13.
Astaroth, para conseguir ese frasco que su dueña había solicitado, saqueo a un grupo que se encontraba bastante cerca de donde ella se recuperaba. Estaban a solo dos horas de allí.
Sin dudarlo los asesinó y robo sus pertenencias .
Ellos, al salir apresurados, no habían preparado nada para la competencia. No llevaban comida, ni abrigos, ni recipientes para llenar con agua.
Luego de matarlos, el demonio, cayó en cuenta de que Malysa no quería matar a nadie, había desobedecido la orden de su ama. Aunque no se trataban de sus hermanos de seguro no le gustará cuando se entere.
A toda prisa, comenzó a correr para volver al lado de ella. La había dejado sola y estaba herida.
Cuando ingreso a la cueva noto que el dulce olor a sangre de la pelirroja se había mezclado con un olor amargo y ácido.
—Malysa —bramó mientras se adentraba —. Malysa ¡responde! —se impacientó.
Al llegar al núcleo de la cueva vio manchas de manos estampadas contra las paredes, marcadas con sangre. Él se acercó y olfateó. La buena noticia era que aquella no pertenecía a su amada.
—¡Astaroth! —chillo ella al verlo.
—¿Qué sucedió? —se arrodilló a su lado y la tomó de los hombros.
—No quise hacerlo ¡Juro que no quise hacerlo! —gritó desconsolada.
—¿No quisiste hacer qué exactamente? — el demonio había notado una particularidad. Había sangre de un extraño y olor a muerte. Pero no había señales de ningún cuerpo sin vida a su alrededor.
Lo que más se temía estaba sucediendo, parte de ella estaba siendo tomada por la sangre demoníaca.
—Ese muchacho entró —comenzó a explicar —yo me asusté y le tiré una piedra, que lastimó su frente con una pequeña herida —me tomó de los brazos y apretó con fuerza —. Empecé a sentir el olor a su sangre y me entró mucha, pero no te miento, mucha hambre — sus ojos se cristalizaron —Y cuando volví a mi —hizo una pausa —estaba terminando de comer lo que quedaba de él.
Malysa rompió en llanto y abrazó a su familiar.
En parte esto era culpa de Astaroth, después de todo la sangre demoníaca no puede ser usada para curar ningún otro ser que no sea un demonio.
Asustado reviso con torpeza la herida que casi la desangra y está ya no estaba.
—Malysa, esto es mi culpa —confesó luego de examinarla.
—Eso es ilógico —se molesto.
—La cosa es que... cuando vi que no despertabas y que ibas a perderte la cacería por el trono yo —dejo de hablar.
—¿vos...?
—Te di de beber mi sangre
—¿Qué hiciste qué? —clamó espantada —¿por que hiciste eso?
—Es lo que te
—Ya se, no lo repitas. Entiendo que tenías buenas intenciones, pero sabes lo que la sangre de demonio puede hacerle a una bruja, va a cualquier ser que no sea ¡un demonio! —la primogénita por primera vez se había alterado con todas las letras.
—Vamos a solucionarlo —intento calmarla.
—Ahora entiendo todo —murmuro —Al no poder controlarme termine haciendo un acto de canibalismo. Eso es por que no estabas aquí, tendría que haberme calmado con un poco más de tu sangre —la pelirroja caminaba en círculos por la cueva mientras analizaba en detalle la situación.
—No podemos hacer eso, tenemos que dejar que se purgue mi sangre de tu cuerpo.
—¿Te das una mínima idea del dolor que voy a sentir? Muchas brujas murieron intentando limpiar su sangre.
—Oí historias —susurró —. Estamos en una situación muy diferente —remarcó —, todas esas brujas no tenían un demonio como familiar. Te prometo que limpiaremos tu sangre con paciencia y con el menor dolor posible.
—Espero que sea posible — ella se acurruco cerca de unas rocas y decidió ignorar por lo que restaba del día la presencia de aquel demonio mayor.
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