Divina Naturaleza
Me demostraba su caballerosidad y respeto saliendo de su casa para que yo no sintiera miedo o incomodidad, eso me demostraba que es un hombre honorable. Me miraba con recato, no me hacía preguntas, era cauteloso en tratarme, atento, servicial... y también sabe cocinar.
—Pero no cocina comida coreana. —Me interrumpió Ji.
—No. Pero si le enseñas lo hará excelente como tú.
—Lo haré algún día. Estoy maravillado con tu historia, por favor continúa.
—Me alegra saberlo, la vida de muchas personas son una maravillosa historia como la nuestra.
Comí muchísimo esa tarde como si no hubiese comido en días. Gabriel tiene una excelente sazón. Me preparó tacos de barbacoa exquisitos, la carne se desbarataba sola al colocarla en mi boca, creo que nunca antes los había probado. Al terminar de comer nos salimos al patio a descansar meciéndonos en un columpio con pérgola hecho por él. Tallado en madera de cedro, no solo es divino por su forma circular, sino por su aroma exquisito natural y suave de la madera. La vista es espectacular, montañas verdes de frente y un extenso valle entre árboles de diferentes clases adornados con los colores de las flores silvestres que iluminan nuestro camino, el lago de agua dulce con el sonido del agua en movimiento es una bella melodía que te regala paz, te hace sentir sabiduría y la sensación que no pasa nada malo nunca, la naturaleza es divina. Fui conociendo a Gabriel en diferentes aspectos. Cómo es el vivir de un hombre en la soledad de las montañas sin una pareja, sin antes haberse enamorado, sus padres murieron a causa de un lamentable virus raro, su hermana y él sobrevivieron gracias a que ellos no estuvieron en la misma área del hospital la noche que fueron a visitar a su abuelo paterno antes de fallecer. Sin sospechar que a los días se llevaría a sus padres dejando huérfanos a sus dos hijos muy pequeños. Ella tenía escasos 12 años y él solo 7.
—Ven, te llevaré a la que será tu casa Angélica, debemos limpiar antes que oscurezca porque no sé si funcione la luz, debo hacer unas conexiones para que este funcional la casa para ti con todos los servicios. Hace mucho tiempo no la he abierto, ha permanecido cerrada desde que mi hermana se marchó enfadada de vivir en la nada.
— ¿Tenía su propia casa en el paraíso mismo y aun así se fue? Estoy segura que volverá Gabriel.
—No lo sé, me gustaría mucho volver abrazarla. Me hace muy feliz que tú estés aquí.
—Gracias por recibirme tan afectuosamente Gabriel, perdón por asustarte con mis tontas apariciones de las hadas, por insultarte pensando que eres un mago.
—Me encantaría poder ver a las hadas, dicen que son hermosas y muy pequeñas, pero que no todas las almas tienen la dicha de verlas, así que pienso que tú eres un ser muy especial que te eligieron por un buen motivo y me agrada que estén en mi casa que es tuya ahora. Y por lo del mago, no aparezco ni un conejo aun cuando esté dentro del sombrero.
—Me hace muy feliz te expreses así de las hadas sin verlas, el creer y la fe te las mostrara un día.
Después de esa charla el resto de la tarde nos dedicamos a limpiar solo la habitación, todo estaba muy sucio, cubierto de telarañas que la hacía ver como una casa tétrica y de no haber sido por la compañía de mis hermanitas las hadas no habría podido dormir sola en esa habitación. Poco a poco fuimos limpiándola completamente al paso de los días. Gabriel me ha enseñado todo lo referente a las plantas, a los árboles, a diferentes tipos de siembras, sabe todo de agronomía sin estudiarlo y me ha pasado todos sus conocimientos sin ningún tipo de envidia. Desde preparar la tierra, colocar la semilla, tipo de riego y tiempo de cosecha, ahora conozco las flores venenosas, las plantas carnívoras, los diferentes tipos de plaga y cómo combatirlas. Fue y es mi protector, siempre ha estado junto a mí protegiéndome.
Llevamos a vender lo que sembramos al pueblo y poco a poco me fue comprando ropa de mujer, pero aun así escogía pantalones, blusas grandes muy diferentes a como me vestía en mi pasado. Y realmente me he sentido mucho más cómoda. Algunas veces no deseaba ir con él por temor a encontrarme algún empleado de la empresa y sin importarle me compraba cosas de mujer, como cosméticos, ropa interior, y lo necesario para mis días. Es mi hermano, mi amigo y no puedo verlo de otra forma que no sea así, gracias a él y a las hadas estoy aquí y he vivido muy feliz, solo me hacías falta tú.
