Top 10 Mejores momentos

¡Hola, hola!

El momento ha llegado al fin. Después del conteo de votos de las opciones sugeridas por tod@s, hoy les traigo the final countdown de los mejores momentos de MALDITA SIRENA <3

Porque recordar es volver a vivir, incluiré el fragmento preciso de cada momento. Espero que les guste el Top, y si no les gusta se matan entre ustedes porque yo no voté XD


Qué les digo, arrancamos el ranking con dos de mis momentos favoritos de la historia. En lo personal, la ceremonia del día de la creación fue mi escena mística favorita ever. Y la ejecución de Beatriz nos metió de lleno a la trama de Linet, a los orígenes de la revolución y la inspiración para la lucha. 


La ceremonia del día de la creación donde se conocen Mirella y Linet

—¡De pie todos para la gran oración! —anunció un sacerdote y de inmediato todos obedecieron, incluyendo Carine.

—Rápido —murmuró la duquesa, y Linet asintió. Tomó aquel cofre y empezó a caminar hacia la reina. La atención de todos estaba puesta en el templo, en el momento de la gran oración, apenas si la vieron pasar entre la gente. Linet avanzó lo suficiente para ver a todos los miembros de la familia real de espaldas. Ariel al lado de Francis, el rey y la reina al centro. El corazón empezó a latirle con rapidez, sentía las manos sudorosas. Algo importante estaba por pasar, lo sabía.

—¡Oh Gran Espíritu! —empezó a decir aquel sacerdote—. Cuya luz vemos en el cielo, cuya voz oímos en los vientos, cuyo aliento dio vida al mundo, ¡escúchanos! Somos pequeños, somos mortales, necesitamos tu fuerza. Déjanos caminar entre la belleza de la creación, que nuestros ojos contemplen el amanecer. Haz que nuestras acciones respeten las cosas que has creado, deja que nuestros oídos escuchen tu voz en la naturaleza. Danos la sabiduría para entender las cosas que has hecho para nuestro pueblo. Déjanos aprender las lecciones en cada hoja, en cada piedra. Danos fuerza, no para dañar a nuestros hermanos, sino para luchar contra tus enemigos. Haz que siempre estemos listos para acudir a ti con el alma limpia. Así, cuando nuestras vidas se desvanezcan como el sol en el ocaso, nuestras almas puedan acudir a ti sin vergüenza.

—¡Que así sea! —gritaron todos a la vez en respuesta a la oración. Las puertas del templo estaban por abrirse, Linet se sentía rodeada de energía. De Luz eterna, y de aquel. Si, del mismo Dán. Él estaba ahí, lo percibía, lo sentía rodeándola. Él guiaba sus pasos en ese momento, él le dijo sin palabras que siga adelante. Sin entender cómo, Linet caminó sin que nadie la detuviera hasta llegar a situarse cerca de la reina. Era ella, todo eso se trataba de ella, y la energía que la rodeaba nunca fue tan fuerte como en ese momento. Ni cuando conoció a su danae Idit se sintió así, aquello era lo más intenso que había vivido jamás.

—Tú, fuente de luz —dijo el sacerdote.

—¡Despiértame! —exclamaron todos a una sola voz.

—Conéctame a ti. Fuente de vida —dijo una sacerdotisa. Linet sabía que en ese momento las voces se iban a intercalar. Hombres, mujeres. Y finalmente sería una sola. Fue capaz de pensar eso cuando la reina se giró. Y cuando el Dán parecía posarse en sus hombros.

—¡Enciende mi alma! —exclamaron todas las mujeres presentes.

—Camino de luz —continuó el sacerdote.

—¡Nunca te apagues! —respondieron los hombres. La reina se había girado, y notó su presencia. Bastó con mirarla a los ojos para saber que ella estaba sintiendo en ese instante lo mismo que ella. Que las dos estaban conectadas.

—Protégeme —dijo la sacerdotisa.

—¡Dame tu fuerza! —contestaron las mujeres.

—Despierta, Luz eterna.— El ritual estaba acabando, y eso lo dijeron ambos a la vez.

—¡Despierta! —replicaron todos en una sola voz. Incluyendo ella y la reina.

Le pareció que en ese momento Francis notó que su madre miraba hacia atrás, que él y Ariel se giraron a ver qué pasaba. Pero fue también en ese preciso instante que todo empezó. Cuando las voces callaron, una extraña energía que bien conocían los creyentes rodeó todo el lugar. O un viento quizá, una curiosa coincidencia, dirían los ateos. Pero aquel viento apagó casi a la vez todas las velas del fuego sagrado. Ariel, que nunca había vivido eso, soltó un respingo y miró asustada a los lados. Ella también lo sentía. Porque en cuanto se apagaron las velas, las puertas del templo se abrieron y alrededor el mundo parecía detenerse. La luz blanca e intensa iluminó los rostros de todos los presentes, y aunque para muchos no era la primera vez que eran testigos de ese prodigio, nunca dejaba de ser majestuoso. El silencio era tal que pareciera que todos se hubieran quedado sin respiración.

Linet se esforzó por mantener los ojos abiertos mientras la luz del templo caía sobre su cuerpo, mientras sentía que toda ella, sin ser una bruja, estaba cubierta de magia. El anda con la luz sagrada salía del templo, y todos los testigos dejaron caer los candelabros al piso mientras alzaban las manos. Las primeras en elevar la voz para el canto ritual fueron las sacerdotisas, algo que hizo que se le erizara la piel. No entendía la razón, pero las lágrimas llegaron a sus ojos. Era la fuerza de Luz eterna, era la energía del Dán. Era el saber que nunca esperó ese momento, pero acababa de suceder y fue maravilloso. Los ojos de la reina Mirella también tenían lágrimas, porque en ese instante ellas eran una sola. Sus mentes, sus almas, sus ideas. Todo. Eran Dhan.

Se sentía en un limbo indescriptible. Ya ni escuchaba los cantos sagrados, apenas si veía la luz del anda. Todo alrededor de ella no existía. Solo eran la reina, Luz eterna, el Dán y ella. Las estaban marcando para siempre, el Dán se manifestó y habló. Ya estaba hecho.

"Linet, ella es tu dhan. Es tu destino, tu futuro, tu misión. Son dhan"

No fue necesario que diga más. La marca quedó grabada en su alma, cuando el espíritu hablaba no había forma de detenerlo. Y así como ella escuchó esas palabras, la reina también. Lo sabían. Sus vidas se unían a partir de ese momento.


La ejecución de Beatriz de Yamir

—El momento de la ejecución ha llegado —anunció el gobernador—. Y callen a la bruja, que nadie desea escuchar sus palabras infames otra vez—. "Yo si", pensó Linet, pero se controló para no decirlo. Ella si sentía deseos de escuchar a la bruja, quería saber quién era, cómo llegó ahí, por qué era la líder, por qué acusó con tanta facilidad al hechicero y se burló de él. Pero sobre todo, quería saber qué había hecho para que las mujeres que estaban a su lado la miraran admiradas aunque fueran a morir. Quería saber por qué esa niña que hace un momento lloraba de pronto se hacía la fuerte porque su líder también lo era—. El aquelarre de las brujas Mourne, liderado por Beatriz de Yamir, ha sido condenado a muerte por los delitos de brujería y asociación ilícita para practicar la magia. A Beatriz de Yamir se le acusa de instruir a mujeres en la magia. Se le acusa de lascivia, de provocar a los hombres con su belleza para hacerlos caer en el pecado.— Eso Linet no lo entendió, hasta arqueó una ceja. ¿Es que la estaban condenando por bella también? ¿La condenaban por ser bonita y porque los hombres la miraban? La respuesta se la dio la misma bruja Beatriz. Linet llevaba buen rato mirándola, pero solo entonces la bruja la vio. Sus miradas se encontraron, y aunque al principio Linet tuvo miedo y no quiso mantener ese contacto, al final no fue capaz de apartar la mirada. Y como si la bruja hubiera notado su confusión y su interrogante, asintió despacio. Le habían cubierto la boca con un sucio trapo para que no hablara, pero eso no importó. Sus ojos lo decían todo—. Se le condena por abandonar sus deberes con la sociedad y los hombres. Por pagar por la independencia de sus doncellas e instruirlas en la magia. Por promover un mensaje pecaminoso entre las mujeres para arrastrarlas a la perdición. Beatriz de Yamir decía que las mujeres pueden gobernarse a sí mismas, y por eso abandonó los deberes propios de una mujer decente. Incitaba a la desobediencia, promovía ideas malvadas para destruir a la familia y corromper a las mujeres de Aucari.— Linet seguía mirando a la bruja Beatriz. Esta la observaba y asentía leve, dándole a entender que todos lo cargos en su contra eran ciertos. Y aunque Linet entendía que todo eso estaba mal, no sabía qué querían decir.

