Capítulo 43 Nuestra Primera Vez
Natalie
Tomé el celular, verifiqué quién llamaba y miré a mi None.
-¡Me están llamando de la casa! -confesé presa del pánico. Él se levantó de la cama y encendió la luz.
-Contesta normal -aconsejó.
-Aló -simulé una voz ronca.
-¿Mami estabas durmiendo? -preguntp mi madrina.
-Si madrina. Hoy caminé bastante y llegué cansada -fingí un bostezo
-A mundo mi niña. Y tú que te llevaste puros tacones para la universidad. Ponte algo más cómodo -aconsejó
-Sí, mañana me voy más cómoda -se me escapó un bostezo real. -y más agua −agregué. −El sol aquí es fuerte, se me bajó la tensión como dos veces. Me tuve que tomar dos frescolitas.
-A mundo mi niña, tienes que comprar unos caramelitos para cuando te sientas así. Aquí están tus papás, quieren saber cómo te fue hoy, ¿Te los paso?
-Si, pásemelos para saludarlos.
Marcos me hizo señas para saber qué pasaba y le indiqué con la mano que me esperara. Hablé con mis papás y les dije que todo está bien. Que si pueden me llamen a las seis de la mañana por si no escucho la alarma, y para no llegar tarde a mi segundo día de clases. Marcos me mira sorprendido. He dicho como 30 mentiras por oración, pero la situación le divierte. «¿Ves todo lo que me haces hacer por ti, Nonestito? Me traes de cabeza».
Marcos
La ví entre asustada y nerviosa, aun así, conservaba una calma para responder que era sorprendente. Se inventaba cada cosa que me dejaba asombrado.
Estaba sentada al borde de la cama cubriendo su pecho con una esquina de la sabana y la imagen me parecía irreal. Podría acostumbrarme a esa imagen sin problemas. Verla así para mi era indescriptible.
Mi muñequita parecía el propio camaleón, sus cambios eran impresionantes, pasó de estar pálida y preocupada, a estar roja como un tomate porque no la perdía de vista.
Estaba mintiéndole a su familia por estar aquí conmigo y complacerme. Que mejor regalo que ese, que alguien dé todo por ti sin que tú se lo pidas.
Natalie
Cuelgo la llamada y él me mira expectante.
-¿Qué paso?-pregunta intrigado
-Todo bien, sólo querían saludar y saber cómo me había ido y si me sentí bien luego de la endoscopia-expreso más calmada. Al parecer mi actuación resultó convincente. Un punto a mi favor.
-Qué bueno. Yo pensé que se habían dado cuenta que no estabas en Falcón-comenta más calmado
-No, yo me aseguré de que mi madrina se hubiera ido antes de salir−confieso.
-Te amo muchísimo mi muñequita-y me regala una pícara sonrisa.
-Yo también te amo muchísimo mi Nonestito.
Volvió a apagar la luz y se acostó a mi lado, acurrucado a mí. Realmente no podía dormir, él era demasiada tentación. Sentirlo tan cerca y mis sueños no colaboraban, los recordaba como una película en mi mente una y otra vez. Mi vientre pedía a gritos intimidad, cada tanto me estremecía solo de imaginar que me acariciaba. Un escalofrío de excitación me recorría el cuerpo entero y mi vagina estaba lubricada, lista para él, pero tenía miedo. En mi cabeza resonaban las palabras de mis tías "¡los hombres solo quieren sexo y ya!, después que se lo dan, se van y más nadie te querrá en serio, solo se casan las señoritas". Esas palabras sumadas a mis nervios, no me permitieron hacer nada ni relajarme ni un segundo. Mi None tampoco podía dormir, así que hablamos un ratico más y sin querer nos quedamos dormidos escuchando música.
A la mañana siguiente, despierto antes de que suene la alarma y lo tengo todavía pegadito a mí, cosa que me saca una sonrisa. Dormimos toda la noche en la misma posición. Que cosa más rica y alucinante. Nuestros cuerpos juntitos protegiéndose del frío. De pronto el sonido de una alarma me asusta, pego un ligero brinco sobre la cama y mi None se despierta, apaga la alarma y se me acerca de nuevo y me da un besito. Qué mejor despertar que este.
Se levanta y me avisa que encenderá la luz. Yo me cubro con la sábana y al acostumbrarme a la iluminación de la habitación me destapo y ya ha salido del baño cuando lo veo dirigirse al clóset y vestirse rápidamente.
