Hoy le dije a Hoseok que también lo amaba.

Ha pasado un total de un año y cinco meses desde que vi al chico de la sonrisa deslumbrante en la cafetería, y siempre estuve agradecido de que se haya quedado junto a mí a través de mis constantes subidas y mis frecuentes bajadas.

Resulté recibiendo ayuda profesional, decidiendo que yo era estúpido por siquiera pensar que estaba bien lidiando con ello por mi cuenta.

Aun tengo las cicatrices, sí, pero desaparecerán. Tal vez no completamente, pero lo harán.

—Te amo mucho —me dijo hoy Hoseok, sus manos frotando de arriba a abajo los bíceps que mi camiseta dejaba expuestos.

Después de muchos conflictos, finalmente estaba en público sin vestir mis usuales camisas de manga larga.

—También te amo.

Fin.