—Nana, ¿qué cosas malas decía esa mujer? —le preguntó a su nodriza sin perder de vista a Beatriz.

—No es una mujer como nosotras, Linet. Es una bruja. Es de otra raza, es diferente —le respondió la nodriza—. No puedes confundirte. Las brujas son seres despreciables corrompidas por la oscuridad. No han entendido el lugar de las mujeres en el mundo, y por eso incitan a que seamos desobedientes, a que nos opongamos a los hombres y los despreciemos.

—Ahhh...—respondió despacio. Seguía sin entender qué era lo malo en eso. Ni Beatriz ni las chicas que la acompañaban parecían seres despreciables.

—¿No lo has entendido, pequeña Linet?— Esa voz la dejó paralizada. Ya no pudo seguir mirando a la bruja Beatriz, tuvo que girarse y observar a su hermano. Él le hablaba pocas veces, y en todas esas ocasiones sabía que se estaba burlando de ella. Miró a Thaedon con miedo, y claro que él lo notó. Sonrió de lado, sabía que la estaba asustando—. ¿Es que tu nodriza no te enseña nada? Hay que mejorar esas lecciones. ¿Ves a esas mujeres? ¿Sabes por qué las van a quemar?

—Por brujas —respondió aparentando seguridad, pero algo que le decía que esa no era la respuesta correcta.

—Si, también. Pero no es por eso que sufrirán una horrible agonía. Beatriz es apenas una bruja sin mucho poder, no podría hacer daño real a ningún hechicero aunque quisiera. La verdadera razón por la que morirán es otra, pequeña hermana. Algo que debes tener muy claro si no quieres acabar así algún día.

—¿Por qué las matarán? —preguntó con la voz temblorosa. Y aunque temía a su hermano, aún así se giró a ver unos segundos a Beatriz de Yamir. La bruja la seguía observando, y Linet se preguntó si quizá desde donde estaba podía escuchar la conversación de alguna forma mágica.

—Porque Beatriz les enseñó que podían ser libres.— Fue todo lo que contestó su hermano en ese momento.

Linet seguía sin entender, no le parecía lógico. Ser libre no estaba mal, ¿o es que solo estaba mal si una mujer quería ser libre? No tuvo tiempo de preguntar, porque pronto empezó el griterío. El hombre de la espada ensangrentada cogió del cabello a la niña y esta chilló. La arrastró hacia un taburete de madera y la empujó, la forzaron a arrodillarse y a apoyar su cabeza ahí. Cuando la gente empezó a gritar "Corten la cabeza" entendió lo que iba a suceder. No quería ver, no iba a soportar ver cómo mataban a una niña como ella. Beatriz y las demás ahora parecían asustadas por el destino de la pequeña, no podían hacer nada para salvarla.

—No quiero ver... —murmuró ella—. Nana, me quiero ir.

—Claro que si, pequeña. Esto no es algo que una niña deba ver. La violencia es del pueblo, no para niñas de tu clase.

—Mujer, deja que mi hermana se quede —ordenó Thaedon, y a ella le tembló el cuerpo al escuchar eso—. Que mire, ella tiene que aprender. Tiene que ver lo que les pasa a las mujeres que creen que pueden ser como nosotros. Así terminan todas las que se atreven a desafiar el orden natural de este mundo.

—No... no quiero... no...— La hoja de la espada de aquel hombre estaba sobre el cuello de la niña. El pueblo de Aucari quería verla muerta, aunque fuera inocente. Beatriz quería gritar, quizá lo estaba haciendo y no se escuchaba nada por la mordaza que le pusieron. Pero entonces, aunque estuvieran nerviosas y aunque lloraran, las demás brujas se atrevieron a hablar. Nadie las escucharía, eso Linet lo sabía. Por eso tenían que gritar para defenderse.

—¡Estamos contigo, hermana! —gritaron a la vez las otras tres condenadas. La niña que lloriqueaba a punto de ser asesinada empezó a balbucear algo.

—¡Una vida de resistencia! —gritó la niña con fuerza.

—¡Una vida de resistencia! —gritaron las demás también.

Pronto cada voz fue callada para siempre. Linet se llevó las manos a la boca para no gritar tan fuerte cuando vio la espada sobre el cuello de la niña, y luego su cabeza caer al piso. Sentía su corazón latir acelerado, estaba aterrada. Ninguna bruja se calló hasta que las mataron. Gritaron sin para mientras las ejecutaban, y a nadie le importó. A la muchacha más joven también le cortaron la cabeza. A las otras dos chicas las colgaron hasta que murieron asfixiadas. Y finalmente quemaron viva a Beatriz de Yamir. Linet la vio arder, y la escuchó gritar hasta su último instante de vida.

Una vida de resistencia.


Oh honey, si el rey Tritón hubiera sabido que poco después terminaría arruinado por miserable mejor se callaba XD 


—¡Hermanas! —gritó una de sus hermanas, Zelika. Tras ella aparecieron las demás. Eurodora y Raissa preocupadas, Ligeia seguida de sus pequeños. Un tritón y dos sirenas. La primera en llegar hasta ellas fue Zelika—. ¡Han vuelto! ¿Qué pasó con ustedes?

—Seguro es culpa de esta —dijo Raissa señalando a Erena—. Ella las arrastró a la perdición.

—No, no —interrumpió ella—. Erena no tiene culpa de nada. Yo me fui porque quise, y Aurimar... Bueno, a ella no le quedó de otra —dijo, pues explicar todo el pacto que su hermana hizo con la Bruja del mar era una historia muy larga para ese momento.

—Muévanse —ordenó el rey Tritón con la voz firme—. Voy a castigarlas.

—Padre...—murmuró Ligeia. En cuanto escucharon eso, los pequeños se estremecieron—. Pero son... son sus hijas, padre. Nuestras hermanas. No puede...

—¿Me vas a decir lo que puedo o no puedo hacer, pequeña inútil? Ve a cuidar de tus crías y deja de meterte en mis asuntos, es lo único que tienes que hacer. Cerrar la boca y seguir dándome nietos, deja de estorbar.— Ligeia bajó el rostro, notó que Zelika y Eurodora hacían lo mismo. Nunca había sentido pena por ellas, siempre la fastidiaron. Pero en ese momento sí. Sus hermanas tenían tanto miedo como ellas, siempre fueron calladas y maltratadas. Todas eran iguales en realidad. Y tenían que salir de eso juntas.

—Son nuestras hermanas.— Las defendió Raissa. Eso la sorprendió aún más, pues se puso delante de ellas para protegerlas. Miró de lado a Eri, y la notó igual de sorprendida—. No puede matarlas, padre. No quiero eso.

—Si... y de seguro están arrepentidas —se atrevió a decir Zelika. Pero Ariel y Aurimar negaron con la cabeza.

—Nosotras trajimos al ejército de Atlantia, hermana —le explicó Aurimar—. Y no es malo, ellos no quieren matarnos. Está la sirena Aquaria, es nuestra tatarabuela —reveló para sorpresa de todas—. Quiere hacernos libres de verdad.

—Ya que confirman que ustedes cometieron alta traición contra el reino de Aquaea, no hay forma de que sea piadoso. Se atrevieron a ir en contra de todo lo bueno y cayeron en la perdición —sentenció su padre. El tridente brillaba, quizá sí iba a matarlas con él después de todo.

