32.- Ariel y Lissaendra no aguantan más

Mamá me decía: Eres una chica hermosa

Lo que está en tu cabeza no importa.

Péinate, arréglate los dientes

Lo que vistas es todo lo que importa (*)

No había sido fácil, Ariel pasó días entre llantos y lamentos, sintiéndose muy mal y traicionada. Lo peor fue que nadie logró entenderla. Intentó explicarle a Abdel entre señas, o incluso enviándole mensajes a través de Liss, pero a nadie le quedó claro. Ni siquiera Liss entendió a lo que se refería, y si no hubiera sido por esa extraña charla en el mar con Eri y Auri, de seguro que nadie lo entendía nunca.

Lo bueno era que ya tenía claro que Linet y Francis no estaban buscando reproducirse cuando los vio juntos. Lo malo era que no entendía por qué estuvieron juntos y solos esa tarde. Se suponía que ellas dos iban a encontrarse, ¿qué hacía Francis ahí? Quería una explicación, la necesitaba. Y sí, tenía miedo. ¿Qué iba a hacer si Linet confesaba que también sentía cosas por Francis? No dejaba de pensar en eso, no podía evitarlo. Pensar que el amor de Linet estaba divido entre dos personas la hacía sufrir. Ariel quería que Linet le diga la verdad, pero a la vez no quería sufrir con esa verdad. Por eso, por más que quisiera acercarse, la evitaba.

Ah, y si tan hubiera sido solo eso lo que la hizo llorar. Cuando Abdel le contó todo lo que pasó cuando su hermana hizo el trato con la Bruja para salvarla, y todo lo que ella reveló sobre sus malvados planes, se sintió mal y culpable. Linet ya se lo había dicho un día en el templo de la Diosa. Ella era una escogida, ella tenía que alentar a las mujeres de Aucari a romper sus cadenas. Porque algún día, en nombre de ellas, todas las mujeres del mundo serían libres. Eso era importante, Ariel lo entendía. La libertad era el sueño de Linet, y de ella también. Ya Aquaria le había dicho que deje de entrometerse en los asuntos de Linet, que no la estorbe, que la deje en paz. No quiso escucharla, aunque le dolieron esas palabras. Y luego de saber que, efectivamente, la única razón por la que la Bruja le dio piernas fue para que estorbe a Linet y los planes sagrados del Dán, no pudo evitar hundirse en la tristeza.

No quería ser egoísta, no quería interrumpir los planes de otros, y menos perjudicar a Linet. Estorbarla, como dijo Aquaria. Eso era justo lo que estaba haciendo, la distraía con el romance a escondidas que tenían. Quizá lo que pasó con Francis era una señal, quizá solo tenía que distanciarse y quedarse quieta sin hacer nada. Eso era lo mejor, y no quería aceptarlo. Solo conseguía sentirse tonta e inútil, porque hizo un trato en el que no iba a ganar nada, la Bruja la usó, se burló de ella y sus sueños. Tenía que intentar volver a ser una sirena a toda costa, porque ya tenía claro que no iba a lograr ganarse ningún alma.

Y así como ella sufría por sus miedos y dudas, Liss también estaba muy mortificada. A veces quería quitarse el collar, pero tampoco podía dejarla sola en la oscuridad. Lissaendra la necesitaba, y ella quería entenderla. Le daba mucha pena escuchar su sufrimiento.

"No lo entiendo, Ariel", le dijo una tarde con voz llorosa. "¿Por qué él nos ha hecho esto? ¿Por qué corrió en busca de otra? ¿Acaso no es un príncipe honorable? Todos lo dicen, y yo lo creí".

"No sé, Liss. Él dijo que iba a respetarnos, que cumpliría sus votos y esas cosas. No sé, yo pensé que él, que quizá..." No quiso continuar, se sintió algo incómoda de pensarlo. Recordó esa vez cuando al terminar de bailar en la playa el príncipe se le acercó y mucho y la miró de una forma extraña. A esas alturas podía reconocer bien ese tipo de miradas.

"Que nos quería", le dijo Liss. "Sé lo que pensaste, yo también lo sentí. Cuando bailamos en la playa él nos miró de una forma especial. Me di cuenta. Y también nos ha tratado muy bien estos días. Pero de pronto todo cambio."

"No es nuestra culpa, Liss. Y tampoco creo que sea culpa de Linet."

"¿Entonces por qué, Ariel? ¿Por qué faltó a su palabra como un infame? No has hecho nada mal, yo lo sé. Has guardado las formas, has sido educada, lo has encantado con tu baile, le has sonreído, has sido amable y lo has honrado con tus buenos actos. Has hecho todo lo que te dije que hicieras, todo lo que me enseñaron. ¿Por qué tuvo que actuar de esa manera? Te has comportado como yo, la prometida perfecta para el príncipe. ¿Es que eso nunca es suficiente?", le decía dolida, y a Ariel se le hizo un nudo en la garganta. Ella también estaba sufriendo mucho y no sabía cómo consolarla.

