35.- Entre el amor y el deber [Parte 2]
Oh, ¿por qué estás tan triste?
Hay lágrimas en tus ojos
Vamos, ven a mí ya
No te avergüences de llorar
déjame conocerte a fondo
porque yo también he visto el lado oculto
cuando la oscuridad cae sobre ti (*)
Liss no había hablado mucho durante el camino de regreso a casa, y Ariel no sabía si estaba dolida o solo muy triste. Porque mientras Francis le dijo todas esas cosas en el templo la princesa se mantuvo callada. La única vez que habló en su mente fue para decirle que estaba de acuerdo en ser solo amiga del príncipe, que podía escribirlo y darle ese mensaje a Francis. Luego intentó buscarle conversación, pero la princesa no habló para nada. Solo se estaba conteniendo, y eso a Ariel no le gustaba mucho.
"Liss, ¿estás bien?", insistió cuando llegaron al castillo. Se había quedado un momento a solas pues Carine se despidió diciendo que tenía asuntos que atender. Su retorno al palacio real era uno de esos asuntos, algo que a ninguna de las dos les hacía gracia pero que ya habían aceptado como un hecho.
"No lo sé", respondió Liss despacio.
"¿En qué piensas? ¿En el príncipe?", preguntó, a ver si así lograba sacarle algo.
"Estoy bien, Ariel. Muerta, pero bien", respondió seca.
"Pues no parece. Vamos, Liss. No te pongas así, no quiero que sufras. Puedo ayudarte".
"Tú nunca me cuentas las cosas que sientes por Linet, ¿por qué debería contarte lo que siento ahora por Francis?", contestó. Parecía algo irritada.
"Ahhh... buen punto", le dijo ella. Quizá no debería insistir, Liss tenía razón. Podían estar juntas todo el tiempo, compartían sus mentes también, pero eran personas diferentes que tenían pensamientos propios. Cosas íntimas de las que no hablaban, miedos, deseos, y otras cosas. Era mejor no insistir. "No te preocupes, Liss. Ya no te voy a molestar. Entiendo que no te guste esto..."
"¿Sabes lo que no me gusta, Ariel? Que al fin tengo que aceptar que estoy muerta", le dijo con amargura. "Fui muy tonta, creí que podría seguir viviendo gracias a ti. Finges ser yo, te ibas a casar con el príncipe... No sé, pensé que de alguna forma eso sería como estar viva. Pero ya sé que eso no se va a poder. Que me morí, ya no tengo una segunda oportunidad. Ya no soy nada", le dijo con la voz llena de tristeza. A Ariel también le dio pena eso, podía entenderla. Estaba condenada en ese collar. No estaba en el cielo con los demás humanos buenos. Estaba atada a ella y todo había salido mal.
"Lo siento...", murmuró ella sintiéndose culpable.
"No sientas nada, yo soy la tonta como siempre."
"Es que si no fuera por el collar..."
"Estúpido collar", la interrumpió. "Se suponía que era solo una reliquia, que nunca se tendría que usar, que estas cosas ya no pasaban."
"Entonces... ¿En realidad no sabías que iba a funcionar?", preguntó Ariel confundida.
"¡Claro que no! Si hubiera sabido que esto iba a pasar, ¿crees que me hubiera dejado el collar puesto en medio del naufragio?"
"Pues parecía que conocías bien cómo funcionaba y eso..."
"Lo sé porque me han contado leyendas. Ya te dije, el collar es una reliquia familiar, nosotros somos descendientes de las hadas de la luz de la isla sagrada de Issenis", explicó Liss. Ariel se aguantó las ganas de decirle que eso ya lo sabía, que se lo había repetido muchas veces. Lissaendra parecía siempre muy orgullosa de su ascendencia.
"Bueno, sí. Y que las hadas lo usaban para vivir muchos años incluso después de muertas, dijiste que por eso el alma se quedaba atrapada aquí, para que aconseje a la sucesora."
"Si, era para eso. Las hadas aceptaban ese sacrificio, el de servir a su sucesora por el bien de todos."
"Creí que las hadas eran inmortales."