—¡No! —gritó Eurodora, se puso delante de ellas tal como lo hizo Raissa hace un rato—. No, por favor. Piedad, padre. No lo hagas, te lo ruego.— Todas las rodearon. Por primera vez estaban juntas todas las hermanas para enfrentar al rey Tritón. ¿Y si las mataba a todas? ¿Si decidía acabar con todas por desafiarlo? Eso no iba a acabar bien—. Castígame a mí, ella es pequeña. Es mi culpa, no le enseñé bien —le dijo. Sintió deseos de llorar, si estuvieran en la superficie todas lo harían. Su hermana quería dar la vida por ella.

—No, tómame a mí —pidió Ligeia—. Ya te di tres nietos, ya no me necesitas más. En cambio ellas son inocentes.

—¡Castígame a mí! —rogó Zelika. De pronto, todas estaban tomadas de las manos.

—¡No! Ellas no tienen culpa de nada, Ariel tampoco. Soy yo quien merece un castigo —pidió Aurimar.

—Yo me fui dos veces porque quise, padre. No las castigues, solo conmigo es suficiente —le dijo Ariel. El rey las miraba a todas, y parecía sorprendido. Porque de pronto todas pedían el castigo que les correspondía a las otras. Todas estaban dispuestas a dar su vida por sus hermanas. Y se apretaban las manos con fuerza, no solo por el temor. Era porque estaban juntas y muy a su manera siempre se protegieron la una a la otra. Tenía a sus hermanas de su lado y eso era lo único que le importaba.

"Ariel... por favor", lloriqueaba Lissaendra dentro de ella. "No dejes que te mate, por favor... ¿Es que de verdad no tienes miedo?"

"Si tengo", admitió. Y más en ese momento, cuando su padre blandía el tridente y las apuntaba a todas. Una descarga de energía y estarían acabadas. "¿Pero sabes qué me da más miedo? Ser su propiedad una vez más, hacer lo que él quiere y rendirme sin luchar. Eso es peor que morir", le contestó. Ya no era la de antes, se había dado cuenta. Y esa Ariel no iba a escapar.


OHMAYGAD. Como me encantan las escándalas XD y a ustedes también. Carine no puede evitarlo, ama a quién cree es la princesa Lissaendra y lo único que desea es protegerla. No le interesa enemistarse con Francis, simplemente no puede ser indiferente a la situación. Y al drama XD a mí me encantó escribir esta parte la verdad, estaba gagging.


No lo pensó siquiera, fue corriendo hasta ella para sacarla de ese desastre, pero la pobre no tenía ni fuerzas para eso. Su llanto la sobrecogió. Más que eso, la conmovió a tal punto que ni pudo contenerse, sus lágrimas acompañaron las de Lissaendra. No lo entendía, Carine no lloraba desde hace mucho tiempo, y quizá la última vez que lo hizo fue en un berrinche sin sentido. Pero la princesa se aferraba fuerte a ella y lloraba afligida. La abrazó y la hizo ponerse de pie, no iba a dejarla en el piso, podía lastimarse con el vidrio. Carine sentía que el corazón se le partía en pedazos de solo verla así, no podía soportar ser testigo de su sufrimiento. Ella era la criatura más bella y pura del mundo, ¿cómo alguien pudo hacerle tanto daño? Lissaendra estaba destrozada.

Sin soltarla, Carine se secó las lágrimas. No quería llorar, quería que eso pare, pero no podía evitarlo. Y miró a los responsables del dolor de su princesa adorada. Ahí estaba el idiota de su primo, acompañado nada más y nada menos que por la ex sacerdotisa aquella. Los dos lucían preocupados, los dos igual de afectados por el llanto de la princesa. Pero eso no era lo importante, estaban juntos. Lo entendió todo, Lissaendra los vio. Los odió tanto en ese momento que no pudo controlarse. Ese par de desgraciados eran los responsables, ellos le hicieron eso a Lissaendra, ellos la destruyeron hasta hacerle caer al piso y llorar como una niña desconsolada. No iba a perdonarlo nunca.

—¡Qué le han hecho a mi princesa! —les gritó furiosa. Lissaendra la abrazó más fuerte, apretaba su rostro contra su pecho. No quería verlos.

—Carine, deja que resolvamos esto entre nosotros. Princesa, por favor, tiene que escucharnos —dijo Francis en tono conciliador. Eso solo le dio más rabia.

—Ella no va a escuchar nada, ¿no te das cuenta que no quiere ni verlos? No te atrevas a acercarte. Déjala en paz.

—Este no es asunto tuyo —le cortó Francis—. Ella es mi prometida, y tiene que saber que nada de lo que vio...

—Te he dicho que no vas a forzarla a escucharte —le dijo conteniendo la furia. Quería romperle la cara a ese príncipe infeliz, pero no iba a soltar a Lissaendra por nada del mundo. Ella la necesitaba en ese momento.

—Princesa, escúcheme, por favor...—intentó hablarle. Lissaendra negó con la cabeza.

—¡Déjala en paz! —le gritó—. Nunca esperé nada de ti, Francis. Siempre supe que eras un maldito idiota, un príncipe egoísta y caprichoso, pero al menos quise creer que no eras malvado. No te vas a acercar a ella, ya estás advertido. Ni siquiera lo intentes, no voy a permitirlo. Y no te atrevas a darme la contra, no tienes idea de lo que soy capaz de hacer —lo dijo. Y hablaba muy en serio. Sentía la furia contenida en su pecho, la tristeza por tener a Lissaendra llorando en sus brazos, y el muy idiota ahí dándoselas de arrepentido.

—Me estás amenazando, Carine —advirtió él. Francis podía ser muy relajado con las normas a veces, pero no era ningún idiota. Acababa de amenazar la vida del heredero al trono, era él quién podía mandar a arrestarla por eso. Y no le importaba.

—¡Claro que lo hago, pedazo de estúpido! ¿Acaso no escuchas nada de lo que te digo? ¡No vas a volver a hacerle daño a la princesa!— Carine empezó a retroceder despacio con Lissaendra. Tenía que sacarla de ahí, no podía dejar que siga ahí en medio de ese desastre, y con ese par de desgraciados al frente.

—Tienes que escucharme —dijo de pronto Linet. Suplicó en realidad. Carine la miró de lado, la examinó. Francis parecía preocupado por la reacción de Lissaendra, pero Linet estaba asustada de verdad. A ella sí le dolía—. Por favor, te lo ruego. No pienses cosas terribles que no son ciertas, por favor...

—Cierra la boca —le dijo ella con molestia—. Ella estaba tan feliz por verte, ella te quería aquí. Pero solo has venido para hacerla sufrir.— Linet le sostuvo la mirada apenas unos segundos, tiempo en que notó su terrible pena. Y bajó el rostro, dolida. Lo que Carine le dijo bastó para lastimarla. O para hacerla sentir infinitamente culpable.

—Creo... creo que todos deberíamos calmarnos.— La que habló fue Idit. La joven se mantuvo en silencio todo ese rato, pero se adelantó y caminó hasta su amiga secándose las lágrimas—. Linet, ven. Deja a la princesa sola. Por ahora —recalcó esas últimas palabras, y Linet asintió. Por ahora. Carine frunció el ceño. Ni loca iba a dejar que esa desgraciada sacerdotisa vuelva a acercarse a Lissaendra.


Carine está dando la hora en este ranking me muero XD Otro de mis momentos favs, la duquesa lista para manipular a toda la corte y salirse con la suya. Muajajaja


Los guardias abrieron las puertas, apenas Carine apareció en el salón todos se pusieron de pie. Ahí estaban reunidos los nobles de Berbard, los caballeros que le juraron lealtad, y las damas más influyentes de la región. Los años habían pasado desde que la nombraron duquesa de Berbard, y los primeros fueron los más difíciles. Siempre se sintió cuestionada, rodeada de hombres que pretendían decirle qué hacer y cómo hacerlo. Tuvo miedo, era difícil imponerse ante alguien que podía hacerte daño y darte la espalda. Pero lo logró poco a poco. Se deshizo de los revoltosos, se impuso, se hizo respetar. Ya nadie la cuestionaba, y si lo hacían ella no estaba enterada. Tenía una red de espías, sabía antes que nadie cualquier rumor sobre ella. Por eso sabía que quienes estaban ahí no querían sacarla del ducado, pero tampoco creían que una mujer sea lo suficiente firme y fuerte. Que no haría respetar las costumbres y autonomía de Berbard. Esa mañana les iba a demostrar lo equivocados que estaban.

