Capítulo 27
«No puedo creer que vaya a conocer la casa de Harry Young», pensaba Sydonie, apenas conteniendo su emoción.
Las circunstancias podían ser sombrías, pero era, al fin y al cabo, Harry Young. Nunca había figurado en sus listas de «Cosas que hacer antes de volverse una excéntrica dama de las antigüedades» que conocería a Harry Young, ni que él dependería de ella para escapar de su peculiar estado de «no-tan-muerto». Pero estaba decidida a lanzar una maldición de fan vengadora sobre quienquiera que le hubiera hecho algo tan horrendo. Claro, las cosas se complicaban un poco cuando él tenía la memoria más borrosa que el cristal de un baño público y Sydonie tenía que esforzarse por mantener la compostura y no desmayarse o pedirle un autógrafo en cada oportunidad.
—Es aquí —anunció él.
—¿Aquí?
Sydonie se detuvo en la acera, levantando la mirada. Había caminado antes por las calles adoquinadas de Belgravia, un barrio conocido por su elegancia y grandiosidad. Los edificios alrededor eran testimonios de opulencia, con fachadas ornamentadas y puertas que contaban historias de riqueza y estatus. Sin embargo, su destino no era uno de estos colosos de piedra, sino una casa que destacaba por su simplicidad en un vecindario de magnificencia. Ante ella, una fachada de dos pisos de ladrillo amarillento se erguía con modestia. Las ventanas, enmarcadas en blanco, miraban tranquilamente la calle. La puerta principal, negra con herrajes metálicos, mostraba orgullosa el número 19. Una pequeña valla metálica pintada de negro y un jardín delantero con grava y un joven árbol completaban el cuadro de modesta dignidad.
Este hogar tenía un encanto particular, pero, según Espectacular, la revista de chismes, Harry Young residía en Primrose Hill.
—Pareces decepcionada —observó el cantante.
—Oh, no, lo siento. Pensé que vivías en Primrose Hill.
Harry arqueó una ceja.
—Veo que realmente eres una fan. ¿Cómo supiste eso?
Ella se sonrojó.
—Lo leí en una revista de chismes —admitió.
—No deberías creer todo lo que publican —aconsejó él, contemplando la fachada con cierta nostalgia.
—¿Entonces no vives allí?
Harry no respondió, pero una delicada sonrisa estiró sus labios. Sydonie sonrió con suficiencia, sintiéndose especial. Si todo salía bien y ayudaba a Harry podría convertirse en su fan número uno.
—Entremos —sugirió Harry guiándola hacia la puerta.
Mientras seguían su instrucción y se adentraban en la casa, Sydonie se preguntó si debería haber traído algún arma para defenderse en caso de encontrarse con alguien, o algo, inesperado. A simple vista, la casa parecía vacía.
Dejó que el cantante liderara el camino mientras lo seguía con la maleta a cuestas, que ahora no solo cargaba su xilófono, sino también el descanso de Harry. Le había explicado que, debido a su condición, no podía alejarse demasiado del xilófono sin arriesgarse a disiparse. Además, estar en forma corpórea consumía mucha energía y, eventualmente, necesitaría reposar. Sydonie estaba dispuesta a sostener el instrumento y, si fuera necesario, hasta cantarle una canción de cuna.
¡Concéntrate, Sydonie, o no serás la fan número uno!
—¿Vives aquí solo o hay alguien más? —preguntó ella al detenerse en un espacio que combinaba sala, cocina y comedor.
—Esta casa pertenece a mi tío. Él se mudó a Suecia con su esposo, así que la uso como retiro cuando estoy preparando un nuevo álbum. Sí, suelo estar solo aquí.
—Entonces, ¿estabas aquí componiendo algo nuevo? —Sydonie no pudo ocultar su entusiasmo—. ¿Qué podemos esperar del nuevo álbum? ¿Cuántas canciones tendrá? ¿Ya tiene título? O mejor aún, ¿hay fecha de lanzamiento? ¿Incluirás a Escocia en tu gira? Por favor, considera Whitby; es un pueblo pequeño pero encantador. Seguro te gustaría, incluso en tu estado fantasmagórico y...
—¡Espera, espera! —interrumpió Harry, sonriendo ante su torrente de preguntas—. Hablas muy rápido y solo tengo una inteligencia promedio —bromeó—. Aprecio tu entusiasmo, pero la verdad es que aún no tengo nada concreto. Ni siquiera he escrito una canción.
