Capítulo 15

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Capítulo 15. La pequeña excepción

Esa madrugada Jungkook despertó más emocionado que de costumbre. Había estado hablando con Taehyung por mensajes de texto hasta altas horas. Él le insistió que durmiera, pero terminaron enganchándose con cualquier cosa, cualquier conversación tonta que los llevara a hablar de sus vidas. El pelinegro se levantó de la cama sin poder esperar a asistir a clases y ver a «su chico». No había comprendido hasta entonces lo que era desear estar con alguien todo el tiempo. Tener pensamientos dulces y empalagosos sobre otra persona, que le provocase la necesidad de rozar sus dedos y apretujarle entre sus brazos. Taehyung era como un cachorrito. Un cachorrito de ojos grandes, voz profunda, gran personalidad y más inteligente que él. Con una parte sexy e impronunciable que provocaba en Jungkook una química como nadie lo había hecho.

A Jungkook no le gustaba el roce ni el contacto exceso, pero Taehyung podía darse la excepción. Su aroma natural y la suavidad de sus reacciones le invitaban a posar las manos sobre él, a eliminar la distancia entre ambos, así se tratase de andar chochando con su propio hombro. Jungkook se fue para la universidad por la mañana y encontró a Taehyung por el campus. Se abalanzó sobre él para picarle de forma coqueta, una sonrisa dulzona nacía en el rostro de Taehyung, quien le pedía que parase de bromear, de pellizcarle con los dedos o de darle achuchones mientras todos les miraban. Pero a Jungkook no le importaba que la S.N.U. completa voltease la cabeza junto a la entrada del campus. Él le sujetó el rostro entre los pulgares y le regaló un tierno beso en la superficie de sus labios.

Taehyung se volvió dócil como un gatito ante sus cariños. Le ofreció su mano para entrelazar los dedos y le acompañó hasta su aula, no compartían optativas durante las primeras horas de ese día. Andar con Taehyung de la mano por iniciativa suya era maravilloso. Taehyung sentía que era una especie de grito de reclamación parecido a «este chico de aquí es mío». Aunque en el fondo era al revés.

El castaño estaba seguro de que Jungkook había ligado bastante en sus años universitarios, lo había visto en muchas ocasiones con otras chicas (que casi babeaban por él), y algún que otro beso esporádico por el campus. No obstante, era la primera vez que Jungkook reclamaba a alguien frente a los demás. Una parte secretamente recelosa de Taehyung le hizo sentirse a gusto con que todos supieran que Jeon Jungkook era, de alguna forma, suyo. Y aquel pensamiento le hacía ruborizarse, poniéndose nervioso con la tan sola presencia del chico.

Jungkook era tan dulce con él, que le costa volver a pensar en que era un playboy y un niñato insolente a pesar de su aspecto. Su toque pícaro y coqueto mientras tonteaba con él como un crío, su voz baja y el deje de su acento satoori en la biblioteca cuando rozaba su hombro apropósito, dejaba a su sistema inmunológico por los suelos.

Eran tres y media de la tarde cuando se encontraban en el espacio bibliotecario, Jungkook se inclinó más a su lado y deslizó su brazo por encima de los hombros del chico mientras él intentaba estudiar. Ladeó la cabeza junto a sus apuntes, fingiendo leerlos en silencio. Taehyung frunció los labios, se sentía intensamente atacado por lo mimoso que era Jungkook. Y que se colgase de sus hombros para reclamar su atención no era más que otra de sus tácticas para provocarle un «tocado y hundido». El ojiverde dobló la cabeza para mirarle de cerca, con una mezcla de «te odio por desconcentrarme, pero te comería por existir». Entrelazó los dedos de su mano que caía por encima de su propio hombro derecho y observó sus pupilas negras y brillantes. Jungkook solo le dedicó una sonrisa traviesa y rio en voz baja.

Acortó el espacio entre ellos suavemente, aprovechando para dejar unos besitos silenciosos en Taehyung, con sus tibios labios. Taehyung se extravió de sus estudios, dejándose arrastrar por la deliciosa sensación. Lenta y suave, mimosa y cautivante. Unos besitos en la mesa de la biblioteca que no sirvieron para mucho más que despertar el recelo de algunos estudiantes que les rodeaban y ojeaban indiscretamente aquel tonteo. Taehyung se sonrojó y frenó a Jungkook, que parecía estar empecinado en dejar unos besitos en su nariz, antes de que alguien les llamase la atención por achucharse tanto en público.

—Kookie —le dedicó Taehyung en un susurro—, ¿no tienes vergüenza?

—¿Ahora soy yo el desvergonzado? —murmuró el pelinegro mordisqueando su propio labio para reprimir una sonrisita.

—Sí, se acabó lo del playboy.

—Okay —siseó Jungkook—. Entonces me comeré a persona favorita.