"Lo son, pero también pueden morir. Si las hieren, si enferman con magia oscura, o si les hacen daño. No creo que sea algo que pase muy seguido, en realidad creo que dejaron de usar cosas como este collar desde que se encerraron en Isseniss. Antes salían mucho y se les veía por todos lados, pero ahora están tan lejos..."
"Si, Liss. Eso lo entiendo, ¿pero qué tiene que ver con nosotras? Ya estás dentro del collar, ya no podemos hacer nada. La magia se hizo cuando pasó lo del naufragio."
"Ariel, es que ni tú ni yo somos reinas hadas. Esto no tuvo que pasar. Y cuando ese hechicero del bosque te ayude a volver al mar ya no vas a necesitar mis consejos para hacerte pasar por mí, no será necesario. ¿Y qué va a pasar conmigo?"
"Ehhh... pues no sé", contestó Ariel. De pronto creyó entender la razón por la que Liss se sentía tan mal. Se había dado cuenta que todo eso de seguir viva fue solo una ilusión. Que pronto ella encontraría la solución a su problema, o quizá no. Ariel podía morir o volver al mar, y en ambos casos Lisseandra se quedaría en el collar. Sola, quizá para siempre.
"Ariel, quiero pedirte algo. Cuando vayan a ver ese hechicero malvado, pregúntale si sabe alguna forma de liberar mi alma de esto. O de destruir el collar."
"Liss, ¿te quieres morir?", preguntó asustada. Así que de eso se trataba. Liss quería irse para siempre.
"Ya estoy muerta, Ariel. Solo quiero irme de verdad. Es lo mejor", le dijo, y no parecía muy segura de eso. Quizá tenía miedo, quizá no hablaba en serio.
"Pero Liss, estás aprendiendo a leer y también otras cosas. Creí que te gustaba esto... estar conmigo", le dijo con pena. Al principio de su relación se peleaban tanto que hasta sin querer Ariel pensó que le gustaría que Liss desapareciera y la dejara en paz. Ya no quería eso, para nada. Liss se había hecho su amiga, no quería que se fuera.
"No importa que aprenda a leer, estoy muerta. ¿Y de qué vale eso? Nunca podré ser otra cosa que una princesa atrapada en un collar, y no quiero quedarme así para siempre. Antes siquiera tenía la ilusión de que el príncipe podía quererme, pero ahora que ha dejado claro que está enamorado de Linet..."
"Ay, Liss. No me digas que esto es por el príncipe. Que te quieres morir de verdad porque ya no estarás con él. Dime que no", le dijo intentando disimular su disgusto.
"No es por eso, es por mí", contestó no muy convencida.
"Voy a hacer como que te creo."
"Que no es por él. Bueno, es una de las razones por las que creo que es mejor irme del collar, pero no es todo. Solo acabé de convencerme, es eso. Lo he pensado mucho, aunque no lo creas. Ariel, solo quiero que me prometas eso, que le vas a preguntar al hechicero si hay una solución a mi problema. No quiero quedarme sola para siempre cuando tú te vayas."
"No creo que te quedes sola para siempre, puede llevarte otra persona. Así podrás vivir más y aprender cosas, ¿no te anima eso?"
"Yo no quiero estar con otra persona que no seas tú", respondió muy segura. Ariel hasta se sintió conmovida, sonrió sin querer. Lo sabía, en el fondo Liss la quería.
"Le avisaré a Abdel para que hable con ese Santhony y te ayude. Igual tú promete que lo vas a pensar bien. Yo también he estado triste estos días, Liss. Y he pensado cosas feas, seguro que a ti también te pasa lo mismo. Piénsalo bien, ¿si? Promételo".
"Bien, lo prometo", dijo sin muchas ganas. "¿Y dónde es que anda Abdel? Ya me quiero ir de aquí..."
Y ya que justo lo mencionaba, vio a Abdel aparecer al final del pasillo de la estancia donde se encontraba. Él se acercó muy tranquilo, hasta le sonrió de lado. Antes de hablar les hizo a una seña a las doncellas que Carine dejó con ella, les dijo algo en voz baja, y estas de inmediato se despidieron. Estaban solos.
