veintidos.

Mamá, me abriste la puerta de mi antigua casa con lágrimas en los ojos.

Me abrazaste, después de tantos años.

Y me dijiste, que mi tia Minji falleció. Ella era lesbiana también.

Nunca aceptaste hasta tu propia hermana.

Nos sentamos a llorar abrazadas toda esa tarde.

La perdiste, y ahora tienes miedo de perderme a mi también.

No soy rencorosa, mamá.

Solo es aceptar.

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