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La alarma sonó a las seis de la mañana, retumbando en la habitación y especialmente en los oídos de Taehyung, que con toda la pereza del mundo se levantó con los ojos aún cerrados. Se sentía agotado por el ajetreo que llevaba haciendo días atrás.

Solo tenía que recordar que día era para que todo el cansancio y fatiga se esfumara muy lejos. Sabía que todo valía la pena, cuando la recompensa de su esfuerzo sería la hermosa y brillante sonrisa de su novio, sus ojitos anhelantes de amor y, sobre todo, su alegría y energía por todos los regalos.

Agarró su celular para enviar un mensaje a la razón de su felicidad.

Buenos días corazón mío, hoy es una fecha especial y quiero recortarte nuestro plan del día. No olvides que Te Amo con locura. Besos ♡.

Envió aquel cursi y corto mensaje a su novio, hubiera querido decirle todo lo que sentía y que lo amaba con locura, pero tenía que organizar muchas cosas y en la tarde podría explayarse a su gusto.

El ladrido agudo de su mascota lo asustó y devolvió de sus recuerdos, agradeciéndole con un beso en su naricita húmeda y diciéndole lo importante que era en su vida. El canino lo miraba con atención; mientras estaba acostado sobres las mantas que cubrían la cama.

Luego de desayunar, llamó a quién había contratado para que organizara la decoración a orillas del río Han —sería la primera sorpresa—, acordando encontrarse a las diez de la mañana. Hasta esa hora, la decoración al aire libre ya tenía que estar casi terminada, con los extras que incluía el paquete.

Mientras terminó de limpiar, empezó a sacar todo lo que había alquilado y comprado para decorar la sala de su hogar y dejar el lugar casi tan hermoso como el rostro de su novio.

Movió los sillones, acomodó la alfombra, así también como cojines, luces colgantes, flores y más.

Cuando terminó, observó su decoración y quedó satisfecho de su trabajo. Se apuró a cambiarse para terminar de organizar las dos sorpresas restantes y poder tener todo a tiempo.

Al llegar a las orillas del río Han, encontró a Jin Hyung, que era el encargado de la decoración.

Supervisó que todo estuviera como había indicado, colocando un sobre en un pequeño mueble de madera alto, junto al jarrón con flores —que había comprado en la florería camino a casa.

Agradeció a su Hyung por el trabajo, recordándole que tenía que quedarse una persona cuidando hasta que llegara con Hoseok. No sería demasiado tiempo, porque había quedado de verse con su enamorado después del mediodía.

Avanzó al siguiente lugar donde tenía que ir y con el tiempo a su favor. Llegó a la cafetería favorito de ambos, tanto Hoseok como Taehyung, preferían ir ahí, por el gran valor sentimental que le tenían.

Entró al lugar y habló con la muchacha que se encontraba en caja, para ir a la mesa que reservó con anticipación. Preguntó sobre el menú que había encargado y quedó aliviado al saber, que todo estaba bien.

Antes de irse, le entregó un sobre y un ramo de flores a la muchacha, para cuando llegara con Hoseok, dejara los regalos en la mesa antes de sentarse.

Ella le sonrió y le dijo que no se preocupara, que todo iba bien.

Aliviado de que todo fuera en orden, tuvo la idea de ir un momento a una tienda de regalos y poder procrastinar un poco. El ambiente en las calles destilaba amor y Taehyung estaba emocionado.

El tiempo pasó rápido mientras miraba los recuerdos, adornos y más detalles que había en las vitrinas. La sección de dulces se encontraba con personas por los pasillos, escogiendo el regalo indicado para su persona especial.

Taehyung avanzóa la sección de golosinas normales y tomó varias para comer mientras iba a recoger a Hoseok.

De solo pensar en su hermoso novio, una sonrisa enamorada se formó en su rostro y era feliz por ello.

Pero como su madre siempre le decía, que persona precavida valía por dos, decidió dar un último vistazo a las sorpresas que tenía preparada. Así que, luego de pagar lo que tenía en la mano y guardarlos en su bolsillo —porque eran un par no más—, se retiró para ir en su auto a las orillas del río Han.

Quería hacer el recorrido que tenía en mente y ese era el primer lugar donde llevaría a Hoseok.

Cuando llegó al río, caminó con parsimonia mirando como la suave brisa movía los arbustos que se encontraban alrededor del camino. El agua corría despacio, se veía tan relajante y calmado el lugar, que no se percató de las palomas amontonadas cerca de la decoración al aire libre. Suspiró aliviado, porque sabía que alguien estaba cuidando, pero al llegar y no observar nadie cerca, entendió porque las palomas estaban ahí.

