Capitulo 03.E
Percibiendo un desagradable sabor metálico en su boca y tratando de tolerar el dolor en su mejilla derecha, el cual ahora estaba acompañado de un intenso calor en la zona, Lincoln se ponía de pie, tropezando un poco debido a la desorientación que sentía por el fuerte puñetazo que su hermana mayor recién le había plantado. Podía escucharla a ella y a su novia discutir algo, pero no prestó demasiada atención a sus palabras, pues tomó como prioridad esconder debajo de su ropa a su ya flácido mini yo, sintiendo vergüenza al darse cuenta de que seguramente Luna lo vio en aquella situación.
No pudo levantar la mirada cuando estuvo de pie, sentía vergüenza por lo que hizo, pero sobre todo culpa, había traicionado a su hermana mayor. No solo eso, se mostró frente a ella en una situación tan desagradable y carnal, seguramente manchando su vista y guardando permanentemente en su memoria su entre pierna...
El sabía que acceder a aquello estaba mal, era obvio, por curiosa que fuera al respecto, Sam tenia pareja y no debía solapársele una conducta así de ninguna manera, siendo pesado sobre el asunto, Lincoln incluso debió detenerla por el simple hecho de ser tan indecorosa al momento de hablar con él o de insinuársele. Pero pensar en ello no tenía ya ninguna razón de ser, había cometido un error por culpa de su lujuria y frente a él estaba quien seguramente sería su verdugo, no había lugar a donde escapar.
Lincoln era aun joven, un niño para muchos, un puberto que seguramente debería comenzar a causar problemas a su familia por los cambios hormonales propios de su edad. Esto último era, sin duda alguna, una certeza que él no pensaba de manera detenida, pero que tenía presente. Prueba de ello era como dejó que Sam lo convenciera de aquello atraído por la idea de sentir placer. ¿A dónde se fueron todos esos valores que sus padres tan intensamente se encargaron de enseñarle?
En ningún momento levantó la mirada, estaba decepcionado de sí mismo y sujetaba su mejilla adolorida, teniendo ya algo enrojecidos sus ojos tanto por aguantar unas lagrimas de frustración como por el constante dolor que tenía en su mejilla. Pero aquella acalorada discusión entre Luna y Sam se podía escuchar aun de fondo, por lo que debía hacer algo. Él era el hombre, así que pensó lo natural era simplemente culparse a sí mismo por lo sucedido, pues también prefería que Luna le odiase por el resto de su vida al ser un mal hermano, teniendo la oportunidad de reconciliarse con Sam por ser solo una "victima" de sus alocados deseos. Era mejor que solo dejar a Luna creer que tanto su novia como su hermano le traicionaron, haciéndola perder a ambos.
—¡Ya basta!— exclamó Lincoln, con una sonora voz casi tan fuerte como la que Luna proyectó cuando hizo su pregunta al entrar al garaje, y caminando hasta ambas chicas para interponerse entre ellas— Fue mi culpa, Luna— afirmó, plantando cara a su hermana y sintiendo que debía prepararse para recibir uno o más golpes—, lo siento...
Sin mucho reparo, ni cuidado tampoco, Luna abrazo a Lincoln cuando lo vio frente a ella, y lo primero que hizo tras tenerlo entre sus brazos fue disculparse repetidamente con él, tomándose la molestia también de revisar el rostro de Lincoln, donde su puño impactó de manera aguerrida. Él, bastante confundido, solo miraba a su hermana mayor desvivirse en disculpas y caricias para enmendar la ahora notable y fea marca que le dejó en la cara.
—¡Esto es tu culpa, Sam!
La rubia de mechón tintado, al escuchar a Luna, se acercó también a Lincoln y comenzó a disculparse de forma casi tan frenética como la hermana mayor, tratando incluso de darle alguna caricia al chico que le diera algo de reconforte, aunque viéndose incapaz ante la forma en que Luna acaparaba a su hermano menor.
—Lo siento mucho, Lincoln. Esto fue mi culpa, por favor perdóname, te juro que no se va a repetir, pero por favor no te molestes conmigo. De verdad lamento mucho lo que pasó, perdóname por favor.
—¡Debiste controlarte más, Sam! Todo esto pasó porque no tienes auto control.
—¿¡Yo!?— preguntó indignada la rubia, dejando de lado las disculpas que pedía— ¡Fuiste tú quien golpeo a Lincoln!
—¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Aplaudirles?
—No, para nada, pero habría sido bueno que al menos hubieras visto bien todo lo que sucedía antes de ir a golpear a Lincoln.
