Capítulo 25
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
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Capítulo 25. La patata caliente
Hoseok entretenía a Jungkook y a Namjoon, que parecían estar sumidos en un círculo de risas y anécdotas estúpidas sin fin. Hazel tenía los ojos rojizos cuando volvió del exterior tras haberse fumado algo bien cargado en el jardín. Jungkook estaba notando la diferencia de lo que solían fumar los chicos, al extraño aspecto casi eufórico de su amigo. ¿Acaso estaba descargando la pena por haberlo dejado definitivamente con su novia? ¿O realmente había pillado de otra cosa en algún lado?
—Eh —murmuró Jungkook cuando pasó por su lado y le agarró por el brazo—. ¿Qué pasa, os va lo duro?
Hazel se rio en voz baja, con Hoseok escrutándole justo al lado.
—Tío, habíamos dicho que nada de historias raras —dijo el pelirrojo—. Ya tuvimos bastante la otra vez.
—Oye, oye, no es ninguna historia rara —soltó Hazel frunciendo el ceño, y se deshizo del agarre de Jungkook con aires de fastidio—. Además, hoy no va a haber policía.
—Ya, claro. Si no la liais —apuntó Hoseok.
Hazel le dirigió una mueca.
—Si tienes algún problema o te sientes incómodo, ya sabes dónde está la puerta.
Hoseok esbozó una sonrisa ácida.
—¿Disculpa?
Jungkook pestañeó sin poder creérselo.
—Eh, tío...
—Vale, ya está. Dejadlo —cortó Namjoon, interviniendo entre los chicos—. Si vais a consumir algo, al menos intentad que no se os vaya de las manos. Que hay bastante gente, ¿vale?
—Espera, ¿no serás tú su camello? —señaló Hoseok con sarcasmo.
Namjoon suspiró profundamente, pasó de largo negando con la cabeza y haciendo un movimiento de manos como si dijera «paso de aguantar vuestras gilipolleces».
—No... él no —dijo Hazel disminuyendo el tono de voz.
—¿Él... no? —saltó Jungkook, escudriñando a su amigo—. ¿Qué coño significa «él no»?
Hazel se rio en voz alta, masajeándose la frente con unos dedos.
—Que sois idiotas, Erik es el puto camello —soltó rompiendo en una risa histérica.
—Qué Erik, ¿qué? —escupió Jungkook, levantando las cejas.
—Tío, cállate. Baja la voz —le calló Hazel con un gesto con la mano.
—Genial —sentenció Hoseok—. Estupendo. Estamos en un puto chalet con drogas y camellos. Y, ¿Quiénes son esos? ¿Sus clientes?
Jungkook miró de soslayo al lado del salón donde apuntó Hoseok. Esos tipos parecían mayores, iban bien vestidos, pero sin duda no eran universitarios. Algo le dijo al chico que más que clientes, eran sus... ¿matones?
Hazel se puso mucho más serio de lo habitual y miró a Hoseok con desagrado.
—¿Sabes qué? Es normal que no os dijera nada ni a ti ni a Jimin. Tú te comportas todavía como un polluelo, y Jimin va detrás de ti como si fuera tu jodida novia.
Jungkook se mordió el interior de la boca, y Hoseok le enfrentó:
—Me parece Genial que Erik y tú hagáis lo que queráis con vuestra vida, pero que os metáis cuando estamos todos aquí, no es plato de mi devoción.
—Cómo te he dicho, ya sabes dónde está la puerta —le invitó Hazel.
Hoseok volvió a reírse en voz baja.
—Mira, no voy a dejar tirado a mi primo por un par de gilipollas drogados.
Esta vez, Hazel se rio con más ganas y los dos le miraron vacilantes.
—Claro, porque la mitad de aquí no son clientes de Erik —dijo sarcástico.
—¿Estás de coña...? —dudó Jungkook.
—Nah, no lo estoy —dijo el chaval relamiéndose los labios.
Levantó la cabeza para mirar a todos, visiblemente desinhibido por lo que fuera que se hubiera metido en el cuerpo.
—Venga, no os hagáis los estúpidos, ya somos mayorcitos.
—¿Tú sabías esto? —le preguntó Jungkook—. ¿Desde cuándo sabes que trafica con sustancias?
—Eh, a ver, he reconocido a un par. Os dije que Erik necesitaba pasta, y bueno —Hazel se encogió de brazos—, ha encontrado un negocio rápido y fácil. La mayor parte son de la S.N.U. —argumentaba con sinceridad.
—Joder —exhaló Hoseok—. Y nos metéis en medio de todo esto.
Hazel le miró fatal. Aparentemente, el pelirrojo se había ganado no caerle en gracia y aquello era mutuo, según Jungkook estaba observando.
—Que os jodan —escupió Hazel.
Pero esta vez, Hoseok dio varias zancadas hacia delante y agarró por el cuello de la chaqueta al chaval, acojonando a Jungkook.
—Eh, eh, eh —empezó el pelinegro.