—Bienvenidos —dijo con una sonrisa jovial—. Espero les haya gustado el vino que repartieron en mi ausencia, es de lo mejor que tengo. Y descuiden, beberemos más. Pero antes, hay un asunto que hablar. La guerra —ellos asintieron. Una mujer no sabe de guerras, no entiende. Así hablaban entre ellos. Pero ella sí que sabía, se la pasó luchando toda su vida. Eran ellos quienes nunca podrían entender las batallas que libra una mujer desde que nace—. Como bien saben, en el día de la bandera, su majestad el rey Emmanuel declaró la guerra al vecino país de Aucari. Así como ustedes, sigo sin tener claras las razones que justifiquen tal conflicto. Quisiera saber, ¿qué opinan? ¿Cómo han tomado ese anuncio?

—Su gracia —habló uno de ellos. Claude de Dores, un barón maduro. Y para que negarlo, qué bueno estaba, los años lo ponían mejor. A él le hizo creer que era virgen cuando lo hicieron—, nos sentimos desconcertados. Se dice que Aucari ofendió a Theodoria, pero no lo sentimos de esa manera. Ofendió al rey. Y el rey no puede obligar a Berbard a luchar porque no sabe hacerse respetar —se escucharon murmullos de aprobación, la gente asentía. Siempre les dio libertad para hablar de esa manera, ella jamás lo denunciaba como traición. Berbard era una región que siempre deseó independizarse. No se sentían del todo parte de Theodoria, no los guiaban los mismos ideales, y ahí nade quería ir a morir en nombre de un rey que no respetaban.

—Oh, lo sé, querido. Ustedes no podrían entenderlo, casi no pasan temporadas en la capital. Es tan complicado desenvolverse entre ellos, ese orgullo insano que sienten hacia sus logros raya en lo enfermizo. Su majestad la reina Mirella estuvo aquí hace poco, como bien saben. Se quedó maravillada con nuestra región, ella admitió que nuestra grandeza es natural, que no hay lugar en el mundo que se compare a nuestras tierras —sonreían. Eso les gustaba, que les levanten el orgullo. Y también les caía en gracia la reina Mirella, porque era lo opuesto a su rey y siempre había hablado bien de Berbard—. Pero lamentablemente es poco lo que ella puede hacer para frenar al rey y su afán de conquista. ¿Alguien tiene algún otro comentario?

—Su gracia —habló una dama mayor, Leonela de Adua. Ella era prima de su fallecida madre—, sé que aún no le han informado sobre el reclutamiento de nuestros jóvenes para esa guerra insensata. Solo quiero que sepa, aunque entiendo que ya lo tiene muy claro, que no enviaré a los niños de mi gente a morir en la frontera con Aucari. De Berbard no sacarán a nadie para que luche por grandezas que no le corresponden.— Esa vez no solo hubo murmullos de aprobación, también se escucharon aplausos y vítores. Carine contuvo la sonrisa e hizo un gesto para que guarden silencio. Todo estaba yendo justo por donde quería.

—Lo entiendo —dijo afligida—. Nadie quiere ver morir a sus hijos, y lo que menos deseo es que nuestra tierra se manche de sangre. Saben que siempre he pasado largas temporadas en la capital para poder velar por nuestros intereses, y porque siempre es mejor mantener los ojos abiertos con el rey. Él sabe que necesita de Berbard para su guerra, y también sabe que nos negaremos a ceder a nuestros hijos. Por eso... por eso me temo que ya no estoy en la gracia del rey....— Silencio total. La miraron con preocupación—. Habrá una ceremonia en la capital, el rey quiere que vaya. No es tanto una invitación, me está obligando a ir o pagaré las consecuencias —se escuchó la protesta. Los rostros molestos. Ofenderla a ella era ofenderlos a todos—. Creo saber lo que pasará, y prepárense, porque no es nada bueno. El rey va a matarme.— Las voces de protesta no pudieron callarse por buen rato. Estaban enojados, y ella tuvo que llamar a la calma varias veces—. No le soy de utilidad porque yo sí velo por los intereses de Berbard. Él sabe que no voy a obligarlos a nada, sabe que no dejaré que nos presione. Por eso ya no le sirvo, le será más práctico poner a alguien fiel a la corona como duque Berbard. El conde Leblanc, por ejemplo. O su hijo, mi supuesto prometido el vizconde Eric.— Los nobles seguían protestando disgustados. Pobre Eric, pero al menos serviría para algo. Sabía que la mención de Eric enfurecía a esa gente. No aceptaban que un forastero se case con la duquesa, querían que despose a alguno de ellos para mantener las tradiciones—. Y si eso llega a pasar, mis señores, saben que es el fin. Saben lo que harán con ustedes —lo dejó claro. Iban a liquidarlos, el rey no toleraría a gente que no le fuera fiel y acabaría con ellos uno a uno. O los dividiría prometiendo grandezas. Pero su gente no era así, querían independencia, odiaban depender de la corona.

—¡No podemos permitir algo así! —exclamó uno de los condes—. ¡No pueden amenazar a la duquesa y pensar que nos quedaremos tranquilos!

—¡Defender a la duquesa! ¡Eso es lo que tenemos que hacer! —gritó Theodore, un caballero ex amante suyo. Su grito enardeció a los demás. A Carine el corazón le latía acelerado, no podía creer que estuviera funcionando.

—Queridos míos, saben que debo partir a la capital mañana temprano. Atrincherarme aquí es de cobardes, y ninguna hija de Berbard lo es. Iré y enfrentaré al rey como lo he hecho todos estos años, lo haré por ustedes. Y sé que podré lograr un acuerdo provechoso para nosotros, o al menos eso espero. Él quizá sabe que no estoy sola en esto. Pero sería bueno que se dé por enterado lo que puede pasarle a su bella capital si los hombres de Berbard deciden levantar las armas contra ellos en busca de independencia, ¿verdad? —sonrió. Ellos entendieron su insinuación—. Nadie quiere librar guerras que no pueden ganar, y ahora mismo la capitál es vulnerable. Por eso quería preguntarles algo, y saben que no están obligados a nada. ¿Marcharían conmigo a escoltarme a la capital?

—¡Si! —exclamaron todos a la vez. El barón de Dores sacó su espada y la levantó en alto. Los demás lo imitaron.

—¡Por la legítima duquesa! ¡Por la autonomía de Berbard!

—¡Por nuestra madre! —gritó alguien, uno de sus caballeros de escolta. Ella le pidió que hiciera eso.

—¡Por nuestra madre! —gritaron los demás, dejándose llevar por el momento. Todos levantaban las espadas por ella. Carine sonrió, agradecida. Quizá no necesite usar ese veneno.


DRAMA X 2

Tenemos un empate en este puesto. Un momento de despedida, y otro de reencuentro. Y con las dos del ganado de Ariel fkjjkakja qué les pasa a ustedes para empatar a estas dos. A Linet no le gusta esto. A Carine si xddd


La despedida de Ariel y Carine en Berbard

—¿Se siente bien, princesa? Escuché que estaba indispuesta. Lamento no haber podido ir a verla, soy la anfitriona de todo esto, y como comprenderá es difícil desprenderme de todos mis deberes para dedicarle todo el tiempo que se merece.— Para contestar a eso Ariel abrió el cuadernillo y buscó una hoja en blanco, y con la mano temblorosa empezó a escribir.

"¿Tú molesta con mí?", se lo mostró de inmediato y la quedó mirando fijo para apreciar su reacción con esas palabras. Quería comprobar que sus sospechas eran ciertas.

