Capítulo 33 Tenemos que hablar

Estaba inmensamente feliz de ver a mis padres con vida. No era una persona muy demostrativa de afecto, pero los quería un mundo.

Solo con Marcos me dejaba llevar, era dulce y detallista, con él las demostraciones de afecto simplemente se daban, incluso estando con Rafael me costaba tomarlo de la mano, me incomodaba. No estaba acostumbrada a tales demostraciones de afecto.

Ahora que volvía atrás en mis recuerdos, me era inevitable comparar ambas relaciones, con Marcos todo fluía, la cercanía, los abrazos, los besos, de solo recordarlo me estremecía.

«¡Piensa en otra cosa Natie!» me reprendía a mí misma.

Cuando volví a la realidad, mis papás ya se estaban despidiendo de tía Mercedes. Literalmente solo fueron a Coro a buscarnos. Mi papá odiaba la Ciudad de Coro, el calor insesante y los embotellamientos de las calles a pleno sol. Así que, le gustaba ir por diligencias puntuales y de regreso a casa. Me despedí cariñosamente de mi tía y a mi prima no la quise molestar de nuevo.

De camino a casa, solo escuchábamos canciones mientras mi madrina comentaba algunas anécdotas del viaje. Yo rezaba interiormente para que Marcos no saliera a relucir.

Afortunadamente mi madrina no dijo nada y mi hermana tampoco, no porque no quisieran sino, porque no tuvieron oportunidad. Al estar como a  treinta minutos de casa vimos que había congestionamiento en la vía y mi papá nos comentó a que se debía.

−Olvidé decirles. Cuando veníamos de camino vimos un accidente. Un auto se llevó por delante un burro− al escucharlo mi sangre se heló y sentí un ligero escalofrío recorrer mí espalda.

−Ay sí. Se veían horribles− agregó mi mamá. −La pareja estaba toda bañada en sangre. La muchacha como que no traía el cinturón y salió por el vidrio delantero −podía ver por el espejo retrovisor como fruncía el ceño al recordar las imágenes del accidente.

−¡Dios mío! Esta vía es tan peligrosa. De seguro venían volados− expresó mi madrina lamentando el hecho desafortunado.

Mi hermana y yo nos quedamos en shock, ella por ver como quedó el auto y yo porque no podía creer que hubiera evitado el accidente de mis padres, pero no pude evitar que otro accidente ocurriera. Un sentimiento de culpa me invadía.

«¿Acaso era mi culpa no haber dicho algo, pude haber hecho más?»

De pronto mi madrina nos interrumpió

−No vean eso, mis niñas! − desviamos la mirada, pero, aunque no estaban los cuerpos de la pareja, se veía el estado en el que había quedado el burro y el auto, dejaba mucho a la imaginación.

Mi cuerpo instintivamente tomó el celular y le envié un mensaje a Marcos comentándole lo sucedido. No tenía buena cobertura, pero era seguro que el mensaje llegaría en algún momento.

Por alguna razón siempre le comentaba todo a mi alrededor, o bueno la mayoría de las cosas.

En ese instante recordé que al llegar debía enfrentarme a Rafael y darle fin definitivamente a esa extraña relación que teníamos, estaba totalmente segura que no me quería casar y menos con alguien a quién no amaba y por Rafa solo sentía cariño.

En medio de mi pequeña reflexión amorosa llegamos a la casa y detrás de nosotros llegó tía Desiré, la alcaldesa del Pueblo. Había ido a Punto fijo de compras y llegó con diversos cuñetes de pintura para arreglar la casa para Navidad, yo estaba tan cansada que la medio saludé y me fui a mi habitación.

Solté mis maletas y busqué mi cargador inmediatamente, pues mi teléfono estaba dando sus últimos avisos para que lo cargara antes de apagarse.

Aproveché que todos estaban con ella y me dí un buen baño. Al salir, Merly me comentó que habían llegado unos chicos de otros países para una especie de capacitación, entre ellos había médicos, secretarias, instructores y otros.

Honestamente no le dí importancia porque no pensé que fuera para tanto, además mi mente tenía otras preocupaciones, pero mi hermana estaba emocionada. Se adentró a mi habitación con euforia y excitación.

