Capítulo 3
NOTAS:
A veces me gustaría cambiar la narración y los diálogos, luego recuerdo que sólo estoy traduciendo y se me pasa jajaja ;)
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—Pienso hacerme un tatuaje
Cuando Stan le dio la noticia, la boca de Ford estaba llena con la mitad del ramen, por lo que tuvo que sorber el resto ruidosamente para poder contestar al comentario, e incluso en ese momento pareció más un balbuceo incomprensible que palabras reales.
—Sí, pensé que sería genial tener uno.
Después de que los fideos fueron engullidos completamente, Ford preguntó: —¿Cómo vas a pagarlo?
—Será gratis ¿Recuerdas a Jeff, el tipo con que he hecho algunos trabajos de construcción? Abrirá su propio estudio de tatuajes, dijo que podía ir obtener algo a cuenta de la casa.
Estaban en medio de su desordenada sala, sentados en una camilla de suelo barata que compraron en GoodWill. Tenían una desgastada televisión que estaba a poca distancia frente a ellos, el VHS conectado reproduciendo 'Grandpa the Kid' con el volumen bajo mientras Ford preguntaba:
—¿De verdad?
Stan asintió, —Sip.
—¿Cuál es el truco?
—No hay truco.
—Stanley —su tono era como el de un leve regaño lo cual provocó que Stan se encorvó un poco.
—Ok, si... puede que haya mencionado que quiere probar el equipo en alguien. —obtuvo una risa como respuesta.
—¿Sabes que los tatuajes son permanentes?
—Me aseguraré de elegir algo que no pueda arruinar.
—¿Cómo qué?
—No sé, por eso te lo estoy diciendo —le dio un codazo al pronunciar el 'te' lo que hizo que por alguna absurda razón Ford sintiera su rostro arder.
—¿qué crees que debería tatuarme?
—Mi nombre y número de celular. Así, cuando te pierdas, la gente sabrá a quién regresarte —respondió sin pensarlo pero una vez que las palabras llegaron a sus oídos, le preocupó la reacción que Stan pudiera tener. No era algo de lo que se hubiera preocupado antes, pero ahora... ¡maldito Preston! ¿Por qué? Oh, ¿Por qué Ford dejaba que las palabras de Northwest le afectasen? Insultos, burlas, todo lo que saliera de la boca del niño rico dejaba alguna clase de marca.
Hacía lo posible para ignorarlo, pero Preston era ese tipo de bravucón en especial, las cosas que decía, ¿Tal vez... Tal vez eran ciertas? No. No es así. Ford sabía que todas las estupideces que Preston pudiera pregonar sobre él eran mentiras. Como por ejemplo el que era 'defectuoso' y como su inteligencia probablemente era por sus 'partes extra'. ¡Puras patrañas! Pero las palabras dolían. Despedazaban la poca autoestima que tenía y con aquella última ronda de comentarios... No eran tanto como insultos, era más como... disparates.
La idea de que Stanley... de que Ford... de que ellos pudieran... de que fueran... Ni siquiera podía pensar las palabras por lo loco era todo eso. Aun así, como siempre, las palabras de Preston habían excavado en lo profundo de su cerebro y no se iban. Aquello le hacía comenzar a preguntarse qué tan seguido... hablaba de esa forma. Nunca antes se había puesto a analizar sus discusiones. Nunca pensó que fuese algo peculiar o fuera de lo ordinario. Pero ahora se encontraba sobre analizando cada palabra pero Stanley, completamente inconsciente de su bullicioso interior, apenas puso los ojos en blanco.
—Ja ja... como sea.
Aquella reacción hizo que Ford se relajara considerablemente.
—¡Ey, eso hubiera sido útil hace dos semanas cuando tú, Jeff y otros de los payasos con quienes trabajas se embriagaron en el centro de la ciudad!
—No fue tan malo.
—Stanley, te desmayaste en un desagüe de la séptima avenida. Tenías el culo en aire y ahí te dejaron. La única razón por la que llegaste a salvo a casa fue por ese amable taxista.
—Oh sí —arrastró las palabras para luego reírse como si el horrible recuerdo hubiese sido uno agradable—. ¡Enrique! ¡Era un tipo genial!
Ford se limitó a suspirar. No podía creer que su hermano intentará hacer que todo luciera como una divertida aventura. Nunca olvidaría lo molesto que estuvo aquella noche. Stan regresaba tarde a casa en ocasiones, especialmente cuando salía con sus amigos de la construcción, pero fue pasada la noche antes de que empezara a preocuparse. Se la había pasado llamando y enviando mensajes como loco al celular de Stan y cuando finalmente alguien respondió habló con él en un inglés quebrado. Afortunadamente hablaba con fluidez varios idiomas, el español entre estos, lo que le ayudó a averiguar lo mal que Enrique la pasó al lado de su hermano.
