CDMX.
México está borracho cuando sucede. Es un accidente.
Pero pasa.
Está en la casa que tiene en su capital, tirado en el piso de la sala, mirando el techo. Recuerdos desagradables siguen inundando su mente pese a que ya lleva alrededor de cuatro botellas de tequila.
La oscuridad de sus recuerdos y de la sala. Había tapado los lindos ventanales con vidrios pintados con las cortinas, ni un rayo de luz penetra la negra y densa atmósfera.
La puerta se abre y entra la representación de la Ciudad de México, parecería tener veintitrés años, de no ser por su actitud, su vestimenta y ligera diferencia de estatura, sería imposible reconocerlo de México. Se ven iguales, desde el primer día, ha sido difícil diferenciarlos.
Ojos casi dorados escanean la sala, busca el switch para prender la luz, da unos pasos, tambaleante, él también está borracho.
Pero al menos está conciente.
Desbloquea su celular, prende la lámpara del aparato y busca encender la luz. El otro mexicano se percata de esto, la luz demasiado intensa para él.
Es hasta que la capital prende la luz que ve a su mamá, sentado en medio del suelo de la sala, viéndose claramente molesto.
"¿En dónde carajos estabas, Carlos°?" Si. Ya lo ve preguntándoselo, arrugando la nariz y matándolo con la mirada, chancla en mano. Cuando le dice Carlos es que está realmente molesto, ni siquiera cuando le decía su nombre completo le hablaba por su nombre real, optando por usar su apodo. Se tensa un poco y se prepara para los gritos de su madre, de como lleva toda la madrugada esperándolo, y como apesta a alcohol y blah blah blah, el mismo de tango de siempre.
Pero es recibido por silencio.
Abre un ojo, echa sus cabellos café oscuro para atrás y observa la escena frente a él.
Su padre con la cabeza gacha, rodeado por botellas de tequila y álbumes viejos, llenos de fotos y pequeñas pinturas de personas que no logra reconocer.
Se acerca, cuidadoso, no es la primera vez que algo así sucede... Pero sí es la primera vez que tantas botellas rodean a Metsili. Que su madre ni siquiera tiene la energía de regañarlo y recordarle que está mal emborracharse "Has lo que digo, no lo que hago" respondería cuando Carlos tratara de defenderse de sus regaños al notar su hipocresía.
Toca su hombro, pero el mayor no reacciona. Espera pacientemente frente al mayor, preocupado, y cuando su madre finalmente alza la mirada, es recibido por su hijo, su capital.
— ¿Mamá?
El país lo mira, iracundo, enojado.
— ¡Te odio! — Grita, parándose de manera tambaleante.
— Espe- — El país lo sujeta por el cuello de su camisa, cortando sus palabras.
Es frío, se siente desnudo con el país mirándolo hacia arriba, odio brillando en sus ojos.
— Te odio, maldito indio... — Gruñe, arrastrando sus palabras. Confundiendo a su hijo.— Metiéndote en camas por dinero, — Carlos abre sus ojos de par en par. Sólo Puebla sabía eso.— dejándote mani-manipular...— Intenta separarse del país, pero este sólo lo sujeta con mas fuerza.— Eres un cualquiera. Todos lo saben. Tus, tus Hic-
— Mamá, por fa-
—Una maldita mierda incestuosa. — Lo mira, alarmado. Sabe de Puebla. Tiembla— Nada más que un pobre inútil. Todos te usan ¡Todos! ¿En serio creíste que te quería? Como podría alguien como él amarte cuando solo eres... — El latino sonríe con sarna, viendolo directamente a los ojos, casi gozando su sufrimiento. Los dos lloran, pero, aún así no detiene sus palabras— Un maldito error. — Sisea. El capitalino mira horrorizado a su madre, cada palabra haciéndosele una verdad dolorosa. Un secreto mal cuidado. — Nunca debiste nacer y lo sabes. Sabes que todos te odian. Eres el mayor error en todo el maldito mundo.
El mayor empuja a su hijo, ignorando las lágrimas que caen por sus mejillas, tirándolo.
