Capítulo 15 Aquí Morí
No fui lo suficientemente rápida como para entrar a la cocina y salir con la comida.
─¿No vas a comer en la mesa?─ preguntó mi papá
─Es que estoy hablando con Alex papá y me está esperando en el cuarto─ agregué
¡Diosito que me deje ir! Te lo pido. Rezaré todos los días, ¡por favor, por favor! Rogué al cielo, pero de esa nadie me salvaba.
─Hablemos Natalie, hace tiempo que no hablamos─ insistió
─¿De qué quieres hablar papá?─ pregunté con temor a su respuesta.
Puedes con esto nena, batéala lejos del campo, un hit.
─De cualquier cosa ─ respondió.
Ok, esa fue fácil.
─¿Cómo te fue en el trabajo?─ pregunté esquivando la bola curva
─Bien, pero no quiero hablar de eso. Hablemos de ti ─ insistió
Strike one. De verdad quería hablar, era muy insistente.
─Ok. Ya estoy de vacaciones─ agregué.
Ni loca le digo que hoy es mi cumpleaños.
Realmente no sabía hablar con mi papá, nunca antes lo habíamos hecho. Era una sensación rara, sentía que no terminaría bien.
─Hablemos afuera─ soltó sin más.
Strike two. Eso me preocupaba más de lo que esperaba. Significaba que estaría sola con él. Le rogué con los ojos a mi mamá en señal de auxilio.
─¿Guillermo por qué no comes primero y luego hablan? Anda Natie, ve al cuarto con Alex─ ordenó mi mamá. Cuando me disponía a levantarme, mi papá alzó la voz en tono de molestia mientras dió un golpe seco a la mesa
─¡Solo quiero hablar con ella! ¿Algún problema?─ gritó refiriéndose a mi mamá. Strike three. Estaba totalmente pérdida.
─No, no es eso, pero no ha comido, déjala que coma─ insistió mi mamá, pero él estaba insistente. Así que tapé mi comida.
─Hablemos afuera─ sentenció.
Me sentía como las vacas cuando van camino al matadero. Eso me pasa por pensar que las cosas estaban bien.
Estaba tan nerviosa, mi papá no era un hombre de hablar, solo hablaba cuando tomaba y de su boca no salía nada bueno, solo nos hacía llorar y le teníamos miedo. Por lo menos si uno estaba tomado tenía un poquito de coraje y lo retaba, pero ese no era el caso. Ojalá hubiera estado con Marcos celebrando mi cumpleaños. Temblaba de pies a cabeza, los nervios me estaban consumiendo.
─Yo quiero saber de ti. ¿Qué haces en tus ratos libres? ¿Qué te gusta? Háblame, quiero que hablemos─ fueron las palabras de mi papá que me sacaron de mis pensamientos devolviéndome a la realidad
─Yo... solo escucho música... y bailo con Alex papá... no hago más nada. Muy poco salgo... mis amigos llegan aquí a la casa─ balbuceé
─¿Y quiénes eran esos chicos que vinieron hoy?─ interrumpió
─Uno es el novio de Jackie la hijastra de mi tío Víctor y él de la moto es un compañero del colegio, solo me trajo un regalo de cumpleaños ─.
Sentí mucho temor ya que nada de lo que le decía era suficiente, era como sí quisiera escuchar algo específico.
─¿Y ese es tu novio?─ interrogó de nuevo
─No papá... yo no tengo novio─ respondí en seco.
─¿Y con quién hablas todas las noches entonces?─ insistió.
Podía sentir que se estaba molestando cada vez más
─Papá él es solo un amigo─ agregué
─¡YO NO SOY NINGÚN PENDEJO NATALIE!!!─ gritó ─¡ALGUNO DE ELLOS TIENE QUE SER TU NOVIO!─
Cada vez se alteraba más.
