6.
Los primeros días en aquella institución la miraban a Malysa como si se tratase de algo precioso. Algo que es tan especial que temían acercarse y romperlo.
Al transcurrir las primeras clases notaron que ella no era muy habilidosa con la magia, muchos comenzaron a burlarse de ella mientras que otros planeaban su asesinato en silencio.
El resto de los hermanos Rich, eran los primero en estallar en risas y humillar a su hermana en cada momento.
Astaroth no sabia que hacer para poder ayudar a su ama, la veía tan asustada y triste que si las cosas seguían avanzando de esa manera era muy probable que moriría.
—Malysa —dijo el demonio una vez en su habitación —Tienes que tener mas confianza en ti misma.
—No es que no tenga confianza, es que no tengo habilidad mágica.
—¡No puedo creer que digas eso! —él exageró su respuesta
—¿Eh? —ella lo miró confundida.
—¿Acaso sabes la cantidad de fuerza mágica que me tenia retenido? ¿Sabes el enorme poder que tienes? Nadie con un nivel mágico como como el de Rio, podría haberme liberado.
—¿Hablas en serio? —Malysa se sentó en el borde de la cama.
Astaroth sonrió y se arrodilló frente a ella.
Tomo las manos de su dueña —Mas cinco millones de criaturas mágicas se necesitaron para encerrarme ¿no te da una idea del poder mágico que me retenía? ¡El poder de millones de criaturas no se comparó con el poder de mi señora! ¡Con tu poder Malysa!
La primogénita no podía creerlo ¿él le estaba diciendo la verdad?
Ella sonrió con tristeza, creyó que solo quería animarla.
—Aunque sea así —Malysa suspiró —cuando es hora de hacer alguna clase de hechizo o conjuro me paralizo ¡No puedo usar mi sangre!
Aquel demonio había estado pensando en eso por mucho días y tenia una solución, algo que se descubrió pero nunca fue usado.
—Puede que tenga una solución para eso —se levantó.
—¿Cuál? ¿Dime? —ella igualó su acción emocionada.
—No se, aun no encontré las consecuencias de eso. No se que tan seguro sea.
Malysa se acercó a el asustada —¿Me ayudará a dejar de pasar vergüenza en las clases?
—Eso seguro —él rió al escuchar su preocupación.
—Y a.. —tomó las manos de Astaroth —¿a no morir en la competencia?
—Si —susurró el demonio.
Estaba confundido, desde cuando las cosas le daban tanto miedo.
—Hagámoslo —ella ordenó.
—¿Estas segura?
—¿Qué es? ¿Qué hay que hacer?
—Es un... tenemos que..
—¿¡Qué!? ¡Dilo! —ella estaba ansiosa.
—Es una especie de unión
—¿Una unión? ¿Qué unión? ¿cómo?
—Es una unión de cuerpo y alma.
—¿Seremos solo uno? ¿Seremos...Maloth?
—No —él rió —literalmente no se fusionaran nuestros cuerpos. A lo que voy es que si yo me lastimo tu te lastimas y al revés
—¿Pero eso como me va a ayudar con mis hechizos?
—Ese conjuro hace que puedas usar mi sangre como la tuya. Entonces yo puedo darte mi sangre para los conjuros y demás actividades mágicas.
Malysa se quedó en silencio pensativa.
La consecuencia de este hechizo era clara, siempre sufriremos ambos, no importa quien tenga las heridas, si el muere yo muero y eso es algo que ningún ser mágico haría por su familiar, generalmente es al revés. Si el mago muere el familiar muere con él.
—¿Dónde encontraste el hechizo? —habló concentrada.
—En uno de los libros de la..¿sala prohibida? —sonrió con picardia.
—Entiendo —susurró.
Astaroth estaba nervioso, ningún día de todas estas semanas que había pasado con ella, nunca la había visto tan seria.
—Creo que es una mala idea —él intentó restarle importancia al asunto.
—Déjame pensarlo unos días —ella respondió con confianza.
—¿Pensarlo? No creo que debamos hacerlo — intentó que se olvidara del asunto.
—Solo, déjame pensarlo. Después de todo ya he roto varias reglas cuando te traje aquí.
Dibujar símbolos de conjuro u hechizos sobre la piel del mismo mago era visto como magia oscura y que no debía ser utilizada por nadie, y por ese motivo estaban en los libros prohibidos. Malysa, en la desesperación por no morir, rompió las reglas y realizó uno de los conjuros prohibidos para salvar su vida el día que Astaroth fue tomado como familiar.
Él comprendió a que se refería y decidió guardar silencio. Aquella niña podría ser muy temeraria en los momentos en los que su vida estaba en juego, y por algún motivo, a ese demonio le encantaba ese lado oscuro.
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