—No tengo palabras para agradecerle a Gabriel lo que hizo y hace por ti, le debo una disculpa por mi comportamiento tan hosco. Mañana lo haré. No tengo palabras respecto a las hadas, me cuesta creer solo porque nunca las he visto no quiere decir que no existan, si tú me lo dices yo te creo y espero al igual que Gabriel poder verlas algún día, o mejor aún, cuando estemos los tres reunidos para agradecerles que estés hoy en mis brazos.
— ¿Eso quiere decir que te quedaras conmigo Ji?
—Quiero vivir nuestro amor dónde sea, como sea pero teniéndote a mi lado, no me importa dejar todo atrás como tú lo has hecho, quiero empezar una vida nueva, ayudarles en la siembra, vivir despreocupado por un mañana y vivir el hoy, pero cada día haciéndote mía, amaría envejecer a tu lado besándote, jugando por las tardes, disfrutando del olor aromático de tus flores y porqué no, construir muebles de madera juntos para nuestra casa.
Sintiéndome derretirme como mantequilla en un sartén hirviendo, así la sangre me corría por las venas al escuchar sus deseos. Hicimos el amor, nos entregamos con vehemencia, besándonos apasionadamente, pero tranquilamente con el tiempo a nuestro favor.
—Espero que tus hermanas hadas no estén mirándonos.
—Calla, no lo sé. No las veo.
Nos cubrimos con los cobertores jugando mientras nos besábamos los labios. ¡Que felicidad! Que dicha tan grande dormir entre sus brazos, no quiero que amanezca, no quiero que se vaya de mi lado nunca, nunca, es mi alma perfecta, es mi hombre divino, el que fue elegido para mí y yo he elegido una y otra vez libremente encontrarnos y amarnos en cada renacer. Es mi pareja álmica.
Desperté desnuda y sola, por un instante pensé bajar corriendo las escaleras así, pero mi subconsciente me hizo volver por mi bata, bajé corriendo para buscarlo y encontrarlo sentado en la barra desayunador de la cocina en "L" platicando con Gabriel.
—Ya despertó mi pequeña princesa y Gabriel ya te preparó el café.
—Gracias. Ji, Gabriel siempre ha venido todas las mañanas ha preparar el café para cuando despierte esté listo y solo hablarle para desayunar juntos.
Me sentía en una situación muy incómoda, sin dudarlo me acerqué a Gabriel y le di un beso de buenos días en la mejilla como todos los días, regresé detrás de la barra y me acurruqué entre los brazos de Ji y lo besé en los labios. Sonreímos apenados como adolescentes de 15 años al saberse descubiertos al día siguiente de hacer el amor.
—Amooo, amor, me da mucho gusto verte tan feliz. Verte al lado del hombre que siempre has amado. Ji, con todo respeto le digo amor porque así le decía a mi hermana. Angélica vino a iluminar mi vida, como a esta casa que fue sombría.
—Es bueno conocer el motivo. Como ya te expliqué, voy a vivir con Angélica si no te opones, pero si prefieres podemos comprarte unas hectáreas de terreno y construir nuestra casa, respetando que ésta es de tu hermana. ¿Qué te parece?
—No hay necesidad de comprar nada Ji, todo lo que ves es de ustedes, puedes disponer absolutamente con toda confianza y construir su propia casa, les agradezco respeten y me ilusionen el pensar que mi hermana un día desee regresar a su casa pero sobretodo que no me dejaran solo y viviremos cerca.
—Lo hará Gabriel, estoy segura. Y te agradezco tu amor por nosotros y ese desapego al dinero. Me has enseñado a sembrar lo que podemos comer respetando y amando la Tierra, a disfrutar de un atardecer, a cuidar cada planta por el solo hecho de tener vida, cada cosecha con amor, me has traído paz a mi espíritu, serenidad y un profundo respeto por la vida. Solo me hace falta comprobar mis sospechas del accidente de mis padres y sentenciar a la cárcel al responsable. Solo así podremos vivir en armonía y pleno amor todos.