─Yo no entiendo porque te visitan tantos hombres ¿Es que vendes cigarros?, ¿bebes? ¿o te drogas?─ preguntó exasperado
─¡No papá! ¿Por qué dices eso?─ ¿Qué le pasa?... Pensé no entendía porque estaba así
─¿Eres una puta, entonces? ¿Es eso? ─
Su pregunta me sorprendió, ¿Eso era lo que pensaba de mí?... Mi mamá lo interrumpió es seco.
─ ¡¡GUILLERMO!! ¿QUÉ DIABLOS TE PASA?─ gritó interrumpiéndolo una vez más. Estaba molesta, mi papá se había pasado de la raya.
Yo solo rompí en llanto, mis ojos se habían desbordado por alguna razón y no podía dejar de llorar.
Mi papá el hombre que me había dado la vida pensaba lo peor de mí, no confiaba en mí y yo era de las estudiantes más estúpidas del colegio, no tenía ni novio, nunca tuve la idea de drogarme, eso nunca pasó por mi mente. Yo era una adolescente sana, de mi casa, no salía para ninguna parte sola. Mi único pecado había sido repetir wl primer año. Ese había sido mi peor error, haber repetido.
No podía creer que mi papá pensará así de mí, su desconfianza me carcomía el alma ¿Qué hice para qué me maltratará así?...
Y el único bonito recuerdo que tenía de él en mi niñez se desvanecía de a poco. Aquel hombre amoroso que una vez me sostuvo en brazos y me sonreía haciéndome sentir la niña de sus ojos, hoy me estaba dando la puñalada más profunda y certera en el medio del pecho.
Aquel hombre que una vez prometió protegerme de cualquier hombre que me hiciera daño, no cumplió su promesa y se convirtió en el hombre que más daño le causó a mi alma.
De tanto dolor me retorcí en el suelo, sentía como si me hubieran clavado mil puñaladas en el pecho, mi papá el día de mi cumpleaños me destrozó en pedazos. Hubiera preferido que me hubiese matado golpes, porque un golpe con los días se borraría, pero sus palabras hacían eco en mi cabeza, iban y venían como un bumerán.
¿Bebes? ¿Te drogas? ¿Eres una puta, es eso?
¿Bebes? ¿Te drogas? ¿Eres una puta, es eso?
¿Bebes? ¿Te drogas? ¿Eres una puta, es eso?
Escuchaba de fondo a mis papás discutiendo, pero mi dolor era más grande, mi tristeza no me permitía escuchar o ver más allá. Luego llegaron mis tías, mi madrina, todos se acercaron a nosotros y me sacaron de allí. Me llevaron a una habitación y me abrazaron con fuerza, secaron mis lágrimas, pero seguían saliendo. Yo seguía en shock, solo lloraba y lloraba y escuchaba esas malditas palabras repitiéndose en mi cabeza una y otra vez ¿Bebes? ¿Te drogas? ¿Eres una puta, es eso?...
Mi madrina se quedó conmigo y me abrazó toda la noche, lloró conmigo. Había momentos en los que me calmaba, perocada tanto rompía en llanto de nuevo, solo ella me consoló.
─Mami no lo dijo en serio, tú sabes que cuando toma dice muchas cosas que no siente, tú sabes cómo es. ¡Mami mírame!─ rogó. ─¡Mírame a mí, tú no eres nada de eso! y lo sabes. Él solo tiene miedo de perderte. Estás creciendo y no sabe cómo ser un papá─ defendió.
Ella estaba casi igual de rota que yo y mi mamá ni siquiera estuvo allí para mí.
─Sus palabras me duelen. Yo no soy nada de eso─ me defendí rabiosa, dolida. ─¿Cómo pudo pensar si quiera que yo soy así? Él me vio crecer ¡Me crío!─ refuté ─¿Cómo pudo dudar así de mí?, ¿Cómo fue capaz de preguntarme eso? ¡Él no me quiere! ¡No me quiere!─ grité. ─ Mi abuelo jamás me habría tratado así. Mi abuelo era mi papá─ respondí llena de dolor, sollozando y con lágrimas en los ojos.