—¿Qué? ¡Oh no! ¿Cómo puede pensar en algo así? —respondió sorprendida, hasta un poco asustada. ¿De qué? ¿De que se haya dado cuenta de la verdad?—. No, querida, no estoy molesta para nada —agregó mientras se acercaba a ella. Tal como solía hacerlo antes, se arrodilló frente a ella para poder hablarle mejor. Para poder estar más cerca y mirarla a los ojos—. Es solo que he tenido algunos inconvenientes, cosas mías, no quiero abrumarte con mis problemas. Tengo muchas cosas en las que pensar, eso me tiene un poco preocupada, pero es todo. No eres culpable de nada, y lamento que mi pésimo humor te haya hecho sentir incómoda —le dijo con culpa. Así que era eso, problemas de la nobleza y nada más. Quiso creerle, no le quedaba de otra. Para darle calma, Ariel acarició despacio su mejilla, no quería que ella se sienta culpable. Y ese gesto, aunque simple y quizá un poco tierno, ablandó a la duquesa de inmediato. La notó enrojecer y sonreír un poco. Carine notó la mano que acarició su mejilla y la besó despacio—. Perdóname por no dedicarte el tiempo que mereces, amor mío. A partir de ahora soy toda tuya —tragó saliva. Ay... no debió ir hasta allá a solas. Quizá eso no iba a terminar bien—. Calma, mi cielo —le dijo despacio al notar su repentino temor—. Nunca te he hecho daño, nunca lo haré. Quiero que sepas eso. También sé y he aceptado que amas a Linet. Admito que eso me entristece, ¿pero qué puedo hacer? En el corazón no se manda, eso lo sabemos bien tú y yo. Tú, porque has escogido amar a una mujer tan lejana a ti cuando tienes deberes que cumplir con un príncipe. Yo, porque entregué mi alma a una mujer que nunca sería mía, no solo porque se casaría con mi primo, sino porque puso el corazón en manos de otra. Así son las cosas entre tú y yo —la notó tan triste al decir eso que hasta sintió que se le rompía el corazón. Cada una de sus palabras eran ciertas, ella ni siquiera estaba segura que lo suyo con Linet terminaría bien. Las dos tenían amores prohibidos y sufrían por eso. A ella le dolía hacer sufrir a Carine, sentía tristeza de tener que partir esa noche y dejarla atrás para siempre. Pero quizá así era mejor, porque eso no las llevaría a nada ninguna de las dos. Carine amándola sin poder tenerla, ella anhelando su compañía sin poder darle amor. Parecía hasta un juego malvado que no quería jugar—. No vas a llorar, ¿verdad? Porque en cuanto lo haces siento que se me desgarra el alma —confesó Carine, y Ariel se esforzó por contenerse. Se restregó los ojos e intentó sonreír. Si esa era la última vez que iban a verse quería que al menos fueran felices un rato—. Así me gusta verte. Eres preciosa así. En realidad, lo eres todo el tiempo —admitió Carine, ella también sonreía en ese momento. Pero ya tenía que irse, era mejor volver a la habitación para no arruinar el plan. Al parecer Carine no sabía nada sobre lo que dijo Arnaud, y si lo sabía no le importaba, no había dejado de quererla y no la odiaba de pronto. Eso era suficiente, ya podía irse. Y que la recuerde así, sonriente y feliz con su compañía.

A modo de despedida, Ariel se acercó para darle un beso en la mejilla. Fue uno largo y tierno, ella nunca se había acercado a darle un beso a Carine, siempre fue la duquesa quien tomó la iniciativa. Pero cuando quiso apartarse, ella no la dejó. Antes le dijo que nunca haría nada que ella no quisiera, pero quizá siempre deseó eso y Carine lo intuyó. Cerró los ojos cuando sintió los labios de Carine sobre los suyos, acariciándolos despacio, como si los adorara. Un beso tímido al principio, uno que luego fue tan intenso que la hizo temblar. Cuando se separaron las dos tenían las mejillas rojas, y sus labios aún anhelaban más. Por un instante le pareció ver a Carine arrepentida, temerosa de su reacción. Pero Ariel se inclinó a darle otro beso, uno más suave y lento. Estuvieron así buen rato. Esa sí era la despedida.


El reencuentro de Ariel y Linet en el final

Decidió aparecerse al fin, quería verla mejor. Cuando Linet vio que algo, o alguien, tomaba forma frente a ella, se incorporó. Se quedó quieta solo observando al espíritu que flotaba ante ella, pero que tenía un cuerpo que ella podía sentir.

—¿Quién eres? —preguntó con la voz temblorosa—. ¿Acaso tienes algún mensaje para mí? Creí que los espíritus ya no aparecían, que ellos nos temen por...—se calló a sí misma, Ariel notó que hablaba solo de nervios—. ¿Quién eres?— No respondió los primeros segundos, esperó que la reconociera detrás del velo. Linet se puso de pie y se acercó. Miró a sus ojos detrás de la tela del velo. Vio sus cabellos, su silueta. Ahogó un grito y se llevó las manos a la boca. Los ojos se Linet se cristalizaron, notó que temblaba de emoción—. Ariel...—dijo, y al hablar los labios le temblaron.

—No sufras más, Linet. Porque yo siempre estaré contigo, no importa lo que pasé —le dijo con dulzura. Y Linet simplemente lloró. Ariel se apartó el velo para que la vea mejor, Linet llevó sus manos a sus mejillas y las acarició.

—Te siento, eres tú. En serio lo eres... este cuerpo es... eres...

—Un espíritu que ante ti se presenta —contestó.

—¿Se puede besar a un espíritu?

—Averígualo.— La retó. Antes de volver a sentir sus labios Ariel notó la sonrisa en su rostro. Ni siquiera ella sabía si eso era posible, hasta que la besó y nada más le importó.

Tenía un cuerpo que flotaba. La parte inferior podían ser piernas, o cola. Podía ser lo que ella quisiera. Y en ese momento quería ser la mujer que la amaría por la eternidad. Aun cuando fueran de mundos distintos. Ya lo fueron en el pasado igual. Del mar y la tierra. Ahora de lo físico y lo espiritual. No importaba, nunca importó. Algo las conectaba, una fuerza poderosa contra la que nadie pudo luchar. Ni los planes de los espíritus, ni una Bruja vengativa. Lo sentía en ese beso, la amaba.

Cuando se dio cuenta, Linet también estaba flotando. La había atraído hacia ella, y al abrir los ojos notó que Ariel la había elevado. Tuvo miedo de caerse y la abrazó. Sus mejillas se rozaron, luego las puntas de sus narices. Tenían los ojos cerrados, pero Ariel sabía que ella sonreía. Podrían amarse así, por más extraño que pareciera.

Iban a levantarse juntas, de la mano. Dejando atrás el miedo y todo lo que las detuvo antes. Algún día Linet se haría una con el todo, y ella estaría ahí para recibirla, para sentirla en su nueva existencia. Lucharían, porque ese podía ser un mundo de espíritus, pero el dolor y la injusticia eran reales. Eso Ariel lo sabía, pero también tenía claro que la libertad era algo que todos merecían, y nadie tenía que sufrir para obtenerla. Dedicaría su existencia a procurar que todas fueran libres. La libertad era real, la esperanza también. Tan real como el beso que las unía.


Qué momentos más distintos para este empate. Otra de mis escenas favoritas de toda la historia. Linet dando el discurso subversivo que da inicio a la rebelión. Ese día estaba con todos los feelings les cuento. Las mujeres en México salieron a marchar y a romper todo. Me la pasé viendo noticias al respecto aquel día, y también sufriendo con los comentarios tan malvados en Internet. Y así, con todo eso encima, escribí el capítulo.  

El siguiente momento es pues... LOL XD A Santhony no le gusta esto.


Discurso de Linet en la cueva y el inicio de la revolución de mujeres

Linet aún tenía la bandera roja en las manos, le dolían los brazos de tanto blandirla. Sentía las miradas de todas sobre ella. Fue quién las guio hasta ahí, por supuesto que todas esperaban que les dijera algo. La chica quitó la tela roja del mástil que sostenía y se lo alcanzó a Idit, esta lo partió en dos, encendió la punta de uno de los maderos y se lo alcanzó a ella. Estaba parada sobre una roca con una antorcha improvisada en una mano, y con la otra sostenía la tela roja de la bandera. Su vestido blanco era un desastre, pero aun llevaba la máscara que protegía su identidad. Alrededor todo era silencio total. La estaban esperando, y el corazón le latía acelerado lleno de temor y emoción. Ese era su momento. Espero mucho para llegar ahí. Tantos años de resistencia, de frustración, de callar y bajar la cabeza se acababan de pronto.

