Único capitulo
Miró consternado a su ayudante al escuchar sus palabras, pero aun con su mirada fría el pelirrojo se mantuvo firme en la entrada del laboratorio con tableta en mano. Suspiro cansado, dejando los tubos de ensayo con agua oscura en su escritorio, sin darle importancia y aun pensando que su ayudante se ha equivocado, presto ahora su atención a su cuaderno de apuntes.
— Repiteme la petición.
— .. Es una solicitud de visita jefe, el asilo de ancianos de la caverna Logan está pidiendo que asista a una visita programada.
Blakk aun sin creerlo rio con burla, tomando el bolígrafo del cuaderno para tachar ciertos apuntes.
— ¿Y para que estropeadas me quieren rodeado de ancianos?. Soy un empresario, no un.. Médico, un niño que escuche su historias, o lo que sea que necesitan los ancianos para tener algo de atención.
— Un anciano solicita de usted. —el pelirrojo se acercó hasta quedar junto al castaño, mostrando la carta de solicitud digitalizada en la tableta:— Según lo que dicen, el anciano está en las últimas, muy avanzado de edad, necesitando silla de ruedas y tanques de oxigeno. Exigio por usted, jefe.
Si con eso piensan que lo van a conmover están bastante equivocados, ¿un poco de pena?, si, pero no es tan ingenuo para aceptar tal cosa. Hizo una mueca de disgusto, no tenía tiempo para estas cosas y mucho menos que un anciano con Alzheimer lo este confundiendo con algún familiar.
Dejó sus notas para volver a tomar los tubos de ensayo con agua oscura.
— ¿Y quién es este anciano misterioso que solicita de mí?. —moviendo en círculos suaves el tubo, observando como la sustancia rojo sangre hacia ligeros burbujeos.
— Un tal... Harlan Blakk.
El tubo de ensayos se hizo añicos en el frío piso, esparciendo el dichoso líquido, Maurice retrocedió de inmediato, alejándose lo más posible de aquella sustancia, en cambio el albino quedó estático en su silla sin importarle tener sus botas manchadas del agua oscura.
De seguir con su tez bronceada se pusiera pálido tal cual estaba actualmente, permanece quieto en su asiento, llevando una mano a sus labios, inconscientemente empezó a morderse las uñas de los dedos, una mala costumbre que no hacía desde ya años debido al mal de la ansiedad y nervios.
Hace tantos años que no había escuchado o pensado en aquel maldito nombre, los recuerdos de la presencia de aquel hombre que lastimosamente era su padre pasaron en una mezcla muy ácida; en su corto tiempo de convivencia podía decir con seguridad que no existia algun recuerdo de bienvenida, ni gratificante, ni cómodo, solo recuerdos amargos.
Maurice tuvo que rodear el escritorio a una larga distancia esquivando el agua oscura para poder ver de frente a su jefe, ver la expresión tan vacía y fuera de sí en el castaño fue algo totalmente nuevo, jamás lo había visto reaccionar así.
Para sorpresa del guardaespaldas, no pasó mucho cuando el albino volvió en sí, frunció la mirada y su postura encorvada volvió a ser recta, alzó el pecho y tomando la tableta de las manos de su ayudante le dio la espalda, saliendo del laboratorio.
Aún confundido y consternado por lo ocurrido el pelirrojo simplemente negó llevando sus manos a su cintura, tratar de comprender o analizar los pensamientos de este hombre es simplemente un laberinto sin salida. Ahora solo se dedicó a salir del laboratorio a buscar a alguien para que limpie el desastre, ni loco piensa tocar cualquier líquido experimentado por su superior.
Estaciono su meca en el parking frente al asilo, al bajar se acomodo el cuello de la gabardina para ocultar más su rostro y la boina la ajustó mejor, no quería ser reconocido, mucho menos ser visto entrando a un asilo.
Sin más tomó la entrada principal, ambas puertas de cristal abiertas de par en par, la barra de oficina estaba disponible con tres secretarías atendiendo sus computadoras, así que se acercó a la del medio.