Entre los chicos que habían llegado estaba uno buenísimo. Justo como a ella le gustaban. Fue una de las pocas veces que Merly y yo hablamos. Ella describía al chico como un joven alto, musculoso, cabello rubio, de ojos hermosos, con buen gusto para vestirse y un trasero de infarto.

La verdad es que la descripción era para ir corriendo a verlo, pero yo estaba feliz con mi Nonestito y no quería meterme en más rollos, pero verla a ella tan emocionada por alguien me llenó de alegría, de esa forma podría entender cómo me sentía con Marcos.

La motivé a salir de mi habitación para que pudiera compartir con él chico a ver qué tal y me hizo caso. Ella fue muy discreta porque era compañero de trabajo de mi tía, así que tampoco podría hacer mucho y menos con la corte suprema encima.

Pero para nuestra suerte mi tía necesitaría ayuda para ubicar a todo el personal y nosotras la ayudaríamos. Yo acepté inmediatamente, pero cada que tuviera la oportunidad me negaría a asistir para que mi hermana tuviera el protagonismo. Esa era mi forma de ayudarla. Además, debía hablar con Rafa y eso no me tenía de buen humor.

«¡Mis nervios estaban de puntas! ¿Qué podía decirle? ¿la verdad? Eso sería muy cruel. Quería terminarlo no marcarlo de por vida. No podía entender porqué era tan corazón de pollo y pensaba siempre en los sentimientos de todo el mundo antes que en los míos».

Intentaba enfocarme en algo, pero mi cerebro trabajaba de manera mecánica, desayunaba porque debía comer no porque quisiera, estaba como en modo automático. Mi mente viajaba a Caracas y regresaba de golpe.

Estaba sumergida en tanta preocupación que por momentos me quedaba como Beans, la lagartija de Rango, viendo al vacío como una estatua. De pronto escuché una voz familiar que me sacó de mi transe y unos brazos me rodearon en un abrazo cálido y reconfortante.

−¡Michiiiii! Ni creas que me iré sin que hablemos− anunció con picardía reflejando que quería saber, pero era todo, todo con lujo de detalles.

−Michiiiii, ¿Cómo estás?− pregunté respondiendo a su abrazo. −Está bien, vayamos a mi habitación.

Nos dirigimos a mi habitación y ella se sentó sobre mi cama con las piernas cruzadas y expectante.

−Cuéntamelo todo− demandó y sus ojos brillaban de emoción.

Ella estaba más emocionada que yo. Sonreí para mí y le conté todo con lujo de detalles. Ella entre cada momento impactante gritaba de excitación.

¡No lo puedo creer amiga! ¡Qué emoción!

Y cada qe gritaba le hacía señas para que bajara la voz porque si no todos se iban a dar cuenta, pero ella sólo quería que continuara. Cuando finalmente le conté todo, me abrazó con fuerza

−Michi, jamás pensé que Marcos y tú fuesen a tener un amor tan bonito y que se reencontrarán después de tanto tiempo −confesó y yo solo podía sonreír asintiendo y suspirando de alegría. −Me encanta que tengan esas emociones, ese sentimiento y esas ganas de volver a verse. Yo también quiero que me pase algo así ─refutó haciendo pucheros por no tener ningún loquito que trastornará sus días. −Pero me alegro mucho por ti amiga, de verdad que sí, cuentas con todo mi apoyo para que se vean− sentenció ante la posibilidad de que fuese él, el que viniera a Falcón.

«Mentiría si digo que sus palabras no me reconfortaron y me hicieron sentir bien. Ella más que nadie conocía nuestra historia desde el inicio, pero estaba Rafael».

Ella notó mi cara de desconcierto y me interrumpió.

−¿Por qué estas así? Deberías estar feliz− cuestionó y notó como mi rostro se contrajo

−Michi, no he terminado con Rafael y ahora más que nunca necesito hacerlo porque de verdad esta situación de estar con dos chicos me va a volver loca. Me la paso diciendo mentiras a cada rato para no lastimar a uno o al otro. Incluso digo mentiras en mi casa y eso me hace sentir mal todo el tiempo. Vivo diciendo una mentira y esa mentira necesita otra para hacer cubierta y así muchas mentiras más. Mi vida no es más que una gran confusión. Ya no sé qué es verdad − expresé con total frustración.