Taehyung se rio melodiosamente y Jungkook mordisqueó el lóbulo de su oreja, mientras él se encogía entrecerrando los párpados. Uno de los encargados de la biblioteca les llamó la atención chistándoles y apuntó hacia la puerta. Solo unos minutos después, salieron de allí entre algunas risitas. Taehyung le admitió a Jungkook nunca le habían expulsado de la biblioteca de la facultad. O más bien, de ninguna. Una lástima. Jungkook tenía un historial de expulsiones un poco más largo y bastante cómico, en todas ellas se había partido de risa con alguno de sus amigos amigo o había escupido una carcajada estridente (aunque tampoco es que él pasara mucho tiempo en la biblioteca hasta que empezó a frecuentarla más a menudo por Taehyung).

Aun así, Jungkook se disculpó por eso, si bien era incapaz de borrar la sonrisa de su rostro. Jimin se cruzó con ellos por el pasillo de la facultad, y saludó a Jungkook con un choque de puños y a Taehyung con la cabeza y una sonrisa sincera. Taehyung carraspeó un poco, pensando que, en realidad, Jimin le caía bien y le causaba curiosidad. Y eso que él siempre había pensado que los chavales que rodeaban a Jungkook eran todos unos idiotas.

—¿Venís afuera? Necesito fumar un cigarro —dijo Jimin con normalidad.

Salieron en su compañía, buscando de paso sentarse bajo un árbol y comer algo de lo que llevaban encima. Jimin y Jungkook empezaron a intercambiar algunos comentarios acerca de su día, Taehyung les miraba atento vislumbrando aquel nexo invisible que les unía. Se llevó a la boca un trocito de tortilla enrollada con los palillos, que sacaba de la deliciosa fiambrera que traía de casa. Él no solía almorzar demasiado o casi nada, pero su madre Annie había estado últimamente más pendiente e insistente con su hijo, y esos días, hasta había empezado a prepararle el almuerzo bien temprano, en la mañana, dejándolo en una pequeña caja de bento para que se llevara la comida a la universidad, y repitiéndole que tenía que dejar de estar tan delgaducho. Sus comidas consistían en algo de cerdo al jengibre o pollo al limón, tortilla japonesa, camarones o pulpo, y una porción de tomates cherry con espinacas y sésamo.

—Kook, ¿has invitado a Taehyung a lo del sábado?

—Mhn, uh —Jungkook apoyó la espalda en el tronco del árbol con las piernas flexionadas de forma circular bajo sí mismo, suspiró y cerró los ojos brevemente—. Lo había completamente olvidado.

—Taehyung, ¿te apetecería venir con nosotros al festival?

—¿Te refieres a la pequeña fiesta que hay en el centro?

—Ah, bueno —Jimin ladeó la cabeza, vacilante—, eso de pequeña...

—Anímate —insistió Jungkook, tocándole la rodilla junto al regazo donde apoyaba él la cajita de bento—. Habrá comida, música y locales abiertos...

—Alguna atracción, también —añadió Jimin.

—¿Haze al final traerá a su novia? —preguntó Jungkook.

—Eso decía —contestó su mejor amigo, tras una calada.

Taehyung se llevó otro bocado con los palillos, masticándolo con un parpadeo.

—Nos encantaría pasar un rato contigo, ¿has ido alguna vez a ese sitio? —preguntó Jimin muy animado—. Es súper guay.

—Oh, sí. El año pasado fui con mis hermanos, y... —contestó Taehyung ingenuamente, y su voz se desvaneció—. Estuvimos pescando globos de pececillos de colores y comiendo manzanas de caramelo.

—¡Me encanta eso! —expresó Jimin—. Nosotros siempre vamos a beber algo, pero podríamos pasarnos por otras zonas este año, ¿no, Kook?

—Quiero comer manzanas —apuntó Jungkook goloso.

Taehyung sonrió un poco. A él no le iban demasiado las fiestas y sentía cierta inseguridad por decepcionar a los amigos de Jungkook, si él no era lo que esperaba. Jungkook advirtió su vacilación, pero Taehyung asintió antes de que él dijera nada más.

—¡Genial! —saltó Jimin muy emocionado—. ¡Nos lo pasaremos muy bien, ya verás!

—Podrías decírselo a Minho, si quieres. Puedes traértelo contigo. Estará bien si somos más —le alentó Jungkook tan amable como sincero.

Él pensaba que se sentiría más relajado en un ambiente así, si se traía a un amigo con él. Taehyung asintió con la cabeza, entonces, Jimin apagó el cigarrillo en el césped y se levantó recordando que debía marcharse.

—Bueno, chicos, hablamos más tarde. ¡Hasta luego! —se despidió Jimin.