— ¿En que le podemos ayudar señor?. —saco de los bolsillos la nota de solicitud, entregando el papel con su firma a la secretaria; la joven mujer al leer breve el papel se sorprendió soltando un suspiro, llamó la atención de sus compañeras, pero esta se le quedó mirando como si estuviera viendo un fantasma:— ¿Usted.. es algún familiar del paciente?.
Frunció los labios, no por la pregunta en sí, sino por la reacción de la secretaría, ¿será que lo reconoció?, no sabe cómo decirlo pero sin duda estaba llamando la atención y eso era lo que menos quería.
— ¿Es necesario un interrogatorio?. —con frialdad, haciendo enmudecer a las secretarías:— Seré breve, entrar y salir, no quiero seguir perdiendo el tiempo.
Dicho esto las secretarias se miraron nuevamente, la del medio se levantó y en silencio tomaron el pasillo principal.
Los pasillos eran silenciosos y calmos, para ser un asilo estaba en buen estado y bien cuidado, el personal venía de aquí y allá, pero no fue hasta que estuvieron en el segundo piso que logró ver a los ancianos en lo que parece el living. Cada uno haciendo actividades diferentes, algunos en su típico grupo hablando entre sí, otros jugaban juegos de mesa, póker, ajedrez, Slugnopoli, otros y predeciblemente estaban con sus familiares.
Esta no era la imagen que esperaba, un error de su parte, siempre pensó que los asilos eran cutres, muy ruidosos, un desastre por todos lados, esto parece un hotel 6 estrellas para ancianos.
Al rodear el salón la secretaria pidió que espere, pedido que lo hizo gruñir pero que no tuvo de otra que aceptar. Tomando asiento en un sofá alejado de cualquier persona o anciano, la secretaría tomó otro camino, él simplemente le quedaba esperar. No supo cómo o cuándo, pero para cuando se dio cuenta que una anciana se le acercó en su silla de ruedas ya era tarde, está ya al lado izquierdo del sofá lo miró fijamente unos momentos, él le devolvió la mirada de manera fría, el momento se volvió como si fuera un duelo para ver quién podía mantener la mirada más seria entre los dos.
— Oh, así que era verdad. —la anciana regordeta rio un poco ruidosa, haciendo que Blakk la miré con disgusto, ¿acaso se le acercó una loca?:— Cuando Harlan dijo que eras su hijo ya pensamos que la vejez le pego la esquizofrenia. Pero ahora que te veo de cerca. —la anciana se inclinó en su silla, sonriéndole con suspicacia:— ¡Eres una copia casi exacta de ese malnacido!.
— ¿No tiene algo que hacer señora?. —desviando la mirada al frente se recostó de brazos cruzados en el sofá:— ¿Jugar Damas o tomar sus medicinas?.
— ... De tal palo, tal astilla.
La anciana se alejó en su silla de ruedas, él solo negó con aburrimiento, pero también le hizo pensar en una cruda realidad, al final todos terminan siendo viejos decrépitos... Eso lo incluye.
Pasaron unos 20 minutos de espera que se hicieron eternos, hasta que la secretaria volvió. Con un gruñido la seguiría para poder reunirse, le extraño que se le dejará en el último piso, pero por lo visto sería una zona más privada.
Al entrar a la azotea la vista se volvió un pequeño parque, con bancas y balcones para apreciar la vista de la caverna desde cualquier ángulo, la brisa era fuerte pero agradable y el ambiente era bastante tranquilo, y para mejor, no había nadie más.
— Allí está el señor. —ya a pocos pasos se habían acercado a una de las zonas del balcón donde había un anciano en silla de ruedas.
La secretaria se marchó sin percatarse de la rigidez de Blakk.
El castaño se dedicó a mirar al anciano en silla de ruedas que le daba la espalda, un tanque de oxígeno a un lado de la silla con la mascarilla sobre el mismo tanque, vestía bata de dos piezas blanca con sandalias, y a pesar de que aún conservaba cabello era corto y blanco como la nieve, estaba recostado en su silla contemplando la vista en silencio.