−Michi, no olvides que debes hacer yoga y meditar, eso te liberará de estrés, no puedes darle especio a tu mente para todas esas complicaciones. Con razón tenías esa carita cuando llegué.

−Es que me molesta, la única que causó esta situación desde el principio fui yo. Me siento culpable −confesé.

«En efecto era mi culpa, gracias a mis mentiras estaba en esa situación y ahora debía darle fin no sólo porque yo me sentía mal, sino porque sentía que estaba jugando con ellos y esa no era mi intención. Esa nunca fue mi intención. Es que ya en este punto ni siquiera sé por qué demonios me dí una oportunidad con Rafael, ni siquiera sé cómo todo eso avanzó tanto. Merly leyó mis pensamientos y me interrumpió de nuevo».

−Michi, no te culpes. Es cierto que estar en esta situación es tu responsabilidad, pero no es tu culpa amiga. Nadie elige de quien se enamora, o sea, tú en ese momento estabas confundida y es entendible. Natie, esta es una edad en donde se cometen errores y está bien, somos humanos, está bien que nos equivoquemos─ declaró con sabiduría. ─Tienes razón, debes ser responsable y hablar con Rafa. Él es un buen chico también y bueno, aunque no me cae muy bien no se merece que crea algo que no es y se ilusione más contigo.

−Lo sé Mery. Yo más que nadie lo sé. Rafael es un chico tan bonito, tan perfecto a su manera y yo, pero yo no siento lo mismo que él. Yo lo intenté, tú más que nadie sabes que lo intenté, intenté darme una oportunidad con él y no pude.

Ella me tomó de la mano y yo proseguí, tenía tantas cosas atrapadas entre pecho y espalda que necesitaba desahogarme.

−Marcos de alguna manera se me tatuó en el alma y él es otra cosa. Lo que yo siento con Marcos no lo he sentido con nadie y honestamente nadie, pero nadie me hace sentir así. O sea, yo no me enamoré de Marcos por su físico, ni por lo que tiene o lo que no tiene, ni por lo que sabe o lo que desconoce, me enamoré de su alma, me enamoré de su voz. Me enamoré de sus detalles, que aunque no podía tocarlos, pude sentirlos, eso fue lo que me enamoró de él. Su sinceridad, lo poco que le importa lo que digan los demás, su libertad, su independencia, sobre todo él que me escuché y no me critique ni me juzgue. Él de verdad me escucha y recuerda lo que le digo, le importa, le importo− confesé

−Michi, no me lo tienes que decir, solo con verte sé que te desvives por él− Sonrió en complicidad y me arrancó una sonrisa.

Mi amiga definitivamente sabía cómo levantarme el ánimo.

Hablamos un poco más y pasamos el resto de la mañana juntas, almorzó en mi casa y luego de reposar, bailamos en la sala hasta que llegó su papá y quedamos de reunirnos de nuevo para una pijamada, necesitábamos un momento solo entre chicas.

Después de eso me fuí a dar una ducha y con la mente más clara le envié un mensaje a Rafa.

Natalie
Rafa espero estés bien. Ya estoy en casa. Pasa cuando puedas, tenemos que hablar.
5:49 pm

«Realmente ningún mensaje que contuviera esa frase "tenemos que hablar" significaba nada bueno, por eso mismo la coloqué en el mensaje. Rafa era un chico muy bueno, lindo y todo lo demás, pero muy dejado, si no se le llamaba la atención perdía enfoque. Así que creé un mensaje con toda la intención de llamar su atención. Si con eso no reaccionaba, me doy por vencida. No sé cómo llegarle a este hombre».

Me fui a bailar un poco más para mantener mi mente a raya, no sin antes avisarle a mí None, para que no se preocupara por si me escribía y no le respondía de inmediato.

