Alexander Blumer


Los rayos del sol se colaba por la ventana, entre las cortinas se filtraban la luz que insidiosa logro que despertara la joven que dormía plácidamente sobre la cama envuelta en sabanas de seda de un blanco impoluto.

Todavía adormecida estiro sus brazos, aun bostezando se tallo los ojos para desperezarse. Entonces cayó en cuenta que no estaba en su cama y se enderezo sobresaltada, sin comprender como habia ido a parar a ese lugar desconocido.

Su corazón golpeaba con fuerza, asustada observaba a su alrededor, temiendo incluso moverse. Se encontraba en una enorme habitación, decorada de manera femenina. La cama sobre la cual se estaba era de una madera oscura de fino tallado con doseles, que estaban arreglados con finas cortinas de rosa pálido.

En la mesa a un lado de la cama estaba una charola con lo que debía ser el desayuno, jugo, tostadas con mantequilla y mermelada y un tazón con fruta. Se obligo a calmarse y controlando su respiración, ignorando el rugido de su estomago por la falta de comida. Hizo que su mente comenzara a trabajar en los últimos acontecimientos.

Recordaba que estaba haciendo el desayuno, cuando llamaron a la puerta y fue a abrir... pero después de eso su mente estaba en blanco, no recordaba nada después de eso. Se levanto por completo de la cama evaluando su situación. Había sido secuestrada, eso era lo lógico, ¿Pero por quien? ¿Con que fin? ¿Por qué en ese lugar?

Se inspecciono a si misma, no encontró señales de daño, llevaba aun la pijama con la que se habia levantado para hacer el desayuno y la bata que llevaba estaba a los pies de la cama, se la coloco sobre los hombros. No llevaba su varita, pero parecía estar bien, no la lastimaron, el único problema era que no sabía por qué estaba en ese lugar.

Intento abrir la puerta, incluso las ventanas, pero todas estaban aseguradas. La única puerta a la que podía acceder era a la que daba al cuarto de baño. Después de intentarlo todo y de agotar sus opciones se sentó frustrada de nuevo en la orilla de la cama.

El desayuno aun se mantenía en la mesa y lo veía con deseo, después de pensarlo un momento se dispuso a comerlo, pensando en que si le hubieran querido causar daño a esas alturas ya lo hubieran hecho, asi que era poco probable que la comida estuviera envenenada. Cuando termino el desayuno, sintiéndose satisfecha puso de nuevo a su cerebro a trabajar.

Observo por la ventana, buscando cualquier detalle que le diera un indicio de su ubicación, pero no tuvo mucha suerte, estaba en el segundo piso de lo que debía ser una gran casona rodeada de jardines que terminaban en un bosque que se extendía hasta donde la vista alcanzaba.

Escucho que alguien llamaba a la puerta, haciéndola dar un brinco sobresaltada. Cuando se giro se encontró con un hombre alto, de cabello negro y ojos azules, nunca antes lo habia visto, ni siquiera le era familiar.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres de mi? ¿Por qué me has traído a este lugar?

-¿No crees que son demasiadas preguntas?

Hermione frunció el ceño y a pesar de estar sumamente asustada, trato de aparentar tranquilidad. - ¿Sabes que a estas alturas me estarán buscando?

-Lo sé. -Dijo encogiéndose de hombros, restándole importancia.

-¿Qué quieres? Pregunto de nuevo la chica.

-Compañía.

-¿Compañía?

-Es tan difícil de creer que solo desee un poco de compañía. Aquí se está muy solo. -Era inevitable encontrar el tono de burla en sus palabras. Recargando su espalda en la puerta se cruzo de brazos sin dejar de verla de arriba abajo evaluándola.

-No te conviene jugar conmigo. -Advierto molesta. -Más te vale que me liberes y te dejes de tonterías, si no quieres arrepentirte.

Ignorando la amenaza por completo se acerco a la castaña, haciendo que esta retrocediera hasta chocar con la pared.

-Me han hablado mucho de ti, Hermione Granger. Levanto la mano con intención de tocarle el rostro, lo que solo logro que la castaña se enfureciera mas y le diera un manotazo para alejarlo.