Con un suspiro y soltando los hombros dio el primer paso, los demás fueron fáciles hasta que rodeó la silla hasta quedar a la vista del anciano.
Al ver el rostro del anciano no tuvo de otra que apretar los puños, se mordió el labio inferior y soltó los hombros, pese a todos estos años sin verlo, lo reconoció como si fuera ayer; era el, la misma cara de quien hace años era su padre, el rostro estaba más estirado, pero la misma mirada permanecía, incluido los lentes.
El anciano lo miró un momento, le extrañó que entre sus manos alzara un trozo de papel, lo miró con los ojos entrecerrados, incluso se acomodó los lentes, y después miró el papel nuevamente.
— ... Es increíble. —soltó el anciano, bajando el papel hasta su regazo:— ¿Cómo creciste tanto?, cuando eras un niño eras un renacuajo con apenas carne en el cuerpo.
Tuvo que darle la espalda un momento, incluso la voz no había cambiado, y su actitud seguía intacta. Llevo ambas manos a los costados de su cabeza, dando ligeros movimientos circulares en un intento de calmar su ansiedad.
— No te preocupes, no tienes que ocultar tus males de tu padre.
— ¿Qué padre?. —soltó con firmeza mientras le daba esa mirada llena de rencor y decepción.
El anciano aceptó la reprimenda, pero también le dedicó una sonrisa. Esa maldita sonrisa solo incentivo más su frialdad hacia él, ¿con qué derecho se atreve a sonreírle como si nada paso?. Con lentitud su padre alzó la mano tan delgada y frágil, señalando el banco de piedra pegado junto al balcón, invitándolo a que tomara asiento.
¿Qué hace aquí en primer lugar?, estaba perdiendo su valioso tiempo acompañando a este hombre con poco tiempo de vida, nada le beneficia estar aquí, al contrario; quería dar media vuelta y marcharse, después de todo ya cumplió con el deseo del anciano que era verlo, así que ahora nada le impide volver a su fortaleza y volver a dejar en el pasado todo. Pero cuando lo intentaba, el mismo se frenaba, sus piernas no le funcionaban, ¿curiosidad o pena?, ¿tal vez ambas?, no sabe cual es la respuesta, pero sabía que no se podrá ir por su propia cuenta hasta que el mismo se sienta seguro.
Volvió a soltar los hombros, y de mala gana tomó asiento en el banco, quedando frente a frente con el anciano que no le quitaba ni por un segundo los ojos de encima.
— Así que... El dueño del metro Babosa, todo un hombre de negocios. —el anciano dejó salir una carcajada mientras se recostaba en la silla:— Escuche que también eres un bioquímico, pero tengo curiosidad, ¿por qué te dicen Dr. Blakk si no eres doctor?.
Blakk dejó salir un gruñido mientras llevaba una mano al puente de su nariz y cerraba los ojos con fuerza, viendo a donde quería llegar el anciano; hablar sobre su vida personal o profesional es algo extremadamente difícil que haga, pero el anciano quería tener una conversación "normal" con su hijo.
— .. Me dicen Dr. Blakk por mis Doctorados.
— ¿Y eso que?. —ladeo la cabeza:— Yo tenía mi doctorado en ingeniería química y no me decían doctor.
— Esa es la diferencia Harlan, tú tuviste un Doctorado, yo tengo varios en tiempo record.
— ¿Por qué me llamas así?, no se le llama por su nombre a los padres.
Blakk le frunció el ceño:— Yo no tengo ningún padre.
El anciano abría y cerraba la boca, pero no dijo palabra alguna. El silencio reinó por unos minutos sofocantes, el ambiente se tornó pesado y bastante incómodo, pero al castaño era lo que menos le importaba.
— ... ¿Tengo nietos?.
La pregunta fue completamente sorpresiva y fuerza de lugar, haciendo que el albino mirada completamente perdido por unos momentos al anciano que solo lo miraba con indiferencia y esperando respuesta.
