Especial de San Valentín 2020

¡Hola a todo el mundo! Espero estén bien en sus países, por acá andamos en aislamiento obligatorio aunque pocos hacen caso, supongo que lo harán cuando se los carguen los milicos xddd en fin, que yo si estoy encerrada. Cuídense, quédense en casa si es necesario, y usen el HT #LivinElCorona para pasar el rato okno xddd 

En fin, que al fin pude darme un tiempo para escribir el especial que les debo desde Febrero xD Espero lo disfruten. La idea nació de un reto para un concurso, donde tenía que poner a mis personajes en una situación y trama opuesta. Espero les guste <3

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Definitivamente no era un buen día para nadie. A pesar del descanso médico que le recomendaron, ella tenía cosas que hacer y no había forma de que se quedara quieta. A pocos días de partir en aquella misión las cosas en la base central parecían ir patas arriba a causa de una injusta directiva del capitán asignado. Ariel no podía decir mucho, lo cual era en verdad frustrante. Como experta en idiomas e interprete oficial del proyecto DAN, una faringitis era de lo menos oportuna. Al menos tenía que guardar silencio durante ese día para no empeorar su salud, pero alrededor de ella lo que jamás iba a encontrar era calma. Nadie podía dejar de discutir, y lo peor era que ella estaba metida hasta el cuello en todo ese asunto.

—¿Quién se ha creído ese estúpido que es? —preguntó Linet. Estaba furiosa en realidad.

—Tierra llamando a Linet, es el capitán —contestó Abdel despreocupado. El piloto estaba sentado a un lado de la sala mientras revisaba algo en su tablet. Ariel miraba a la chica, la llamaba con la mirada. Quería siquiera pedirle que se calme, que nada iba a ganar poniéndose así. Ariel tampoco se sentía bien, todo eso era muy frustrante para ella. Se había preparado mucho para la misión, y todo eso se había arruinado de pronto.

—No me interesa. ¿No ha revisado el calendario y no se dio cuenta el año en que estamos? ¿Qué es el tipo? ¿Un pitecrantropus erectus? Maldito cavernícola —continuó Linet.

—Podrías empezar por calmarte —le pidió Erena. La muchacha de cabello negro estaba sentada al lado de Abdel, por su postura y actitud no parecía muy interesada. Pero Ariel, que la conocía de toda la vida, sabía que en realidad solo intentaba ocultar su angustia—. Escucha, Linet. Tienen un problema grande, y no lo vas a resolver poniéndote a gritar. Hay que pensar en la solución.

—Por supuesto —dijo Linet intentando controlarse.

Linet era su novia desde el programa de entrenamiento para el proyecto DAN. Fue amor a primera vista, o al menos eso pensaba Ariel. Desde que vio sus cabellos dorados se enamoró de ella, y Linet pronto cayó rendida en su encanto. La relación no era del todo un secreto, muchas personas lo sabían. Abdel y Erena por ejemplo. Ariel también sabía que varias personas de la tripulación eran como ellas y no se hacían problema con una relación homosexual.

Para su mala suerte el capitán no era de ese tipo. Emmanuel era alguien bastante intransigente, recto, y algo anticuado. Porque cuando las vio besándose les dijo cosas horribles. Lo peor de todo era que se atrevió a prohibirles la entrada a la nave debido a sus "actos impúdicos". Maldito idiota. Ariel también estaba enojada, no podía creer que a esas alturas de la vida la gente siga pensando como ese cavernícola. No iban a quedarse con los brazos cruzados, el capitán Emmanuel no iba a detenerlas.

—Muchachas, la cuestión es simple. Ustedes se han preparado por meses, el capitán no puede echarlas y ya —les dijo Abdel.

—Claro que puede prescindir de dos personas, hay reemplazos —agregó Erena—. Justo por eso lo hace.

—Puede prohibirnos subir a la nave —continuó Linet—. Total, somos solo dos personas. Pero eso no lo vamos a permitir. No somos las únicas, y vamos a tener que obligar al cavernícola a evolucionar. Iremos a habitar Marte, ¿y en serio eso es lo que quieren? ¿Homofobia? ¿Empezar un nuevo mundo con algo tan horroroso? Miren, esto ya no se trata de Ariel y de mí, se trata de todos y todas. No podemos permitir que ese capitán quiera tratarnos como gente de segunda solo por amar diferente.— Ariel sabía que era una situación seria, en ese momento se estaba jugando la participación en el programa espacial, pero no pudo evitar suspirar al ver a Linet expresando sus ideas. Si bien su belleza la atrajo, fue su valentía y su forma de pensar lo que la enamoró. Amaba escucharla hablar, y siempre escribía discursos que Linet se encargaba de transmitir. En ese momento le provocaron ganas de besarla, pero iba a tener que aguantarse. Se acomodó la mascarilla, y aunque no podía tocar sus labios, igual se inclinó a su rostro e hizo el ademán de besarla. Linet estuvo sorprendida al inicio, pero luego sonrió encantada.