Taehyung continuó almorzando ese ratito. Jungkook apartó la bandolera a un lado, y se quitó la chaqueta del uniforme para desabotonar los puños y arremangarse por encima de las muñecas. Hacía frío esos días, pero el sol pegaba en perpendicular en donde estaban sentados y empezaba a sentir un calorcito muy agradable.

—¿No te apetece venir? —le preguntó a Taehyung cuando estaban a solas.

—Ah, no. No es eso —contestó el muchacho.

—Ah, ¿no?

—Mhnh, no es nada —dijo suavizando el rostro—. Tranquilo.

—Tae —le llamó Jungkook, inclinándose un poco sobre los codos que apoyaba en los muslos abiertos—. No te sientas obligado ni mucho menos a hacer algo que no te apetece. ¿Es por Jimin o...?

—No, no —interrumpió Taehyung—. Jimin está bien, es tu amigo —dijo cerrando la fiambrera tras guardar en el interior los palillos.

Un breve silencio les envolvió.

—¿Entonces? No te voy a dejar solo en ningún momento —le aseguró Jungkook con un murmullo.

—Es que no... No quiero desencajar.

—¿Desencajar? —Jungkook soltó una carcajada irónica—. Tae, tu eres demasiado encantador como para desencajar —dijo mostrando una confianza extraordinaria en él.

—No es así.

—Sí, si lo es —aseguró Jungkook—. Y vamos a pasar una noche estupenda, ya verás. Les encantarás.

Taehyung se sentía repentinamente inseguro.

—¿Y si no? Yo nunca me voy de fiesta. Ni siquiera bebo alcohol.

—Eh, ssshh —Jungkook enlazó una de sus manos—. Tae, no tienes que beber nada. Yo tampoco lo haré. Vas a estar conmigo y yo contigo, ¿vale? Eso es lo único que vamos a hacer el sábado.

Taehyung hizo un puchero con sus labios y Jungkook le atrajo a él para abrazarle. El chico se deslizó junto a su lado, sentándose y apoyando ligeramente la cabeza sobre su hombro. Se estaba demasiado bien como para separarse del contacto, y cerró los ojos cerca del hueco de su cuello. Taehyung tenía la sensación de que, en cuestión de unos días, todo estaba cambiado muy rápido. Y todo era tan diferente para él, su cuerpo reaccionaba tan extraño. Jungkook era la única luz capaz de guiarle a través de un terreno tan desconocido. Se sentía ansioso, algo excitado y del todo irreconocible frente a sus propios actos. ¿Y si Jungkook se daba cuenta de que era una persona incompatible con sus amigos? ¿Y si lo que había estado sintiendo hasta entonces por él se debía a que no le conocía en profundidad?

Taehyung sentía una gran presión respecto a eso. Y le gustaba Jimin, sentía que a él también le caía bien, pero al mismo tiempo le daba temía dar un paso en falso con su amigo y cargarse las cosas. Jungkook era en cierto modo reservado, pero popular. Una sonrisa deslumbrante, y una personalidad con chispa. ¿Y si él era demasiado tímido para los demás? ¿Y si sus amigos le hacían dudar? Quizá Jungkook podía tener decenas de opciones más ahí afuera, y solo tendría que pedirle volver a ser amigos mientras Taehyung se anclaba irremediablemente a esos fuertes sentimientos que comenzaban a hacerle sentir miedo por volver a astillar su corazoncito.

El sábado por la tarde, los chicos habían quedado en el centro de la ciudad, a media manzana de la entrada al festival. Jungkook tomó el deportivo de su padre Seung, un cochazo negro y brillante, que ronroneaba como un tigretón cuando pisaba el pedal. Lo dejó aparcado en un párking de pago y luego se fue hacia la parada de autobús en la que Taehyung debía bajarse. Jungkook no le había insistido con eso de pasar a recogerle para no agobiarle con los horarios. Guardó las manos en los bolsillos del abrigo largo y negro que se había abotonado hasta el cuello. Un autobús rojizo con el número de la línea que debía haber tomado el ojiverde se detuvo unos minutos después en la parada, y de entre la gente que comenzaba a bajar a borbotones, atisbó a Taehyung. Él sonrió a Jungkook, llevaba una bufanda de algodón blanca alrededor del cuello y un abrigo beige, corto, con unos jeans degradados de un tono azul vaquero desde los muslos al blanco por las pantorrillas. Muy guapo.

—¡Hola! —le saludó muy sonriente.

—Hola —contestó Jungkook, y se encargó de recolocarle con dulzura la bufanda pelusona y enrollada, antes de dejarle un pellizco en la nariz.

—¿La quieres? ¿No hará hoy mucho frío? —le ofreció Taehyung.

—Nah —chistó con la lengua—, estoy genial.

—No, estás frío por esperarme —dijo comprobándolo al tomarle las manos.

Jungkook parpadeó esbozando una sonrisita que arrugaba las comisuras de sus ojos almendrados.