Esa noche se me hizo larga, por no decir eterna.
Lloré toda la noche. Lloré porque mi alma estaba rota. Lloré porque mi cuerpo no podía hacer otra cosa más que llorar. Cada cierto tiempo mi mente reproducía a las palabras hirientes de mi papá y volvía a llorar de nuevo. Lloré hasta que amaneció. Fue allí cuando mis ojos empezaron a cerrarse, como a las once de la mañana hasta que escuché de nuevo la voz de mi papá.
Automáticamente mis ojos se llenaron nuevamente de lágrimas, no podía parar de llorar. Escuché murmuraciones detrás de la puerta y luego de unos segundos mi papá entró a la habitación y se acercó a mí. Todos estaban expectantes a su reacción; se arrodilló a la cama en la que estaba clavada y me pidió disculpas. Se escudó diciendo que no recordaba nada de lo sucedido y que lo perdonará, que todo había sido producto del alcohol.
Dentro de mí sus disculpas sonaron tan vagas, tan vacías. Entendí que se disculpaba por obligación, por quedar bien con los demás, no porque de verdad hubiese entendido lo que me dolieron sus palabras, lo rota y destrozada que me había dejado. Él solo quería que me levantara de la cama y lo perdonara como si nada.
Antes de salir preguntó ─¿Estamos bien?─ y asentí con la cabeza, de nada valía que lo cuestionara. Después de eso, lo vi salir de la habitación rumbo a la cocina.
«¿Cómo podía perdonarlo? ¿Estaba obligada a perdonarlo porque era mi papá? Nunca lo perdonaría. Esa noche él había dejado de ser mi papá. En mí cabeza la imagen de un padre era mi abuelo, un hombre amoroso, protector, comprensivo y atento. Guillermo, ese hombre al que le decía papá se convirtió en un hermano mayor, ese que nunca llegó a madurar y no sabía ser padre. Desde ese día, la palabra "papá" perdió sentido para mí, no representaba al hombre que me dió la vida, sino que era un apodo que se le daba a alguien conocido».
Después de eso solo quería dormir, estaba tan cansada de tanto llorar y descompensada por no haber comido en la noche anterior que mis ojos se cerraron solos. Dormí casi todo el día.
Me costó reponerme después de eso, estuve varios días en cama y comiendo poco. No hablé con Marcos desde entonces, estaba muy triste y deprimida como para levantarme, pero Alex sabía que solo él me ayudaría a recuperarme más rápido, así que cuando él llamo, hablaron a mis espaldas.
Mi hermana le dió a Marcos mi número de teléfono y me escribió directamente. Luego de unos días, Marcos llamó e insistió tanto que me convenció de levantarme, bueno me obligó a levantarme, a hacer mis tres comidas y a estar mejor. Él me ayudó a recuperarme, sacándome sonrisas con sus ocurrencias, me dijo que reuniría dinero para regresar a Falcón a buscarme, poder sacarme de esa casa y llevarme con él.
Ese loquito al que todos en mi casa odiaban por alegrarme la vida, me devolvió las ganas de salir adelante, las ganas de vivir. Él me salvó la vida ese día.
Creo que hasta tuve un sueño con él. Lo sentía tan cerca, soñé que estaba en mi habitación, sentado en algún lugar y me miraba mientras dormía. Al sentir su mirada, desperté y lo observé desde lejos, me sente en la cama y le hablé
─Me salvaste, gracias ─ su gesto se volvió triste o decepcionado, pero no de mí, era como si se sintiese frustrado por no poder hacer más por mí.
Pobrecita Natie 😫😭😭
¿Qué opinan de su papá, lo que hizo estuvo bien?
¿Tendrán Natie y Marcos la oportunidad de tener algo?
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