"No es tu culpa, Liss. No te sientas mal. Si hubieras sido tú lo hubieras hecho mejor", le dijo intentando calmarla, pero no lo conseguía.

"No lo entiendes, Ariel. No es tu culpa. Es la mía."

"¿Qué? No digas tonterías, Liss. Tú no has hecho nada, no puedes. Solo estás en el collar."

"Es obvio que a él no le gustan las mujeres como nosotras, le gustan como Linet. Siempre me dices que ella es diferente, que es bella, que es inteligente, atrevida, buena. Por algo te gusta a ti también. Ella es todo lo que nosotras no somos."

"Linet siempre me decía que las mujeres no tienen que competir entre ellas, menos por un hombre. Que todas somos bellas y únicas. ¿Qué importa si no le gustamos al príncipe? Ese es su problema."

"A mí sí me importa. Ya no sé qué harás tú después de lo que te has enterado, pero yo iba a casarme con él. Era a mí a quién iba a engañar por no poder ser la mujer que quiere", le decía llorando. Ariel empezó a desesperarse, le daba mucha pena y no podía ayudarla. No entendía por qué a ella le importaba tanto el príncipe si apenas lo conocía.

"Pero Liss, tú siempre fuiste bella y buena. No tienes que ser la dama perfecta, puedes ser lo que tú quieras."

"No puedo", contestó con amargura. "Porque estoy muerta. No puedo ser otra cosa que esto, y nada está bien. Siempre pensé que cuando conozca al príncipe mi vida sería perfecta, que él me amaría y seríamos una pareja bella. Fui una estúpida"

"No eres estúpida. Liss, yo creo que si él te hubiera conocido las cosas serían diferentes..."

"No", contestó llorando. "Porque soy tonta. Linet es una escogida del Dán, ella llevará libertad a su pueblo. Yo era una estúpida princesa que solo servía para ser bonita y bailar, nada más. Cualquiera la escogería a ella antes que a mí."

"Liss, por favor, ya no llores. No quiero que sufras así". Ariel también lloraba mientras la escuchaba hablar en su cabeza. Le daba mucha pena saber cómo se sentía, odiaba no poder decirle nada para consolarla, no tenía idea de cómo hacerlo. Ojalá ella estuviera ahí como antes, así podría abrazarla fuerte y decirle que no piense esas cosas feas de ella.

"Igual no importa lo que yo sienta, Ariel. No podemos quedarnos siempre aquí. La duquesa ha sido amable, pero tenemos que volver al palacio real. Con él", le dijo resignada.

"¿Qué? ¿Por qué? No, Liss. Si tú no quieres, no volvemos. Si no quieres verlo, si no lo has perdonado, entonces te ahorro la molestia. No tienes que volver si no quieres", le dijo ella. Sabía que Liss estaba muy lastimada con lo que vio, que se sentía terrible. No quería que sufra, y no le importaba desafiar a la corona de Theodoria.

"Lo tienes que hacer de todas maneras", le dijo con molestia. Pero no a ella, no estaba enojada con ella. Era con la situación, con verse forzada a hacer algo que no quería.

"¿Por qué? No te entiendo..."

"¡Porque así son las cosas, Ariel! Los príncipes hacen lo que les da la gana, y nosotras tenemos que perdonarlos y aguantarlos. Así es el mundo, y eso nadie me lo enseñó en Albyssini. Yo lo acabo de aprender", le contestó amarga. Ariel no se atrevió a decirle nada más. Decidió guardarse para sí misma un extraño sentimiento. Ni siquiera sabía si estaba bien sentir o pensar algo como eso, considerando lo mal que la estaba pasando Liss. Pero fue una especie de sentimiento de orgullo, porque al fin Lissaendra estaba abriendo los ojos. Ya no era la misma.

Ariel también pensó en lo que iba a hacer en los próximos días. Abdel le dijo que si escapaban sería peligroso, que podrían descubrir su engaño. Lo mejor era mantener las apariencias hasta la fiesta de la creación, luego viajarían con Carine hacia las montañas del este y podrían encontrarse con aquel hechicero que iba a ayudarles, solo entonces sería seguro escapar. Hasta ese momento tendría que seguir guardando las apariencias y ser la princesa Lissaendra de Albyssini, lo que lamentablemente incluía perdonar al príncipe Francis y volver al palacio real. No le quedaba de otra.