—Estoy cansada —dijo en voz alta—. Estoy harta de todo. Me cansé de soportar que me traten como si fuera un objeto que solo sirve cuando ellos lo desean.— En ese momento todas la miraron atentas, incluso vio que algunas asintieron aprobando sus palabras—. No voy a soportar ni un minuto más sin callarme, sin luchar en contra de esta sociedad que nos odia.

—¡Si! —gritaron varias a la vez, eso le dio la valentía para continuar.

—No somos pecadoras, no somo la semilla de la maldad, somos personas como ellos. ¡Y tenemos derecho a exigir que nos traten como personas dignas!— Más gritos de aprobación. Linet sentía la emoción llenándole el pecho, ya no podía callarse—. ¿Y qué esperan los hombres de Aucari que hagamos? ¿Qué vivamos sumisas, perfectas y sonriamos en sus fiestas para complacerlos? —preguntó mirando a las mujeres de la nobleza que estaban ahí—. ¿Quieren que nos quedemos calladas y tranquilas mientras nuestras hermanas trabajan día y noche como esclavas por unos miserables centavos? ¿Quieren que me ría mientras mis hermanas son tratadas como basura? ¿Acaso vamos a cerrar los ojos como si nada pasara?

—¡No! —respondieron enérgicas las nobles. Ya las tenía.

—¡Claro que no! Yo ya me cansé de resistir, se les acabó la fiesta. Ya nunca más vamos a permitir que pasen sobre nosotras. Han vivido muchos años cómodos con nuestro silencio, pero eso se terminó. ¡A partir de este momento ningún hombre en Aucari dejará de escucharnos!— Todas estallaron en gritos de aprobación, alzaron el puño. Y ella hizo lo mismo, levantó la bandera roja que llevaba en la mano—. Esto —dijo mostrando su bandera —será el símbolo de lucha. Roja como la sangre de nuestras hermanas que han derramado sin piedad. Lo haremos por ellas. Por las que se fueron, por nosotras, por las que vendrán. Para que las niñas de Aucari no tengan que pasar por esto, lucharemos por todas. Y no vamos a pedir por favor, ¡vamos a exigirlo! ¡Vamos a destruir todas las cadenas que nos pusieron y vamos a romper lo que sea necesario! ¡Nos van a tener miedo! Van a decir muchas cosas de nosotras. Dirán que somos malvadas, que somos brujas, que merecemos la muerte y el dolor por desobedecerlos, pero eso no nos va a detener. ¿Saben por qué? ¡Porque sabemos que estamos del lado correcto! Luz eterna nos creo a todos iguales, no hizo a los hombres superiores a nosotras para que nos sometieran a su voluntad, eso no es verdad y no vamos a aceptar ningún castigo más. Vamos a levantar el rostro, los vamos a mirar a los ojos. Y entonces ellos verán que ya no les tenemos miedo, porque estaremos juntas.

—¡Si! ¡Juntas! —gritaban eufóricas. Ella levantaba la bandera roja con el puño. Temblaba, sí, pero de emoción.

—Y esto no es odio, hermanas. Es justicia, es dignidad. Es amor a la libertad, a nosotras mismas.

—¡Por justicia y dignidad! —gritó Idit y las demás la imitaron.

—Vamos a honrar a nuestras caídas, vamos a protegernos entre nosotras, y vamos a darle a las niñas un futuro hermoso. Muchas han muerto, es cierto. Y sí, guardaremos un minuto de silencio por ellas. Pero no nos vamos a quedar lamentándonos sin hacer nada. Será una vida de resistencia —dijo repitiendo las palabras que usaron las brujas de Mourne al ser asesinadas aquel día. Aquello que tanto la marcó—. Sé que tienen miedo, lo entiendo. Yo también lo tenía, pero ya no me importa. Porque lucharé por ustedes y para ustedes, las guiaré a la victoria. Juntas venceremos, juntas lograremos lo que sea. A partir de este momento todo va a cambiar, y las necesito a todas. Solo unidas vamos a ganar, es la única forma. Ustedes ya no son solo mis compañeras, no somos unas simples fugitivas. Son mis hermanas. Por eso les pregunto ahora, hermanas. ¿Están conmigo? ¿Lo estarán hasta el final sin importar lo que pase?

—¡Si! ¡Si! —gritaron todas levantando el puño.

—¡Por justicia y dignidad! —gritó la baronesa de Ferret.

—¡Por nuestras hermanas muertas! —gritó otra mujer.

—¡Una vida de resistencia! —gritó fuerte Linet.

—¡Una vida de resistencia! —repitieron todas. Y desde ese día todo cambió. Cuando el rey ordenó que cargaran contra ellas pensó que acabaría con unas cuantas revoltosas, pero terminó por unirlas. Él mismo sembró la semilla de su ruina. Y ese día, protegidas dentro de una cueva sagrada de Madre de la tierra, con los rayos de Padre del cielo apartando a sus captores de ellas, empezó la revolución. Pronto la bandera roja y blanca recorrería el país. Ese día juraron que todo iba a cambiar para siempre.


Momento Lizardo le parte el cráneo a Santhony para que huya la muchachada xdxdxd

Lo supo en cuanto su sonrisa de satisfacción desapareció. Se quedó quieto y los miró incrédulo. Frunció el ceño. Y si, ya lo sabía. También el dragón despertó, Linet lo notó. La criatura abrió los ojos y se incorporó despacio, caminó hasta llegar al lado del hechicero. Estaba paralizada y convencida de que estaban perdidos. El hechicero ya lo sabía todo, y claro que iba a tomar represalias para salirse con la suya.

—Ustedes...— Fue lo único que salió de la boca de Santhony. Todo pasó rápido, las sirenas apenas si habían emergido y se disponían a empezar su canto, cuando el dragón atacó. Se quedó boquiabierta, porque esa criatura golpeó sin ninguna duda a su amo. Extendió las alas y le dio un golpe en la cabeza. Uno tan fuerte que lo tumbó al piso contra una roca. Linet soltó un grito de susto en cuanto lo vio caer, pero más aún cuando vio que por poco la pócima se destruye. Temió que Santhony se incorporara furioso, pero eso no pasó. El dragón había dejado al hechicero fuera del fuego. Los miró a todos, parecía muy seguro de sus acciones. Había escuchado de la inteligencia de los dragones, pero no imaginó que sería de esa manera. Con la misma ala que había golpeado a Santhony, empujó despacio la pócima, que rodó hasta dar con el pie de Abdel.

—¡Muévanse ya! —gritó Aurimar, y solo eso los hizo reaccionar.

—Mierda...—escuchó susurrar a Abdel, quién aún veía incrédulo toda la escena mientras sostenía la poción—. Ehhh... gracias... gracias, señor dragón... — Y para sorprenderla aún más, este negó con la cabeza.

—Creo que no le gusta ese nombre —murmuró Linet—. ¿Lizardo?— Y asintió, la criatura esa aprobó su nombre. Algo le decía que el muy desgraciado se estuvo haciendo el dormido todo el rato y escuchó su plan. Lo bueno fue que había decidido ayudarles, gracias a Luz eterna y todas las deidades de este mundo. Pero como ellos no reaccionaban y no salían de su asombro, el dragón rugió. Quería que se vayan, esa era la idea. Y solo entonces empezaron a correr hacia el bote. Ella tomó la mano de Ariel para ayudarla, mientras corrían la notó hacer un gesto de dolor, y también vio que intentaba contener las lágrimas. Había funcionado, casi de milagro cierto, pero estaban a salvo.