En ese momento escucho de nuevo la llamada de emergencia de Daddy Yankee. Mis papás cumplieron su promesa de llamarme a las 6 de la mañana. Esta vez no tengo que fingir el bostezo porque me salió con naturalidad. Veo a mi None sentarse en la cama para colocarse las botas y hablo con mis papás por unos minutos. Luego me dan espacio para arreglarme supuestamente y mi None está a sus últimos minutos en casa antes de salir y me da las instrucciones a seguir. Levantarme cuando quiera, pasear si me apetece y guardarle algo de comer para la cena.
Honestamente no sabía que podía prepararle, pero quería hacer el intento y sorprenderlo, claro, después de que duerma otro poco. Él se despidió de mi como si fuéramos una pareja de recién casados. Especialmente porque seguía en la cama totalmente en cuero y algo incómoda. Mi vagina tenía vida propia, todo él para mi esa mañana era la tentación más grande sobre la faz de la tierra. Tenerlo cerca era un afrodisíaco a lo agítese y sirva, es decir, instantáneo. Lo veo partir y me levanto para ir al baño y al salir me visto. Sin él cerca, ¿Para que andar en cueros? No tenía sentido. Me vuelvo a acostar, reviso mi cel y le envió un mensaje de buenos días y deseándole que le vaya bien en el trabajo, espero su respuesta y me vuelvo a dormir.
Unas horas más tarde me despierta un ardor de estómago fuerte. Tenía un león rugiendo del hambre. Me levanto y voy directo al baño a cepillarme los dientes. Salgo de allí rumbo a la cocina y me quiero como morir. «¿Cómo voy a encender la cocina?»
Quedo unos segundos en shock, en mi casa yo no la encendía, ya estaba encendida cuando iba a preparar algo. Busco con la mirada algo con que encenderla y solo veo un yesquero.
«Ahora sí morí. En mi vida había encendido la cocina con un yesquero ¿Y si me quemo? Que miedo, No.»
Busco por todos lados un trozo de papel que sea alargado para encender el yesquero, luego el papel y así con precaución encender la cocina, pero la cocina no encendió. Probé con las demás hornillas y nada. Ni modo, yo no sé revisar una cocina, que voy a saber si se acabó el gas o si está cerrada. «¡Ay Dios! Definitivamente, yo no pensé nada bien el venir para acá y de paso no se hacer nada más que arepitas».
Pensé en escribirle a mi None, pero ya estaba trabajando, me daba pena decirle que no había encendido la cocina. Respiré profundo, lo volví a intentar y nada.
Yo recuerdo que mi mamá levantaba la bombona y sabía si tenía o no. Hice lo mismo que mi mamá, pero no tenía la remota idea de lo que hacía. La bombona estaba pesada. Abrí y cerré la llave de pase para ver si encendía y nada. «Algo estoy haciendo mal, pero no sé qué es». Mi estómago rugía y rugía, me tomé un vaso de agua despacio y recordé las galletas de soda que traía en mi bolso. «Bueno, no me queda de otra. Gracias a Dios no me las comí todas en el camino».
Reviso mi bolso y me quedaban cinco paqueticos. Me comí dos y guardé los demás. Luego me siento en la cama sin saber que hacer. Veo la hora y son casi las doce del mediodía. Le escribo un mensaje de buen provecho a mi None y él me pregunta cómo he pasado el día.
Ni loca le iba a decir el altercado que tuve con la cocina. ¡Me da mucha pena! Es capaz de venir a preparar la comida y no quiero que lo regañen en el trabajo por mi culpa. Ya había salido antes de la hora el día anterior por mi gran idea de llegarle de sorpresa, así que, le dije que todo estaba bien para no preocuparlo.
Me vuelvo a acostar y me cubro con las sábanas de nuevo. Era pleno mediodía y todavía la casa permanecía fría. Dormí otro poco más y luego me levanto. Me dirijo a la cocina e intento encenderla nuevamente, pero lo hago en vano. ¡Dios, no puede ser que la cocina no me encienda! Es que no hay nada que pueda hacer sin ayuda de la cocina. Me vuelvo al cuarto frustrada y me siento en la cama. «Me da pena, mi None va a llegar y no le tengo hecho, pero ni un café, porque hasta para eso necesito de la cocina». Se me escapa un sonido de frustración acompañado del aire que conservaba en mis pulmones.
