Capítulo 16

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 16. El festival

A Taehyung le costó tragar saliva, Leori sujetaba una escopeta apuntando muy concentrado al juego de aros a los que comenzó a disparar. Seguramente quería conseguir alguno de esos llaveros, peluches o recompensas electrónicas. Jon, que aguardaba muy apacible con las manos guardadas en los bolsillos, giró la cabeza como si les percibiera por arte de magia. Entonces se inclinó junto a Leori para decirle algo, el hombre les miró de soslayo y volvió a centrarse en su cometido.

—Joder —escupió Taehyung en voz baja, sintiéndose sacudido por el corazón.

—¿Quieres que...?

Solo le dio tiempo a levantar la cabeza, vislumbrando que Jonah había tomado la decisión directa de acercarse. Andaba hacia ellos sin dudar un solo instante sobre si debía hacerlo o no. Jungkook clavó las pupilas en él. Minho y Lara, quienes habían estado caminado unos pasos por detrás de la pareja, se detuvieron junto a Taehyung y Jungkook.

—Hola —dijo Jonah en dirección a Taehyung, esbozando una sonrisa sosegada.

—Hola —contestó Taehyung.

—Buenas noches, chicos —añadió Jon con amabilidad, y sonrió a Minho a quien debía conocer desde que era un mocoso que asistía al instituto con Taehyung.

—¿Qué hay? —le devolvió Minho muy amable.

Lara le habló con mucha naturalidad y extendió una mano para estrecharla con Jonah. También se conocían de algo, así que intercambiaron unas cuantas palabras acerca de lo que estaban haciendo y se mostraron bastante amigables. En el último momento, Jonah saludó a Jungkook, y el joven advirtió en que, en unas fugaces décimas de segundo, se fijó en la manera en la que Jungkook sostenía la mano de Taehyung entrelazada. El azabache se la metió en el bolsillo sin soltarle, sus ojos, como el cacao oscuro, destellaban al recordar el extraño primer encuentro en el que Jonah y él se había topado, en la salida de la casa de Taehyung. Jonah hubo mantenido a Taehyung bajo su regazo frente a él, como una jactanciosa ave protectora frente a la pantera sibilina de un Jungkook que le clavó una secreta inseguridad y desconfianza.

Las cosas habían cambiado mucho en ese tiempo, claro. La tortilla se había dado la vuelta, pero Jungkook se dijo a sí mismo que no necesitaba ser protector ni posesivo con Taehyung. No necesitaba rodearle con un brazo ni mantenerle pegado a él como si estuviera reclamándolo. Se había guardado la mano del chico porque estaba fría, porque podía sentirle temblar y sus ojos verdes claros parecían vulnerables, como si tuviera miedo de que pasara algo que le hiciera mucho daño. Jungkook notó la mano del chico apretarse en el interior de su bolsillo, y él sabía por qué: el recuerdo de un dolor que todavía estaba sanando, una cicatriz demasiado fresca, la sorpresa y el desconcierto. Una mezcla agridulce entre ilusión por verles allí y tristeza por no saber bien cómo gestionar una situación como esa.

Lara le preguntó a Jonah si querían unirse a ellos para cenar algo, y Taehyung entró en un colapso mental en el que pensó que se estaba mareando. No obstante, con más inteligencia de lo que parecía, Jonah le contestó a la chica que él y Leo solo estaban dando una vuelta por allí, que ya habían tomado algo y que pensaban marcharse a casa en seguida.

Jungkook valoró aquello en silencio. Jonah les pidió que se lo pasaran bien y tuvieran cuidado esa noche, Minho le dio un abrazo fugaz como despedida, y el mayor miró a Taehyung con afabilidad, deseándole que se divirtiera. Taehyung asintió con la cabeza, se inclinó ligeramente sin extender en profundidad el fortuito encuentro. Entonces, Jon miró a Jungkook con un cuidadoso tanteo, como si pudiera leer ese aire de animadversión del pelinegro y deseara transmitirle un «no deseo ser tu enemigo».

Jungkook era un poco orgulloso, y no se fiaba mucho de él, aún menos habiendo visto de primera mano el daño que le había hecho a la persona que quería. Pero Jungkook se mostró calmado, algo indiferente, si bien no demasiado frío o altivo. Notó ese breve, brevísimo escrutinio de los ojos grises y profundos de Jon. Reparó en que solo había sido unos instantes, y no le enfrentó con la mirada ni se enfocó en él, pues el ochenta por ciento del tiempo dobló la cabeza hacia Taehyung dirigiéndole una visible estima y aprecio.

Sí, a Jungkook le apeteció guardárselo en ese momento bajo el lomo y protegerle como si fuera su maldito cachorro, pero se resistió como un campeón. No había intenciones ocultas en Jonah, no había desesperación ni recelo, solo... ¿respeto? Y una estima de la que él no podía hacer nada para ocultar.

—Bueno, ¡adiós! —se despidió Jon y sacudió una mano, dándose media vuelta.

—Hasta luego —contestó Lara muy sonriente.

—¡Adiós, Jonah! —agregó Minho.

Retomaron el paso en dirección a la puerta de la carpa por donde Jimin, Hazel y su novia habían entrado unos minutos antes. Taehyung siguió con la mirada a Jonah, quien tocó el codo de Leo y luego se marcharon. Su hermano mayor no había vuelto la mirada en ningún otro momento; ni siquiera se había acercado.

—¿Estás bien? —formuló Jungkook en voz baja, atrayendo su atención mientras caminaban.

—Sí —murmuró Taehyung en un tono audible.

Jungkook le apretó un poquito la mano.

—No estoy triste, de verdad —prosiguió Taehyung despacio—. No me ha arruinado la noche, ni nada de eso. Me ha alegrado mucho ver que ha salido con él un rato. Y que estaban pasándoselo bien, como en los viejos tiempos —dijo muy sincero.

Jungkook pensó que Taehyung era muy maduro. Mucho. Sacó la mano del bolsillo y le estrechó los hombros con un brazo mientras entraban en la carpa restaurante con un mejor ánimo.

—Eres un peluche. Vamos a pedir lo que quieras, ¿vale? —dijo Jungkook con cariño.

Taehyung asintió más animado. Se sentaron en una mesa metálica que Jimin y Hazel acababan de arrastrar para colocar junto a otra y estar todos más cómodos. Pidieron algunos platos para compartir, como trozos de panceta, banderillas, una bandeja de perritos calientes y algunas bebidas. Jungkook se tomó una copa con Jimin, que brindó con él haciendo el canelo y celebrando lo malos que eran en química. La noche estaba siendo amena y divertida, Taehyung estaba sentado junto a Minho y Lara para prestarles un poco más de su atención.

