CDMX

Su mamá esta en una cama grande y cómoda, el mejor hospital que el dinero de Jack puede comprar, El hospital Baltimore.

Cientos de estudios se realizan para saber que padece Metsili, de sus hijos, tres se encuentran ahí:

Carlos; Charlie, quesadillas con queso o chilango, Zazil; La que está con el golfo de México, Queta-l las jaibas o Cruz, y Pablo; Pipope, niño cemita o mamón.

Están sentados en la sala de espera, la veracruzana entrando como pocas veces en su rol de hermana mayor y distrayendo a sus hermanos del estado deteriorado en el que se encontraba su padre.

— 'Amá va a salir de esta. Siempre lo hace, cabrones, ya ni podemos liberarnos. — Repite de vez en cuando, sacándoles una sonrisa.

Ellos están en una especie de lounge lujoso, justo afuera del cuarto de su madre.

Ni siquiera parecería un hospital el lugar... si ignoras el pitido de las máquinas, el olor a medicinas, los sueros y depósitos de sangre que ataban a su madre al lugar.

Saben que el resto del hospital no es así, esto es algo que Jack hizo especialmente para Countries.

Los hermanos ya se encuentran mejor, la mayor les ha mostrado memes, les ha contado de su reciente festival, les ha recordado los viejos tiempos.

Es entonces, cuando están empezando a realmente creer que todo estará bien, que Zazil recibe una llamada.

La morena les sonríe con tristeza antes de alejarse y contestar.

"¿'Onde chingaos estás Texas?"  Logra escuchar el capitalino antes de que la chica desaparezca de su vista.

Es en el silencio, que los estados del centro vuelven a la realidad.

Su mano está justo al lado de la del poblano, así que entrelaza sus meñiques, como hacen en las novelas de Seúl.

El mayor aprieta suavemente en respuesta.

Cierra los ojos y se recarga en el sillón, casi acostándose.

Piensa en dormir, y recuerda los viejos tiempos, sin humo en sus pulmones o delincuencia exagerada en su país.

Cuando se da cuenta, el poblano está sacudiendolo.

— Quesadillas.  — Dice como saludo. Sus ojos chocolate chocando con los casi negros del mayor.— Má quiere verte.

Se levanta con algo de trabajo, su pierna cosquilleando por la circulación que se cortó. Cuando entra, su mamá esta despierto.

Le sonríe, con cariño, ojeras bajo sus ojos y su piel viéndose pálida. Son casi un reflejo.

No sabe por qué, pero sus ojos se llenan de lágrimas.

"Mamá", intenta decir, pero su garganta está muy seca y nadie sale de sus labios. — 'amá... — Logra vociferar en su segundo intento.

El mayor extiende su mano a él, y el capitalino corre hacia él, se prende de su cuello y llora.

— Tranquilo, Charlie, tranquilo... — Dice el país, acariciando su espalda, besando su cabeza y tarareando una canción de cuna.

No le dice nada a su capital, de los resultados que ya han llegado. Esa noticia sería dada por Jack o su primogénito... Primogénita, en realidad.

Su hijo se sujeta de él con fuerza, casi desesperación, y el quiere apretar de vuelta, quiere ser capaz de decirle que todo estará bien.

Pero no es así. Y, por Dios, que se rehúsa a mentirle a sus niños.

No de nuevo.

Carlos ha crecido.

Ya no es el pequeño mocoso que esperaba sus regalos de parte de Niklas, Jack o Rafael.

Ya no corre a los brazos de su madre cada vez que cae y se lastima.

Ya no le pide que le cuente leyendas o historias antes de dormir, con una sonrisa tímida en su rostro.

Ya no tiene esos ojos café manchados con verde que desparraman inocencia.

Ya no es lo suficientemente pequeño como para que lo cargue en sus brazos.

Ahora consigue lo que quiere o necesita, tal vez con ayuda, pero sin esperar que se le de en una bandeja de plata.

Ahora se levanta, de situaciones peores, y da una mano a quien esté a su alrededor, ignorando sus heridas.

Ahora pasa noches en vela, disfrutando la vida con amigos y hermanos o terminando sus trabajos.

Ahora brillan la desesperación y la tristeza en su mirada.

Ahora es más alto que Metsili, más capaz, más rebelde. Más fuerte.

Pero, en esos momentos, cuando lo ve caer en lágrimas, la paz llegando al moreno hasta que cae dormido, con la garganta rota y su cabeza recargada en su pecho, se da cuenta de que sigue siendo un niño.

Así que espera.

Acaricia su rostro de manera delicada, besa su frente, para moverse, dejándole espacio en su cama, y lo arropa con suavidad.

Luego le dirá, que padece cáncer.

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¤ Ando sad, sorry .^

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