10.
Luego de leer todas esas páginas marcadas por su familiar, entendió el por qué nadie había realizado ese conjuro.
La muerte. Pocos logran terminar el ritual y muchos otros lo terminan mal y al siguiente día...mueren.
¿Este había sido un gran error o un acto de valentía?
—Eres Malysa Rich, la futura reina de cada criatura mágica sobre el mundo. Yo se que sobreviviremos —Astaroth confiaba mucho en el poder y la capacidad de su ama.
El problema era que a ella le faltaba mucha confianza y eso podría causar el desastre.
Asintió cerrando el último libro.
— Tenemos que hacerlo —el demonio nervioso afirmó.
Malysa lo miró algo asustada, nerviosa.
Ni siquiera había besado a alguien y ahora tenia que...
Era mucho para ella, pero si quería salvar la vida de su familiar tenían que hacerlo.
—Malysa —él habló —se que esto es mucho para ti —suspiró —pero, no puedo dejarte morir.
Ambos pensaban en la vida del otro antes que en la de ellos. Ningún brujo se preocuparía por la vida de su familiar, pero esta pelirroja estaba dispuesta a todo con tal de no arrastrarlo a sus errores.
—No es tu culpa—volvió a hablar —Yo como familiar, tendría que haberme dado cuenta. Si es prohibido por algo es. Soy un demonio, y romper las reglas es lo mio —sonrió de lado. —No voy a lastimarte y pondré mucha más atención a cualquier locura que se nos ocurra.
La primogénita devolvió la sonrisa y se acercó a él.
Tomó su navaja y la mano de él.
Sostuvieron sus miradas por unos segundos y ella cortó la palma de Astaroth.
El demonio apretó la mandíbula por el dolor que produjo el corte y la miró con atención.
Ella dibujó un símbolo en su muñeca y tiró la navaja.
—Hagámoslo —susurró.
Ese pequeño símbolo le había devuelto la voz.
—Tu voz..
—Lo leí en uno de los libros. La necesitamos para terminar el conjuro.
Malysa apretó sus puños y tomó coraje. Era inevitable.
Se quitó sus prendas hasta quedar en ropa interior.
Como el demonio temía cometer un tabú, la miraba nervioso.
Ella se acercó y le quitó esa campera de cuero negra que usaba desde el primer día que lo vio.
—No dejaré que mueras —ella susurró mientras tiraba el abrigo al suelo.
Se colocó en punta de pies y lo besó.
El corazón del demonio comenzó lentamente a latir.
Un latido inaudible, luego otro y otro hasta que lentamente lo aturdió.
—Esta...—Malysa colocó su oído en su pecho —latiendo... —susurró.
Él demonio se sintió avergonzado y la alejó con suavidad.
—No es lo que piensas —intentó excusarse nervioso.
—No pienso nada —respondió
Malysa sabia que las horas que les quedaban eran pocas y él estaba muy nervioso. Si no tomaba la iniciativa los dos terminarían muertos.
Se volvió a aproximar y le quitó la remera.
—No estoy seguro de hacer esto —él confesó.
—Si no lo hacemos moriremos y no dejaré que mueras por mi error —le quitó el cinturón.
Astaroth la tomó de las manos deteniéndola.
—Creo que esto será más fácil si nos embriagamos.
—¿Embriagarnos? Tengo un conjuro para eso —Malysa con tal de que él se sienta cómodo haría lo que sea necesario.
—¿Tienes un conjuro para todo? —él rió.
—Cuando eres mala en la practica lees mucho más de lo que imaginas y así, es como aprendes más de lo que es permitido.
El demonio cortó la palma de su mano y cuando la sangre comenzó a salir ella hizo el hechizo.
Comenzaron a sentir ese malestar en la cabeza, se sentían mareados y felices.
Astaroth tomó el coraje que necesitaba para romper una de las normas mas respetadas por el mundo mágico.
La tomó de la cintura y la llevó a la cama.
—No se que pasará después de esto, pero tengo que decirte que eres hermosa Malysa.
Ella rió mientras lo tomaba del cuello.
—A veces parece que tienes doble personalidad, tan tímida pero tan valiente cuando es necesario y eso te hace única. Con orgullo digo que daría mi vida por ti.
—Ya deja de hablar —lo besó y él cayó sobre ella.
Astaroth le desabrochó el brasier y lo hizo a un lado.
—Seré suave, lo prometo —susurró entre besos.
—Te creo —jadeó.
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