Capítulo 28

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 28. Visitas familiares

¿Amigos? Amigos. ¡Amigos! Era tan absurdo ser el amigo de la persona de la que estaba enamorado, se decía Jungkook hundiéndose sobre su almohada. Pero se lo debía a Taehyung, a esas alturas. Tenía su perdón, a medias, y sus ojos se había suavizado al comprender que de alguna manera su relación había sido real. Besos reales, promesas y confesiones reales.

Taehyung volvió a clases el lunes, con las nubes abandonando a una Seúl que hasta entonces había permanecido húmeda y gris. Apenas quedaban clases prácticas esos días y la mayoría de las horas consistían en ratos libres donde podían estudiar y consultar dudas entre los estudiantes que asistían o el profesor de turno. Jungkook se imaginaba que para Taehyung no debía ser fácil, había gente que parecía murmurar por todos los rincones sobre ellos, si bien Taehyung aceptó aquella mañana que eran falsas conjeturas y apreciaciones, basándose en el simple nerviosismo por haber vuelto. Más tarde, se cercioró de que la mayoría de los curiosos de habían estado en aquella maldita fiesta habían olvidado o pasado página de los cotilleos, destacando únicamente el puñetazo de un pelirrojo que dejó a Jun Erik en el suelo, con la posterior aparición de la ambulancia y policía en el chalet.

Logró encontrarse a gusto por el campus caminando junto con Minho, quien le ofrecía toda su atención y preocupación tras su difícil semana. El castaño trató de evitar dejar a un lado lo de Jungkook, pero Minho lo incluyó entre sus preguntas, y finalmente Taehyung mencionó que le había visto el sábado. Su mejor amigo abrió la boca. ¿Le había tocado? ¿Le había amenazado? ¿Se había atrevido a decirle algo a su pobre osito de miel?

Taehyung le pidió que no se preocupara, estaba enfrentándose a aquello con más madurez, había escuchado a Jungkook y ahora... iban a intentar ser amigos.

—¿Amigos? —Minho rodó los ojos.

—Necesito pasar página. Sé lo que he vivido —comentaba caminando a su lado—, es cierto que me hirió, me rompió el corazón... Mira, todo es un lío. Me siento confundido. Nadie me ha enseñado qué debo hacer en este tipo de situaciones...

—¿Confundido, con qué?

—La cabeza —señaló, bajó el índice hasta el pecho—, y esto. Es inaguantable.

—Ah, caso clásico de la cabeza enfrentada al corazón —sonrió un poco.

Taehyung se cruzó de brazos mientras reducían el paso, sus iris se perdían sobre el césped.

—¿Tú que piensas?

—¿Qué voy a pensar, Taehyung?

—No sé. Dime, ¿qué piensas...?

Minho se encogió de brazos, le apretó el hombro con una mano para darle ánimos.

—¿Qué te lanzas? Hazlo. ¿Qué te paras? Hazlo —reprodujo—. No hay mejores ni peores acciones, hay realidades.

Taehyung volvió a mirarle con un suspiro y asintió. ¿Dejarse llevar? Bien, iba a intentar comprender con qué o contra qué, exactamente.

—Tengo que centrarme en los exámenes —alegó mentalizándose—, la semana pasada apenas pude estudiar y temo estropear mis notas justo al final...

—Ni de coña, ¡para eso estoy yo! —le dio un codazo—. Vamos, te pongo al día. Luego nos comemos unos donuts en la cafetería.

—Mnh, ¡donuts! —dio un saltito.

Iban de camino a la biblioteca ansiando retomar sus viejas costumbres. Su mejor amigo le contó algo que había obviado hasta entonces; el hecho de que había amenazado a Jeon Jungkook en dos ocasiones, y que el otro día, casi le zurró, sino hubiera sido por la intervención de Park Jimin. Taehyung reaccionó con incredulidad, se sintió arropado por él, pero no pudo evitar sentir compasión por Jungkook. ¿Era legal sentir lástima por su propio depredador? Tal vez no. Pero cuando fue a buscarle en el hospital y le abrazó, estaba seguro de que sintió a Jungkook temblar bajos sus brazos, casi como si estuviera asustado.

Su mente se detuvo en Jimin y Yoongi, en su breve visita al lugar donde trabajaba, días atrás. Quizá a le debía una disculpa tras haber escuchado las palabras sinceras que el mejor amigo de Jungkook quiso dedicarle, tanto por él, como por ellos.

Jungkook estaba sentado con él en la terraza de la cafetería bajo un sol radiante que le obligó a quitarse la chaqueta del uniforme. Habrían pasado unos minutos cuando la voz de Jimin volvió a arrancarle de sus pensamientos, con un pequeño sobresalto involuntario.

