Capítulo 44

Amani compartió con Ronan y Harry lo mismo que había revelado a Sydonie. Les explicó su pasado, lo cual era crucial para comprender su situación actual, y relató lo ocurrido tras su muerte, incluyendo el pacto con el cazador de almas. Su sinceridad parecía genuina, lo que reforzaba la confianza de Sydonie en que realmente buscaba ayuda y podrían confiar en ella.

Tras un momento de silencio, después de que Amani terminara de hablar, la tensión era palpable. Ronan, sentado junto a Sydonie, permanecía callado, observando a Amani con una expresión impenetrable. Sydonie intuía que, aunque él había escuchado, todavía no confiaba plenamente en ella. Harry fue el primero en romper el silencio.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Viniste por voluntad propia? Llevamos días buscándote y no encontrábamos rastro alguno.

—No me habrían encontrado a menos que yo lo permitiera —respondió Amani con firmeza.

La mirada entre Harry y ella era intensa.

—Pero ibas a venir por mí —dijo Harry, con un dejo de reproche.

—No, iba por ella —replicó Amani, señalando a Sydonie—. Planeaba tenderle una trampa para usarla como intercambio por tu alma, pero ella se adelantó y me capturó en el cementerio con un círculo de sal. Luego me trajo aquí usando el sonido sagrado de una campanilla para impedir que escapara.

Tanto Ronan como Harry giraron sus cabezas hacia Sydonie. La mirada de Harry estaba llena de perplejidad, como si pensara que Sydonie había perdido la cabeza, mientras que Ronan... Su expresión era más grave, casi amenazante. En los últimos días, la actitud de de Ronan había sido más taciturna que de costumbre. Sydonie sabía que algo más lo estaba afectando, tal vez las pesadillas de las que no quería hablar. Tal vez por eso estaba enojado. O tal vez si era por ella.

Sydonie se aclaró la garganta, intentando suavizar el ambiente.

—Dicho así, suena como si hubiera sido la heroína de la historia. Pero realmente no fue tan dramático. Nunca estuve en peligro real —aseguró, intentando captar alguna señal de alivio en la expresión de Ronan.

Él, sin embargo, no se dejó convencer y preguntó:

—¿Cómo lograste capturarla?

—Ah, es una larga historia, tal vez otro día...

—No tenemos prisa —la interrumpió con firmeza, su tono no admitía réplica.

Suspiró resignada y comenzó a relatar su parte de la historia, desde la llamada de su hermano y la visión hasta el plan improvisado que había puesto en marcha. No omitió detalles, consciente de que cualquier omisión solo empeoraría su situación, algo que la mirada severa de Ronan confirmaba.

Podía sentir que Ronan no solo estaba gruñón, sino verdaderamente enojado, una faceta suya que nunca había visto antes. A pesar de todo, lo encontraba increíblemente atractivo y sexy, pero sabía que no era el momento de mencionarlo.

—Lo siento —concluyó ella—. Debí haberles informado y trabajar en equipo, pero ustedes no estaban y no sabía cuándo regresarían. Era una oportunidad que no podíamos dejar pasar. Ahora, gracias a eso, hemos conocido a Amani y escuchado su historia. Si trabajamos juntos, podremos derrotar al cazador de almas y salvar a más de un inocente.

Ronan permaneció en silencio, contemplativo. Harry, por su parte, se acercó a Amani, mirándola con renovado interés y, quizás, con un atisbo de comprensión.

—¿Dónde está mi cuerpo? —preguntó con urgencia.

—No lo sé —respondió Amani con franqueza.

—Pero dijiste que ibas a ayudarnos.

Amani puso los ojos en blanco.

—No tengo esa respuesta porque realmente no sé dónde está. Yo no te ataqué esa noche en el club; solo estaba allí. Fue el cazador quien lo hizo y, después de que tu alma escapara, te llevó a un lugar seguro, pero nunca me reveló dónde.

—¿Estás segura de que no sabes algo más? —insistió Harry, desesperado.

Amani meditó por un momento, suavizando su expresión.

