Crucé la acera y me adentré en el lugar solitario y oscurecido, solamente iluminado por las luces del exterior que traspasaban por el ventanal, pero aquello no redujo ni un poco los escalofríos.
-¿Hola?-musité, esperando a que alguien en el oscuro lugar me respondiera.
-¡Tonta máquina!-gruñó una voz que salió de detrás de los almacenes. Una voz de hombre .
Me quedé pasmado, y mis pies se quedaron congelados en el mismo lugar en donde se habían parado.
-¿Hola?-volví a repetir, ahora un poco temeroso.
Luego, un bello chico se asomó de detrás de aquellos grandes almacenes y me miró con sus resplandecientes ojos color marrón.
Su piel a perlada, suave, su joven rostro y el color caramelo de sus ojos artísticamente coloreados resplandeció con la luz del exterior. Su cabello, alisado y con un color negriso. Me sonrió, con sus gruesos labios rosados.
-Hola-me dijo, amable.
-Amm... hola.
-¿Hablas coreano verdad?-preguntó.
Asentí con la cabeza sólo una vez.
-Genial, entonces, ¿en qué puedo ayudarte?-me regaló una sonrisa bastante extensa, llena de amabilidad en donde pude distinguir sus perfectos dientes.
-Bueno yo...-tartamudeé- quería, quiero-corregí- revelar algunas fotos-dije.
-Oh, claro, sólo, ¿podrías esperarme un poquito? Tengo problemas allá atrás con esa tonta máquina de fotocopiado-hizo un mohín.
-Claro-reí.
Se perdió de mi vista en aquella densa oscuridad detrás de los almacenes de los que antes había salido pero aun podía escuchar con claridad sus refunfuños hacía la máquina.
-Eres coreano, ¿verdad?-dijo.
-Emm... sí-intenté adivinar el lugar exacto del que provenía su voz, elevando mi cabeza sólo un poco para poder ver algo-.¿También tú?
-No, pero siempre he querido conocer aquel continente. ¿De dónde vienes?
-Daegu.
-¿En serio?-saltó de pronto del lado contrario al que se había metido y me hizo pegar un brinco.
-Sí-balbuceé.
-¡Qué emoción! Siempre he querido ir a Corea, pero aun me falta mucho por vivir aquí así que-se encogió de hombros-. Me llamo Jimin, nombre coreano, ya lo sé-parloteó poniendo los ojos en blanco-, pero a mis padres también les gusta todo lo relacionado con Corea-me extendió la mano-
-Un gusto enorme, Jimin. Soy Taehyung.
-¡Qué bonito nombre, Taehyung! Me encanta-dijo e hizo que me riera, halagado.
-Gracias, Jimin.
Aquel lindo chico hizo que el tiempo que esperaba para que mis fotografías fuesen reveladas, se me pasara en un santiamén; platicaba conmigo y me hacía sentir como si me conociera desde hace años, además de que el entusiasmo que aplicaba en cada palabra me hacía sentir cómodo y familiarizado, Sohyun era casi igual.
-¿Quién es el chico lindo de las fotografías?-me preguntó, mientras sacaba tales papeles del ácido cianhídrico y los colgaba en el lazo con cuidado- ¿Un modelo?
-No-reí-. Es el novio de mi mejor amiga.
-¿Y lo tomaste como modelo?
-No exactamente-musité.
-Pues, sale en la mayoría de las fotografías-alzó sus cejas con gesto de acusación-. Y es muy guapo, déjame decirte.
-¿Insinúas algo?-entrecerré mis ojos en él.
-No. Para nada-negó con su cabeza rápidamente e hizo que me riera.
-Fue accidental que mi lente captara su rostro, nada más-expliqué.
-Está bien, está bien. Yo no dije nada. Pero ¿por qué no sale tu amiga?-acusó, indirectamente.
-Porque ese día sólo íbamos él y yo-murmuré y sus ojos pequeños y acusadores se posaron sobre mí, con cierta expresión de emoción.
-No es lo que piensas-manoteé torpemente como diciéndole que parara a sus especulaciones-. Sohyun no pudo llevarme y ofreció a Hoseok, es todo.
-¿Sohyun? ¿Hoseok?