—Bueno —empezó Jimin, titubeante—. ¿Qué tal estás?

—¿Tú cómo me ves?

Su respuesta no tardó mucho en llegar.

—Vivo. Supongo.

—Pues así —confirmó.

Jimin apoyó los brazos cruzados sobre la mesa. Quedó un poco más cerca de él que antes, escudriñándole con la mirada como si pretendiera sermonearle.

—¿A quién le has pegado?

—Eh... No tengo ni idea.

—Kook, no te metas en problemas...

—Que no —él desvió la mirada—. Estoy en plena rehabilitación, ¿Vale? Voy a continuar con mi vida, esperar a que cierta persona que no voy a mencionar se sienta preparado, y a centrarme en los malditos exámenes.

Jimin se encogió de brazos, miró hacia el campus, y luego inclinó un poco susurrándole algo.

—Mira, por ahí va Haze.

—¿Viene para acá?

—No lo creo. La semana pasada ni siquiera le vi.

—Ni yo a Erik.

—Erik no vendrá más, con la que le está cayendo...

Jungkook miró de soslayo hacia el edificio, vislumbró la espalda de Hazel antes de que desapareciera tras la puerta principal. Si tenía que pensar en decepciones, él se llevaba la mayor parte. De Erik nunca había esperado nada, sólo era un gilipollas integral con demasiado dinero y problemas del primer mundo para darse cuenta de que alrededor existían más personas que él y su orgulloso trasero.

—No he dejado de pensar en mí mismo en toda la puta semana —pensó Jungkook en voz alta—. ¿Cómo estás tú?

Jimin parpadeó, sorprendido por su rápida reflexión.

—Sunmi llamó a Hoseok el fin de —resumió.

Jungkook lo recordó de forma fugaz.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué tal?

—Debo darte las gracias —añadió Jimin—. Pero también tengo que disculparme contigo por algo —le sorprendió.

—¿Mnh? —Jungkook arqueó una ceja, confuso.

—Me lo dijiste hace tiempo y no te hice caso. Debía tener la cabeza en otras cosas...

—¿Lo de que te hicieras un tatuaje de un unicornio? —formuló con humor, y sacudió una mano para restarle importancia—. No, está bien. Quiero decir, te hubieras arrepentido a partir de los veinte. Espera, todavía te gustaban esos bichos, ¿no?

Jimin mantuvo una sonrisita entre dientes.

—Eres un capullo —ladeó la cabeza—. Me refiero a Haze y Erik. Tú estabas cansado y yo seguía dejándome llevar... No tenía nada mejor que hacer, Kook. Pero podíamos habernos descolgado mucho antes. Pasar de todo esto —suspiró, revolviéndose el cabello con una mano—. Tú con Taehyung, yo con...

Jungkook clavó los ojos sobre él advirtiendo su silencio.

—¿Con?

El contrario se relamió los labios, un vaivén de iris le demostró que se contenía algo.

—Joder, ¿Tienes algo con Min Yoongi? ¿En serio?

—¡Y-Yo no he dicho eso! —balbuceó ruborizándose y señalándole con un dedo.

—¡Tienes algo con él! —Jungkook exhaló una sonrisa tan incrédula como picante—. ¡Venga, ya! ¡Te estabas liando con él en aquella fiesta! ¿Habéis...?

—¿¡Qué!? ¡No! —exclamó en su defensa, con el sonrojo subiendo hasta la raíz de su cabello— ¡Que no! Además, ¡yo nunca había...! ¡Joder, Jungkook, deja de sonreír o te voy a tirar el puto café en la cara!

El pelinegro se reclinó en la silla con la misma sonrisa socarrona, mientras a Jimin comenzaba a salirle humo por las orejas como una locomotora. Paró de chincharle en algún momento solo porque quería volver a tomarle desprevenido para preguntarle cositas en cuanto pudiera. Mientras volvían a clase Jimin le dijo que la semana pasada se habían visto en dos ocasiones; una cuando fue a la casa de Taehyung a buscarle, y otra cuando...

—¿Fuiste a su casa? —casi se atragantó.

—Pero no estaba —Jimin levantó las manos en son de paz—. Su madre nos dijo donde trabajaba y fuimos a buscarle. Quería hablar con él.

—¿Sobre... qué...?

Jimin se mordisqueó el labio con una miradita. Jungkook suspiró, y se imaginó con claridad la respuesta «sobre la apuesta» o tal vez «sobre vosotros», cuya crisis había estado intrínsecamente conectada.

—Estaba dolido —prosiguió Jimin, en voz baja pero audible para él—. No quería decirte nada para no hacerte sufrir. Pero él merecía saber que toda esa mierda del juego acabó mucho antes de que empezarais a salir. Es más, a mí me cae bien. Es un buen tío.