Tenía a Jungkook y a Jimin delante y no paraba de verles reírse, de vez cuando les contemplaba con admiración, y en ese rato tan bueno, se preguntaba por qué Jungkook era tan guapo, tan despistado (un desastre en la facultad), pero sin perder ese bonito resplandor. Tenía luz propia. Y por culpa de eso, su interior se retorcía con un revoltijo de mariposas.

Taehyung apoyó el mentón en una mano, pensando en Leori y en Jonah. ¿Estaría bien su hermano? Puede que tanto él como Jon le hubieran hecho mucho daño, pero, ¿era muy raro creer que se sentía un poco aliviado al ver que al menos alguien como Jonah estaba con su hermano? Tal vez era parte de esa sanación en la que tanto había pensado. Empezaba a creer, a entender, que nada de lo ocurrido había sido estado en su mano.

Después de la cena, era bastante tarde. Todos salieron de la carpa con los estómagos llenos, hacía frío si bien las cervezas, la comida abundante, la multitud apiñándose y esas potentes calderas les habían estado ayudando bastante a sobrellevarlo.

Hazel sugirió hacer algo juntos antes de separarse, y como Jimin y Jungkook eran tan críos, terminaron convencido a todos para pasar por la zona de atracciones. La música era más fuerte allí y retumbaba en sus estómagos, había una pista de coches de choque que estaba a rebosar de gente, unos asientos saltarines y otros que giraban a mucha velocidad. Las colas eran largas e interesantes, y entre todo aquello, pasaron frente a una casa del terror. Jungkook se detuvo mientras conversaba animadamente con Taehyung (había sido tan adorable patinar con él), y señaló con un dedo, acercándose hasta el lugar y comprobando el horario. Apenas lo habían abierto, según el cartel se podía entrar en grupos pequeños de dos a cuatro.

—Me encanta, ¿entramos? —indicó Jungkook.

A él le alucinaba todo lo que fuera de terror, cine, atracciones, videojuegos. Nunca se asustaba de nada, porque tendía a racionalizarlo todo entendiendo que era puro entretenimiento. Taehyung no temía demasiado a las atracciones de terror, pero no era tan propenso a tragarse películas de miedo.

—Vaya, es una buena idea —dijo Hazel—. Al menos para pasar el rato.

—¡Sí, sí, sí! —secundaba Jimin.

—Esto está a reventar —soltó Julie alzando la voz por encima de la gente—. ¡No creo que nos den ni un susto!

—Oye, nosotros tenemos que irnos —Minho levantó una mano, y sonrió con un poco de lástima—. Tengo que dejar a Lara en su casa, chicos.

—Oh, ¿no me digas? —liberó Taehyung.

—Lo siento, tengo hora para volver a casa —alegó Lara encogiendo los hombros—. Pero pasadlo bien, ¿Vale? Ha sido un placer.

Los chicos se despidieron de ellos allí mismo, se lo habían pasado genial, pero no pudieron quedarse mucho más por el festival. Tras la pérdida de Minho y Lara, estaban dos menos y el número se había reducido a cinco. Tocaba repartirse en grupos.

—El máximo es cuatro, creo hay que dividirse —les recordó Hazel.

Jimin miró a una pareja y a otra, y entendió súper rápido que él era el que sobraba ahí en medio. Pero entre elegir a su mejor amigo y a Taehyung, o a la otra pareja, tuvo claro a quién le debía una lealtad sincera. Jungkook iba a agradecerle tarde o temprano que le dejara a solas con su novio.

—Bueno, me toca molestar a una de las parejas. Yo me voy con vosotros —declaró Jimin, colocándose junto al hombro de Hazel.

—Bien, eres un afortunado —le vaciló Hazel, dejándole una palmadita a Jimin en el hombro—. Lo siento, chicos, no podréis disfrutar de mi presencia ahí dentro —se refirió esta vez a Taehyung y Jungkook.

Como no había mucho más que decir, los cinco se fueron hasta la taquilla para comprar los tickets de entrada. Jungkook pagó el de Taehyung por iniciativa, dejó el dinero en la taquilla y vislumbró un esporádico y leve parpadeo en las luces del festival que colgaban sobre sus cabezas. Todos levantaron la cabeza, visiblemente intrigados.

—¿Qué ha sido eso? —se extrañó Jimin.

—Las caderas —murmuró Taehyung, entre ellos—. Creo que es la primera vez que veo tantas este año. Deben estar consumiendo un montón de electricidad, espero que las carpas de los restaurantes tengan algún generador...

Había hecho la deducción más rápida y brillante que cualquiera de ellos podía haber ofrecido. Ese era Kim Taehyung, perspicaz de por sí solo.

—O sea, que nos van a pegar un viaje —comentó Jimin, irónico—. Bueno, si morimos, que sea ahí dentro y de miedo.

—Debe ser por el frío, este año también está dando muy fuerte —compartió Julie respecto a lo de las calderas.

—Como sea, ¿entramos? —formuló Hazel, el último en pagar en la taquilla.

Él agitó los tickets de ella y su novia en la mano, y todos se movieron hacia la puerta, ofreciéndoselos al trabajador de turno que estaba allí plantado. El tipo tenía cara de que le apetecía estar en cualquier sitio antes que en ese.

—¿Cuántos sois? —preguntó con voz neutral.

—Nosotros tres, primero —señaló Hazel a su novia y a Jimin.

El tipo tomó los tickets de los tres y les indicó con la cabeza que pasaran. Taehyung y Jungkook vieron cómo atravesaban un telón tupido de color negro, y les perdieron de vista definitivamente. El trabajador se quedó quieto, como si tuviera que esperar un rato antes de darles el visto bueno a los siguientes su entrada. Taehyung guardaba las manos en los bolsillos del abrigo, contemplando la fachada de la casa del terror. Había representaciones gráficas de violencia, sangre, vísceras y algún desnudo. La retumbante música emitía de vez en cuando una risa chillona y grotesca, que formaba un eco. Se especificaba en la propia entrada que aquello solo era mayores de dieciocho años, y que no se debían sacar las manos del vagón en ningún momento.

Taehyung empezó a tener una leve sensación de arrepentimiento, pero no quería parecer un cobarde ni un bebé asustado.

—Chicos, los tickets —dijo de repente el trabajador.