—Ustedes me van a matar de diabetes con tanto amor azucarado —les advirtió Abdel, y todas acabaron riendo como para relajar el ambiente.

—Lo tengo —dijo de pronto Linet—. Besos. Vamos a combatir al cavernícola con esto. Se ha puesto estúpido solo con dos personas, pero no podrá con todos los demás. Somos varios, más de lo que cree. Y si quiere que esa nave despegue, va a tener que aceptarnos a todos. A ver si se atreve a echar a media tripulación cuando ya no queda nada para la fecha de salida.— Ariel sonrió. Le alegraba saber que le dio la idea que podría ayudarlas.

—Claro, eso suena bien —les dijo Erena—. Cuando vea que son mayoría, se tendrá que aguantar. Me ofrezco para un beso lésbico, iré por Aurimar.

—Oye, ¿a ti qué te pasa? —le reclamó Abdel.

—Tú deberías hacer lo mismo. Ve por Francis, apuesto que solo lo hará para colaborar.— Volvieron a reír. Linet y Ariel se miraron de lado. Había formas violentas de enfrentar a los tipos como Emmanuel, pero esa primera fase no sonaba mal.


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La idea nació en ese momento de broma, pero Linet ya la tenía clara y empezó a correr la voy por ahí. El homofóbico de Emmanuel no se iba a salir con la suya, así que, para la tarde del día de San Valentín, pocos antes de la fecha programada para el despegue harían un plantón sin violencia para demostrar que no estaban solas, y si el tipo ese quería echar a dos mujeres por lesbianas, entonces se iba a joder y mucho porque media tripulación seleccionada estaba en las mismas.

—Meh, ya sabes que soy partidaria de la violencia en cualquier forma de expresión —comentó su amiga Idit mientras almorzaban en el comedor de la base central—. Pero considerando como van las cosas quizá esta es la única forma.

—De hecho, no creo que sea la única —contestó al tiempo que dejaba a un lado su plato con ensalada—. Igual elevé un informe ante la presidenta del consejo para que evalúe el caso.

—Ah... eso está mucho mejor —contestó Idit sonriendo de lado. La presidenta del consejo, Mirella, era una mujer práctica y de pocas palabras. No solo eso, pues además de ser muy eficiente, había demostrado ser de mente abierta y apostaba por un futuro sin los prejuicios que por tanto tiempo limitaron a la humanidad, separándolos y convirtiéndolos en ciudadanos de segunda categoría. Linet estaba completamente segura que la presidente Mirella no estaría nada contenta con el accionar de Emmanuel, y en el caso de él sí había un segundo al mando que podría ser el nuevo capitán en caso este insistiera en continuar actuando como energúmeno. Francis.

—En realidad la idea fue de Ariel —dijo. Notó como de pronto hasta su tono de voz cambió. Llevaban unos meses juntas y nunca se había sentido tan feliz. La idea de viajar al espacio con ella y pasar el resto de su vida juntas le hacía mucha ilusión, por más apresurado que suene. No tendrían forma de distanciarse, después de todo serían la primera generación en vivir fuera de la tierra, todos tenían que trabajar unidos. Por eso no era tan descabellado pensar que lo que tenían bien podría ser para siempre.

—Uhhh... cómo te ablanda esa chica —bromeó Idit.

—Sabes que si me ponía a hacer destrozos aquí a la presidenta no iba a gustarle nada, pero siempre estuvo dentro de mis opciones —le contó. Linet estaba acostumbrada a arreglar las cosas así, exigiéndolas. Nadie le había regalado nada, y así como luchó para que gente de bajos recursos como Idit tenga la oportunidad para entrar al programa DAN, por supuesto que iba a sacar las garras si el capitán Emmanuel insistía en no autorizar su partida. Ya se iba a enterar con quien se había metido.

—¿Y quiénes se han apuntado?

—Pues por ahora somos Ariel, yo, Erena, Aurimar. Abdel se está encargando de correr la voz, así que estoy segura que habrá más participación de la esperada.

—Si, quizá funcione. El tipo va a tener que aceptarlo, y si no lo hace la presidenta se lo ordenará. Si, si, todo saldrá bien —decía Idit animada, y ella esperaba que en verdad sea así.

