Capítulo 11
Acariciaba a Sück mientras que aun seguía acostada tratando de calmar el odio que sentía por ver a Sergei de nuevo. Creí que cuando lo viera de nuevo estaría feliz pero me pasó lo contrario.
Mis párpados estaban cansados se cerraban lo ultimo que escuché antes de quedarme dormida fue..
—Duces sueños pequeña –dijo una voz masculina.
Más luego quedé dormida.
Recuerdo del pasado
«Mientras que Mandora dormía en sus sueños volvieron sus recuerdos de cuando tenía 18 años.»
Después de haber perdido a mi padre quedé totalmente pérdida, sin sentir ninguna emoción por lo que me rodeaba.
Zio Doménic Arcen había hecho todo lo posible para levantarme el ánimo, pero en cada intento fallaba.
Después de unos dos años estuve encerrada en mi pieza, sin ningún contacto alguno, me veía sin alma, me sentía sin alma.
Para cuando creí que sólo suicidándome todo ya estaría bien, escuché algunas voces conocidas al otro lado, eran de mi Zio y alguien conocido por lo que escuchaba, detrás de la puerta de mi habitación. Al rato escuché que tocaban.
Por la curiosidad, me impulse a salir de la cama, caminé sin gana alguna, y abrí la puerta..
Primero me quedé desconcertada y luego no supe como reaccionar.
—María.. hola –dijo Sergei un chico moreno, de ojos castaños y bien potentado, flaco, me saludo alegremente.
—...ho..la..–contesté dudosa y en voz baja.
—¿Come estai?(¿Cómo está?)... mm...mala pregunta... lo siento –murmuró Sergei arrepintiéndose, porque sabía perfectamente como me sentía.
—No siento nada, déjame sola...
Siendo sincera porque no sabía que debía sentir, no sentía nada y sólo quería quedarme sola.
—Pues no te dejaré sola, no lo permitiré.. eliminaré tu tristeza –dijo Sergei, serio.
Lo miré fijamente sin entenderlo, pero luego me sonrió y por alguna razón, mi corazón latía fuerte; no entendía nada. Luego me agarró la mano y me alejó de la pieza, no tenía idea del porque y en dónde me llevaba, pero lo dejé hacer ya que ni entendía su sonrisa ni su actuar.
Me percato que nos íbamos hacia el patio, del cual vi que había cambiado mucho de lo que recordaba.
Aunque luego me percaté que había una enorme caja con un moño, y miré a Sergei, quién parece que me llevaba justo enfrente de la caja.
Vi que la caja se movía que al principio me inquietó, quise alejarme pero la mano de Camilo me tenía bien sujeta.
—María...no te pasará nada... anda ábrelo –insistió, ansioso y un brillo extraño resaltaba en él.
—De acuerdo...
Lo observo tratando de sonreír, pero no me salió sólo.. lo miré, con una mueca.
Me acerqué cuidadosamente a la caja, sentí que se movía, bueno tenía que ser fuerte y lo abrí..
De ahí mi primera reacción. Después de muchos años, fue susto, y luego sorpresa.
Vi que de la caja salía un hocico negro, era raro lo que veía, luego vi nos ojos azules cristalinos como el cielo y el mar, que me llamaron la atención, me emocioné por primera vez en todo este tiempo.
Era un lobo Negro y blanco que al verme salto a mí, caí al suelo con él.
Me empezó a lamer en la cara, y me empecé a carcajear, me tomó por sorpresa.
Le acaricié su pelo, era suave, al toque, sentí que seríamos buenos amigos. Me levanté acariciándole a mi pequeño lobo, y miré a Camilo.
—¿Cómo... sabías?¿por qué me regalas un lobo? –pregunté dudosa.
—Hablaba en serio, cuando dije que no te dejaría en soledad, y el lobo es un amigo que te protegerá, nunca te abandonará, puesto que vive por largos años –explicó a Sergei.
Se lo observaba emocionado y feliz de que me haya gustado su sorpresa.
Unos meses después
—Gracias Sergei... por todo lo que has hecho por mí...
Agradecí sincera, dándole un tierno beso, el cual él me lo devolvía.
Él me complementaba me sentía amada.
—No hay de que María, haría cualquier cosa, por tu felicidad.. ¿y sabes? debo decirte algo importante –comenzó diciendo Sergei, con un brillo de amor.
Aunque luego se puso serio y no lo entendí.
—De acuerdo Sergei...
No sabía que le ocurría, por aquel cambio rápido de humor.
—Primero quiero que empieces a comer, vivir ya tu vida, segundo dejar de lado la tristeza, ponerte una meta y cumplirlo –pidió Sergei sin dudar, calmado y serio.
—Mm.. trataré.. aunque no prometo nada.
Miré con indiferencia, no me gusta que me vuelvan a repetir estás cosas.
—Hablo en serio mi dulce María, quiero que te propongas una meta, y lo quieras cumplir pase lo que pase, quiero que vuelvas a ser feliz –exige Sergei, tomándome del mentón.
No entendía muy bien a que se debía sus palabras pero traté de pensar en una meta a seguir había pensado en una sola cosa, en todo este tiempo. Y pensé por unos segundo y lo dije.
—Mi meta será matar al bastardo que mató a mi padre, vengar su muerte, y no ser más débil –aseguré firme y decidida.
Por la cara de Sergei pasó, sorpresa, y un destello algo raro y luego algo parecido o puede que me pareció decepción.
—María, yo creo que sería bueno que busques otra meta, osea encontrar la felicidad no todo se soluciona con la venganza –comentó Sergei mirándome fijamente.
—Si no te gusta mi meta, no te metas en ella –me ofendí– hagamos otra cosa que hablar.
—Bueno, perdón.. María, no quería ofenderte ni nada parecido –quiso no perder la conexión que sentíamos.
Pero ya fue tarde, ya no sentía mucho hacia él, en este momento.
Fueron pasando algunas semanas y empecé a entrenar de nuevo en pelear, me recordaba bien las técnicas pero necesitaba practicar.
Empecé a tener una forma buena, trabajada y marcada, poco a poco volví a la forma de antes.
Pero luego sucedió algo que volvió a hundir, fue el vacío que me dejó Sergei, cuando desapareció de mi vida y me dejó una carta..
****
Querida María:
Quería tener más tiempo contigo, protegerte y cuidarte de la soledad, pero por motivos que no puedo hablarte, me iré a solucionar unos problemas.
Cuídate.
Sergei Ducacci
****
Terminando de leer la carta, empecé a soltar algunas lágrimas, me dolió tanto su partida.
No entendía a que venían esos problemas, pero aunque se fue me quedé desde entonces sola con Liuk mi mejor amigo a mi lado, y quede triste volviendo a romper me.
Desde entonces les prohibí a todos decir mi nombre María y que solo se dirijan a mi por Mandora. Me convertí en fría, calculadora y buena líder igual que mi padre.
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