Capítulo 51
Dos años después
—Entonces... ¿cómo es que conoces a Harry Young?
La voz de Iris sacó a Sydonie de sus pensamientos, quien ahogó un bostezo mientras revolvía el tazón de cereal frente a ella.
—No lo conozco.
—¿Esa es tu respuesta después de tantos años de amistad? —replicó Iris, con una ceja levantada.
Sydonie sonrió y levantó la mirada. Su amiga la observaba entrecerrando los ojos. Ambas estaban sentadas alrededor de la isla central en la cocina del departamento donde Iris y Brodie vivían desde su boda.
—Si no lo conoces, ¿cómo conseguiste entradas en primera fila y pases para el backstage? Además, estoy casi segura de que te miraba cuando estaba en el escenario.
—Eso es porque estábamos en la primera fila, podría haber estado mirando a cualquiera.
Iris le lanzó una mirada inquisitiva y Sydonie suspiró. Esta no era una conversación que quería tener a mediodía, especialmente después de un desayuno tardío, dado que ambas habían llegado muy tarde la noche anterior y apenas se habían despertado.
—Quería encontrar una antigüedad. Envió a alguien en busca de varias tiendas y la encontró en la mía —comenzó Sydonie con calma—. Era un xilófono infantil que había pertenecido a su abuelo y a su madre. Fue una coincidencia, pero mi padre lo había reparado y yo lo tenía.
La expresión de Iris cambió de sorpresa a emoción.
—¿En serio? ¿Y hablaste con él? ¿Fue a la tienda?
—Solo nos comunicamos por teléfono. Envió a alguien a recoger el xilófono y a pagarme. Estaba tan agradecido que me dio las entradas y los pases VIP.
Era una mentira, por supuesto. Pero aunque amaba a Iris y ella era su mejor amiga, no podía decirle la verdad sobre cómo realmente conocía a Harry Young. Era demasiado increíble. Si se lo contaba, sonaría como un cuento de hadas. A veces era mejor dejar el pasado atrás.
—¡Guau! ¡No puedo creer que gracias a un xilófono infantil tuve la mejor noche de mi vida! —exclamó Iris emocionada.
—Creí que la mejor noche de tu vida fue cuando nos casamos —replicó Brodie.
Su amigo estaba sentado a un par de metros, en su sillón favorito, con una revista de Fórmula 1 en sus manos.
—Brodie, cariño, debes aceptar tu lugar —respondió Iris, cortando una porción de sus panqueques antes de llevarlos a su boca.
Sydonie sonrió.
—Me alegra que disfrutaras el concierto.
—Me encantó. Ahora siento que podría morir en paz —dijo Iris—. Harry estaba tan hermoso y sexy como siempre.
—Sigo aquí —se quejó Brodie, e Iris puso los ojos en blanco.
—Además, el último álbum es conmovedor. Sé que el tema es la muerte y la vida, pero realmente parece que hubiera muerto y regresado a la vida.
—Tal vez lo hizo —murmuró Sydonie para sí misma.
—Fue una noche maravillosa —concluyó Iris—. Gracias por invitarme.
Sydonie sonrió y continuó desayunando, mientras Brodie dejaba su revista para unirse a ellas en la cocina.
—Regresarás a Whitby mañana, ¿verdad? —preguntó Iris. Sydonie asintió—. Podríamos salir a cenar esta noche. Hay un nuevo restaurante en Soho al que quisiera ir...
—Oh, lo siento, tengo planes.
Iris y Brodie intercambiaron miradas antes de observarla con suspicacia.
—¿Acaso tienes una cita? —inquirió Iris.
Sydonie se atragantó con el cereal.
—¿Entonces adivinamos? —bromeó Brodie.
—¡Claro que no! —exclamó Sydonie, algo azorada—. Voy a reunirme con Maxwell. Está aquí por un caso y quedamos en vernos.
Iris resopló.
—Creí que sería algo más interesante.
Sydonie se aclaró la garganta y continuó comiendo. Sabía que era mejor no decir nada más, o terminaría revelando más de lo debido.