—Te vi besándote con alguien, por supuesto que me iba a molestar, eres mi novia.
—Pero dijiste que no había problema si lo besaba esta vez— recriminó Sam, esta vez con un tono menos firme en su voz, pues le había puesto de buenas escuchar lo que Luna dijo.
—Yo... Es solo que... ¡Maldición! Es tu culpa, ese tipo de beso no deberías de dárselo a alguien como Lincoln aún.
—¿Por qué no?
—Es un niño.
—¡Oye!— reclamó Lincoln, al fin haciendo su voz presente, pero siendo completamente ignorado.
—Te lo he dicho muchas veces, Luna. Lincoln ya no es solo un niño.
—¡Da igual! ¿¡Por qué demonios tenías tu mano sujetando su...? Se supone que solo lo besarías, pero que sería un beso normal, no que bajarías su pantalón para sacudir su mini Lincoln.
—¡Oye!— reclamó nuevamente Lincoln, esta vez sintiendo extrañamente ofensiva la forma en que Luna dijo "mini" a aquella parte de su cuerpo, pero ninguna de las chicas se molestó en prestarle atención una vez más.
—¿Cuál es el problema? Dijiste que estaba bien si intentaba probar eso con él.
—¡Yo sé lo que dije, Sam! Pero Lincoln es solo un niño— ante la declaración, Luna apuntó en dirección a su hermano menor, quien al tener la vista de ambas chicas sobre si, se sintió algo inseguro y encogió su cuerpo un poco—, cuando hablamos sobre eso pensé que irías más lento. Un beso infantil, después algo mas adulto, algunas caricias y en algunos años quizá podrían hacer algo más atrevido. ¡No pensé que intentarías abusar de él a la primera oportunidad!
—Yo no abuse de Lincoln, y tampoco pretendía hacerlo. Él ya no es un niño, Luna. ¿Recuerdas lo que te dije que hizo?
—¡Oye!— el reclamo de Lincoln fue acompañado de una vista que pretendía ser amenazante, dirigida hacia Sam, creyendo saber a lo que ella se refería cuando dijo que le contó a Luna. Pero ambas chicas simplemente lo ignoraron.
—¿¡Que!?— gritó Luna, completamente escandalizada— ¿Has hecho algo mas con Lincoln?
—¡Por supuesto que no! No hablo de mí, hablo de lo que hizo con esa chica asiática.
—¿Stella?— preguntó Luna, perdiendo toda su molestia y exaltación ante el escepticismo que las palabras de su novia le provocaron— No empieces con eso de nuevo. Es una tontería, no hay manera de que Lincoln estuviera haciendo eso con Stella, deja de repetirlo.
—Hablo en serio, Luna. Los vi con mis propios ojos. Lincoln incluso corrió hacia mi desnudo, puedo recordarlo como si hubiera sido ayer— la rubia entonces volteo hacia Lincoln y continuó—. Díselo, Lincoln.
Lincoln se acongojó ante eso, no dijo nada y ante la vergüenza que tuvo, su rostro se enrojeció hasta el infinito.
—Lo vez— increpó Luna, sosteniendo una mirada intensa a su novia—, no hay manera de que eso sea verdad. Lincoln es solo un niño, y no deberías estar haciendo ese tipo de cosas con él.
—¿Pero no hay problema si es él quien me toca a mí? Te recuerdo que eso fue tu idea, dijiste que sería gracioso.
—Pensé que lo sería, todos los hombres aman los pechos, ¿no? Creí que sería gracioso verlo intentar tocártelos.
—Esta mal que yo lo toque, ¿pero no está mal que él lo haga conmigo?
—Ya sabes, está en esa edad, tiene curiosidad seguramente.
—Pero hace un momento dijiste que era solo un niño.
Luna se llevó las manos a la cabeza. Incluso ella podía darse cuenta de que sus palabras no tenían sentido alguno, se contradecían, o al menos no empataban, pero no podía evitarlo, estaba nerviosa por lo que sucedió. A pesar de la angustia y del desconcierto, accedió a que su novia intentara besar a su hermano, solo para que al ir a verlos los encontrara haciendo algo mucho peor que solo besarse. Por culpa de eso terminó por dar un fuerte golpe a su pequeño copo de nieve y eso la hacía sentir mucho peor, necesitaba calmarse un poco, pero no tenía idea de cómo hacerlo.
—Chicas— hablo una voz desde la puerta que conectaba la casa con el garaje—, no sé qué están haciendo, pero deberían bajar un poco la voz.