Los deliciosos chocolates que había colocado en la pequeña canasta fueron picados, rotos, regados por la alfombra y no encontró uno solo en buen estado.

—¡No, no, no! —negó al ver el desastre, inspeccionando todo.

La desesperación quiso trepar en él, pensó unos segundos e intentó calmarse. Tenía que hacer algo y recordó que quedaban unos cuantos chocolates más en casa, solo era de llevarlos, acomodar bien el lugar y ya.

Solucionado una parte del problema, porque luego se le vino a la mente otro.

La carta que escribió con tanto esmero para Hoseok, no estaba.

No estaba.

Código Rojo.

Primer aviso.

—¿La carta? —preguntó a nadie, porque se hallaba solo ahí.

—Oh —escuchó tras suyo a un adolescente que tenía un helado en la mano.

—¿Tú estabas cuidando?

El adolescente asintió.

Taehyung quería gritarle, decirle muchas cosas que quizás no servirían de nada, porque eso no haría que se regresara el tiempo y los chocolates estuvieran intactos y la carta aparezca en el lugar que la dejó.

Suspiró frustrado, mientras el adolescente no entendía nada y seguía lamiendo su helado.

Al menos tenía dos regalos más para poder sorprender a Hoseok.

La cafetería ya se notaba con más afluencia de personas, ingresando con sus parejas tomadas de las manos y sonriendo. Entró mirando alrededor, viendo como algunas mesas estaban vacías y con la etiqueta de reservadas.

Se tranquilizó, porque sabía que las mesas reservadas no serían ocupadas por personas externas a quiénes ya las tenían previstas para ese día. Sonrió de gusto.

Hasta que...

La sonrisa se le borró al observar a una pareja ocupando la mesa que había reservado.

Disfrutaban de su menú y de las flores que compró con cuidado para la cita con su novio. Sin preguntar llegó en un par de zancadas para hablar —discutir, pelear, lo que sea— con la pareja.

—¿Qué hacen en mi mesa? —preguntó con enojo a la pareja.

Los aludidos lo miraron y no se inmutaron en responder, es más, lo ignoraron.

Pero que se creían, el había reservado esa mesa y comprado esas flores para que Hoseok las percibiera.

Enojado, jaló del brazo al tipo para poder encararlo. La silla cayó al piso, llamando la atención de los demás comensales.

—Te pregunté, ¿Qué haces en mi mesa? —estaba alterado y la nula respuesta hizo que actuara así.

—¿Acaso tiene tu nombre? —respondió igual de enojado que Taehyung.

En un segundo los separaron para evitar que se fueran a los golpes y sacaron a rastras a Taehyung.

¿Cómo podía ser posible?

—¡Yo pague por esa reserva! —reclamó a la muchacha con quién realizó el pago de la mesa.

—Ellos pagaron más —supo responder y encogiéndose los hombros entró a la cafetería.

No le dio tiempo de pedir la carta y las flores, ni las recordó por la adrenalina y coraje del momento.

Agotado, condujo a su departamento, era la última sorpresa que tenía.

Esperaba que la decoración que había preparado fuera su salvación. Tenía los minutos contados para llegar a cambiarse y luego ir a recoger a Hoseok a su casa.

Seguía siendo optimista. Porque tenía más chocolates en casa y podría llevarlos a la sorpresa del rio Han. Al menos solo había perdido la reserva de la cafetería y sus planes seguían como al principio.

Envió un mensaje, recordando a Hoseok que ya mismo lo iría a recoger. Y este le respondió que ya estaba listo y esperando.

No debía sentirse mal, porque tenía al mejor novio del mundo y dos, de tres sorpresas listas.

Colocó la contraseña en la puerta de su departamento y entró emocionado, queriendo observar su trabajo en la sala.

Sin embargo, parecía que un huracán pasó por su departamento y se dedicó a dañar todo.

Especialmente lo que había trabajado con tanto esmero, dejando un ambiente romántico y especial.

Y ese Huracán tenía nombre y apellido.

Kim Yeontan.

El cachorro corrió al sentir la presencia de su humano mientras daba ladridos y movía la colita rápidamente. Estaba feliz, muy feliz el canino. Taehyung no lo estaba.

El alma se le cayó al piso al ver todo el desastre.

La tela de seda que había colgado desde el techo y colocado alrededor de los cojines y en el suelo, estaba tirada y arrugada, las luces que se enredaban en la tela, las observó mordisqueadas.