—Escúchame, gilipollas —masculló Hoseok—. Les dices a todos que se vayan a casa ahora mismo, o eso de que no va a venir la puta poli se va a quedar en algo más que una anécdota.
Jungkook intentó separarlos, poniendo una mano en los hombros de cada uno. Tenía que parar aquello antes de que se saliera en la órbita.
—Vale, ya. Hoseok —emitió con voz grave.
—¿Estás de coña, Jungkook? —le lanzó el chico—. ¿Quieres que haya algún accidente, y nos caigan cargos a todos por esto?
—Alertar a la policía y estar aquí cuando lleguen, tampoco va a beneficiarnos en absoluto —razonó con él. Su cerebro pasó fugazmente por Taehyung y Nina, ellos no tenían siquiera haber llegado a la fiesta en su compañía. La mejor opción era tomar su coche y largarse, y aunque Jungkook no lo verbalizase, la conexión con la mirada del pelirrojo le hizo comprender que él también acababa de caer en lo mismo.
Hoseok soltó a Hazel con muy malas pulgas.
—Vámonos de aquí —suspiró profundamente.
—Esto es precisamente de lo que hablaba hace tiempo —le dijo Jungkook a Hazel—. No podemos seguir con esta mierda, Haze. No podemos seguir con esto.
Él le contemplaba realmente irritado.
—¿Qué? ¿Ahora me vas a venir con la mierda de que has cambiado? —soltó encrespado, con las pupilas dilatadas y las facciones más afiladas—. ¿Ahora que tienes novio, eres súper maduro?
El chico alzó lo suficiente la voz para que resonase por encima del hilo musical que repercutía en el salón. Algunas de las personas que había alrededor giraron la cabeza para fisgonear.
—Pero, ¿tú te estás escuchando? —insistió Jungkook—. Se te va de las manos, tío. Relájate.
—¿Por qué no dejas de engañar al puto mundo, Jeon Jungkook? —escupió Hazel en voz alta—. Oh, por favor —dijo levantando los brazos y llamando la atención al resto de invitados—. ¡Eoooo! —vociferó—. ¿Podéis prestarme atención un segundo?
—Tío —avisó Hoseok agarrándole del brazo.
—Suéltame —murmuró Hazel con una sonrisita—. ¿No? Pues vale.
Hazel se dirigió al resto de los chicos y chicas que estaban en el amplio salón con vistas al porche. Subió sobre la mesa de café con las deportivas, junto al jarrón del centro de mesa.
—¡Eh, gente! ¡Me encanta que hayáis venido hasta aquí por una fiesta! —decía en voz alta y clara—. ¿A que estáis disfrutando? ¿Huumn?
La gente sonreía un poco y asentían con la cabeza, echándose unas risas por las pintas de tomado que tenía el chaval.
—Pero, ¿sabéis cuál es el asunto ahora mismo? —exclamaba el chico con una falsa sonrisita, con sólo la música de fondo retumbando—. ¡Que estos imbéciles de aquí no les apetece pasárselo bien un rato!
—Haze, ya está bien —Namjoon llegó junto a ellos, empezando a preocuparse.
—No, no —negó con la cabeza—. Resulta que este tío de pelo rojo —señaló a Hoseok, quien soltó el agarre de su mano—, quiere llamar a la puta policía porque es un aguafiestas.
Hazel clavó su mirada de ojos marrones en Hoseok, que permanecía muy serio y quieto. Lentamente, el muchacho le sonrió con una punzante maldad y diversión.
—¿Qué tal si te vas a tu puta casa con toda la nieve que está cayendo? —le sugirió delante de todo el mundo, y a continuación levantó su vaso de plástico—. ¿Qué os parece? ¿Le invitamos todos a irse?
La mayoría de los que estaban allí sonrieron un poquito, otros levantaron las cejas tomando un trago de su copa de plástico.
—Sí, márchate —soltó un desconocido a unos metros.
—No toques los cojones a nadie, capullo. Lárgate de aquí —dijo otro.
Una chica que estaba a su lado se inclinó sobre sus rodillas riéndose abiertamente.
—Definitivamente, eres un puto gilipollas drogado —chasqueó Jungkook delante de todos, miró a Hoseok y le señaló con la cabeza—. Vámonos de aquí.
Hazel se rio cuando Jungkook y Hoseok dieron unas zancadas para alejarse de aquello y buscar a sus respectivas parejas.
—¡Y ese es mi amigo! —exclamó con retintín, aún sobre la mesa.
—Lo soy cuando no das pena —le devolvió Jungkook antes de darle la espalda.
Aquello hizo que Hazel explotara definitivamente.
—¡Eh! —le llamó a unos metros—. ¡J.K.!
Hoseok y Jungkook giraron la cabeza antes de salir de la sala. Namjoon estaba tirando del borde de su sudadera, mordiéndose el interior de la boca, y pidiéndole que, por favor, bajara de la mesa. Se sentía paralizado frente a aquel lamentable espectáculo.
—¿Te gusta ir de superior delante de todos? —preguntó con una sonrisa pretenciosa—. ¿Por qué no les cuentas también cómo te follaste a Kim Taehyung por una estúpida apuesta?
