Capítulo 26

Ronan rara vez regresaba a su hogar, que no lo era en el sentido tradicional. En las profundidades de una región donde la noche nunca termina y las sombras tienen vida propia, caminaba silenciosamente por La Fortaleza de las Brumas. Este santuario místico, oculto en una dimensión donde las nebulosas y las estrellas antiguas tejían un tapiz de luz y oscuridad, servía como el dominio de los grim reapers y el Concilio Superior de la Muerte, un punto de encuentro para los que gobernaban los misterios de la vida y la muerte.

A su alrededor, torres flotantes de piedra de distintas alturas, conectadas por puentes etéreos, se erguían majestuosamente, custodiando antiguos secretos. La fortaleza, un lugar de poder insondable, era accesible solo a través de portales ocultos en diferentes dimensiones. Ronan, familiarizado con estos caminos secretos, se movía con una serenidad que desafiaba la naturaleza enigmática del lugar.

Al acercarse a la torre central, su atención fue capturada por el jardín que se extendía frente a él, donde los caminos serpentean a través de campos de flores que florecían y marchitaban en un ciclo perpetuo, simbolizando poéticamente el ciclo de la vida y la muerte.

Ronan continuó hacia la biblioteca, atraído por el lugar que siempre lo había fascinado. Rodeado de tapices que colgaban de las paredes y representaban leyendas de la muerte y el destino, se sintió en paz. Los mapas celestiales y los relojes astronómicos que adornaban el salón añadían un sentido de tiempo eterno y destino entrelazado. Aquí, entre libros antiguos y pergaminos, el conocimiento de eones estaba al alcance de la mano, resonando profundamente con su ser.

Su figura incorpórea se deslizaba sin tocar el suelo. Ronan había adoptado su forma original antes de regresar a la fortaleza, ya que un grim reaper con apariencia humana llamaría demasiado la atención en un lugar que muchos reapers modernos consideraban anticuado y frío.

Pero estaba allí porque tenía una misión: verificar si Harry Young estaba en la lista de almas destinadas a ser recolectadas.

Dentro de la biblioteca, había una habitación anexa dedicada exclusivamente a las listas de almas. Ronan caminó hacia esa habitación, conocida como el Archivo Eterno, pasando por un arco de piedra tallada con símbolos antiguos. Al entrar, fue recibido por una luz suave y etérea que iluminaba los largos estantes de mármol blanco, los cuales se extendían hasta el techo. En ellos reposaban numerosos volúmenes encuadernados en cuero oscuro. Cada volumen era una lista diaria que contenía los nombres de las almas que habían cumplido su tiempo en la Tierra y estaban preparadas para ser guiadas hacia el descanso eterno.

Cuando un alma estaba lista para partir, su nombre aparecía en la lista diaria que se generaba constantemente. Luego de ser registrada, cada recolector podía sentir a esa alma y reconocerla, como si la conociera. Se creaba un vínculo entre el alma y el recolector, que este podía utilizar para rastrearla. Así, se sabía si una nueva alma había sido puesta en "tu lista" o asignada a ti. Era un sistema que los recolectores antiguos, como Ronan, habían seguido durante siglos. A muchos les gustaban las listas escritas, mientras que los recolectores modernos preferían las listas digitales. Cualquiera que fuera el medio, el sistema funcionaba.

Considerando el estado actual de Harry Young, su nombre ya debería formar parte de una lista. Ronan seleccionó todos los volúmenes creados durante la última semana y comenzó su búsqueda. Las páginas crujían suavemente mientras pasaba de un nombre a otro, organizados alfabéticamente. Sin embargo, después de horas de búsqueda minuciosa, frunció el ceño al darse cuenta de que no podía encontrar el nombre de Harry Young.

Revisó una y otra vez, pero la ausencia del nombre era alarmante y sugería que algo estaba muy mal. La falta de Harry en alguno de los volúmenes no solo desafiaba el orden establecido sino que también implicaba la posibilidad de una manipulación externa, posiblemente por un cazador de almas. O tal vez... era algo menos alarmante. Tal vez Harry Young simplemente aún no estaba muerto.

«—Que interesante. Realmente no parece que esté muerto... aún» dijo Morrigan en su mente.

«—Es inusual».

«—Lo mejor sería no decir nada».

«—¿Ahora eres una mala influencia?»

«—Siempre he sido una mala influencia».

Ronan mantuvo el silencio mientras salía del Archivo Eterno, perdido en sus pensamientos. A medida que recorría los largos pasillos de la fortaleza, notó la presencia de otros recolectores y los murmullos dispersos que llenaban el aire, dominados por conversaciones sobre la búsqueda del cazador de almas. Aunque no detuvo su andar, se permitió un breve momento de reflexión en uno de los puentes flotantes entre las torres, mirando hacia abajo cómo las figuras de los grim reapers se movían entre las sombras.

—Ronan...

El susurro de su nombre resonó, arrancándolo de sus pensamientos. Al girar en su forma etérea, encontró a Thane acercándose, su silueta espectral avanzando lentamente hacia él, la guadaña emanando un suave resplandor en la semiobscuridad.

—No esperaba encontrarte aquí —murmuró Thane, su voz tan baja que casi se perdía entre el silencio sepulcral del entorno.

—Vine al Archivo Eterno —Ronan respondió con simplicidad.

Sin preguntar más, Thane se detuvo a su lado, el eco de las conversaciones distantes flotando hacia ellos como un murmullo desde otro mundo.

—El cazador de almas es el centro de todas las conversaciones estos días —introdujo Thane, rompiendo el silencio con cuidado.

