Capítulo 45

Más tarde esa noche, cuando Ronan y Sydonie estuvieron solos, ella supo que estaba en problemas. En el apartamento, la tensión entre ellos era casi palpable. Observó a Ronan con preocupación, tratando de descifrar sus sentimientos a través de su expresión.

—¿Estás enojado? —preguntó con voz insegura—. ¿Será esta nuestra primera discusión como novios? Porque no estoy segura de estar preparada.

Ronan, con su habitual seriedad, se detuvo un momento antes de responder. Su mirada, aunque firme, llevaba un matiz de preocupación genuina.

—¿Por qué te expusiste de esa manera? ¿Y si ella realmente hubiera sido peligrosa y te hubiera hecho daño?

Sydonie suspiró, sintiéndose culpable.

—Lo siento —se disculpó—. No era mi intención molestarte o preocuparte. Soy impulsiva, ya lo sabes. Cuando Maxwell llamó contándome sobre la visión, no pude quedarme de brazos cruzados.

Su impulsividad había vuelto a tomar el mando.

—Solo quería ayudar a Harry —continuó—. Ustedes habían buscado por días sin éxito. Si venía por mí, no podía dejar pasar la oportunidad.

La expresión de Ronan seguía seria. Ella se acercó y le tomó el brazo.

—¿Te haría sentir mejor si prometo no volver a hacerlo?

—No hagas promesas que no puedes cumplir —replicó él—. Eres impulsiva y temeraria, Sydonie. Lo supe desde la primera vez que entré en la tienda de antigüedades. Te atrae el riesgo y parece que no te importa exponerte al peligro, sin pensar en las consecuencias.

Sydonie reflexionó sobre sus palabras. Se preguntó si alguien la había confrontado alguna vez de la manera en que Ronan acababa de hacerlo.

—Tienes razón —admitió—. Aun así, ¿cómo puedes conocerme tan bien en tan poco tiempo?

Se produjo un silencio. Sydonie apoyó su mejilla en el brazo de Ronan mientras entrelazaba sus dedos con los suyos.

—Puede parecer que busco el peligro, que me lanzo hacia él sin medir las consecuencias. Pero no es solo por la adrenalina. Cuando era niña, mi padre murió en un incendio. Aquel día, todo lo que consideraba seguro se desmoronó. Aprendí de la manera más dura que la vida es frágil y preciosa.

»Desde entonces, decidí que vivir con demasiada cautela es casi como no vivir. Mi padre era un hombre prudente; planificaba todo meticulosamente y, aun así, no pudo prever su destino. Eso me hizo cuestionar si la precaución podría de verdad protegerme de futuras tragedias o privarme de vivir plenamente.

Tomó una pausa antes de continuar, mirando a Ronan a los ojos, con un tono que mezclaba tristeza y determinación.

—Opté por abrazar cada momento, cada oportunidad de sentirme viva, porque sé que no hay garantías. No quiero mirar atrás y lamentar no haber vivido como quería. Cada riesgo que tomo es mi manera de afirmar mi presencia en el mundo, de no dejar que el miedo me defina.

»No es que no tema perder. Al contrario, sé muy bien lo doloroso que es. Pero quiero asegurarme de que, lo que sea que pierda, nunca será la oportunidad de haber vivido, de haber ayudado a quien me necesitaba, de haber amado, de haber experimentado todo lo que este mundo tiene para ofrecer.

Sydonie hizo una pausa, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y vulnerabilidad. Ronan, sintiendo la intensidad de sus palabras, se atrevió a preguntar:

—¿Cómo murió tu padre?

Sydonie tomó una profunda respiración.

—Fue un incendio... en las afueras de Portree. Una casa, la de una familia joven, se incendió en medio de la noche. Era uno de esos fuegos voraces que parecen consumirlo todo. Mi padre nunca pudo ignorar a alguien en necesidad. A pesar de su prudencia habitual, esa noche, corrió hacia el peligro sin pensarlo.

—Debió de haber sido terrible... verlo ir.

—Yo no estaba allí. Mis padres volvían de un viaje y nosotros estábamos con mi abuelo en casa. Nos enteramos después, pero basta con imaginarlo. Mi madre contó que mi padre ayudó a evacuar a la familia, asegurándose de que estuvieran seguros. Luego volvió a entrar, creyendo que aún había alguien dentro..., pero entonces el techo colapsó.

Una pausa pesada llenó la habitación, impregnada de recuerdos y un dolor tácito.

—Lo siento mucho, Sydonie. Fue un acto de gran valentía.

—Sí, lo fue. Y aunque su pérdida dejó un vacío en nuestra familia, también nos dejó su legado. Me enseñó que ayudar, incluso cuando es arriesgado, es lo correcto. Aquella noche, mi padre me enseñó la lección más importante: el valor de una vida se mide por cuánto estás dispuesto a hacer por los demás.

Ofreció una sonrisa triste pero resuelta que hablaba tanto de dolor como de aceptación. Tomó la mano de Ronan y caminaron hacia el sillón, donde se sentaron juntos.

—Ahora es tu turno de confesar algo.

—¿Mi turno?

