10.- La Bruja del mar
No hay tiempo para nosotros.
No hay lugar para nosotros.
¿De qué están hechos nuestros sueños,
que se nos escapan? (*)
No sabía decir si eso era "despertar", porque no tenía claro si en algún momento se quedó dormida. Estaba en la oscuridad del zócalo, luego ese ente extraño la salvó, tomó su mano y todo se nubló. Se sintió arrastrada, y no entendió bien qué pasó. No pudo pensar, no pudo hacer nada, fue como estar en un limbo. Y cuando fue consciente de su situación lo llamó "despertar", pero seguía sin entender.
Ariel miró alrededor, estaba en una cueva. No era un lugar oscuro ni tétrico, solo una cueva. Lo raro era que el agua no se sentía igual ahí, hasta pareciera que estuviera en la superficie. Las cosas estaban quietas como si estuviera arriba, pero a la vez era agua pues ella estaba flotando. Bien, eso sí que estaba muy raro. Miró alrededor, no estaba encerrada. En realidad la entrada de la cueva estaba abierta para ella, podía salir si quisiera. ¿Entonces dónde estaba? ¿Cómo acabó ahí? Por todos lados habían frascos con líquidos extraños, se parecían a los que le llevaba Abdel a Erena. Frascos, tubos, amuletos y dijes colgados. Eso no podía ser casualidad, y si estaba en lo correcto... Oh no, no... Si tenía razón entonces... Ay no... Le dio la mano a...
La Bruja del Mar.
Ariel se quedó inmóvil un instante cuando la vio aparecer al otro lado de la cueva. Ya no brillaba como hacía un rato, solo estaba ahí. Podría reconocer sus largos cabellos blancos y luminosos, su rostro humano, y hasta el torso parecía ser como ella. Pero la parte inferior era algo que no podía definir. ¿Eran piernas? ¿Una cola? ¿Tentáculos? No sabía, parecía una especie de torbellino o algo así. La bruja la miró y avanzó hacia ella, no parecía amenazante, hasta sonreía.
—Hasta que al fin despertaste, pequeña —dijo con la voz calmada.
—¿Qué me pasó?
—Entraste en pánico cuando viste a ese terrible animal de las tinieblas marinas. Estuvo a punto de devorarte, pero por suerte yo pasaba por ahí.
—Ahh... Pues gracias —dijo nerviosa.
Había escuchado cosas terribles de ella, incluida la parte en que tenía a Erena bajo su servicio. No sabía qué esperar de ese encuentro, no se creía del todo que eso haya sido como caridad.
—No me lo agradezcas aún.
—¿Usted es...?
—Vamos, pequeña sirena, no insultes mi inteligencia. Creo que sabes bien quién soy.
—La... La Bruja... —Dijo despacio. Ella se iba acercando, la rodeaba. Ariel era incapaz de reaccionar, ahí estaba la salida y podía irse nadando. Pero presentía que la Bruja no la iba a dejar ir así nada más.
—La Bruja del mar, si. Así es como me llaman los tuyos. Yo preferiría hechicera marina. Creo que me queda mejor.
—Ajá... Si, supongo.
—¿Y tú quién eres, pequeña?
—Ehhh... Ariel, me llamo Ariel.
—¿Ariel de Aquaea? La hija menor del Rey Tritón. La que escapó hace unos días del reino.
—Si... —Respondió asustada. La Bruja parecía saberlo todo, y eso le daba más miedo.
—No me mires así, me gusta estar enterada de lo que pasa para tomar precauciones. Fuiste tú quien le hizo compañía a mi preciosa Erena todo este tiempo.
—Erena es mi amiga.
—Lo sé, ya te dije que estoy bien enterada. Hasta debería agradecerte, la has tenido animada en los últimos años. Tú y ese humano que tiene esclavizado le han devuelto las ganas de vivir.
—¿En serio? —Preguntó sorprendida. Aunque no tanto, fue como un triunfo escuchar eso. Sonrió, Eri la quería no solo a ella, a Abdel también. ¡Ja! Siempre lo supo.
—Claro que si, y por eso te agradezco. Por cierto, no debes preocuparte por ella. Después de la paliza que le dieron, fui a curarla. Ya está bien y a salvo. Hubiera sido una lástima que la mataran, tan empeñosa que es.
—Gracias por salvarla, pero creí que ella era su esclava.
—Oh no, no. Nada de eso —dijo sonriente y despreocupada. Imaginó a la Bruja del Mar más abominable, pero hasta el momento se andaba portando muy bien—. Yo no tengo esclavas, yo hago intercambios equivalentes.
—¿Cómo es eso?
—Cuido mis intereses, pequeña Ariel. No doy nada sin recibir algo a cambio. Cuando Erena escapó de Aquaea también estuvo a punto de morir atacada por tiburones y yo la salvé. Estaba asustada, sabía que no podría sobrevivir sola en el mar. Me pidió que la protegiera, cosa que acepté si ella me daba algo a cambio.
—¿Y qué es lo que ella hace para usted?
—Uno que otro encargo. Pócimas, fórmulas de encantamiento, plantas terrestres, entre otras cosas. Eso me sirve para mis asuntos. Nunca la pongo en riesgo, no haría algo como eso. ¿Acaso no es un trato justo? Ella hace uno que otro favor, y yo cuido que ningún depredador la mate. Todo muy equitativo.