Se da la media vuelta, contempla la pared, como si hubiera olvidado que iba a hacer, y mira de reojo a donde estaba el menor.
Ríe. Ríe y es vacío, sin corazón.
El chico mirando al contrario. No. Su mamá no es así.
Pero sus palabras, sus acciones...
— ¿Y el espejo? — Se pregunta a sí mismo el país antes de desmayarse, rompiendo botellas y aplastando fotos en condiciones previamente prístinas.
El chilango se sostiene con sus codos, jadeando. Lágrimas aún caen por sus ojos y traga.
— ¿Mamá?
No escucha respuesta. Así que se permite llorar hasta que su corazón este satisfecho. Tal vez las palabras hirientes de México no iban dirigidas a él, pero jamás lo olvidaría...
Muerde su labio y mira al suelo, pequeños pedazos de vidrio en este. Golpea con fuerza el suelo, el vidrio enterrándose en su mano y trata de calmar su respiración.
Duele.
Los dos tienen que ir al hospital por las heridas al día siguiente, salen sin cicatrices externas, pero ninguno de los dos se recuperará por completo.
▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪▪
Están todos los estados del centro, son técnicamente niños.
Queretaro, Quique para los amigos, está entretenido persiguiendo a una libelula con Hidalgo, el menor tropezando varias veces, pues es el más pequeño de todos los presentes.
Morelos y Elías, El Estado de México, platican animadamente de sus experiencias al montar uno de los caballos de su madre, exagerando la historia para que parezca ser más interesante.
Puebla y Tlaxcala platicando en la sombra de uno de de los árboles que se encuentran por ahí.
Se siente algo sólo, quiere acercarse al poblano, pero los nervios lo invaden cada vez que se acerca a su hermano. Hace puchero y mira el pasto bajo sus pies, picando la tierra con sus manitas, como si eso solucionara algo.
Y una corriente fría cosquillea su cuello.
—¡Ay! — Chilla, alejándose de lo que sea que esté detrás de él y tomando una ramita como si fuera una espada, voltea, valerosamente, su arma entre sus manos temblorosas.
Pero en lugar se un monstruo, un vampiro, o un colonizador, se topa con su mamá incado frente a él. Este se cubre su boca, aún así una sonrisa pícara asomándose por sus labios.
— ¡Mamá! — lo "Regaña", el país sólo ríe y lo carga, alzándolo por sus axilas, juntando su nariz con la del menor.
— Vamos, Charlitos. — Sonríe amable. — ¿Por qué andabas con la cara larga?
El menor, indignado, voltea, negándose a verlo.
— Queti.
— ¿En serio le dirías a tu mamá "Que te importa"? Que grosero. — Mira de reojo a su mamá y este le saca la lengua.
El capitalino hace un "Jum" y se rehusa a imitarlo... entonces siente una lámida en su mejilla.
— ¡Mamá! — Grita, tallando su mejilla con una mueca, pero el país solo ríe. Al fin entiende por qué papá Jack decía que México tenía una risa contagiosa, pues su mal humor muere pronto y se une a las carcajadas de su mamá.
El mexicano da vueltas, el vestido blanco que usa parece volar y su estado mira, feliz, como el paisaje parece difuminarse atrás de su mamá, pero Metsili para, de manera algo brusca para el niño, sus hermanos rodeándolos.
Hidalgo estira sus manos hacia el país, el ceño fruncido — ¡Yo también quiero!
— ¡Yo soy más grande yo primero! — Interviene el poblano.
— Yo soy aún más grande que ustedes. Así que voy YO primero — Se jacta el tlaxcalteco.
Por unos momentos el de cabellos café oscuro se entristece, ¿Lo dejará su mamá? Si tanto le gusto dar vueltas con él. Hace puchero y sus ojos se humedecen un poco. Es ahí que el adulto lo acomoda en su hombro derecho, en el otro acomoda a Puebla y en sus brazos carga, con cuidado y trabajo a los otros niños.
— Están bien gordos. — Dice juguetón su mamá, aunque la verdad es que se encuentra muy cansado. — ¡No más tacos!