-¡No me toques! -Advirtió. Una sonrisa se formo en los labios de su captor.

-Se han quedado un poco cortos con sus descripciones. ¡En fin! -Exclamo suspirando. -Estaras aquí por una buena temporada, te conviene que te portes bien, no me gustaría tener que amarrarte a la cama. -Levanto una ceja y sonrio por sus propias palabras. -Bueno sería interesante, asi que si prefieres que te amarre solo pídemelo.

-¡No digas tonterías! -Dijo ofendida y con las mejillas enrojecidas por el doble sentido de sus palabras. - No se que pretendes al retenerme aquí, pero te juro que te arrepentirás, mis amigos me estarán buscando y estoy segura de que cuando den conmigo, no será nada agradable para ti.

Como toda respuesta el joven sonrió y salió de nuevo dejando a una alterada castaña que aporro la puerta con los puños, exigiendo que la liberaran. Eso hiba a ser bastante divertido pensó el muchacho mientras bajaba las escaleras con dirección a la sala principal donde lo esperaban.

-¿Cómo esta? - Le preguntaron a penas entro en la sala.

-¿Cómo crees que esta? - Dijo a manera de respuesta

-Furiosa. -Afirmo su acompañante, sonriendo. -Debes de tener mucho cuidado con ella.

-¿Qué puede hacer? Está encerrada y sin varita.

-No la subestimes, es muy ingeniosa. -Advirtió

El joven en respuesta rodo los ojos. -Como tu digas, solo espero que esto no se salga de tus manos, tenerla aquí no es cualquier cosa y con tu pasado y el mio no, nos ira muy bien si nos pescan.

-No te preocupes, tengo un plan que no puede fallar.

-Pues mas te vale que así sea. No te negare que es divertido desquitarme de Malfoy y Potter, pero esto no es cualquier cosa.

-Lo sé, seré cuidadoso. Es mejor que me vaya, ya deben de estar todos como locos buscando a Granger.

En efecto, lejos de ahí todo era un caos. Malfoy se vio en la necesidad de informar a Potter sobre la desaparición de Hermione.

Al departamento de la castaña había llegado un grupo de aurores, que estaban inspeccionando el lugar, no encontraron ningún rastro que seguir, solo los residuos de un hechizo cerca de la puerta con el que seguramente habían dejado fuera de combate a Granger.

Todos estaban preocupados, la noticia había corrido como pólvora. Incluso Ron estaba en el lugar, con el rostro pálido y angustiado por su amiga.

-¿No tienen conocimiento si la Srita. Granger recibió amenazas? -Pregunto el encargado de la investigación

-No. -Se apresuro a contestar el rubio.

-¿Algún comportamiento extraño?

-Ninguno.

-¿Algo fuera de lo común?

-No.

-¿Algún percance con alguien recientemente?

-Granger no es de problemas, ni de enemigos, no las han amenazado. -Aclaro molesto el rubio.

En ese momento Harry y Ron se dieron cuenta lo mucho que se habían distanciado de su amiga, al punto que era Malfoy la conocía mucho mejor que ellos. Había dado toda la información necesaria respecto a los hábitos y costumbres de Hermione. Los lugares que frecuentaba, el meticuloso horario que llevaba, incluso sabia con detalle sobre sus planes para las próximas vacaciones.

Sabía todo de ella, hasta los más ínfimos detalles. Era mas que obvio que confiaban uno en el otro como para contarse ese tipo de cosas, era del tipo de relación que alguna vez habían tenido entre ellos y eso les resultaba doloroso.

Quizás habían notado que se alejando un poco, ya no se veian con la misma frecuencia y cuando lo hacían eran ellos los que acaparaban las conversaciones hablando de quiddich o sobre su trabajo como aurores. Hermione siempre los escuchaba, sin interrumpirlos, esperando poderles contar en algún momento sobre sus cosas, pero ese momento nunca llegaba.