La gente empezó a murmullar, y el pelinegro escuchó alguna risita entrecortada. Hoseok abrió los ojos, mirándole confuso. Jungkook le hubiera soltado un puñetazo a Hazel si hubieran estado más cerca, pero en ese momento, el joven se quedó desconcertado, con el corazón palpitando en sus oídos. ¿Por qué coño le hacía eso delante de todo el mundo?
—Ah, sí —se respondió a sí mismo el propio Hazel—. Porque eres tan cerdo que prefieres seguir ocultándolo con tal de tener sexo.
Jungkook tragó saliva pesada, mientras las vocecitas y los murmullos se alzaban entre el hilo musical. Buscaba con la cabeza a Taehyung, intentando ubicarle para luchar contra su reacción. Nina llegó hasta Hoseok con un rostro algo despistado y preocupado, preguntándole si había pasado algo. No se había enterado de nada, pero ni Taehyung ni Jimin estaban allí.
Hoseok atendió a Nina y agarró a Jungkook del brazo a pesar del impacto, expresándole que deberían marcharse. El pelirrojo se controlaba con tal de sacar a su primo y amigo de allí, pero sabía que, si escuchaba algo más, terminaría reventando de la peor forma. No obstante, Jungkook se deshizo de su brazo nervioso, caminó hacia la cocina esperando que Taehyung no les hubiera escuchado. Hoseok le seguía con pasos rápidos.
—¿Dónde coño están? —preguntó desorientado.
Nada. Jungkook se volvió hacia Nina, quien parecía un poco perdida.
—¿Dónde está Taehyung? —preguntó demandante.
—Oh, no sé —respondió ella—. Estaban todos aquí hace un momento, ¿no? Yo estaba en el baño, y de repente los perdí.
A Jungkook le retumbaba el corazón hasta en la cabeza, con todo aquello.
—Tampoco está Yoongi —observó Hoseok—. ¿Habrán salido? ¿Les buscamos afuera?
—Pero si está cayendo una tormenta —apuntó la chica hacia el cristal.
Entonces, Jungkook sintió un pálpito.
—Ni Erik —expuso el pelinegro—. ¿Dónde coño está Erik desde hace un rato?
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Unos minutos antes
Taehyung se quedó solo en la cocina cuando el grupito fue al baño. Nina estaba tardando un poco más de la cuenta, pero ni Jimin ni Yoongi volvían. El castaño esperó un rato antes de buscar a Jungkook, deseaba darle su espacio esa noche con sus amigos durante un rato, demostrar que estaba a la altura y que no quería agobiarle. Bajó del taburete y fue a salir de la amplia cocina, cuando un chico alto y castaño golpeó su hombro por accidente. El muchacho se tambaleó antes de apoyar las manos en el mármol de la encimera, hundiendo la cabeza entre los hombros.
Taehyung frunció el ceño, creyendo reconocerle. Era uno de los amigos de Jungkook, y parecía estar muy, pero que muy mareado.
—Eh, ¿estás bien?
Erik jadeó, frotándose los lagrimales de los ojos antes de levantar la cabeza. Quizá la mierda que se había metido por segunda vez en el baño podía haberla dosificado de otra forma, pero así había salido la cosa. El chico de ojos verdosos que se inclinaba a su lado, preguntándole cómo se encontraba no era otro que Kim Taehyung. Le reconoció rápidamente a pesar de tener la vista emborronada. Taehyung estaba asquerosamente guapo durante esa noche, pero él ni siquiera entendía por qué Jungkook seguía dándole bola a aquel chaval. ¿A qué coño venía eso de que todo el mundo estuviera hablando de ellos?
Jungkook estaba haciendo la misma mierda de siempre, que era, básicamente, destacar entre todos. Y ahora parecía dárselas de príncipe por el campus, simulando ser la parejita de oro que quería despuntar por encima de ellos. Erik estaba hasta los cojones de Jungkook. Y no, no le había perdonado el hecho de que le hubiera dado de lado a pesar de su notable problema con las sustancias. Él siempre se llevó mejor con Jimin. Siempre se iban de vacaciones juntos. Siempre le dejaban de lado. Y ahora tenía que volver a aceptar al muchacho entre sus amigos, o Hazel y Jimin también le darían de lado.
Por si fuera poco, el maldito Taehyung era como un jodido cisne, brillante en la universidad, ahora deseado por todo el mundo, con la fama que se había labrado por ser difícil de conseguir incrementando su sex appeal frente a los grupitos de las chicas de primero. El «puto Jungkook» se las había arreglado para obtener lo que quería. Como siempre hacía delante de sus narices. Pero la vida era así, injusta, y él se había adaptado. Todos se adaptaban de una manera u otra, al fin y al cabo.
—Tengo ganas de vomitar —le contó Erik a Taehyung, jadeando.
Taehyung posó una mano sobre su espalda.
—¿Puedo ayudarte en algo?
Él asintió despacio y tragó saliva.