Jungkook se los ofreció, y los dos atravesaron el mismo telón negro, encontrándose con un interior oscuro y metálico, únicamente iluminado por un foco blanquecino de luz. Había unos pequeños vagones situados justo al principio del túnel formados por cuatro pequeños asientos, dos adelante y dos detrás. Jungkook se dirigió al primero y subió, Taehyung pasó justo detrás del muchacho y se sentó a su lado sintiendo el contacto frío del material metálico del asiento. El interior de aquel túnel estaba más helado, no había nadie y más adelante tampoco se veía ni una sola luz.

Jungkook echó un brazo por encima del castaño, trayéndole hacia sí mismo para eliminar la distancia entre ambos, aunque el espacio de por sí era bastante reducido para sus largas piernas. Taehyung le miró con un gesto cómplice, y el vagón permaneció quieto durante un minuto antes de que arrancase. Cuando lo hizo, Taehyung se agarró a la cintura de Jungkook con un brazo que pasó por delante de su abdomen y se quedó muy pegado a su hombro. Se esperaban un par de sobresaltos, algún salto trepidante y scarejump, pero nada del otro mundo que pudiera turbarles.

El azabache se rio de unas cuantas marionetas y muñecos articulados que parecían personas. Entre la música y los gritos falsos que añadían, no terminaba por creérselo demasiado. El túnel estaba oscuro, había momentos en los que solo se escuchaba la fricción del pequeño vagón y las ruedas metálicas sobre el raíl. Él notaba la respiración de Taehyung, el pecho pegado al costado de su tórax y a veces el brazo de su cintura tensándose un poco. Sus amigos debían encontrarse a bastantes metros de ellos, ya que no los habían escuchado en ningún momento. Jungkook decidió divertirse pegándole algún susto a su compañero. El contrario se hizo el duro, pero terminó encontrándose turbado por la cantidad de formas bizarras, y de luces que se apagaban y encendían preparando los sustos.

«Menos mal que Jungkook es imperturbable», se dijo. Y mantener la cabeza pegada al hueco de su cuello resultaba más emocionante e incluso turbador por su fascinante olor, que cualquiera de las figuras grotescas que se les acercaban para vomitar sangre o tocarles el brazo. Jungkook se partió de risa con algunas, y después, cuando parecía estar más relajado, pegó un brinco y gritó, provocando que Taehyung se asustara.

—¡Idiota! —sollozó Taehyung, golpeando su pecho varias veces con una débil mano.

Igualmente, Jungkook se rio muy burlón, y terminó agarrándole de nuevo para sujetarle bien cerquita suya. Todo funcionó genial hasta que un fuerte tirón en el trayecto de su vagón les sobrecogió. Taehyung abrió mucho los ojos y miró al pelinegro, algo asustado. Jungkook no parecía sorprendido, estaba esperando que les intentaran dar alguna sorpresa o susto.

—Será alguna estupidez —murmuró con el brazo tras sus hombros.

No obstante, el vagón volvió a ponerse en movimiento y carril comenzó a chirriar con fuerza. Eventualmente, las luces se apagaron dejándolos completamente a oscuras. Jungkook permaneció en silencio unos instantes, el vagón se detenía poco a poco como si se quedara sin energía. Taehyung pegó los labios a su mejilla, manteniendo el brazo alrededor de la cintura de Jungkook.

—¿Esto está preparado? —dudó en voz baja.

Jungkook se sintió un poco confuso.

—No es muy normal —masculló, todavía estático.

Pasaron unos cuantos minutos en silencio y a oscuras, y Jungkook tragó saliva.

—Voy a mirar —pensó en voz alta, soltando a Taehyung.

—No te levantes —le dijo Taehyung, agarrando el borde de su chaqueta—, puede ser peligroso, lo ponía afuera.

Jungkook se incorporó en el vagón de todos modos.

—No veo nada —soltó.

—Yo tampoco.

Jungkook se inclinó y sujetó con las manos sobre la fría carcasa del vagón, y levantó las piernas reflexionando las rodillas y saltando por encima de este.

—¡Kookie! —le llamó Taehyung, pestañeando en la absoluta oscuridad—. ¿Ju... Jungkook? ¿Estás ahí?

El chico se acercó hasta él en silencio y le tocó el brazo. Taehyung gritó con un sobresalto.

Chsst, ¡chsst!

—Pero, ¿¡qué haces!?

—Creo que se ha ido la luz afuera —murmuró Jungkook.

—¿La luz...? —las pupilas de Taehyung se dilataban poco a poco, hasta lograr discernir a Jungkook en la oscuridad—. Ah, lo de las calderas.

—Sí, ¿el parpadeo de antes? —continuó el pelinegro—. Si no vemos nada debe ser que afuera tampoco hay luz. Creo que se ha cortado el suministro.

Taehyung asintió, agarrando su mano.

—Debe haber sido una sobrecarga. Sabía que había demasiadas calderas para una sola calle.

—Entonces vamos a salir de aquí, está helando —murmuró Jungkook, ofreciéndole la otra mano para ayudarle a salir del vagón.

—Pero, ¿y si vuelve la luz y se pone en marcha de nuevo? —dudó Taehyung aún sentado—. Nos va a arrollar la cosa esta.

—Nos vemos y ya está —resolvió.

—Jungkook —masculló—, todo lo que hay es rail, nos van a atropellar.

—Tae, tiene que haber alguna puerta del personal, ¿crees que aquí no trabaja nadie? Hemos visto antes a dos personas disfrazadas —insistió tirando de sus manos.

—Pensaba que eran muñecos —Taehyung se puso de pie, y se ayudó con el apoyo del muchacho a pasar las piernas por encima del vagón y salir. Escurrió el trasero sobre el morro de la vagoneta, y Jungkook le agarró por la cintura hasta que tocara el suelo.

—Mhn, ahora sí que siento miedo —confesó Taehyung, una vez que pisaba el suelo.

Jungkook se rio levemente.

—No pasa nada, ven por aquí.

El pelinegro le arrastraba por el raíl a oscuras, y los dos caminaban con precaución hasta llegar a un descansillo que daba a una esquina, donde unas cuantas figuras y adornos grotescos ambientan la zona sin luz. Taehyung se movía encogido, entre el frío y la oscuridad aquello había empezado a perder la gracia. Jungkook tocó la pared buscando algún saliente.

—¿En qué momento esto se ha convertido en una película de terror adolescente? —susurró Taehyung.

—¿No decías que no tenías miedo? —respondió Jungkook buscando la puerta.

—Y no lo teng... ¡AAAAAAAAAAAH! —gritó descontroladamente.

Chssst, ya, ya. ¡Era una broma, era una broma! —sonrió Jungkook en la oscuridad—. Era yo el que te estaba tocando, capullo.

Taehyung se encaramó a él como un bebé koala.

