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El primer mensaje que recibió de Taehyung fue a las seis de la mañana, cuando tenía un ojo pegado por las lagañas y la baba seca en su cara. Leyó el mensaje, más no respondió porque el sueño le ganó y se imaginó que planes tendría su novio para los dos.

Se levantó una hora después y le respondió con un —Te amo también y no olvidé.

Después del desayuno y dejar limpio todo, se dispuso a tomarse un extenso y necesario tiempo para acicalarse. El baño duró más de lo esperado, fregó su piel con exfoliante, jabón espumoso y aceites, también depiló su cuerpo con mucha paciencia, quedando casi igual que las pompis de un bebé.

La fecha lo ameritaba.

Quizás después del plan, tendrían un momento íntimo y pasional, porque la fecha lo quería.

Hoseok lo quería.

Sabía que Taehyung lo quería

Por eso se preparaba con dedicación para la ocasión.

Luego de que se terminó de cambiar, la puerta de su departamento fue tocada. Caminó a abrirla pensando quién podría ser, teniendo a su novio como primera opción, aunque la hora de su encuentro faltaba.

Lo descartó cuando el cabello rubio —y no la oscura cabellera de Tae— de su amigo se asomó y una sonrisa traviesa le mostró.

Jungkook visitó a Hoseok, su gran y buen amigo Hoseok.

Llegó queriendo contarle algo demasiado importante y que llevaba guardando el secreto por una semana entera. Ya era el día limite donde podía hablar, nada malo pasaría.

El rubio era directo en comparación a Taehyung, que era más discreto en ciertos temas y más cuando eso se trataba de una sorpresa para San Valentín.

Así que sin mucha delicadeza le comentó lo que llevaba planeando Taehyung para él. Es más, hasta le ofreció llevarlo a los lugares donde serían las sorpresas y aunque al principio Hoseok se negó, porque no quería arruinar nada.

Solo que Jungkook sabía en que clavo dar y picó la curiosidad de Hoseok.

Llegar al río Han le trajo recuerdos, muy buenos y tiernos recuerdos. Específicamente uno donde por primera vez se besaba con su ahora novio y que en ese momento ambos llevaban colores de cabellos llamativos, parecían un par de algodones de azúcar andantes.

La tibieza de los finos labios de Taehyung le hicieron tiritar de la emoción, erizando cada parte de su cuerpo cuando el aliento cálido chocó contra su rostro. Rememorar esos detalles le causaban vergüenza, porque luego había escondido su rostro y por más que quiso disimular su timidez —actualmente nula—, no pudo.

—Mira, es ahí —señaló Jungkook.

Observaron a un par de personas arreglando y reconoció a quien era el Hyung de Taehyung, por lo mismo, también era su Hyung.

Jin los saludó y Jungkook entabló una pequeña charla con este, para que su amigo pudiera ver la sorpresa.

Hoseok quedó anonadado ante lo que veían sus ojos.

La carpa de lona estaba decorada con telas satinadas perladas, corazones y flores artificiales —que se dio cuenta al tocarlas. Admiró bastante sorprendido el lugar y no pudo cerrar la boca por la emoción.

Era como si estuviera encerrado en una burbuja lleno de romanticismo y detalles rosas, empezando desde la alfombra suave que sintió tras la tela de sus medias al entrar; una canasta de mimbre se hallaba en una mesa, que tenía un mantel blanco con filos bordados de corazones.

La canasta llevaba listones atados en el asa, y dentro varias golosinas y sus chocolates favoritos. Se tentó en tomar uno, pero lo descartó, no debía arruinar nada.

Siguió con la mirada el resto del lugar, encontrando en una esquina un pequeño mueble de madera con un jarrón y dentro de este, sus flores favoritas. Se acercó para olfatearlas, distinguiendo un sobre con filos dorados y relieves de corazones por fuera.

Esta vez no pudo contenerse y la abrió. Sus ojos se empaparon de lágrimas por tan hermosas palabras en tan corto mensaje.

La vida ha sido tan gratificante y perfecta

Por permitirme conocer a un ser tan angelical

Como lo eres tú, mi novio. Si la vida me diera la oportunidad

De poder elegir entre mi felicidad o la tuya, créeme

Que mil veces te pondrá en primer lugar, porque si tú eres feliz,

Yo también lo soy.

Te amo.

Limpió con el dorso de su mano, aquella lágrima traviesa que se había permitido escapar sin darse cuenta. Se sintió nostálgico y culpable, porque había arruinado una de las sorpresas —porque claramente Jungkook le dijo en plural y no sería solo uno.

Sin detenerse a pensar —cuando Jungkook lo llamó para seguir avanzando al siguiente destino—, guardó la carta en el bolsillo de su chaqueta y salió despidiéndose de Jin Hyung.

Reconoció el camino a donde se dirigían desde unas calles antes de llegar a la cafetería. Hoseok conocía de memoria la ruta y sus alrededores, por eso no fue difícil adivinar el lugar. Entraron al local y los aromas dulces invadieron su sentido del olfato, haciéndolo babear por unos momentos.