—El baño —masculló con otro jadeo.
Se encontraba realmente colocado y mareado. Las náuseas le acosaban vertiginosamente, y era cierto que se habían tropezado. Pero que Taehyung le echara un brazo por encima de los hombros, y le ayudase a mantenerse incorporado solo le hizo pensar que podía continuar exagerándolo.
Taehyung le ayudó a caminar y le preguntó si quería agua, y él negó con la cabeza y señaló hacia las escaleras.
—Está arriba.
—Uh —emitió Taehyung—. ¿Podrás subir eso?
—Sí, sí —respondió con una ligera capa de sudor sobre su frente.
El castaño le ayudó a subir despacio, mientras Erik se apoyaba en la barandilla. Una vez arriba, en el rellano, el chico le dirigió hasta su habitación. Había un cuarto de baño privado en el dormitorio, si bien su auténtico motivo no era ese. Empujó la puerta del cuarto y entró junto a Taehyung, que le soltó cuidadosamente preguntándole si podía caminar solo. Erik asintió y suspiró apartándose el sudor que recorría el flequillo de su cabello.
No sería tan difícil joder a Jungkook, si Taehyung y él ya habían follado. Además, ¿no se suponía que él ya tenía novio antes de aquello? Seguro que era bien fácil y promiscuo, y si le susurraba unas cuantas cosas hasta podría terminar recibiendo una mamada, en compensación.
Erik empujó la puerta con el hombro y la cerró con el seguro. Taehyung levantó una ceja sin entender demasiado bien qué estaba pasando.
—¿Qué haces? —dudó observando al chico, aturdido.
Erik levantó la cabeza y le miró con ojos mucho más claros de lo que había mostrado hasta el momento.
—No estaría bien si alguien se enterase de esto, ¿no crees?
Taehyung parpadeó cuando el chico se aproximó hasta él. «Pero, ¿qué demonios?», gritó en su mente. Utilizó unas manos para alejarle.
—Eh, eh... —dijo con el corazón acelerado—. Creo que te has confundido conmigo...
Erik le agarró las manos y le empujó hacia la pared.
—Estoy seguro de que no.
—E-Erik te llamabas, ¿verdad? —preguntó Taehyung—. Eres el amigo de Jungkook, qué coño haces...
—Ssshh —Erik se inclinó sobre él y acercó los labios a su cuello, dejándole unos cuantos besos—. Él no va a saber nada de esto.
Taehyung sintió un tremendo escalofrío e intentó apartarse del chico, pero Erik se apoyaba con una mano sobre la pared y le presionaba contra él, antes de susurrarle una cerdada y que tenía un montón de ganas de probar a hacer algo con un tío. Taehyung levantó una rodilla y le empujó hacia atrás, en un pequeño forcejeo que hizo casi tropezar al muchacho.
—Pero, ¿qué coño haces? —jadeó, apartándole—. ¿Esto es una broma? No tiene gracia.
Erik miró irritado al joven y le agarró con una fuerza descomunal una de sus muñecas, clavando el par de pulseritas que llevaba.
—Ah, qué te va el rollo duro —escupió encendiéndose—. ¿Eso es lo que ha hecho contigo para que te lo creas?
Taehyung jadeó por el agarre de su muñeca, agarró la mano del mayor con los dedos, tratando de forzarle a que le soltase, y detectando una nota desagradable de sudor en el chico.
—Suéltame, joder —exclamó—. ¡Suéltame!
Erik le agarró el pelo con una mano y besó sus labios. Taehyung cerró la boca con fuerza y a continuación, cerró el puño y le propició un puñetazo en la mandíbula. Erik cayó de espaldas, golpeándose con el borde del colchón de la cama en la cabeza. El contrario jadeaba tocándose la muñeca, las pulseras se le habían estado clavando hasta el punto de levantar la piel fina e irritársela.
Erik se rio bastante (el colocón ayudaba), y se levantó escupiendo en el suelo. Apenas le dolía la mandíbula por lo el subidón de adrenalina y otras sustancias, pero había perdido definitivamente los nervios con eso último y ahora iba a hacerlo por las malas.
—Entonces, prefieres que te follen, por lo que veo —expresó el muchacho.
Taehyung le miró entre aterrado y desencajado. ¿Se había vuelto loco? ¿De qué iba aquello? El corazón se le había disparado bajo el esternón y se sentía realmente asustado. Se dio media vuelta y fue hacia la puerta, pero el pomo estaba bloqueado a pesar de los insistentes intentos de girar con vehemencia el seguro. Erik apareció tras su espalda agarrándole la cintura y restregándose con él de una manera muy desagradable.
Taehyung intentó pegarle un codazo, pero el chico le agarró el brazo con más fuerza.
—Menuda putita que tienes que estar echa, para haberte dejado follar por Jungkook de esa manera —masculló en su oído.
—¿Qué coño dices? —cuestionó aterrado.
