Capitulo 03.C
Con sus brazos completamente cansados, su rostro aun húmedo por el sudor y su corazón sintiéndose acelerado, Lincoln caminaba en aquel garaje que hasta hace no mucho le vio participar en el concierto que la banda de su hermana había organizado. Duro mucho más de lo que tenía en mente, por lo que su condición física flaqueo en muchos momentos, pero debía admitir que Luna tuvo razón, esa fue una experiencia que había valido la pena, especialmente por todo el apoyo y cariño que Luna le mostró a lo largo del concierto para hacerlo sentir cómodo frente al público.
Luna y su banda habían entrado a la casa en busca de algo d beber y un bocadillo antes de continuar con aquella labor de recoger sus cosas, pero a pesar de la invitación, Lincoln no los quiso acompañar. Prefirió seguir levantando aquellos cables y acomodando aquellos instrumentos en soledad, eso le hacía calmarse un poco, aunque sintiendo su cuerpo algo caliente aún, prefirió cerrar la entrada del garaje, evitando que alguna brisa fresca terminara por enfermarlo.
—¿Necesitas ayuda?
Lincoln volteo en dirección a la voz, era Sam, quien estando de pie en aquella puerta que daba acceso a la casa desde el garaje, le preguntó con cierta timidez y también con las buenas intenciones de ayudarlo si es que él lo pedía.
—Descuida, Sam— respondió Lincoln, volteando a otra dirección, con la excusa de seguir limpiando el lugar—. Estoy bien, no hace falta que me ayudes, puedes volver con el resto de la banda y descansar un rato.
—No me molesta ayudar, ¿sabes? Además estoy segura que tu también estas algo cansado.
—Estoy bien, solo algo adolorido de los brazos.
—Fue bastante genial, ¿cierto?— preguntó la rubia, comenzando a ayudar a Lincoln— Pude ver como sonreías ahí atrás, Luna tenía razón después de todo.
—Si, debo admitir que fue bastante divertido.
—Bien, espero podamos repetirlo pronto.
—Lo voy a pensar, Sam. Sigo sin estar seguro de que esto de los conciertos sea lo mío. Además soy un novato aun.
—Yo creo que eres bastante bueno.
—Aun si lo fuera ustedes ya tienen a Xnayer, y él es bastante mejor que yo.
—Eso... es verdad.
Por un corto tiempo, ellos hablaron sin mucha seriedad mientras continuaban limpiando el lugar, hasta que Lincoln se vio incapaz de continuar con la labor, pues el cansancio que sentía ya era demasiado. Con cuidado tomo asiento frente a la batería, aprovechando la pequeña tarima que habían puesto para la misma, que tenía una altura de unos quince centímetros.
Al ver aquello, Sam también detuvo su labor y caminó hasta el chico para sentarse justo a su lado. Lincoln se incomodó ante la cercanía que ella decidió tomar al sentarse, pero trató de no ser muy evidente con ello, no quería hacerla sentir mal al respecto.
—No pensé que vendrían tantas personas— comentó Sam.
—Luna dijo que no serian ni siquiera cincuenta personas, parece que subestimó las cosas.
—Debió ser algo intimidante para ti.
—Si, lo fue, pero hice lo que Luna dijo, así que al final no fue tan malo.
—Dejar que Luna te guie en este tipo de cosas siempre es lo mejor.
—Si, eso parece. Creo que le hare caso más seguido de ahora en adelante.
—Por cierto, Lincoln...
El peliblanco notó que la chica se puso algo nerviosa, pero no pudo imaginar una razón para ello, pues lo normal era que él fuera quien se ponía nervioso cuando estaban solos. Temió por lo que podría pasar en ese momento.
>>Es bueno que te hayas divertido y todo eso— continuó Sam, mostrando menos nerviosismo que antes—, pero si quieres, puedo cumplir mi parte del trato ahora.