Sabía que eso tenía que pasar en cualquier momento, no podía esconderse en el castillo de Carine por siempre. Ya hasta intuía que la duquesa se estaba ganando problemas con la corona por su culpa. Al menos procuraba distraerse, no la estaba pasando tan mal. Durante los ensayos para la danza de la ceremonia día de la creación conseguía olvidarse de todo. El dolor se iba, la sonrisa volvía a su rostro, y ella en verdad lo disfrutaba mucho. Luego tenía las clases de lectura y escritura con Carine, que era lo que más le costaba, pero en lo que ponía más empeño.

Al principio Liss se escandalizó con eso, hasta le pidió que se quitara el collar, pero al final presenció la primera lección sin decir nada. Le acabó agarrando el gusto, y cuando Ariel olvidaba algo, ella se lo recordaba. Se aprendió pronto todas las letras y ya leía algunas cosas muy cortas que Carine le daba, pero su letra no era del todo buena. Ariel se ponía un poco nerviosa cuando practicaba su caligrafía, le gustaría hacerlo tan bien como Carine. La duquesa le dijo que solo tenía que seguir practicando y poco a poco iba a mejorar, así que eso iba a hacer.

Ariel estaba en la biblioteca donde Carine le daba las lecciones. Había cogido la pluma y el pergamino, y siguió practicando con su nombre. En realidad era el nombre de Liss, que era más largo y difícil. Ya antes había escrito palabras sencillas y frases cortas. Su palabra favorita era "Amor". Carine le enseñó a escribir la oración "Yo te amo", y aunque la escribió varias veces de lo más emocionada, luego Liss le dijo escandalizada que eso la duquesa se lo enseñó con segundas intenciones. Cuando Ariel cayó en cuenta de eso por poco y colapsa. "Yo te amo". ¿Acaso Carine la amaba también? Eso era muy probable, y no sabía qué hacer.

Cogió de nuevo la pluma y se concentró en escribir para sacar ese pensamiento de su cabeza. Ya había terminado de escribir varias veces el nombre de Lissaendra, y le quedó bien. Abdel andaba cerca, siempre vigilando. Y ella decidió aprovechar que no estaba Carine para coger otro pergamino y escribir otra cosa.

Yo Ariel amo a Linet. Yo te amo Linet.

Sonrió al leer lo que ella misma escribió. Sus mejillas estaban rojas, y ella estaba emocionada. Era la primera vez que escribía tantas palabras juntas, y además ella sola sin ayuda de Carine. Se preguntó qué pensaría Linet si viera ese pergamino, ¿acaso estaría orgullosa de ella? ¿Se alegraría? Ariel quería correr a buscarla y enseñarle su hazaña de escritura, pero luego recordaba que ellas dos estaban separadas, que quizá lo mejor era que las cosas se mantengan así. Su corazón le gritaba que vaya con ella sin importarle nada, pero el temor la detenía. No sabía cuánto tiempo más resistiría eso.

De pronto tuvo que esconder el pergamino con lo que escribió entre los otros, la puerta se había abierto y dejó pasar a la duquesa seguida por dos doncellas. Todas hicieron una inclinación ante la princesa, y ella trató de disimular. Hasta se sintió mal, porque no le gustaría que Carine vea lo que escribió. Si era cierto eso de que la duquesa la amaba en secreto, de seguro que leer sobre sus sentimientos por Linet la iba a lastimar. Carine era muy buena con ella, lo que menos quería era hacerle daño.

—Mi princesa —la saludó con una sonrisa—. La noto radiante hoy, y muy entusiasmada con sus lecciones de escritura. ¿Acaso está desde temprano aquí? —le preguntó eso a Abdel, mirándolo de lado. Él se había acercado un poco y se paró frente a ellas.

—Hace más de una hora, su gracia —le dijo él con toda educación—. La princesa está encantada con sus lecciones, eso es verdad.

—Ya veo, me alegra mucho que esté aprendiendo. Ahora, ¿podrían dejarnos a solas? En un momento tenemos que ir al templo de la Luz para el último ensayo, y tengo que hablar de un asunto privado con la princesa.

—Si, por supuesto. Esperaré afuera en caso la princesa requiera de mi ayuda —indicó Abdel. Antes de salir hizo una venia e intercambió una mirada con ella. Habían quedado que, si Carine en algún momento hacía algo raro y necesitaba ayuda, solo tenía que dar tres golpes a la mesa de madera. Él escucharía e intervendría en el acto. Ariel no esperaba que nada de eso suceda, Carine nunca la lastimaría.

Abdel salió en silencio de la biblioteca, las doncellas que llegaron con Carine lo siguieron. La puerta se cerró y quedaron a solas. La duquesa avanzó, apartó despacio la silla que estaba a su lado y se sentó frente a ella. Carine la contempló en silencio por varios segundos, Ariel sintió sus mejillas sonrojarse. El recuerdo de aquella vez cuando la consoló a solas regresó de pronto. Recordó sus palabras, su mirada, su rostro tan cerca. Y sus labios rozando los suyos apenas un poco. Aquella vez estuvo tan alterada y sorprendida que no supo qué hacer. Pero durante esos días, mientras tomaba las lecciones con Carine, había notado sus rostros muy próximos. Y sobre todo, había visto en la mirada de Carine el deseo que ella sentía por besarla. La miraba con ansias, y esperaba. No quería forzar un beso, quería que le dé señales de que ella también lo deseaba. Y a veces Ariel no sabía lo que quería cuando la tenía tan cerca.

