15. El feliz y el diabólico

Briel

No recuerdo la última vez que dormí de manera tan plácida. Me muevo en la cama, sonriente, toco el otro lado de mi colchón y está vacío, aunque eso no me quita la sonrisa. Abro los ojos, entonces mantengo mi nariz en las sábanas.

Connie.

Estoy obsesionado con esta mujer, parezco un psicópata oliendo las mantas, las cuales tienen su aroma. Creo que por varios días voy a estar totalmente feliz, y eso me encanta. Ya no recuerdo cuándo fue mi última sonrisa verdadera, pero sé que va a mantenerse así por largo rato, por lo tanto, hay que aprovecharla.

Me levanto de la cama, me visto y me preparo para dirigirme a Luxury Deluxe. Una vez llego, me acerco a mi empleada y esta se sobresalta.

—Buenos días, tienes un aumento —le aclaro.

—¡¿Subí de peso?! —grita incrédula.

—No, tontita, te estoy aumentando el suelo.

—¡¿Qué?! —Casi le da un desmayo.

—No mueras, hay que hacer muchas cosas, sígueme.

—¡Sí! —Va detrás de mí, anotando todo lo que le digo.

Ante mi buen humor, la mayoría de mis empleados se asusta y desmaya. Les doy vacaciones, no las aprovechan, pobres. Llego a mi oficina, entonces visualizo a Arae, así que le confieso.

—¡Vamos a donar dinero a los pobres! —expreso en alto.

Mi socia me observa, desconcertada.

—¿Disculpa? —Enarca una ceja.

—Sí, ya sabes, fundaciones y eso, la beneficencia importa.

—¿Se te perdió un tornillo, Briel? —consulta.

Hago una gran sonrisa.

—¡No! Hoy están bien ajustados.

La mirada de todos sigue siendo de asombro, pero yo continúo con mi buen humor.

La mañana pasa y la tarde casi termina, entonces cuando acabo de trabajar, me dirijo a visitar a Connie. Toco el timbre y cuando abre, me observa de mala manera, como siempre. Aunque con la diferencia de un leve rubor.

Lo sospechaba.

—¡Buenas tardes! —expreso de buen humor—. Vine a ver cómo va la construcción de ese coche.

Su vergüenza se va cuando le hablo de la cama de Santino, así que su gesto deja de estar en tensión.

—Ya llévate ese juguetito, Briel.

—¡No! —Entro sin su permiso y ella cierra la puerta, pues no le queda otra, ya estoy aquí—. Verás... —acoto—. Para continuar con mi buen dormir, vine a buscar lo que me pertenece, ¡la cama vieja de Santino!

—¡No te vas a llevar nada! —se queja, luego se cruza de brazos—. ¿No era que te costaba dormir? —cuestiona.

La miro de refilón.

—Tú ya sabes por qué dormí bien —expreso en tono suave.

Se sonroja mientras baja sus manos, despacio.

—Yo... yo... —Observa para un costado—. Eso fue una equivocación, un desliz, así que no va a volver a pasar. Ojalá no duermas nunca más y te dé jaqueca.

Me río.

—Sí, claro —digo con sarcasmo.

—¡Hablo en serio! —grita, alterada y con su sonrojo en aumento—. ¡Lo que ocurrió...!

—¿Qué ocurrió? —Llega el nene, agarrado de la mano de... supongo que el amigo de su madre, ese tal Tadeo.

Ignoro el mirarlo, para continuar con mi buen humor. Ni idea si estos dos tienen algo, pero no quiero saberlo, nada evitará mi felicidad.

—Lo que ocurre, Santi, es que tu madre no me deja llevarme tu cama —explico.

—No te puedes llevar mi cama —responde el nene—. La gente no armó la otra, mamá los echó.

—Oh, ya veo. —Quedo pensativo, luego sonrío—. No te preocupes, yo colocaré esa cama —expreso de buen humor.

—Eres un inútil. —Connie me ataca de manera verbal—. Niño rico, ni de por casualidad sabrías armar una cama.

—Cierto, nosotros solo sabemos destruirlas —contraataco, así que se sonroja, por lo tanto, se calla—. No te inquietes, seguiré las instrucciones y problema resuelto.

—¡¡Sí!! —grita Santino, se suelta de Tadeo y me da la mano a mí—. ¡¡Vamos a mi pieza, y la construimos juntos!! —Me hace caminar y seguirlo, lo que por supuesto hago.

No hay que negar que siento una energía negativa a mi espalda, obviamente, sé que Connie me está observando de manera asesina desde lejos, pero no voy a voltear a ver, me encuentro de muy buen humor como para que me lo quite.

Connie

Voy a matarlo. ¡¿Quién se cree que es?! ¡¿Por qué está aquí en mi casa?! ¡Ah, no lo soporto! Y no entiendo por qué acapara la atención de Santino, si no sirve ni admite que es un padre. Ojalá muera de la forma más horrible posible.

—¿Sabes qué? —opina Tadeo—. Considero que está celoso. —Se ríe.

Enarco una ceja y miro a mi amigo.

—¿Disculpa?

—¿No te diste cuenta la cara de odio que me puso?

—Ah, ¿sí? —Hago una pausa—. Pues no.

—Lo disimuló muy bien, pero por un segundo vislumbré que quería matarme. —Vuelve a reír—. Bueno, él no sabe que soy gay, tendría sentido. Es gracioso, pues pienso que está bien fuertote. —Apoya la mano en su mejilla—. Pero no sé si decírselo.

—¿Por qué? —expreso desconcertada—. Nunca te ha dado vergüenza confesar esas cosas.

Levanta los puños.

—¡¡Es que deseo hacerle un chiste!! —exclama en voz alta—. ¿No quieres averiguar qué hará si le damos una idea equivocada de nosotros?

Me quedo con los ojos bien abiertos.

—Temo por tu vida —opino.

—Dale, vamos, así de paso también me vengo de mi ex.

—Eres diabólico.

Se ríe otra vez, luego declara con confianza:

—Lo sé. 

Inserte meme de "¡Tengo miedo!" JAJAJA

No se juega con los celos de un Lovelace, esto va a terminar mal xD

Y siento que va a terminar mal para ambos... lo descubriremos.

Atte. Vivi.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top