Capítulo 25
Sydonie no estaba preparada para esto. Definitivamente, no había ninguna clase en la universidad sobre qué hacer cuando tu xilófono infantil se convierte en el hotel del alma de una estrella de rock. Y mucho menos estaba lista para que esa alma en cuestión fuera la del mismísimo Harry Young.
Parpadeó varias veces, frotándose los ojos con la esperanza de que fuera una alucinación provocada por demasiado café. Pero no, Harry estaba allí, tan palpable como su asombro. Lo reconocería en cualquier lugar, incluso entre mil imitadores. Sin embargo, se permitió inspeccionarlo de arriba abajo, solo para estar segura.
Él resplandecía con su tez morena, un tono cálido y natural que rompía con el cliché del músico indie pálido y sombrío. Su cabello castaño, largo y ondulado, había sido siempre objeto de admiración para Sydonie, en especial en las revistas y sobre el escenario, donde solía llevarlo suelto, cayendo en cascadas perfectamente desordenadas que le enmarcaban el rostro y le acentuaban los ojos avellana, que la atraparon una vez más, aunque ahora desde una realidad muy diferente.
Lejos del brillo y el glamour de los conciertos, Harry vestía de manera simple. Esta simplicidad le otorgaba un aire más humano, si eso fuera posible, dado que actualmente se encontraba más cerca de ser un fantasma de rock indie que un galán de carne y hueso.
Sydonie había soñado con este encuentro innumerables veces, pero en ninguna de sus fantasías Harry exhibía una expresión que mezclaba terror con confusión, como si acabara de descubrir que los unicornios existían.
—¿Es esto un sueño? —preguntó volviendo su mirada hacia Ronan en busca de una respuesta sensata.
Él no respondió, pero su expresión seria fue suficiente confirmación.
—Así que es real... —murmuró Sydonie dándose una palmada en la mejilla para asegurarse de que no estaba soñando. Sí, eso dolió.
Con una mezcla de nerviosismo y una pizca de entusiasmo, dio dos pasos hacia su sorprendente y confuso visitante.
—¡No te acerques! —exclamó Harry retrocediendo hasta toparse con la pared y observándolos con la respiración agitada—. ¿Quiénes son ustedes? ¿Dónde estoy?
Sydonie levantó las manos en señal de paz. Crecer rodeada de almas le había enseñado que cada una reaccionaba de manera distinta a su nueva realidad. Algunas aceptaban su destino con resignación, otras negaban su condición y se enojaban, y algunas, las más desgarradoras, eran las que no comprendían su situación. Harry claramente pertenecía a este último grupo.
—Está bien, no te haremos daño —dijo con voz calmada—. Me llamo Sydonie y él es Ronan. Estamos aquí para ayudarte.
Harry compartió una mirada inquieta entre ellos, manteniéndose pegado a la pared. Por fortuna, Ronan había adoptado su forma humana; de lo contrario, Sydonie estaba segura de que Harry habría intentado escapar, y ser un alma errante habría sido peligroso para él.
—¿Recuerdas algo antes de aparecer aquí? —preguntó ella con delicadeza.
—No... no estoy seguro. Estaba en mi casa, y luego... todo se volvió oscuro y confuso. Recobré la consciencia solo al llegar aquí. —Harry se llevó una mano a la cabeza y la presionó como si intentara forzar los recuerdos a la superficie. El corazón de Sydonie se conmovió.
—Está bien, no te presiones. Las memorias regresarán gradualmente.
Harry la miró, aún desorientado, pero algo en la sonrisa tranquilizadora de Sydonie y su gesto de manos abiertas pareció calmarlo ligeramente. Su abuelo siempre decía que una sonrisa amable podía serenar los espíritus, y parecía aplicarse tanto a los vivos como a las almas.
—¿Dónde estoy? —preguntó con voz ronca.
—Estás en el hotel Holiday Inn en Camden —respondió Sydonie, intentando mantener la situación lo más normal posible.
—Yo también estaba en Londres —murmuró él, más para sí mismo.
—¿Te sientes bien? ¿Hay algo que te duela?
Aunque Harry parecía estar bien físicamente, Sydonie sabía que algunas almas podían sentir dolores residuales de sus vidas anteriores.
—Estoy bien —afirmó él examinándose—. Pero necesito entender cómo llegué aquí y por qué.
Sydonie se mordió el labio, enfrentándose al dilema de cómo explicarle la realidad sin causarle más angustia. Era una conversación que nunca había querido tener, especialmente no con Harry Young, el ídolo de su juventud.
—No estoy segura de cómo decirte esto —empezó con la voz cargada de pesar—. He sido tu fan durante años y nunca imaginé que nos conoceríamos así, bajo estas circunstancias tan extrañas. Me duele mucho, pero...