—Te voy a comer, ¿puedes parar? —le amenazó en un susurro audible.

—¿Por qué siempre dices eso cuando me preocupo por ti? —preguntó Taehyung muy adorable.

—Porque eres como un pastelito. Uno de carne y hueso —dijo Jungkook tirando de su mano enlazado para empezar a caminar.

—No me llames así —respondió Taehyung frunciendo los labios.

Jungkook deseó pegarle un bocado en la nariz, se rio un poco y señaló hacia el otro extremo de la avenida.

—Por allí —dijo en referencia a la ubicación del festival—. ¿No iba a venir Minho contigo?

—Hemos quedado allí. Viene con una compañera, Lara, ¿la conoces?

—Creo que la he visto.

—¿No nos vamos a helar esta noche? —tarareó Taehyung a continuación.

—Imagino que habrá calderas, como todos los años —sonreía Jungkook.

Se metió la mano enlazada con el chico en el interior de su propio bolsillo con un gesto muy natural. Taehyung le miró con afecto, apretando sus dedos dentro del bolsillo como la otra vez.

—¿Cómo te ha ido hoy? —preguntó serenamente.

—Muy bien —respondió Taehyung—. Al final me acumularán los días de vacaciones, pero creo que los reservaré para cuando se acerquen los exámenes finales.

—Uh, ¿por qué tan responsable? —formuló Jungkook con admiración.

—Lo necesito.

—Yo tengo una idea —comentó Jungkook, bajando el tono de su voz—. Podrías venirte a mi casa de vez en cuando...

Taehyung parpadeaba caminando a su lado. El olor a palomitas dulces, manzanas de caramelo y castañas asadas llenaba sus sentidos conforme se acercaban a la zona de la feria. El sol desaparecía muy rápido dejando unos tibios rastros del sol rojizo y de un naranja tostado en el horizonte, tras los árboles del parque y alguno de los templos asiáticos que servían al lugar. Algunas calderas de calor intentaban mantener la zona interior de la feria más cálida. Jungkook caminaba moviendo la cabeza, esperando atisbar a alguno de sus amigos por la zona cercana al enorme y anciano árbol en el que habían quedado para encontrarse.

—Oh, ¡mira eso! —señaló Taehyung.

Jungkook le siguió de cerca, siendo arrastrado por la mano que guardaba en su bolsillo. Un montón de peluches, colgantes y llaveros se mostraban de forma golosa en una tiendecita local muy bien iluminada. Taehyung le echó un vistazo de cerca a los objetos y Jungkook le soltó de la mano para encubrir su compra clandestina. Él se hizo con un llavero en forma de tigre, muy adorable, con el que Taehyung podría adornar sus llaves. Se le ofreció al chico cuando se alejaron del lugar, a Taehyung le brillaban literalmente los ojos con unas bolas de nieve que había visto.

—Ah, ¿un tigre? —exclamó sonriente.

—¿Preferías una de esas bolas?

—¡No! —carcajeó el ojiverde—. Tonto —lo sostuvo en alto para observarlo—. Me gusta, es muy mono.

—Puede que parezcas un gatito —comentó Jungkook con humor, paseando—, pero para mí eres un tigre, que lo sepas.

—¿Yo? ¿Qué dices? —abrió los ojos el otro con una risita.

—Sí, no te hagas el inocente —sonreía Jungkook.

—Jungkook, si yo fuera un tigre, tú estarías en peligro —expresó Taehyung en un flirteo.

—Y lo estoy —murmuró el contrario—. Tú eres mi mayor peligro.

Taehyung sonrió con encanto, enganchó el llaverito en sus llaves antes de volver a guardarlas en el bolsillo.

—¿Estás bien, respecto a lo de...?

—¿Mi hermano? —prosiguió Taehyung—. Estoy bien, no te preocupes.

—Hmh —asintió Jungkook.

Taehyung le miró durante unos instantes, manifestó con sinceridad.

—Le extraño —expresó pensativo—. Pero es normal, éramos cercanos desde que recuerdo, y bueno. Dejar de ver a mi hermano de repente, y así, se siente... antinatural.

—Creo que Jonah también debe extrañarte.

Taehyung asintió despacio.

—Me rompió el corazón. Él tiene sus motivos. Siento que he podido pensar mejor en ello este tiempo, y de alguna forma, entenderlo. Pero, aun así, no sé si pueda perdonarle.

Jungkook sintió una pequeña punzada en el corazón y pasó un brazo por encima de sus hombros mientras caminaban. Taehyung debía estar impactado por haber perdido a una persona tan importante en su vida como lo había sido Jon, y distanciarse de alguien de su propia sangre. No podía imaginárselo.

—Lo sé. Puedes apoyarte en mí. Lo sabes, ¿verdad?