—Querida, hay que movernos. No creo que tengan mucho tiempo —ella lo miró sin entender, pero igual le tendió la mano para que la ayude a pararse y caminar—. Oh no, hoy iremos más rápido. Te llevaré — Sin agregar nada más, Abdel la cargó. Hace un tiempo que no hacía eso, solo cuando se cansaba mucho. Ariel ya casi se estaba acostumbrando a vivir con el dolor de caminar.
El hombre caminó tan rápido como pudo por los pasillos del castillo hasta llevarla a la zona donde se encontraba la habitación que le asignaron. Una vez dentro de la primera estancia donde salía a recibir a las visitas, Abdel la dejó sentada y salió a asegurarse que no hubiera nadie cerca, algo que tampoco solía hacer.
—Voy a dejarte sola un momento, vigilaré la entrada —ella asintió, pero se preguntó qué estaba pasando para que Abdel se tome tantas molestias—. Hay una sorpresa para ti en tu habitación, ve a verla. Y creo que deberías dejarme el collar un momento para que lo cuide, es lo mejor.— "Bueno... Ya regreso, Liss", se dijo antes de quitarse el collar y entregárselo a Abdel—. Voy a usarlo un rato, ¿le has dado algún mensaje para mí? —negó. No creía que Liss le cuente a Abdel lo mismo que a ella, eso era un asunto más íntimo—. Ya veo. Entonces no perdamos más el tiempo, ve allá. Mientras sea yo el que toque la puerta no te preocupes, ¿si? Solo relájate. Y ahora ve por tu sorpresa.— Ariel asintió mientras Abdel salía de la estancia. Se había puesto muy raro esa tarde, no lo entendía.
Ariel caminó a paso lento hacia la habitación. Esa mañana le pidió a Abdel que le dijera a Linet que quería verla, ¿acaso se trataba de eso? No podía ser, era muy pronto. ¿Cómo podría Abdel sacar a Linet de donde sea que estuviera para llevarla hasta ella? Imposible, mejor que ni se hiciera ilusiones, seguro era otra cosa. Seguro que...
Abrió la puerta, y la sorpresa le dio la bienvenida. Se quedó inmóvil unos segundos, incapaz de reaccionar. Ahí estaba ella. No pudo creerlo, eso no podía estar pasando. Lo deseó tanto esa mañana, pero a la vez tuvo muchas dudas. Su deseo más profundo era estar a su lado, pero era consciente que eso no era posible. Que Linet tenía cosas que hacer, y ella también. Pero ahí estaba, Abdel se tomó en serio su pedido y se las ingenió para cumplir su deseo de verla. Linet hasta parecía tímida en ese momento. La miraba, pero tampoco se movía. Como si tuviera miedo. Seguro que sí, quizá ella pensaba que aún estaba molesta por lo que pasó ese día. ¿Y acaso no lo estaba? Aún tenía dudas. Aún creía que lo mejor para Linet era que la deje atrás, aunque le doliera.
—Ariel...—murmuró ella—. ¿Puedo acercarme a ti? —asintió de inmediato. Por alguna razón eso le recordó a sus primeros encuentros. Las dos con timidez, sin saber qué esperar, sin saber si funcionaría. Linet acortó la distancia entre ellas y tomó sus manos. Las apretó despacio mientras la miraba a los ojos—. Ariel, quiero explicarte las cosas, solo déjame hacerlo, ¿si? No pasaba nada entre Francis y yo ese día, solo hablábamos. No sé cómo me encontró, yo solo quería verte a ti. Pero es que él...—se calló unos segundos. Ariel la miraba fijo. Sea lo que sea, quería saber—. Te lo diré, porque sé que guardarás el secreto como lo has hecho ahora. Francis quiere ayudarme con la revolución, él y otras personas como la duquesa Carine —explicó. Eso fue toda una novedad, ni por un instante pasó por su cabeza que el príncipe y la duquesa estén metidos en el plan de Linet de liberar a las mujeres. De pronto los planes de la Bruja del Mar tenían más sentido. La puso ahí, en medio de todos, para arruinarles la revolución. La Bruja siempre lo supo, y le quedó muy bien el truco—. Justo estábamos hablando de eso cuando llegaste. Y sí, sé que estábamos muy cerca. Es que... bueno... yo sí le gusto a Francis —admitió algo avergonzada. Eso ya lo sabía. Más que eso en realidad, Francis le dio a entender que lo que sentía por Linet era más que un simple gusto. Quizá era algo parecido al amor—. Pero te juro que no es recíproco. Es un buen hombre, lo sé y lo aprecio, pero no de esa manera. Lo que viste no significó nada importante, lo juro. Por favor, dime que me crees —rogó. Y a Ariel se le escapó una sonrisita, porque Linet siempre se confundía y le pedía que le diga cosas, cuando obviamente no podía. Le creía, pero eso no cambiaba nada, no podían estar juntas. Bajó la mirada, incluso intentó soltarse de sus manos. Ojalá hubiera una forma de explicarle todo lo que sentía—. Ariel, por favor... no me dejes así. No quería hacerte sufrir, es la verdad. Sé que esto no está bien, y sé lo que piensas. Abdel me contó todo.— Eso la sorprendió. La miró otra vez, hasta tuvo miedo. ¿A qué se refería exactamente con todo?—. Me refiero a tu trato con la Bruja del mar, lo que te pasará si no te casas con Francis, y lo que es ella en verdad. Sus intenciones de arruinar los planes del Dán. Oh, Ariel. Lo siento tanto, yo...— En ese momento Linet dejó de hablar. Porque ella empezó a llorar.