—¡¿Cómo que una broma?! —chirrió asustado.

Jungkook hizo a un lado un montón de pelo que acababa de mover para rozarle la cara a Taehyung.

—Iban a tirárnoslo en algún momento, es artificial —le informó Jungkook señalando a una especie de aparatito electrónico (completamente apagado), que debía reaccionar por el movimiento del vagón cuando este pasara con ellos.

—¿Por qué eres tan cruel? —protestó Taehyung—. ¡No tiene gracia!

—Sí que la tiene —dijo Jungkook con maldad, tirando del muchacho hasta abrazar su cintura—. Que no se me enfade el bebé zanahoria. Perdóname. Es que es tan divertido picarte.

—No soy un bebé —sollozó Taehyung el chico en sus brazos—. Te odio, playboy psicópata.

Jungkook se rio bajito, caminaba a ciegas, buscando algún lugar por donde salir y sin solarte de la mano.

—No nos movamos más —pidió Taehyung—. Son túneles y hay varias plantas.

—Tiene que haber alguna otra zona —decía Jungkook—. No puede ser que no haya una puerta cerca, con unas escaleras o algo de eso.

Taehyung atisbó una figura en la penumbra y pechó el pecho a la espalda del compañero.

—Jungkook, me estoy asustando —se quejó, esta vez sí sintiendo pavor por la escena—. Y hace frío aquí dentro...

—Lo sé, tonto. Solo vamos a buscar una salida —murmuraba, rozándole el dorso de la mano enlazada con el pulgar.

Encontró otro escaló con la punta de las botas, justo al otro lado de la vía. Jungkook dio unos pasos en la oscuridad, en la que sus ojos empezaban a ver con maestría. Taehyung le seguía, casi abrazándole la espalda. Entonces, el pelinegro vislumbró un telón negro. Los dos fueron hacia allí, él apartó la cortina hacia un lado con los dedos, y encontró una puerta del personal.

—Aquí está —dijo para el alivio de Taehyung.

—Menos mal.

Jungkook le soltó la mano, palpando la puerta casi a ciegas para encontrar la manivela. Y cuando la giró con entusiasmo, no se abrió. Estaba bloqueada a cal y a canto.

—Mierda —masculló Jungkook.

—¿Mhn? ¿Qu-Qué pasa? —preguntó Taehyung preocupado.

Oyó a Jungkook girar la manilla varias veces, y suspirar frustrado.

—Que está cerrada —simplificó el chico.

—No...

Taehyung se lamentó interiormente, pasándose una mano de dedos fríos por el pelo. Jungkook tragó saliva pesada, intentando situarse.

—Vale, y ahora, ¿qué hacemos?

—Deberíamos quedarnos aquí —razonó Taehyung—. Ha habido una sobrecarga, y saben que hay gente en las atracciones. Es cuestión de tiempo que vengan a buscarnos, ¿no crees?

Jungkook asintió despacio. Si fuera por él (que era un temerario) hubiera tomado la vía de nuevo para buscar alguna otra salida del túnel, sin importarle lo de las plantas. Pero lo más sensato para dos personas era esperar ahí, junto a una puerta y próximos al carril. Tanto Jimin como Hazel y su pareja debían encontrarse en una situación similar, a no ser que al haber transitado la atracción unos minutos antes que ellos, hubieran salido antes del apagón.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Igualmente, Jungkook se resistió al impulso de continuar y decidió esperar aceptando la teoría de Taehyung. Estaban junto a una puerta de emergencia o personal, ese debía ser el lugar más seguro para que les vinieran a buscar. Jungkook consiguió centrarse en su compañero, tras unos segundos reflexivos. Taehyung estaba helado y asustado, a pesar de que consiguiera arrojarle unos razonamientos muy lúcidos. Jungkook se apoyó a un lado de la puerta y atrajo a Taehyung hacia él en la oscuridad.

—Perdón por asustarte —murmuró con voz más suave—. Tienes razón, soy medio idiota.

—No importa —respondió Taehyung frente a él—. Al menos, vivimos la experiencia de verdad —sonrió en la oscuridad.

Jungkook le acarició los mechones del pelo, más largos y ondulados, y Taehyung le abrazó la cintura apoyando el mentón sobre su hombro.

—¿Crees que tardarán mucho? —se temió Jungkook.

—Lo dudo. ¿Cuánto llevamos aquí? ¿Diez minutos?

—Menos, creo.

—¿Menos? —repitió incrédulo—. Se me está haciendo eterno.

Jungkook pasó las palmas por encima del abrigo fino y largo de Taehyung, acariciando los delgados músculos en tensión de su espalda, hasta la parte baja de su cintura. El castaño sintió un escalofrío bajo el prolongado contacto.

—¿Tienes frío? —preguntó Jungkook en tono protector.

—Sí —asintió con sinceridad.

Jungkook cerró los brazos a su alrededor y estrujó a Taehyung cariñosamente contra él.

—Mnh —gimió el compañero—, auch, hmhn.

El pelinegro rio un poquito, pero no cedió en su espachurramiento. Permanecieron así unos minutos, sintiendo el tenue calorcito que provenía de ambos. Taehyung podía oler con claridad el perfume de Jungkook, en esa ocasión se percató de que sí que había utilizado uno muy suave, pero muy conveniente: manzana roja con una mezcla de algo más natural, como esencias de bosque y un toque suave de alguna otra fruta fresca. Jungkook era escasamente más alto que él, pero probablemente un poco más esa noche gracias a las gruesas suelas de sus botas. Le acariciaba la espalda con las yemas de los dedos, y a pesar de la ropa de abrigo que le cubría, era capaz de erizarle el vello de la nuca. Taehyung respiró profundamente, acercando la cabeza al hueco de su cuello, que probablemente empezaba a ser su lugar favorito de Jungkook.

Jungkook ladeó la cabeza, apoyándola ligeramente en el chico. Sus mejillas estaban calientes mientras le acariciaba, y él se preguntó cómo sería llegar a intimar con Taehyung. Todavía llevaban poco tiempo juntos, ni siquiera se había planteado el mero hecho de hacerlo, pero Taehyung despertaba sus sentidos como nadie, y él sentía curiosidad por su cuerpo. El aliento tibio del muchacho le rozaba el cuello a Jungkook, que no llevaba bufanda ni cuello alto, ni siquiera la solaba de la chaqueta levantada. El azabache tragó saliva lentamente, sintiéndole respirar entre sus brazos. Hubo algún instinto que se trasladó a hasta su compañero, quien se sintió extrañamente inquieto durante algunos segundos. Como si la leve caricia de Jungkook le hubiera trastornado, y su atención ahora se posase en las manos que mantenía quietas en la parte baja de su cintura.