—Sí —contestó Taehyung sintiéndose muy bien por su gesto—. Quiero apoyarme en ti siempre, Jungkook —confesó con ternura.

El contrario sintió como un chorro de sentimientos fluyendo a través de él.

—Entonces, estaré aquí para sostenerte —respondió con afección— siempre.

Taehyung ladeó la cabeza para mirarle, su corazón brincaba en el pecho, y quería abrazarle. ¿De dónde había salido una persona como Jungkook? Minho sacudió el brazo saludando a los chicos a unos metros. Ambos se acercaron hasta el anciano árbol del parque para saludarle, él venía en compañía de otra chica con la que a menudo se relacionaban. Lara y Minho saludaron alegremente a Taehyung, y después a Jungkook con una sonrisita de admiración y respeto. No había rastros del Minho suspicaz de la noche de nochevieja, ni una máscara de falsa amabilidad. Él parecía mucho más despreocupado y se alegraba de ver a Taehyung tan feliz esos días. En cuanto a Lara, Jungkook no estaba seguro si la conocía de algo, puesto que la chica, según acababa de decirle, era un año más joven que ellos y estaba en tercero.

—¿Habéis visto todas esas atracciones? —señaló Minho con ojos muy abiertos.

—Sí, ¡yo quiero ir! ¡Podríamos subir a algo hoy! —exclamó Lara.

—Estábamos dando una vuelta por allí —contestó Taehyung con una sonrisa—. Oye, me encanta la chaqueta que llevas. Estás muy guapa —cumplimentó a la chica amablemente.

Jungkook estaba un poco callado, respetaba el turno de habla de su chico y le apretaba la mano muy suavemente sintiéndose bien por verle más tranquilo. Que invitara a Minho y a una acompañante más a unirse a ellos había sido una idea magnífica. Jungkook giró la cabeza y se dio cuenta de que al otro lado del bajo paredón de piedra que rodeaba aquel árbol se encontraban Hazel y Julie. Él estiró el cuello y levantó una mano para llamarle la atención, Hazel tardó unos instantes en percatarse de que estaban ahí, justo al lado. La pareja se aproximó a ellos y saludó a los demás con amabilidad. Taehyung conoció a Julie, una chica de cabello corto que se encontraba al lado de Hazel, agarrada a su mano. Jungkook presentó a Taehyung como su novio. El castaño se inclinó ligera y cortésmente, sintiéndose ligeramente tímido por eso.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

Él era consciente de la realidad, pero escuchar a Jungkook llamarle novio delante de sus amigos le hizo preguntarse si aquello era real. Su relación no era ficticia. Jungkook le adoraba de verdad. Y él era lo más cálido que había conocido hasta el momento, hasta el punto de querer gritar cada vez que le veía. Lo suyo era auténtico y su corazón bombeaba la sangre e intensas emociones que le producía. El sol había desaparecido completamente a esa hora, y las lucecitas del festival adornaban e iluminaban el área con estandartes de colores, los farolillos y las calderas. Jimin llegó quince o veinte minutos después mientras todos conversaban, se disculpó por haberse retrasado. El amigo de Jungkook le hizo un saludo con la cabeza a todos, abrazó amistosamente a Hazel y compartió con Jungkook un gracioso saludo de puños y manos. Luego se acercó rápidamente a Taehyung y empezó a confraternizar con él.

Taehyung empezaba a sentir que podía hablar de cualquier cosa que se le pasara por la cabeza con Jimin, logrando unas carcajadas sinceras del muchacho. Y es que, Jimin era un encanto, y él se alegraba de que Jungkook hubiera estado tan bien acompañado esos años. Era un poco irónico, puesto que Taehyung siempre que había visto a Jimin y Jungkook andar juntos por el campus, más tarde rodeado de un puñado más de gente, y los había catalogado como siameses inseparables. Si no hubiera sido porque había estado casi cuatro años viéndolos ser simplemente cercanos, casi habría pensado desde el primer día en el que entraron a la S.N.U. que ambos compartían algo más que una amistad. Pero estaba visto cómo Park Jimin coqueteaba con una u otra de vez en cuando, a la par que Jungkook.

Aquello le hizo descartarlos como pareja el primer semestre que los observó juntos. Su química natural funcionaba de otra forma. Jimin era muy atractivo, con un aspecto limpio, sonriente y pícaro, muy encantador, y vibraba con la misma aura que Jungkook. Extrovertido, según había observado, lo que dejaba ligeramente por detrás a Jeon Jungkook, a quien ahora Taehyung podía analizar con mucha más facilidad, notando que él era bastante más reservado de lo que aparentaba a simple vista. No obstante, ambos se complementaban absolutamente, y pudo verificarlo una vez más durante el festival cuando llegaron a hablar de cosas aleatorias que terminaban haciéndoles reír a carcajadas como si fueran aun unos niños.