Se acercó despacio, queriendo despertar del que pensaba que era un sueño.

No, una pesadilla.

El causante del desastre no se daba por enterado que a su humano estaba a punto de darle un mini infarto. Es más, se hallaba sentado esperando que lo llamara para saltar a su encuentro, pero el cachorro se asustó cuando encontró tristeza en la mirada de su dueño.

Las manos en su cabeza, apartando su cabello no ayudaban en nada, pero al menos lo distraían un poquito y evitan empezara a gritar cual loco.

Recordó que dejó algunos chocolates en el paquete, así que a pasos lentos —como si estuviera en un campo de batalla— se dispuso a buscarlos. No tuvo que dar muchos pasos, porque la funda se hallaba despedazada en el suelo.

Quedaba descartado todas las sorpresas para su novio. La del rio Han donde solo faltaban unos chocolates —ahora todos mordisqueados—, la de la cafetería, donde su reserva ya estaba ocupada y la de su departamento.

Quería ponerse a llorar, solo que la lágrima se adelantó a sus pensamientos y rodó por su mejilla.

Tenía tantos pensamientos mezclados.

¿Qué iba hacer en ese momento?

¿Qué regalo podría darle a Hoseok?

Y, sobre todo.

¿Cómo una bola de pelos tan pequeña, podría causar tanto desorden?

Unos minutos pasaron cuando logró calmarse luego de sentarse en un lado del mueble, pensando que carajos hacer.

Tenía un plan trazado y llevado con sumo cuidado para ese día especial. No es como si no hiciera todos los días con Hoseok un momento especial, pero específicamente, quería que fuera diferente.

Quería recorrer por donde ellos habían andado, las orillas del rio Han fue el lugar donde dieron su primer beso luego de varias citas y aún recordaba como Hoseok se sonrojó intensamente al terminar el roce de sus labios, escondiendo su rostro avergonzado en su cuello con un fuerte abrazo.

Había tenido que pedirle que dejara verle, que quería guardar esa imagen en su corazón, suspirando más enamorado cuando Hoseok se separó un poco, mostrando una tímida sonrisa y una mirada brillante emocionada.

Luego la cafetería, el lugar a donde fueron en su primera cita y que no cambiaron hasta ese día —porque la cafetería los cambió a ellos—, organizando un menú especial y muy romántico.

Suspiró, no quería darse por vencido y no lo haría. Buscó un restaurante en su celular, rogando encontrar que tuvieran una mesa libre, solo que lastimosamente estaban demasiados ocupados y no había ni una mesa vacía.

Tan concentrado se hallaba que no escuchó la puerta abrirse de su departamento.

Ahí frente a él se observó a Hoseok, su novio.

Más hermoso y precioso que nunca.

Con una sonrisa limpia y sincera en su rostro.

Y en sus manos, un regalo con flores globos, peluche y dulces.

El no tenía nada.

—¡Feliz San Valentín Tae! —exclamó Hoseok emocionado estirando sus brazos para que su novio tomara el regalo.

Dudando y nervioso Taehyung agarró el regalo. Pesaba demasiado y más al ver un sobre con su nombre como destinatario.

Sonrió avergonzado y dejó el regalo en el sofá, haciendo a un lado el desastre que había ahí.

No sabía que decir, no es que fuera tímido, pero no tenía idea de cómo salir de ahí vivo y con novio.

Secando sus manos sudadas el los costados del pantalón, palpó el bulto en uno de sus bolsillos.

¡Los dulces que compró y que no había tenido tiempo ni cabeza para comer!

Así que sin dilatación y huyendo de la mirada esperanzadora de Hoseok, sacó el dulce —paquete de maní— y lo apretó con fuerza, buscando las palabras exactas.

Pasaron diez segundos, los contó y Hoseok en ningún momento lo presionó, seguía esperando el siguiente pasó de Taehyung.

Sin querer que pasara demasiado tiempo, estiró su brazo con el maní en la mano.

Hoseok ladeó la cabeza no entendiendo lo que su novio hacía.

—Toma —con voz ronca habló, mostrando el paquete de maní dulce al abrir su mano. 

—¿Maní?

—Si.

—¿Y esto es...

—Tu regalo. Feliz San Valentín Hoseok.


Espero que les haya guste, aún faltan dos capítulos más.

Feliz día¡!

Si no tienen a una persona especial en su corazón, recuerden las amistades y los bueno que es tener a alguién en quién confiar.

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