Jungkook chocó su brazo con el suyo y se miraron.

—Tú también lo eres. Gracias por intentarlo conmigo.

Jimin sonrió un poco.

—Anda...

—Por no dejarme como un caso perdido.

—¡No me vayas a hacer llorar otra vez, gilipollas! —escupió Jimin.

—Es tu culpa, ¿vale? Tú eres el llorón de la mesa, no yo —le llamó Jungkook sin compasión.

—Oye, a ti te llaman el príncipe de Seúl y mírate —recriminó su amigo, señalándole.

Conectó la mirada con la del muchacho, visiblemente juzgándole. Y Jungkook parecía estar fantaseando con morderle el índice si lo acercaba un poco más.

—Vale. Dejémoslo —declaró Jimin con una mueca, cerrando los dedos alrededor de la cinta de su bandolera.

—Entonces, ¿cómo dices que besa Yoongi?

Jimin se hizo el tonto tosiendo un poco, Jungkook esbozó una sonrisa y extendió un brazo sobre sus hombros, le dijo mientras entraban en el edificio de aulas que pensaba preguntarle en el rato de descanso y no pararía hasta que le contara todo, con pelos y señales. Jimin rodó los ojos, diciéndole que ya no eran adolescentes. Que irónico pensar que antes todo era más fácil.

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Acababa de bajar de la cinta estática cuando Seung le interceptó en la puerta del gimnasio del ático. Jungkook estaba envuelto en una brillante capa de sudor que pegaba su pelo a la nuca y la camiseta negra de manga corta al torso, aún jadeante, miró al adulto, que le saludaba escrutándole con sus pequeñas pupilas negras.

—Alguien se está tomando muy en serio el entrenamiento —comentó su padre.

«Mejor eso que salir a pegarme con alguien», pensó Jungkook irónicamente, oración que evitó pronunciar mordiéndose la lengua, mientras el mayor se predisponía a seguir dándole la chapa.

—Te vas a poner como un figura —agregó Seung.

—Como demasiada comida basura, no pasará —se encogió de brazos.

—Tengo esto para ti —Seung levantó la finísima carpeta beige que llevaba en la mano, cerrada por una simple goma elástica. Se la ofreció al muchacho, que la tomó entre los dedos con un rictus que se volvió completamente serio—. Es lo que me pediste, el historial laboral de...

Jungkook asintió con la cabeza, miró la carpeta cerrada, entendiendo el silencio de Seung. Discreto, poco hablador. Estaba seguro de que le había echado un vistazo, y, aun así, no iba a decir nada que vulnerase la privacidad de un antiguo trabajador.

—Es una copia. Puedes dársela, si quieres. Los datos están alojados en uno de los servidores de Jeon Enterprises.

—Claro. Gracias, papá —murmuró Jungkook, realmente agradecido.

—Uh, por cierto —Seung metió las manos en los bolsillos de su pantalón—. He olvidado comentarte que tendremos visita.

Jungkook no entendió a qué se refería.

—¿Sunmi se queda a dormir? —preguntó algo despistado.

—No, Sunmi no. Está ocupada con sus horarios en la agencia, yendo de un lado para otro —comentaba el adulto—. Pero últimamente te he visto demasiado apagado, e invité a tu prima a que viniera unos días a casa.

A Jungkook casi le descolgó la mandíbula, mientras la carpeta se le escurría entre los dedos. Sus ojos se ampliaban lentamente volviéndose muy grandes. ¿Había escuchado bien aquella barbaridad o es que su padre estaba majara?

—¿Qué has invitado a Ami? —casi escupió el muchacho, ante el asentimiento de su padre—. Papá, ¿qué en que estás pensan...?

Ding. El ascensor de la planta resonó tras sus oídos al otro lado del pasillo.

—¿Sabes que el fin de semana es la fiesta de primavera? —continuó Seung, haciendo de oídos sordos a propósito, con una sonrisita que asomaba lentamente por el borde de las comisuras de sus ojos—. Vamos, anímate un poco y sal con ella, que ha venido desde Busan para pasar unos días con nosotros. Y, ¡así te despejas un rato! —le dio una palmadita en la espalda que desestabilizó al chico cómicamente.

Jungkook recordó el rostro sereno e imperturbable de su madre, la pesadez de todo su núcleo familiar maternal en su octavo cumpleaños, sus risas, y sus competiciones con Ami, así como la forma que tenía de avergonzarle diciéndole públicamente que se casaría con él cuando fuera mayor de edad (ella tenía dos años más), aunque no pudieran soportarse el uno al otro durante demasiado tiempo. Aunque un día quisiera aplastarle la cabeza por su desinterés en la cocina, por dormir demasiado tarde y por sus malos hábitos en general.