No pudo evitarlo, se sintió de pronto muy avergonzada. Antes quiso explicarle lo que le pasó, pero lo cierto era que una parte de ella se odiaba por sus malas decisiones. Nunca debió aceptar el trato con la Bruja, fue una tontería. La engañó, ella fue la estúpida que cayó en su trampa y le dejó todo servido para que hiciera su maldad de arruinar la revolución de las mujeres de Aucari. Lo había pensado muchas veces sin querer, y siempre se sentía tonta. Ella misma se había metido de cabeza a ese lío, uno del que seguro no saldría con vida. Erena, Abdel y Aurimar tenían la esperanza de salvarla, pero ella en realidad no estaba segura. Se iba a morir por tonta, por ilusa, por pensar que podía encontrar la libertad con sacrificio. Quizá la libertad no estaba hecha para ella. Quizá los tritones siempre tuvieron razón. No merecía nada.
Ariel lloraba, y Linet también, obra de las lágrimas de sirena claro. Y a pesar de eso, Linet la abrazó fuerte. Sin pensárselo mucho ella correspondió, porque en realidad eso era todo lo que deseaba. Estar con ella, sentir su amor. Se abrazaron mientras lloraban, y Linet esperó paciente a que ella se calmara. Luego acarició sus mejillas despacio y le dio un beso largo en la frente. Sus cuerpos estaban muy juntos... y sus vientres también. Intentó hacerse la idea de que para los humanos eso era muy normal, que ahí no estaba pasando nada raro. Pero no pudo evitarlo. Enrojeció. Antes no se había reparado en eso, pero desde la conversación en el mar no dejaba de pensar las veces en que estuvieron así de juntas. Ojalá Abdel no le hubiera contado eso a Linet, moriría de vergüenza.
—Tranquila —le dijo mientras aun acariciaba sus mejillas—. No te pongas así, amor. Sé que parece una locura, pero te entiendo, de verdad. Yo también hubiera hecho cualquier cosa por escapar de un destino como el tuyo. No te juzgo, lo entiendo. Estabas desesperada y ella se aprovechó de ti, no tienes que sentirte culpable. Ella es la malvada que hizo todo esto para lastimar a otros. Cree que tiene derecho a hacerlo, pero no tiene excusa. Nunca voy a juzgarte, ¿si? Recuérdalo siempre. Estoy aquí para quererte, no para condenarte.
"Pero Linet, tú no deberías quererme. Te tienes que alejar de mí, voy a arruinar todos tus planes", se dijo mientras la miraba con tristeza. Ojalá ella pudiera escucharla. Ojalá hubiera una deidad o espíritu en el mundo que le concediera ese milagro. Solo la miraba, y quizá Linet interpretaba sus gestos muy bien, porque supo exactamente qué decir.