—¿De qué hablas?— Lincoln en verdad estuvo confundido ante lo que la chica le dijo, el concierto absorbió tanta de su concentración que fue incapaz de recordar lo que había sucedido antes del mismo.
—Ya sabes, eso sobre tocar mi pecho o mi trasero...
Con pesadez, Lincoln dio un gran suspiro que hizo notar su estado de ánimo. Lo que Sam recién le dijo le hizo recordar la razón por la que estaba en esa situación, como es que todo había comenzado.
***
Aquella ocasión era también un domingo, pero era uno mucho más tranquilo pues la mayoría de las hermanas estaban atendiendo algunas actividades que les habían hecho salir de casa. Además de Lincoln, en casa solo estaban Luna, quien junto a su novia tocaba sus instrumentos en el garaje con la intención de pasar tiempo a solas, Lynn quien estaba arreglándose para ir a un partido informal que organizó junto a algunos miembros de su equipo de Futbol y Lily, quien era cuidada por sus padres.
Pasado el medio día, Lynn al fin salió de casa para dirigirse a su dichoso partido, el cual seguramente le tomaría bastante tiempo para terminar, pues al ser informal no habría muchas de las reglas a las que estaban acostumbrados. Sus padres junto a Lily le acompañaban, pues después de dejar a Lynn junto a su equipo, llevarían a la bebé a pasar el rato en la fiesta en que las gemelas y Lisa estaban.
Tal y como lo había planeado, Lincoln bajó de su habitación hasta la entrada de la casa para esperar en la entrada donde se encontraría con Stella. Puntual se presento ella y temiendo ser descubiertos por Luna en el garaje, caminaron en puntillas pretendiendo hacer menos ruido al subir las escaleras. Pese a que aquel ruido era imposible fuese escuchado desde el garaje de la casa.
Stella estaba muy emocionada, aun no subían a la habitación del chico y ella ya tenía en mente muchas cosas para hacer, se podría decir que estaba algo ansiosa y desesperada por comenzar, tanto como para que al ver a Lincoln frente a ella en las escaleras decidiera tocar su trasero. No sabía en qué momento pasó, ni tampoco la razón para ello, pero Stella se había convertido en una completa pervertida. Era algo que no le enorgullecía en absoluto, pero que tampoco le avergonzaba mostrar frente al peliblanco.
El chico le dio una mirada que pretendía ser amenazante a Stella, pidiéndole que se controlara, pues ante aquel tacto, el chico tropezó por la sorpresa, haciendo un poco de ruido con ello, pero ella solo le devolvió una risilla causada por lo cómico que era ver a Lincoln pretender ser alguien duro.
Lincoln abrió la puerta de su habitación, dejando pasar a Stella primero, como si de un ademan de caballerosidad se tratara, y tras entrar él también, cerró la puerta a su espalda. Ambos chicos estaban jadeando un poco, tanto por el esfuerzo que les produjo contener su aliento por temor a ser descubiertos, como por la emoción que les causaba a ambos lo que harían a continuación.
Fue ella quien tomó la iniciativa, caminando hasta Lincoln y abrazándolo por la espalda mientras lo besaba de manera apresurada, casi desesperada, pero él dejó que ella tomara el control de la situación, siempre lo hacía. Stella, saboreando el aliento de Lincoln en aquel tosco beso que le daba, comenzó a bajar sus manos recorriendo la espalda del chico, incluso para eso ella tenía algo de prisa, posando rápidamente sus manos sobre el trasero de Lincoln.
Daba igual cuantas veces estuvieran a solas, Stella no se cansaba de manosear el trasero de Lincoln, era algo que le encantaba, quizá lo que más le gustaba de intimar con el chico, aunque eso no lo admitiría de ninguna manera, pues la hacía verse aun mas pervertida de lo que seguramente Lincoln ya le veía. No era que le preocupara como la viera Lincoln, pero aun así sentía que debía tener un mínimo de decoro por ser ella una pequeña dama.