Una de las camareras se fijó que llegaba uno de sus clientes más habituales y se dispuso a atenderlo. Todos los trabajadores tenían conocimiento de su relación con el pelinegro Kim y que este último, había reservado una mesa para su cita.

—Buenos días Hoseok —saludó con simpatía. —¿Ya quiere que lo llevemos a su mesa?

Hoseok intercaló la mirada entre Jungkook y la camarera, queriendo entender la situación.

—No, mi amigo no sabía de nada —respondió Jungkook y la camarera asintió alejándose al ver a una pareja entrar.

Sin embargo, otra muchacha se acercó a ellos con un ramo de flores —muy parecida a las que estaban en la sorpresa anterior— y con un sobre en la mano.

—Esto es para usted —dijo entregando en las manos de Hoseok los regalos.

—Espere —murmuró apenado, ya había dañado la sorpresa anterior y luego esto. —Creo que aún no es hora, ni novio no está —intentó explicar.

—Es lo mismo, el dejó eso para usted y yo le estoy entregando —y sin más, se alejó, dejando sin habla al par de amigos.

Hoseok no podía simplemente devolver porque quién sabe qué harían con ellos hasta que llegara junto con Taehyung, así que no tuvo más reparo en salir de la cafetería con el ramo de flores y el sobre.

En total ya tenía dos sobres, uno leído y el otro aún no. Jungkook le murmuró que esa no era su intención, solo quería que tuviera conocimiento, nada más. Pero eso no impidió que el rubio lo llevara al departamento del pelinegro, donde tenía la última y más grande sorpresa.

—Bueno, aquí no pasaremos de la puerta y unos cuantos pasos más —advirtió serio. —Así evitaremos arruinar la sorpresa por completo —comentó el rubio mientras esperaba que Hoseok colocara la contraseña del departamento de su novio.

Con nerviosismo y como si fueran un par de ladrones ingresaron, dando tres pasos exactos y no se movieron al ver lo que tenían frente a ellos.

Una hermosa decoración de la sala, con pétalos regados en la alfombra, una tela colgando y haciendo como una casita —así como cuando jugaba de pequeño—, unas luces colgantes alrededor de la tela y por encima de los cojines tirados sobre la alfombra.

Quería poder tocar al menos uno de los pétalos, pero se había prometido no hacerlo. Hoseok estiró su cuello y se paró de puntillas para encontrar más detalles en el lugar; como los corazones pegados por la pared y regados por doquier, suspirando cuando leyó el nombre de ambos en un papel arrimado en uno de los cojines.

Su mirada escudriñaba el lugar, alzando la cabeza y encontrando un par de globos transparentes por el techo —de seguro tenían helio—, pintados con corazones y frases que no pudo leer bien.

Eso era demasiado hermoso, se notaba el esfuerzo que había hecho su novio para poder verlo feliz.

Sentía sus ojos picar por la emoción, estaba hipnotizado, por lo que se llevó un gran susto al escuchar los ladridos de la mascota de su novio.

Tenía una debilidad con esa pequeña bola de pelos andante y era que siempre que llegaba al departamento de Taehyung, corría a abrazar y dar muchos besitos en la frente del canino.

Por eso Yeontan se desesperó al reconocer el aroma de Hoseok con su olfato muy desarrollado y al rubio, que solía ir de vez en cuando también.

No podía claudicar ante su decisión, solo que los ladridos lastimeros del canino —muy dramático, por cierto—, se incrementaron y no lo pudo soportar. Corrió a buscar al pequeño perrito, mientras su amigo le gritaba que no entrara.

No hizo caso, porque ver la felicidad del cachorro cuando lo llevó a sus brazos no tuvo punto de comparación con nada. Había hecho lo correcto.

Salió unos minutos después, luego de cambiarlo de habitación y dejando la puerta pegada para que este pudiera no sentirse encerrado por completo, prometiéndole que regresarían pronto y podían jugar juntos.

Pero como dicen, el acomedido sale jodido. Yeontan no se mantuvo quieto y de tanto rasgar la puerta, esta se abrió, saliendo un victorioso y travieso cachorro dispuesto a jugar.

 —¿Seguro que Yeontan no se saldrá y hará travesuras? —preguntó un poco preocupado Jungkook.

—No, le dejé juguetes y comida —respondió sin mucho interés.

Si le preguntaban cómo se sentía en ese momento, el respondería que mal.

Porque simplemente su regalo no era ni una pizca de lo que Taehyung le iba a dar.

Cantar su canción favorita, una carta escrita desde el fondo de su corazón y un arreglo hecho con sus manos.

Palpó los sobres en el bolsillo de su chaqueta y suspiró frustrado.

¿Quería darle algo así de bonito?

—¿Qué te pasa? —Jungkook notó lo afligido que se hallaba su amigo.

—¿Te diste cuenta de todos los regalos que preparó para mí y yo solo le daré ...

—Calla —rugió su amigo. —Deja de menospreciar lo que hiciste, esto no se trata de una competencia por ver quién da el mejor regalo, si no sea entregada con cariño y amor —amonestó.