En vista de que no podía hacer mucho, me puse a lavar mi ropa interior y luego de eso me di un baño, me arreglé y mi estómago volvió a rugir. Decidí comerme las galletas antes de que llegara mi None y mi cuerpo traicionero me delatara de nuevo. Después de comer me senté a esperar a mi None como esos cachorritos que se paran frente a la puerta a esperar a su dueño. Me senté con las piernas cruzadas viendo hacia la puerta, pero me recosté un poco y en un descuido caí dormida de nuevo, profunda. Al cabo de un rato, despierto y lo veo en la entrada observándome dormir.
-¿None llegaste hace mucho?-pregunto y se me escapa un bostezo.
-No muñequita, llegue hace poquito, pero me quedé viéndote dormir-se me sienta a un lado.
-¿Y cómo te fue? ¿Todo bien?-insisto en saber.
-Si vale, todo bien. ¿Ya comiste, o me estabas esperando?-inquiere y me siento apenada a toda mi capacidad.
-Sorry None-bajo la mirada. -Yo intenté encender la cocina, pero no pude, yo no sé, intenté varias veces y no logré encenderla-confieso avergonzada.
-¿Y no comiste nada en todo el día?-pregunta sorprendido y preocupado
-No, yo comí unas galletas de soda que traje para el camino- respondo triplemente avergonzada.
-Mi muñequita eso no es comida-exclama.
«Debe pensar que no se hacer, pero nadita», pensé con tristeza
-Ven, vamos a ver qué pasó-dice y nos dirigimos a la cocina.
Cuando él hace a encenderla la muy descarada enciende con facilidad. Mi cara muestra un gesto de "¿Es en serio? Él la encendió como si nada. «Definitivamente, debo mejorar en esto»
-Está todo bien-responde. Mi cara de vergüenza no es normal.
-¡None a mí no me encendió!-exclamé con suma vergüenza. ¡Qué pena!
-Bueno, no importa. Vamos a ver qué hacemos- responde buscando algo para preparar en la nevera.
«Tan bello. No sé molesto porque no supe encender la cocina. Bendita sea tu paciencia Nonestito, pero aprenderé a cocinar ya verás. En algún momento he de prepararte algo rico».
Hicimos el almuerzo cena, bueno, él lo hizo, yo solo lo miré desde mi asiento. Comimos y al rato me dice para salir a la panadería. No pongo resistencia porque iré con él y medio conoceré un poco de San Pedro. Estaba algo nerviosa porque tenía primos viviendo cerca de la zona, pero rezaba para que no me vieran. Caminamos hasta la panadería y regresamos a la casa. Hacía mucho frío para pasear. Al llegar, él monta una ollita con agua para preparar el almuerzo del día siguiente y se va conmigo al cuarto.
Nos sentamos en la cama a conversar y de un momento a otro las cosas empezaron a calentarse. Sus labios se fueron sobre los míos y sus besos eran distintos, podía sentir en ellos la urgencia y el deseo de poseerme. Dentro de mí una batalla interna se libraba por dejarle hacer o detenerlo. Quería estar con él, pero me sentía tan falsa, tan presionada, tan confundida, tan mentirosa. No quería estar con él sin serle plenamente sincera antes. Intento hablarle y él solo quiere besarme y no quiero detenerlo, pero me veo obligada a hacerlo.
-Marcos... yo... No puedo-es lo único que sale de mi boca.
-¿No puedes o no quieres?-pregunta confundido
-No es que no quiera es que- «¿Cómo le digo que le he mentido todo este tiempo?»
-Sabes que puedes decirme cualquier cosa muñequita-me alienta y sé que es así. Solo temo perderlo al decirle toda la verdad. «No quiero perderlo, por nada del mundo quiero perderlo»
-¿Tiene que ver con Rafael?-inquiere y no puedo evitar ponerme pálida como un papel. -Cuéntame, ¿te siguió molestando?-insiste y me regala un gesto de comprensión que no hace más que estrujarme el pecho.
-No, no. Él no me molestó más-inspiró para darme valor y prosigo. -Es que... Yo no terminé con él cuando te dije- cierro los ojos esperando su reacción, pero él solo me hace varias preguntas.
-Ok, ¿Y cuándo terminaste con él?-su tono de voz en distante y neutral. Me costó responderle.
-Cuando regresé de Caracas- confesé. «Se supone que debía sentir alivio al decir esas palabras, pero no fue así».