—Bueno, vamos a dejar estas bandejas de una vez, tengo cosas que hacer en la base —le dijo Linet. Su amiga asintió y ambas se pusieron de pie. El día de San Valentín se celebrará ahí mismo, les habían dado ese espacio para poder tener un momento de confraternidad. Considerando que pasarían los próximos años en otro planeta la idea era que se llevaran de la mejor manera posible. Apenas se pusieron de pie y dieron unos pasos, cuando de pronto lo vieron atravesar la puerta principal acompañado de Eric. Francis lucía bastante apuesto en su traje de comandante. Era el segundo al mando de la nave y la misión, además era hijo de Emmanuel. Eso podría hacer desconfiar a cualquiera, pero Linet tenía muy claro que padre e hijo eran distintos, y que Francis no estaba para nada de acuerdo con las medidas del capitán.

—Teniente Linet.— Al verla de cerca el joven le sonrió. Desde que se unió al programa él se había mostrado muy amable con ella. Al principio pensó que quizá fue por conveniencia, después de todo ambos venían de familia privilegiada y a nadie le hubiera sorprendido que terminen emparejándose. Le gustaba, eso lo había notado. Pero él no había intentado nada más, no quiso incomodarla, y respetaba su relación con Ariel. Aunque a veces notara cierto aire de tristeza en él cuando las veía juntas—. Me alegra verte. A ti también, alférez Idit.

—Comandante Francis —contestó ella siguiendo los formalismos—. ¿Quería hablar conmigo?

—Si, justo para eso venía. Me imagino que ya sabe de qué se trata —asintió. Sobre el paro en el día de San Valentín, no podía ser otra cosa.

—¿Y bien?— Estaba preparada para escuchar cualquier cosa. De seguro que Francis apoyaría el paro, eran sus convicciones. Pero era un oficial después de todo, uno que tenía que velar por el cumplimiento de la misión y el orden. Quizá intentaría persuadirla para que se detenga.

—Hablé con mi padre sobre tu caso —continuó. A su lado, Idit escuchaba todo con atención. Igual que Eric, quizá para él también era novedad—. Sabe que eres un elemento valioso y no puede echarte, lo mismo con la lingüista Ariel. No va a sacar a ninguna de las dos de la misión, y bueno, hará de la vista gorda con la relación que tienen. Lo he convencido de llevar la fiesta en paz, y me parece que la presidenta le dio una llamada también. No creo que tengas mucho de que preocuparte.

—Oh... eso es muy bueno —sonrió. Un problema menos, al parecer ya todo había llegado a una solución. Una solución para ella y Ariel, y además algo temporal. Nada la garantizaba que Emmanuel no iba a encolerizarse en plena misión, que las limite o intenta dañarlas. O como dijo Francis, que se haga de la vista gorda con ellas, pero no con los demás. No era justo para nadie, y la misión de pronto había cambiado. No podía detener el paro, y además tendrían un nuevo objetivo. Sacar a Emmanuel. Esa sería la única solución para todos—. Eres un buen tipo, ¿sabes? Serías perfecto como nuestro capitán —le dijo a Francis. Este arqueó una ceja, parecía confundido de pronto.

—¿Qué quieres decir?

—Agradezco mucho tu apoyo, pero las cosas no se van a quedar así. No voy a descansar hasta que retiren a Emmanuel.

—¿Eso significa que vamos a radicalizar la protesta? Genial —dijo Idit animada—. Cuenta conmigo, llamaré a la prensa.

—Si... debí adivinar que dirías algo como eso —concluyó Francis luego de soltar un hondo suspiro.

—Esto no pinta para nada bien —comentó Eric por lo bajo.

—Debiste sospechar que con la actitud nefasta de tu padre algo como esto sucedería tarde o temprano —le dijo ella con sinceridad, y este asintió.

—Siendo sincero, no esperaba menos de ti.— Lo que Linet acababa de decir significaba problemas para todos, y Francis lo sabía. Aun así sonrió de lado para darle su apoyo—. Cuenta conmigo.

—Gracias —contestó ella correspondiendo la sonrisa. Linet tampoco esperaba otra cosa de Francis.


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—Es nuestro deber informarte que nos uniremos al acto de protesta —dijeron ambos a la vez. Ariel los miró, y se sintió algo tonta por no haberse dado cuenta antes. Silvyn y Dror se tomaron de la mano, Dror además besó el dorso de la mano izquierda de Silvyn. Los alféreces entraron junto con ella al programa especial, y tan distraída estuvo en su romance con Linet que apenas se dio cuenta que esos dos estaban juntos.

—Gracias —contestó Ariel. Al fin podía hablar un poco, el dolor de garganta estaba cediendo.

—Ay, cariño. Qué horrible suenas, con tu voz tan hermosa que es —comentó Silvyn—. ¿Qué virus te tocó?

—Farangitis, algo así.

—Pues te hubieras quedado en aislamiento, no vaya a ser la corona esa —continuó Silvyn—. ¿No fue esa la enfermedad que mató a todos los boomer de la tierra? O sea, tampoco queremos que la faringitis mate al futuro de este mundo.