—¿Por qué ya no sales en citas? —preguntó Iris.
—Es cierto. La última vez que te vimos con alguien fue... —Brodie se rascó la barbilla—. ¡En nuestra cena de compromiso!
—Y eso fue hace dos años.
«¿Dos años? ¿Habían pasado realmente dos años?», reflexionó Sydonie.
—Fuiste con ese misterioso hombre de ojos profundos, ¿lo recuerdas?
Sydonie tragó con dificultad. De repente, el chocolate de su cereal no sabía tan dulce.
—Claro que lo recuerdo —respondió—. Él se marchó a un viaje y aún no regresa.
Iris se cruzó de brazos e hizo un mohín.
—Es una lástima. Se veían lindos juntos —comentó—. Y parecía gustarte.
El corazón de Sydonie se aceleró y sus mejillas se sonrojaron.
—Todavía me gusta —susurró—. Me gusta mucho.
Un destello cruzó por los ojos de Iris, quien luego sonrió.
—Entonces invítalo a salir cuando regrese. Era amigo de Maxwell, ¿no? Tu hermano debe tener su contacto. Podrías pedírselo y llamarlo. ¿No te gustaría hablar con él?
«Me encantaría», pensó Sydonie, pero las palabras no alcanzaron a salir de sus labios. Así que sonrió y continuó disfrutando del desayuno.
Sydonie llegó a Hampstead Heath, conocido por su belleza natural, en el norte de Londres. Este vasto parque, con colinas desde donde se podía ver toda la ciudad, bosques que parecían refugios secretos, y estanques tranquilos que reflejaban el cielo, siempre había sido uno de sus lugares favoritos por la paz que ofrecía y la sensación de estar lejos del bullicio citadino, aunque no lo estuviera realmente.
Caminó por los senderos rodeados de árboles, disfrutando del crujir de las hojas secas bajo sus pies. Aunque había gente alrededor paseando perros o corriendo, el parque era tan amplio que nunca se sentía abarrotado. Se sentó en un banco para esperar, tomando aire fresco.
—He vivido toda mi vida en Londres y nunca había venido aquí —comentó una voz detrás de ella.
Sydonie se giró y vio a Harry acercándose. Vestía de manera casual: jeans, un abrigo largo, zapatillas deportivas y una gorra que ocultaba parcialmente su rostro, pero ella lo reconoció de inmediato.
Harry se sentó a su lado en el banco. Permanecieron en silencio durante un rato, contemplando el paisaje. Era reconfortante estar con alguien y disfrutar simplemente de su compañía.
—¿Te gustó el concierto? —preguntó él.
Sydonie sonrió.
—Estuviste genial —respondió—. Gracias por las entradas y los pases VIP. Iris lo disfrutó mucho y quedó encantada con tu nuevo álbum. Dijo que transmitiste muchas emociones a través de las canciones.
Harry rio.
—Tuve que morir y revivir para escribir ese álbum. Me alegro de que le haya gustado —dijo, su voz cargada de emoción mientras miraba a Sydonie con gratitud en sus ojos.
—Me alegra que hayas superado el bloqueo creativo.
—Tú me ayudaste, y no solo al devolverme mi alma. Siempre has estado ahí para atender mis llamadas nocturnas. Es casi como si hubieras escrito el álbum conmigo. Nunca quise ser una molestia —dijo, sus ojos reflejando un destello de vulnerabilidad mientras recordaba las innumerables noches de desvelo y desesperación.
—No lo eres, ni nunca lo has sido. Soy tu fan número uno y siempre estaré aquí para ayudarte —aseguró Sydonie, tocando suavemente su brazo para enfatizar su apoyo incondicional.
—Eres más que mi fan número uno, eres mi amiga —concluyó, con una sonrisa sincera mientras tomaba la mano de Sydonie.
La sonrisa en sus labios se agrandó. Sí, Harry era su amigo y se sentía muy afortunada por ello. A veces le parecía increíble cómo había pasado de ser un ídolo distante a un verdadero amigo, alguien con quien había llegado a conectar genuinamente. Después del encuentro fortuito que los unió, el apoyo mutuo les permitió seguir adelante.