-¿Terminaste con él dos semanas antes de que yo fuera a Falcón?-inquiere y su voz expresaba sorpresa, molestia e indignación.
-Si-admito. Me muero de la vergüenza, del dolor. En su voz hay reproche y me lo merezco. Es la primera vez que siento reproche en su voz.
-¿O sea que, si yo no te digo que voy, tú no terminas con él?-su pregunta me duele, pero lo entiendo.
-No. Yo ya había decidido terminarlo-me defiendo.
-¿Cuándo lo decidiste? ¿Cuándo te besé en casa de tu tío?-inquiere y hace una pausa en espera de mi respuesta, pero en su mente está encajando todo. -¿A eso viniste? ¿A verificar con quién te quedabas?-insiste. Sonaba muy molesto y tenía razón de estarlo, pero no podía dejar que pensara que para mí él no era importante. Se me acerca y se aleja en señal de frustración y yo no sé qué hacer. Solo siento que lo pierdo cada minuto que pasa.
-¡No! Marcos, por favor. Yo... no encontraba el momento para terminarlo-me escudé con los ojos enrojecidos y la respuesta sonaba tan estúpida.
-¿Y cuando iba a ser el momento correcto?- su mirada es insistente, pero le cuesta mirarme, se da la vuelta y vuelve su mirada hacia mí-¡Nunca es el momento correcto!-exclama frustrado y me da la espalda, yo solo quiero llorar. -Ahora entiendo, el porque te ponías nerviosa cuando te preguntaba cómo terminaron-. Por su gesto él quería golpear algo. Estaba muy contrariado.
-Marcos yo-. Estaba temblando de los nervios, del temor de perderlo. -Perdóname. Yo no podía estar contigo sin decírtelo. No era lo correcto. Yo no quiero que
-Necesito salir-me interrumpe sin más.
-¿A esta hora? ¿A dónde?-pregunto presa del pánico.
-No sé. Solo quiero salir-y me da la espalda.
-Ok. Lo veo salir de la casa y me siento sobre la cama con una angustia terrible. «Se fue. Siento que me muero. Dios mío, no quiero perderlo». Minutos después me levanto e intento ver por la ventana hacia donde se dirige, pero está oscuro y no veo nada.
Marcos
Necesito salir de la casa. Estoy full molesto y si me quedo un poco más siento que me desquitaré con ella y no quiero pelear con ella. De alguna forma yo presentía que no me estaba siendo sincera, pero le creí. Le creí cuando me dijo que había terminado con él.
«¡Que arrechera! ¿Pero por qué? ¿Por qué diablos me lo dijo ahora? Era mejor no saber.
¿Por qué ahora que está conmigo? ¿Por qué está aquí? ¿Qué quiere de mí?»
Tengo demasiadas preguntas en mi cabeza y por más que quiero la respuesta, solo pienso en que la dejé sola, con los ojos llenos de lágrimas y ni siquiera le pedí una explicación.
«¿Qué voy a hacer contigo Natalie? Me molesta arrechamente que me hayas mentido, porque yo nunca te mentí».
Natalie
−¡Maldita sea! ¿Por qué me tienen que dar estos arranques de sinceridad ahora?-exclamo molesta conmigo misma y se me escapan unas lágrimas.
«Porque lo amo muchísimo y si lo pierdo me muero» me respondo a mí misma. «Necesitaba serle sincera por lo menos ahora, estando de frente y si no quiere nada conmigo lo entenderé, pero al menos le dije todo. Me quedará la conciencia tranquila, el alma limpia y el corazón destruido si no quiere más nada conmigo, pero por lo menos habré hecho lo correcto, aunque sea una sola vez».
Camino de un lado a otro y de mi pensamiento no sale el hecho de que siento que lo pierdo, por mi culpa y por estúpida. Por no haber tenido los suficientes ovarios de haber terminado a Rafael cuando debí.
Mis ojos están llenos de lágrimas y solo quiero romper en llanto, pero la zozobra no me deja, la incertidumbre no me lo permite y además no quiero que me vea llorar. Lo escucho devolverse y entrar de nuevo a la habitación. Siento que mi corazón se detiene porque no me dice nada y no sé qué es peor, sí que no se haya ido o que esté aquí viéndome y no saber que pasa por su cabeza. Se me escapan unas lágrimas y esquivo su mirada, pero él se me acerca.