—Querida mía —le dijo con esa voz suave que le encantaba. Carine hubiera sido una buena sirena, porque tenía una voz muy dulce que la atraía—. ¿Cómo te sientes hoy? ¿Mejor que otros días? —ella asintió despacio, se preguntó a qué quería llegar—. Me alegra, porque debo hablar contigo de un tema que sé que no te gustará, pero es necesario y urgente. Es acerca de tu compromiso con el príncipe Francis.

"Ay, yo sabía que esto iba a pasar", le dijo Liss afligida. "Nos dirá que es hora de volver. Tú solo di que sí, sabes que es lo que tenemos que hacer."

"Si, ya sé. Ojalá pudiéramos quedarnos aquí más tiempo. Ella nos protegería."

"Eso ya no se puede", contestó la princesa en un tono triste. Ariel suspiró. No le quedaba otra que aceptar lo que se venía.

—Lo sé, querida. Sé que no quieres hablar de eso, que aún te sientes herida —continuó Carine—. Pero ya no podemos seguir con esto, por desgracia. Para mí ha sido todo un placer tenerte aquí. Era una alegría levantarme y verte cada mañana, pasar las horas contigo en las lecciones, o solo viéndote bailar en los ensayos. Hace mucho que no me sentía tan feliz. Creo que no he sido feliz de verdad hasta ahora —le dijo mientras le sonreía. Carine tenía un gesto hermoso en ese momento. Ella también tenía las mejillas rojas, sus ojos parecían brillar de emoción, como si estuviera en las nubes. "Me ama", se dijo con seguridad. Ya no le quedaban dudas. Carine estaba enamorada de ella. No sabía cómo llevar eso, no podía. Sintió temor en ese momento, y hasta retrocedió un poco hasta pegar su espalda al respaldar de la silla. La duquesa lo notó, pero aun así mantuvo su sonrisa—. No tienes que asustarte, amor mío —le dijo con cariño, hasta llevó una mano a su mejilla y la acarició despacio—. Sé que la quieres a ella, lo entiendo. Y no creas que he hecho todo esto para obtener algo a cambio. No me debes nada, Lissaendra. Solo quiero que sepas que yo siempre estaré aquí para ti. Eres la criatura más bella que he conocido, y sé que alguien como yo no merece a alguien tan buena como tú. Pero eso no importa, siempre estaré a tu lado. Siempre te cuidaré y no dejaré que nada te lastime.— Ariel la miraba fijo, y sintió deseos de llorar. Carine la amaba con la misma intensidad que ella amaba a Linet y hasta deseó poder corresponderle, aunque sea un poco. No quería imaginar cómo se sentía, viendo que ella amaba a otra, sabiendo que era imposible.

"Ariel, ten cuidado...", la interrumpió Liss.

"Liss, ¿no puedes taparte los ojos o algo?"

"Que no. Ni siquiera tengo ojos, ni siquiera sé cómo estoy mirando esto", contestó ella. "No vayas a empezar con tus cosas de lesbiana", agregó.

"No voy a hacer nada. O no sé... eso... eso espero", le dijo. Porque Carine seguía muy cerca de ella y no quería dejarla así. No podía, ella merecía saber que, aunque no podía amarla con de la misma forma que amaba a Linet, igual la quería. Que era su amiga, o al menos así lo sentía. Ariel se acercó, y para sorpresa de Carine, le dio un beso en le mejilla. Uno largo, tierno. La escuchó suspirar, quizá fue poco, pero suficiente para la duquesa. Lo que no esperó fue que Carine la tomara del mentón despacio y acomodara su rostro frente al de ella, sus labios casi rozando los suyos otra vez. Sintió cómo acarició su labio inferior despacio, Ariel estaba paralizada entre el deseo de seguir y de detener eso.

"Liss, creo que al final si vamos a hacer cosas de lesbianas", fue lo único que fue capaz de decirle.