Y luego, habían estado ellos, cada varios años Ami le visitaba algún verano y conocía a sus amigos. En cada visita, se le habían hecho sus comentarios cada vez más básicos e insoportables. Que si estaba muy buena, que si menudas piernas. Que si estaba soltera. Tampoco olvidaron mencionar el hecho de que podía probar a tirarse a su prima para perder la virginidad, aunque eso había sido un tiempo antes de toda la basura de la apuesta.

—¿Hola? —aquella era su voz, y Jungkook admitió que le extrañó bastante el hecho de que sonara con tanta claridad. El eco de esta chocó contra las paredes de la entrada, y ambos se desplazaron para darle una cálida e inesperada bienvenida, al que el más joven agregó una pizca de tensión.

Ami traía una maleta brillante de color rosa, y dos gigantescos bolsos que dejó caer en el suelo en el momento que sus ojos se posaron sobre Seung y Jungkook. El rostro de Seung esbozó una agradable sonrisa que Jungkook había declarado en su cabeza hacía algunos años que reservaba exclusivamente para personas que de verdad le gustaban.

—¡Hola, hola, tío Seung!

—Ami, ¡pensaba que llegabas mañana mismo! —Seung le dio un abrazo muy familiar, en el que la chica dio unos cuantos saltitos.

—Estaba demasiado aburrida en Busan, ¡todo esto de escoger apartamento es un lío! —dijo muy sonriente—. ¡Jungkookie!

Ami se lanzó hacia él, y Jungkook apretó el estómago como si estuviera a punto de pegarse de cara contra un airback. Efectivamente, no sabía por qué se seguía sorprendiendo, si Ami siempre era así de efusiva. Su vestido era de un corte chino de seda roja, la tela tenía un color que acompañaba a sus ojos ambarinos. Y Jungkook mentiría si dijera que los años transcurridos no le habían sentado de maravilla a aquella niña de largo y sedoso pelo negro con la que solía pelear hasta cansarse, o en su defecto, hasta hacerla llorar. Ella estaba más alta, tenía rasgos más agudos... y otras partes más voluminosas, aplastándose contra su propio pecho.

Jungkook se obligó a pensar en otra cosa; tenía claro que su prima estaba buena, ahora más crecidita de lo que recordaba desde hacía unos años, pero aun así era parte de su familia y a él se le revolvía el estómago con tan solo pensar en ella como mujer.

—¿Cómo entraste? —le espetó.

Ami suspiró, probablemente advirtiendo su indiferencia, que afloraba en él como de costumbre. Y es que no podían pasar demasiados minutos seguidos sin rechistarse, ni antes, ni ahora, y posiblemente nunca.

—Recuerda que me diste las llaves de tu padre.

Era cierto, ahora que lo mencionaba. Y se las había lanzado una vez, con el ánimo de que se las metiera por donde le cupiese y así de paso olvidar que su madre biológica había existido alguna vez. Pero Ami las había guardado bien, por supuesto.

—Oh, ¡arregla esa cara! Vengo a visitarte en nombre de toda la familia —anunció súper digna—. La tía Nonomi quería que me asegurase de que estás bien, porque no se fía de lo que mi tío dice por teléfono. ¡Lo siento, eh! ¡Je, je! —le regaló una sonrisita a Seung.

Él hizo un ademán con la mano.

—El dormitorio está preparado. Ponte cómoda —dijo el adulto, e igualmente encantado ayudó a Ami con la maleta y sus bolsos de viaje, para desplazarlos hacia el dormitorio del fondo.

Jungkook se preguntó para qué quería tanta maleta, si solo iba a estar unos días. ¿Tanta ropa necesitaban las chicas?

—¿Cuánto... piensas quedarte?

—No sé, ¿algo más de una semana? Es todo el permiso que tengo —dijo posicionándose junto a Jungkook—, no podría apartar durante más tiempo mis cosas en Busan. Oye, ¿dónde está la guapa de Sunmi? ¡Solo la he visto por videollamada! —reclamó inmediatamente.

Jungkook estaba pálido en ese momento, soltó un bufido torturado. La vida era cruel, y la presencia de Ami durante tantos días le iba exigir tener que sobrevivir a las escasas clases y pruebas parciales, mientras entretenía a la chavala. Quería matar a su padre.

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Su nombre era Ami. El apellido no tenía ni idea, pero venía de alguna parte de Japón. Tenía el pelo muy largo y negro como el carbón, recogido en una bonita coleta. Sus ojos eran de un castaño dorado, y tenía un cuerpo envidiable. En el momento en el que llegó al campus en la motocicleta de Jungkook, a Taehyung se le cortó el estómago.