Él volvió a besar su cuello durante el forcejeo, Taehyung se quejó, a punto de levantar la voz para pedir auxilio. Tenía que haberle metido una patada en los testículos para asegurarse de aquello. Pero lo que le dejó absolutamente paralizado, fue que Erik mascullara algo de forma realmente explícita y lasciva:
—A ver cuánto más le duras después de haber conseguido que le desvirgara alguien como tú.
Taehyung jadeó sin entender nada. Pero, ¿por qué cojones le hablaba a él de esa manera? ¿Qué más le importaban sus relaciones sexuales? El castaño le golpeó a Erik con un fuerte codazo, que hizo que se alejase de él, antes de golpear la puerta con los puños para pedir auxilio. Erik se rio exhausto y se pasó una mano por la frente, echando el cabello húmedo por el sudor hacia atrás.
—¿Qué? —escupió este—. ¿Te vas a hacer el puto digno ahora, sabiendo que alguien te ha utilizado?
Taehyung le miró de soslayo, sintiendo una pequeña punzada de dolor entre todo el momento.
—¿De qué estás hablando...?
Erik estiró los músculos de su espalda con un gesto, y se limpió la sangre del labio con la manga de su chaqueta antes de mirarle con un humor muy ácido.
—Que eres un juego —maldijo Erik con los ojos enrojecidos—. Un maldito juego, imbécil. Jungkook y nosotros hicimos una puta apuesta para que se desvirgara. ¿Y sabes qué? —sonrió con el rostro desencajado—. ¡Ding, ding, ding!
Taehyung abrió los ojos poco a poco, sobrecogido.
—¡Premio gordo! —rio exageradamente—. Y encima tenías novio. Menudo pedazo de puta que estás hecha. ¿Cuánto te ha costado que te follen? ¿Dos semanas? ¿Tres? ¿O te hiciste el estrecho para disimular un poco?
Taehyung estaba pasmado, sentía a su cabeza dar vueltas, sin poder creérselo. Aquel tío estaba drogado y le había agredido sexualmente. ¿De verdad tenía que pensar en la veracidad de sus palabras?
—Todos nos puto descojonamos de él la primera vez que le golpeaste —dijo acercándose al chico—. Pero ha sido tan insistente contigo, ¿verdad? —murmuró—. Estoy seguro de que te pone mucho que lo sean. Que no paren, aunque les pidas que lo hagan.
Taehyung notó cómo los nervios y lágrimas se apiñaban en su garganta. ¿Por qué le estaba diciendo algo tan horrible? Era imposible que fuera realmente amigo de Jungkook, si era capaz de hablarle a alguien que quería de esa manera. Él estaba paralizado, clavando sus ojos verdes en él. Escuchó unas voces subiendo por la escalera, deteniéndose justo enfrente de su puerta, y Erik se mordió el labio con impotencia.
—¿Tae? —voceó Jungkook.
—¿Taehyung? —escuchó una segunda voz, Jimin.
—¿Taehyung, estás ahí? —Hoseok era el último.
Él guardó silencio durante unos segundos, con el corazón zumbando la sangre muy rápido en sus oídos. Erik avistó la gravedad de los hechos, con el evidente aspecto de haber estado forcejeando entre ellos. Jungkook intentó abrir la puerta cuando este se aclaró la garganta y respondió con una pretendida tranquilidad.
Al otro lado de la puerta, él se encontraba muy ansioso, y decenas de cosas se le pasaban por la cabeza. Jimin tenía los labios rosas e hinchados al lado de su amigo. Prácticamente les habían buscado por todo el piso inferior, interrumpiendo el buen lote que él y Yoongi se estaban dando. Todos miraron a la puerta acongojados, tras haber escuchado unos golpes en la habitación. Pero ni Jungkook ni Hoseok podían abrirla, y el resto de la gente de la fiesta se amontonaba al pie de la escalera. Entonces, Erik la desbloqueó y se asomó con una cara muy extraña. Jungkook atisbó su labio partido y ojos enrojecidos, y Taehyung salió delante de él con una calma que los dejó a todos en silencio.
—Joder, nos habíamos asustado —dijo Jimin—. ¿Estás... bien?
Jungkook no necesitó más de un segundo para percibir lo que estaba pasando. Taehyung tenía una expresión extraña, parecía haber estado forcejeando. Los nudillos de su mano derecha estaban rojos y sus facciones tirantes, como si estuviera aguantando una enorme presión. ¿Puerta bloqueada? ¿Erik con un fuerte golpe en la boca?
Su sangre arrancó a hervir con fuerza. Y estuvo a punto de lanzarse a por el que había considerado como parte de sus amigos, pero todo sucedió muy rápido.
—¡Hijo de puta! —gritó Hoseok, metiéndole un puñetazo en la nariz a Erik, que dejó completamente K.O. e inconsciente, en el suelo.
Todos levantaron la voz y forcejearon unos instantes entre ellos. Hazel se lanzó sobre Hoseok, Namjoon empujó a Jungkook para pasar delante de él y frenar a Hazel, que le gritaba algo raro como que se iba a arrepentir de eso. Jimin se apartó a un lado llevándose las manos a la cabeza. Y entre todo eso, Taehyung le miró realmente aterrado, con los ojos cubriéndose por una película de lágrimas.
