Capítulo 17 Intentémoslo

Era fin de semana y algunos parientes fueron de visita a casa de mi abuela, primos, tíos y primitos más pequeños, todos se reunieron y al final terminaron haciendo una parrillada familiar, con cervezas y todo en el patio. De un momento a otro, comencé a sentirme algo incómoda y me senté en un mueble del recibo viendo hacia afuera y en cuestión de segundos tuve una premonición.

Me sumergí en una especie de túnel y vi como una de mis primitas era atacada por el perro de mi abuela mientras intentaba salir de la casa y todos corrieron hacia ella. De pronto el toque de una mano pequeña en mi brazo me sacó de la premonición, como quien me arrastra a la realidad.

Al voltear mi mirada vi justamente esa primita, me preguntó algo, le respondí y luego noté que traía puesta la misma ropa que tenía en mi premonición. Cuando caí en cuenta que era tal cual mi visión, me levanté del mueble en su dirección, pero ya era tarde, en cuestión de segundos mi visión se materializó y cuando llegué a ella ya todos la rodeaban intentando calmarla. No pude evitar sorprenderme.

¡Yo pude haberlo evitado!

No podía creer lo que estaba viendo, era la misma mano, la misma ropa, el perro, todo sucedió igual a mi visión. Un escalofrío de terror se apoderó de mi cuerpo. Honestamente no creía que lo que había visto era una premonición y mucho menos que se hubiera hecho realidad en cuestión de segundos. No me dió chance de evitarlo, todo pasó tan rápido. El sentimiento de culpa me estaba corrompiendo el alma así que ayudé a mi primita lo más que pude. Era mi culpa no haberla ayudado, pero no creía lo que había sucedido, hasta llegué a pensar que era un sueño. Estuve con ella lo que restó de día hasta que se fueron.

Al verlos partir corrí a mi habitación y me senté a buscar información en la compu. No era la primera vez que me pasaba algo así, pero todavía no creía que tuviera ese don. Además, no era todo el tiempo. Investigué todo lo que pude hasta que me quedé dormida.

Al día siguiente me despertó el sonido de mi estruendosa alarma. Había olvidado que era el primer día de clases. Lo estuve deseando todas las vacaciones y justo cuando comenzaron las clases no me quería levantar.

Me arrastré al baño, pero luego recordé que ya no estaría en las mañanas en la casa, así que me animé y corrí a bañarme, me arreglé rápidamente, me maquillé y me asomé en la cocina para desayunar, pero ¿A quién engaño?, no tenía nada de apetito. Simulé que tomé algo y corrí a la salida. Estaba dichosa. ¡Por fin de vuelta al colegio!

Tenía tantas expectativas sobre el primer día, iba caminando con mi mente llena de todo tipo de pensamientos y de pronto comencé a sentir el ambiente pesado. Sentía que mientras más rápido intentaba caminar lo hacía más lento y entré en trance.

Todo a mi alrededor desapareció, no me podía mover, estaba rodeada de una neblina espesa, en un intento por reconocer algo de lo que estaba viendo, logré escuchar una voz que reconocí a lo lejos y gritaba mi nombre.

¡Natie! ¡Natie!─.

Me llamaba con suma preocupación por el tono de voz. Intenté escuchar atentamente y era una voz familiar. Era la voz de Eduardo, mi amor platónico del preescolar. Me aferré a esa imagen de él que vino a mi pensamiento y de pronto la insistente bocina de un auto me sacó del trance en el que estaba y en fracción de segundos todo aquello desapareció.

Estaba en medio de la calle, había detenido el tráfico y un señor sumamente molesto me gritó

─¡Fíjate por donde caminas!

Me sentí avergonzada y retrocedí hacia la acera para darle paso a los autos al mismo tiempo que pestañaba varias veces tratando de asimilar lo sucedido. Miré nuevamente a mi alrededor, estaba cerca del colegio y continué mi camino.

Al llegar a la entrada ví a Eduardo sentado en un banco y me dirigí hacia él

─Hola Eduardo, ¿Me estabas llamando?─ inquirí a lo que él respondió algo confundido

─Hola Natie, no, no, ¿Por qué?

─Por nada. No te preocupes.

De nuevo me estaban pasando cosas extrañas.
¿Por qué me pasa esto a mí? No entendía estos poderes o este don. A lo lejos ví a Mery acercarse y de la nada unas manos me cubrieron los ojos.