Ami fijó sus ojos ámbar en los verdes de Taehyung, y él no pudo evitar sentir una punzada de molestia en el pecho. Esa chica era como una espina enterrándose en el pie mientras intentaba peregrinar de un mal estado emocional con alguien a quien todavía... No. Definitivamente no iba a reconocer lo que sentía.

Todo el mundo se había dado cuenta que esos días Jeon Jungkook iba a acompañado de alguien que merodeaba por el campus felizmente, con su amigo Jimin y con él. Taehyung tragó bilis y frunció el entrecejo, para después asentir con la cabeza, pensando en las pintas de bruja que tenía aquella chica y lo zorra que probablemente era. No la aguantaba. No la soportable. No la...

—¿Jeon Jungkook ya está saliendo con alguien?

En ese momento dado, Taehyung levantó la cabeza, horrorizado. Fijó los ojos en el gran árbol del campus, donde habitualmente la gente se sentaba para merendar o almorzar algo. Jungkook aparentaba estar hablándole sobre algo gracioso, porque se reían de vez en cuando. La pelinegra atrapó algo con sus palillos de la caja de almuerzo que tenía en la mano y le dio a probar al chico.

—Sabe comer solo —gruñó Taehyung.

—Se lo están pasando bien —dijo Hyori.

Para colmo, Jungkook le quitó la caja de almuerzo de la mano y empezó a coger los trocitos de tortilla enredada con los dedos. Ella casi se abalanzó sobre el chico, clavándole los palillos sobre el estómago y empujándole a un lado. La chica casi se le estaba sentando encima, provocándole una risa destartalada a Jungkook.

—Qué asco —murmuró el castaño sintiendo la bilis subiéndole por el esófago.

—¡Qué celoso eres! —comentó Hyori con retintín.

Jimin llegó trotando a su lado del campus, e interrumpió la escena. Entonces, el chico abrazó a Ami como si se conocieran de toda la vida. Taehyung le maldijo mentalmente, y prácticamente asesinándoles con la mirada, volvió la vista al frente. ¿En serio tenía que llevarse a su nueva novia al campus, delante de sus narices? ¡Ojalá se pudrieran!

Afortunadamente, Minho llegó para sacarle de aquel momento preguntándole si quería que fueran a merendar algo por ahí (lejos del campus). Taehyung levantó suspirando y le pidió que, por favor, le sacara de allí.

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Al día siguiente, Taehyung se encontraba frente a su taquilla, revolviendo entre sus cosas, cuando recibió la fugaz visita de Jimin. Tras un saludo cordial (el joven ya parecía estar al tanto de que Jungkook y él habían resuelto algunas de sus diferencias), los dos le comentaron las noticias que invadía la primera plana de los periódicos locales, la denuncia de la familia Jun hacia Jung Hoseok, mientras se enfrentaban a serios cargos por posesión y tráfico de drogas.

—Por cierto, Jimin —intervino Taehyung, y cruzando las manos sobre sus propias caderas, le miró con ojos muy sinceros—. El otro día... fui un idiota contigo. Te debo una disculpa, tanto a Yoongi como a ti —se inclinó ligeramente, mostrándole su respeto.

—No, eh, Tae. Nosotros también lo fuimos, en su justa medida —comprendió Jimin, que se pasó una mano por la nuca y luego le dio una palmadita en el brazo—. Pero realmente me alegra que él y tú no vayáis a guardaros rencor. Y, uh, Kook me contó lo de tu hermano... Espero que... Que esté mejor.

Taehyung asintió con la cabeza, y una levísima sonrisa asomó en Jimin.

—Respecto a lo de Hoseok, no te preocupes —prosiguió Jimin, amistosamente—. La novia del padre de Jungkook va echarle una mano a mi primo.

—Eso no puede llegar muy lejos —les sorprendió Jungkook, apareciendo tras su mejor amigo.

Jimin se sobresaltó, Taehyung se vio invadido por una punzada de tensión. No sabía muy bien a cuento de qué, si era por los celos que últimamente había sentido, pero enlazar la mirada con los iris marrones y fundidos de Jungkook, le hizo sentir que una mano helada se colaba a través de su pecho para estrangularle el corazón.

—¿Tú crees? —dudó Jimin, mirándole de medio lado.

Él hizo un gesto de seguridad, y Taehyung se vio obligado a ratificar sus palabras con algo mucho más objetivo.

—A Hoseok le caerá una sanción por delito de lesiones de menor gravedad —declaró Taehyung, y se levantó la montura de las gafas con un dedo—. Lo de la familia de Erik es distinto. Podrían enfrentarse a un delito de posesión y tráfico. Su padre podría acabar en prisión por tenencia de drogas, y él, por ir puesto...

