Capítulo 11

Entraron a la habitación de los Pius para acceder al cuarto de la Diosa. Fueron recibidos a los gritos por los pajaritos que habitaban allí. Ellos corrieron hacia la Diosa y Umbreon, y tal como dijo la Diosa, fueron a picotear los pies del zorrito. Si no fuera por la Diosa, esas patitas de algodón de Umbreon estarían muy adoloridas.

Diosa: Pius, atrás. Denme espacio por favor. - los pájaros retrocedieron permitiéndole acceder a su cuarto - Muchas gracias.

Entraron a la habitación y se encerraron dentro. Coloco unas cuantas trabas a las puerta y dejo a Umbreon en su enorme cama.

Diosa: Ya has estado aquí antes. ¿Verdad?

Umbreon: Si. - observaba la inmensidad del cuarto.

No había sonido alguno que atraviese las paredes ni la puerta de la habitación. Era un silencio muy tranquilizante. El zorrito negro se echó en la cama mirando hacia arriba. El techo blanquecino lo cegó un poco, era muy brillante. Giro la cabeza viendo lo que hacía la Deidad. Estaba leyendo un libro muy grande. Se acercó hacia ella para leer también. No entendía bien de que trataba el libro pero decidió no interrumpir la lectura.

Diosa: Bien. Te estaba diciendo que tenía un plan. ¿No? - cerró su libro.

Umbreon: ¿Le regalarás ese libro a Vaporeon? La mantendría ocupada un buen tiempo...

Diosa: No Umbreon. Déjame hablar y no saques conclusiones antes de tiempo. - sonrió y acaricio a Umbreon en su cabeza.

Umbreon: Disculpe. ¿Entonces cuál es su plan? - disfrutaba de sus caricias sonriéndole.

Diosa: Bien, es algo que te mantendrá a ti y a tu hermana distanciados por un corto tiempo. Tú irás a visitar a tu madre y Vaporeon deberá encargarse de todo en la casa. Así se dará cuenta de que te necesita y dejarán de discutir... Por unos días hasta que vuelvan a tener un conflicto y llegue el momento dónde... Ay no, me desvíe del tema.

Umbreon: - parpadeaba sin haber entendido su plan - ¿Ok?

Diosa: Llamaré a tu padre para que te lleve a pasar unos días con tu madre. Podrás conocer a tu hermanita más pequeña, aprovechando tu estadía allí. - volvió a darle una sonrisa mientras buscaba el número de teléfono de Julio.

Umbreon: ¿Por qué tengo que ir? ¿Cómo que hermanita? - estaba sorprendido y confundido al mismo.

Diosa: Él te explicará todo...

Anoto el número en su celular y llamo a Julio esperando que atienda. La primera vez no funcionó, intento de nuevo y no hubo suerte. Volvió a intentar una última vez y nuevamente no recibió respuesta alguna, incluso Julio apagó el teléfono al tercer llamado, o eso pensó la Diosa. Enfadada golpeó con su puño el escritorio asustando al zorrito negro y quebrando un poco su mueble. Se disculpo con Umbreon y tomo un poco de aire.

Diosa: Bien, plan B entonces. - se levantó del asiento.

Umbreon: ¿Y ese es? - miraba a la Diosa esperando su respuesta.

Diosa: No peleen, por favor. Es una orden - se veía muy seria al hablar.

Umbreon: ¿Eh? - fue alzado en los brazos de la Diosa.

Diosa: Entonces tendré que llevarte a la casa de tu madre yo... Ese es el plan B. - acariciaba a Umbreon sosteniendolo en sus brazos.

La Eeveelution no pudo objetar nada al respecto. Estaba muy cómodo en sus brazos. Agitaba la cola muy rápido por las caricias que recibía, le fascinaban. La Diosa dió un gran bostezo, estaba cansada. Dejo a Umbreon en el suelo y se lanzó a la cama cayendo como una pluma al colchón. Umbreon solo la observaba.

Umbreon: ¿Va a dormir? - se subió a la cama también.

Diosa: Tomaré una siesta, así que si. - Lentamente cerraba los ojos.

Umbreon: Está bien. Que descanse - sonrió y viro a la puerta que estaba llena de trabas.