"Ahhh" corean los niños, haciendo al mexicano reír para que vuelva a dar vueltas.
Sin embargo, cargar a siete niños no es fácil, seas país naturalemnte más fuerte que un humano o no... Y había ramitas en todos lados, ni hablar de las pequeñas piedras que, inevitablemente, le hicieron perder el balance.— Chingada ma- — El grito del país es interrumpido cuando se siente caer.
Carlos cierra los ojos con fuerza y toma la mano del poblano.
Caen. Pero, no siente dolor alguno. Abre los ojos y se ve envuelto por las alas de su mamá, bajo él, el pasto, sus ojos contemplan cielo azul sobre ellos.
Queretaro empieza a reír, contagiando a sus hermanos y su madre.
Unos tosidos falsos los distraen, al alzar la mirada se encuentran con la representación de Austria.
— ¿Qué tal? — Preguntó Niklas con un acento.
— ¡Papá! — Chilla la capital para levantarse de su lugar, con una sonrisa en su rostro.
La cara del austriaco se ilumina, una sonrisa tatuandose en sus labios.
— Charlie. — Dice de manera educada antes de cargar al menor en sus brazos. Elías se levanta, molesto y extiende sus brazos al mayor.
— ¡Yo también quiero! — Exclama, con el ceño fruncido.
— ¡Y yo! — Corea Hidalgo. El austriaco decide sentarse, dejando que los tres se acomoden en su regazo.
— ¡Pues yo me quedo con mamá! — Celebra Querétaro, abrazando fuertemente a su madre.
Los dos países solo se ven, y el latino le manda un beso a su esposo, haciéndolo sonrojar y sacándole más risas al latino
Sabe que la relación que tienen es complicada, y a veces extraña a papá Jack, pero le gusta que Metsili ya no esté peleando con Jack en las noches, que ya no use mangas largas cuando hace calor o sombreros que le cubran media cara. Su mamá se ve más bonito así, más feliz. Charlie se recarga en el pecho de Niklas, su madre estira su mano y entrelaza sus dedos con los de pequeño, antes de dedicarle una pequeña sonrisa.
La joven ciudad corresponde, apretando la mano de su madre.
Y sabe, que no importa que suceda, siempre recordará ese día con amor.
Así que piensa en ese cuando deja caer el celular, cuando el objeto rebota en el suele antes de caer con la pantalla primero, sus lágrimas siendo más rápidas que el aparato.
— ¡¿Chilango?! — Lo llama su hermana mayor, corriendo a su lado, su pareja y hermano viendolo con preocupación.
— Mamá está en el hospital. — Murmura el castaño, sus manos temblando, en la misma poscición en la que dejó caer el móvil.
La veracruzana cruza miradas con el poblano, el lunch que compartían arruinandose.
— ¿En dónde está? — Pregunta el poblano, acariciando el rostro del menor.
— No sé. — Contesta, avergonzado.
— No mames wey, pipope, dame plata, voy a llamar al peje. — Se queja la Veracruzana, quitandole la cartera al menor para dirigirse a un teléfono público y marcar el número del presidente.
Pero el chico de tez morena no se percata de nada de esto.
"Hello? Is this 'las quesadillas tienen queso'?"
Cierra sus ojos y se recarga en Pablo.
"¿Quién eres wey?"
Piensa en esos días.
"Mexico fainted. He is bleeding, and, I-I honestly don't know what is going on- This is- This is very bad- It's definetly not corruption or..."
Con Niklas, Elías, Pablo...
Ahora, está en camino a un hospital, sus hermanos tan o más tristes que él.
Muerde su dedo y mira la ventana.
Piensa en su madre. En los viejos tiempos...
¿Tendrán más?
●●●
No me peguen.
°Quiero que todo el mundo le diga Charlie, perdón .'3
Consideré seriamente poner el momento como el terremoto del 85, pero no me atrevo, consideré un capítulo extra, pero, escribo bien feo, no los quiero torturar .'v
¿Qué pareja les gustaría para esta historia? .^
Feliz día de la madre.
Perdón por esta atrocidad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top