—Idiota.— Dror le dio un manotazo. Y pensar que hace un instante no más andaban de lo más tiernos—. No te metas con los boomer, que mi abuelo murió encerrado en su casa de Normandía por culpa de esa porquería del coronavirus.

—Y ni hablar de los inconscientes de mierda que salían cuando el gobierno decía que se quedara en casa. O sea, real te digo, yo ni cinco años tenía y ya veía la estupidez humana en su máximo apogeo.

—Hablando de cuarentena, ¿qué haces afuera tú? —le reclamó Dror.

—Ya estoy mejor. No pasa nada, solo se me complicó un poco y ahora mismo prefiero no hablar mucho. Para mañana estaré mucho mejor.

—En fin, la cuestión es que participaremos en la protesta —continuó Silvyn—. Ya nos verás ahí. Vamos a salir del closet, protestar y celebrar San Valentín a la vez. Qué golazo —dijo muy animada. Ariel acabó contagiándose por esa alegría también.

—Gracias, chicos. Ya nos veremos.— Ambos se despidieron de ella. Caminaron animados a un lado, Ariel miró en su tablet algunos textos que le entregaron para traducir, tenía trabajo el resto de la tarde. Andando así fue que se distrajo y chocó con alguien, por poco se le cae la tablet al piso si no fuera porque la otra persona reaccionó a tiempo.

Ariel la vio directo y de inmediato empezó a enrojecer. La teniente comandante Carine Berbard estaba frente a ella, junto a ella, sosteniéndola para que no se cayera. La mujer le sonrió, y Ariel no perdió el tiempo en separarse. Linet se iba a molestar.

Amaba a Linet, eso era innegable. Pero Carine la rodeaba constantemente, le coqueteaba, procuraba estar cerca de ella casi todo el tiempo. En más de una ocasión habían quedado en una situación comprometedora, y más de una vez Ariel se había permitido fantasear con dejar que la bese. Le gustaba, y temía que eso cause problemas a futuro. A Linet no le agradaba, ya la había encarado para decirle que se aleje de su novia, pero a Carine eso no parecía importarle mucho.

—Ariel —dijo risueña—, de la que te salvé.

—Gracias —murmuró y se apartó un poco—. Disculpa, tengo cosas que hacer —carraspeó la garganta, aún le dolía un poco.

—¿Estás bien, cielo? Deberías descansar y dejar de trabajar tanto.

—No, estoy bien, no te preocupes —dio un paso hacia atrás, pero Carine no parecía sentir deseos de dejarla ir.

—Supe lo que pasó contigo y la teniente Linet —comentó relajada—. Vaya estupidez que ha hecho Emmanuel con ustedes, ¿eh? Ese tipo no merece perdón.

—¿Y has escuchado de lo otro?

—Oh si, la protesta. Pues suerte con eso, van a hacer a enojar a Emmanuel hasta límites insospechados.

—¿Puedes participar? Eres alguien de mando alto, me gustaría que estuvieras ahí —la animó. Además, se sintió segura de que si se lo pedía ella iba a aceptar sin dudarlo.

—Si, bueno, tenía entendido que se trata de besos homosexuales. No tengo ninguna chica a la que besar, pero si me estás invitando...

—¿Qué?— Carine la miró sugerente. Se acercó un poco más a ella, Ariel se quedó paralizada.

—A menos que me estés ofreciendo tus labios para besar en la protesta.— La pelirroja tragó saliva. Carine acortó la distancia entre ambas, sus rostros estaban muy próximos. Las yemas de los dedos de Carine acariciaron su boca con suavidad. La notó lamerse el labio inferior—. Me encanta imaginar lo glorioso que sería besarte...—murmuró. Ariel hizo un gran esfuerzo para apartarse de ella, porque la tentación era cada vez más grande.

—Yo no... no creo que sea una buena idea —murmuró. Se apartó todo lo que pudo, hasta que su espalda chocó contra la pared del pasillo metálico. Carine sonrió de lado, pero no se rindió. Se acercó de nuevo, Ariel se quedó paralizada. En serio creyó que ella iba a arrinconarla y besarla, pero solo le dejó un tierno beso en la mejilla.

—No te preocupes, Ariel. Ya habrá un tiempo para nosotras. Espero que les vaya bien en esa protesta, ahí estaré.— Carine se despidió de ella, la miraba sonriente. Y Ariel la vio irse con las mejillas rojas y el corazón acelerado. No dudaba que ya habría tiempo para ellas, pero hasta tenía miedo de pensar en eso.


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—Nos falta mucho —comentó Abdel pensativo mientras miraba la lista de quienes se habían apuntado a la protesta. Erena frunció el ceño, a ella eso no le parecía.