La dejar apartarse, sin preocuparse por cómo se sentía y eso era triste. Porque la castaña siempre estaba para ellos, en los momentos malos para animarles y en los buenos para ser feliz con ellos. Y simplemente ellos nunca estuvieron con ella de ese modo, solo la compadecieron por estar sola, y nunca se ocuparan de que fuera feliz.

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Cuando Alexander regreso a la habitación de su cautiva se encontró con una sorpresa enorme. El lugar estaba irreconocible, parecía que el ojo de un huracán había azotado la habitación arrasando con todo.

Una silla y dos figura de porcelana estaban rotas cerca de la ventana, seguramente en un intento de romper el cristal de la ventana. No podía estar seguro de cómo lo había logrado, pero un par de tablas del suelo estaban sueltas, un ropero volcado, el contenido de las cómodas en el piso, incluso había descubierto que detrás de uno de los cuadros estaba una caja fuerte.

Además claro de que se encontró con una enfurruñada castaña que lo observada aprensiva desde un rincón sentada en el piso.

No pudo evitar sonreír pasada la sorpresa inicial. Con eso confirmaba lo que le había advertido sobre aquella mujer. Era una guerrera y nunca se daría por vencida sin antes luchar, aun sin magia era una persona de cuidado.

Sabía que era hija de muggles y como tal, estaba acostumbrada a manejarse muy bien sin varita, ahora se daba cuenta de ello. En las pocas horas que la habia dejado sola se las habia apañado para revisar el lugar, intentando buscar una manera de escapar, tenia que admitir que estaba sorprendido.

Estaba tan enfadada que permaneció en silencio, sin moverse, con el cabello revuelto por lo que había armado. Era frustrante, pero no había manera de salir, de no ser por la puerta y su captor se aseguraría que no tuviera una oportunidad de lograrlo.

El joven saco su varita y conjurando un par de hechizos dejo la habitación como era antes, solo entonces se acerco a la cama, sentándose de manera despreocupada en una silla frente a Hermione.

-Te traje esto. -coloco sobre la superficie de la cama un par de gruesos libros. -Es para que no mueras de aburrimiento. -Testaruda no contesto. -Vamos esto puede ser tan bueno o tan malo como quieras. Si colaboras y te portas bien, incluso te dejare salir al jardín. Pero si sigues en esa posición de niña caprichosa te quedaras aquí.

-Pues me quedare aquí. -contesto con firmeza. -Que sea tu prisionera no quiere decir que haré lo que me pides.

Alex suspiro hastiado. Esa chica en verdad le provocaría un dolor de cabeza. -En una hora te traeré la comida.

-¡No tengo hambre!

-¡No me retes Granger, por que puedo hacer de tu estadía aquí un infierno!

-No tienes idea de lo malo que puede ser esto, Alexander Blumer. -Dijo desafiante, poniéndose de pie y enfrentando a ese muchacho que era mucho más alto que ella.

-¿Cómo..?

-¿Cómo se quién eres? Esta habitación es de tu madre, te sorprendería saber lo que encontré en su caja fuerte. -Le dijo señalándola con una mano, mientras sacaba una vieja foto de la bolsa de su bata.

-¡Como te atreves!

-¡No, como te atreves tu a retenerme por la fuerza! Aun no se por qué me tienes aquí, pero te aseguro que lo descubriré y te vas a arrepentir.

Furioso el muchacho la acorralo contra la pared arrancándole la foto de las manos.

-Si así lo quieres este será un infierno.

-Cuenta con ello. -Replico la castaña

Alexander salió de la habitación dando un portazo, estaba realmente molesto por su estupidez, por no tener la precaución de verificar que la caja fuerte estuviera vacía, se había confiado que había permanecido cerrado ese cuarto por mucho tiempo, aunque aun no entendía como había hecho para descubrir la combinación de la caja.

Sin lugar a duda fue un descuido imperdonable que había revelado su identidad. Observo con más detenimiento la foto, donde salía el mucho mas joven al lado de su madre y en el reverso de la foto, con la caligrafía que reconoció era de su madre, se leía."Sofia y Alexander Blumer"

Había subestimado a la castaña, pero a partir de entonces le mostraría quien mandaba.

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