─¿Quién será?─ bromeé ─Será, ¿mi amiga la maracucha?─ y escuché a Mery responder

─No, no es Angie. Es un chico─ aclaró

─¿Un chico?... A ver... ─ moví mis manos para tocar a la persona que me causaba cada vez más intriga y en efecto eran las manos de un chico, es más, eran manos que me eran familiares. ─Es Rafa─ respondí sonriendo y él se colocó frente a mí

─¿Y cómo es que me conoces por las manos?─ preguntó divertido

─Porque soy muy detallista─ respondí con una sonrisa en los labios

─Bueno, yo voy a ver si consigo asientos en el salón, te espero allá─ respondió Mery alejándose con mi mochila

─Menos mal se fue─ respondió Rafa. Así podemos hablar en privado

Literalmente sentí la necesidad de tomar un trago de alcohol. Necesitaría coraje para poder hablar con Rafa sin que los nervios me traicionaran.

─Ok, ¿Nos sentamos por la biblioteca?─ respondí intentando sonar calmada.

─Sí, es un buen lugar.

Nos sentamos en una esquinita alejada de la recepción de la biblioteca y comenzamos a hablar de nosotros. Ciertamente le gustaba y le sorprendió mucho que lo hubiese llamado. Estaba igual o más nervioso que yo, pero moría por saber si yo estaba dispuesta a darme una segunda oportunidad con él.

Yo también quería intentarlo bien esta vez, pero necesitaba que tuviera algunas cosas en claro. No estaba dispuesta a ceder en varios temas, eso no estaba en discusión y si no estaba de acuerdo, entonces tristemente no sucedería nada entre nosotros.

─Si quiero Rafa ─afirmé meditando muy bien mis palabras. ─pero tú sabes cómo son en mi casa─ sentencié. ─No podré estar contigo en reuniones familiares, tal vez no podamos vernos en vacaciones, solo aquí en el colegio y lo más importante no voy a tener relaciones sexuales contigo, no porque no quiera, imagino que en algún punto querré, pero no mientras no sea mayor de edad, no sucederá nada. Quiero hacerlo cuando yo pueda tomar mis propias decisiones y esté segura de que puedo hacerme responsable si algo ocurre─ puntualicé.

─Ok, entiendo─ me miraba expectante y aproveché que estaba atento y continué

─Eso sí, no me engañaré pensando que tú opinas igual, eres hombre y sé que tienes necesidades que yo no voy a satisfacer, lo único que te pido es que me lo digas, prefiero saberlo de ti y no enterarme por otra persona.

Estaba sorprendido por mis palabras, creo que hasta lo dejé sin habla y proseguí.

─Yo siempre seré cómo seas conmigo, no perdono las mentiras y créeme, aunque no me lo digas, me voy a enterar.

Esperé su reacción luego de todo lo que le dije hasta que rompió el silencio.

─Está bien, aunque eso sonó más como una amenaza ─ sonrió. ─De verdad quiero que nos demos otra oportunidad, solo quiero saber, ¿Qué pasó la otra vez?preguntó intrigado

Tragué grueso ante su pequeña y sorpresiva interrogante. No podía decirle la verdadera razón por la que lo terminé. Y aunque estaba por decirle la verdad, preferí no decirle lo de Marcos. Recordé las palabras de Marcos cuando dijo que al tener novio no le gustaría nuestra amistad y preferí callar.

─Rafa, espero que no te burles de mí ─bajé mi mirada. ─Yo... no sabía besar y me dió mucha pena decirte eso aseguré, la vergüenza me estaba enrojeciendo de pies a cabeza, podía sentirlo.

─¡Con razón!─ respondió aliviado

─¿Con razón qué?─ inquirí. Quería saber de qué se había dado cuenta que yo no

─¡Con razón el beso fue horrible! ¡El peor beso de toda mi vida!─ confesó. Pude notar como se relajaba, realmente estaba igual de tenso que yo.

─¡Si! ¡Fue horrible!─ ambos nos reímos de ese bochornoso recuerdo. ─Solo te pido que me tengas paciencia, el primer beso me genera mucho estrés y ansiedad, vayamos con calma, ¿sí?

─Claro que sí Natie, tú me gustas muchísimo. Esa vez me dejaste fuera de base. No entendía nada─ confesó

Lo sé, discúlpame. No supe cómo reaccionar, estaba muy nerviosa ─le hablé con el corazón y sentí que había recuperado parte de nuestra complicidad

─No te preocupes, solo habla conmigo─ su gesto más que demostrar su afecto me demostró comprensión.

Hablamos un poco más, debíamos ponerlos al corriente de toda la distancia que había surgido entre nosotros y como era de esperarse, él no dejó pasar más tiempo y nos hicimos novios.

Aprovechamos para desayunar juntos y compartir un poquito más antes de irse a la universidad. Ese día tomamos nuestro primer desayuno juntos, esta vez como debía ser, sin ansiedades ni confusiones en el medio. Fue un bonito nuevo comienzo.

De ahora en más, no nos veríamos como antes por lo que atesoramos cada segundo juntos y desde ese 17 de septiembre comenzó por segunda vez nuestro noviazgo.

¿Se puede ser más feliz que cuando el chico que te gusta siente lo mismo por ti?

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