Ronan lo miró fijamente, su expresión era de una seriedad reflexiva.

—Su amenaza parece crecer con cada día que pasa.

Thane asintió gravemente.

—Es alarmante. Este cazador en particular ha desequilibrado el orden natural como nunca antes se había visto. Su poder aumenta con cada alma que arrebata prematuramente. Me pregunto qué tormentos del espíritu pueden llevar a tal corrupción.

—La codicia y la sed de poder —respondió Ronan, su tono lleno de desdén—. Sea cual sea la razón, no es justificable.

—Sin embargo, todos tenemos algo que podría llevarnos a quebrantar nuestras normas —Thane reflexionó en voz alta—. La búsqueda de poder, por supuesto, pero también la desesperación. La impotencia puede precipitar decisiones desesperadas. No olvides, los cazadores de almas fueron una vez humanos y aquello podría predisponerlos a la corrupción.

Ronan meditó sobre estas palabras, sintiendo un malestar inesperado ante esta verdad.

—¿Implicas que su humanidad es responsable de las acciones de los cazadores de almas?

—No directamente, pero la humanidad es un arma de doble filo —Thane pausó, eligiendo sus palabras con cuidado—. Te lo dije antes, las personas son antihéroes. Y su humanidad les brinda la capacidad de amar y empatizar, pero también de temer y codiciar. Tal vez sea esa dualidad la que convierte a los cazadores en seres tan peligrosos, abrazando el lado más oscuro de su esencia humana.

—¿Alguna vez te has encontrado con un cazador de almas? —su tono era bajo, pero cargado de cautela.

Thane, parado a su lado y mirando hacia el horizonte oscuro donde las estrellas parpadeaban fríamente, tardó en responder. Su voz, cuando finalmente habló, llevaba un tinte de melancolía y una pesadez que no estaba allí antes.

—Un par de veces. Algunos son reservados y saben ocultar su poder, mientras que otros no temen quedar al descubierto. Enfrenté a algunos y tuve que destruir a uno.

—¿Lo lamentas? —preguntó Ronan, su curiosidad marcada por una tensión palpable.

—Siguen siendo personas, aunque estén corruptas. Sé que piensas que son seres despreciables y crueles, pero no puedo evitar sentir compasión por ellos. Han perdido su consciencia hasta perderse a sí mismos, sin control, sin corazón.

El viento frío de la noche parecía cargar con un eco de voces perdidas. Thane finalmente rompió el silencio con un tono más firme.

—No me arrepiento de enfrentarlos porque es el último atisbo de compasión que podrían recibir. Es mejor detener su sed de poder y su sufrimiento.

Ronan se mantuvo en silencio, procesando las palabras antes de continuar.

—El cazador de almas que destruiste, ¿era como el que enfrentamos ahora?

—Si te refieres a poder, había robado almas, pero no tantas como el recolector actual, así que nunca pudo conseguir su objetivo.

—¿Y cuál era su objetivo?

Thane pausó, mirando directamente a los ojos de Ronan, asegurándose de que captara la seriedad de su confesión.

—Quería que la humanidad tuviera más control sobre sus vidas y destinos.

—¿Qué quieres decir con «más control»? —La voz de Ronan era un susurro cargado de inquietud, sus cejas fruncidas en preocupación mientras asimilaba las implicaciones de tales palabras.

—Quería ofrecer a las personas el poder de decidir cuándo y cómo morir.

Ronan sintió un escalofrío ante la magnitud de tales palabras.

—Es una visión audaz, Thane. Pero también peligrosa. Otorgarles ese poder podría resultar en un caos inimaginable.

Thane asintió.

—Tienes razón, pero aún recuerdo sus palabras con claridad, creyendo fielmente en su deseo. Y hasta ahora me hace cuestionarme. ¿Sería tan terrible, o podría llevar a una nueva era de paz y entendimiento? A veces, el cambio requiere sacrificios. Y a veces, el poder para realizar ese cambio debe ser tomado, no solicitado.

—Un cambio como aquel, ¿no nos haría similares a los cazadores de almas que perseguimos? —la duda en la voz de Ronan era palpable.

—Es posible —admitió Thane, su mirada ahora fija en el horizonte—. Pero considera que los cazadores de almas quizás se vean a sí mismos como opositores al Concilio Superior, desafiando un orden establecido para crear algo nuevo. No estoy diciendo que eso sea correcto. Solo sugiero que la verdad a menudo se encuentra en las sombras.

Ronan reflexionó sobre las palabras de Thane y, aunque se sentía un tanto confundido y sorprendido, reconocía que su compañero siempre había sido propenso a la reflexión y al cuestionamiento. Como uno de los pocos consejeros del Concilio Superior, Thane había dedicado un tiempo eterno y leal al servicio, siempre buscando mejorar y evolucionar. Había sido una figura clave en la promoción del nuevo orden de recolectores modernos. Aunque sus declaraciones podían ser inquietantes a veces, Ronan conocía bien su férrea lealtad hacia el Concilio Superior. Además, Thane poseía una visión del mundo más flexible. Por estas razones, Ronan confiaba en él para compartir sus conflictos internos sobre la humanidad y sus propios sentimientos, sabiendo que Thane no lo juzgaría.

—He tomado mucho de tu tiempo; puedes continuar con tu labor, compañero —sentenció Thane, dando un paso atrás antes de despedirse.

Ronan asintió y observó cómo Thane se alejaba por el puente, su guadaña al lado y el símbolo de triskelion en la punta emitiendo destellos brillantes.


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