—Algún día, mi princesa, tus labios serán solo míos —le dijo con esa voz suave y seductora que tenía—. Sé que ahora no, pero mantendré la esperanza, te esperaré. Y ya te lo dije, no estás obligada a nada. No me debes ningún premio consuelo. Cuando quieras besarme, solo ven a mí. Yo te haré olvidar todo lo que quieras cuando te tenga en mi cama.— No reaccionaba. Ariel entendió al fin a qué se refería Abdel cuando hablaba de que la duquesa la deseaba, que le quería dar vuelta y todo eso. Lo entendió bastante bien. Ese deseo era como el fuego de la chimenea que le gustaba ver y la atraía. Las llamas empezaron a quemarla a ella también, porque sin querer se imaginó con Carine. Pronto apartó esas locas ideas de su cabeza. No estaba bien, no podía traicionar así a Linet. No lo iba a hacer. Fue ella misma quién se apartó despacio de Carine y bajó la mirada. La duquesa lo entendió, pues no insistió en acercarse más.

"Ariel, sé que sigues dolida con Linet por lo que pasó, y yo sigo enojada con el príncipe. Pero no me parece buena idea que lo traicionemos con su prima. Esto es raro, y no está bien. La venganza es mala", le reprendió ella.

"¿Venganza?", preguntó sin entender su punto.

"Si, venganza. Meterse con otra persona para causar celos, pagarle con la misma moneda, traicionándolo. No podemos hacer eso", le explicó.

"Ahh... pues no se me había ocurrido hasta que lo mencionaste", contestó pensativa. Liss tenía razón. Si Linet la veía junto a Carine seguro que se iba a sentir tan triste como cuando ella la vio con Francis. Se empezó a sentir culpable sin querer.

—Eso no es de lo único que he venido a hablarte, princesa —continuó Carine, pues el silencio había reinado por varios segundos—. Como mencioné al inicio, todo esto se trata de su compromiso con mi primo Francis. La alojé en mi castillo para evitarle la molestia de tener que toparse con él después de lo que pasó, pero las cosas no pueden seguir así. Él es su prometido. Ustedes tienen que casarse.— Ariel asintió e hizo un gesto de desagrado. Lo sabía, Liss ya se lo había dicho. Lo que sea que iba a pasar, tenía que aceptarlo—. Verás, querida, el rey está un poco molesto con esta separación. Sé que Francis intentó explicarle que todo fue su responsabilidad y que entiende que no quieras verlo, que él es el culpable. Pero ya sabes, su majestad el rey Emmanuel no lo ve así. Piensa que te has comportado como una engreída, que se supone que has sido criada como una dama ejemplar y deberías asumir estas cosas con discreción. Ya sabes, típico de hombres que esperan que aguantemos todo —le dijo Carine con molestia.

"Los odio", dijo Liss molesta. Eso dejó a Ariel bastante sorprendida. "¿Cómo pueden hablar de mí de esa manera? Soy yo la ofendida, no él. Él tendría que venir arrastrándose, rogando mi perdón."

—Si, sé que parece una tontería —continuó Carine—. Pero usted sabe tan bien como yo que, si este compromiso no continúa y no se reconcilia con el príncipe, habrá consecuencias políticas. Theodoria lo tomará como un rechazo de Albyssini, o Albyssini lo tomará como una ofensa a su princesa y a su reino. Poner tensión entre nuestros países no es algo que queremos, ¿verdad? —ella negó con la cabeza. Liss tenía razón, así eran las cosas. Los príncipes hacían lo que les daba la gana, y las princesas tenían que aguantarse y perdonar. Lo que menos quería era provocar algún problema entre naciones, eso estaría feo—. Cielo, entiendo cómo te sientes —le dijo Carine—. Las mujeres como nosotras, por más princesas o duquesas que seamos, no podemos escoger. ¿Acaso piensas que yo quiero casarme con Eric? Por mí no lo haría jamás, pero el compromiso está hecho y no puedo romperlo. Es lo que tengo que hacer, así son las cosas, ¿no? Aprendemos a vivir con eso.

"Ella lo sabe", dijo Liss. "Antes me daba pena por cómo trataba al inocente de Eric, pero ahora lo entiendo. Es la única forma de desquitarse que tiene, porque cuando se casen será suya."

"Yo no quiero que Carine sea de nadie", contestó Ariel. El vizconde Eric no parecía mal tipo, pero tampoco le gustaba esa idea de que Carine sea suya. Le recordó a Kadal burlándose de ella, diciéndole que sería suya y que la pondría en regla. Nadie tenía que poner en regla a Carine, no quería eso.

"¿De quién será entonces?", preguntó Liss.

"De nadie. Quiero que sea libre como yo quiero serlo", contestó sin dudarlo. Ojalá pudiera contarle a Carine sus ideas, lo que era, lo que hizo para llegar ahí. Estaba segura que la entendería. Y que quizá la amaría más de lo que ya la amaba.

—Muy bien, princesa. Es hora de irnos. Es el último día para el ensayo. Y también empiezan los días de purificación, usted sabe. Supongo que en Albyssini son más estrictos para esas cosas.— Ariel asintió, eso Liss se lo había explicado—. Lo sabía, entonces es un buen momento para perdonar. Llamaré a su siervo y a las doncellas para que la ayuden a alistarse para salir al ensayo, la espero en el salón principal —volvió a asentir. Le dio hasta tristeza pensar en eso. La próxima vez que bailara sería para la ceremonia, iba a extrañar mucho los ensayos.