Escuchaba a mi merenguero dominicano favorito, Eddy Herrera con Sandy, una canción que sentía era perfecta para este triángulo amoroso de los mil demonios, titulada "No sabe de amor", la canción era tan pegajosa que la bailaba gozándomela y cantaba el coro cada tanto.

"...Porque yo ya no lo amo,
ay el amor,
lo encontré a tu lado,
además no sabe nada,
nada de amor,
en el corazón no manda,
además no sabe nada,
nada de amor,
le iría mejor si calla y no habla...
Ay... Dale pa' ya..."

Estaba sumergida en la canción cuando de pronto ví la pantalla de mi celular encendido y corrí a ver quién era. Era un mensaje de Rafa.

Nunca me respondió tan rápido en todo este tiempo, como ese día. Abrí el mensaje y mi mandíbula se desencajó al ver su respuesta.

Rafael
Hola corazón, que bueno. Dale, a lo que me desocupe paso.
6:20 pm.

−¿Es enserio, Rafael Eduardo? ¿Cuándo puedas?... A la verg─ expresé molesta

−Buenas tardes− interrumpió una voz masculina antes de que terminara de soltar la palabrota y me dí la vuelta para ver quién se trataba. -Disculpa, ¿La Alcaldesa se encuentra?- interrumpió de nuevo.

Mi gesto debió lucir contrariado, pero, al ver que no era alguien conocido, sonreí un poco.

−Buenas tardes, perdón. Ya verifico. ¿Quién le digo que la solicita?− pregunté de forma educada. Mientras me reprendía mentalmente a mí misma.

«Natie, tu rabia concéntrala en la persona correcta».

−El asistente social de Puerto Rico, Luis Ángel Ramos− respondió y su rostro se mostraba sereno, pero por alguna razón sentía como que me miró con intensidad.

«Él tipo me estaba buceando».

−Ya le digo− concluí con un gesto amable, pero serio y fuí en búsqueda de mí tía. Busqué directamente en el despacho y allí estaba ella, metida en un cerro de papeles que debía leer y firmar.

El día no le alcanzaba para terminar con sus funciones, gran parte del trabajo se lo llevaba a casa. Le comenté que estaba él fulano Luis Angel Ramos esperando por ella y me indicó como tratarlo. Me dirigí de regreso al recibo y lo invité a pasar.

−Pase adelante, en un rato lo atiende. Le ofrezco algo de tomar, ¿agua, algún café?− inquirí cómo si fuese la asistente de mí tía. En ocasiones la ayudaba y por eso tenía cierta experiencia con el público.

−Muchas gracias. Un café estaría bien, con dos de azúcar, si no es mucho pedir− comentó mientras ví como se acomodó en el recibo. No era allí donde lo pensaba recibir mí tía, pero cuando se lo iba a decir me interrumpió

−Me puedo sentar acá, ¿Cierto? Es que vengo algo acalorado

−No hay problema− sonreí educadamente.

Me dí la vuelta y fuí a preparar el café con dos de azúcar como especificó. Se lo serví y debí quedarme con él para no dejarlo solo mientras mí tía salía del despacho.

−Muchas gracias− respondió y buscó hacer conversación. −Disculpe la intromisión, pero, ¿Usted es?− preguntó con curiosidad mientras se llevaba la taza de café a sus labios

−Perdón por no presentarme− me disculpé. −Soy Natalie Martínez, sobrina de la alcaldesa−. Pude notar cierta sorpresa en su rostro.

−Ah, la hermana mayor de Merly−. Sonrió y me ofreció su mano para estrecharla −mucho gusto.

−Si, esa misma. Mucho gusto Señor Luis Angel Ramos− sentencié marcando distancia.

«Ya sabía por dónde venía».

−No me diga Señor, me hace sentir viejo y aunque soy mayor, no creo que sea tanta la diferencia de edades. Podemos tutearnos, si no le molesta.

La verdad no se veía tan mayor y tenía lógica por lo que no me pareció descabellado.

−Tienes razón. ¿Qué tal el café?... Es la primera vez que hago uno− pregunté con cierta duda

−Está bueno. El mejor que he probado hasta ahora− comentó dándole otro sorbo al oscuro líquido.