Jimin abrió la boca, sorprendido, y Jungkook, que estaba a su lado, tan solo se mordió el labio inferior en un gesto que atrapó una mirada fugaz del castaño.

—Joder, había olvidado lo enorme que era tu cerebro —chistó Jimin.

—S-Sólo he hecho una suposición, no sé casi nada de Derecho —balbuceó Taehyung, ruborizándose un poco. Depende de los abogados y de la defensa que tengan, claro. Y los cargos de los que les acusen podrían ser diferentes...

—¿Tú que crees, Kook? —le lanzó Jimin.

Jungkook tosió inútilmente para deshacerse del nudo de su garganta, los ojos de Taehyung se fijaron en él, mirándolo con cautela. La conexión de miradas siempre causaba una corriente eléctrica, pero esos días estaba notando que el muchacho estaba más distante que de costumbre. ¿No se supone que iban a ser amigos? ¿Qué iban a intentar estar bien? Pero Taehyung estaba alejándose de él tan rápido, que sentía que le robaban el aire. Era como atrapar un montón de agua que se le escurría entre los dedos sin poder evitarlo. Y cuando el castaño volvió a desviar los iris verdes, como si le costara mirarlo más de dos segundos seguidos, Jungkook supo que pasaba algo. Pero, ¿qué estaba pasando?

—Uhmn, ¿qué pasó en esa habitación? —quiso saber, con un timbre muy grave.

Realmente era una pregunta seria, pero Taehyung se perdió casi tanto como él. Y no sabía sobre qué le estaba preguntando. ¿Ellos dos en una habitación, con un montón de fuegos artificiales?

—¿Qué habitación? —dudó visiblemente desorientado.

—En la fiesta en el chalet de Erik —especificó de la mejor manera.

Por supuesto que era eso, aunque él se estuviera atragantando por el galope de su estúpido corazón.

—Me agredió. Bueno, yo le pegué —relató Taehyung bajando la voz—. Él estaba muy fumado o drogado, yo que sé... Se volvió súper insistente, decía cosas horribles mientras intentaba meterme mano....

A Jungkook y a Jimin se les revolvieron las tripas. El pelinegro quería vomitar. Agradeció mentalmente que Erik no estuviera yendo esos días a la universidad, porque hubiera puesto en juego su reputación (si es que le quedaba algo de eso), y su plaza en la S.N.U. mientras se daba el periodo de exámenes. De ser así, se habría reventado los nudillos contra su cara. Y cuanto más lo pensaba, más adrenalina palpitaba en sus venas. Era asqueroso. Era un ser humano deplorable.

—Estaría aún más en problemas si declarases contra él —dejó caer Jimin—. Podrías arruinarle la vida con una acusación por intento de abuso sexual.

Jungkook se quedó paralizado al escucharlo.

—No. No quiero involucrarme más —cortó Taehyung de inmediato—. Si no es puramente necesario, os agradecería que... me dejarais al margen de todo esto...

El silencio de ambos marcó un punto y final en aquello. Estaban saliendo del edificio en compañía, con Taehyung buscando con la mirada a Minho para escapar de allí cuanto antes. Pero Jimin le tenía agarrado del brazo; es más, estaba cuchicheándole algo sobre la feria de primavera del sábado, y no paraba de preguntarle si tenía planes.

Taehyung abrió la boca, todavía sin decidirse, ¿salir con ellos de nuevo? La idea no era mala, pero... Alguien se interpuso en sus caminos. Salió disparada hacia Jungkook y le dio un abrazo que casi le tumba, dejando petrificado a Taehyung. Era esa, la pelinegra, la tal Ami. Jungkook soltó un quejido sonoro y se la quitó de encima, diciéndole que ya no era una cría. Taehyung clavaba los ojos sobre ellos, sintiendo la misma bofetada que llevaba padeciendo toda la semana. ¡Otra vez estaba allí! Llevaba una falda corta y al vuelo, una blusa blanca y el pelo recogido en una coleta muy larga; era absurdamente guapa, tanto que podía haber jurado que era la hija de Sunmi, aunque tal vez por la edad, era imposible que cuadrasen como madre e hija.

—¿Se puede saber qué haces aquí? Te dije que no hacía falta que vinieras —dijo Jungkook con un timbre inauditamente malhumorado. Había tanta confianza, que tenían que ser extremadamente cercanos.

—¡Vengo porque habíamos quedado para almorzar! ¿No lo recuerdas? Seung quiere que vayamos todos juntos, ¡como en los viejos tiempos!

—Ami, tengo que estudiar, dile a mi padre que...