—Pues yo veo una lista bastante larga, ¿de qué vas?

—De la estrategia, cariño. La idea acá es tener a las cabezas. Está muy bien que los tripulantes y los alféreces se apunten, pero necesitamos a los peces gordos. A los jefes de unidades, ya sabes. Esa será la única forma en que esto funcione, cuando el capitán miserable que nos asignaron vea que nadie apoya sus estupideces de cavernícola pues no tendrá otra que ceder.

—O renunciar, ese es el nuevo objetivo de Linet —le dijo ella. Abdel se había tomado a pecho esa protesta que estaban organizando, por eso se esforzaba tanto. Y la tentadora presencia de Erena no ayudaba.

—Mejor, si conseguimos que todos los jefes nos apoyen entonces la comisión y la presidencia verán que no pueden poner a ese inepto al mando.

—¿Y en serio piensas que Francis está capacitado para dirigirnos hasta Marte?

—Por supuesto. Ahora mismo Francis es nuestra mejor opción.

—Bueno, si tú lo dices...— Erena se apartó un poco y acomodó sus cabellos. Habían salido al área de los jardines, y se refugiaron a la sombra de un árbol. Abdel estaba encantado con su presencia, no podía dejar de mirarla. Ni siquiera entendía las razones por las que su corazón había elegido a esa pequeña desgraciada que no hacía otra cosa que tratarlo con indiferencia y burlarse de él. O al menos eso era lo que intentaba aparentar, pues cuando estaban a solas ella era otra. Fuerte y dura para todos, pero con él suave y maravillosa. Abdel apartó los cabellos que caían sobre su rostro y se inclinó a besarla.

—Vamos a otro lado —le pidió él—. Me voy a volver loco aquí.

—Contrólate, no es el momento —fingió indiferencia. Abdel arqueó una ceja y segundos después la notó sonreír burlona—. Quiero decir, sé que te mueres por hacerlo aquí, pero...

—Ya sé, ya sé. No es correcto, hay cámaras por todos lados. No quiero que nos vean en acción, no después de lo que pasó la última vez.

—Mis pechos ya son bastante populares entre todos, Abdel. Ya más escándalo no podemos hacer.

—Lo siento... eso... eso fue mi culpa —dijo algo arrepentido, pero Erena sonrió de lado.

—No importa, Abdel. A mí también me gustó, aunque sea exhibicionista.— A él seguía sin gustarle esa situación, pero ellos mismos se la buscaron. Sabían bien que había cámaras por todos lados, y que estaba prohibido tener sexo en áreas de uso común. Aun así lo hicieron, y cuando salió la amonestación con la fotografía de ellos dos haciéndolo apenas les taparon el rostro, pero fue fácil para todos reconocerlos. Y si, todos en la tripulación conocían bastante bien los pechos suaves y bellos de Erena.

—Tenemos que ponernos en acción —continuó Abdel intentando guardar la compostura. Erena significaba una tentación constante, y en la soledad de ese jardín, no estaba seguro de poder resistirse—. Hablé con Ariel hace un rato, dijo que Carine estará presente, nos falta conseguir más gente.

—Eric irá porque Francis también. ¿A quién más se te ocurre que podemos convencer?

—Ehhh... bueno... no va a gustarte.— Erena frunció el ceño. Ya veía llegar la pelea.

—Ni se te ocurra.

—Sabes que es importante.

—Vaya, vaya. Los noto muy entretenidos —se quedaron paralizados. Ambos se miraron con auténtico terror un instante y de inmediato se separaron. Literalmente si pensabas en él tres veces seguidas era posible que apareciera de la nada como si hubiera sido invocado. Abdel y Erena se pusieron de pie, él estaba ahí mirándolos fijo. Mostró una sonrisa burlona, y pasada la sorpresa, los dos se pusieron firmes. El segundo comandante Santhony Dulrá estaba ahí, el mismo que los delató con las cámaras de seguridad y se encargó de exponer su falta delante de toda la base.

—Comandante —lo saludó él con respeto, o al menos intentando contenerse y no mandarlo al demonio. Ese tipo le tenía hambres. Si, en plural. Dos tipos de hambre. Hambre y ganas de joder su relación con Erena. Y hambre de su cuerpo suculento y hermoso, pero de eso no podía culparlo. Nadie en su sano juicio se le resistiría—. No esperábamos verlo por aquí.

—Claramente no, a ustedes les gusta estos lugares nada discretos. ¿Y en qué parte del asunto iban?

—No es de su incumbencia —contestó Erena muy insolente. Esa se iba a ganar una degradación en cualquier momento por cosas como esas.

—Oh, pobre, el estrés la consume —se burló Santhony—. Aunque no lo crean, he venido aquí por un asunto de vital importancia. O al menos lo es para ustedes. He escuchado lo que pasa.