—Sé lo que piensas, porque yo también lo he pensado. Que quizá es mejor separarnos de una vez, porque esto es parte del plan de esa malvada. No quiero fallarles a mis compañeras, Ariel. Sé que ellas confían en mí, toda su esperanza está puesta en lo que haga. Me siguen, me protegen, esperan que las guíe. Pero tú también eres mi compañera. Eres una chica en problemas que necesita ayuda, yo no puedo abandonarte. ¿Acaso me crees capaz de dejarte en el pasado como si no te conociera? ¿Olvidarme de ti y dejarte sola? —ella negó con la cabeza. Sabía que Linet le diría eso, la amaba y no podría olvidarla tan fácil—. Escucha, sé que puede haber una solución, solo tenemos que intentarlo. No me rendí cuando Thaedon me encerró en el templo para acabar con la revolución, tú no te rendiste cuando intentaron encerrarte en Aquaea para que te unas a Kadal. ¿Lo notas? No nos rendimos con nada, Ariel. Somos luchadoras, y una Bruja miserable no va a detenernos. Ella puede ser poderosa, pero no es invencible. Vamos a ganarle —le dijo muy convencida, tanto que hasta ella lo creyó. Por un instante sintió un rayo de esperanza iluminándola. Quizá sí había una forma de salir de eso, quizá se había rendido antes de tiempo—. ¿Sabes lo que se me ha ocurrido? Los acompañaré a ver a ese Santhony Dulrá.— La sorprendió con eso, Linet sí que estaba enterada de todo. Pero eso no le parecía muy buena idea, y quizá esa desconfianza se notó en su mirada—. No es solo por ti, Ariel. Lo he pensado antes, es que quiero hablar con el Dán, y solo un hechicero podría ayudarme.— La miró sin entender, necesitaba una explicación pronto—. Verás, que sea la escogida del Dán no significa que pueda hablarle cuando quiera. Es un espíritu que no tiene forma, solo se manifiesta en este mundo de vez en cuando gracias a su voz, y no es que diga mucho tampoco. Apenas una que otra frase o palabras sueltas en el momento preciso, y eso es todo. Pero cuando hablé con el espíritu hace años fue porque hice un viaje astral.— Ariel asintió, eso sí podía entenderlo.
Los viajes astrales, había escuchado, solo podían hacerse con magia en lugares sagrados. O con la ayuda de objetos sagrados. Su padre, por ejemplo, decía que con el tridente que tenía como símbolo de poder podía viajar a ese plano astral y hablar con las deidades. Se suponía que era verdad, pues el tridente era muy poderoso y estaba cargado con magia de la Diosa del Mar y de Luz eterna. Pero su padre nunca decía cosas buenas, solo usaba el tridente para reafirmar su autoridad. Para decirles que las deidades le advertían de peligros, que las sirenas tenían que portarse bien y obedecer a los tritones, que ellos tenían derechos sobre ellas, que ellas tenían que cumplir con su deber para que todo marche en orden. Ariel nunca creyó que las deidades y espíritus fueran tan malos para querer que las cosas fueran así. Era una pena que todas las sirenas de Aquaea no piensen lo mismo.
—Haré un viaje astral —continuó Linet—. Pero no puedo hacerlo sola, los humanos no estamos hechos para viajar a ese plano —explicó, Ariel no sabía nada de eso. Pensó que bastaba con objetos mágicos para poder hacer uno de sus viajes, y ahora Linet le salía con esa novedad—. Las brujas, los hechiceros, los magos. Ellos sí que pueden hacerlo, por sus venas corre la magia y es posible que lo hagan. Preparan pócimas mágicas para eso, y así viajan al plano astral para hablar con los espíritus, para invocarlos también. Cuando el Dán me marcó yo estaba muy confundida y quería hablar con él. Busqué información sobre eso, y decidí arriesgarme a preparar mi propia pócima para viajar con algunas... emmm... plantas ilegales.— Ariel arqueó una ceja, eso no lo entendía, ¿cómo era eso de plantas ilegales? ¿Se podía?—. Son plantas que llaman sagradas, raíces, hojas, plantas extrañas. En Aucari las prohíben porque las brujas las usan, entonces las declaran ilegales. Encontré una especie de receta antigua en uno de los libros que leía a escondidas de mi hermano, y entonces vendí unas joyas para comprar algunas de esas plantas. Lo que estaba haciendo era muy peligroso, estaba asustada. Había escuchado historias de brujas que han muerto por intentar hacer un viaje y no estar preparadas. Así que me fui a escondidas a un lugar que se considera sagrado, una cueva. Como está cargada de energía, más mi pócima rara y mal hecha, pues funcionó. No fue solo eso, el Dán también quería hablar conmigo y facilitó el viaje. Pero no es algo que suceda muy seguido, ¿sabes? La última vez que me pasó fue en el espacio más sagrado del templo de la Diosa. Como ese lugar está lleno de su energía y las sacerdotisas entonaban los ícaros sagrados, ella fue capaz de comunicarse conmigo antes de quitarme la marca para que pueda salir del templo.— Ariel asintió. Escuchó con mucho interés, porque en el mar no se hablaba de esas cosas y era difícil de entender.