Estaba tentado a no responder aquello, pero su mente y sus labios no se detuvieron, y de paso, siendo la respuesta verdadera.
— Tenias.. Uno.
Con aquella respuesta, Blakk supo que era suficiente, tenía que irse o termina contándole algo que no debería al anciano. Pero apenas se levantó, dos manos muy rígidas le sujetaron la gabardina, miró con desdén a su padre que sujetó con firmeza la cola, obligándolo a detenerse, pero aquella mirada en el anciano, casi olvidaba era mirada, enojado y a la vez, decepcionado.
— ¿Volverás a huir como un cobarde?.
Para Blakk, aquellas palabras lo hicieron volver a aquel día, ese maldito día. Por un momento, había olvidado la verdadera naturaleza de su padre, egoísta y frío, indiferente ante aquellos que lo rodeaban, incluyendo a su propio hijo.
En un movimiento brusco hizo que el anciano soltara la gabardina, pero la furia estaba fluyendo en todo su cuerpo.
— ¿Huir?, ¿tal como hiciste tu cuando tu hijo suplico por tu ayuda y lo abandonaste?.
— ¿Qué otra opción tenía?.
— ¡¿Tal vez salvar a tu hijo?!.
— ¿Y morir en el intento?. Vamos Thaddeus, eres listo.
El albino simplemente apretó los puños al ver la indiferencia de las palabras del anciano, este hombre simplemente no tenía remedio.
— Deberías agradecerme, te convertí en lo que eres ahora. —el anciano se inclinó más en su silla con una sonrisa burlona:— Al final, resultaste ser una copia exacta de mi, solo que fuiste más hábil que yo, eso lo admito.
— No somos iguales.
— ¡Por favor, Thaddeus!. —el anciano río ruidoso:— Perfeccionaste mis técnicas de engaño y las usaste a tu favor, obtuviste poder y ahora tienes a todos bajo tu control, en tus manos, ¿recuerdas?. El dinero es poder, para llegar a la cima hay que ser firme y borrar a la competencia de tu camino. Tal como hiciste con Will Shane.
Blakk gruño a lo bajo mientras se cruzaba de brazos:— ¿Para esto me querías aquí?, ¿para recordarme la porquería de padre que siempre fuiste?.
— Quería ver a mi hijo antes de morir, ¿es mucho pedir?.
— En tu caso, deberías sentir vergüenza en siquiera haberme llamado.
— Pero estás aquí, ¿no es así?.
Tuvo que aceptar de mala gana su derrota, la ironía era como una daga en su cuello, él solo se metió en esta situación, así que debía salir él solo. Al ver al anciano ahora tranquilo llevo ambas manos hacia su cintura, mirando con curiosidad.
— Cuando me abandonaste. —el anciano lo miró expectante:— .. ¿Qué hiciste todos estos años después de que me abandonaste?.
— Hmm, no mucho. —alzo los hombros con indiferencia:— Volvió a hacer un negocio de medicamentos naturales y otras cosas, fue estable, básicamente después de eso mi vida fue tranquila.
Inevitablemente dejó salir una carcajada, pero era una carcajada con sarcasmo. Estaba en cólera ahora mismo, el maldito le acaba de decir que su vida fue para mejor al momento de abandonarlo, que no obtuvo un karma o algo por el estilo.
No, por supuesto que no.
— Me estás diciendo que mientras yo me partía la maldita espalda, sufría dolores musculares por trabajar 10 horas seguidas, era constantemente maltratado y muriendo de hambre en ese infierno.. ¿Tú formaste una nueva vida?.
El anciano ni se dignó a mirarlo, su vista estaba al frente del balcón. Las venas en los costados de su cabeza comenzaron a palpitar por la furia contenida, pero conteniendo todo se acercó y se inclinó ante el anciano.
— ¿Por qué me llamaste en realidad?. —el anciano frunció los labios y siguió sin mirarlo directamente:— ¿Después de todos estos años?, ¿y ni siquiera cuando me hice famoso como lanzador o cuando domine la caverna Escoria?.