Mientras Stella amasaba aquellos bollos de carne que tanto le gustaba palpar, pudo sentir que Lincoln le devolvía el abrazo, pero de una manera mucho más suave, a diferencia de ella, Lincoln acariciaba suave y lentamente la parte descubierta de su espalda, causando en ella unas pequeñas pero agradables cosquillas que lejos de hacerla querer reír, le hacían sentirse mucho mas emocionada, especialmente por como notaba que poco a poco, aquellas manos que eran tan suaves como las suyas, bajaban hasta su cintura.
Sintiendo a Lincoln tan cerca de ella y después de haberse tomado un momento para recuperar el aliento tras aquel desprolijo y pasional beso, ella volvió a juntar sus labios con los de él, ahora más agitada que antes, y también algo desesperada con la forma tan delicada en que el chico la trataba. Sujetando con fuerza el trasero del chico, ella empujó sus caderas para que estas se presionaran entre sí, sintiéndose complacida de que a través de la ropa que había entre ellos, la cercanía de sus cuerpos le permitía sentir aquella modesta pero notable erección en el chico.
Casi al mismo tiempo que ella decidió hacer más cercano aquel contacto, el peliblanco, ahora un poco mas guiado por sus emociones que por su razón, bajó sus manos hasta el trasero de Stella, masajeando de una forma casi tan desesperada como ella lo hacía sobre él. No se detuvo, amasaba las nalgas de la morena de forma constante, tanto como para que al poco tiempo, la falda de la chica terminara por subir y dejar expuesta su ropa interior. Sin necesidad de voltear a ver, Lincoln pudo reconocer al tacto la tela que aquella prenda tenia, tan suave y tan especifica.
Stella entonces detuvo el beso y con cuidado se alejó del chico, quien quedó algo desconcertado ante la abrupta forma en que ella detuvo su encuentro, pero se vio recompensado casi de inmediato. Stella puso sus manos sobre sus piernas y con cuidado comenzó a deslizar su falda hacia arriba para eventualmente levantarla y dejar ver debajo de ella su ropa interior.
Por encima de aquellas largas y delgadas piernas, Lincoln miró con mucha atención la zona cubierta por tela, su entrepierna, ella estaba usando unas panties satinadas de un color rosa tan claro que de reojo podría verse incluso blanco. El peliblanco tragó saliva de forma pesada ante lo que veía y Stella al notarlo sonrió un poco. Sabía que su cuerpo era uno muy poco femenino, no solo por ser aun muy joven sino por también tener la ascendencia que tenia, sabiendo que incluso en un futuro sus curvas difícilmente llegarían a ser tan pronunciadas como las que tenían las hermanas mayores de Lincoln.
Pese a eso, Stella no tenía ya aquel complejo que su cuerpo le causaba, la forma en que Lincoln la veía le hacía sentirse deseada por él, y eso, de una forma muy peculiar, le hacía sentir segura y suficientemente atractiva, al menos para el chico de quien ella quería acaparar su atención.
Viendo como Lincoln permaneció embobado mirando su entrepierna, Stella soltó su falda, consiguiendo que él salga de su estupor, y en seguida dio media vuelta, dándole la espalda a Lincoln. Una vez más tomo su falda, esta vez por la parte trasera, y repitió la acción de levantarla, dejando a la vista sus modestas pero firmes nalgas. Tentada a ver la expresión que Lincoln tendría en ese momento, pretendió voltear a verlo, pero no lo consiguió pues un pequeño empujón en su trasero le hizo perder un poco el equilibrio obligándola a dar un pequeño paso hacia adelante.