−Qué bueno. Me alegro.

La verdad es que no era buena para conversar en momentos incómodos y menos con un desconocido, especialmente con uno que de paso me escuchó maldecir. Quién sabe qué impresión le dí.

−¿Y dime, tu tía te envío a distraerme mientras se desocupa?− interrumpió y me sacó una sonrisa, en efecto estaba allí para entretenerlo.

−Si. Eso hizo, pero está bien. Siempre la ayudamos− confesé

−Perdona, la verdad no quería incomodar− disculpó nuevamente. −Para ser sincero, en la casa donde estamos hay un problema con las tuberías y no tenemos agua. Venía más que todo por eso, a ver si tu tía nos ayuda.

−¡Qué horror! Déjame y le pregunto si se pueden asear acá y luego ven lo del plomero porque ya es tarde, no creo que consigan a alguien que arregle el problema.

−Te agradezco Natalie− me devolvió una sonrisa en agradecimiento

−Ya vuelvo−. Me levanté en busca de mi tía, le comenté la situación y los invitó a todos para asearse en la casa y a preparar su cena. Yo quería seguir bailando, pero con tanta gente en la casa era imposible y además me daba vergüenza.

Al caer la noche sonó el teléfono y corrí al teléfono a hablar con mi None como de costumbre. Luego de confesarle que todavía no había tenido intimidad con nadie, nuestras conversaciones se hicieron un poco más picantes.

Me instruyó sobre los temas que no conocía, como la masturbación femenina, lo que debía sentir según su experiencia y dónde comenzar. Definitivamente Marcos era un experto en el tema. No podía evitar sonrojarme al escucharlo y excitarme al mismo tiempo.

Me dió ejemplos como el besote que nos dimos en el probador y al describir la escena de verdad estaba reviviendo esas emociones, cuándo terminamos de hablar estaba toda excitada y aunque temía a lo desconocido esa noche me arriesgué y me exploré por primera vez.

Fué impresionante como el cuerpo sabía lo que quería y lo que necesitaba cuándo uno se daba la oportunidad de sentir.

Salí del baño totalmente relajada, sumergida en una burbuja de tranquilidad y paz interior, y con una sonrisa en los labios. Me acosté en mi cama y dormí como bebé recién nacido.

A la mañana siguiente recibí una llamada y respondí el celular sin ver la pantalla, estaba todavía dormida cuando contesté.

−Aló− saludé con los ojos cerrados.

−¿Muñequita estás bien?− respondió mi None sorprendido por el sonido ronco de mi voz

−Muñequito, ¡Que ricoooo! Bien ¿Y tú?- pregunté en automático

−¿Qué rico que mi muñequita?− preguntó desencajado

−Que rico lo de anoche, dormí como un bebé− contesté y se me escapó un bostezo

−¿Y qué hicimos anoche muñequita?− preguntó sin comprender −¿Estás tomando?

−¿Qué?− sus preguntas me trajeron a la realidad y verifiqué quién me llamaba -None, ¿Cómo estás?− pregunté

−A vaina papá─ lo escuché reírse. ─¿Estás dormida todavía?- interrogó y siguió riéndose

−Perdón- me disculpé y se me escapó otro bostezo. −Anoche me acosté tarde y caí como costal de papas

−¿Y que hicimos anoche? ¿Soñaste conmigo?− preguntó intrigado y con suma picardía

−¿No... nosotros?− balbuceé −Hablamos por teléfono y− luego entré en razón y tal vez dije algo que no debía. −¿Por qué? ¿Hablé dormida? ¿Qué dije?− pregunté y se me hizo un nudo en la garganta

−Me contestaste dormida−lo escuché reírse −¿Qué hiciste anoche? Cuéntame− inquirió curioso

−¿Yo? Nada Me bañé y luego me acosté− balbuceé un poco. Estaba súper nerviosa, No sabía que le había dicho

−No seas mentirosa, si me lo dijiste dormida− sentenció.