—Presiento que podría estar en Londres. El cazador me encargó encontrar tu alma y avisarle cuando te hubiera capturado. Es probable que entonces me indique dónde estás o dónde encontrarnos. Así es como suele operar; nunca nos reunimos en el mismo lugar, siempre es muy cauteloso.

—¿Cómo se comunican? —curioseó Harry.

Amani sacó de un bolsillo interior de su pantalón un pergamino y lo desenrolló ante ellos. Sydonie no pudo ocultar su asombro.

El pergamino, de apariencia antigua con bordes desgastados y un tono amarillento, desprendía una suavidad y un brillo que lo hacían parecer casi vivo. Las palabras inscritas brillaban con luz propia, sus letras danzaban sutilmente sobre la superficie, como si cambiaran y se movieran con la luz.

—Es increíble —murmuró Sydonie. Siempre había sentido una atracción especial por las antigüedades, creía que cada una contaba historias y albergaba secretos ocultos. Este pergamino no era solo un trozo de historia; era magia pura.

La manera en que las palabras vibraban con energía ante su mirada era hipnotizante. Parecía que el pergamino transmitía un mensaje que iba más allá de las simples palabras, que conectaba directamente con quien lo leía.

—¿Cómo funciona? —preguntó Sydonie, maravillada.

—Este pergamino —explicó Amani— no es como cualquier documento antiguo que hayas visto. Está imbuido con magia que permite a quienes conocen su secreto comunicarse a través de grandes distancias. Cuando quiero enviar un mensaje, simplemente coloco mi mano sobre el pergamino y me concentro en las palabras que deseo transmitir. Las letras se forman solas, escritas por una energía invisible, y permanecen hasta que el destinatario las lee.

Al observar la fascinación en el rostro de Sydonie, Amani sonrió levemente.

—Una vez leído el mensaje —continuó—, las palabras se desvanecen, dejando el pergamino en blanco para su próximo uso. Y si el destinatario desea responder, puede hacerlo de la misma manera, a través de su propio pergamino. Funciona como un conducto, una línea directa entre dos personas, sin importar dónde se encuentren en el mundo.

Sydonie asintió, absorbida por la explicación, su mente abrumada por las posibilidades que este artefacto representaba.

—El cazador me entregó este pergamino cuando me uní a él. Creo que lo hizo porque garantiza que nuestros mensajes se mantengan privados y solo puedan ser leídos por los destinatarios apropiados —explicó Amani.

—¿Podría quedármelo cuando ya no lo necesites? —preguntó Sydonie, con un toque de esperanza en la voz.

—Sydonie... —Ronan comenzó a advertir, pero ella lo interrumpió:

—Si atrapamos al cazador, ya no lo necesitarás.

—Está bien, puedes tenerlo —aceptó Amani con un asentimiento—. Como agradecimiento por tu ayuda.

Sydonie sonrió, complacida con la respuesta.

—¿Cómo es él? —inquirió Harry—. ¿El que me hizo esto?

Amani lo miró, y aunque la tensión entre ellos había disminuido, aún se percibía cierta frialdad.

—Sé que puede sonar increíble, pero no conozco ni su rostro ni su nombre. A pesar de todo el tiempo que he trabajado para él, nunca ha revelado nada sobre sí mismo. Créanme, lo he intentado para poder usar esa información en su contra y escapar, pero él es extremadamente reservado.

»Nuestra rutina siempre es la misma. Él me informa sobre el alma que busca, yo la encuentro y le aviso, me dice dónde reunirnos para hacer la entrega y eso es todo. No tenemos otro tipo de interacción. Sin embargo, estoy segura de que sin mí, nunca podrían localizarlo.

—No voy a agradecerte, si es lo que esperas —replicó Harry.

—No espero tu agradecimiento —espetó Amani.

Para disminuir la tensión, Sydonie dijo:

—Bien, ahora que todos estamos al tanto, tenemos dos tareas principales: encontrar el cuerpo de Harry y detener al cazador de almas para liberar tanto a Amani cómo proteger a Harry.