—Te ayudaré en todo lo que necesites.
—Lo sé Gabriel y lo agradezco.
No hacía falta que Ji me expresara su apoyo, el solo hecho de sentir sus brazos en mi cuerpo me lo decían todo.
—Ahora caballeros si me lo permiten voy a vestirme correctamente para ir a mi empresa a indagar sobre el accidente.
Subí corriendo a mi habitación para elegir un vestido sin mangas y el vuelo en la falda circular con estampado de diferentes flores, escogí unas zapatillas rojas y un collar de jade, coloqué dos broches a cada extremo de mi cabeza sujetando el cabello. Ji al verme me abrazó fuerte y me dio muchos besos, hasta que puede escapar de sus brazos.
—Mi pequeña princesa, hoy voy a ver a Martha para terminar nuestra relación. Lo haré allí mismo en la empresa.
—Está bien Ji, confío en ti. Nos vemos allá o por la tarde aquí, recuerda que debes cocinar la comida de la tarde y espero mi kimchi.
—Ya lo tenía en mis prioridades. No lo olvidaría por nada.
Al llegar a la empresa me encontré con Cristina, llevaba la misma blusa que le regaló a Bruno.
—¿Cristina, es la misma blusa que le regalaste a mi perro?
—¿Como que a tu perro?
—Sí, yo soy la joven que entró buscando a su perro.
—Me sorprende muchísimo, no lo hubiera creído si me lo dijeran. No es la misma blusa, es solo el mismo diseño, cuando alguna ropa me enamora realmente compro dos de ellas y tenía mi repuesto de esa blusa.
—¡Vaya, qué gran idea!
—Disculpa la pregunta si te hago sentir incómoda, ¿El joven que vino por ti es tu pareja o lo es el señor Ji?
—No debo responderte esa pregunta.
—Lo entiendo, disculpa mi atrevimiento.
—Vamos a la oficina, necesito hacer unas llamadas a la estación de policía del pueblo.
Ya era mediodía y me sentía exhausta, necesitaba respirar aire fresco, debía ir al manantial o caminar descalza por el pasto y la tierra. Pero un extraño impulso me llevó a mi vieja casa donde la felicidad, las sonrisas y el amor habitaban. Donde la miel reinaba con la compañía de mis padres y nosotros éramos las abejitas.
Ver esa presencia magnífica de residencia en dos pisos con ventanales gigantes, con el techo en dos aguas, con la vista de la terraza a las montañas, al manantial. Con mis recuerdos en el alma me hacía temblar la piel como a un cachorro asustado, como a un perro maltratado que es acariciado por primera vez. No sabía si resistiría entrar de nuevo o allí mismo me desmayaría sola. Solo hay frente a mí rastros de vida.
Abrir la puerta fue una decisión difícil, dar los primero pasos aún más, ver la antesala con los cuadros de mis padres y volver a vivir en mi mente los recuerdos. Proseguí a pasos lentos, me detuve en la sala para ver ese cuadro de los tres y escuchar nuestras sonrisas mientras el pintor lo hacía. Repetía y le repetía... —Ya estoy cansada papi, el pintor ya conoce mi cara, ¿Ya me puedo ir a jugar? —No mi princesa, estamos jugando, anda hazme una cara chistosa sin moverte, estamos congelados. Yo sonreía con cada ocurrencia y jugábamos los tres mientras el pintor hacía ese cuadro con una bella sonrisa de los tres dibujada en nuestro rostro, la sonrisa de la dicha y felicidad sin igual.
Vi los rayos de sol como espadas plateadas entrar por las puertas abatibles de cristal del jardín, éstas aún están abiertas, el piso de madera cubierto con una plasta de polvo gruesa, los muebles, las plantas y las delicadas flores de mamá que curiosamente florecen como si el tiempo no hubiese pasado sobre ellas, como si ella las cuidara a diario, las podara y regara. Caminé ya con lágrimas en los ojos, acaricié una dalia rosa con mis manos temblorosas y entonces vi sus amarilis rojas floreciendo, indudablemente el alma de mamá está presente, esa flor requiere muchos cuidados, ¿Como ha sobrevivido estos dos años sola? Quizás el agua de la lluvia que corre en otras plantas y finalmente llega a ella, la sombra donde ella la sembró para que los rayos del sol no la lastimaran al ser completamente de sombra, seguramente eso es.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top