Dos de los momentos más feelings, ambos protagonizados por Ariel. Empoderamiento, y derrota :( Aún recuerdo los comentarios y amenazas de muerte en el penúltimo capítulo lol xddd de verdad qué fuerte con ustedes me dejaban livin en la sección de comentarios, amo <3


Ariel tomando el tridente, derrotando a su padre y a todos los fascistas de Aquaea asies

Pero no fue suficiente. Mientras los tritones de Atlantia se liberaban, y ellas aprovechaban ese alboroto para escapar también, su padre cumplió parte de su amenaza. Hirió a la abuela con el tridente para llegar hasta Aquaria. Su sangre se derramó, el tiburón blanco de Aquaria reaccionó. Sin que nadie pudiera evitarlo, este se arrojó sobre su padre para salvar a la reina sirena. Era fuerte, rápido, y lo tomó por sorpresa. Mordiendo el brazo que sostenía el tridente. El forcejeo no duró mucho tiempo, el enorme animal logró hacer que soltara el tridente. Y pronto los tritones de la guardia empezaron a defender a su rey atacando al tiburón. Fueron necesarios varios de ellos para apartarlo y detenerlo. Alrededor todo era un caos. Su abuela se desangraba, Aquaria la sostenía. Los prisioneros se liberaban y atacaban con fiereza. Ellas estaban libres. Y el tridente estaba en el suelo, abandonado.

Su padre lo recuperaría pronto, pondría orden y acabaría con todos. La lucha terminaría, el sacrificio sería en vano. Ariel no sabía qué hacer, no se sentía lo suficiente hábil para ayudar. Y tenía que hacerlo, alguien tenía que moverse.

"Tú puedes, Ariel", le dijo Liss. Notó donde estaba posada su mirada, y para su sorpresa, la apoyó. "Eres la más valiente, hazlo", agregó. Solo bastaron esas palabras para que saliera de su parálisis, nadó tan rápido como pudo hacia el tridente.

Apenas logró ver cuando su padre se incorporó para recuperar el tridente, así que se movió más rápido. Por un corto instante logró ver en los ojos del rey algo que jamás imaginó. Miedo. Y ya no pudo hacer más, porque Ariel cogió el tridente con ambas manos y sintió el poder correr a través de este. Por poco se le escapa, estuvo tentada a soltarlo. Porque pesaba, y todo su cuerpo vibraba por la energía. No iba a poder controlarlo, se lo podían arrancar de las manos en cualquier momento. Ni siquiera escuchaba lo que pasaba alrededor, todo parecía un inquietante vacío. La vista se le nublaba, sentía que iba a desvanecerse.

"No", le dijo una voz extraña. Una que no era Liss. "Estoy contigo. Tú eres fuerte. Eres valiosa. Eres una hija del mar." La voz calló, y ella abrió los ojos para ver todo más claro que nunca, para sentirse fuerte como jamás pensó que sería posible. Esa voz que la acompañó y le dio valor no era otra que la Diosa del mar.

El poder de la Diosa fluyó a través del tridente. De pronto ya no dolía, ni pesaba. Era parte de ella. El tridente brilló como nunca, y ella lo levantó. La energía se liberó, iluminando ese lado del océano, dejando claro que el poder era suyo y nadie iba a poder enfrentarla.

—Ríndanse —ordenó. Y por alguna razón le pareció escuchar su voz más fuerte y poderosa. Ni siquiera su padre fue capaz de atacarla, solo se quedó ahí, quieto y herido. Los demás tritones de Aquaea la miraban perplejos, y también molestos. Porque la hija menor del rey Tritón se había hecho con el tridente, y ahora los gobernaba a todos. No había más que hacer, ellos sabían lo que ese tridente podía hacer, y por eso soltaron las armas. Había acabado.


El final de Ariel como espuma de mar

Al alejarse de ellos vio a Erena esperándola. Nadó rápido hacia ella y la abrazó como siempre que se encontraban. Como cuando era una sirena pequeña que hablaba sin parar y ella soportaba en silencio. Ahí estaba Eri, como la madre que siempre espera. Erena le acariciaba los cabellos, la apretaba fuerte contra su pecho. Se separaron solo para mirarse a los ojos. No sabía qué decirle, Erena tampoco lo sabía. No había consuelo para ninguna.

—Eri...—murmuró cuando se dio cuenta. Arriba ya estaba amaneciendo, eso era seguro. Porque las puntas de sus dedos empezaron a desvanecerse. Estaba muriendo.

—Ariel... Ariel... no... espera...—se desesperó. Su cabello también empezaba a deshacerse.

—Te quiero, mi Eri —le dijo por última vez. Y Erena la sostuvo entre sus brazos. La sostuvo mientras se iba.

Sus últimos pensamientos fueron hacia la tierra. Recordó con cariño el sonido de la risa de Carine. O a Francis bailando con ella en la playa. Recordó a Abdel cuidándola con dedicación. La voz de Liss en su cabeza. A Linet. Sus besos, su sonrisa, sus caricias. La felicidad que fue amarla a pesar de todo.

Ya no había dolor. No sentía nada. Pronto dejó de ver. Era espuma de mar que estaba por irse. Espuma que se va, que se iba. Que se fue.


Abdelito bebé se coronó como el personaje masculino deconstruido y aliado favorito de la historia, y acá su momento de brillar xddd

La verdad no planeé escribir esa escena. Pensé en una charla super sencilla y rápida explicando la reproducción de las sirenas y tritones, pero en ese momento simplemente fluyó. 


—Ya veo —agregó Aurimar pensativa—. Supongo que nadie le ha explicado cómo se reproducen los humanos. Ni exactamente cuáles son sus genitales.

—Pues ella sabe que existen el pene y la vagina, pero nada más —le dijo Abdel—. Y no, nadie le ha explicado nada. Creo que podemos hacerlo ahora.

—Ehhh... no lo sé, no me parece que sea buena idea —les dijo Erena desconfiada.

—Yo creo que si —le dijo Aurimar—. Para que no piense cosas horribles que no son ciertas. Hermana, tu amada y ese príncipe no estaba haciendo nada malo, o eso creo. Es mejor que lo sepa, eso ayudará a aliviar su pena.— Erena lo meditó unos segundos. Si, Auri tenía razón. No le parecía la mejor idea del mundo hablarle de sexo humano a Ariel, ya una vez Abdel intentó enseñarle cómo tocar a una mujer para darle placer, pero no estaba segura de que ella entendiera mucho.

—Si, si. Es mejor que lo sepa todo —les dijo Abdel—. Por si a algún degenerado o degenerada se le ocurre pasar sus manos por donde no debe. Ella tiene que saber lo que está bien y lo que no. Lo sabía cuando era sirena, ¿por qué ahora no?— Erena asintió. En eso el hombre tenía razón.

—Ariel, yo lo único que sé es que para los humanos no es sexo abrazarse unos a otros, ellos no sienten placer por frotan sus vientres. Ellos lo hacen de otra forma. Y creo que eso te lo tiene que explicar Abdel, yo sé de qué va, pero no lo entiendo del todo.— Ariel asintió, miró con curiosidad al hombre y se apoyó para subir y sentarse sobre una roca. Erena ya hasta empezaba a temer en qué iba a terminar eso.

—¿Eh? ¿Por qué yo?

—Porque eres el único humano aquí —le contestó Aurimar—. Y ya lo dijiste, Ariel necesita saber.

—Ehhh... Bueno... Es... Veamos...—lo notó un poco nervioso. Se quedó en silencio varios segundos, como buscando las palabras adecuadas para Ariel—. Nuestros genitales son el pene y la vagina.— Fue lo primero que dijo, y Ariel hizo un gesto de desagrado—. Si, querida. Cuando le tocaste el pene al príncipe ese en realidad fue bastante sucio. Cuenta como abuso sexual. Como sea, esos son nuestros genitales. Sentimos placer cuando los tocan de ciertas formas, o cuando nosotros mismos lo tocamos. Para que dos personas tengan sexo tienen que... ummmm... desnudarse claro, no deben tener ropa, al menos en esas partes —Ariel asintió, no le estaba gustando esa explicación, pero parecía entenderla—. Entonces viene "esa parte", la más importante. El pene se mete dentro de la vagina y listo, eso es.— Ariel seguía sin entender, así que Abdel tuvo que ser más gráfico. Con una mano le mostró solo el dedo más grande, y usó la otra mano para formar un pequeño círculo con dos dedos—. Este es el pene y esta la vagina. Normalmente el pene está dormido, como cuando se lo tocaste al príncipe. Pero cuando los humanos tenemos sexo, el pene se levanta y se pone duro como un palo —Ariel se llevó una mano a la boca, estaba asqueada e intrigada—, y entonces se mete despacio dentro de la vagina de la mujer, así —metió el dedo ese entre el círculo que formó con los otros dedos—. Y lo tenemos que hacer varias veces, así —dijo mientras repetía ese movimiento—. Entonces la mujer queda embarazada. Ese es nuestro sexo.— Cuando Abdel terminó de contar, Aurimar no pudo contener la carcajada. El gesto de asco de Ariel era irrisorio, parecía hasta que fuera a vomitar—. Es más entretenido cuando lo haces, créeme.