-No llores por favor-me ruega. Solo me quedo callada, si hablo voy a llorar a moco tendido y no quiero. -¿De verdad ya se acabó todo entre ustedes?-insiste en saber. Asiento con la cabeza y luego me doy valor para responderle.
-Si. Yo no lo amo Marcos. Él sabe todo, yo le dije todo, él sabe que es por ti que lo terminé y eso le da más rabia, pero no pude hacer más-. Tengo un nudo inmenso en la garganta. «Quiero decirle que lo amo demasiado para mí misma y más de lo quiero admitir, pero no me sale».
-Está bien. Voy a creerte y bueno, no me queda de otra que confiar en ti, pero no llores-confiesa.
Sus palabras me alegran y me duelen al mismo tiempo, aun así, me abraza. Mis lágrimas quedan prendidas a su camisa y yo solo me aferró a él, porque de verdad pensé que lo perdía, que perdía a mi None, pero no podía seguirle mintiendo quería hacer las cosas bien.
Marcos
«No llores muñequita, no puedo verte así». La rodeo con mis brazos, siento que lo necesita y ella me devuelve el abrazo con fuerza. Lo que importa es que lo terminaste por mí y estás aquí.
Natalie
-Huele a quemado-dice y quedamos en shock. -¡Mierda! ¡la olla!-exclama y sale corriendo a la cocina. Lo sigo y la olla que había montado se quemó toda y tuvo que apagarla. De alguna manera la tensión que había en el ambiente se aligeró cuando se quemó la olla. De verdad pensé que lo perdía. No sé qué hubiera sido de mí, sí me echaba de su vida. Estaba sola, sin dinero, escapada de casa y en otro estado, con todo y eso, era lo de menos, perderlo a él era mi fin. Hubiese sido triste ir hasta su casa y terminar por mi ataque de honestidad y no porque él me era infiel como pensaron todos. Cargar con esa culpa en mi alma hubiera sido terrible.
Nos dirigimos a la cocina y estuvimos intentando cocinar los dos. Esta vez ambos pendientes de todo para que no se quemará la olla de nuevo. Esperar doblemente por la comida nos tenía hambrientos a ambos. Yo solo tenía dos galletas de soda en el estómago y él no había almorzado. «Tremenda novia resulté, todo un buen partido».
La noche se arregló un poco con la anécdota de la olla quemada y esperamos abrazaditos la cena. Luego de cenar, caminamos juntos alrededor de la casa y a media noche nos acostamos a dormir. Esa noche nos acostamos como lo hacíamos de manera habitual, nada de dormir encuerados y abrazados. Para ser honesta, esperaba otra noche como la anterior, pero me conformé con sus abrazos ricos que no estaban nada mal, dormí plácidamente en sus brazos.
Al día siguiente, suena la alarma a las 5:30 am y lo veo levantarse como todos los días. Esta vez detallo cada cosa que hace. Lo veo levantarse, encender la luz, colocarse las cholas y tomar la toalla para ir al baño. Esperé que saliera del baño y continúo mirándolo, busca su ropa interior, se viste y me lo buceo sin descaro, porque él no está atento a mi mirada, luego escucho mi celular sonar. Contesto la llamada y son nuevamente mis papás. Insisten en llamarme para que despierte y vaya a la universidad, de nuevo finjo que acabo de despertar y les sigo la corriente. Al cortar la llamada, me levanto y veo a mi None arreglado y preparado para salir.
Otro día más que debo quedarme en casa y esperar a que llegue en la tarde. Paso gran parte del día acostada de nuevo con la diferencia de que la comida está lista está vez y solo debo calentarla, así que hago algo de limpieza y haciendo la cama. No puedo evitar sentirme como su esposa, arreglando la casa mientras él trabaja, la idea me emociona, pero no creo que sea de esas mujeres que se dedican al hogar. A media tarde me doy un baño para esperarlo ya bañada y cuando estoy hasta maquillada lo veo llegar.
-¡Hola muñequita! ¿Cómo estás?, ¿Cómo pasaste el día?-inquiere mientras me da un besito y suelta su bolso sobre el mueble.
-Hola None bien ¿y tú? Te extrañe mucho-admito y le doy una no muy buena noticia. -mañana debo irme None-le confieso
-Bien gracias a Dios. Y eso, ¿tan rápido?-expresa desconcertado.