Taehyung levantó la cabeza deseando curiosear con sus ojos verdes (casi invisibles en la oscuridad) y sus labios rozaron levemente la piel suave de la mejilla de Jungkook. Ambos conectaron sus miradas a unos milímetros. Ojos casi cegados y pupilas dilatadas en la oscuridad. Jungkook reanudó la caricia de su mano en exploración, subiendo por la suave curva de la cintura y espalda del chico, provocando a Taehyung suspirar junto a la comisura de su boca. Él no pudo evitar entrecerrar los ojos, sintiendo la agradable sensación de la caricia de su respiración a tan corta distancia.

¿Qué era eso? ¿Una tensión sexual, tan tangible e invisible, que los dos lo habían notado al mismo tiempo? Taehyung quería morderse el labio cuando Jungkook descendió una mano desde su cintura, acariciando la curva en suave forma de S de su espalda, hasta llevar a su trasero. Ya lo había hecho antes, en la pista de hielo y por debajo del abrigo. Pero ahora era distinto. Jungkook estaba ensimismado, y lo hacía por puro instinto, dejándose llevar por la curiosidad de descubrir otras zonas a las que nunca había llegado.

Taehyung suspiró profundamente pegado a su pecho, algo dentro de Jungkook se encendía como una llama distante. Mantuvo una mano ahí abajo, palpando con la otra la suavidad de las curvas de sus caderas mientras le hormigueaban los dedos y empezaba a disfrutar del cotejo a su compañero. El pelinegro se relamió los labios, sintiéndose fugazmente ansioso. Taehyung notaba a sus manos subir de nuevo hasta su cintura, sus labios se acariciaron con los del chico, percibiendo la tibia humedad. Algo les conectó poco a poco, en un beso gravitatorio que unió sus labios en uno solo.

Taehyung sintió a Jungkook de forma inesperada, nervioso y con un fondo crispado por la tensión sexual que electrificaba a ambos. El chico le besaba con ganas, sosteniendo el costado de su rostro con una mano, y Taehyung se dejó llevar con los ojos cerrados. Sus labios tibios y húmedos hormiguearon en segundos, y Jungkook pareció arder con el roce de ambos. Tenían un hambre desconocida. Taehyung jadeó en su boca, con el compañero besándole y provocando un subidón de algo más en su sangre. Jungkook le mordió el labio inferior, haciéndole liberar un suspiro. El castaño enredó sus brazos alrededor del cuello de Jungkook, enfrentándose a su propia necesidad y dejándose comer a besos.

Jungkook estrechó los brazos alrededor de Taehyung y volteó empujándolo hacia la pared en la que hasta hacía unos instantes su misma espalda reposaba. Jungkook se apoyaba con un brazo en el muro, besuqueando desenfrenadamente a Taehyung y deshaciéndole de la bufanda. Taehyung todavía sentía el frío exterior, pero sus cuerpos fabricaban un calor interno que le hizo olvidar eventualmente acerca de sus escalofríos. Los labios de Jungkook en su cuello eran bastante suaves, como si él quisiera permanecer allí un rato sin sobreexcitarse demasiado, deleitándose con su piel de canela, con la longitud del cuello y la respiración agitada que escapaba de sus labios. La piel era torturada por sus dientes, con algunos suaves chupetones mientras desabotonaba su abrigo.

Taehyung no razonaba, y se sentía demasiado distorsionado para hacerlo. Jungkook también desabotonó los primeros enganches de su jersey abotonado, e introdujo una mano templada que acarició la piel de su hombro y clavícula bajo la tela de algodón. Dejó unos besos ahí inclinándose, comprobando la marquita casi desvanecida de su chupetón en la biblioteca, en mitad de la penumbra. Jungkook volvió hasta su oreja y le presionó de manera lasciva contra la pared.

—Me encanta saber que eres tan mío —ronroneó con un tono más grave de lo esperado.

Taehyung jadeó bajo la presión de su cadera, y aún no podía creer que Jungkook estuviera diciéndole algo como eso. En su interior despertaba un fuego lento, el pelinegro atrapó sus labios, sujetando una de sus muñecas contra su pecho de manera dominante. Los besos de Jungkook eran intensos y sonoros. Taehyung jadeaba entre ellos e intentó desabrochar el abrigo del chico con la mano libre. Se quejó un poco cuando Jungkook volvió a atacar su cuello y pecho, como si se tratase de una pantera hambrienta.

—Kookie —jadeó Taehyung entre sus besos.

Jungkook acarició los mechones de su pelo entre varios dedos, repitiendo el mantra de besos hasta el lóbulo de su oreja.

—¿Mnh? —masculló respirando profundamente.

—Yo también quiero —balbuceaba Taehyung, entre suspiros, con los dedos tomando el control de su chaqueta—. Yo también quiero hacerlo —repitió.

Jungkook abrió los ojos en la oscuridad, descubriendo que la chaqueta de Taehyung se había deslizado hasta el suelo, y su jersey abotonado estaba abierto, mostrando ambos hombros y parche de su pecho. El pelinegro se sintió repentinamente asombrado por su propio entusiasmo, recordando vivazmente que también debía permitir explorar a Taehyung. Esos últimos minutos se lo había tomado como un trabajo persona, una ansiedad propia que estaba escapando a presión desde su pecho y tomaba el control de sus actos.

No había experimentado nada similar a lo que provocaba hacer gemir ahogadamente a Taehyung, encontrar que su piel era más suave bajo la lleva de los dedos, y probar las diferentes texturas bajo sus labios, lengua y dientes. Una sensación que comenzaba con curiosidad y que se volvía desesperada por conseguir más.

Taehyung estaba desabotonándole el abrigo con las mejillas calientes y el pulso muy rápido, aunque en la oscuridad de aquello, Jungkook difícilmente podría admirar el brillo de sus ojos. El pelinegro le dejó unos besitos cortos, permitiéndole que lo hiciera a su ritmo, sin entretenerle demasiado ni dificultarle el proceso. Deslizó el abrigo desde sus hombros al suelo, y aunque el calor de su cuerpo empezase a escapar con rapidez, el fuego que irradiaba por dentro se superponía a cualquier otra sensación física.