—¿Ves, Ariel? El sexo entre humanos es diferente, definitivamente lo que viste entre Linet y Francis no fue nada parecido, ¿verdad? —le dijo Erena y Ariel asintió—. ¿Eso te hace sentir más tranquila?— La chica asintió nuevamente, pero notó un cambio en su actitud. Por supuesto que estaba mucho mejor, se le habían aclarado muchas dudas. Había sido un malentendido, nada más.

—Pues si, eso es lo básico. Ahora te diré cosas que debes saber para sobrevivir entre los humanos y su increíble capacidad para tener sexo como sea —le dijo Abdel. Carraspeó la garganta y empezó—. Regla uno. Nunca dejes que nadie te toque allá abajo si no quieres. A menos que sea Linet si es lo que deseas, o la duquesa si se te antoja —Ariel asintió, parecía que se lo tomaba muy en serio—. Regla dos. No le toques el pene o la vagina a nadie sin su permiso. Solo si Linet te lo pide, en todo caso. Regla tres. Nunca dejes que nadie te obligue a tocarlo si no quieres. Si alguien hace eso, o intenta tocarte a la fuerza, es algo terrible y repudiable. Tienes que avisarme de inmediato, así yo iré a partirle la puta cara a cualquiera que se atreva a meterse con mi sirena favorita ¿estamos?— Ariel asintió, pero la notó sonreír de lado. Quizá Abdel se estaba poniendo muy paternal con ella. Erena solo le pidió que la vigilara y cuidara que no se meta en problemas, pero el hombre estaba con ella casi todo el tiempo. La consolaba, la cuidaba, le aconsejaba. La quería quizá. Claro que era su sirena favorita. Ni a ella la había llamado así jamás.


Lo que el pueblo quería, y Luz eterna cumplió. Gracias suprema madre creadora por devolvernos a Ariel más powerful que nunca <3


Existía. De alguna forma sabía que ella era parte de un todo. Agua. Sal. Marea. Olas. Algas. Arena. Sabía otras cosas, como que alguna vez existió de otra forma, pero realmente no podía recordarlo. Solo sabía que existía y que todo la rodeaba, pero a la vez ella era todo y en todas partes estaba. Estaban todas juntas. Las que se fueron antes que ella, los que vivieron a su lado hace mucho también. A veces sentía algo más cálido y suave en su extraña existencia, y sabía así que antes, cuando vivió de otra manera, conoció a la otra presencia que pasaba por su lado. Eso era todo. Existir, ir y venir. Pero ahí no había dolor, ni miedo, ni nada. Ni tiempo quizá.

Tiempo. Nunca había pensado en eso, al menos no desde que existía de esa forma. Y de pronto descubrió otra cosa. Pensaba. Antes solo sabía cosas y sentía, pero no más. En ese momento sabía que existía el tiempo, podía reflexionar sobre eso. Y entonces no solo sintió. Vio. Empezó a ver cosas. Fue consciente del mundo que la rodeaba, del agua, del mar.

Ariel. Así se llamaba ella. Al mirar hacia abajo, Ariel vio sus manos. Sintió su cuerpo, notó que era ella otra vez, una sirena. Pero no se sentía igual que antes, no sabría definir exactamente qué fue lo que cambió. Y tan pronto como fue consciente de que existía, que pensaba y de su verdadero ser, empezó a recordar. Muchas cosas acudieron a su mente, toda una vida. Recordó que justo antes de quedar en ese estado estuvo en los brazos de Erena o, mejor dicho, que entre sus brazos se hizo espuma de mar. Pero esa espuma que fue parte del océano hasta hace poco se había vuelto a juntar. Había recuperado su forma original sin entender bien cómo.


Porque tú lo elegiste, he aquí el momento favorito de la historia. Cuando al fin después de tanto temor, timidez y huir, Ariel y Linet se encuentran frente a frente. La genial @mar_espinoza ilustró ese instante, más abajo les dejaré el dibujo completo <3 


—¿Por qué me haces esto? —soltó apenas ella detuvo su canto—. Me llamas y después te vas, ¿es un juego para ti? ¿Te diviertes conmigo? —preguntó con molestia.

—No... —respondió Ariel. Desde la conversación que tuvieron hace varias noches que no hablaba, así que quizá ese era un buen comienzo.

—¿Entonces por qué? No te entiendo, debe haber una razón. No me hablas, no me dejas verte. ¿Por qué haces eso?

—Tengo miedo —admitió la sirena.

—¿A qué le temes?— No respondió por varios segundos, pero ella le dio un poco de tiempo en silencio para que pueda responder.

—Yo no quiero que me veas y te decepciones —le dijo—. Tengo miedo de que cuando me veas no te guste, que no me veas cómo yo a ti.

—¿Y cómo es que me ves?

—Hermosa. La mujer humana más bella del cielo, el mar y la tierra —Linet sintió que enrojecía con esas palabras. Aunque lo sospechó todos esos días, ya estaba segura. Le gustaba a Ariel, y con "gustar" se refería a atracción física—. Yo te veo todos los días y tengo miedo que cuando me conozcas dejes de venir aquí.

—Te lo dije el otro día, ¿recuerdas? No lo sabrás si no lo pruebas. Déjame verte.— Otra vez Ariel se quedó en silencio, Linet estaba ansiosa. ¿Será que se dejaría ver o huiría como siempre?

—Si me presento, ¿me prometes que no vas a gritar ni asustarte?

—Te lo juro.— Aunque la verdad no sabía si podría cumplirlo. Las leyendas decían que las sirenas eran hermosas, ¿y si no era cierto? ¿Y si ante ella aparecía un ser con aspecto horrible? El corazón empezó a latirle acelerado. Estaba nerviosa, ansiosa, al borde de pegar un grito y asustar a Ariel. La sirena se sumergió en el agua y nadó hasta llegar a ella. A pesar de la oscuridad podía ver su silueta debajo del mar. La cola, los cabellos rojos, su cuerpo humano de la cintura para arriba. Segundos después asomó tímidamente su rostro y luego su cuerpo hasta la cintura. Ahí estaba al fin frente a ella, Ariel la sirena. Y era hermosa. Rehuía su mirada, parecía hasta avergonzada. Pero Linet no podía apartar los ojos de ella, de su cabellos, su rostro precioso. Y ese cuerpo, al menos la parte superior, que era una tentación. Linet había enrojecido, y ni el agua fría le bajaba la calentura. Intentó acercarse a ella, pero Ariel dio un respingo y retrocedió un poco.

—No... —dijo despacio, y por primera vez levantó la mirada. Se miraron de frente, por primera vez vio esos ojos verdes tan hermosos. Lindos sí, pero no tanto como su mirada. Casi se le escapa un suspiro, se sentía como en un sueño.

—Tranquila, no te voy a hacer daño —le dijo mientras se miraban, y eso pareció calmarla un poco.

—¿Y bien? —preguntó la sirena con timidez.

—Eres muy linda, Ariel. ¿Por qué tenías miedo?


Ahora si, ilustración completa de Mar <3


Gracias por su participación en este top, todas estas cositas me ayudan para saber cómo percibieron cada escena, si gustó o no, y como puedo mejorarlas en futuras ediciones. Aún tenemos pendiente el especial de San Valentín y los extras, los iré publicando en los próximos días cuando regrese de mis vacaciones. 


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