Se detuvo a observar con atención las trabas que bloqueaban la puerta dándose cuenta que no entendía como se abría. Volvió a girar sobre sí mismo para pedirle a la Diosa que le abra pero ella estaba dormida. Camino hasta la orilla de la cama donde dormía e intento despertarla moviendo su brazo, de poco sirvió. Estaba en un profundo sueño, y para peor, su cuerpo se desvanecía lentamente frente a los ojos de Umbreon. La Diosa desapareció de un momento a otro, ya no estaba en la cama. El zorro negro se asustó demasiado, corrió en círculos gritando hasta chocar con un mueble y caer desmayado al suelo...

.......

"¿Skiddo?" Preguntaba la Leafeon por cuarta vez tocando la puerta de la habitación de la cabrita de hojas. Aquel Pokémon parecía no estar en casa, lo cual era raro.

Ella dió un largo suspiro con desánimo, tocó una quinta vez y no fue recibida por su amigo. Volteo a caminar hacia el parque, sola y triste de nuevo. Era el segundo día que la cabrita no aparecía. Esto la mantenía muy preocupada.

Se sentó en uno de los bancos del parque, al llegar, con sus orejas caídas igual que su mirada. El único Pokémon que la escuchaba, que la entendía, que la consentía, estaba desaparecido ante sus ojos. Se sentía sumergida en una inmensa soledad absoluta. No pasar el día con Skiddo era como un puñal en su pecho.

Algunas lágrimas cayeron al suelo desde las cuencas de sus ojos. Quería pensar en otra cosa pero le era imposible.

"¿Tan importante es para mí?". Se preguntaba mientras secaba sus lágrimas. Miro a su alrededor intentando distraerse, notando la presencia de muchos Pokémon, como acostumbraba el enorme parque.

No sé percataba de la mirada de 2 Pokémon hacia ella, eran Electivire y un Ursaring. Les extrañaba verla triste y sola.

Ursaring 1: Deberías ir a ver qué le ocurre. - le mencionó al Pokémon eléctrico.

Electivire: ¿Yo? Ve tú. Es tu trabajo cuidar de los Pokémon - se desligo del tema.

Ursaring 1: También el tuyo, y si hablamos de rangos eres mi superior. Por ende te corresponde hacerte cargo.

Electivire: - tomo de la cabeza al Ursaring - Oye, cariñosito. Ve y ocúpate de ella. Tengo que ocuparme de otras cosas - soltó su cabeza y dió la sonrisa más falsa que pudo yéndose del lugar.

El oso no tuvo más remedio que atender a la Pokémon de hojas. Se sentó a su lado y saco una paleta de ¿Su pelaje? La paleta tenía envoltorio, por ende no se ensucio con el pelaje del oso. Se la ofreció a la Leafeon que lo observaba con miedo. Rechazó la oferta.

Para evitar incomodar, aún más, a la contraria. Decidió romper el hielo con una pregunta “¿Paso algo?” indagó habiendo notado su tristeza evidente. Ella solo nego moviendo de lado a lado su cabeza. No tenía intenciones de hablar.

El oso no tenía ni la más mínima idea de como continuar la conversación para ayudar a la Pokémon. La única ocurrencia que tuvo era imitar a la tipo planta. Miraba al suelo y bajaba sus orejas tomando la misma posición de angustia que la Pokémon. Cuando ella dió un suspiro el también lo hizo, pero muy exagerado. Provocó que la Pokémon volteara a verlo, el miro al lado contrario.

Leafeon: ¿Tú estás bien? - pregunto mirándolo confusa.

El oso repitió lo que dijo la Leafeon.

Leafeon: ¿Estás imitándome? - se mostró enfadada.

Ursaring iba a continuar imitando a la Leafeon pero al verla disgustada por la actuación decidió detenerse. Solo asintió respondiendo la pregunta de la contraria.

Ella, enfadada con el oso, bajo de la banca y se fue a su habitación.

Ursaring 1: Los Pokémon son muy sensibles...

Se quedó allí, sentado, custodiando a los Pokémon del parque por el resto de la tarde.

Tarde que, para fortuna de algunos, paso rápido. Para Umbreon, fue una eternidad. Seguía encerrado en la habitación de la Diosa. Había despertado del estado inconsciente en el que quedó al chocar con el mueble de la habitación. La Diosa seguía sin aparecer en esos momentos. El zorro negro miraba la puerta y sus trabas con mucha atención. Planeaba alguna forma de abrirla.

Corrió hacia la puerta embistiéndola con toda su fuerza. Solo consiguió un potente dolor en su cabeza y en todo el cuerpo. Era una puerta blindada.