—¿Qué haces aquí Oiram?— preguntó Luna, poniéndose más nerviosa.
—Chio me mandó a decirles que bajen la voz. Podemos escuchar la mayoría de lo que están hablando aquí adentro y no creo que quieran que alguien además de nosotros las escuche.
Oiram entonces volteo a ver a Lincoln, y aun sin haber entendido la conversación que la pareja tuvo en el garaje, sintió que entendió al menos lo más importante, por lo que le sonrió al chico y le alzó el pulgar derecho en seña de aprobación. Lincoln sin entender que significaba eso, simplemente alzó su propio pulgar a manera de respuesta. Después volteo a ver a Luna y con mucha calma continuo hablando.
>>Creo que deberían ponerle algo de hielo a Lincoln, su rostro comenzó a hincharse.
Dicho eso, Oiram se fue, cerrando tras de él la puerta y Luna, apurada por lo que escuchó, llevó de la mano a su hermano menor hasta la única persona de la casa que podría ayudarla con ese tema en especifico, su hermana menor Lisa.
***
La explicación que Lincoln recibió de Luna fue bastante apurada y también algo vaga, por lo que no sabía que pensar al respecto. Al parecer Sam delató a Lincoln sobre lo que vio en su habitación en aquella ocasión, aunque lo hizo días después y de alguna manera ambas empezaron a bromear sobre el tema ya que Luna no creía eso.
Al final, ambas creyeron que sería una buena idea sacar ventaja de aquella extraña anécdota. Sam bajo la esperanza de que en algún momento Luna le permita intimar con el chico, mientras Luna, dudando aun de lo que le contó Sam, vio la oportunidad de molestar a su pequeño hermano mientras, si todo salía bien, el comenzaba a mostrar interés en la rubia.
No es que Luna se sintiera muy cómoda con aquello, pero de alguna manera la curiosidad hacia que aceptara con facilidad aquella petición de su novia por intimar en algún momento con el peliblanco. Era algo tan inmoral, tan fuera de la norma, tan extraño, casi desagradable, y también muy inapropiado. Para Luna, aquello era sin lugar a dudas una muestra clara de la cultura Punk, yendo en contra de las normas y haciendo un pequeño alarde de anarquía con aquella conducta tan... diferente.
Luna prometió dar una explicación mucho más detallada, así como una disculpa, más adelante, primero quería arreglar las cosas con su novia pues todo lo que había sucedido estuvo muy por encima de lo que ella esperaba, terminando por dejarla exhausta mentalmente, tanto como el concierto lo hizo físicamente.
Para evitarse más problemas, Lincoln no dijo nada mas, dejó que las cosas fueran como su hermana mayor pedía pues estaba seguro que cuando la cabeza de todos se enfriara, aquel que resultara más culpable por todo sería sin lugar a dudas él. Y si recibía una paliza por eso, cosa de la que no tenía la menor duda, le parecía una buena idea posponer el dolor tanto como fuera posible.
Lisa uso un extraño aerosol con el que roció el área afectada del rostro de Lincoln, el cual era muy frio al contacto, pero que también le provocaba una agradable sensación de hormigueo al mismo tiempo que mitigaba el dolor. Mientras que dentro de su boca, en la herida de su mejilla provocada por el impacto de la misma contra los molares de Lincoln, Lisa puso una pomada que le causó un pequeño ardor y después un cosquilleo, pero que tenía un sabor muy desagradable.
Menos de cinco minutos después, la hinchazón en el rostro de Lincoln, la cual a penas había comenzado a presentarse, fue completamente contrarrestada, alejando el dolor por completo también y dejando en el solo un poco de hormigueo, por lo que durante la cena nadie más de la familia notó la herida del peliblanco, evitando con ello que se hicieran preguntas al respecto. Sam ceno con ellos, pero Lincoln, al aun estar ligado a la mesa de los pequeños no tuvo que verla a ella o a su hermana después de lo ocurrido. Agradecía eso.
Tranquilo, fresco y sobre todo descansado, Lincoln salía del baño después de aquella ducha que ya podía catalogarse como nocturna. Eso lo había puesto de buen humor otra vez, así que caminaba de forma ridícula hasta su habitación, pasando por el pasillo sin miedo a ser visto sin camisa y usando solo su toalla para esconder su bóxer, que era la única ropa que tenia puesta en ese momento. Cosa que lamentó apenas dio un par de pasos fuera del baño, pues hacia un frio notable.