—¡No! ¡Díselo tú! —ella se cruzó de brazos, giró la cabeza dirigiéndole una sonrisita amistosa a Jimin, que le caía de maravilla, y entonces se dio cuenta de que también existía Taehyung—. ¡Hey! ¡Hola! —fue hacia él ofreciéndole una mano—. Me llamo Ami. Soy su prometida.

—¿Su qué? —chilló Taehyung.

¡¿De qué coño iba eso, y desde cuando tenía una prometida?! ¡Jungkook era suyo! Respiró hondo, intentando calmarse. No tenía nada en contra de Japón. Pero, joder, quería matar a la desconocida. Probablemente había llamado la atención demasiado con aquel grito, no obstante, ¿qué esperaba que hiciera? ¿Qué le rogara no besuquearse frente a sus narices? ¿Qué fuera su padrino de bodas? Oh, eso sería la bomba.

—Pero qué —escupió Jimin, seguido de una risita nerviosa.

—Ami no es mi prometida —aclaró Jungkook con seriedad—. Es mi prima.

—Jo, podrías haberme dejado asustarle un poco más, Kook —sonrió ella, apartando la mano que Taehyung no había tomado, y entonces cruzó los propios bajo el pecho—. ¿Por qué siempre tienes que fastidiarlo todo? —le preguntó a Jungkook.

Jungkook y ella se miraban de forma poco amistosa.

—Porque con eso me asustas más a mí que a él, Ami —se quejó.

—Te recuerdo que una vez sí que estuvimos comprometidos de verdad, Jeon Jungkook.

Jungkook se sonrojó y frunció el ceño.

—¡Tenía diez años! ¡Y solo te dije que hicieras lo que te diera la gana esperando que así te callaras!

—¡Estás fatal de la cabeza!

—¡Y tú eres una neurótica!

—¡Pues lo habré heredado de alguien la familia!

—¡Pero si eres mayor que yo!

—¡No te dije que fueras tú! ¿¡Por qué será que te das por aludido!?

—¡No somos muchos más en la familia, tarada!

En cuestión de segundos, Taehyung se quedó fuera de su conversación o lo que fuera aquello. Con un brote de nerviosismo, de ansiedad, se retiró de allí y se largó lo más rápido posible.

—Mierda —masculló Jungkook, llevándose una mano a la cara.

—Esto... —Ami sonrió nerviosamente—. ¿Qué le pasa a tu amigo?

—Que no es solo mi amigo —expresó muy serio—. Es mi ex.

—Oh...

El semblante de la chica se apagó. Miró a Jungkook con los labios entreabiertos, preguntándose si la había pifiado. Pero supo que así era sin tener que preguntárselo.

—Lo siento —añadió Ami en un timbre más bajo.

Jungkook chasqueó con la lengua, sin mirarla. Jimin estiró el cuello contemplando por donde Taehyung se había marchado, y tras una conexión silenciosa con Jungkook, le hizo un gesto y se fue tras él. El pelinegro se quedó allí, y suspirando, le sugirió a la chica que se marchara a casa, sin ánimos de ofender ni ningunearla. Es que, si no lo hacía, iba a reventar. Y él se tragaba su orgullo herido, con mucha más madurez de la que habituaba, pero sintiéndose inevitablemente preocupado por Taehyung.

El ojiverde se había esfumado deseando huir de eso. Y no se trataba de ellos, o de aquello, sino de sí mismo. De la fugaz aprensión que estaba sintiendo, la desconfianza, el desasosiego... ¿Por qué le daba tanto miedo pensar en Jungkook saliendo con alguien? Estaba encogido y le temblaban los dedos, necesitaba unos momentos a solas donde recapacitar, pero como estaba lejos del cuarto de baño de la planta baja, entró en un aula vacía y se detuvo tras todos aquellos pupitres para respirar.

Al cabo de unos minutos, Jimin apareció en la puerta, con la bandolera colgando del brazo. Entró decididamente, viendo como Taehyung se enjugaba los ojos.

—Eh, Taehyung.

—Jimin, no —trató de detenerle.

—Tae, ¿qué ocurre? —insistió.

—Vete, por favor —le pidió Taehyung.

Pero Jimin se resistió, le agarró por un brazo y luego hizo que le mirara, con una expresión de pura preocupación.

—Eh, eh, Tae, mírame. Mírame —decía Jimin—. Estoy aquí. También soy tu amigo, ¿vale?

Taehyung le observó ceñudo, con facciones tensas y adoloridas.

—No quiero sentirme así...

—¿Cómo es así?

—N-No sé qué me está pasando —balbuceó.

—Vale, venga. No te preocupes —Jimin le atrajo a un abrazo, el contrario le contestó, notándose tan irascible como resentido consigo mismo—. Llora lo que tengas que llorar —le dijo—. No se lo diré a nadie.