-Oh, mi amiga y su novio.
Me dio una sonrisa cómplice que de momento no entendí.
-Pero es bastante guapo, ¿no?-insistió.
-Pues, sí. La verdad, lo es.
Sus ojos se posaron discretos sobre mí y pude notar su sonrisa en aquel cuarto oscuro en el que estábamos revelando las fotos. Pero no dijo nada.
Había sido increíble haber socializado con Jimin, era el primer día que lo conocía y me trataba como si fuéramos amigos de toda la vida, algo que por supuesto, me agradó completamente.
Decidí comer fuera, algún restaurante pequeño y no tan extravagante como al que Hoseok me había llevado el día anterior, además de que no tenía el capital monetario para pagarme algo así.
Cuando llegué al departamento, vi algo que me resultó extrañamente perturbador; abrí la puerta justo en el momento equivocado, quizá si me hubiera apurado o tardado dos segundos hubiera sido mejor que llegar en el instante justo en que los labios de Sohyun se aferraban a los de Hoseok como si fuera una cuerda atada a otra. Algo golpeó cerca de mi corazón y la fierecilla enloqueció en su pequeña jaula.
-¡Perdón!-musité, terriblemente incómodo cuando sus miradas se posaron sobre mí. Algo que jamás me había pasado cuando veía a Sohyun besar así a Namjoon, su ex novio.
-No te preocupes, Taehyung-dijo Sohyung, amable y luego se acercó. Hoseok sólo me sonrió-. ¿Dónde has estado todo el día, bestia?
Me reí.
-Matando el tiempo-dije-. Sin ti aquí es muy aburrido-hice un mohín.
-¿Te fuiste a vagar solo por las calles de Venecia?-abrió sus grandes ojos cafés.
-No tuve más opciones, tampoco me iba a quedar sentado aquí mirando televisión todo el día.
-¿Qué hay en el sobre?-observó el grueso sobre amarillo que sujetaba en mi mano izquierda, en donde Jimin me había entregado las fotos que había revelado.
No tenía problema alguno en hacerle saber que eran las fotos que había tomado un día antes, el problema era que no sabía cómo explicarle por qué el rostro de su novio aparecía en la mayoría; tampoco sabía por qué tenía miedo de eso.
-Bue... bueno. Nada importante, fotografías-me encogí de hombros, nervioso.
-¿De las que tomaste ayer?
-Ajá.
-¡Quiero verlas!-exclamó, entusiasmada.
Por instinto sujeté el sobre con más fuerza en mi mano, produciendo arruguitas en el papel y haciéndolo crujir; mientras que mis ojos se abrían como platos.
-Emm... no son muy buenas, Sohyunie-tartamudeé.
-Cómo no van a ser buenas si eres un excelente fotógrafo. Anda, muéstramelas-insistió y quiso arrebatarme el sobre.
Lo llevé inmediatamente a mi espalda, resguardándolo. ¿Qué me costaba darle el maldito sobre y explicarle que el rostro perfecto de su novio se había fugado en unas cuantas fotos? ¿Qué de malo había en eso?
-Emm... mañana, mañana te las muestro, estoy muy cansado hoy, además, aun tengo que eliminar bastantes, hay muchas que no me gustan-dije, torpemente.
-Hay algo ahí que no quieres que vea, ¿cierto?-me miró con gesto acusativo.
Las manos comenzaron a sudarme y el corazón a latir más acelerado de lo normal. No sabía por qué me sentía como el culpable de un delito en el momento que es interrogado y a punto de ser descubierto en su fechoría.
-Sí, claro que lo hay. Fotos horrendas que no quieres ver. Dame un minuto, las ordeno y te las muestro, ¿está bien?-musité, torpe.
-Yo también quiero verlas-anunció Hoseok que en todo el rato sólo había estado pendiente de la plática entre Sohyun y yo.
-Emm... sí, denme un segundo, ya vengo-me escabullí hasta mi habitación y cerré la puerta tras de mí, sin esperar alguna palabra de alguno de ellos.
Me senté sobre la cama con las piernas cruzadas y tomé el sobre amarillo entre mis manos; saqué de él las fotografías y lo primero en lo que mis ojos se enfocaron fue en el bello rostro que adornaba aquel papel impreso.
