Capítulo 27 La universidad

Está canción tiene sus añitos, pero al escucharla súpe que sería perfecta para el capítulo. Espero les guste.

Iba de camino a la universidad con mi madrina en su auto, pero estaba super aburrida, el camino era sumamente largo y también la universidad quedaba retirada de la ciudad. Santo Dios. Solo imaginarme que iba y venía a diario, perdiendo casi 3 horas de mí vida solo montada en el bus era una locura. No me gustaba nada la idea. En caso contrario, debía quedarme en la ciudad sola y tampoco estaba preparada para eso, por lo menos no en una ciudad que no quería y mucho menos sin amigos.

Además, me criaron de manera que no hago nada propiamente, en el colegio llegaba a casa y todo estaba listo, en ocasiones no lavaba los trastes, mi ropa la lavaba en lavadora, solo la tendía para que se secara y al llegar ya estaba doblada. Cuando ayudaba a mí mamá en la cocina, no hacía gran cosa, picaba vegetales y removía alguna que otra cosa. El solo pensar que me tocaría defenderme sola de ya para ya, fue estresante.

Todavía debía esperar dos semanas para comenzar el curso introductorio y no podía dejar tirada a Mery, no quería, realmente estaba asustada. En la noche cuando hablé con Marcos y le comenté como me estaba sintiendo y me aconsejó que fuese paciente y que todo saldría bien. Que no me preocupara por eso todavía y que él confiaba en mí, sus palabras aquietaron mi cabeza, fueron como anestesia para mis nervios.

Mi familia, por otro lado, comenzó a preguntar muchísimo por Rafa, cosa que me puso nerviosa, pero yo seguí firme.

De esa forma transcurrieron los días, semanas y meses, vi pasar el mes de septiembre, octubre y parte de noviembre sin saber gran cosa de él, lo único que supe fue que haría verano para adelantar materias y yo como siempre era su última opción. Su último todo, tipo normal.

Mi familia llegó a pensar que ya habíamos terminado, solo a mí me costaba terminarlo y no sabía bien por qué, además, estaban bastante disgustados conmigo porque hablaba seguido con Marcos.

Me molestaba enormemente su actitud, yo no le hacía daño a nadie, no me había drogado, no era como las demás chicas, aun así, querían controlar todo en mí vida, mis amigos, mi carrera, mí tiempo, y podía ceder en muchas cosas, pero con Marcos no iba a ceder.

Ya casi no conversaba con ellos, ¿Y con qué ganas? Si siempre me juzgaban, me criticaban y solo hablaban de lo costoso que era el recibo del teléfono, pero yo no llamaba a Marcos, él me llamaba a mí. Decían lo que fuera con tal de tener la razón o hacerlo ver ante los demás, yo solo quería que me dejarán en paz de una vez por todas. Solo él y yo éramos todo lo que necesitábamos para estar bien.

Dos semanas más tarde, recibí noticias de la universidad, debía ir a la sede para inscribirme formalmente y estaba nerviosísima.

Llegué aproximadamente a las diez de la mañana y me fue bastante difícil llegar a la sede que debía. Aunado a eso, quedé seleccionada para una carrera que no quería, ni tenía la mínima idea, Ingeniería Pesquera.

Allí si es verdad que no sabría más nunca de Marcos, aparte de no estudiar lo que quería terminaría mí vida metida de cabeza en el mar.

La imagen de mí futuro se estaba formando en mí cabeza, me veía sentada en una pequeña lancha, con cerveza en mano esperando pescar algún jugoso pez.

«Bueno, ahora que lo pensé detenidamente, no sonaba tan mal», pero por muy interesante que se viera no iba a hacer eso, automáticamente hice el papeleo para cambiarme de carrera y no perder el cupo.

Solicité cambio para la carrera que más se acercaba a mis gustos, Educación mención inglés. Realmente no creía que fuese una persona paciente como para dar clases en otro idioma a niños o adolescentes y ni hablar de adultos. No me veía dando clases y tener todas esas miradas sobre mi todo el tiempo, siendo responsable del conocimiento que reciben, de lo que yo les enseñaría, pero bueno, debía ser alguien en la vida y, sobre todo, taparles la boca a mis padres de alguna forma y si estudiando Educación lo lograré, entonces, así será.

«Puedo hacer dos carreras, una para ellos y la otra para mí, algo que de verdad me guste».

Y con ese pensamiento, me encaminé a mi futuro.

Entregué mis papeles y me indicaron que debía iniciar el curso inductivo ahora mismo. Es decir, ese mismo día, a las 2 de la tarde y era justo medio día.

Ese día auguraba ser de locos!!! Pregunté cómo llegar a la universidad y me indicaron que el bus pasaba cerca de esa oficina y decidí esperar para tomar el bus e ir directamente a la universidad. Al bajar del bus llegué directo al cafetín, necesitaba comer y luego me dirigí al núcleo de Educación.