-Es que solo tengo una semana para pasarla en la universidad, si mi familia va a Coro y ve que no estoy, se arma la grande.
-No te vayas, quédate un día más-me ruega.
-Debo irme None. Aunque bueno, no sé cómo me voy a ir, porque no tengo dinero-confieso y me siento la propia carga por no ser más pilas y haber planeado la visita con mayor antelación.
-Y yo no cobro todavía-agrega y me quedo en shock
-¡Mi familia me va a matar!-exclamo preocupada. Yo definitivamente no pensé esto nada bien.
-Déjame ver qué logró resolver, ¿Sip?−. De nuevo él estaba resolviendo mis problemas.
De verdad no quería meterlo en tantos problemas. No sabía que ir a Caracas no era así de fácil. Había que tener suficiente dinero para no ser una carga para el otro.
Ese día cenamos temprano, estuvimos lavando la ropa y los trastes. Luego de eso nos fuimos de nuevo al cuarto. Estábamos algo cansados. Estábamos conversando tranquilamente y de nuevo las cosas se intensificaron. Sus labios estaban sobre los míos, me besaba de una manera intensa y deseosa, mi piel se erizaba toda ante su contacto y no sé si era sólo por él o porque hacía frío. Solo sé que toda yo reaccioné ante su contacto, a sus caricias. De pronto él me besa el cuello y el recuerdo de otros besos se mezclan en mi memoria. Tengo flashes del cumpleaños de mi tío y veo a mi primo Juan en ellos. Él besa mi cuello y busca tocarme y acariciarme, pero mi cuerpo no le responde, estoy como muerta en sus brazos, veo y siento que me toca y no puedo hacer nada para resistirme, estoy demasiado dopada para reaccionar y defenderme.
-¡No! ¡No puedo!-grito sin pensar. Cuando vuelvo a la realidad, lo veo a él confundido y solo está a pocos centímetros de mí sin entender nada.
-¿Estás bien?-pregunta y por su gesto está tan sorprendido como yo.
-Sí, sí. Perdón-me disculpo y niego con la cabeza alejando ese maldito recuerdo de mi memoria. No sé cómo decirle. No recuerdo haberle contado que mi primo intentó abusar de mí y ese recuerdo llegó a mí en el momento menos oportuno.
-Muñequita, ¿Estás bien?-insiste.
Dentro de mí solo quería llorar, solo Dios sabe que, si quiero estar con él, pero tengo tantas cosas en la cabeza, que no puedo alejarlas de mí mente, así como si nada. Para no dejarlo con una mala impresión decido contarle lo sucedido. Él solo me escucha con atención, cuando le cuento todo solo se limita a abrazarme y me dice que me ayudará con ese inconveniente. Me aclara que las circunstancias no son las mismas y que él no es mi primo. Que, si algo sucederá entre nosotros, será porque ambos lo queremos y así lo deseamos. Sus palabras me reconfortan «¿Estás seguro que no eres un extraterrestre mi None?»
Para cambiar un poco la tensión del ambiente me propone darnos un baño y no sé qué responder a eso, ya me había bañado, pero pasamos un momento tan ácido hace poco que no quería rechazarlo ni que se sintiera de esa forma, así que accedí. Entramos juntos al baño y la pena es anormal. Él se desviste y no puedo mirarlo, no me atrevo. Solo lo veo entrar al baño y abrir la ducha, aprovecho para desvestirme y luego me hago la señal de la cruz y entró a la ducha con él. Era la primera vez que nos veíamos desnudos. Él me observa, pero no siento una mirada pervertida sobre mí, lo veo detallarme y devorarme con la mirada, pero se contiene, no quiere asustarme.
Me da espacio para meterme bajo la ducha y cambiamos de lugares. El agua está helada a morir, pero el calor que siento de solo tenerlo cerca y el contraste con el agua fría provoca una sensación de escalofrío que me recorre el cuerpo entero y me estremezco, se me escapa todo el aliento que contenía en mis pulmones y él se me acerca y me da un beso. Estamos bajo el agua en la ducha que nos recorre el cuerpo entero. Él hace a abrazarme y mi cuerpo no hace más que tensarse un poco porque no sé lo que planea, estoy excitada y asustada al mismo tiempo, pero no me atrevo a detenerlo.