«Pooooor Diooooos Saaaanto. ¡No puede ser. Se lo dije!» −Inspiré profundo para darme valor y continué −Bueno, sí. Lo hice anoche− admití. ─Es que estábamos hablando de eso y cuando terminamos de hablar yo... yo, estaba sofocada y pensé, ¿Por qué no?

−¿Y lo hiciste sin mí?− preguntó casi dolido

−None... Perdón− hice un pequeño puchero como si pudiera verme.

«No sabía que debía decirle»

−No vale, no seas bobita. Te estoy fastidiando. Entonces, te gustó?− interrogó y volvió al tema inicial analizando mis respuestas

−Sí, estuvo bien− declaré apenada

−¿Todavía me tienes pena? Dormida me dijiste "None que ricoooo lo de anoche"─ comentó en un intento por imitarme. ─Me caes mejor cuando hablas dormida− confesó

−¿En serio te dije eso?- inquirí sorprendida

«pero ¡¡¡qué descarada mi conciencia!!!»

−Sipirili. Y que, ¿me imaginabas a mí?- insistió intrigado

−A vaina papá, como dices tú- los nervios me estaban haciendo reír como loca

−Cuéntame. ¿Con quién más hablarías de estas cosas sino es con tu Nonestito?

¡Touche!, buen punto.

−Está bien None. Tienes razón −tomé una bocanada de aire para darme valor y le conté. −Si, pensé en ti cuando lo hice. Recordé nuestros besos en el probador y Dios mío, si no nos hubieran interrumpido, pasaba de todo allí mismo, sentí todo eso de lo que me hablaste y fue demasiado genial −confesé con toda sinceridad

−¡QUE RICOOOO!!!− gritó en el auricular y me sacó una sonrisa. −Me encanta que hayas podido disfrutar del momento y sobre todo imaginarme en el proceso.

−Creo que a mí me encantó más− declaré sin descaro alguno por haberme dado placer. −Gracias mi None, por ayudarme con eso.

−De nada mi muñequita siempre que pueda allí estaré. Usted llámeme nada más que yo resuelvo.

−Ok, te llamaré─ respondí entre risas

−Eso sí, nada de acostumbrarte a hacerlo solita porque después cuando tengas verdadera intimidad, entonces no será igual.

−¿Y a las cuántas se puede decir que uno se acostumbra?- inquirí con picardía en espera de su respuesta

−Muñequita dale con calma. ¿Cuántas veces lo hiciste anoche?─ preguntó curioso

−Creo que no podré responder a eso mi None. Lo que si te puedo decir es que dormí como bebé

─Está bien muñequita, me confirmaré con eso, por ahora.

Al cabo de unos minutos nos despedimos, él debía ir a trabajar y yo, debía ayudar a mi familia a pintar la casa para montar las decoraciones Navideñas.

Tomé un pequeño desayuno y me cambié de ropa, me coloqué un short de jean desgastado, una franelilla ajustada y recogí mi cabello, finalmente agarré mi brocha.

Yo me encargaba de pintar del frente y los demás del resto de la casa. Coloqué el equipo de sonido a buen volumen e inserté un CD con las canciones más jocosas y alegres para estar más animada.

Me dirigí al frente de la casa bailando merengue. Me encantaba bailar mientras hacía mis deberes, se hacían menos pesados.

Ya pasadas las cuatro de la tarde coloqué un rato una estación de radio, escuchaba un reggaetón de fondo y estaba tan sumergida en mi trabajo y en la canción que hice una pausa y comencé con el perreo hasta abajo gozándome el momento cuando de pronto alguien me interrumpió.

Pensé que estaba sola y en medio del susto que me generó lo manché con la brocha llena de pintura. Al ver el error que había cometido, me disculpé inmediatamente.

−¡Perdón Luis Angel! Fue sin querer.

Automáticamente me llevé las manos a la boca, realmente no sabía qué hacer y su gesto no me tranquilizaba. Me miró a los ojos y giró su rostro de un lado a otro, en señal de desaprobación.

−¡Perdón!−me excusé de nuevo. −Pasa por favor, para lavar la camisa antes de que se le adhiera la pintura−.

Él accedió y lo invité a pasar al baño para que se cambiará, le pasé una camisa de mi hermano mientras lavaba la suya y esperaba que se secara.