Los chicos eran bastante diversos, había chicos con barba y cabello largos, otros estaban colgando de los árboles como monos, otros parecían ser de otro mundo, caminaban como si no tocaran el suelo, detestaba a las chicas con aire arrogante, las chicas que estudiaban deportes se veían super horribles, usaban licras transparentes que dejaban ver todo, y ni siquiera tenían cuerpos agradables a vista.

¿Cómo los dejan venir a clases así?... Pregunté mentalmente y me auto respondí; Cierto, en la universidad no se usa uniforme, podías vestir como quisieras.

Había chicos fumando, otros se veían nerds, nada que ver con la universidad donde estudiaba Rafa. Era como la tercera vez que iba a esa universidad y todavía no me acostumbraba a ese caos.

Había ido durante las vacaciones y no había nadie, eso me sirvió para no llegar literalmente como la nueva, llegar así sería catastrófico porque decían que bautizaban a los nuevos con lo que fuera, por ejemplo, los bañaban con pintura, con pis, los encerraban en el baño, entre otros, una opción peor que la anterior, de eso no había dudas.

Lo mejor era mostrarme lo más confiada y segura posible.

Al ser las dos de la tarde ya me encontraba frente al aula donde darían el curso y se me acercó un chico, moreno, de buen cuerpo, ojos achinados y cabello liso. No estaba nada mal, se sentó a mi lado y me buscó conversación. Pude notar que era un chico muy agradable, fue muy amable al acercarse, su nombre era Ray.

Era de esos chicos que les gustaba hablar de todo, muy atento, considerado y con el toque justo de diversión, muy carismático. Ese fue mi primer pensamiento.

Gracias a su acercamiento mi día fue relajado y ameno. Desde entonces se convirtió en mi amigo, me presentó a otros chicos y así mi círculo universitario se comenzaba a ampliar, intercambiamos números de teléfono y cuadramos vernos durante las demás clases.

Obviamente al preguntarme si tenía novio mi rostro se iluminaba, Marcos llenaba todo mi espacio, mi universo. Les conté sobre él y nuestro amor tan particular.

Desde que comencé el curso Marcos me escribía todos los días, durante las clases y hasta mientras iba al baño cuando las clases eran muy intensas, me hacía reír muchísimo con sus ocurrencias. El curso duró aproximadamente dos semanas y estás pasaron tan rápido que sentí que ni las disfruté.

Para la fecha que estaba finalizando hacían baile de tambores y automáticamente recordé a mi Nonestito y nuestro primer, eufórico e incómodo baile y lo llamé, quería escucharlo.

Luego de ese momento especial tomé mis cosas y me fui a casa. Cuando llegué mi madrina me sorprendió con las llaves de una residencia, ese fue mi regalo, una habitación en una residencia para mí solita y así iniciar la universidad formalmente.

Es decir, en enero del siguiente año comenzaría clases y viviría sola. Honestamente ya la idea no me aterraba, tenía amigos y me gustó un poco más la cuidad de Coro, tenía su encanto.

Una semana más tarde, a finales de noviembre mi familia se volvió completamente loca con una marcha que haría el gobierno en Caracas, entre ellos mi madrina, cosa que no era propio de ella, porque no le gustaban esas manifestaciones, pero lo vió como una oportunidad de ir a Caracas a comprar los estrenos de diciembre.

Los simpatizantes del gobierno podían ir a la capital en buses de la zona sin pagar el transporte, de eso se encargaba el gobierno. Para mi sorpresa, mi madrina quería llevarnos a mis hermanos y a mí.

Cuando lo supe, ¡Me quería morir de la dicha! sobre todo si iba Alex, pero lastimosamente ella no podía, debía trabajar y por más que pidió permiso no se lo pudieron dar, su compañera estaba de permiso por luna de miel. ¿No se podía casar la semana siguiente? ¡Que antojosa!

Al enterarme mi corazón no solo bailó de alegría, sino que casi gritó dentro de mi pecho, estaba revolucionado dentro de mí, latía como un loco desquiciado.

Cuando mi None llamó estaba tan contenta y ansiosa, pero no le dije nada, me aguanté, juro por Dios que esa noche estaba eléctrica, sin embargo, tenía más ganas de sorprenderlo y también quería estar bien segura de si realmente iríamos.

Lo primero que hice fue estudiarme el metro de Caracas, sus combinaciones y las líneas, tenía la dirección de mis familiares y la dirección de Marcos, las contrastaba y ya sabía qué hacer, o al menos tenía la idea. Estaba tan feliz que mis hombros bailaban frente al computador mientras imaginaba la posibilidad de volver a ver a mi loquito.

Luego de una semana, mi madrina nos dijo "preparen sus maletas. ¡Nos vamos a Caracas!". Realmente no podía ser más feliz.

Me arreglé el cabello, busqué la ropa que mejor me quedaba y por nada del mundo podía dejar mi maquillaje.

Esa noche mi Nonestito llamó a la casa y no estaba. Había olvidado llamarlo, para avisarle que no estaría, pero automáticamente me llamó al celular.