—¿Qué es lo que no puedes decirme? —insistió él, percibiendo la gravedad de la situación.
—Que estás muerto —dijo ella, casi en un susurro.
La expresión de Harry atravesó una gama de emociones —sorpresa, enojo, confusión— y, finalmente, la negación esperada.
—No estoy muerto.
—Lo siento mucho, pero sí, lo estás —insistió Sydonie, su voz suave pero firme.
Su abuelo siempre había enfatizado la importancia de ayudar a las almas a reconocer su situación para evitar que vagaran perdidas. Dado que Harry no recordaba su transición, era crucial ayudarlo a aceptar su nueva realidad.
—No, no estoy muerto. Estoy aquí, hablando contigo.
—Sí, lo estás. Lo siento.
—No lo estoy.
—Sí lo estás.
—¡No estoy muerto!
—¿Entonces por qué tu codo está traspasando esa pared? —Señaló Sydonie, esperando que la evidencia visible lo convenciera.
Harry se sobresaltó al notar su brazo fusionándose con la pared y retrocedió, espantado.
—No estoy mintiendo —afirmó ella con simpatía y tristeza.
—¿Qué está pasando? ¿Es esto un sueño? ¿Me golpeé la cabeza? ¿Estoy en coma? —Las preguntas se atropellaban en la boca de Harry.
Sydonie se sintió profundamente afectada por la desesperación en su voz, pero sabía que debía mantenerse firme para guiarlo a través de esta inesperada odisea espiritual.
—Lo siento —repitió, consciente de su limitada capacidad para aliviar la confusión de Harry—. Es difícil aceptar lo que te ha sucedido, pero negarlo no cambiará nada. Estás muer...
—No lo digas —interrumpió Harry con firmeza, sus ojos clavados en los de ella.
—No puedes seguir negando la realidad. Es perjudicial para ti. Necesitas aceptar...
—¡No estoy muerto!
—Pero sí lo estás.
—¡No!
—Sí.
—No lo está. —La voz calmada de Ronan cortó el tenso intercambio. Sydonie lo miró, desconcertada por su intervención—, No está muerto, al menos no completamente. No... todavía.
—¿Cómo puede no estar muerto? Su alma está aquí, ante nosotros.
—Si, pero hay algo inusual en él. Su alma no está completamente "cortada" de su cuerpo. El hilo de la vida todavía lo une a él.
—¿Qué significa eso?
—Usualmente, cuando alguien muere, el vínculo que une el alma al cuerpo se rompe. Sin embargo, en su caso, ese vínculo sigue intacto, aunque esté aquí con nosotros.
—¿Ves? ¡Estoy vivo! —exclamó Harry, entre aliviado y exasperado.
—No, tampoco estás vivo —continuó Ronan con paciencia—. Tu alma ha salido de tu cuerpo, pero aún no estás completamente desvinculado de él.
—¿Y qué se supone que significa eso? —Sydonie buscaba entender la singularidad de su caso.
—No estoy seguro. Nunca había visto algo como esto, pero no creo que puedas mantener este estado por mucho tiempo. Si tu cuerpo está bien, debes volver a él lo antes posible.
—¿Cómo se supone que haga eso si ni siquiera recuerdo dónde estaba o cómo llegué aquí?
—Debes haber llegado hasta aquí por mi xilófono —murmuró Sydonie señalando el instrumento.
—¿Xilófono? —Harry miró el objeto con escepticismo y algo de confusión.
—Sí, lo adquirí hoy y me advirtieron sobre su mala suerte —explicó Sydonie deprisa—. No significa que tú seas un problema. A veces, las almas se anclan a objetos significativos o que estaban cerca durante momentos críticos, manteniéndolas en este plano. No estoy segura de por qué te anclaste a mi xilófono, es claro que fue de forma involuntaria, pero me alegro de que lo hayas hecho, porque así podremos ayudarte.
—¿Y cómo van a ayudarme? —la incertidumbre teñía cada palabra de Harry.
—Es simple —dijo Sydonie con determinación, su mente ya estaba trazando un plan—. Necesitamos encontrar tu cuerpo y averiguar quién está detrás de esto.
Sentía una mezcla de enojo y preocupación; alguien había dañado a Harry Young y ella estaba decidida a descubrirlo. No solo por él, sino por todos los fans que sufrirían si algo malo le ocurriese.
—Podemos hacer algo, ¿verdad? —preguntó mirando a Ronan con esperanza—. Aunque no está vivo, tampoco está muerto. Si lo ayudamos, no estaríamos violando ninguna regla, ¿cierto?
Ronan y Sydonie intercambiaron una mirada comprensiva. La expresión de él era imperturbable, pero incluso Harry aguardaba su veredicto. Ella hizo un mohín, esperando. Finalmente, Ronan suspiró.
—Debemos proceder con cuidado, o podría estar en verdadero peligro.
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