—¿Te ha hecho algo? —preguntó Jungkook con voz suave—. No debía haberme separado de ti, dime que estás...
—Es mi culpa —le cortó Jimin—. Yo te dije que me quedaría con él durante un rato.
—Jungkook —exhaló Taehyung.
—¿Sí?
Hazel consiguió apartar a Namjoon y llegó a las manos con Hoseok, Jimin le miró asustado y se interpuso, tratando de apartar a su primo.
—¡Suéltale! ¡Coño, joder! —gritó Namjoon, agarrando por los hombros a Hazel hasta tumbarle.
—No vuelvas a tocar a mi puto amigo —vociferó Hazel a Hoseok.
—Haze, por favor. Ya basta —intervino Jimin, poniéndose delante de su primo—. Ya está bien.
Hazel le miró con un deje de traición.
—¿Respira? —preguntó Yoongi con el teléfono en la oreja.
—Eh, ¿qué coño estás haciendo? —dijo Namjoon, levantando una mano.
—¿Estoy llamando a una puta ambulancia, a ti que te parece? —contestó Yoongi muy calmado.
—No, no —pidió Namjoon—. Va a venir la policía. Nos va a caer una buena.
Jimin se giró y le acarició el brazo fraternalmente a Hoseok, quien escupió sangre en el suelo.
—¿Respira o no? —exigió saber Yoongi antes de que contestasen a su llamada.
Namjoon se acuclilló junto a Erik poniéndose de rodillas a su lado. Tenía la nariz rota, su pulso permanecía constante a pesar de haberse desmayado.
—Respira —confirmó Namjoon.
—Buenas noches, necesitamos una ambulancia en...
Taehyung estaba temblando y abrazándose a sí mismo, completamente aterrorizado, y con los ojos brillantes y llenos de lágrimas.
—La que nos va a caer, joder —murmuró Jungkook mirando a Jimin.
Él tragó saliva, esperándose lo peor.
—Yo no me quedo aquí ni de coña —soltó un muchacho desconocido, que alteró el murmullo del resto que se asomaba por el rellano de la escalera.
La gente empezó a removerse con el sobresalto, moviéndose de un lado a otro, dispuestos a abandonar el chalet de inmediato. Si les hacían un control de drogas o un análisis a Erik, estarían bien jodidos por el colocón que llevaba encima.
Jungkook agarró de un brazo a Taehyung y le sugirió marcharse antes de que aquello empeorara. No iba a quedarse a respaldar a ninguno de sus amigos, y mucho menos después de aquello. Pero Taehyung se soltó de su agarre y le dirigió una expresión realmente desconfiada. El corazón le palpitaba en la garganta, amenazando por ser escupido.
—No, Jungkook —dijo con los ojos amenazando desbordar de sus lágrimas—. ¿Es verdad lo de la apuesta?
—¿Qué? —exhaló el pelinegro.
Un pinchazo atravesó su pecho. Sacudió su mundo, como quien agitaba una diminuta y perfecta maqueta, a punto de derribarse. Jimin les miró con ojos muy abiertos tras escuchar aquello. Yoongi también pareció poner atención en aquello tras colgar el teléfono, así como Hoseok, pese a sus magulladuras. Taehyung giró la cabeza, sintiéndose horrorizado con la tensa reacción de los demás.
—¿Qué si es verdad la mierda esa de que habíais hecho un juego? —preguntó con la voz ronca.
Aquella última pregunta logró atraer la atención de la mayoría que se estaban largando. Jungkook sintió un fuerte golpe en el tórax, y respiró profundamente, incapaz de tragarse su propia saliva. A Taehyung, entonces, empezaron a temblarle las manos con un fuerte hormigueo, percibiendo cómo se le enfriaban y dormían. ¿Por qué Jungkook se había quedado así de callado? ¿Por qué coño no le decía simplemente que no sabía de qué estaba hablando?
—Eso era una gilipollez, Taehyung —atendió a decir Jimin, defendiéndole—. A nadie le importaba esa mierda desde hacía tiempo.
Yoongi miró a Jimin, sin poder creerse que él conociera aquella mierda. ¿Así que todos eran unos niñatos, manipuladores y sociópatas de cuidado? Jungkook bajó la cabeza y se pasó una mano por la mandíbula, con los labios entreabiertos. Los ojos de Taehyung le clavaron un puñal ardiente en el pecho.
—Yo...
—¿Tú también sabías eso? —preguntó el ojiverde a Jimin.
—Tenía que habértelo dicho mucho antes —dijo Jungkook.
—Cállate —le pidió Taehyung, con los ojos brillantes y sin derramar—. Erik, Jimin, ¿quién más lo sabía?
Taehyung movió la cabeza entre el corro de personas que les estaban observando en el pasillo y desde la escalera, en silencio.
—No, no todos —aseguró Jungkook, poniéndose delante de él—. Hazel acaba de comportarse como un gilipollas con...