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Después del trabajo, Taehyung llegó a casa completamente enfadado. Que sí, que sí. Que la tal Ami era la prima de Jungkook, y Jimin le había contado que cuando estaban en el instituto, había estado muy colada por él. Pero no creía que Jungkook pudiera sentir algo, teniendo en cuenta lo raro que era para tener relaciones. Eso había dicho.

Aun así, Jungkook quería su atención, pero Taehyung se tiró tres días sin hacerle ningún caso. Desde que había conocido a Ami, exactamente. Si se cruzaba con Jungkook, no le dirigía la palabra a no ser que fuese estrictamente necesario. Nunca había sentido tanta rabia en una situación de esas características; y aunque le costara los mil demonios reconocerlo, estaba celoso. Celoso como nunca lo había estado. Celoso hasta volver las cosas raras, tensas, e inmaduras para alguien de su edad. Nunca se había sentido así. Y cuanto más lo pensaba, más se culpaba a sí mismo por tener esos sentimientos contradictorios con Jungkook. ¿Quería besarle desesperadamente, y volver a sentirse vulnerable? ¿Quería que desapareciera de su maldita vista, para así olvidarle? ¿Y si no le olvidaba ahora ni nunca? ¿Y si se lo cruzaba en dos, en tres semanas, en un mes, y Jungkook estaba con alguien nuevo, mientras a él se le partía el corazón en mil pedazos? Necesitaba tiempo para aclarar sus sentimientos.

Los exámenes comenzaron y al final de la semana estaban sumergidos en una rutina diaria de estudiar, presentarse a pruebas acompañados de sus credenciales personales, y rezar por tener buenos resultados. Jimin y Jungkook habían acordado algo; por cada examen hecho, un chupito. Dos, si salían mal. El problema era que, esos días, Jimin estaba más escurridizo que de costumbre. Le había dicho que tenía planes familiares, pero su amigo sabía que era santa mentira. Jungkook le había pillado morreándose con Min Yoongi por las esquinas, metiéndose en su coche y llegando a sus salidas un poco más tarde que de costumbre.

«Okay, no puedo culparle», se dijo Jungkook mentalmente. Era lo típico de cuando empezabas a salir con alguien, ese fulgor, esas ganas de beberte todo su tiempo.

Jungkook no podía creerse que estar soltero fuera tan en contra de su propia voluntad, mientras su mejor amigo empezaba a salir definitivamente con alguien. Pero esas cosas pasaban, ¿no? No le quedaba más remedio que aceptarlo; ahora volvía a odiar las telenovelas pastelosas, las películas que estrenaban esos días en las carteleras primaverales, con estúpidos carteles románticos, y todas las parejitas que iban de la mano por las calles. ¡Por el amor de Dios! ¡Sólo quería vísceras y sangre! Si se metía en el cine, era, de seguro, para verse una buena de Zombies, de persecuciones de coches y armas, pero nada de besos, nada de gente restregándose, y por supuesto, porque tenía que acompañar a Ami.

Y si se masturbaba en un momento de paz y soledad (como cualquier maldito joven de su edad), intentaba, con toda su fuerza de voluntad, no terminar pensando en su expareja. Ni en sus manos, ni en sus labios, ni en sus piernas, ni en los jodidos y sensuales gemidos que Taehyung había suspirado junto a su oreja. Tampoco lo habían hecho tanto, pero él había protagonizado sus únicas experiencias sexuales, y... le echaba de menos.

Hablaban de vez en cuando, claro, Hoseok había estado de juzgados, y Sunmi le había defendido hasta lograr que todo terminase en una sanción económica en la que la familia de Jimin le ayudó a solventar. La familia de Erik no había salido bien parada respecto a la posesión de drogas y el consumo de sustancias, una investigación había destapado fondos negros, malversación de dinero, y otras tramas en las que Jungkook no quiso involucrarse.

Pero más allá de algunas esporádicas charlas en la biblioteca (muy breves), Taehyung y él no habían vuelto a acercarse. Era extraño, porque su corazón lo anhelaba. Jungkook quería luchar por él, y conseguir una nueva y definitiva oportunidad, pero esos días, la presencia de Ami le tenía muy ocupado y no podía demostrarle a Taehyung lo mucho que le quería. Además, Jimin le había dicho una cosa. Solo una: «Taehyung no está enfadado, está celoso. Sigue sintiendo algo por ti y no para de negárselo». Por lo que dar un paso hacia delante podía significar que Taehyung diera dos hacia atrás, y eso era lo último que quería.

Tocaba mover ficha, porque él sabía, y ya había jugado una vez, ¿no?

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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