Taehyung también agarró el borde del cuello de su jersey y le besó con un insistente reclamo. Se alegraba de que Jungkook llevara un jersey sencillo que podría sacarle por encima de los hombros sin demasiado esfuerzo. El castaño lo levantó poco a poco con los dedos, mientras besaba al compañero con dedicación. Fue Jungkook el que pecó de impaciente, y se deshizo de aquello sacándoselo por la cabeza sin mayores dilaciones. La piel de Jungkook se erizó como la piel de gallina ante la baja temperatura del entorno. El otro joven deslizaba los dedos, nervioso, con el corazón subiendo hasta casi su garganta. Jungkook tenía una piel blanca que se marcaba por encima de los fibrosos músculos de su cuerpo. Y parecía orgulloso, incluso en la oscuridad, de que él rozase su figura con cierta admiración y en parte de recelo, deteniéndose parcialmente en el pirsin de su aterciopelado pezón. Era un halago entender que Taehyung también deseaba saber qué más escondía el contrario bajo las molestas capas de ropa. Cómo se sentía poder llegar un poco más allá, conocer nuevas experiencias juntos. Jungkook ya había tocado a alguna otra persona personas en otras ocasiones, ya había sido acariciado en algún momento. Pero nada, ni nadie le había despertado el deseo de saber más, de anhelar que otra piel fuera suya, que ambos pudieran conectarse de otras maneras aún desconocidas, pero que él bien sabía de ellas a su edad, si bien nunca había llegado a experimentar con otra persona.

Taehyung notaba la hinchazón que sobresalía en los pantalones del compañero, rozando sus caderas entre los besos. Le acarició despacio, deslizando una mano que hizo jadear dulcemente a Jungkook.

—Quiero sentirte, Taehyung —susurró Jungkook de manera erótica—. Quiero sentirte así, a ti...

—Hmhn —gimió Taehyung dulcemente, bajo la presión de sus caderas.

Jungkook deslizó unos dedos por él, comprobando la excitante forma. Era la primera vez que tocaba así a otra persona, pero conocía sus propios gustos para satisfacer sus necesidades personales y a él también le nublaba la mente hacer aquello. El pelinegro soltó a Taehyung tras un par de jadeos consentidos de sus caricias, y apretó su erección contra la del otro, torturándola bajo la tela de sus propios jeans.

Taehyung se colgó de sus hombros con unos brazos alrededor de su cuello, apoyando la espalda en la pared. Jungkook entrecortó su agitada respiración con más besos mimosos que le desorientaron. Ambos se rozaban, provocando la suficiente fricción entre sus ropas como para que el lugar se llenase con sus respiraciones. Jungkook agarró el borde del cinturón de Taehyung, preguntándose por qué demonios aquella mierda seguía puesta. Desabrochó la correa con maestría, y a oscuras, sintiendo la respiración del otro sobre sus propios labios. El tintineo de la hebilla del cinturón les acompañó junto a sus propios nervios.

Taehyung jadeaba inquieto, excitado, preguntándose si así sería su primera vez. En un sitio oscuro y al que tenía miedo, en un ambiente frío y abandonado, donde solo Jungkook se encargaría de calentar e iluminar con sus besos. El azabache desabotonó el primer botón de los pantalones de pinza de su precioso ojiverde, deslizó una mano por encima del apretado slip, una tela fina y ceñida, abultada, que abrasaba bajo el ardor de su caricia. Jungkook también jadeaba de excitación. El otro mordió sus labios suavemente, y el compañero se dejó llevar por su instinto. Levantó una de las piernas de Taehyung, sujetándola alrededor de su cintura. La posición le permitía atacar mejor, aprisionándole contra su propio cuerpo y dura erección, besando unos labios que había vuelto suyos, y volviendo a acariciar su protuberancia dolorosamente contra la suya. Taehyung se derretía bajo la tórrida caricia, y aprovechó las leves embestidas del chico sobre su ropa para palmar el apretado trasero del pelinegro, firme y consistente, deseando de ser desvestido junto al resto de sus prendas.

Pero era Jungkook el que rozaba su miembro por encima de la licra, haciéndole temblar demasiado. Sus labios permanecían entreabiertos a unos centímetros del contrario. Taehyung luchó por controlar, por no dejar escapar unos gemidos ahogados bajo los estúpidos y sensuales gruñidos de su compañero.

Antes de que pudieran llegar más lejos, una tenue luz parpadeó lejos de sus párpados. Jungkook escuchó un clic cerca de la puerta, y la rejilla inferior de esta se iluminó tras las rendijas, antes de abrirse por completo y alumbrarlos. La situación fue más que incómoda, pues ambos casi habían olvidado donde estaba o cómo habían llegado a eso. Taehyung fue el primero en sobresaltarse, buscando abrocharse los botones del jersey y el pantalón antes de entrar en pánico. Jungkook se sentía mareado. Estaba sin camiseta y su jersey había volado bien lejos hacia algún lado. Él alcanzó su chaqueta larga y se la echó sobre los hombros, sintiéndose aturdido.

—Eh, ¿chicos...? ¿Estáis... bien? —dudaba un empleado apuntándolos con su linterna.

Taehyung se pasó una mano por el cabello, tenía los labios rosas e hinchados, y el pelo despeinado, mientras metía los brazos por su propio abrigo antes de tragar saliva y mirar hacia el hombre con mucho pudor. Jungkook se tapó la boca con una mano, suspirando despacio, volviendo a la jodida y agria realidad.

—Pues porque os he escuchado, que si no... —tarareó el señor— hubiera tardado una hora en encontraros.

—Mhn, vaya —Jungkook se guardó las manos en los bolsillos de la chaqueta, notando palpitar su propia erección dentro de sus pantalones.

Tragó saliva pesada y miró a Taehyung mientras se abrochaba el abrigo. Taehyung estaba estático, metiendo las manos en los bolsillos y tan rojo como un tomate. No le devolvió la mirada a Jungkook, ni tampoco pestañeaba. Le había perdido.

—Cómo sois los jóvenes de hoy en día, que aprovecháis cualquier momento para...

El pelinegro clavó sus ojos de pantera en el hombre desconocido, y este calló instantáneamente captando que no era el momento de bromear.

—Uh... ¿Vamos saliendo? —apuntó hacia la puerta—. Creo que me queda alguien más por la otra planta, si es que no han salido ya.

Los chicos salieron tras el hombre regordete, que llevaba un mono de color azul con la marca en la espalda de algún tipo de empresa que fabricaba esas atracciones absurdas e incómodas. Durante unos minutos de silencio fueron guiados por su linterna hasta una escalera que bajaron brevemente antes de llegar al exterior. Algunos farolillos de luz se iluminaban poco a poco en la feria, seguramente siendo impulsados por algún tipo de energía provocada por una batería o generador portátil. El resto de los puestos, atracciones, carpas y locales que se hallaban en el parque donde se alojaba el festival continuaban completamente a oscuras, junto al resto de la calle.