Lo veo tomar el jabón de baño y posarlo sobre mi espalda, al parecer quiere ayudarme a darme un baño. Me enjabona la espalda con delicadeza y se detiene en la parte baja. Me acaricia la parte superior de mi trasero y le llama la atención un huesito que me sobresale. En casa siempre bromearon con eso, era como si me fuera a salir una pequeña colita y la final se arrepintió, pero eso no lo detiene, se posiciona frente a mí y comienza a enjabonar mis senos, luego baja hasta mi vientre y continúa bajando. Tengo toda la piel erizada por su contacto y sus suaves caricias. Mi corazón está al borde de un infarto, no sabe si latir fuerte o despacio, solo sé que late de forma inconstante y tengo tanto calor que ya no sé si estoy sonrojada o pálida porque esto no lo había vivido nunca antes.
Le quito el jabón e intento ayudarlo a bañarse, pero me pongo tan nerviosa que el jabón se me cae en varias ocasiones y él no hace más que sonreír de gusto porque nunca había estado tan nerviosa en mi vida. Luego se enjabona y me abraza por la espalda.
-Me encanta que estés aquí conmigo-y se mantiene así, abrazado a mí con el agua recorriendo nuestros cuerpos y no soy capaz de decir nada.
Luego de un rato ambos salimos de la ducha y nos vamos al cuarto a cambiarnos. Él está tranquilo y relajado, pero yo sigo estando nerviosa, ya me ha visto desnuda, aun así, sigo teniendo un pudor terrible y me cubro cada que puedo. Lo veo colocarse el bóxer y yo trato de vestirme lo más rápido posible, siento que él no puede más y yo, yo no sé cuánto tiempo más pueda evitar las ganas y el deseo que tengo de estar con él.
Está a unos pasos de mí y en vez de abrocharse el pantalón y colocarse la camisa solo me mira con ese gesto que me indica que no hace más que arder de deseo y se va sobre mí como un león al acecho. Despacio para no asustarme y sin quitarme la mirada de encima la posa en mis labios. Automáticamente mis labios se abren un poco ante la posibilidad de ser devorados por y él acorta toda la distancia que queda entre nosotros y me besa, al principio despacio y luego me devora con intensidad, me transmite todo el deseo que ha estado conteniendo todo este tiempo y sus besos me aceleran el pulso de manera automática, mi respiración se agita con brusquedad y siento que me quemo con su calor, que ardo con él y ya no puedo detenerlo, mi cuerpo también quiere y desea estar con él.
Desabrocha mi sostén y lo veo caer al suelo, me lleva caminando de retroceso a la cama mientras me vuelve a besar con intensidad haciéndome caer sobre ella, se quita el pantalón y se va sobre mí como en ese sueño de hace años atrás, intento detenerlo con mis manos, pero me las sujeta por encima de la cabeza y aunque confío en él temo por este encuentro tan sofocante y demasiado intenso para mí, es demasiado para mí, tengo tantos pensamientos en mi cabeza; deseo dejarme llevar por él y enloquecer, pero escucho las palabras de mis tías como disparos frenando mis más profundos deseos, veo la cara de mi primo intentando hacerme suya por la fuerza y me es imposible concentrarme en él y en mí.
De nuevo estos malditos oscuros pensamientos no me dejan en paz. Intento frenarlos con todas mis fuerzas y su voz me trae de nuevo a la realidad rescatándome de esos pensamientos.
-¿Te sientes bien?-inquiere
-Sí, es solo que tengo miedo−admito.
-No te preocupes, aquí estoy para ti-y me vuelve besar. Mientras lo hace cada pensamiento oscuro que pasa por mí mente se va desvaneciendo y vuelvo a sentir que solo somos él y yo.
Con cautela abre mis piernas con ayuda de las de él y se posa sobre mí de manera que su peso no caiga del todo sobre mi cuerpo. Al hacerlo puedo sentir su erección y como está ansioso de mí. Su boca baja a mis senos, los besa y los saborea como el más delicioso y delicado postre y me mira a los ojos, quiere descubrir a través de ellos si estoy disfrutando de su contacto, continúa besándome, va en dirección a mi zona sur y lo detengo, no estoy preparada para eso. Él entiende la señal y sus labios vuelven a los míos y me devora con avidez. Sus besos me enloquecen de una manera que mi vientre se contrae una y otra vez del deseo, se lubrica y prepara para él, para que me posea y me haga suya.