— Ya te lo había dicho, Thaddeus.
— ¿Por qué ahora que te estás muriendo lentamente?. —Blakk bufo con diversión al ver que el anciano quedó perplejo, con ese simple gesto de ignorancia supo la verdad:— Te diré porque me llamaste en realidad. No es porque te estás muriendo, para nada. Es porque temes morir solo, y que nadie te recuerde.
— No digas estupideces.
— Yo soy lo único que te queda en el poco tiempo que tienes, y creíste que si te volvía a ver te haría compañía, ¿no es así?. —el anciano por fin lo miro, al ver el rostro triste se sintió satisfactorio:— Pensaba que eras listo, Harlan.
— No me llames así.
— Pero qué equivocado estás, Harlan.
— Soy tu padre, dirígete a mí como tu padre.
— Creías que dejaría todo en el pasado como si nada. ¿Harlan?, ¿no recuerdas que tú mismo me enseñaste a no dejar cabos sueltos?.
— ¡Soy tu padre!.
— Ahora no eres nadie, solo un viejo que aún está vivo por tanques de aire. —se inclinó más ante el anciano, viendo con esmero la expresión dolida del mismo:— No soy un igual a ti, soy mejor que tu. Soy el Dr. Blakk, el hombre más temido y poderoso de todo Bajoterra, mientras que tú serás otra triste lápida 2 metros bajo tierra del montón, y ahora, el abandonado serás tú.
— ¡Lo lamento!.
El anciano se rompió, llevando ambas manos sobre su rostro se quitó las gafas, dejando ver las lágrimas que poco a poco bajaban de su arrugado rostro.
Blakk bufó burlón mientras se alzaba nuevamente:— ¿Tu, lamentarlo?.
— Se que no merezco tu perdón hijo, tampoco misericordia de tu parte, estás en todo tu derecho a estar furioso conmigo. Si, te abandoné, pero... Pensé que estabas mejor sin mi, eras un niño listo y sabía que te las arreglarías tú solo. —el anciano ahora alzó el papel que tenía en su regazo y se lo mostró:— Pero a pesar de todo, yo jamás olvidaré a mi hijo.
El trozo de papel en realidad resultó ser una foto muy vieja, pero pese a los años la imagen aún era nítida, era él, cuando apenas era un niño de algunos 7 o 8 años, con la mirada perdida he inocente, trato de hacer memoria de aquella vez que le sacaron dicha foto, o a quien o a que estaba mirando, pero no recordaba con claridad.
Al igual que todos aquellos malos recuerdos de esos años, también trato de olvidar aquel niño que alguna vez fue. Tomó la foto y la miró unos momentos, mientras su padre divagaba.
— ¿Quién creería que ese niño tan pequeño y tierno serias tu?. —soltó con una sonrisa el anciano, pero la mirada molesta que le dedicó obligó al anciano a parar:— Fui duro contigo, lo sé, pero solo quería que fueras más fuerte, más hábil. Eres demasiado blando, inocente e ingenuo, quería prepararte para la vida difícil que tendrías por delante.
— Y vaya forma de lograrlo.
— Solo... Quiero arreglar las cosas, eres mi único hijo, lo único que me queda. —el anciano junto ambas manos en súplica:— Vamos hijo, acompaña a tu padre esta ultima vez, como en los viejos tiempos, ¿recuerdas?. —Blakk frunció los labios:— Cuando viajábamos de caverna ha caverna en nuestro viejo carro ambulante, no te cansabas de mirar por la ventanilla, o te sentabas junto a mi, te encantaba.
Si, era verdad, de hecho, gran parte de aquellas rutas que alguna vez hizo con su padre le sirvieron para hacer sus líneas de ferrocarril, aún recuerda cada camino o atajo que tomaba su padre, desde las más tranquilas hasta las más cuestionables, pero siempre admiraba el paisaje desde la ventanilla de la tienda; pero también recuerda todas aquellas veces que su padre lo maltrató verbalmente, ya sea por el más sencillo error cometido.