Con las instrucciones de Ford, el taxista llevó fácilmente a Stan a casa y por su buena acción, Ford lo recompensó, cosa que tuvo que recordarle en ese momento.
—Ajá, un tipo genial al que tuve que darle todo nuestro dinero de la despensa de la semana como propina.
—No tenías que darle todo de propina.
—Sí, sí tenía, pudo haberte dejado ahí. Tuviste suerte, Stanley. No todos son buenos samaritanos.
Stan cambió de lugar donde se sentaba, cogiendo los fideos del tazón. —Sí, supongo.
Preocupado y con el labio inferior entre sus dientes, Ford observaba su comida virando hacia Stanley de vez en vez. Stanley tenía algo como... un intento auto-destructiva. Él no podía determinar exactamente cuándo comenzaba, pero podía decir que sin duda suponía algo serio para él. La idea de que malo pudiera ocurrirle le aterraba.
Cuando eran jóvenes (y mucho más ingenuos) Stanley solía realizar actos que desafiaban a la muerte; saltar hacia la parte honda de la piscina cuando apenas sabían nadar, saltar sobre grandes zanjas en bicicleta. Una vez incluso encontró una caja de cerillos, los cuales encendió uno a uno sosteniéndolos bajo su palma, tan cerca de la piel que Ford tenia los ojos como platos aterrado y preocupado de que su hermano pudiera quemarse. Pero Stan solo se reía. Bromeaba sobre cómo estaba hecho a prueba de fuego, de balas... ¡Del peligro mismo! Por supuesto que él no era tan afortunado, sabía de hecho que no estaba hecho a prueba del peligro.
Recordaba el momento exacto en que lo descubrió. Pasó una mano a lo largo de su espalda aún sin poder sentir la cicatriz, sabía que ahí estaba. Ninguno hablaba sobre ello, pero Ford sabía que había sido un momento decisivo en sus vidas. Fue cuando todo cambió. Cuando la inocencia de unos niños se perdió y la realidad de la vida, de crecer, cayó sobre ellos. Pensando bien en ello, también fue cuando la sobreprotección de Stan hacía Ford comenzó. No era que no haya sido protector antes, desde el momento en que los niños empezaron a meterse con él por sus dedos extra, Stan se volvió su guardián. Pero la cicatriz... el cómo sucedió... aquello fue lo que llevó a una casi demencial vigía sin descanso. Había propiciado el que Stan quisiera saltar siempre a la defensa de Ford incluso cuando este no se lo hubiera pedido.
Esa noche fue el ejemplo perfecto. Sí, Preston molestó a Ford, pero lo estaba sobrellevando. No necesitaba que Stanley llegara con los puños en alto. ¡Podía cuidarse a sí mismo! Todo una ocasión, esa ocasión... Juraría que pudo sentir una punzada en la cicatriz por lo que volvió a tocarla forzándose a pensar en otra cosa. Cualquier cosa. No era la noche para atenerse a aquellos malos recuerdos. En lugar de eso, dejó su tazón sobre la mesita de café de segunda mano frente a él. Cruzó las piernas debajo virándose hacia su hermano para verlo mejor. Trató de concentrarse en la discusión que tenían en el momento.
—Bueno, ¿Qué tal una estrella? Sería buen tatuaje, algo que ni Jeff podría arruinar.
—¿Por qué una estrella?
—Porque eres una —sonrió—. Una estrella de rock.
Stan puso a un lado su tazón para reírse golpeándole en el hombro,
—Sí, cómo no.
—¡Ey! hoy volaste el techo de la cafetería. Bueno, al menos hasta que comenzó la pelea.
—Es verdad —murmuró tocándose el labio de nuevo. Ford le pegó en la mano.
—¡Deja de tocarlo! Es suficientemente malo que estuvieras fumando. Lo que, por cierto, me recuerda lo mal que hueles.
—Oh, como tú hueles rosas —Stan bufó—. No te has bañado en días, ¡grasiento!
—Para tu información, me bañé ayer —contestó irritado—. Y si fui algo descuidado en mi higiene puedes culpar a los trabajos desquiciados de la profesora Tanenbaum.
—Sí, sí, sí, lo entiendo. Te pierdes tanto cuando estudias como para comer, dormir o bañarte y está bien. Si yo olvido hacer algo de eso, soy el peor.