Hoseok era tan hermoso, a su manera. Su despampanante sonrisa, deslumbraba perfecta.
Revisé todas las fotografías, una y otra vez.
-Maldición-farfullé.
De las trece fotos que tenía en la mano, sólo tres eran antiestéticas. Tres eran las que no tenían el rostro perfecto de Hoseok adornando la imagen.
El problema era que Sohyun había notado el grosor del sobre y llevarle sólo tres fotos resultaba ilógico cuando juntas no hacían ni medio centímetro.
Suspiré y tomé las otras diez fotografías para guardarlas en el cajón de mi escritorio, debajo de todo el montón de papeles que ya tenía allí. Salí de mi habitación con el trío de fotos en la mano, esperando no encontrar alguna otra escena que me hiciera sentir incómodo y deseoso de cubrirme los ojos.
Sohyun y Hoseok hablaban tomados de la mano, él jugaba con sus dedos. Traté de ignorar la irritante punzadita junto a los latidos aplomados de mi corazón.
-Aquí están-las coloqué sobre el pretil de la cocina, en donde ambos estaban.
-¿Sólo tres?-rezongó Sohyun.
-Te dije que no eran muy buenas-me encogí de hombros-. Las otras están horribles-mentí, porque a decir verdad, eran las más hermosas-. Además no tomé muchas.
Allí, Hoseok pudo haberme desmentido, él sabía cuántas veces había disparado el lente de mi cámara capturando las escenas; pero no dijo nada, sólo observó tranquilo cada una de las fotos sobre el azulejo del pretil.
Decidí cambiar de tema, antes de que alguna objeción por parte de Sohyun insistiera.
-¿Sabías que la señora Montórfano tiene un sobrino?-pregunté a mi amiga, mientras que iba al refrigerador por un vaso de leche.
-Sí, Yoongi. ¿Por qué?-inquirió, y me sentí satisfecho de haber logrado el cambio de ruta en la conversación.
-Hoy lo conocí-dije, sirviéndome la leche en el vaso que había tomado de la alacena.
-¿En serio?
-Sí, me lo topé esta mañana; es lindo-tomé de mi vaso y pude captar que la mirada de Hoseok se apartó de las fotografías y se posó curiosa en nosotros, en mí.
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Era sábado por la mañana, y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin Sohyun; así que le acepté el café a Yoongi, supuse que era un buen pretexto para burlar las horas.
Yoongi me llevó a un café cerca del departamento en donde me acordé inmediatamente del día en que pasé con Hoseok, sin embargo, la emoción no era la misma.
-¿Puedo preguntar por qué viniste a Venecia?-me dijo, cuando la chica nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.
-Bueno, vine primeramente para visitar a Sohyun. Y para tomar un descanso de mi vida cotidiana-expliqué, dándole un sorbo a mi café. El sabor a capuccino vagó por mi boca hasta mi garganta.
-Oh, ¿entonces vives con tus padres?-inquirió.
-No-dije, y salió mucho más seco de lo que esperaba-. Mis padres murieron en un accidente.
-Oh, perdóname, no debí preguntar-su bello rostro de ángel se tornó comprensivo.
-No, no te preocupes-musité.
-¿Sabes? Mis padres también murieron-comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía.
Esperé hasta que él decidiera continuar, pendiente de la siguiente palabra que dijera.
-Bueno, en realidad, sólo mi madre murió cuando me dio a luz a mí. Mi padre, bueno, el hombre que embarazó a mamá; se fue-explicó, su voz tomó un tono agrio.
-Oh-musité.
No sabía qué más decir, pero lo entendía muy bien, al menos ambos teníamos algo en común ahora. No teníamos padres.
-¿Desde entonces has vivido con tu tía?-pregunté.
-Sí. Mi tía me ha cuidado bastante bien, ha hecho un excelente trabajo por veintitrés años y no podía estarle más agradecido.
Ahí caí en la cuenta de que Yoongi era casi de la misma edad que yo.
-Qué linda tu tía-dije, y recordé cuando dije, o más bien pensé, que era todo una vieja amargada.