Mientras se preparaba para salir, Ariel pensaba en todo eso de la ceremonia del día de la creación. Un día muy especial que celebrara el mundo entero, no solo terrestre, todos los años en Aquaea también tenían una ceremonia. Se conmemoraba el día en que hace muchos, pero muchos años, Luz eterna abrió una brecha entre su mundo de espíritus y Xanardul, aunque en ese entonces el mundo no tenía nombre. Cuando Luz eterna llegó al mundo, lo primero que pasó fue que su brillo iluminó cada rincón de Xanardul. Su energía rodeó todo, y así empezó la vida. Por muchos años ella le dio forma al mundo hasta lograr su sueño de crear.

Había pasado mucho de eso, y algunos hasta dudaban que esa leyenda fuera real. A pesar de eso, no se podía negar que había algo en el ambiente que se podía percibir cuando llegaba el día de la creación. En los mares se podía sentir algo también, una energía extraña que parecía renovar todo, que confortaba sus corazones. En Aquaea, las sirenas y tritones se reunían en el centro de la comunidad a esperar que pasara.

Llevaban todas las joyas del reino de Aquaea. La perla más grande que había visto, una corona de piedras, y claro, el tridente del rey. Todo estaba cargado de energía de luz, y cuando llegaba el momento de pronto todo adquiría un extraño brillo blanco. Todos podían ver las joyas brillar con la magia que Luz eterna dejó al crear el mundo, y todos podían sentir la energía rodeándolos. A Ariel le gustaba ese día, porque le parecía que era el único momento donde todos volvían a ser iguales. Los tritones eran buenos, las sirenas sonreían, y hasta su padre era más amable. Para ella siempre fue el día más esperado.

Lo mismo pasaba en la tierra, aunque se celebraba de forma diferente. Liss era la más emocionada, ella le contó que en su natal Albyssini la fiesta era la más esplendorosa del mundo pues todos los templos estaban cargados de energía de Luz eterna. Ellos tenían más tesoros antiguos, pues la realeza de Albyssini era descendiente de las hadas de la isla sagrada de Issenis. Ariel sabía que las hadas no aparecían hace mucho en el continente, que desde la gran guerra se habían mantenido al margen en su sociedad. Todos sabían que las hadas eran quienes más energía tenían, pues fueron la más perfecta creación de Luz eterna, y sus descendientes en Albyssini eran muy espirituales.

Para la ceremonia del día de la creación la costumbre decía que las personas tenían que purificarse antes de recibir la energía de luz creadora que recorría el mundo. Eso incluía algunos días de ayuno, otras personas hacían voto de silencio. No se comía carne ni nada que provenga de animales, solo frutas y verduras. No eran bien vistas las fiestas, o dedicarse a otros placeres. Se suponía que era para que el alma esté en calma y pura antes de recibir la luz, una costumbre que no todos respetaban. En el caso de Liss, se hacía al pie de la letra.

En el último día antes de la purificación la gente solía aprovechar para dejar atrás sus rencillas, perdonar, y seguir adelante. O al menos eso era lo que Liss le contó, y quizá por eso Carine mencionó que era un día perfecto para perdonar al príncipe, o al menos fingir que lo hacía. Y quizá también era el día ideal para reconciliarse con Linet. Tenía miedo, seguía confundida, pero ya no podía seguir así. Antes de salir a encontrarse con la duquesa para ir al ensayo final le hizo una seña a Abdel para que se le acercara.

—¿Qué pasa? —preguntó él—. ¿Todo bien? ¿Necesitas que te cargue? —ella negó con la cabeza—. Bueno, pero algo necesitas. Puedes pasarme el mensaje con la princesa, si quieres. O puedo adivinar —Ariel asintió. Cuando se trataba de Linet, Liss no era la más entusiasta y nunca daba el mensaje completo. Podía haber cambiado mucho y ya no decía cosas horribles sobre la relación que tenían, pero seguía sin aprobarla—. Veamos... ¿Quieres que pida chocolate extra para tu regreso? —negó—. ¿Cenarás en tu habitación? —negó otra vez—. Ummm... quizá se trata de algo más delicado. ¿Un mensaje para alguien? —asintió, Abdel iba bien—. ¿Para Erena y Aurimar? —negó—. Ajá, debe ser para Linet entonces, ¿verdad?— Asintió con ganas, Abdel llegó a la respuesta muy rápido—. ¿Quieres encontrarte con ella? —asintió otra vez—. ¿Hoy mismo? — repitió el gesto y Abdel solo suspiró—. Bien, eso va a estar un poco difícil, pero yo me encargaré. Sabes que a la duquesa eso no le va a gustar nada, ¿verdad? Más vale que no se entere, así que vas a ser muy discreta, ¿entendido? —asintió, pero ya estaba más animada. Le mostró una sonrisa, sabía que Abdel no podía resistirse cuando se ponía en plan tierna—. Qué bueno que al fin quieras arreglar las cosas con ella, ya te estabas tardando. Eso sí, voy a vigilar ese encuentro, no vas a tardar. Y recuerda, si lo que quieres es entregar el tesorito, hoy es cuando. A partir de mañana es purificación total.