En la tierra la magia era diferente y tenían muchas reglas, ella jamás hubiera imaginado que los hechiceros y brujas podían hacer cosas para hablar con los espíritus. En su mundo, era su padre el que mediaba entre el plano astral y los demás. Era extraño y a la vez emocionante saber que Linet habló con el Dán de verdad, y que iba a hacerlo otra vez. Ariel habló una vez con Aquaria, porque se decía que ella era la voz de la Diosa. Se le ocurrió de pronto que Aquaria también hacía viajes astrales, y de seguro también tenía algo mágico para contactar con la Diosa, algo que además le permitía comunicarse con otras personas que estaban muy lejos. "Entonces yo también podría hacer un viaje astral y hablar con ella...", se dijo de pronto. Y esa idea, aunque quizá sea vaga y difícil de realizar, se transformó en esperanza.
—Tengo que intentarlo —continuó Linet—. No solo por ti, por nosotras. Es por todo lo que está pasando. Quiero saber qué es lo que quiere el Dán para mí, qué puedo hacer para vencer. Sé que soy la líder, pero no es que de pronto me haya transformado en una iluminada. Solo soy una chica que ha seguido las señales, o lo que creía que era mejor. Planeaba cosas y solo esperaba que salgan bien, tuve miedo la mayoría del tiempo. Y ahora todas esperan que las guíe otra vez, que haga las cosas bien. Quiero hacerlo, Ariel. Pero no sé cómo, me siento perdida. En Aucari la brujería está prohibida, acá también. Tampoco voy a encontrar en Theodoria algún hechicero que quiera ayudarme, la única forma es recurrir a la ayuda de ese hombre que Abdel ha contactado. Por eso quiero ir con ustedes cuando lo busquen, necesitaré su ayuda. Y claro, también estaré ahí para asegurarme que no intente nada malo contigo, que no te engañe. ¿Qué te parece esa idea?— Ariel sonrió y asintió. Abdel había asegurado que Santhony iba a ayudarla, que era un excelente hechicero, uno muy poderoso además. Seguro que nada le iba a costar ayudar a Linet a hacer su viaje astral. Una vez más sentía esperanza. Linet tenía razón, ellas no se habían rendido antes y no podían empezar a rendirse en ese momento, aunque todo pareciera perdido—. Sabía que te iba a alegrar —le dijo Linet correspondiendo la sonrisa—. Esa idea de hacer el viaje pasó varias veces por mi cabeza, pero solo ahora que hay un contacto se me ocurrió que podría realizarlo. ¿Ves, Ariel? Podremos salir de esta, no todo está perdido. Lo vamos a lograr —dijo ella muy segura. Y le creyó, tuvo que hacerlo. Necesitaba creerle y necesitaba aferrarse a la esperanza de que podrían estar juntas. Ojalá sea cierto, no quería pensar que todo su dolor sea en vano.
Bajó la mirada otra vez, quería llorar. ¿Por qué? Varias cosas en realidad. Porque amaba a Linet y quizá había una esperanza para ellas, porque no todo estaba perdido, porque tenía miedo a morirse y no volver a ver a Linet jamás. O a arruinar sus planes con la revolución, eso era lo que más la hacía sentir culpable. Linet notó su repentina tristeza, su confusión. Tomó despacio su mentón y levantó su rostro. Se acercó un poco a ella, sus labios estaban cerca. Linet paseó sus dedos por su mejilla y bajó lento por su cuello. Se sintió estremecer con ese contacto. Quería besarla, necesitaba hacerlo.