El me sonrió y me recordó a la sonrisa de Hoseok. Si tuviera que comparar, sería bastante difícil darle el puesto número uno a alguien. Pero había una vocecilla en mi cabeza que susurró fugaz el nombre de Hoseok
La tarde con Yoongi fue excelente, su forma de ser tan maduro y natural fue lo que resulté admirando, además de su bello rostro delicado, por supuesto. Cuando me di cuenta de la hora, fue cuando llegamos al departamento de nuevo. Eran las siete pasadas con quince minutos.
-La pasé muy bien, Yoongi, muchísimas gracias-dije apenas puse un pie fuera del ascensor, cuando me di cuenta entonces de que la puerta del departamento de Sohyun era adornada por un bello ángel de oro. Que mantuvo su mirada sobre nosotros y sus brazos cruzados con indiferencia; siempre tan elegante.
Me sorprendí de ver allí al dueño de la mayor parte de mis pensamientos. Aunque enseguida me retracté de esa idea; Hoseok no tenía por qué convertirse en dueño de mi materia gris.
-Cuando quieras repetirlo, estoy más que dispuesto-me dijo, con esa sonrisa bonita sobre su rostro, haciendo que mi mirada se posara de nuevo en Yoongi
.
Dirigió luego la mirada a Hoseok y con un movimiento de cabeza lo saludó. Éste respondió de la misma manera.
-Hasta pronto- Yoongi se acercó y me besó la mejilla.
Pude sentir el cálido y suave contacto de sus labios contra ella, pero mi cabeza seguía funcionando tan perfectamente como antes. Ningún pensamiento interrumpido, ningún atontamiento interno, simplemente nada.
Sin embargo, sí la mirada de Hoseok sobre el acto.
-Hasta pronto, Yoongi-dije.
Cuando lo vi introducirse a su departamento, me giré a mirar a Hoseok, quien seguía parado allí, de brazos cruzados y mirándome.
-¿Decidiste hacerle caso a Sohyun?-bromeó.
-¿Qué?-inquirí, confundido.
Se separó de la puerta cuando yo me dirigí para abrirla.
-Sí, eso de buscarte pareja-musitó, pero la broma ya no le salió como tal.
Exploté en estruendosas carcajadas.
-Sólo salí a tomar un café con mi vecino para conocerlo mejor-expliqué-. Eso no tiene nada que ver con los planes macabros de Sohyun.
Él río.
-¿Con que son macabros? Se lo voy a decir, te acusaré-bromeó, divertido.
-No hace falta, ella lo sabe-abrí la puerta y Hoseok se introdujo detrás de mí-. ¿Si sabes que Sohyun llega hasta las ocho verdad?-dije, sarcástico.
-Lo sé, pero es que no tengo mucho que hacer y es mejor pasar el rato aquí mientras que la espero.
-Bueno, es agradable tenerte aquí mientras que llega-pensé... esperen, esperen, no lo pensé, ¿lo dije?
-Gracias, qué lindo-musitó y en ese momento di gracias de encontrarme de espaldas puesto que todo el color se me subió al rostro-. Mañana saldremos todos, así podrás conocer a mi hermano, Jungkook, ¿lo recuerdas?-dijo, totalmente ajeno al caos que estaba habitando en mi interior debido a sus palabras.
-Emm... sí, estoy emocionado-farfullé.
-Jungkook también.
Así, planeamos lo que sería el día de mañana y estar a su lado lo encontraba cada vez más cómodo y magnífico. El tenía ese raro poder para maravillarme, dejarme sin el habla o adivinarme los pensamientos a veces; era simplemente sensacional y la fierecilla se regocijaba llena de felicidad; pero sólo hasta que llegaba Sohyun, porque luego, al verlos reírse el uno con el otro y llamarse "amor" ésta empezaba a incomodarse y me hacía salir de la escena cursi que no queríamos ver ni ella ni yo. Porque empezaba a resultarme drásticamente incómoda.
-¡Bestia, arriba!-Sohyun tenía la costumbre de despertarme con golpes en la puerta, por eso era lindo que se fuera a trabajar.
Balbuceé entre la almohada y luego comprendí que los molestos golpes en la puerta no pararían hasta que Sohyun me viera con los ojos abiertos.
