Capítulo 16

Luego del corte que sufrió Julio en su mentón, la Diosa optó por sanar su herida, regenerando la piel por completo gracias a su magia divina. Esto solo sorprendió aún más al humano, maravillado por los poderes de la Diosa.

Pasada la noche, la deidad ya tenía listo el equipaje para el regreso a la mansión a primera hora. Las maletas ya estaban cargadas en el carruaje, solo faltaba meter al zorrito en él.

El Pokémon se encontraba durmiendo en la habitación de la Jolteon, junto a ella en su cama.

La pobre tipo eléctrico padecía de insomnio por la presencia de su hermano, le asustaban los anillos del cuerpo de su hermano, estos por las noches solían brindar un brillo tenue. Como era habitual por las mañanas, al despertar el mayor, la Jolteon saltaba de la cama al suelo.

"No puedo tener una hermana normal. . ." Pensaba por dentro el macho de la familia.

Diosa: Leafeon es la más normal de todas, a mi parecer. - interrumpió saliendo de las sombras.

La repentina aparición de la Diosa termino por asustar a la Jolteon que yacía en el suelo, provocándole un preinfarto del susto.

Diosa: Ups. La asusté. - observo a la exhaltada Pokémon. - Bueno, ahora no importa. Nos debemos ir, Umbreon. Mira la hora, mira.

La Diosa saco un reloj de gran tamaño que llevaba en una maleta; una maleta especial para ese reloj. Colocó el reloj frente a Umbreon para que aprecie la hora.

Diosa: Adoro mi nuevo reloj, mira, marca la hora de irnos. Vamos, sal de esa cama, Umbreon pulgoso.

Ella hablaba tan rápido y sin pausas, al pobre zorrito le dificultaba comprender
sus palabras.

Umbreon: Me encuentro en ello, Diosa. . . - dijo aferrándose más a la almohada.

Ella se sentó en la punta de la cama y posó su mano sobre el lomo del Pokémon

Diosa: Supongo que tendré que dejarte dormir un poco más.

Resignada por la flojera de su Pokémon, centro su atención en la Jolteon que aún estaba en el suelo, con el rostro oculto, su cuerpo temblaba desde sus patas hasta la punta de sus orejas. El miedo irracional se apoderaba de la Pokémon amarilla. Por ello, la Diosa, se acercó con cautela a la Pokémon, no quería recibir una descarga y responder con un golpe fatal para la tipo eléctrico. Se encontraba a pocos centímetros de la hermana menor de su Umbreon, posó su mano en la cabeza de la niña y logro que la Pokémon eleve su mirada a sus ojos, con solo verla unos segundos, la Jolteon, sintió una gran calma en su interior.

Diosa: No temas, no te haré daño. - sonreía con calidez.

Levantó el sumiso cuerpo de la tipo eléctrico y lo llevo hasta su pecho, había calmado por completo a la criatura.

Diosa: No está tan mal ¿Cierto? - acariciaba la mejilla de la Pokémon.

Esta, en respuesta al afecto que recibía, cerro los ojos y sonrío disfrutando de los mimos que la Diosa tenía para ofrecerle, por lo menos hasta que despierte su Pokémon.

Y así estuvo una buena hora, acariciando a la Pokémon hasta que Umbreon decidió abrir el ojo y despertar de una vez.

Diosa: ¿Por qué no lo lleve contra su voluntad a la carroza y ya? - se preguntaba en voz alta.

La Pokémon que llevaba en brazos se alteró al ver a Umbreon estirarse, intento bajar de los brazos de quién la cargaba pero todos sus intentos fueron en vano, nada sale de las manos de la Diosa.

Umbreon: Buen día. - saludo a la Diosa al verla.

Diosa: Hasta que despertaste. Vamos, debemos irnos. - se levantó del asiento con la Jolteon aún encima.

Jolteon: ¿Irnos? ¿A dónde? - se encontraba muy confusa, pensaba que ella estaba incluida en el plan.

Diosa: Tú te irás a la cama y nosotros nos iremos a casa. - dejo a la Pokémon en un sofá que estaba frente a la cama.

Cargo al Pokémon negro en sus manos y salió de la habitación a toda prisa, no quería estar ni un segundo más en esa casa. No era el problema el lugar, extrañaba a sus Pokémon.

Para su desgracia, Julio se interpuso en su camino, sorprendido por la prisa de la deidad.

Julio: ¿A dónde va con tanto apuro Diosa? ¿No pensaba irse sin despedirse, verdad?

Diosa: Esa era la idea. - empujó al humano a un costado y continúo caminando.