Jungkook podría ser mucho más enérgico que Hoseok, pero tenía las palabras correctas, como si en su otra vida hubiera sido un viejo sabio al cual le pedían consejos.

—Si él quiere darte todos esos regalos, es porque él lo quiere y no por obligación —recalcó. —Sabes muy bien lo romántico y detallista que es Tae —Hoseok asintió quitando una pequeña lágrima que bajaba por su mejilla.

—Entonces, cambia esa cara de perrito apaleado y mejor sorprende a Taehyung llegando a su departamento con lo que vas a regalarle —propuso.

Cuando Jungkook llegó a casa de Hoseok le aconsejó otra vez.

—Recuerda, tú también puedes sorprender a tu novio.

Hoseok asintió no muy convencido.

Ese día debía estar feliz, no apenado ni tampoco triste.

Prefirió calmarse y tomar en cuenta los consejos del rubio de su amigo. Así que, limpiando un par de lágrimas que llegaban hasta su barbilla, se dispuso a cambiarse meticulosamente.

Guardó el arreglo en su auto, juntos con sus demás pertenencias, llevando un blaizer en sus brazos, por si regresaban muy tarde de la cita.

Condujo alegre, tarareando una canción que sonaba en la radio.

Hoy el sol se escondió y no quiso salir,

Te vio despertar y le dio miedo de morir

Cantó la primera parte de la canción, mentalizándose que debía verse sorprendido por las sorpresas.

Un mensaje le llegó por parte de Taehyung, diciéndole que ya iba a recogerlo pronto. En un semáforo rojo, respondió que ya estaba listo, cuando en realidad faltaba poco para llegar al departamento de su novio.

Subió en el ascensor con el corazón retumbando en sus oídos, no negaba que los nervios recorrían cada célula de su cuerpo y que lo hacían sudar. Por eso cuando llegó a la puerta del departamento, contó hasta que pudo controlarse y colocó el código.

Su novio estaba ahí, mirando el celular y frotando su cabello como si estuviera nervioso.

—¡Feliz San Valentín Tae! —dijo muy emocionado, esperando una respuesta.

Yeontan ladró saludándolo muy feliz por volver a verlo, pero Hoseok tenía ocupada sus manos y no podía ir al encuentro con el canino.

Quería que Taehyung lo abrazara, besara y le diga que lo mucho que lo ama, pero no esperó lo que le dio y dijo

¿Por qué le entregaba un paquete de maní cuando había organizado muchos regalos sorpresas?

Así que recién se detuvo a mirar alrededor, notando la decoración que vio unas horas antes ya no estaba. Recorrió con la mirada el lugar y luego posando sus ojos en Taehyung, que tenía un semblante triste.

El pelinegro no se ponía triste con facilidad, él siempre era optimista y alegre. No dudó en abrazarlo, no sin antes, tomar el paquete de maní que le estaba acercando con la mano.

—Muchas gracias —respondió Hoseok ya que le gustaba mucho el maní.

No dejó de abrazarlo y acariciar la espalda de Taehyung —ni cuando las patitas del cachorro tocaban sus zapatos y pantalón, queriendo llamar su atención—, calmándolo cuando lo escuchó estremecerse, notando que había empezado a llorar.

—No llores cariño —consoló tomando con sus manos los costados del rostro de su novio y empezando a limpiar las lágrimas con du dedo pulgar.

—Es que... yo-yo —hipó. —Te preparé varios regalos y —rompió a llorar nuevamente.

—Respira, vamos —pidió suavemente.

—Y ya no están, ninguna sorpresa que te preparé —tosió un poco para seguir hablando. —Todas se arruinaron y no pudiste ver ni una, todo lo que organicé.

Ahí Hoseok entendió, todo el trabajo había resultado en vano, según Taehyung. Solo que él ya los había visto.

—No seas tontito amor —acarició los cabellos que cubrían la frente de Tae.

—No me digas así —se quejó triste.

—Es que yo si los pude ver —confesó con vergüenza.

—Es que, por eso mismo, no pudiste verlos y...

Taehyung reparó lo que había dicho Hoseok.

—¿Cómo? —preguntó queriendo saber quién de sus amigos le había dicho, pero no tuvo que pensar mucho, ya que el dueño de cierta cabellera rubia se le vino a la mente.

—Verás, yo no sabía nada, hasta hoy —aclaró. —Pero ...

—Jungkook —se le adelantó.

—Si —afirmó murmurando.

—Este mocoso —gruño sin enfado. —Le dije claramente que no podía decir nada.

—Pero vamos, por él pude verlos y se lo mucho que te esforzaste —respondió tomando la mano de Taehyung.

El pelinegro suspiro aliviado, al menos Hoseok pudo verlos, pero no disfrutado. Algo era algo.

Yeontan al darse cuenta que la pareja ya lo podía poner atención, empezó a ladrar y brincar por todos lados.

—Y me pregunto —Taehyung tomó al cachorro para marcarlo. —¿Cómo es que te saliste?



Holis, ya se que no es 14, solo que no alcancé a terminarla y por eso lo subo hoy. Aún falta un capítulo que estará muy meloso y cursi. 

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