Él sabía todo de mí y obviamente se preocupó cuando le dijeron que no estaba, no sabía si me estaban negando o si había sucedido alguna otra cosa, como muchas veces ocurría.

Al contestarle de inmediato preguntó cómo estaba y si estaba bien. Lo noté tan preocupado que no pude aguantar más, tuve que decirle.

−Nonestito, esta todo bien, te tengo una sorpresa. En una hora salgo para Caracas- le solté sin más con una sonrisa en el rostro

−¿En serio?- preguntó dubitativo. -No juegues con eso Cosita Rica

−Es verdad- aseguré. Él no podía creerlo. −Mañana hay una concentración en Caracas y aprovechamos de ir con ellos. Estaremos llegando a las 6 de la mañana− comenté con la sonrisa más grande, más blanca y hermosa que podía, como si él me estuviese viendo.

−Es genial. ¡No lo puedo creer! ¿A dónde llegarás?, ¿Con quién vienes?, ¿Cuántos días te quedarás? ¡Ya quiero verte!- respondió emocionado a través del teléfono

−¡Y yo! ¡Por fin!, después de tanto tiempo volveremos a vernos− inevitablemente se me escapó un suspiro de emoción

−¿A dónde llegarás? ¿Sabes?- una vez más tuve que mentirle con todo el dolor de mi alma, pero lo conocía demasiado bien y sabía que si le decía era capaz de llegar hasta la casa de mi tío y no era la idea

−Realmente no, pero no te preocupes. Igual no podemos vernos mientras esté con mi madrina. Ella sabe que en mi casa no te soportan, si se entera que te avisé, ¡me mata!-. Eso si no era mentira.

−¡Mi muñequita yo te quiero ver!- se quejó como niño chiquito. −¿Cómo me pides que no te vea al llegar? ¡yo a esa hora puedo llegar donde sea que estés!- estaba tan emocionado e ilusionado como yo.

Dios mío, ¿Cómo hago para no morirme ahora mismo?

−Lo sé. Ese no es el problema, yo también quiero verte, el problema está en que debo pensar bien qué haré para que podamos vernos. Además, tampoco sé a dónde voy a llegar, ¿Cómo te aviso?- inquirí

−Ok mi muñequita, tienes razón, pero por favor, a lo que llegues házmelo saber. Esta noche no podré dormir. ¡Na'guara!

Estaba tan emocionado que podía escucharlo agitado por el teléfono, hablando eufórico. Luego meditó sus palabras y me soltó casi en forma de advertencia

−Si es broma de verdad me voy a molestar− sentenció

−No es broma Nonestito- sonreí una vez más al sentirlo tan ilusionado como yo. −¿Qué quieres que haga? ¿Te mando una foto para que veas que ya estoy montada en el bus? ¿Ah?- inquirí en espera de su respuesta e igual podría enviársela porque ya me había tomado varias.

−No, tampoco así. Aunque sí. ¡Ya quiero verte! ¡Te quiero muchísimo!− exclamó emocionado y me sentí rebosante de alegría

−¡Estás muy loco de pana!

−¡Tú me pones así! ¡Loco, Desquiciado!- declaró

−Eres un loquito hermoso

−Y tú eres mi muñequita preciosa

−Bueno, te dejo. Por aquí ya están próximos a salir así. Te aviso cualquier cosa, ¿vale?...

No quería cortar la llamada, pero no podía alertar a mi madrina.

−Claro que sí. Estaré pendiente del celular. Por favor no dejes de escribirme- me rogó

−No lo haré, te quiero muchísimo Nonestito

−Yo te quiero mucho más mi muñequita

Al colgar la llamada me quedé mirando una de sus tantas fotos guardadas en mi celular. Estaba perdidamente enamorada de ese loquito que me hacía reír como loca delante del celular. Teníamos casi tres años hablando por teléfono, enamorados de nuestras almas y estábamos a nada de volver a vernos.

No estaré totalmente tranquila hasta que lo vea.

¡Dios mío! ¡No lo puedo creer! ¡Volveremos a vernos! ¡Volveremos a vernos! Gritaba eufórica en mi mente.

Esa noche no pude cenar como de costumbre, estaba súper nerviosa, las manos las tenía heladas, me comí las uñas también y aproximadamente a las diez y media de la noche salimos rumbo a Caracas. Realmente no podía dejar de mirar la carretera, cada peaje que avanzaba lo sentía más cerca de Marcos, mi None, no pude dormir tampoco.

«¿Cómo podría dormir si estaba por ver al amor de mi vida en cuestión de horas?

¡En menos de 24 horas!»

Santo Dios. ¡Se verán de nuevo! ¡Estoy emocionada!

¿Cómo harán para verse? ¿Será realmente amor? ¿Natie le dirá la verdad a Marcos sobre Rafa? ¿Se encontrarán a Rafa en el camino?

Todo puede pasar 😬 ¡Que nervios!

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