La preocupación se reflejó en el rostro de Sydonie. La tristeza y melancolía que notó en el cantante parecían profundas y no solo producto de su reciente estado de «no muerto». ¿Sería porque no había lanzado un álbum en dos años? Aunque eso no debería importar, considerando que tenía algunos singles recientes.
—Está bien, no te presionaré por el álbum. Soy tu fan, puedo esperar. Estoy segura de que a otras fans tampoco les importaría —dijo tratando de reconfortarlo.
Él le regaló una débil sonrisa.
—Ojalá mi representante y la disquera pensaran como tú. Debería haber entregado un álbum nuevo ya, pero he estado enfrentando un bloqueo creativo. Por eso vine aquí hace unos días, buscando la soledad necesaria para inspirarme y componer.
Sydonie asintió con comprensión.
—Estoy segura de que superarás ese bloqueo creativo pronto. Confío en ti.
Harry la miró con un atisbo de alivio y gratitud.
En las últimas horas, Sydonie había descubierto varias facetas de él. Lo había visto sorprendido y vulnerable por su inusual situación, pero también esperanzado por la posibilidad de estar aún vivo. Y ansioso y preocupado por las implicaciones de su estado actual, pero también agradecido por la ayuda ofrecida. Sin dudarlo, se mostró dispuesto a colaborar, y su honestidad y simpatía sólo confirmaron la buena imagen que Sydonie siempre había tenido de él. En el fondo, se sentía aliviada de ser fan de alguien cuya esencia era tan positiva y genuina como siempre había imaginado.
—Bueno, aunque ahora tengo otro problema mayor, ¿no crees? —comentó Harry, haciendo un gesto hacia sí mismo mientras flotaba ligeramente sobre el suelo.
¡Oh sí, tenían un misterio que resolver!
—¿Estabas aquí cuando desapareciste? —preguntó Sydonie, intentando reconstruir los últimos momentos de Harry antes del incidente.
—Sí, eso es lo último que recuerdo.
—Vamos a recorrer la casa, quizás tu cuerpo esté en algún lugar.
Procedieron a inspeccionar toda la residencia, comenzando por el estudio de Harry, el santuario donde componía y almacenaba sus instrumentos. Continuaron por las habitaciones, los baños y el jardín privado, pero no encontraron rastro de él.
El misterio se complicaba.
La noche anterior, tras decidir ayudar a Harry, Sydonie había propuesto un plan para averiguar si de verdad estaba muerto o vivo. Habían acordado visitar el último lugar que Harry recordaba antes de desvanecerse, mientras esperaban alguna noticia. Sydonie había investigado en internet y revisado las noticias sin hallar ninguna mención sobre Harry, lo cual, por un lado, era alentador. Pero si su cuerpo no estaba donde él lo recordaba, ¿dónde podría estar?
Harry salió nuevamente al jardín y se quedó allí de pie, en silencio, con las manos en las caderas, mirando al cielo. Sydonie se acercó con cautela.
—¿Has logrado recordar algo más? —preguntó con suavidad.
Harry negó con la cabeza.
—¿Quizás haya alguien que podríamos contactar? ¿Algún amigo, conocido o familiar con quien hayas hablado recientemente?
Él sacudió la cabeza.
—Estaba tan obsesionado con superar el bloqueo creativo que me aislé —confesó con la voz quebrada—. Les dije a todos que necesitaba un descanso, que me desconectaría y que los contactaría si necesitaba algo, así que nadie va a buscarme.
Sydonie sintió un pellizco en el corazón al escuchar su frustración.
—No podías saber que algo como esto sucedería. No es tu culpa.
Harry se volvió hacia ella y compartieron una mirada prolongada y silenciosa. Él parecía tener mucho que decir, pero optó por sonreír amablemente.
—Gracias por estar aquí. Sé que esto no debe ser fácil para ti y que probablemente tienes mejores cosas que hacer que lidiar con un cantante fantasma, frustrado y melancólico. Realmente aprecio que estés aquí.
Sydonie sonrió y se acercó más a él. Sin querer, sus brazos se rozaron.
—Espera..., ¿puedo tocarte? —preguntó Harry sorprendido.