Se mueve despacio y su pene encuentra el camino hacia mi vagina sin complicaciones, la roza una y otra vez y presiona contra ella hasta que se abre paso. Mi cuerpo se estremece ante su intromisión, mi piel se eriza toda de pies a cabeza y mis piernas tiemblan bajo su cuerpo. Tiemblan de una manera incontrolable, se me escapan jadeos y sonidos guturales de mi boca al mismo tiempo que espasmos y contracciones de mi vientre, mi respiración se agita cada vez más, hace pequeñas embestidas hasta que mi vagina se amolda a él, en casi toda su extensión.
Siento placer y dolor al mismo tiempo, no es un dolor insoportable, puedo tolerarlo, la combinación entre sus besos, sus embestidas, mis piernas temblando bajo él y el placer que me brinda, sumado a los recuerdos de esos sueños tan extasiantes me mantienen en una burbuja donde solo escucho de fondo la letra de la canción "yo te amo" de Chayanne y el momento es surrealista. Todo el temor que sentía minutos atrás de vivir este encuentro se desvanece y ya no importa nada, no pienso en nada, no me perturba nada. Nuestros cuerpos se unieron en uno solo. Luego cae sobre mí y me abraza, acabamos de vivir un momento extremadamente fuera de este mundo. La conexión que tenemos es inexplicable.
Después de unos minutos reposando abrazados uno sobre el otro, nos dirigimos al baño para darnos una ducha y refrescar nuestros cuerpos que todavía arden de deseo, pero al recordar que debemos madrugar nos hace apaciguarlo y permitirnos descansar. Esa noche dormimos desnudos y abrazados en la misma posición, como los propios vampiros. Era nuestra última madrugada juntos y no quería que amaneciera. Quería detener el tiempo. «¿Por qué el tiempo pasa tan rápido cuando estamos juntos?» me pregunté muchas veces.
Nos levantamos antes de que sonara la alarma, nos cepillamos, arreglamos y comimos algo antes de salir. Mientras me arreglaba, mi None preparó el almuerzo para los dos. Me hizo una vianda de arroz con pollo y una arepa rellena con jamón y queso para el camino. Lo veo darme la comida para el camino y guardarla en mi bolso. Está tan preocupado por mi bienestar y mi estómago que no puedo evitar sentir mi corazón estrujarse de alegría y tristeza al mismo tiempo. «No serás un príncipe azul de cuento de hadas, pero como te le pareces mi None».
Antes de ir al terminal, debíamos pasar por un cajero porque él le pidió ayuda a su padrino para poder devolverme a Falcón, luego de eso, él me acompañaría al terminal y regresaría a casa. De verdad no quería regresar. No ahora que sentía que era más que feliz al lado del amor mi vida, así lo sentía. Él es mi todo, no necesito más para ser feliz porque cuando estoy con él lo soy, soy plenamente feliz. Estábamos en el cajero cuando me llama mi madrina y me alejé un poco de mi None para contestar.
-Buenos días mi niña, Dios te bendiga, ¿cómo amaneciste?−inquiere
-Bien madrina gracias a Dios. ¿Y allá cómo están?−le sigo la corriente
-Bien, tu abuela algo achacosa, pero todo bien. Te llamaba para avisarte que hoy voy a Coro. ¿Cómo a qué hora sales para irte a buscar?
-Qué bueno madrina-. «¡Mierda! ¿Y ahora qué hago?» -Eh, bueno, yo creo que como a las 2 o 4 de la tarde, todo dependerá de si la profe va o no, algunos profes no fueron está semana.
-Ah ok. Perfecto, yo tengo unas diligencias que hacer, entonces nos vemos como a esa hora en la residencia.
-Está bien madrina, te aviso. Hasta el ratico.
«¡Ay por Dios! ¿Y ahora qué hago? ¡Ni siquiera he salido de los Teques!» Mi rostro reflejaba pánico.
Mi None me mira desde el cajero y sus ojos escrutan los míos, sale rápidamente a encontrarme.
-¿Mi muñequita todo bien? ¿Quién te llamó?-inquiere algo preocupado
-Llamó mi madrina. Va en camino a Coro a buscarme−confieso.
-¡Mierda!-expresa contrariado.
Continuará
Hola chicos. Espero estén bien. Perdón por la demora, pero estos días no han sido del todo fáciles para mí. Cómo dicen por allí, la vida sigue y el mundo no se detiene. En fin, espero les guste el capítulo y lo disfruten. ¡Hasta la próxima! Un besito
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top