Complacida con ello, Stella veía como aquel empujón fue producto de la forma apresurada en que Lincoln avanzó hasta ella, hincándose para sujetar su trasero con ambas manos, al mismo tiempo que frotaba su rostro en la suave tela satinada que cubría sus posaderas. Lincoln no solo restregaba su rostro en aquella parte de Stella, también le daba algunos besos suaves repentinos y en cierto momento incluso pudo sentir como él intentaba enterrar su rostro entre sus nalgas. A Stella le pareció muy divertido la forma en que Lincoln hacia aquello, le recordó un poco a sí misma, pues sabía perfectamente que si fuese Lincoln quien le diera la espalda y bajase sus pantalones, ella haría exactamente lo mismo, quizá siendo incluso un poco más agresiva que él. Tal parece que ambos estaban algo obsesionados por el trasero del otro.
Con un pequeño empujón que Stella se encargó de no hacer pasar por uno hostil, obligó a Lincoln a separarse de sus posaderas, volteando hacia él mientras el peliblanco se ponía de pie nuevamente. El chico, expectante y muy emocionado, comenzó a ver cómo es que Stella dejaba caer de sus hombros aquellos tirantes que sostenían a su Tank-Top en su lugar para después tomar la prenda y bajarla hasta su cintura, donde topo con su falda, dejando ver el bonito corpiño que vestía debajo. Era de color blanco y tenía por toda su superficie un bonito estampado de corazones de distintos colores, contenidos por la bonita bastilla de color salmón que la prenda tenia.
Una vez más, Stella se sintió satisfecha ante la mirada deseosa y lujuriosa de su amigo, a quien no parecía molestarle que debajo de aquel corpiño únicamente estaban unas pequeñas protuberancias que estaban lejos de ser llamadas senos aun, quizá a penas diferentes de lo que el torso desnudo de un chico mostraría. Pero aparentemente suficiente para que Lincoln no dejara de prestar atención a ello.
En seguida Stella tomó su falda y le dio la vuelta sobre su cintura, permitiendo que el cierre de la misma, el cual estaba en la parte trasera, ahora estuviera a su costado izquierdo, facilitándole abrirlo de la misma forma en que ahora podía soltar aquel botón que mantenía la falda firme sobre ella. Al caer la falda, el Tank-Top le acompañó, dejando a Stella únicamente en ropa interior. Después de eso, ella tomó su corpiño y se despojó de el de una forma que a Lincoln le pareció incomoda, pero que la chica, en su prisa por ello, no le tomó importancia.
Ciertamente Stella era tan poco "notable" en su pecho que Lincoln podía compararla con la apariencia que tenía el cuerpo de sus hermanas menores, las gemelas, incluso Lisa. En su pecho aquello que resaltaba eran unas muy pequeñas protuberancias coronadas por aquellos finos pezones que, a diferencia de los de sus hermanas, si aparentaban estar ya en una etapa más madura. No es que el tamaño le importara mucho a Lincoln, pues sabía que dentro de no mucho tiempo, el cuerpo de la chica comenzaría a cambiar y a mostrarse mucho más femenino.
Por mucho que le gustaba el detenimiento con que Lincoln la veía, Stella se vio forzada a aclarar su garganta para llamar la atención del peliblanco, dándole la indicación con un asentir de su cabeza y una seña de su mano, que él debía también de desvestirse. Y otra risilla salió de la boca de la morena, al ver como Lincoln se despojaba de su indumentaria con tanta prisa que al momento de retirar su pantalón casi cae de frente por no tener en cuenta que el mismo se atoraría con su calzado.
Cuando el chico al fin estuvo sin ropa enzima más que su bóxer y aquellos cómicos calcetines con temática de Ace Savvy, ella dio unos pasos, alejándose de su ropa en el suelo y retirando de sus pies las sandalias que vestía. Usando únicamente aquellas pantaletas de corte Hipster, como a Lincoln le gustaban, Stella se sentó en la cama del chico y le invitó a hacerle compañía. Rápidamente el chico se sentó junto a ella, primero a su siniestra, pero después cambiando su posición para estar a su diestra, pensando que de esa forma podría tener en su campo de visión la puerta, solo en caso de que algo sucediera.