Presumiendo de aquellos manierismos que de vez en cuando mostraba, Lincoln dio un pequeño salto hacia su derecha, sujetando la perilla de su puerta con la mano derecha y cubriendo su pecho con la izquierda, mientras soltaba un chillido más parecido al ruido de un hámster que al grito de una persona, sosteniendo su peso únicamente en su pie derecho, pues el izquierdo terminó por alzarlo ante el susto, provocando que su toalla se resbalara de su cintura.
—¡Lucy!— exclamó Lincoln, dejando atrás su pose exagerada de susto y proponiéndose a levantar su toalla, la cual terminó por caer completamente al suelo, dejándolo expuesto.
—¿Qué sucede, hermano?— preguntó ella, dándose vuelta para verlo en aquella graciosa situación.
—Nada, es solo que olvidé que pasarías la noche aquí otra vez. No esperaba verte.
—Suspiro— replicó la gótica, acomodándose en la silla en la que estaba sentada, para dejar de escribir en el escritorio y mirar ahora a su hermano mayor.
—Oye, me voy a poner la ropa para dormir, ¿podrías voltear a otro lado?
—Bien. Cerrare mis ojos. Adelante.
Lincoln no pudo sentirse cómodo con eso. No dudaba de su hermana menor, pero el hecho de que tenga aquel fleco siempre cubriendo sus ojos le hacía pensar que bien podría estarle mirando en todo momento y él no sería capaz de darse cuenta. Con prisa se vistió, dando la espalda a Lucy, pensando que de esa forma al menos no vería demasiado de él.
—Y, ¿qué estabas haciendo?— preguntó Lincoln, ahora sentándose con calma sobre su cama y mirando a su hermana.
—Escribía un poema.
—¿Necesitas ayuda con eso?
—No esta vez, hermano.
—Ok. Supongo que leeré algún comic mientras terminas entonces.
—No necesito ayuda con este poema, suspiro, pero me gustaría que escucharas un poema que terminé hace poco.
—¿Hablas del poema que vas a presentar en el Kilkee?
Lucy solo asintió suavemente, para después tomar su libreta, pues ella consideraba aquella forma de escribir mucho mas autentica, pese a que al final siempre terminaba por capturar sus escritos en forma digital.
Una entrada confusa, la salida clave.
El cuarto de color y música.
Un cuarto de temor y lucha.
La mirada cae.
Decaído el suelo escupe soledad.
Tú y yo, el llamado que la sangre calla.
Tres esquinas, la cuarta vive para ser esclava.
El señuelo para estallar a la vida.
Amarillo viento que mueve mi pasado, mi pesar y mi eternidad.
¿Brilla? No conozco ese lugar.
Abatido el silencio desespera para yo esperar.
Comen soles, queman hambre. ¿Cuántas gotas de sal quieres?
Porque el río por fin volar sabe.
El gemir de las paredes está preso de nuestros seres.
Conocidos instrumentos decoran manos.
Y los rostros aparecen tras la vida de sonidos.
Aparentemente humanos. El vestido que la crítica decoró.
Aquí se sudan las ideas como cristales de locura y de pasión.
La habitación donde los pasos se inspiran a olvidar.
Contigo quiero dar los siete pasos de regreso.
—Se escucha genial, Lucy. Apuesto a que les gustara a todos ahí. Seguro que ganas el concurso de poesía.
—¿De verdad lo crees?— Lucy, de manera involuntaria, mostraba una pequeña sonrisa en su rostro.
—Claro que si, Lucy. Ese poema fue muy bueno, aunque no termine de entenderlo, para serte sincero me pareció algo confuso.
—Es normal, no estás muy letrado en el tema. Quizá solo mamá y Luna puedan entender de qué hablo en el poema.
—No me molestaría si me dices de que habla el poema, ¿sabes?
—Habla de ustedes.
—¿Nosotros?
—Mamá y papá. También desde Lori hasta Lily. Estas incluido.
—Lamento no saber mucho de estas cosas, Lucy— se disculpó el peliblanco, habiéndose levantado de la cama y caminado hasta ella para darle un pequeño abrazo—. Pero gracias por escribir un poema sobre la familia para tu concurso, procurare aprender un poco más sobre esas cosas para entender mejor lo que escribes.
—No hace falta— Lucy, pese a mantener ese tono monótono de voz y no devolver el abrazo en que su hermano mayor la envolvió, si escondió su rostro en el pecho de Lincoln, inclinando un poco la cabeza para que no pudiera verla—. Está bien si no entienden mis poemas. Mamá lo hace, con eso basta.
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