Umbreon: Pero, Diosa, quiero despedirme de mamá. - suplico mirando con ternura a la Deidad.

Ante tal mirada de su consentido, no tuvo más remedio que cumplir el deseo del Umbreon.

Diosa: Bien, esperaremos a tu madre. - resoplo con desgano.

En agradecimiento a su decisión, el zorrito lamió su mejilla intentando levantar el ánimo de la deidad.

Se sentaron a esperar que la Eevee despertase, estaban todos reunidos en la cocina de la casa. La Jolteon sentada al lado de Umbreon, inspeccionaba cuidadosamente los aros que formaban el patrón del pelaje de su mayor.

Diosa: ¿Tan raro es tu hermano? Se nota que aún no conoces a tus hermanas, te resultarían más extrañas aún.

Jolteon: ¿Tengo más hermanos? - pregunto asombrada.

Diosa: - le extrañaba que no lo supiese. - Pues, tienes 6 hermanas, además de Umbreon.

Justo en ese instante, la madre de toda la familia, había entrado a la cocina, aún estaba somnolienta. La Jolteon, al verla luego de enterarse de que tenía más familia además de su hermano, le entraron millones de preguntas en la mente, tal vez tenía aún más hermanos que la diosa ni conocía.

Diosa: ¿No le has contado a esta niña del resto de sus hermanas? - indago con ímpetu en su voz.

Tera: No me pareció importante, jejejeje. - se le escapó una risa de los nervios.

Diosa: Entiendo. No te pareció importante mencionarle a la niña que tiene una familia muy numerosa abandonada a su suerte en la casa de un desconocido. Supongo que tampoco te pareció importante la estabilidad emocional de los hijos que dejaste a merced del viento.

La Eevee mayor no sabía que hacer ni que decir, sus palabras habían ofendido a la Diosa.

Diosa: ¿Entonces no sabe cuál será su futuro cuando tengas a tu próximo hijo? - miro a la Jolteon - Déjame ahorrarte disgustos, pequeña, serás abandonada por tu madre en mi mansión. - advirtió a la Pokémon con completa sinceridad.

La Pokémon no entendía la situación que se vivía en la cocina pero estaba segura de que ahora se encontraba en el medio de la discusión.

Tera, disgustada por los comentarios de la Diosa, miraba a un costado con la cabeza agacha, tenía tantos sentimientos encontrados en ese momento, no podía contestar a la divinidad con ningún argumento, era muy probable que luego lo usará en su contra.

Diosa: - volvió a mirar a la madre - ¿Sin palabras? - rodó los ojos - Me das vergüenza.

Se levantó del asiento y se acercó a Umbreon para cargarlo en sus brazos.

Diosa: Vámonos, Umbreon pulgoso. - camino hacia la salida de la casa.

El mayor de los hermanos, confundido por el nuevo apodo que tenía, estaba en silencio pensando, entendía por completo a la Diosa y su enojo. Más aún no comprendía el misterioso silencio de su madre, que solo afirmaba la postura de la deidad.

Ya habiendo escapado de la casa de Tera, la deidad cargo sus cosas y a Umbreon en el carruaje, decidida a marcharse, subió al transporte y antes de que esté se pusiera en marcha, noto una cabeza amarilla asomarse tímidamente desde la puerta de la casa, era la Jolteon, observaba al carruaje con miedo, aún así decidió acercarse.

Diosa: Lo último que me faltaba. - sostuvo su cabeza, enfadada.

Abrió la puerta de la carroza y se acercó a la Pokémon curiosa.

Diosa: ¿Puedo ayudarte en algo? - pregunto desganada.

Jolteon: - bajo la mirada - ¿A dónde irán?

Diosa: - su pregunta le fue muy extraña - Iremos a mí casa, donde vivimos.

Jolteon: Oh. . . Ya veo. - miraba el interior del carro.

La curiosidad le mataba a la Pokémon, y las ganas de conocer a sus hermanas solo alimentaban más las ganas de escapar de su hogar. Al fin y al cabo, según la Diosa, Tera tarde o temprano la abandonaría.

Jolteon: ¿Puedo ir con ustedes?

    

                                               . . . . . .

De vuelta en la mansión, las cosas parecían estar en orden. Ningún herido, ningún apocalipsis, nada malo había ocurrido en la ausencia de la Diosa, por ahora.

Electivire, líder de la patrulla de la mansión, vigilaba los pasillos de la mansión junto a su aprendiz, Riolu. Las palabras sobraban, era una vigilia en silencio, ambos concentrados en su labor, algo muy extraño de Electivire.