Además, sus llamadas nocturnas ayudaban a Sydonie a sentirse menos sola. Hablaban de música, antigüedades y, en días difíciles, Harry le contaba sobre las pesadillas que aún tenía sobre todo lo sucedido con el cazador de almas, sobre morir o ser perseguido. Sydonie no podía culparlo; ella también tenía pesadillas, pero las suyas estaban llenas de oscuridad y vacío.
—Gracias por aceptar verme hoy —dijo Harry, mirándola de soslayo—. ¿Cuándo regresarás a Whitby?
—Mañana.
Él asintió, volviendo a mirar al frente. Sydonie estudió su perfil y se preguntó si algo sucedía, pues Harry parecía nervioso.
—¿Sucedió algo? —preguntó preocupada—. ¿O estás cansado por los conciertos?
—Estoy bien, es solo que también saldré de viaje mañana.
—¡Ah, cierto, tu gira! —exclamó emocionada—. Te va a ir muy bien.
Los labios de Harry se estiraron en una sonrisa que suavizó su expresión inquieta. Sydonie le dio un apretón cariñoso a su mano.
—No te preocupes, tu gira será un éxito. Tu álbum ha recibido buenas críticas y tus fans te adoran —lo animó—. Solo asegúrate de cuidar tu salud, beber mucha agua y seguir haciendo música. Y recuerda, siempre puedes llamarme si necesitas hablar. Todo irá bien.
Él la miró fijamente.
—Gracias.
Sydonie sonrió y volvió su mirada hacia el paisaje. Sin embargo, notó que Harry seguía observándola.
—¿Y tú estás bien? —preguntó él.
—Claro, ¿por qué no lo estaría? —respondió ella, tratando de sonar convincente.
—Han pasado dos años y todavía no sabes nada de Ronan.
Esas palabras golpearon a Sydonie como un flechazo en el corazón. Todavía dolía: la ausencia, la espera, los recuerdos, todo.
—Lo sé, pero estaré bien.
—¿No querrías venir de gira conmigo? —propuso Harry de repente—. Podría ayudarte a despejar tu mente y distraerte.
Sydonie se quedó sin palabras, sorprendida.
—¿Por qué me invitarías a tu gira?
Él se encogió de hombros.
—Eres la única persona en la que confío. Y, tal vez por eso, me siento tranquilo a tu lado.
Sydonie nunca habría imaginado que Harry le diría algo tan significativo. Su admiración por él como fan siempre había sido grande, y meses atrás, no habría dudado en aceptar tal aventura. Pero muchas cosas habían cambiado desde que se conocieron, y aunque su corazón latía acelerado, ya no era el tipo de emoción que la impulsaba a arriesgarse.
—Aprecio mucho tu oferta y sería un honor acompañarte, pero debo declinar. Tengo responsabilidades con la tienda y las almas que me necesitan. Además...
—Sigues esperándolo —concluyó Harry por ella.
Ella le ofreció una sonrisa titubeante.
—Está bien, no me sorprende —dijo Harry—. Solo quiero que estés bien, Sydonie. Tú, Ronan, y Amani me salvaron la vida. No estoy seguro de cómo podría agradecerles adecuadamente.
Sus miradas se encontraron.
—Somos amigos. No tienes que pagarnos nada. Los amigos se ayudan y protegen mutuamente. Ve a tu gira, sé tú mismo y disfruta de la vida. Y si alguien más intenta robarte el alma, llámame; estaré lista para impartir mi justicia de fan vengativa.
Harry la abrazó, sellando sus palabras en ese gesto reconfortante. Sydonie recordó aquel abrazo cuando él era solo un alma errante, cuando estaba asustado y perdido. Pero todo había cambiado para mejor: Harry había recuperado su cuerpo, lanzado un nuevo álbum y, aunque todavía había miedo en su corazón, se hacía más fuerte cada día. Sydonie se alegraba enormemente por él. Correspondió al abrazo, disfrutando de su calor, y encontró en él ánimo para también seguir adelante.
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