El silencio se instaló, cargado y pesado, consumiendo la poca energía que quedaba en la habitación.

—Creo que deberíamos descansar, todos hemos gastado mucha energía hoy. Mañana podemos elaborar un plan —propuso Sydonie, con una sonrisa—. Será un nuevo día y espero que sientan menos ganas de atacarse entre ustedes.

Harry fue el primero en retirarse, desapareciendo hacia el xilófono. Sydonie cerró la tienda y ofreció su sillón a Amani en su apartamento, pero la joven declinó, prefiriendo quedarse en la tienda.

—Tengo una pregunta —dijo cuando Sydonie se despedía llevando a Ronan con ella.

—Claro, adelante —respondió Sydonie animadamente.

—Es para él —indicó Amani, dirigiéndose a Ronan.

Él, quien, obstinado, había mantenido la boca cerrada, se tensó al lado de Sydonie. Ella lo miró y le apretó la mano en señal de apoyo.

—Haz tu pregunta —aceptó, resignado.

Amani asintió y, por primera vez, Sydonie la vio visiblemente inquieta, más que cuando estuvo atrapada en el círculo de sal.

—Si ayudo a atrapar al cazador de almas, ¿realmente podré ser libre o tendré que enfrentar el Vacío Infinito? —preguntó con voz temblorosa.

—¿Cómo conoces el Vacío Infinito? —indagó Ronan.

—Rumores —respondió ella brevemente.

Sydonie se mordió los labios, contemplativa. No sabía de qué hablaban.

La expresión de Ronan se mantuvo seria, y en sus ojos se agitaba una tormenta.

—No seré yo quien juzgue tu destino. El peso de tus acciones definirá el castigo que debas afrontar.

Amani tragó saliva y bajó la mirada. Su rostro se volvió inescrutable, pero Sydonie percibió el impacto que las palabras habían tenido en ella.

—¿Qué es el Vacío Infinito? —preguntó Sydonie, incapaz de contener su curiosidad.

Ronan la miró, apretando su mano. Parecía reacio a hablar del tema, pero la insistencia de Sydonie era palpable.

—El Vacío Infinito —empezó él con cautela— no es simplemente un lugar. Es la ausencia total de existencia tal como la conocemos. Imagina un espacio sin luz, ni tiempo, ni materia..., nada. Es adonde el Concilio Superior envía a las almas más peligrosas y corruptas.

»Ningún grim reaper lo ha enfrentado jamás, pero se sabe que ser enviado al Vacío Infinito es el castigo más severo. Es como ser desterrado de la existencia misma, perder todo contacto con la vida, la muerte y todo lo intermedio. Es una soledad absoluta, una desconexión total de todo lo que confiere propósito a nuestra existencia.

Ronan hizo una pausa, dejando que la gravedad de sus palabras calara hondo.

—No es simplemente un lugar de castigo; es como ser borrado de la realidad, olvidado por el tiempo y el espacio. Es un destino que todos los cazadores de almas temen, porque equivale a la aniquilación eterna.

Sydonie sintió un escalofrío al comprender el destino que Ronan describía. La idea del Vacío Infinito, un castigo peor que la muerte para un ser inmortal, le ofreció una nueva perspectiva sobre lo que podría esperar a Amani.

—Pero, si no estás muerto, ¿es posible regresar del Vacío Infinito? —preguntó, buscando un atisbo de esperanza.

—Nadie lo sabe con certeza —respondió Ronan, mirándola directamente—. El Vacío Infinito es, por naturaleza, un misterio absoluto. Se rumorea que aquellos que lo enfrentan y regresan, si es que lo hacen, son transformados. Se dice que su conexión con la vida y la muerte se renueva, y se les otorga la oportunidad de elegir una nueva vida, libre de las ataduras y errores del pasado, iluminada por la sabiduría de las eras.

Amani, al igual que Sydonie, escuchaba con atención, visiblemente fascinada y aterrada a la vez.

—Pero estas son solo leyendas —finalizó Ronan—. Nadie puede probar que sean ciertas, y el riesgo de intentar descubrirlo es... inimaginable.


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