—No eres el peor —replicó—. Sólo me preocupo más por ti de lo que me preocupo por mí mismo.
De nuevo, las palabras salieron sin que Ford pudiese pensarlo dos veces y de nuevo vio a Stan, preguntándose cómo lo tomaría. Al menos no lucía alarmado.
—Deberías preocuparte más por mí, después de todo soy el que trae los fajos de billetes.
—¡yo también traigo algo de dinero!
—¿Qué? ¿Por los dos turnos a la semana que trabajas en La Sala de Prensa? Oh sí, eso es lo que paga las facturas.
—Hago mi contribución —volvió a replicar—. Mantengo un ojo en nuestras finanzas. ¡Al parecer no es suficiente si gastas tanto dinero para cigarros!
Stan se frotó los ojos. —Dios, no vas a olvidarlo pronto ¿o sí?
—Hueles como un cenicero.
—Por favor, al menos dime que huelo como... un dragón —aquello lo tomó por sorpresa.
—¿Un dragón?
Stan cruzó los brazos asintiendo, luciendo orgulloso de sí mismo. —Escupen fuego. Humo, cenizas, así que....
—Eres increíble —respondió aunque su tono denotaba cariño. Era difícil no admirar el espíritu de Stan. Incluso cuando estaba equivocado. —No más cigarrillos, Stan. Es en serio.
—Claro, claro...Ahora, volviendo al tema, ¡Ideas para tatuajes! ¡Tira algo!
—¿Es un no a la estrella entonces?
—Eh, no creo que sea para mí.
—¿Dónde pondrás la marca legendaria para empezar?
Stan palpó detrás de su hombro derecho, Ford lo miró pensativo. —Hmmm... ¿una mariposa?
—Habla en serio.
—¡Lo hago! Las mariposas son fáciles.
—No voy a poner una mariposa en mi cuerpo.
—Un corazón.
—Oh dios.
—Puedes decir que te escriban 'Mamá' en él.
—Olvídalo. Eres inútil —Stan murmuró golpeándole en el brazo de nuevo solo para que se lo regresara y por un momento tuvieran una pelea de broma, dándose puñetazos suaves esquivándose el uno al otro. Stan atrapó su cabeza en una llave enterrándole los nudillos en el cuero cabelludo, Ford se quejaba de cómo se le iba a caer el gorro a lo que Stan se lo quitó lanzándolo a la mesita del café para molestarlo. Eventualmente logró librarse y sobre Stan sujetándolo contra la camilla. Stan reía mientras luchaban, forcejeando de un lado a otro con las manos atrapadas y los brazos temblando mientras se empujaban el uno al otro, Stan ganándole la mayoría del tiempo debido a su fuerza bruta.
Logró quedar encima de Ford pero el forcejeo de su hermano provocó que de Stan se torciera sobresaliendo en un ángulo extraño, lanzando los lentes de Ford a la alfombra.
—¡Waffles belgas calientes! —maldijo Ford provocando que Stan soltara una carcajada, la mayor parte de su peso colapsó sobre su hermano. Ford río olvidándose de la pelea de broma. Cuando eran niños, a veces sus padres los enviaban a quedarse con su tía abuela, o 'tía" durante el verano desconociendo que insultaba frente a ellos, ella trataba de disfrazar lo mejor posible lo que percibía como 'delicadas sensibilidades' reemplazando constantemente los insultos con frases de su propia invención. 'Waffles belgas calientes' era una de sus frases favoritas y Ford y Stan la acogieron meramente por lo divertido que era de decir.
Ninguno lo había dicho por un tiempo, sin embargo, escucharlo en ese momento los dejó histéricos reposando sobre el sillón, enredados, sin aliento y riendo. Stan se apoyó los brazos mirando hacia abajo directo al rostro de Ford quien jadeaba con la visión borrosa con su hermano tan cerca. De pronto el aire... cambió. Era diferente. El aire juguetón desapareció dando paso a una tensión ardiente en su lugar. Ford tragó visiblemente dándose cuenta de que tenía el corazón en la boca. Era... difícil respirar. Su sangre se sentía electrificada y una inexplicable premura lo invadió. Podía sentir cada línea, cada minúscula curva del cuerpo de Stan. Podía sentir el calor filtrándose a través de sus ropas provocando que juntara los ojos para verlo mejor porque aquello... estaba matándolo un poco. Pero Stan sólo rodó para sentarse. Cogió los lentes de Ford del piso para regresarlos gentilmente al rostro de su hermano, empujando el puente ha estuviera acomodado perfectamente sobre su nariz. Ford podía verlo ahora. Podía ver a Stan sentado a su lado con el rostro descubierto en una dulce expresión.