Taehyung sintió un poco de recelo por su relación (algo que no podía evitar), sin embargo, Jungkook mantenía su mano firme y sujeta durante el paseo, como si él también fuera lo suficientemente importante. Hazel y su chica parecían ir más a su aire, caminaban por delante, perdiéndose entre los puestecitos de juegos, apuestas, boletos y sorteos. Jimin estaba intentando unirse a todas las parejas, sin descartar también intercambiar algunas palabras con Minho, y también Lara, a quien él si pareció recordar por haber ido a aquella funesta fiesta en la casa de Jimin, que preparó a principio del semestre.

Mientras tanto, el ojiverde descubrió que Jungkook tenía un gran apetito por todo lo que fuera comestible, dulzón, picante y muy salado. Incluido él, según le había susurrado.

Se detuvieron para comprar algodón de azúcar, y Minho aprovechó el momento para acercarse al pelinegro.

—A todo esto, ¿Cómo estás? —formuló entrecerrando los ojitos como dos medias lunas.

—Uh, estoy bien —contestó Jungkook con las manos en los bolsillos del abrigo—. ¿Cómo te ha ido a ti?

—Podría decir que también muy bien —le devolvió, en lo que avanzaban lentamente haciendo cola—. Me alegro por vosotros, en serio —agregó con apacibilidad, y miró hacia atrás, hacia donde estaba Taehyung—. Parece tan contento, ¿no? Sé que le vas a cuidar, Jungkook. Creo que eres lo que necesitaba. Es solo que, a veces —bajó la cabeza con una sonrisita nostálgica—, cuando lo que alguien ha necesitado durante tanto, aparece justo frente a sus narices, da un poco de vértigo, ¿sabes? Pero si Taehyung es feliz, yo también lo soy.

Jungkook abrió la boca. Espera, ¿qué? ¿Qué? No estaba seguro de si algo de lo que decía Minho le acababa de encajar. Era el mejor amigo de su chico y parecía guardarle un afecto especial. Muy especial. Pero acababa de entender del todo por qué le hablaba de esa manera, por qué las palabras de Minho parecían tan crípticas y al mismo tiempo tan jodidamente obvias. Minho levantó la mirada con una muestra de respeto, mucha más consideración que la otra vez cuando hablaron en el campus. Ahora le ofrecía su verdadero aprecio.

—Si necesitas algo en algún momento, Jungkook, háblame. Haré lo que esté en mi mano.

Hubo un silencio, y Jungkook lo escupió:

—¿Sientes algo por él?

—Oh —Minho le miró con un parpadeo—. Le quiero mucho.

—Sabes a lo que me refiero...

—Mhn —él volvió a mirar hacia atrás, comprobando que no se hubieran movido del sitio—. No, ya no —aseguró.

—¿Se lo has dicho? —indagó Jungkook afinando los párpados.

Minho se encogió de hombros y esbozó una sonrisa un poco triste.

—¿Por qué iba a hacerlo? Yo no soy su tipo.

—Eso da igual, eres...

—Hace años que no le quiero así, Jungkook —interrumpió muy serio, y relató en voz baja—. Además, el amor se viste de muchas ropas, ¿no crees? Hay numerosas maneras de expresarlo por una persona. Ya sea con respeto, dejándole ir, ayudándole a sentirse mejor y cuidando de él cuando lo necesita. Eso es lo que yo creo. No todo es físico ni pasional, no todo es un cuento de hadas.

Jungkook suspiró despacio, meditándolo.

—¿Eres feliz así? ¿En serio? —preguntó cuidadosamente, en voz baja.

Minho aseguró y asintió con la cabeza, y parecía estar siendo completamente honesto. Había sinceridad en sus ojos, un chispeo de vulnerabilidad de fondo. Tal vez había sido un amor de la infancia o cualquier otro sentimiento encontrado, pero estaba seguro de que Taehyung no había sido consciente para nada eso. Él era demasiado ingenuo y bueno para pensar en esas cosas. Jungkook lo había deducido solamente por sus palabras y porque, a esas alturas, podía considerar bien su entorno, notando qué y quienes rodeaban a su chico. A pesar de lo que él y Minho habían hablado, Jungkook no sintió ni una sola punzada de recelo, ni desconfianza. No lo veía como una amenaza; todo lo contrario. Y eso era lo que pretendía verdaderamente aquel chico.

Poco después se hicieron con varios palos de algodones de azúcar de color rosa y recién hechos, y se unieron a los chicos. Jungkook lo devoró en cuestión de minutos. Los siete se detuvieron para tomar algo refrescante y de paso se comió unos cuantos snacks salados. Taehyung y Jungkook se movieron del lugar un poco antes con la intención de conseguir una manzana de caramelo para el castaño. La pista de hielo artificial llamó la atención a Jungkook, quien se apoyó en la barandilla exterior para echarle un ojo a la pista.