El Pokémon eléctrico no era de lo más aplicado a su trabajo, y eso se sabía de sobra. Todo problema que ocurría lo dejaba en manos de Garchomp y sus secuaces, lo que solía traer aún más problemas. Aún así no dejaba su trabajo cuando la Diosa estaba presente, había que hacer buena letra frente a ella.

En los pasillos hacía eco una discusión verbal a pocos metros de la ubicación de estos Pokémon. Ambos corrieron en dirección del problema a toda prisa.

Electivire: No todos los días son días tranquilos, Riolu. La ausencia de la Diosa parece alterar la psicología de los Pokémon.

Riolu: Entiendo. - llegaron al lugar del conflicto.

Por lo que se veía a simple vista, era una discusión de madre e hijo. Una Mega Charizard Y regañando a su pequeño Charizard.

Electivire: - rodó los ojos - No hay de que preocuparse, volvamos a lo nuestro.

Volvieron a deambular por los pasillos, rumbo a la salida de la mansión, querían recibir a la Diosa con un buen saludo de bienvenida.

Riolu: ¿No vendrán los Pius?

Electivire: ¿Quieres qué esto se transforme en un descontrol? Mejor mantengamoslo así, en secreto. Ellos creen que llegará a la noche. - salieron de la mansión.

A unos pocos metros, sentada en el medio del camino, se encontraba la invasora de la mansión, Pawniard. Jugaba con un pony de juguete, era una escena algo extraña para los ojos de los guardianes.

Riolu reconoció en segundos a la Pokémon que tenía enfrente, la misma que lo había atacado el otro día. Aún se sentía enfadado por la humillación que sufrió de parte del Pokémon de acero.

Decidido a tomar revancha de la situación, bajo de los hombros de su maestro y camino muy seguro de sí mismo en dirección a la Pokémon, la cual al notar su presencia se puso de pie y sonrió. En ese momento, el coraje que había tomado el cachorro de Lucario se desvaneció en el aire, cuando la Pokémon lo miro a los ojos él retrocedió y tropezó hasta caer de espaldas al suelo. Su caída no hizo más que estallar en carcajadas a su rival.

Pawniard: ¡Eres patético! - dijo entre risas.

Electivire: - se puso frente a Riolu - ¿Qué has dicho?

El Pokémon de acero, al ver la inmensidad del tipo eléctrico, retrocedió unos pasos.

Pawniard: Pobre niño, no puede combatir sin traer a su padre. - volvió a reír y escapó a toda prisa.

Electivire: ¿Qué le pasa a esa Pokémon? - observaba a la Pokémon escapar a la mansión vecina.

El maestro del Pokémon volteo para ver a su aprendiz. El Riolu, enojado consigo mismo, se quedó en el suelo de brazos cruzados, acto que no agradó a su mentor.

Electivire: ¿Por qué sigues ahí en el suelo? ¡Levántate! - tomo del brazo al Pokémon y lo puso de pie. - Si un enemigo es más fuerte ¿Te quedarás de brazos cruzados también?

El pequeñin no sabía que responder, ahora estaba asustado. Tuvo suerte de que la reprimenda de su mentor durase unos segundos debido a la llegada de la Diosa. Desde lejos se veía su carroza blanca andando por el colorido sendero rodeado de flores.

Riolu: ¡Está llegando! - eufórico, aplaudía.

Electivire sonreía, aliviado por el regreso de la deidad. No soportaba estar a cargo de los Pokémon que habitan la mansión, aunque el único que estaba encargándose de los habitantes era Garchomp.

La carroza estacionó frente a los Pokémon y de ella salió la Diosa, con su Umbreon en brazos, se veía perturbado el morenito.

Electivire: Bienvenida, Diosa. - hizo una reverencia en su honor.

Diosa: Gracias, Electivire. - su sonrisa transmitía calma a los Pokémon.

Riolu: ¡Diosa! - salto a darle un abrazo a la Diosa, teniendo en sus brazos las piernas de la deidad.

Diosa: Yo también te extrañe mi chiquitín. - acariciaba la cabeza del Pokémon.

De la puerta de la carroza, asomó una cabeza amarilla, era la Jolteon asustadiza. De alguna forma logro convencer a la Diosa de traerla a la mansión

Diosa: Oh, vengo con compañía. - suspiro y rodo sus ojos.

La Pokémon miraba al resto de Pokémon con mucho miedo, tanto era el temor que les tenía que decidió ocultarse en la carroza de nuevo.

Diosa: ¿No puedo tener un Pokémon normal en esta Mansión? - luego de decir eso, un Ursaring con corbata y maletín apareció en la puerta de la mansión - Hmmm, supongo que no.


Continuará. . . . .

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top