Taehyung, entonces, soltó una risa muy amarga ante eso, y volvió a contemplarle con la mirada empañada. Jungkook se calló desconcertado.
—Lo hace la gente por un triste polvo, ¿verdad? —farfulló Hazel, que estaba sentado en el suelo, siendo controlado por Namjoon—. Y pensar que se lo tomó en serio porque le zurraste delante de todos. Qué mono.
Taehyung exhaló el aliento comenzando a tenderlo. Era exactamente lo mismo que Erik le había dicho, mientras intentaba agredirle con el mismo motivo.
—¿Es verdad o no, Jungkook? —repitió deseando confiar en el chico.
El pelinegro sintió que el tiempo se desaceleraba. ¿Cómo iba a responderle a aquello delante de todos? ¿Cómo le iba a dar los suficientes segundos para explicarle exactamente qué era lo que había pasado?
—¿Te apostaste acostarte conmigo, Jungkook? —dijo una vez más.
Tragó saliva, mientras todos les miraban atentos. El sonido de una sirena de ambulancia se acercaba en la distancia de los chalets más apartados.
—Sí —respiró apesadumbrado—. Pero olvidé toda esa basura cuando empecé a conocerte...
—Vete a la mierda —le escupió Taehyung, exasperado.
—No, no. Espera.
Taehyung golpeó su hombro con el del muchacho cuando pasó por su lado, y la gente empezó a arremolinarse por el sonido de los coches de policía. Algunos se habían largado con el solo eco de la ambulancia. Jungkook le agarró la mano a Taehyung, suplicándole que le escuchase durante un segundo. Taehyung le miró completamente en shock, enfadado, horrorizado. Sus ojos aún se mantenían sin ser derramados, pero parecían estar amenazando con escaparse de sus órbitas.
—Tae. Taehyung. Escúchame —mascullaba Jungkook—. Dame un puto segundo.
—¿Qué coño quieres?
—Has sentido lo mismo que yo. Lo sabes.
—¿Y eso es? —jadeó el muchacho—. ¿Una puta mentira hasta que follamos?
Él negó con la cabeza.
—Sabes que te quiero.
Yoongi le agarró inesperadamente el brazo a Jungkook para que dejara de perseguir al chico.
—Estoy hasta los cojones de aguantaros a todos esta noche.
El pelinegro le miró sintiéndose atacado.
—Suéltame —le aconsejó.
—Suéltale —le avisó Yoongi.
—Eh, ya está bien —intervino Jimin detrás—. No más peleas, hemos tenido todos suficiente.
—Tú no quieres a nadie —masculló Taehyung, rompiendo a Jungkook—. Sois todos unos niñatos hipócritas que solo pensáis en vosotros mismos.
Jungkook se sintió derribado, y Taehyung bajó las escaleras rápidamente, con Yoongi detrás. La gente se estaba marchando, y así lo hacía el castaño. Pero Jungkook se juró a sí mismo que no podía dejar que pensase algo como eso. Salió corriendo detrás de él, incluso más allá de la casa, mientras Taehyung se colocaba el abrigo.
Taehyung sentía una fuerte presión en el pecho, su corazón latía con tanta fuerza que le provocaba ganas de vomitar. Sus ojos ardían cargados de horror e impotencia. Sabía perfectamente que había algo raro en Jungkook desde el primer día que se le acercó. Él nunca le había mirado. Nunca le había prestado atención. Por Dios, ni siquiera se movían dentro del mismo mundo. Jungkook había caído del cielo aquella tarde, besándole y confesándole lo mucho que le gustaba por parte de magia. ¿En qué momento se había tragado aquella mentira?
Taehyung intentó tragarse las lágrimas sintiendo todo el frío del exterior golpeándole en la cara, y recordó cómo había sospechado de Jungkook en un montón de ocasiones. Su actitud no era normal, y ni siquiera le gustaba al principio su sonrisa. Él estaba pretendiendo ser amable. Estaba pretendiendo conquistarle. «Sólo quiero que seamos amigos», le dijo con el fugaz eco de su voz. Y había caído como una mosca en el caramelo, creyéndose sus palabras y todos sus roneos de pantera piadosa. La vez que había aparecido en su trabajo por la noche, sin que ni siquiera le hubiera contado donde trabajaba. Jungkook presentándose en la biblioteca todos los días. Todos los malditos días. Uno detrás de otro, sentándose a su lado, tratando de meterse en su vida.
Taehyung no podía soportar más esas fuertes punzadas en su pecho, y liberó un jadeo que terminó dejando escapar su sollozo. Jungkook le había confundido incluso cuando él estaba con Jonah, haciéndole dudar sobre sus sentimientos.
—¡Taehyung! —Jungkook corrió hasta el muchacho, y le cortó el paso colocándose delante de él—. Por favor, ¡escúchame!
El chico le miró con los ojos verdes más brillantes, unas lágrimas silenciosas manchaban sus mejillas provocándole un gran dolor en el pecho.
—Perdóname, por favor —le suplicó Jungkook, desencajado—. Era un gilipollas, eso es verdad. Me importaba una mierda si estabas con alguien o si te apetecía estarlo.