—¿Y qué es eso exactamente? —preguntó él con precaución. Con ese tipo había que irse con cuidado, siempre parecía estar tramando algo, siempre se adelantaba a los hechos. Era como si les leyera la mente.

—Sobre aquella interesante protesta que están armando. Verán, Emmanuel ya está bastante irritado, el consejo ha desaprobado varias de sus medidas y solo buscan una excusa para deshacerse de él. La teniente Linet encontró la forma, y pues me gustaría prestarme para dar el golpe.

—Oh, eso está muy bien —le dijo él más animado. A su lado, Erena le dio un codazo con molestia. Aunque dijera que no, ella no podía evitar ponerse algo celosa cuando Santhony estaba muy cerca de él—. Era justo lo que necesitábamos, el apoyo de alguien de su rango.

—Si, eso lo sé —contestó relajado—. Por supuesto, el apoyo no les va a salir gratis.

—¿Qué es lo que quieres? —le cortó Erena. Se cruzó de brazos y lo miró desafiante, el desgraciado sonrió.

—Una pareja para besar en la protesta.— La respuesta lo dejó helado, era obvio lo que quería. Lo que siempre quiso en realidad, pareciera como si Santhony hubiera esperado el mejor momento para sacar las garras. Entonces lo miró fijo, la sonrió de lado y confirmó todo—. Ya sabes lo que tienes que hacer.

—Ni hablar —contestó de inmediato, ni siquiera lo pensó. Pero ese estaba muy idiota si pensaba que iba a ceder a su puto chantaje.

—Bueno —Santhony se encogió de hombros y dio dos pasos para atrás—, supongo que no me costará nada escribir un informe al consejo presidencial minimizando la situación, y hablando en nombre de todos los jefes de unidad a mi cargo para dar soporte a Emmanuel. Ah... qué sé yo. Hay cosas tan malvadas que podría hacer...

—Espera.— La que habló fue Erena. Intercambiaron una mirada, ambos tenían miedo. Sabían que Santhony era lo suficiente poderoso para hacer todo lo que lo que dijo, no podían darle la contra. ¿Pero en serio sería capaz de besarlo y quién sabe más solo por la causa de la manifestación? Lo detestaba, ni siquiera le gustaba un poco como para divertirse un rato, eso no le hacía nada de gracia. Y sin su apoyo todo se iría al traste, el esfuerzo de Linet, Ariel y las demás no serviría de nada. Apretó los puños, ¿acaso tenía otra alternativa? Maldita sea, pero ese miserable se las iba a pagar muy caro.

—Está bien, acepto —dijo de mala gana. Santhony sonrió ampliamente—. Nos veremos en San Valentín.

—Así me gusta, guapo —le guiñó un ojo, notó como Erena parecía a punto de golpearlo en cualquier momento. Y cuando al fin se fue el desgraciado pudieron respirar en paz.

—Ya lo resolveremos —aseguró Erena. Él la miró, tomó despacio su mentón y le dio un beso. Erena correspondió de inmediato, no solo eso, sino que se pegó más a él y lo besó de una forma que lo dejó sorprendido. Ella no solía hacer eso, esos arranques no los conocía.

—Me voy a encargar de él, no te preocupes —le prometió Abdel.

—Más de vale —amenazó medio en broma. Pero él sabía bien que si de alguna forma cedía a Santhony eso iba a significar un problema con Erena, algo grave que sería complicado de solucionar. Y no iba a perderla por culpa de ese cretino.


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El día de San Valentín había llegado y los tripulantes se habían encargado de dejar todo bien decorado. Globos, corazones, música romántica y dulces. Había parejas por todos lados, amigos conversando y gente muy animada. Esa celebración por San Valentín en realidad era el último día que tendrían de relajo antes de partir a la misión DAN a Marte. Un último día de confraternidad en la tierra donde procurarían pasarla bien. Y que además cerraría con un acto tan humano como una protesta, algo que no podía perderse así salieran del planeta. Linet sabía que en esa misión todo tendría que seguir un orden, que todos tenían rangos y procurarían respetarlos para asegurar el éxito de la misión. Pero eso no significaba que iban a callarse cuando las cosas no fueran correctas. Todos juntos iban a levantar la voz, y eso iba a dejarlo claro aquella tarde.

Estaban todos listos para empezar con la manifestación pacífica. Hasta la presidenta Mirella había aparecido, quizá ya estaba enterada de lo que iba a pasar. Solo faltaba que llegara el capitán Emmanuel para poder empezar tal como se tenía previsto. Y si al desgraciado no se le daba la gana de llegar igual lo iban a hacer.