—Eh, chicos. ¿Estáis bien? —preguntó Jimin acercándose en una carrerita a ellos.

Taehyung asintió, perplejo, y miró a Jimin como si hubiera visto un fantasma ahí dentro.

—¿No podíais salir? ¿Os dejaron encerrados o algo así?

—Eh, J.K. —intervino Hazel, llegando junto a ellos con su pareja a su lado—. Estábamos acabando cuando se fueron las luces, ¿todo bien?

—Menudo apagón, ¿no? —sonrió Julie—. Seguro que os ha acojonado.

Jungkook parpadeó, y Taehyung desvió la mirada hacia otro lado.

—Ah, no —respondió Jungkook muy aletargado—. Bueno, un poco al principio, pero...

—El frío, más que nada —agregó Taehyung.

—El frío, sí —carraspeó Jungkook.

Jimin se rio un poquito.

—O sea, que os lo habéis pasado bien —dijo de broma.

—¿Qué? —saltó Taehyung—. No, no, no...

—Estábamos esperando —concordó Jungkook.

—Se nos ha hecho como una década —describió el castaño.

—Eterno —añadió el segundo.

Jimin no entendía nada, pero igualmente les sonreía.

—Qué raros sois —dijo un poco extrañado.

—Bueno, al menos yo he gritado —habló Hazel, y su novia se rio un poco mientras enlazaban una mano—. De la risa, pero he gritado.

—Para qué nos vamos a engañar, la mejor parte ha sido cuando se ha acabado —dijo Jimin encogiéndose de brazos, y todos empezaron a caminar tranquilamente.

—Bueno, creo que se han cargado el suministro eléctrico de toda la calle —continuó Hazel—. No creo que los vecinos estén muy contentos con el festival.

—Este festival es una mierda, igualmente —comentó Julie.

—Oh, venga ya. No ha estado tan mal —defendió Jimin desperezándose.

Jungkook cogió de la mano a su chico con la propia cuando los demás se despistaron, y ambos compartieron una mirada bastante significativa. Taehyung parecía súper tenso, muy tímido con él, y parecía estar percatándose de que había olvidado su bufanda en algún lado de aquel maldito sitio.

—¿Quieres que te lleve a casa? —le ofreció Jungkook en voz baja.

Taehyung asintió, incapaz de mantener su mirada estable en sus ojos durante más de unos segundos. Caray. Jungkook apretó los dedos de su mano un poco, y se preguntó si tal vez se había excedido demasiado. Aunque Taehyung había reaccionado notablemente bien a su momento, quizá aquello había sido incluso demasiado sucio para ellos.

—Bueno, vosotros os vais, ¿verdad? —preguntó Jimin con inocencia.

Jungkook asintió y se mordisqueó el interior de la boca bajo la mirada atenta de su amigo. Jimin se acercó de manera extraña a él, como si notara algo.

—Kook, ¿no llevas camiseta debajo del abrigo? —preguntó muy extrañado y en voz baja.

Jungkook se ruborizó notablemente y miró mal a su amigo. Muy mal. Jimin levantó una ceja y deslizó los ojos entre ambos. Taehyung tenso y Jungkook demasiado callado... aquí olía a chamusquina. Pero el joven prefirió no meter las narices donde no le llamaban y se alejó de los dos con una curiosa sonrisa.

—En fin, ¡buenas noches!

—Nos vemos el lunes si tal, chicos. ¡Chao! —se despidió Hazel junto a su novia.

Jimin se fue por otro lado, alegando que había traído su propio vehículo. Jungkook y Taehyung continuaron caminado en esa dirección de la calle, saliendo del bullicio del festival apagado. Poco a poco, las luces se encendían por la zona iluminando la fría avenida. Ellos se alejaron lo suficiente de allí, dejando atrás a todo el chorro de gente. Taehyung estaba comportándose repentinamente tímido con Jungkook, más que de costumbre, pero al menos no parecía enfadado.

El pelinegro caminaba con el frío colándose entre los botones de su chaqueta, y vislumbró el coche deportivo de su padre aparcado en la zona azul. Taehyung y él se acercaron hasta que Jungkook sacó la llave electrónica del deportivo y lo desbloqueó, emitiendo una leve luz que parpadeó con un sonidito.

—¿Este es tu coche? —habló Taehyung por primera vez—. Pensé que habías venido en tu moto.

—No es el mío. Aunque tampoco es que el otro lo sea del todo, y lo dejé en el taller para que arreglaran un problema de fábrica con el aceite. Le pedí prestado a mi padre el suyo por si salíamos hasta tarde —explicaba Jungkook—. Con las temperaturas de Seúl bajando, nunca te puedes confiar.

Le abrió la puerta de copiloto a Taehyung, quien le miró medio segundo tenso antes de entrar al vehículo. La carrocería era de un negro intenso con un toque encerado que le aportaba un brillo magnífico. Por dentro, los asientos parecían estar hechos de algún material beige y aterciopelado, que Taehyung se encargó de acariciar con los dedos. Olía a nuevo y se sentía un poco más pequeño allí sentado.

Jungkook abrió el maletero para agarrar algo. Después apareció en el asiento de piloto y cerró la puerta exterior.

—Uf, qué frío —suspiró el chico.

Dejó una camiseta de manga larga sobre su regazo, antes de extender unos dedos para encender la calefacción, que inmediatamente comenzó a dispersar un agradable vientecito caliente que atemperó las mejillas de Taehyung. Jungkook se desabotonó el abrigo, sacó los hombros, luego los brazos, y se deshizo de él echándolo hacia el asiento trasero. Taehyung le miró un poco, pecando discretamente. Jungkook estaba buenísimo, era imposible escapar de sus musculosos brazos, con un hombro tatuado, y torso suavemente esculpido.

—¿Llevas ropa en el maletero? —preguntó algo ruborizado.

—Siempre me llevo algo —murmuró Jungkook con voz suave—. Nunca se sabe.

El muchacho se embutió en un ceñido jersey negro de cuello alto. Sacó la cabeza y mirándose en el retrovisor, se pasó los dedos por el cabello despeinado, peinándose los sexys mechones hacia atrás. Jungkook parpadeó varias veces antes de advertir la mirada de Taehyung.

—¿Estás bien...? —preguntó en voz baja, inclinándose hacia su lado—. Es por lo de esa puta atracción, ¿verdad? Lo siento si...

—No, no —respondió Taehyung en rotundo.

Jungkook guardó silencio durante unos instantes, se humedeció los labios pasándose la punta lengua, y contempló de medio lado a Taehyung. Él bajó la cabeza.

