7| Dos Imperdonables
Ronald
Por Merlín, quise ser igual de fuerte que Harry, así hubiera podido detenerme al abrir la boca para lastimar a Hermione. Me arrepiento de cada día por no poder resistir, no tuve control de mis actos, no tuve energía para oponerme a la maldición que controló mi mente, soy más que un canalla insensible.
Aquel 7 de mayo iba dispuesto a recogerla y llevarla a cenar a un elegante restaurante muggle que Harry me recomendó. Le iba a proponer matrimonio, tenía planeado cada detalle y no salió como quise.
Vi a Lavender, la saludé y pasé de largo. ¿Quién lo hubiera imaginado?, ella me esperaba a mí. Mi mente permaneció nublada desde entonces. Ella me ordenaba y yo obedecía. Era un simple muñeco, como si fuera un juguete desprovisto de voluntad, De ideas coherentes. Si antes tenía duda sobre sí a alguien se le podía mantener mucho tiempo bajo aquella maldición ahora tenía claro que si se podía.
Mi madre me abofeteo cuando supo que era mi culpa que Hermione haya estado sumergida en la depresión. Harry me retiró su amistad, ¿y quién va a creer en mi si ya una vez abandoné a mis amigos? Si ya había herido a Harry. ¿Por qué no lo haría con Hermione?
Hermione, Hermione, No sé mucho de ella. Solo lo que le oigo comentar George y Lee Jordan, lo cual es nada.
Lavender se encargó de doblegar mi voluntad. Lo peor de todo es que creen que yo le era infiel a Hermione, cuando en realidad cada día trato de luchar contra esta maldición que está matándome.
— ¡Eh! ¡Pedazo de idiota te estoy hablando! — gritó una mujer irritante. me miró enojada. — es un idiota.
— ¿Atiende o no atiende? — preguntó la rubia. ¿Cómo no reconocerlas?
— Idiota serás tú— respondí enojado y en el acto me di estaba recuperando mi voluntad.
— Ah, pero miren, es el imbécil que hirió a Granger — dijo la serpiente; Pansy Parkinson, odiosa por donde se la viera.
— No la herí — continúe tratando de luchar más contra esta maldición.
— No me hagas reír — se mofó la rubia — bien nosotras veníamos por una poción que al parecer solo hay aquí.
—¿Cual? — pregunté.
— Veritaserum del amor — prosiguió la rubia— necesito que mi amado confiese a quien quiere y esa es la única que sirve.
—¿Qué? ¿tus encantos no funcionan? — pregunté divertido. — serpientes que requieren ayuda ¿Quién lo hubiera dicho?
— Mira imbécil, por esa lengua que te cargas es que perdiste a Hermione. — Pansy tenía la voz más irritante qué he oído.
— ¡No fui yo quién lo hizo! — grité enojado. Que bien se sentía estar librándome de la maldición.
— ¿Me dirás qué por nadie ella estuvo...? Hermione se hundió sólo por escuchar a quien amaba decir las cosas más horrendas, así que no mientas porque te arrancaré los dientes al estilo muggle — Pansy estaba enojada e hirviendo de la irá, me mostraba sus puños.
¿Eran amigas? Incluso Greengrass me veía con odio, ¿Le hice algo a estas mujeres? Desde luego que no.
— Lo que haya sucedido entre Hermione y yo no es de su incumbencia — respondí enojado.
—Claro que sí, ella es nuestra amiga —esa rubia me miró con enojo — espero que Draco logre su cometido, ella merece a alguien tan inteligente como ella y tú no lo eres.
—Malfoy no la merece, ella jamás... — mi mejilla ardía, Parkinson me abofeteó.
— No hables como si fuera tu novia, tú no la mereces y ella no te necesita en su vida... Te olvidó. — Sus palabras me hicieron reaccionar. Gracias a aquel golpe, volví a tomar las riendas de mis acciones, Pansy logró que luchara con más fuerza contra la maldición.
Salí de la tienda a toda velocidad dejando a esas mujeres sorprendidas, soy consciente del daño que le hice a Hermione, de lo mucho que la herí. Sin embargo, estoy seguro de que en cuanto sepa todo lo que sucedió todo volverá a como era antes, me aparecí en el departamento que había sido nuestro. Había encontrado a una mujer que me trató de ladrón y me echó cual escoria.
Salí de aquel lugar. Que tonto era, claro que Hermione no estaría más allí. La busqué en el ministerio; me di por enterado que renunció y con ello abandonó todas sus aspiraciones. ¿Tanto le afectó lo que dije? ¡Demonios!
La última opción sería la casa de sus padres... Probablemente fuera al último lugar donde ella iría, pero es el único lugar que me queda. Me aparecí en la entrada de la casa, Hermione debía comprender, entender que todo sucedió a causa de Lavender.
— Alohomora— la puerta se abrió, ingresé con cierto temor a la reacción de Hermione.
Ahí sobre la mesa estaba Hermione sentada besando al hurón, y no era un simple beso, era un beso que ella jamás me habría dado, tanta pasión y deseo en ellos. Ella tenía el control sobre ese idiota.
—¡HERMIONE! ¡¿CÓMO PUDISTE CAMBIARME POR ESTE?! —Grité enojado, mis impulsos ganaron antes que la razón. Ni siquiera pensé con claridad —¡¿CÓMO PUEDES REVOLCARTE CON ESE IMBÉCIL?!
—¡LÁRGATE WEASLEY TÚ NO TIENES NADA QUE HACER AQUÍ! — Malfoy se separó de ella, tenía la camisa abierta. Se acercaba a mí con la varita en alto— ¿NO TE BASTÓ CON HERIRLA?
— ELLA ES MI MUJER, ELLA ES MÍA NO PUEDE METERSE CON UN PURISTA IMBÉCIL — contraataqué, estaba enojado, furioso, molesto con ella porque no podía haberme olvidado tan pronto.
— ¡Crucio! ¡Crucio! — caí al suelo y empecé a gritar de dolor no podía evitarlo. Hermione estaba apuntándome con su varita — eres la última persona que quiero ver en mi vida, jamás vuelvas aquí. ¡RONALD LÁRGATE!
Cuando calmó el dolor la vi ella estaba en brazos de Malfoy. Ella estaba ahí sujeta a quien la odió durante nuestros años como estudiantes. Me levanté y dirigí a la puerta antes de salir giré a verla.
—Lavender me mantuvo bajo la maldición imperius — salí de esa casa, con aquella imagen de esos dos.
Lavender pagaría el haber hecho que lastimara a Hermione a la mujer que amo. Sufrirá.
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