−Natalie no te preocupes si no sale la pintura, igual fue un accidente, no lo hiciste a propósito −comentó a través de la puerta.

−Igual. Se ve que es nueva y te la dañé, de verdad disculpa.

Salió del baño con la camisa de mi hermano y me pasó la de él. Al verlo creo que palidecí un poco. La franela le quedaba bien ajustada, enmarcaba su torso bien definido, sus bíceps, sus pectorales, creo que llegué a ver sus abdominales.

−Ya vuelvo −comenté y salí corriendo al lavandero.

«Señor si esto es una prueba, por favor no me la pongas tan difícil».

Él me siguió hasta el lavandero manteniendo una distancia prudencial

−Natalie, dejando de lado este incidente, quiero hacerte una pregunta y perdona si sueno entrometido, pero, ¿Todo bien con tu novio?− arqueé una ceja de espaldas a él, porque estaba restregando su camisa.

«¿Y esto a que se debe?, me pregunté a mí misma».

−¿Con mi novio?−pregunté intrigada por no saber a qué se refería

−El día que nos conocimos, estabas insultando a alguien por teléfono, asumí que era tu novio - confesó.

«Qué pena, o sea que si me escuchó».

−Es complicado −me dí la vuelta para responderle. −Y él no es mi novio. Bueno, sí, pero, ya no lo será─confesé

−Me quedo clarísimo −respondió con una sonrisa burlona en sus labios

−Es que... No puedo hablar de eso aquí. ¿Me explico? −le hice señas con los ojos en dirección a mi familia y por su gesto creo que me entendió.

−Ok. Luego hablamos de eso. ¿Y tú hermana?−preguntó cambiando de tema

−Ella está en casa de sus amigas. La invitaron a una pijamada.

−Que bien. Bueno, ya que no está tu hermana, te comentaré a ti. Tú tía nos comentó que podíamos pedirles ayuda si necesitábamos salir a algún lugar y mis compañeros quieren ir a Coro a conocer un poco de la zona, ¿Me ayudarías con eso? -inquirió en espera de mi respuesta

−Sí, claro. ¿Cuándo sería?- pregunté por los detalles

−No sé, de preferencia un fin de semana, que estés libre y ellos también.

−Ok, me avisan. ¿Tienes mi número? Así me avisan en la noche y no es necesario que vengan hasta aquí

−Yo no tengo celular, pero si me lo anotas se los hago llegar.

−¿Y eso que no tienes celular?−pregunté intrigada.

«Actualmente todo el mundo tenía un celular y el que no, quería uno, aunque no fuese el más nuevo para mantenerse comunicado».

−No me gusta que me tengan vigilado, ni que me estén llamando para molestar. A veces en el momento menos indicado siempre suena un celular, ¿Lo has notado? -inquirió

−No lo había visto de esa manera, pero, sí, tienes razón−enjuagué su camisa y la tendí para que se secara.

−¿Y tu hermano no se molestará porque me prestaste su camisa?−preguntó

−No creo. Lo que creo es que la estiraste un poco, pero, fingiré demencia si pregunta.

Trataba de no mirarlo, porque el chico era hermoso. ¿Para qué negarlo?
«¡Piensa en algo feo!»

−Vamos afuera ─invité. ─Creo que dejé todo tirado cuando te manché la camisa- declaré para evitar que los colores se me subieran a la cara.

−Ok, me regalas un vaso de agua.

−Si, ya te lo paso.

Le estaba sirviendo el agua cuándo sonó el teléfono local y sabía que era mi Nonestito, corrí al teléfono, tomé la llamada y luego le llevé el vaso a Luis Angel, y le hice señas para que me disculpara

¡Hola mis amores! ¡Ajá! El papá de los helados llamó en el momento menos indicado como dijo el papacito. ¿Habrá sentido algo sobre nuestro nuevo amigo?

No olvides darle amor a la historia (VCC)

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Y como dice la Dra Polo

"¡Sea cortes, edúquese lo más que pueda, ande con cuidado y Que Dios nos ampare!"

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