Taehyung regresó a su lado mordisqueando su manzana, con las mejillas coloradas por las oscilaciones de temperatura, y Jungkook tiró de su brazo pidiéndole que alquilaran unos patines.

—¡No, no sé patinar! —protestó el ojiverde.

—Uh, ¿nunca has esquiado?

—Hmhn, pues no —reconoció con sencillez.

Jungkook se inclinó y mordió la manzana caramelizada del chico.

—Bueno, siempre hay una primera vez para todo —murmuró con tono coqueto, haciendo que Taehyung frunciera los labios.

Agradeció que sus mejillas ya estuvieran al máximo de color por el contraste entre zonas más frías del exterior y más cálidas por las grandes carpas con interiores a rebosar de gente y sofocantes calderas, por donde se había pasado. Jimin les alcanzó y apareció detrás de ellos, mientras Jungkook arrastraba a Taehyung a la entrada de la pista como un crío enfurruñado.

—No, no, no —reprochaba el castaño—. Jungkook, nunca he patinado, no sé cómo se...

—Vamos, ¡estás conmigo! —le animaba, entusiasmado—. Yo te ayudo. Confía en mí, ¿sí?

—¡Mnh! —se quejó.

—Nada de berridos —sentenció dándole un golpecito a la nariz con un dedo.

—¡Me encanta el hielo! —saltó Jimin tras su hombro—. ¿Recuerdas las navidades pasadas cuando fuimos a la gran pista de hielo de Busan?

—Oh Dios, eso sí que era una pasada —rio Jungkook, y le señaló divertido—. Te caíste de boca delante de un montón de personas.

—¡Oye, que me levanté como si nada!

Jungkook puso los ojos en blanco y miró a Taehyung.

—Al día siguiente tenía moretones en las rodillas. Y un resfriado que te cagas.

—¿Qué son unas buenas vacaciones sin caerse de boca? —añadió Jimin con complicidad.

—Pero yo no me quiero hacer daño —pretendió lloriquear Taehyung.

—Tú no te vas a caer, yo no te voy a soltar —respondió Jungkook automáticamente.

—Beneficios de ser algo más que un amigo —apuntó Jimin, guiñándole un ojo.

—Las rentabilidades del derecho a roce —añadió Jungkook muy cómico.

Taehyung suspiró mientras los chicos le arrastraban entre la multitud. Se deshizo del palo de su manzana mordisqueada en una papelera y empezó a tirar la toalla mentalmente. No se podía luchar contra aquel par de revoltosos. Hazel y su novia estaban saliendo de la carpa, Jungkook les vio y alzó la voz para avisarles.

—Eh, ¿vosotros os apuntáis?

Hazel negó con la cabeza, y le contestó a Jungkook señalando con un dedo a otra carpa donde servían copas, avisándole de que se irían para allá mientras tanto para tomar otra cosa.

—Se van a cocer con algo más fuerte, olvídalos —rio levemente Jimin.

Jungkook se encogió de brazos sin que le importase demasiado separarse durante un rato. Terminaron alquilando unos patines tras una larga cola de espera en la que saludaron a Minho y Lara de lejos, ellos se mantenían pegados a la barandilla exterior sumidos en una conversación amigable y parecían dispuestos a verlos como si fuera un espectáculo. Entonces, los otros entraron a la pista con un Taehyung no demasiado convencido.

Jungkook era como un crío entusiasmado, arrastró a Taehyung enfurruñado de la mano hasta un lado de la barandilla metálica. Dio unas cuantas vueltas sin él, moviéndose con garbo y agilidad. Jimin también parecía tener bastante práctica, de hecho, eran los únicos que se movían con tanto brío y soltura en la enorme pista de hielo. Provocaban miradas incrédulas, y otras de admiración entre los que sufrían como el pobre Taehyung.

El castaño sacudió la cabeza para salir del fenómeno fanboy en el que su mente le gritaba «ese es mi novio, miradle». Y le lanzó una mirada a Jungkook con un claro mensaje de «abandonado y en pánico». El radar del pelinegro le captó en seguida y se acercó sinuosamente hasta él, ofreciéndole sus manos para patinar.

—Ven —le animó Jungkook con mucha generosidad.

—No, no —negó Taehyung con cara de pena.

—Ven aquí —dijo el chaval agarrándole por las muñecas.

—Nonononono —reprodujo el otro desesperadamente, viéndose inevitablemente arrastrado por él.

Jungkook reía ligeramente, deslizó las manos hasta las suyas, arrastrándole de espaldas hacia el interior de la pista helada. Taehyung hizo un puchero con los labios. Se mantenía con las piernas rectas, dejándose llevar por el muchacho.

—¿Ves? —canturreó Jungkook—. Que no pasa nada.

—Ah —sollozó Taehyung exageradamente.