El anciano le mostró una sonrisa con esperanza, pero el solo frunció el ceño. Alzó la foto ante el anciano que la tomó, no sin antes señalar la imagen.
— Este niño, ya no existe, desde hace mucho, mucho tiempo. —la sonrisa del anciano desapareció por completo, mostrando sorpresa y tristeza a la vez.
Blakk agitó la gabardina para después colocarse los botones, después acomodó la boina y llevó ambas manos a su espalda.
— Y tú no eres, y jamás serás mi padre.
Sin más nada que aclarar, simplemente tomó el mismo camino por el que había entrado a la azotea, dejando atrás al anciano que permaneció en silencio. Cuando abrió la puerta se detuvo para mirar atrás, así que apresuro el paso para evitarlo y antes de darse cuenta ya estaba en el parking junto a su meca.
Dejó salir un gran suspiro que no sabía que estaba reteniendo, la presión en todo su cuerpo no lo dejó respirar con normalidad hasta ahora, tanto fue así que apoyó su espalda en su meca para recuperarse. Fueron demasiadas emociones a la vez, tanta ira y rencor, pero a la vez pena y ansiedad, tenía un manojo de sentimientos encontrados en su cabeza que lo estaban mareando.
Lo hecho hecho esta, cumplió tanto para su padre como para sí mismo, debería estar tranquilo, pero no se sentía así.
— Disculpe.
— ¡¿Que?!.
La enfermera de turno retrocedió unos pasos, normal después de responderle de una manera tan brusca y fuerte. Negó para sí mismo, tomando bocanadas de aire para tranquilizarse, la enfermera esperó paciente, hasta que Blakk asintió para que pudiera hablar.
— Lo lamento, pero debe firmar los papeles de defunción.
Blakk gruño con irritación:— Dudo que exista testamento o declaraciones.
— No se decirle señor, pero debe firmar para registrarlo en la entidad civil.
El castaño no estaba de humor alguno, por lo que le arrebató la tableta a la enfermera y firmó con el lápiz táctil los documentos, regresando la tableta.
Subió a su meca y aceleró de regreso a su fortaleza, un poco de trabajo y una buena taza de café le harán olvidar este encuentro en poco tiempo.
— Jefe, tiene una cita programada para el asilo de ancianos en la caverna Logan.
— ¿Disculpa?.
Su ayudante desde su escritorio en su oficina se levantó de su asiento con la tableta en manos, acercándose hasta él para aclarar las cosas.
— Dice que... —el pelirrojo quedó enmudecido mientras leía los documentos.
Al ver la expresión y el repentino silencio de su ayudante le arrebató la tableta de sus manos. El documento era simple, una única hoja con un simple párrafo, la orden de incineración junto con el acta de defunción.
El albino dio un gran suspiro antes de dejar la tableta un momento sobre su escritorio, llevando sus manos sobre su regazo. Hace solo 3 días que había asistido a la reunión familiar, y ahora estaban solicitando si cremar el cuerpo o hacerle un entierro formal, no lo pensó mucho y, tomando la tableta firmó la orden y presiono enviar al correo del hospital.
Fue una respuesta rápida, indicando que la orden fue aceptada y que debía ir al asilo nuevamente para recoger las cenizas y las pertenencias del fallecido en unas dos horas. Después de esto, con indiferencia, regresó la tableta a su ayudante y volvió a su trabajo.
— ... Si quiere, me puedo ocupar del resto jefe, y usted puede. -el castaño alzó la mano y la agito.
— No importa, volvamos al trabajo.
El pelirrojo no objeto más y regresó a su escritorio, hubo silencio durante esas dos horas en las que solo trabajaron en las cuentas.
Hasta que Blakk se levantó y dejó el resto a su ayudante para ir al asilo. Esta vez no se molestó en ocultarse, solo era ir, tomar las cosas, tirarlas por allí y regresar a la fortaleza, esa era la idea principal; hasta que llegó a la morgue del asilo.