Las luces de la televisión bailaban delante de él, la pequeña cocina estaba en tinieblas tras de él. Y lo veía... Era tan extraño. Ford había visto a Stan cientos de veces. Sabía exactamente cómo lucía perfectamente, podía cerrar los ojos y aún así verlo, pero en aquel momento, era como si mirase a alguien nuevo. Como si mirase a alguien por primera vez, y era un pensamiento raro, tan incongruente que hizo lo mejor que pudo para sonar despreocupado, recordándose a sí mismo que el momento probablemente era sólo inusual para él.
—Tomaré eso como un 'no' para la idea del corazón entonces.
—Sip.
—Bueno, debes tener alguna idea de lo que quieres —Stan lanzó una divertida mirada a eso a lo que Ford ni siquiera tuvo tiempo para preguntar antes de que cogiera uno de sus diarios. Una pila de es encontraba sobre el piso. Stan miraba su interior aunque Ford se opusiera. Pasó una de las páginas.
—Podrías idear algo. Digo, ¡Mira esto! —La página que enseñaba a Ford estaba lleno de notas de su teoría del paradigma multi-dimensional pero también tenía algunos bosquejos de las obras arte que dibujaba. Había algunos ovnis, aliens, espirales raras y otros patrones a lo que Stan dio golpecitos con el dedo.
—¿Ves esto? Tienes toda clase cosas artísticas en esa cabeza de chorlito tuya, ¡Podrías diseñarme algo!
Ford se mordió el interior de la mejilla. —Hmm, no lo sé...
—¡Vamos! ¡Todo el tiempo estás dibujando por comisiones en Eatsy!
—Es Etsy y no hago mis comisiones ahí. Al menos no solo ahí. La mayoría las hago en Tumblr —corrigió Ford—. Y, gracias por recordarme eso porque ahí hay otra forma en la que contribuyo monetariamente.
—Entiendo, ¿tema sensible?
—¡Estabas insinuando que no pongo de mi parte! —dijo en un tono dolido—...que trabajas todo el día y que todo lo que hago es ir a mi 'escuela nerd'.
—No la llamé 'escuela nerd'... esta vez. Y no fue lo que quise decir. Sé que traes algo de dinero, pero no es mucho por trabajar en algo. Como dije; haces uno o dos turnos en la Sala de Prensa. Como sea, admito que fui descuidado en no mencionar el dinero que ganas dibujando a dos personas ficticias fornicando. Eso es lo que dibujas en tu tumbleweed por dinero, ¿no?
—Es Tumblr y... um, sí —Ford se ruborizó—, Es lo que mayormente me piden.
—Sí, es lo que pensé —Stan bufó, divertido—, Pero ese no es mi punto. Mi punto es que eres un gran artista y podrías pensar en algo genial para el tatuaje, algo original.
—N-no lo sé. Digo... podría intentar... —puso el diario en la mesita del café para darle bruscas palmaditas en el brazo a la vez que se ponía en pie.
—¡Estupendo! Bueno, haz algunos garabatos geniales y podemos partir de ahí. Ahora, si me disculpas, aparentemente tengo que tomar una ducha porque oler como dragón es demasiado cool para ti.
Dejó la habitación con Ford sentado ahí, pensando en qué tipo de diseños podría idear que pudieran ser buenos tatuajes. Cogió el diario abriéndolo y mirando algunos de sus dibujos. Dibujar era sólo un hobbie para él, pero le había ido bien. La gente parecía pensar que realizaba un buen trabajo y a que era divertido hacer algo creativo. Le gustaba dibujar, especialmente cuando enfrentaba algún problema en particular. Con eso en mente, buscó un bolígrafo en los alrededores y cuando lo encontró, abrió una página en blanco del diario.
La punta del bolígrafo volaba la página, llenándola poco a poco de formas y definición y, antes de saberlo, había dibujado una clara rendición al rostro de su hermano. Se enfocó en los ojos haciéndolos más oscuros y profundos. Los miró, recordando cómo lucían en el callejón, cómo habían estado sobre él minutos antes, cómo los miró cuando volvió a tener sus lentes puestos y Stan regresó en una bella y absoluta claridad... Ford miró el dibujo, inhalando profundamente y expulsando el aire lentamente mientras la rueda de su cabeza comenzó a trabajar al doble.
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Ilustración del Capítulo 3 - por @thekitkhat (Tumblr)
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