Stella comenzó a besar a Lincoln mientras le ayudaba a retirarse los bóxers, pues ella estaba ya algo desesperada por tocar al chico en aquella zona, y una vez el pene de Lincoln estuvo libre, ella lo sujetó. Ya había hecho algo así con anterioridad, por lo que sabía cuál era la fuerza que debía aplicar para que a Lincoln le gustara la sensación, de la misma forma en que sabía bastante bien cuál era el ritmo al que debía hacer su vaivén.
Lincoln, por su parte, había levantado su mano y la había llevado hasta el modesto pecho de la morena, rosando suavemente su pezón con su pulgar, usando la fuerza y ritmo que ella misma le había enseñado. Sentía prisa por llegar al orgasmo y liberar su carga, especialmente por el tiempo que pasó sin hacerlo, pero no quería apresurarse, debía tener el decoro de al menos hacerla sentir un poco bien, después de todo ella le estaba dando a él bastante placer.
+++
Con toda la confianza que la familia de su novia se había encargado de ofrecerle, Sam subía las escaleras de la casa tranquilamente. Hacia solo unos momentos Luna había recibido una llamada de su padre, por lo que tuvo que salir un momento de casa, dejándola sola. Ella se ofreció a acompañar a Luna, pero esta insistió en que no era necesario y simplemente le recordó que Lincoln estaba arriba, en su habitación, podía pasar el rato con él mientras ella volvía.
La idea no le desagradaba en absoluto, a pesar de tener por sí misma un hermano menor, sentía a Lincoln también como alguien a quien podía llamar hermano menor. Era un niño adorable y lleno de energía que tenía la sonrisa más adorable que ella haya visto jamás y, en cierta forma, admiraba la bonita relación que Luna y él tenían.
Como ya se había acostumbrado, cruzó el pasillo de la planta alta sin preocuparse mucho por molestar a alguien pues incluso las hermanas más pequeñas de Luna parecían considerarla realmente como alguien de la familia y, al igual que ellas, terminó por adquirir ese mal habito de entrar a la habitación de Lincoln sin anunciarse primero, violentando la privacidad del chico quien, para colmo, no tenia forma de trabar su puerta.
Abrió la puerta al mismo tiempo que saludaba a Lincoln, solo para quedar paralizada, con su mano fija a la perilla de la puerta ante la impresión. Frente a ella, en la cama, estaba Lincoln y una niña un poco más alta que él y de tés morena, en desnudes casi total y dejando en evidencia que lo que sea que estuvieran haciendo estaba lejos de ser algo apropiado para sus edades.
Ante el ruido de la puerta, Stella volteo rápidamente hacia esa dirección, al mismo tiempo que cubría su pecho con sus manos ante la vergüenza de ser vista en aquella situación y temiendo que quien sea que estuviera tras la puerta, fuera la madre de Lincoln, pues no sabría como darle la cara o pensar en una explicación para lo que sucedía.
Lincoln, al oír la voz, abrió sus ojos y vio la puerta moverse, por lo que se paró de inmediato de la cama, decidido a correr hacia la puerta con la intención de no dejar a nadie pasar por ella, pero antes de dar un paso, pudo ver como Stella cubría su cuerpo avergonzada, por lo que en un instante el tomó la sabana de su cama, jalándola y destendiendola con la intención de permitir que Stella se cubra con ella.
Sam, boquiabierta y casi en shock, pudo ver como Lincoln, aquel dulce e inocente niño que era hermano menor de su novia, cubría a la chica con una sabana para en seguida avanzar en su dirección, desnudo y con su pene erecto apuntando directamente hacia ella. La impresión era mucha, pero en ese momento el miedo fue mucho mayor, con fuerza, jaló la puerta hacia sí misma, cerrándola y después corriendo escaleras abajo, no pensando en algo mejor que simplemente regresar al garaje y esperar por Luna, sin ser capaz de imaginar cómo le explicaría la razón por la que estaba tan asustada y tan desubicada.
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