Linet y Ariel estaban juntas. Sentadas una al lado de la otra, cerca de Erena y Abdel. Las dos tenían los dedos entrelazados, de rato en rato Ariel posaba la cabeza en su hombro y ella reprimía el deseo de besarla. Hace días que no lo hacía por culpa de esa faringitis, moría de ganas de hacerlo, y el momento estaba cerca. Pasó un brazo alrededor de su cintura y la pegó un poco más a su cuerpo. Ariel solo se giró a mirarla con una sonrisa y le dio un beso suave en la punta de la nariz. A veces ella se le antojaba tan hermosa y tierna que sentía no podía controlarse. Con ella sentía un irrefrenable deseo de besar, amar, tocar y sentir. La protesta tardaría buen rato, y ella ya estaba muerta de ansias por quedarse a solas con Ariel. La necesitaba.

—Miren —avisó Erena—. El momento ha llegado —se giraron con discreción. El capitán Emmanuel hizo su entrada acompañado de otros oficiales, como Francis, Eric, Carine y Santhony. Tenían el apoyo de todos y no había problemas por eso, se esperaba que de alguna forma ellos participen. Y aunque no era la primera vez que participaba en algún acto de protesta, Linet sabía bien que se la estaba jugando. Podría terminar enojando a alguien y eso la sacaría del programa. Lo cual acabaría también por separarla de Ariel.

¿Más bebida? —preguntó una voz robótica, un droide había pasado cerca.

—No, Lizardo. Déjalo así que nos vamos a poner nerviosos —le pidió Abdel. Ninguno de los droides tenía nombre en verdad, pero Abdel insistía en llamarlo así. Su serie era L1Z4R-D0, de ahí venía el nombre. Lo más raro era que, aunque el droide no haya sido configurado de esa forma, respondía bastante bien a las órdenes que se les daba bajo el nombre de Lizardo.

Efectivamente, teniente Abdel. Notó que sus signos vitales no se encuentran estables. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarlo?

—Bueno, eso es complicado y fuera de tu alcance. Pero en serio serías de gran ayuda si evitaras que Santhony me...

—Shhh... silencio, ya es hora —le cortó Erena. El droide se hizo a un lado, no sin antes recoger los vasos de bebida de Ariel y Linet. Ambas se miraron de lado y asintieron. Ya no podían retrasarlo más.

Ambas se pusieron de pie y empezaron a caminar hacia una especie de estrado. Linet sintió la atenta mirada de todas sobre ella, en especial las de la presidenta Mirella y el amargado capitán Emmanuel. A su lado, Francis le dedicó una sonrisa y con discreción le mostró el pulgar arriba. Vamos, no podía amilanarse. No había forma de dar marcha atrás, tenía el apoyo de todos. Y estaba segura que si le hubieran dado la espalda, de todas maneras se hubiera atrevido a ponerse ahí al frente y hacer su parte. Era lo que tenía que hacer porque, así como sabía que no podía quedarse quieta y esperar que le regalen las cosas, Linet también sabían que nadie iba a luchar por el mundo que quería si es que ella no luchaba también.

—Buenas tardes a todos —dijo por el amplificador de voz—. Estoy muy feliz de verlos, sobre todo hoy que es un día especial. San Valentín, el día del amor y la amistad. Todos nosotros fuimos escogidos para una importante misión de la que dependerá el futuro de la raza humana, y por eso es vital que permanezcamos unidos, que trabajemos unidos y que seamos uno solo.— Aplausos. La cosa había empezado bien—. Es cierto lo que nos han dicho todo este tiempo, somos la esperanza de un nuevo mundo. Un mundo que tiene que ser mejor que este, que deje atrás todo aquello que nos separó. Solo unidos en la diversidad es que saldremos adelante. No ocultándonos, no fingiendo ser lo que no somos. Y mucho menos sintiéndonos juzgados por amar. Sobre todo por eso, porque nadie escoge a quién amar, simplemente nacemos así y no es ningún pecado ni nada que castigar.— Más aplausos, sonrisas, rostros animados. Emmanuel estaba hirviendo en rabia—. Sé que por años nos han invisibilizado. Han pasado de largo de nosotras. Hemos sido un tabú, aquello que está mal y que hay que aceptar. Pues eso tiene que parar, y tiene que quedar clara una cosa. Todos somos seres humanos, todos somos capaces de amar y ser buenos, de dar lo mejor para los demás. Las personas que irán conmigo a la misión están capacitadas, y su sexualidad no les resta nada. Es por eso que les pedí que vinieran hoy, que dejen el temor atrás. Porque estamos aquí, capitán Emmnuel. Siempre lo hemos estado. Trabajando codo a codo para hacer que esta misión sea realidad. Estaremos a su lado los años que están por venir, y tiene que vernos. Tiene que darse cuenta que no somos fenómenos que se esconden. Somos reales, existimos, amamos. Y no nos vamos a ocultar nunca más.