Extendió sus dedos y, en lugar de atravesarla, tocó la piel de Sydonie. Ambos se sorprendieron por el contacto físico.
—Parece que sí...
Un instante después, se encontró envuelta en un fuerte abrazo. Harry la abrazó con tal fuerza que la dejó atónita. El contacto carecía de la calidez humana usual, pero era firme y reconfortante. Sydonie se preguntó si este era un buen momento para desmayarse.
—Desde que comenzó esta pesadilla, es la primera vez que me siento algo normal —murmuró Harry cerca de su oído.
Sydonie, conmovida, le devolvió el abrazo, acariciando su espalda y murmurando palabras de ánimo.
De pronto, sintió una mirada sobre ellos. Al girar, vio a Ronan observándolos con una expresión inescrutable. Aunque parecía mantener su calma habitual, algo en su mirada sugirió una fría indiferencia. Conocía bien a su grim reaper y estaba aprendiendo a interpretar sus variados estados de serenidad.
—Hola —saludó Sydonie, algo incómoda.
Ronan no respondió, solo mantuvo su mirada fija en ellos hasta que Sydonie se separó de Harry. No estaba segura porque pero se sintió avergonzada, como si hubiera sido atrapada haciendo algo malo.
—Parece que Harry puede tocarme —explicó ella—. ¿Quieres probar tú también y ver si puedes tocarlo?
—No.
Sydonie se aclaró la garganta.
—Está bien, solo preguntaba —dijo Sydonie y se encogió de hombros—. ¿Alguna novedad?
Ronan había salido por trabajo la noche anterior, pero había prometido intentar descubrir algo más sobre la situación de Harry.
—El nombre de Harry Young no figura en ninguna lista ni ha sido asignado a ningún recolector de almas.
Sydonie se cruzó de brazos, observando a Harry con una mezcla de preocupación e intriga.
—Si La Muerte no te está buscando y no te podemos encontrar entre los vivos, ¿dónde estás realmente?
Todos se sumieron en un pesado silencio, como si esperaran que el silencio mismo desenredara el enigma.
—Esperen un momento... ¿A qué se refieren con «La Muerte» y «recolectores de almas»? —preguntó Harry confundido.
Ah, claro, en medio de todo el caos, no habían tenido tiempo de explicarle a Harry sobre Ronan. Aunque Sydonie no estaba del todo segura de que fuera prudente revelarle toda la verdad.
—¿No pueden decirme? —insistió el artista, percibiendo la tensión en el silencio que siguieron.
Sydonie se mordió el labio, dudando, y miró a Ronan en busca de aprobación. Él suspiró y se giró hacia Harry.
—Si mueres, la verdad se irá contigo; y si vives, nunca podrás contarle a nadie o pensarán que has enloquecido. ¿Lo comprendes? —dijo Ronan con gravedad. Tras unos segundos de consideración, Harry asintió—. Soy un recolector de almas, guío a las almas hacia su destino final.
Harry permaneció en silencio, parpadeando un par de veces, como si tratara de asimilar la información.
—Pero... eres humano.
—Esta es mi apariencia humana, pero no te equivoques, no soy humano.
—Claro que no eres humano —dijo Harry con una sonrisa nerviosa, pasándose una mano por el cabello—. Con todo lo que está sucediendo, supongo que debo creerte. Si esta no es tu verdadera forma, ¿cuál es?
—Preferirías no verla —intervino Sydonie rápidamente—. Podría darte pesadillas.
Harry la miró con curiosidad.
—¿Y tú? ¿También tienes un secreto?
—¿Yo? Bueno, soy solo una persona común. Tengo una tienda de antigüedades y...
—Eso suena bastante normal.
—Y puedo ver y hablar con las almas que habitan dentro de las antigüedades. Como tú, que ahora resides en mi xilófono.
Harry frunció el ceño, perplejo, pero rápidamente recuperó la compostura.
—Esto es una locura, pero... ¿qué otra opción tengo si no creerles? ¿Por qué me mentirían?
—Exactamente, no somos buenos mentirosos. Además, debido a nuestras habilidades inusuales, podemos ayudarte —explicó Sydonie.
Harry exhaló profundamente.
—Pueden estar seguros de que nunca hablaré de esto. Si lo hago, pensarán que soy un drogadicto, un alcohólico o que enloquecí.