Primero le fue entregado las cenizas en una urna de porcelana negra con frases en letras Bajoterranas de color plateado brillante, y después una pequeña caja, y eso fue todo, todo lo que su padre había dejado.
Una urna con sus cenizas, y una caja apenas del tamaño de su mano.
Había caído la noche y ya había regresado a su fortaleza, pero aún tenía en sus manos la urna y la caja, quería tirarlo, solo quería deshacerse de todo, pero sus brazos no lo obedecían, no lograba soltar la maldita urna ni la caja.
— Dr. Blakk.
Primero miró la mano que se había reposado sobre su hombro, y después miró a su ayudante.
Trato de ser indiferente ante la mirada preocupante de su guardaespaldas, pero ya no valía la pena intentarlo.
Maurice tomó con cuidado la urna, dejando al castaño con la caja:— Si quiere, le puedo dar una idea.
Y en un abrir y cerrar de ojos, ambos se encontraban en el techo de la fortaleza, en la sección más alta, no había mucho viento pero la vista y la altura eran impresionantes.
El castaño se acercó al borde con la urna en manos. El lugar era perfecto para esparcir las cenizas de su padre, el viento se las llevaría o se unirá a la tierra muerta de la caverna.
Con aquella idea, por fin pudo quitar la tapa de porcelana y poco a poco inclinar la urna hacia el vacío de su propia fortaleza, hasta que no quedara una mota de las cenizas. El ayudante se preocupó al principio al escuchar la risa de su jefe al ver como la urna se quedaba vacía, pero supo que esa risa era genuina y era la forma de sobrellevar las cosas del albino.
Incluso cuando este lanzó fuerte la urna de porcelana al techo de concreto, haciéndose pequeños fragmentos. Hasta que el castaño estuvo más tranquilo el ayudante se colocó junto a este.
— ... Te debo una Maurice.
— No hay problema. Pero, lo tomaré en cuenta en el futuro. —el castaño dejó salir una carcajada ante el comentario de su ayudante, al menos el ambiente dejó de ser pesado por un rato.
Maurice que aún tenía la caja en manos la acercó a su superior, Blakk la miró un momento antes de negarlas.
— ¿No quiere ver lo que hay adentro?.
— Son fotos de cuando era niño.
El pelirrojo alzó las cejas sorprendido:— ¿Cómo lo sabe?.
— Cuando me mostró aquella foto, lo supuse. —sonrió con amargura:— Mi padre tenía una cámara instantánea, la usaba para sacarle fotos a ciertos puntos para ubicarse en las rutas, pero una vez, a escondidas, me tiré muchas fotos con ella... Fue divertido, hasta que mi padre me descubrió. —alzo los hombros y dejó salir un gemido cansado:— No me dio de comer por 3 días como castigo.
Maurice frunció el rostro, alzando la caja para mirarla mejor. Sin embargo, Blakk llevó ambas manos tras su espalda.
— Se que aquellas fotos que me hice aquel día, son las que están dentro de esa caja. -el ayudante dejó de mirar la caja para mirar a su jefe.
— ¿Qué quiere que haga con ellas?.
Hubo silencio por unos momentos antes de responder.
— Quémalas, hazlas cenizas, y échalas... Tal como a él.
Dicho esto, el castaño se marchó, dejando a su ayudante con dicha tarea. Al menos, ya no tendrá que lidiar más con eso, y concentrarse en sus planes, ya no siente esa carga sobre sus hombros, ya no más.
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Ptt:
FELIZ DIA DEL PADRE PAPUS, YEEEEIH
Quería celebrar este día con un fic, ¿quien dijo que seria lindo? xd
No todos los papus son buenos gente, estaba pensando en hacer uno doble, uno de Eli sobre Will, PERO me gusto mas este, tal vez el próximo año XD
ESPERO Q TODOS SUS PAPUS ESTEN BIEN, HASTA LA PROXIMA
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