Cuando Linet dejó de hablar, volvió el rostro hacia a Ariel. Ella la miraba llena de orgullo y emoción, sus ojos contenían las lágrimas. Sin más preámbulos, Ariel se inclinó hacia sus labios y la besó. Fue apenas un corto instante en el que reencontrar sus labios después de tantos días se le hizo lo más maravilloso del mundo.

—Te amo, Linet —le dijo con esa voz dulce que tanto adoraba—. Feliz día de San Valentín.

—Feliz día de San Valentín —contestó ella y volvieron a besarse. Lo hicieron sin temor ni vergüenza por largo rato. Esa fue la señal para todos.

Cuando Linet miró a un lado notó que varias parejas de gays, lesbianas, bisexuales y otras estaban besándose sin miedo. No solo ellos, hasta quienes no eran pareja se habían sumado a la protesta. Vio que Carine besó apenas unos segundos a una muchacha de ingeniería, lo suficiente para que quede claro del lado de quienes estaba. Y, para su sorpresa, Francis y Eric se dieron un beso corto que acabó por escandalizar a Emmanuel. No fue nada del otro mundo, apenas un leve roce que fue más que suficiente para que todos se enteraran que el primer comandante estaba con los manifestantes. Linet le agradeció internamente ese gesto, ni siquiera se lo pidió y aun así fue capaz de dar un paso más arriesgado para ayudar a la causa.

No muy lejos de ellos había cierto alboroto. El segundo comandante Santhony se había acercado a Abdel, y desde donde estaba Linet pudo darse cuenta de la tensión. Si bien era cierto que Abdel y Erena habían acordado que ella participaría besando a Aurimar, cosa que hizo hace un momento, la presencia de Santhony ahí no pintaba nada bien.

—Vamos, querido. No me hagas esperar —lo escuchó decir. Eso no le gustó para nada, entendía que era necesaria la participación de Santhony en esa protesta, pero a ella le pareció más que suficiente que estuviera ahí, no que le exija a Abdel nada.

—Bueno, yo...—Abdel estaba tenso. Y Erena se había separado de Aurimar solo para ponerse alerta e impedir lo que sea que estaba por pasar.

—Yo te diré lo que harás. Vendrás conmigo, cumplirás tu parte, y yo lo disfrutaré. ¿Estamos claros?

—Pues...— Fue rápido, apenas lo vieron llegar. El droide Lizardo pasaba por ahí con una bandeja metálica mientras recogía las sobras. Y justo cuando pasó detrás de Santhony fingió que lo golpeaba en la cabeza por accidente con la bandeja. El droide era bastante alto, enfrentarlo suponía un problema para cualquiera. Con un empujón hubiera bastado, pero ese golpe las dejó con la boca abierta. Literalmente acababa de pasarse bien por alto la primera ley de la robótica.

—Pero qué rayos...—dijo Abdel aún sorprendido. Y para evitar más escándalo, Aurimar y Erena cogieron al Santhony al borde del desmayo por el golpe, lo sentaron en uno de los sofás y asunto solucionado al menos de momento.

Él representaba un peligro para usted, piloto Abdel. Me vi obligado a intervenir —respondió Lizardo—. Que tenga un feliz día de San Valentín —agregó antes de continuar con sus labores y dirigirse a otro lado a recoger recipientes vacíos.

—Ah no pues... qué buen diseño —dijo Abdel aún sorprendido. Sin poder controlarse, Erena empezó a reír por lo bajo y Aurimar la imitó—. De la que me he librado, vaya...

—Ven acá —le dijo Erena al hombre. Y aunque la idea de esa tarde eran los besos gays, fue lindo verlos besarse en público con ternura.

Linet miró una vez más alrededor. Emmanuel estaba discutiendo con la presidenta Mirella. En realidad parecía ser esta quien lo ponía en su sitio, y como acto final, el hombre se quitó la placa que lo hacía capitán de la misión. La arrojó al piso en señal de renuncia y empezó a caminar fuera del salón, furioso. Ella sonrió, lo habían logrado. No solo eso, aquella tarde de San Valentín, la última en el planeta tierra, sus compañeros en la misión al fin parecían sentirse libres.

Miró una vez más a Ariel, ella le sonreía. Lo lograron sin violencia ni ponerse fuertes, pero estaba segura que cuando pase, igual estarían juntas y listas para enfrentar lo que sea. Le besó otra vez, no podía resistirse. Había muchas formas de protestar, pero con besos toda revolución sabía mucho mejor.


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Nos leemos pronto, a ver si ahora que estoy encerrada me da tiempo de escribir los extras para que se queden gagging <3 

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