Me llevé los puños a los ojos y comencé a tañarlos para desemperezarme, luego abrí paso a un bostezo grande.
Me paré con pereza y abrí la puerta, Sohyun estaba en la cocina buscando algo en el refrigerador. Me miró.
-Ponte algo lindo, algo verde, a Jungkook le gusta el verde-dijo.
-Estás loca-musité y me di la me dia vuelta para vestirme.
-Si quieres gustarle a Jungkook escucha mis consejos-gritó desde la cocina.
-No quiero gustarle a Jungkook, ¡ni siquiera lo conozco!-me quejé, saliendo de nuevo de mi habitación; increíblemente asombrado del esfuerzo de Sohyun por emparejarme.
-Sólo vístete, ¿quieres? Ellos llegarán en cualquier momento.
-Eres perversa-la fulminé con la mirada.
-Pero así me quieres-me sacó la lengua y me vi obligado a reír.
-Tonta-dije.
Me vestí con una camisa azul y con unos jeans entubados, sólo por llevarle la contraria a Sohyun. A los pocos minutos, oí el timbre sonar, y la fierecilla empezó a saltar de un lado a otro cantando el nombre de Hoseok.
Salí de mi habitación al oír el murmullo de las voces, y allí junto al ángel de oro, reposaba otro. Era muy parecido a Hoseok, sin embargo, su cabello era color castaño y liso casi como el de Hoseok; pero tenía el cabello un poco más despeinado; su piel, casi del color de la de su hermano, hacía lucir sus ojos castaños, y cuando me sonrió, los pómulos se le elevaron notablemente.
-Hola-musité.
-Taehyung, mira, él es Jungkook-me dijo Sohyun, empujándome por el codo hacía el par de ángeles.
Extendí la mano para saludarle y él respondió mi saludo.
-Hola-me dijo.
No estaba muy seguro, pero sentía dentro de mí como dos partes; una, atenta a Jungkook; pero la otra, atenta a Hoseok. Seguro la fierecilla estaba dentro de la segunda.
-Bueno, ya que se conocieron, ¿a dónde vamos a ir?-preguntó Sohyun.
-¿Quieren desayunar en...?-la voz de Hoseok habló por fin, y yo, completo, me perdí en ella.
Dejé de oír entonces la conversación que tenían los tres, de hecho, mis ojos estaban tercos y habían dejado a mis otros sentidos inactivos, ya que ellos se aferraban a mantener la vista en Hoseok
Los labios de los demás dejaron de moverse, luego me miraron. ¡Reacciona! Me ordenó una voz en mi cabeza. Entonces mis sentidos comenzaron a activarse de nuevo.
-¡Taehyung!-me sacudió Sohyun.
-¿Eh?-musité, terriblemente desconcertado.
-¿Que si quieres desayunar pizza?-me preguntó.
-Amm... sí-dije. ¿Cuánto tiempo me habían estado hablando?
-Vamos, entonces-concluyó Hoseok.
Nos dejaron pasar primero y luego, en la Hybrid de Hoseok nos dirigimos a un pequeño local de pizza, que desprendía el aroma a salsa abarcando alrededor de unos tres metros y medio.
Nos sentamos en una mesa, Hoseok y Sohyun en un lado y Jungkook y yo en el otro. Ambos enfrente de ambos.
-Pidamos la pizza típica, para que Taehyung pueda probarla. Apuesto a que jamás has probado una hecha en Italia.
-Eso es obvio, Sohyun, ya sabes que no-dije, riendo.
Luego de unos minutos, la pizza estaba servida enfrente de nosotros; y el olor a queso y salsa se desprendía en cada movimiento mínimo de la pizza. Me sirvieron dos rebanadas, que inmediatamente me comí, ya que sabía delicioso; mientras que intercambiábamos la típica información de los que recién se conocen.
Yo miraba a Hoseok sólo cuando nadie me observaba a mí, evitando ser descubierto mientras lo apreciaba en cada paso que daba, cada gesto que hacía y cada palabra proveniente de sus labios. Él era hermoso a su propia manera y ni siquiera se daba cuenta de eso.
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