"¿El tesorito? ¿Cómo es eso?", preguntó confundida Liss.

"Creo que se refiera a la vagina", respondió ella. No se le ocurrió otra cosa.

"¡Ariel! ¿Pero qué cosa estás diciendo?", reclamó Lissaendra escandalizada.

"Ah, es que no te he contado. Es una historia muy larga, me la contaron el otro día cuando estaba sin el collar. Es sobre el sexo humano, sobre cómo el pene se mete a la vagina y salen bebitos después", contestó Ariel, y terminó asustando más a Lissaendra.

"No digas esas cosas, qué miedo. No me quiero enterar, mejor ni me cuentes nada".

"Bueno, no te preocupes. Cuando le entregue el tesorito a Linet me voy a quitar el collar para que no veas nada."

"¡Ariel! ¡Basta!", le reprendió la princesa. Los gritos escandalizados de Liss acabaron haciéndola reír, seguía siendo tan graciosa a veces que no podía evitarlo.

—Oye, no te burles de la princesa —le dijo Abdel, aunque él también estaba conteniendo la risa. Abdel se daba cuenta cuando estaba hablando con ella. Le dijo una vez que cuando lo hacía apartaba la mirada, parecía pensativa, y hacía gestos discretos como si hablara con alguien. Cualquiera que no estuviera enterado de la verdad podría pensar que solo hablaba consigo misma, y era mejor que crean eso—. ¿Acaso quieres que te recuerde la cara de asco que pusiste cuando te enteraste los detalles del sexo humano? Si no me reí fue para que Erena no me ahogara por burlarme de ti, pero en serio fue divertido verte padecer con la verdad.— Ariel le dedicó una mirada llena de indignación y se llevó las manos a la cintura. ¿Así que se estuvo burlando de ella en secreto? ¿Y qué quería que hiciera? ¿Qué le pareciera muy bonito lo que escuchó? De solo pensarlo la ponía de los nervios, claro que tuvo derecho a asustarse—. Ah por favor, Ariel, no me hagas drama. Ahora vamos, la duquesa te espera. Yo me encargaré de arreglar tu encuentro con Linet, ya veremos cómo hacemos para no armar un escándalo con eso —ella asintió. Ya hasta empezaba a ponerse nerviosa, no tenía idea de en qué podía acabar ese encuentro. Sobre todo porque no podía decirle nada, y con Liss no podía contar para eso. Ojalá pudiera expresarle todos sus miedos y lo que sentía, pero apenas podía escribir unas cuentas palabras y su nombre. Iba a tener que esforzarse el triple para poder escribir algo para Linet.

Ariel llegó al fin al salón principal para encontrarse con Carine. Se la pasó pensando todo el camino, y la duquesa tampoco hizo muchos comentarios al notarla distraída. A partir de ese día las cosas iban a cambiar, no solo porque tenía que conversar con Linet, sino porque tendría que arreglar las cosas con Francis para evitar más problemas. No sabía qué sentir por él, no lo entendía mucho. Pensó que eran amigos, que quizá él la quería al menos un poco. Nunca le pareció malo, él era diferente a Kadal o a los demás tritones. Pensaba que era un hombre bueno a pesar de todo, pero es que había hecho llorar mucho a Liss y eso no podía perdonarlo. Ni hablar de la parte en que se acercaba mucho a Linet, eso tampoco podía pasarlo por alto.

Llegaron al fin a las inmediaciones del templo de la luz donde siempre ensayaban para el baile sagrado de aquel día. Las sacerdotisas del templo eran quienes dirigían todo, ellas siempre encabezaban la marcha, los cantos y oraciones, pero las mujeres nobles como ella tenían el honor de participar en la ceremonia. Nunca pasaban al recinto principal, nadie podía hacerlo, solo quienes los sacerdotes y sacerdotisas escogían para presenciar la luz de la creación.

Liss le había explicado que ellos eran los guardianes del saber sagrado, que solo quienes moraban en el templo conocían la verdad de la vida, la magia, la creación y la luz que dio vida a este mundo. Ariel también se enteró, gracias a Liss, que los templos de la Luz estaban ubicados en lugares cargados de una gran energía, por lo que se sabe que ahí hace muchos años Luz eterna se detuvo para crear. Su poder se había quedado ahí de alguna forma, y era custodiado celosamente por los encargados del templo. Había escuchado que el rey Emmanuel decía que esas no eran más que tonterías místicas y trucos de sacerdotes para mantener deslumbrado al pueblo, pero Liss decía que todo eso era muy real y que ya lo iba a sentir cuando completen la danza ritual al amanecer del día de la creación.