—Ya no te sientas mal, no te alejes así de mí —le dijo despacio—. Sé que sientes culpa, ¿verdad? Es eso —ella asintió despacio. Eso era lo único que las separaba. La culpa, el temor de que su amor estuviera condenado desde un inicio, que su presencia arruine el destino de Linet. No quería sentirse así, odiaba eso. Pero odiaba más tenerla al frente y contener todos sus deseos por temor—. Sé que es difícil pedirte que no te sientas así —le dijo ella—. También he sentido culpa estos días. Por quererte, por distraerme, por pensar en ti cuando debería estar planeando un golpe al rey de Aucari. Pero no puedo evitarlo, y es peor cuando intento apartarte de mi cabeza. No puedo. La única culpa que voy a sentir ahora será la de no besarte ni tocarte, me voy a sentir culpable de no amarte como te mereces. ¿Me dejarás hacerlo? —sentía su corazón latir con fuerza. Solo ella podía provocarle eso, era la única que la hacía sentir de verdad. Una parte de Ariel le gritaba que no se deje llevar por ese fuerte sentimiento, que no estaba bien. Pero apartó rápido esa idea, porque en ese momento solo quería sentirla, y dejarse amar por Linet. No se le ocurrió mejor forma de responder la pregunta que le hizo que dándole un beso. Suave al principio, por unos cortos segundos en realidad. Porque no podían evitar que la pasión se apodere de sus cuerpos.
Antes, cuando vivía en el mar, había comparado lo que sentía por Linet con estar dentro de una corriente de agua caliente. Porque era una sensación cálida y hasta bonita. Pero en la tierra había conocido el fuego, y sabía que este también calentaba de otra forma. El fuego era más intenso que cualquier otra cosa, lo supo cuando de curiosa intentó tocarlo y se quemó un poco. Le dolió mucho, pero eso no hizo que le tenga miedo. Le gustaba ver las llamas, sentarse cerca de las chimeneas, calentarse así, ver al fuego danzar con esos colores tan intensos y bonitos. Por eso pensó de pronto que Linet no solo la hacía sentir como estar en una corriente de agua caliente, también la hacía sentir como si estuviera rodeada de fuego. Caliente, peligroso, y atrayente. Seductor, intenso. El fuego era más fuerte que todo, y le gustaba esa comparación. Porque su amor y su deseo también era intensos como el fuego.
Por eso cerró los ojos y se dejó quemar. La ropa siempre era un estorbo, estaban mejor sin ella. Conocía bien el cuerpo de Linet, la había tenido entre sus brazos en el mar, había visto muchas partes de ella y siempre le había parecido hermosa. Linet también la conocía, o al menos conoció su antiguo cuerpo. Le faltaba descubrir lo nuevo, y ella la dejó ver más allá. Quiso que la toque como ella intentó hacerlo una vez, y Ariel también recordó de pronto su extraña charla con Abdel hace tiempo, por eso se atrevió a tocarla un poco. Las dos lo hicieron, y Ariel descubrió una nueva sensación. Una palabra que solo había escuchado y jamás supo exactamente lo que era, no hasta que Linet la llevó a conocerla.
Placer.
Nada volvería a ser lo mismo. Porque se enteró que el placer sabía a gloria, y que a Linet le había entregado sin rubor su vida entera.
Estaré a tu lado
no dejaré que nadie te haga daño
Estaré a tu lado
llámame en tus peores momentos
y nunca te abandonaré
Estaré a tu lado
y cuando la oscuridad se cierna sobre ti
cuando te sientas completamente solo
no lo estarás realmente
Estaré a tu lado (*)
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(*) I'll stand by you – The pretenders
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Hallelo!!!!!!! Espero estén teniendo un buen fin de semana, yo no, pero les deseo el bien a todos xdddd a cada rato me enfermo, no sirvo para existir en invierno.
Como prometí, el capítulo está más corto que el de la semana pasada <3 Y espero les haya gustado.
Ya se vienen más acciones, no se preocupen. Y espero no tener que dividir más capítulos XD No quiero ser intensa, lo juro.
¡Hasta la semana que viene!
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