Sydonie sonrió.
—Confiamos en que mantendrás nuestro secreto en agradecimiento por la ayuda. Es un intercambio justo.
El cantante asintió, cruzándose de brazos y mirando entre ellos.
—Una anticuaria mágica y un recolector de almas —dijo, con una mezcla de asombro y curiosidad—. ¿Qué tipo de relación tienen ustedes dos?
—Nosotros...
—Nos damos besos —la interrumpió Ronan con una franqueza que dejó a Sydonie estupefacta.
—Harry se refería a otra cosa —se apresuró a decir Sydonie, soltando una risita nerviosa y lanzando a Ronan una mirada de «¡En serio, ahora no es el momento!».
—Besos en los labios y en el cuello —continuó Ronan, enumerando los detalles como si estuviera repasando un informe.
Sydonie sintió cómo su rostro ardía, sus mejillas rivalizaban con la temperatura de un volcán. «Genial, justo lo que necesitaba, un resumen detallado de nuestros besos para la superestrella del rock», pensó, deseando poder evaporarse justo en ese momento.
—Hay varias almas que residen en las antigüedades de mi tienda y Ronan fue enviado a guiarlas. Desde entonces, llegamos a un acuerdo y trabajamos juntos para ayudar a las almas a cumplir sus últimos deseos y prepararse para avanzar.
—Vaya, tienen trabajos interesantes —murmuró Harry rascándose la barbilla—. Y yo que pensaba que ya lo había visto todo.
—La verdad es que yo nunca me aburro —respondió Sydonie ofreciéndole una sonrisa. Harry se la devolvió, mientras Ronan... Ronan seguía imperturbable.
Sydonie se cruzó de brazos y analizó lo que sabían, lo que desconocían y cuál debía ser su siguiente paso. En resumen: el cuerpo de Harry seguía desaparecido, La Muerte ni nadie vivo lo buscaba, no recuperaba sus recuerdos y no tenían pistas para avanzar. Sin otras opciones, era imprescindible que Harry recordara algo pronto. De lo contrario, estaban en un callejón sin salida.
—Si tu cuerpo no está aquí y por el momento no recuerdas nada, lo mejor sería marcharnos y esperar a que alguna memoria regrese para... —Ella se detuvo de golpe al notar algo al final del jardín, entre unos árboles—. ¡Esperen, no hemos revisado ese lugar! —exclamó señalando hacia un pequeño invernadero de cristal.
Avanzó rápidamente hacia el invernadero. Al acercarse, se dio cuenta de que no era solo un invernadero, sino también un estudio de pintura.
—No creo que encontremos nada allí —dijo Harry siguiéndola de cerca—. Ese lugar es privado, era de mi...
Sydonie ignoró sus palabras entrando en el espacio rodeado de paredes de cristal. Un dulce aroma floral la envolvió. El invernadero estaba lleno de flores, pero también de pinturas e implementos de arte como pinceles, caballetes y tubos de pintura. Recorrió el lugar, observando las obras de arte que, aunque no encontró el cuerpo de Harry, le capturaron la atención por su belleza y el estilo uniforme que sugerían un único artistan, y transmitía alegría, calidez y paz.
—Te dije que no encontraríamos nada —insistió Harry, alcanzándola.
—¡Es mi xilófono! —interrumpió Sydonie de repente, señalando una pintura en el extremo del estudio que casi había pasado desapercibida.
Se acercó a la pintura que representaba un xilófono infantil, el mismo que cargaba en su maleta. En la pintura, un niño moreno jugaba junto a una cuna con una de las baquetas. ¿Cómo era posible que estuviera aquí? ¿Había pertenecido antes a la persona que creó esa pintura? ¿Cuál era la conexión?
—Es cierto —murmuró él, igual de perplejo—. Es el mismo xilófono. Sabía que me era familiar.
Los tres se quedaron contemplando la pintura en silencio, reflexionando sobre el significado de ese descubrimiento. ¿Estaría relacionado con la desaparición de Harry?
—¿De quién es esta pintura? —preguntó Sydonie, esperando que hablar con el artista pudiera revelar alguna conexión importante con la situación de Harry.
Harry tardó en responder, su voz cargada de emociones contenidas.
—Era de mi madre.
—¿Era?
Él asintió.
—Murió cuando yo era pequeño.
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