El templo estaba construido en piedra, y solo podían pasar la muralla exterior hasta llegar a los jardines. El templo tenía que ser un círculo perfecto según las normas sagradas, un círculo mágico de creación. La piedra había sido pulida de forma muy fina, no tenía imperfecciones y los muros estaban hechos de tal forma que ni un pergamino delgado podría pasar entre las uniones. Liss le había contado que dentro del templo las paredes estaban revestidas de plata blanca, que así era en todos los templos de la Luz. Ella moría de curiosidad por pasar y ver, pero sabía que eso estaba prohibido y se tenía que aguantar. El templo era un lugar bonito en el que le gustaba estar. Había cierta paz ahí, podía sentirlo. En un sitio como ese no había lugar para el odio y los malos sentimientos.

En el jardín exterior ya estaban algunas de las mujeres nobles que bailarían con ella para la ceremonia, todas conversaban animadas entre ellas. Ariel tenía que recurrir a una doncella que le ayude a ponerse un vestido más cómodo para poder ensayar, iba ya camino a la zona que habían habilitado como vestidores, cuando Carine la detuvo. La tomó despacio del brazo y le sonrió. La duquesa hizo una seña para que alguien de su servicio le alcanzara algo. Era un cofre.

—Mandé a hacer esto para ti, casi lo olvido.— El siervo le tendió el cofre y ella lo abrió. Dentro había un grupo de pergaminos en blanco atados con un fino listón, parecía un libro pequeño. También una especie de pluma de escribir extraña, nunca había visto algo parecido—. Sé que a veces no te basta comunicarte asintiendo o negando, pero ya te enseñé a escribir unas cuantas palabras que te ayudarán. Puedes usar esto para expresar lo que sea que quieras decir, aunque sea una sola palabra te ayudará mucho para comunicarte. Y esta pluma es especial, es muy popular entre los magos de Umbralia —Carine la sacó de la caja y se la mostró—. No debes preocuparte por el tintero, ya viene con la tinta incorporada en esta parte —le señaló la parte inferior, era transparente como un vaso de vidrio y pudo ver aquel líquido negro—. Se recarga cada cierto tiempo, pero dicen que puedes escribir un ciclo entero con esto y la tinta no se acaba, es una fórmula mágica al parecer. Espero que te sea útil —Ariel asintió y le sonrió. Claro que le iba a servir, no tendría necesidad de ir todos los días a la biblioteca, podría llevar eso a todos lados. Recibió el regalo con gusto de las manos de Carine, y para demostrarle lo mucho que le había gustado decidió probarlo delante de ella. Abrió el cuadernillo e hizo un esfuerzo para escribir algo.

"Ariel, creo que así no se escribe su nombre...", le dijo Liss. De seguro que si se había equivocado.

"Ya es tarde", respondió ella. Se le fue la alegría de haber escrito algo ella sola sin ayuda, porque Liss tenía razón. El nombre de Carine lo escribió mal. Algo avergonzada por su error, le enseñó su pequeña hazaña a la duquesa. Pero en lugar de burlarse, Carine ensanchó su sonrisa. Otra vez notó su mirada que parecía brillar, su emoción. Ella amaba cualquier cosa que hiciera, aunque estuviera mal.

—Me alegra hacerte feliz —le dijo Carine. Ariel había escrito "Es bonito gracias Karin", fue lo mejor que le salió—. Ahora ve, te están esperando—. Ella asintió y fue alegre con la doncella rumbo al lugar donde se cambiaría.

Andaba animada pensando en todo lo que podría escribir con ese regalo, pero las sorpresas no habían acabado aún. Porque ahí, esperando por ella, estaba el príncipe Francis.


Solo otro escenario

Tienes que desfilar para sacarte el dolor

Esta vez voy a conseguir la corona

Sin caerme (*)

-----------------

(*) Pretty hurts – Beyoncé

-----------------


Hello, hello, hello. 

Un día tarde, pero logré publicar el capítulo que es lo importante. Ayer por la noche avisé que no iba a poder publicarlo por motivo de salud. Ayer no me sentía nada bien, a partir del mediodía día me agarró un dolor de cabeza brutal, no podía ni ver una pantalla por mucho rato. En fin, sigo en mi lecho de muerte, pero al menos estoy viva. Yerba mala nunca muere xddd

Iba a decir que nos leemos la semana que viene, pero ya es esa semana xD El domingo publicaré normal, porque supongo que ya estaré curada, sana y feliz. 




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top