Jimin pasó deslizándose por el lado de ambos y se partió de risa, provocando que tropezase con un hombre que iba con su hijo pequeño y cayera al suelo de boca. Jungkook se desternilló de su amigo abiertamente. Taehyung se desequilibró en cuanto el chico se despistó, y entonces el pelinegro pegó un tirón de su brazo, logrando en cuestión de unas décimas de segundo llevarle hasta su pecho. Ambos se tambalearon unidos durante unos peligrosos segundos, pero Jungkook era ágil y consiguió mantener la estabilidad entre los dos.

El castaño enterró la cabeza sobre su hombro, agarrándole la cintura, antes de levantar la cabeza y levantarse con sus bonitos ojos castaños.

—¿Ves como no iba a dejar que te cayeses? —vaciló Jungkook divertido, mientras se deslizaban despacio por el hielo.

—Vamos a morir. Sácame de aquí —soltó Taehyung asustado, haciéndole reír.

—Jimin está bien —le alentó, patinando suavemente con él—. Verdad, ¿Jiminnie?

Jimin estaba apoyado con el codo y antebrazo en la barandilla, superando emocional y físicamente la pedazo de hostia que se había metido. Levantó un pulgar haciéndose el duro y pensando en que, como mínimo, se le habría saltado una muela.

—Pareces un tigrecito asustado —sonrió Jungkook, sosteniendo al castaño abrazado—. ¿Me vas a clavar las uñas?

—J-Jeon Jungkook —protestó irritado—. ¡No es el momento para bromear con eso!

Jungkook se mordisqueó el labio encantado.

—Uh, ahora que lo pienso —murmuró, bajando su tono de voz hasta resultar aterciopelado—. Puedo sacar un alto beneficio de este momento.

—Pero qué dices —farfulló Taehyung súper enfurruñado.

Jungkook introdujo un brazo bajo el abrigo entre abierto del chico, rodeándole la cintura y descendiendo su mano tan sutil como descaradamente por un terreno inexplorado. Pasó sutilmente la palma por encima de su trasero y la detuvo en la parte posterior del muslo, con los suaves y cálidos dedos agarrándose a este. El simple movimiento ruborizó a Taehyung e hizo que se quejara por su forma de ser. No era el momento para ser melosos en público, ni tampoco para meterse mano. Aun así, Jungkook le dejó un beso en pómulo y la nariz, y se rio suavemente de su reacción.

—Quita la mano de ahí o te voy a morder —masculló Taehyung como un auténtico tigre.

—Mhn, sí, sí —musitó Jungkook, y aprovechó para dejar unos besitos por encima de sus labios con sabor a manzana de caramelo, antes de arrastrarle hasta la barandilla más cercana para que pudiera volver a sujetarse.

A Taehyung le temblaban un poco las piernas tras aquel suceso. No obstante, una vez que tomó aire, se soltó un poco y permitió con mejor humor a Jungkook que le arrastrara de nuevo con una mano por los bordes de la pista, esta vez sin asustarse tanto, fijándose más en sus piernas e intentando imitar su suave y relajado movimiento de patines. Jimin saludó a Minho y Lara con el brazo desde dentro de la pista helada. Él y la chica aguardaban desde afuera, contemplando sus vueltas. No mucho más tarde, salieron de allí con las manos heladas, y Jimin con alguna que otra contusión que se negaba a reconocer.

Estaban frotándose las manos, cuando Hazel y Julie regresaron preguntándoles si les apetecía cenar algo. A todos les pareció bien, estaban hambrientos a pesar de las chuches y aperitivos que habían tomado.

—Yo ya tengo hambre —dijo Jungkook encogiéndose de hombros.

—A mí me apetecen unos perritos —sonreía Jimin.

El viernes había sido el día de apertura del festival, pero aquel sábado la calle todavía rebosaba de vida y a esa hora era complicadísimo moverse, volviéndose la mejor opción sentarse en algún lado antes de que no pudieran andar. Aun así, buscaron alguna carpa restaurante que no estuviera demasiado ocupada para tratar de cenar algo. Por el camino, todos estaban charlando muy animados, pero Taehyung tuvo una visión horrible que le atravesó como un rayo.

Jungkook se dio cuenta porque estaban agarrados de la mano, notó como el chico se tensaba y sus pasos se aletargaban lentamente, hasta casi detenerle sobre el suelo. El pelinegro le miró y luego dobló la cabeza. Identificó al rubio oscuro de Jonah a unos metros, se hallaba frente a un puestecito de la feria donde había escopetas de perdigones y aros. A su lado, alguien igual de alto y de cabello castaño oscuro. El hermano de Taehyung.

*Historia creada/escrita por Chispasrojas [Beatriz Ruiz Sánchez]. Si quieres apoyar a la autora, puedes encontrar contenido exclusivo y los capítulos anticipados en Patreon.com/chispasrojas.

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