Taehyung le esquivó y volvió a pasar por su lado.
—Hice un montón de cosas, ¡y me obligué a mí mismo a acercarme a ti! —decía Jungkook con voz clara, persiguiéndole—. Pero sabes perfectamente que esto es real. Que lo que siento ahora, y desde hace tiempo, ¡es real!
Taehyung frenó en seco y se volvió hacia el muchacho, el pavimento húmedo y helado por la reciente caída de granizo se hallaba bajo sus botas. Sus mejillas se encontraban mojadas por las lágrimas que desbordaban sus ojos, sobre la piel enrojecida por el rápido contraste entre frío y calor.
—¿No te importó una mierda pensar que yo era una persona, y también tenía mis propios sentimientos?
Jungkook tragó saliva. No, no le había importado. Esa era la cruel realidad hasta que se dio cuenta de la increíble persona con la que se había topado.
—¿Te lo has pasado bien contándole a tus amigos cómo hemos follado? —formuló ladeando la cabeza, con párpados entrecerrados.
—No he hecho eso —exhaló Jungkook—. Jamás haría algo como eso.
—¿Por qué no celebras con el cerdo de tu amigo Erik cómo te has desvirgado?
—No, no —Jungkook le agarró un brazo para que no se le escapase—. Tae, Erik y yo ni siquiera hemos hablado desde hace tiempo.
El castaño derramó unas pocas lágrimas delante de él, Jungkook se sentía tan aterrorizado que quería abrazarlo. Pero Taehyung pegó un tirón de su agarre, y pidiéndole que no volviera a tocarle. Yoongi se acercaba tras ellos abotonándose el abrigo, y mucho más atrás, Jimin, Hoseok y Nina.
—No quiero saber nada más de ti —le transmitió Taehyung—. No quiero saber nada más de tu mundo.
Jungkook respiraba, sintiéndose aterrorizado.
—No —le pidió—. No digas eso, por favor.
—Mi vida ya es lo suficientemente difícil, Jungkook —expresó con ojos llorosos.
—Taehyung, escúchame —suplicó agarrando su rostro—. Te quiero. Por favor, confía en mí. Te quiero.
Taehyung intentó separarse de él, pero Jungkook se negó a soltarle notando el corazón en la garganta.
—¡Déjame! —le ordenó.
Jungkook se negó a dejarle ir. Se negó a perderle.
—No, por favor.
—¡Que me sueltes! ¡Suéltame! —vociferó al pelinegro.
Y él reaccionaba igual que Erik. No le soltaba, no le dejaba ir. Se interponía en su camino y continuaba agarrándole, negándose a escuchar que deseaba terminar aquello. Eso era lo que hacían los estúpidos de su clase; pensaban que los demás les pertenecían, como si fueran muñecos sin sentimientos. Yoongi se aproximó por detrás, observando la escena.
—¡No te quiero en mi puta vida! —le gritó Taehyung.
Jungkook se resistió, tratando de decirle algo más, y Taehyung golpeó su cara con una fuerte bofetada. Él jadeó mirando al muchacho, quedándose paralizado. Taehyung rompió a llorar definitivamente, sollozando delante de él durante unos segundos en los que se tapó los ojos con los puños de las mangas.
—Por favor, aléjate de mí, Jungkook —le suplicó Taehyung.
Yoongi pasó junto al hombro de Jungkook y fue hasta Taehyung. Le tocó el codo, murmurándole que tenía un coche un poco más arriba del camino. Él asintió, y todavía tembloroso, se sacó el colgante que Jungkook le había regalado por encima de la cabeza y lo dejó caer en el frío pavimento. Se fue con el chico, que miró a Jungkook con desasosiego. Quizá Yoongi también pensaba que todos ellos eran unos gilipollas, y ellos apenas se conocían, pero había estado obrando bastante bien por algo.
Jungkook se quedó allí, inmóvil, observando sus espaldas distanciándose, y también unas lágrimas que ardían abrasaron sus ojos con fuerza, derramándose. Respiraba angustiado, aterrorizado. Su corazón estaba golpeado, se hundía en su pecho provocándole un jadeo. Taehyung acababa de pedirle que se alejase de él. Que no volviese a interferir en su vida. Y sabía que todo eso era su puta culpa. Tenía la culpa por no habérselo contado antes. Pero temía tanto que se hubiera alejado de él cuando sentía que se estaba enamorando... cuando empezó a pensar que Taehyung era todo lo que había esperado.
Y a pesar de todo ese dolor y culpa que amenazaba con partirle el alma en mil pedazos, la imagen de Taehyung llorando por él mismo era lo que le dejó realmente horrorizado. Él le había hecho daño. Él se lo había cargado todo. Él. La nieve rozaba sus mejillas y congelaba la punta de su nariz, pero lo único físico y suficientemente fuerte para hacerle consciente del frío que le envolvía mientras Taehyung se alejaba de él... era la marca de su guantada ardiendo sobre su helada mejilla.
*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.
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