—Lo siento si te ha parecido que es por eso —continuó Taehyung.

—Entonces, ¿qué es? —preguntó Jungkook pacientemente.

—Mhn, es que, yo...

—¿No quieres que lo hagamos así? —meditó el pelinegro, y ante su silencio añadió—. Puedes decirme si es eso, Taehyung. No tengas miedo de...

—Lo sé, lo siento —ladeó la cabeza para mirarle.

Taehyung observó a Jungkook con detenimiento. Vestido de negro y con ropa ajustada, le hacía parecer más adulto de lo quera. Así, incluso imponía un poco. Era guapísimo, le encendía como un cañón, y era un absoluto encanto con él... A veces sentía que Jungkook le daba miedo. Le venía grande, para alguien que había aprendido a simplemente conformarse.

—No lo sientas, bobo —le reconfortó Jungkook posando una mano sobre su rodilla.

Taehyung apoyó ambas manos heladas sobre las del chico.

—Uh, qué frío estás —comentó agarrando una de sus manos y aproximándola a la rejilla por donde salía el aire del calefactor—. ¿Quieres que te deje ya en casa?

Taehyung asintió, percibiendo el aire caliente acariciándole los dedos. ¿Cómo iba a decirle a Jungkook que era virgen, a pesar de haber estado con Jonah? No se sentía incómodo con el momento que los dos habían compartido. Durante unos minutos casi había olvidado todo cuanto existía a su alrededor, hasta el punto de entregarse ciegamente. Pero por la forma de actuar de Jungkook, el sexo debía ser normal y muy común para él. Y parecía que incluso esperaba más de él, mientras que Taehyung se ponía de los nervios y le comían mil inseguridades. ¿Y si no era lo que él esperaba? ¿Y si no sabía cómo complacer sus deseos?

Jungkook se inclinó un poco junto a su asiento y le dejó un beso en la mejilla, para después pasar el pulgar por ella. Arrancó el deportivo con un suave ronroneo y se puso en marca para incorporarse a la carretera. Taehyung permaneció en silencio, preguntándose cómo contarle algo como eso. Casi veintidós años y virgen. Había tenido novio, e irónicamente ahora tenía otro. Su Jungkook parecía ser lo más comprensivo que había existido, pero incluso para él, aquello iba a sonarle demasiado raro.

No obstante, Jungkook no volvió a preguntarle nada sobre lo sucedido. Le llevó hasta casa tranquilamente, mirándole de vez en cuando en algún semáforo, y preocupándose internamente por el chico. Jungkook temió por que sus propios sentimientos fueran más intensos que los del compañero, lo cual le llevaba a desear todo sin miedos. Técnicamente, llevaban muy poco tiempo saliendo, pero él se sentía como un león cada vez que le veía y le tenía a su lado. No podía evitarlo. Pero si Taehyung le dijera que necesitaba tiempo para estar con él (físicamente hablando), Jungkook pensaba que no le importaría esperarle el tiempo que hiciera falta.

El muchacho aparcó el deportivo justo en frente de la casita de Taehyung, y le ofreció a volver a verse el domingo cuando saliera del trabajo o el mismo lunes, ya en el campus. Taehyung pareció asentir un poco más relajado, y le dijo que ya le avisaría. Aunque Jungkook percibió que había algo en la mente del chico que le daba vueltas como un globo perdido. Algo todavía inexplicable e indescifrable para él. ¿Era por su encuentro con Jonah? ¿Le había eso removido algo?

Su corazón latió temeroso, y los impulsos de Jungkook le obligaron a cometer una estupidez.

—Tae, espera —le llamó cuando abría la puerta del asiento de copiloto.

Taehyung había echado un pie a fuera, pero todavía estaba medio sentado y giró la cabeza dirigiéndole sus ojos verdes claros al muchacho. Temía por su pregunta. Jungkook le dedicaba una expresión serena, pero dubitativa.

—¿Sí?

—Sabes —comenzó Jungkook—, me lo he pasado genial. Y mi vida ha cambiado para mejor desde que te he conocido. Solo quiero que sepas que...

Qué difícil. Jungkook se quedó en silencio, respirando profundamente aquel momento. Estaba en su lengua y era fácil de reproducir, muy concreto, muy directo. No estaba inventándoselo ni rescatándolo de un sueño. Era real. Solo que, uh, ¿aún no se había atrevido a hacerlo?

—¿Sí? —pestañeó Taehyung, a la espera—. ¿El qué...? ¿Jungkook?

—Uh, yo... siento —intentó ordenar las palabras en su cabeza, tratando de no sonar demasiado loco o intenso— que, uh, creo que yo, te quiero.

Taehyung dejó escapar un suspiro desde el fondo de su pecho. Su expresión se dulcificó enormemente.

—Jungkook... —suspiró.

No, no quiero que te sientas presionado ni nada por el estilo —se defendió, elevando el tono—. Tampoco significa que esté esperando una respuesta de vuelta o algo así. Y solo me baso en hechos reales —relataba muy rápido—, nuestra amistad y relación es genial, y siento que necesitaba decírtelo. Punto.

Taehyung sonrió un poco, su corazón latía como el de un gorrioncillo, apartando los miedos de nuevo.

—Vale, tranquilo... —respondió con una sonrisa sincera—. No pasa nada, ¿de acuerdo?

¿Cómo podía pensar Jungkook que a él iba a molestarle que le dijera que le quería? Aquello era demasiado adorable.

Jungkook asintió efusivamente.

—Ale, a dormir —le lanzó nervioso.

Taehyung continuaba sonriendo y luego se despidió de él con dulzura.

—Ten cuidado con el coche, ¿vale? Y duerme bien. Mañana te escribo.

—Llámame —le ordenó su novio, ruborizado.

Taehyung salió del coche, siendo nuevamente golpeado por el frío de la estación. Algo dentro de se había calmado por completo, susurrándole que mantuviera la tranquilidad en su alma. Porque Jungkook era un chico increíble, que le hacía volverse loco de deseo, alteraba su sistema como nadie, estaba sanando su corazón lentamente... y le había dicho que le quería. Él suspiró desbloqueando la puerta de su casa, Jungkook le observó desde el deportivo hasta que entró en la casa, para terminar arrancando y largarse a casa.

El castaño se apoyó en la puerta después de cerrarla, con ganas de escurrirse hasta el suelo. Quizá acababa de darse cuenta de que, durante todo ese tiempo, lo único que había hecho con Jeon Jungkook era «enamorarse perdidamente» del chico de sus sueños.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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