—Algo te perturba desde que empezaste a soñar —aclaró ella—. Quería preguntarte esta mañana, pero saliste apresuradamente.

Ronan guardó silencio un momento, sopesando sus pensamientos antes de responder.

—No entiendo cómo pueden soportarlo... Soñar.

—Soñar puede ser divertido. Las pesadillas, no tanto; pero son parte de la experiencia humana.

Ella hizo una pausa, observando la expresión contemplativa de Ronan.

—¿Qué viste en tus sueños? No tienes que contarlo si no quieres, pero hablar de ello a veces ayuda.

—Es complicado. No estoy acostumbrado a soñar. Como grim reaper, eso simplemente no ocurre. Ahora, experimento emociones, miedos... Es un mundo nuevo para mí.

—Es parte de la condición humana. Los sueños pueden ser extraños, maravillosos o aterradores. Una amalgama de nuestros deseos, miedos y recuerdos. A veces son insignificantes; otras, reveladores.

Ronan asintió despacio, considerando sus palabras.

—Soñé con perderte, con no poder hacer nada para salvarte.

Cuando lo miró, Sydonie notó la sinceridad y la preocupación en su mirada. Su corazón se encogió al ver la vulnerabilidad en los ojos de Ronan.

—Al regresar hoy, temí que mis pesadillas se materializaran —continuó él, su voz cargada de una intensidad que Sydonie no había escuchado antes.

Sydonie tomó un momento para procesar sus palabras, luego habló con suavidad.

—Eso es muy humano, Ronan. El temor a perder a alguien importante es un sentimiento universal.

Ronan asintió lentamente, sus ojos nunca dejando los de ella.

—Sí, pero esto me hace cuestionar mi rol como grim reaper. Si algo te pasara, no podría encargarme de tu alma. No a ti. Como recolector, no debería tener estas dudas.

La confesión de Ronan llenó la habitación de una gravedad palpable, una admisión de su vulnerabilidad y su profunda conexión con Sydonie. Sin embargo, él parecía inquieto y preocupado, su expresión lejos de la calma habitual. Su respiración estaba agitada, su rostro un hervidero de emociones. Sydonie supo lo que le pasaba y, sin pensarlo dos veces, lo abrazó.

—Está bien, calma, todo está bien —dijo acariciando su espalda suavemente—. Respira. Todo estará bien.

Él no respondió, pero la abrazó con fuerza. Poco a poco, su cuerpo se relajó. Ella le acarició el rostro y lo miró a los ojos.

—Has cambiado mucho, Ronan. Cuando te conocí, apenas podías identificar un par de emociones, y ahora sientes con tod tu alma.

—Ser humano es más complicado de lo que pensaba. Ya ni siquiera sé qué estoy sintiendo.

Sydonie sonrió y pasó la mano por su cabello.

—Me atrevería a decir que lo que sientes ahora es ansiedad. Es algo muy natural. El miedo, la preocupación, los nervios, todo se intensifica cuando te preocupas por el futuro, por cosas que aún no han ocurrido.

»Sé que es difícil, pero no debes pensar en lo que sucederá conmigo, con nosotros. Podrías atormentarte por algo que quizás nunca suceda. Recuerda a mi padre: él no pudo predecir su destino, pero tampoco vivió atormentado por ello. No sufras dos veces. En cambio, vive en el presente y consuélate sabiendo que estoy bien, que estoy aquí contigo. No pienses que fallarás en tu deber como grim reaper, porque dudar, cuestionar y temer no son errores. Simplemente muestran que has cambiado y crecido. El Ronan que conocí al principio habría hablado de deber y destino sin dudar. Pero esta versión de ti, que ahora ve las cosas desde nuevas perspectivas, es alguien completamente nuevo.

Ella se inclinó y le besó la frente.

—Todos vivimos con el miedo de perder a quienes amamos, pero eso es lo que hace que los momentos que compartimos sean tan valiosos. Además, enfrentar estos riesgos juntos es parte de lo que nos une. Espero que nunca tengamos que enfrentar algo tan difícil como perder al otro. Pero si llega ese momento, lo enfrentaremos juntos, y eso es más importante que cualquier temor.

Hubo una pausa silenciosa y prolongada. Ronan apoyó su rostro contra el vientre de Sydonie y se quedó así. Fuera comenzó a llover, las gotas golpeaban suavemente la cúpula de cristal sobre ellos. La luz de la luna, que se filtraba por la ventana, se mezclaba con el suave resplandor de una lámpara.

La voz de Ronan se escuchó en un suave murmullo:

—Puede que aún no entienda todo los matices de la humanidad y que las emociones me asusten, pero lo que siento por ti es lo más humano y hermoso que he experimentado. No me arrepiento de eso.

El corazón de Sydonie se aceleró. Ronan levantó la cabeza y sus miradas se encontraron. Ella le acarició la mejilla.

—Siempre tan romántico.

Se inclinó y depositó un suave beso en sus labios. Ronan la atrajo más hacia él, rodeándola con sus brazos.

—Solo asegúrate de mantenerte a salvo mientras libramos esta batalla.

Sydonie sonrió.

—Lo haré, confía en mí.


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