Agotado y adolorido, se subió a la cama de la Diosa esperando salir de allí dentro pronto. Para su fortuna, la Diosa estaba apareciendo a su lado. El cuerpo de la deidad se materializaba nuevamente, se podía ver y sentir. Ella estaba despertando.

Abrió sus ojos y observó a Umbreon acostado a su lado boquiabierto. Ella río por su reacción.

Diosa: Buenas tardes, Algodón de azúcar quemado. - giro su vista hacia el reloj de pared que había en el cuarto. Marcaba las 5pm.

Umbreon: ¿Di-diosa? ¿Dónde estaba? - indagó a la vez que retrocedía su cuerpo.

Diosa: Aquí, acostada - le sonrió -. Bueno, es hora de salir. Debo alimentar a los Pius y tú debes ir a tu habitación.

Se levantó de la cama y con un soplido del viento alzó a Umbreon sobre sus brazos para darle un confortante abrazo.

Diosa: No quiero oír peleas en su habitación. Mañana prepararé todo para viajar a la casa de tu madre. ¿Entendido? - miro fijo a sus ojos.

Umbreon: - miraba a un costado, sus ojos verdes eran intimidantes - Si, Diosa.

"Perfecto" dijo dándole un fuerte abrazo y un beso en su frente para luego abrir la puerta y ser recibida por los gritos de los pajarracos que cuidaba. ¿No estará media sorda la Diosa?

Dejo a Umbreon fuera de la habitación, salvaguardando sus pies. El Pokémon emprendió rumbo a la habitación de su familia, pensando en tantas cosas a la vez. Daba por hecho que el problema en su casa era Vaporeon y que debía pensar en como cambiar su actitud tan mandona.

Frunció el ceño al recordar la discusión que tuvieron frente a todos en el parque.

Umbreon: A veces quisiera que no esté. . . - pensó en voz alta.

De nuevo, esos sentimientos de rencor se alimentaban en su interior, escapándose de su boca. En todo este tiempo que convivieron juntos en la mansión, el cariño que sentía hacia su hermana iba desapareciendo. Ambos sacaban lo peor del otro.

Quiso despejar su mente por un segundo, mirando a su alrededor. Solo veía paredes, y más paredes. Sonrió por un momento, salir de la mansión le haría bien. Aprovecharía el viaje a la casa de su madre, sin duda alguna, para tomar nuevos aires y olvidar por un segundo lo que ocurre en la mansión.

Ya quedaba poco para llegar a la habitación, algo dentro de él le advertía que habría una discusión, otra vez, con Vaporeon. Se detuvo y tomo una buena bocanada de aire. Haría lo necesario para evitar una discusión.

Volvió a detenerse en la puerta y la abrió despacio, intentando pasar desapercibido. Por desgracia, Eevee lo recibió a los gritos, muy feliz de ver a su hermano de nuevo. No pasó desapercibido pero el cariño que Eevee le brindaba era lo que necesitaba en esos momentos. La abrazo y saludo acariciando su cabeza y mirando a sus otras hermanas, Flareon y Glaceon, que estaban sentadas en la mesa jugando con cartas de póker.

Cargo a Eevee en su lomo y la llevo al cuarto para mirar tv juntos. Dentro de la habitación solo estaba Leafeon, parecía que Vaporeon y Espeon salieron. La Pokémon de hojas lo miro y siguió en lo suyo, leyendo un libro que encontró en la biblioteca.

Se echó en la cama junto a su hermanita y encendieron la tv para ver series, series infantiles. Las preferidas de Eevee.

Dejando de lado el aburrido día de Umbreon y su familia, la Diosa preparaba a un grupo de Pokémon que le ayudarían a entender la situación de que vivían esos hermanos. Le pidió a Electivire que reúna a los mejores Pokémon en camuflaje.

Su Pokémon eléctrico reunió una cantidad considerable de Pokémon.

Electivire: Tal y como lo pidió Diosa. Los mejores Pokémon para camuflaje de la Mansión. 

Ditto, Mr.Mime, Rotom, Kecleon, Stunfisk y Zorua, eran los elegidos. Todos estaban sentados en un banquito que trajo Electivire para que se sienten frente a la Diosa. El Mr.Mime estaba sentado en el aire, dejando un banco libre.

Diosa: Perfecto. Necesito que uno de ustedes se infiltré en la habitación de Umbreon y me informe lo que ocurre allí dentro... - mencionó viendo a los candidatos con atención.

Continuará...

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