—Así como lo dice... —Pues hasta parecía muy justo. Una cosa a cambio de otra, protección por favores. Erena era libre y vivía su vida sin que nadie la hiciera sentir que era inferior o que le pertenecía a un tritón. Bien jugado.
—No engaño a nadie, Ariel, un trato es un trato y yo siempre cumplo.
—Si usted lo dice...
—Lo digo porque es verdad.
—Eso supongo. —La bruja soltó una risa. No sabía si eso la ofendía, pero ya lo había soltado. Sintió como si un frío le recorriera el cuerpo cuando la Bruja posó una mano en su hombro y se puso delante de ella mientras la miraba sin parpadear.
—Me imagino que quieres salir de aquí, ir de nuevo por la libertad.
—Sí, quiero irme. Pero supongo que esto cuenta como esos intercambios equivalentes que dice.
—Por esta vez no te cobraré el rescate, para mí no fue nada. Pero no desaproveches la oportunidad, Ariel. Será difícil que vuelvas a encontrarme, y yo siempre estoy dispuesta a hacer tratos convenientes. Puedes pedirme lo que sea, y por un precio justo haremos el intercambio.
—¿Lo que sea? —Preguntó incrédula.
—Exacto. Cualquier cosa que desees en este mundo, solo no peques de ambiciosa. Mientras más valioso el pedido, más alto el precio.
—Yo... Bueno... No sé si sea posible. —No perdía nada con preguntar, tampoco creía que algo como eso esté dentro de los poderes de la bruja—. Un alma humana, quiero tener un alma inmortal. —La bruja la quedó mirando un instante sin expresión alguna, como si le hubiera dado la real sorpresa. Segundos después sonrió, no sabía cómo interpretar eso.
—Te dije que no pecaras de ambiciosa.
—Solo quería saber si era posible, si no se puede...
—Claro que se puede, Ariel. Todo es posible en esta vida si se paga el precio justo a cambio, y todo depende de ti. ¿Qué estarías dispuesta a dar por unas piernas? ¿Por un alma inmortal? Oh, eso es lo más costoso de este mundo. ¿Darías lo más preciado para ti, quizá? ¿Darías todo lo que te hace ser tú misma? Dímelo ahora, solo entonces podremos hacer un trato, sirena.
—Yo no... No sé, solo preguntaba para saber si era posible, no es que de verdad quiera —dijo con miedo. Pensó que la bruja se reiría en su cara, que le diría que aquello era imposible.
—¿Segura? —Insistió la bruja—. ¿Qué es lo que más quieres en el mundo, Ariel?
—Ser libre —respondió muy segura—, y he escuchado que las almas de los humanos van al cielo, que allá son libres de verdad. Por eso pregunté.
—Bueno, querida, si es lo que más quieres en el mundo entonces no te importaría hacer algún sacrificio para conseguirlo. Las cosas en esta vida no son gratis, sirena. Una tiene que trabajar para tenerlas, nadie te va a regalar nada. Así que si lo que quieres es ser humana e ir al cielo solo tenemos que negociarlo.
—Yo no quiero ser humana, quiero un alma inmortal.
—Solo los humanos tienen alma inmortal, y si quieres eso debes convertirte en una.
—¿En serio es posible? —Preguntó sorprendida. ¿Qué clase de pócimas tenía esa bruja? Algo tan potente capaz de cambiar su cola por piernas. ¿Sería capaz de hacer algo como eso?
—Ya te lo dije, pequeña. En esta vida todo es posible con sacrificio. Pero te seré sincera, te noto con dudas y no quiero perder el tiempo contigo. Si estás interesada en hacer un trato puedes quedarte, si no, ahí tienes la salida. No te voy a forzar a nada.
Ariel dudó. Le estaba ofreciendo la oportunidad de conseguir un alma inmortal, de ir al cielo. Solo tendría que aguantar unos años de vida terrestre, y luego sería libre por toda la eternidad. No solo eso, sino que podría ir a ver a Linet. Quizá hasta podría unirse a las sacerdotisas del templo y estar con ella. Pensar en que había una oportunidad de amar a Linet como siempre quiso la emocionó, pero eso significaría perder a Eri. Podría verla como lo hacía Abdel, pero no sería lo mismo. ¿Qué hacer? ¿Vida inmortal en el cielo? ¿Dejar esa oportunidad atrás? La Bruja dijo que podrían negociar, quizá si le convenía podían llegar a un buen acuerdo.
—Yo... Bueno... Quiero saber qué podría dar para pagar el precio. No creo tener nada importante que dar, ya tiene a Erena y ella es más lista que yo.
—Así que quieres negociar —dijo animada la bruja, sonreía aún más que antes—. Empecemos entonces. Primero negociemos tus piernas, puedo darte la pócima que cambiará tu cuerpo de la cintura para abajo. ¿Qué podrías darme tú a cambio?
—No lo sé, es que no creo tener nada que valga la pena... Quizá... —Pensó en su voz. La que atraía a Linet, la que podía volver locos a trescientos marineros. La voz más bonita de Aquaea. ¿Dar su voz? ¿Quedarse muda sin hablar ni cantar?
—Creo que ya lo tienes, ¿verdad? —Le preguntó la bruja y ella asintió.
—Puedo dar mi voz, me han dicho que es muy hermosa y capaz de atraer a cualquiera. Si le interesa...
—Me interesa —aseguró la bruja—. Tu voz a cambio de unas piernas, vivirías el resto de tus días humanos sin poder hablar ni cantar. Sí, es un buen sacrificio. Pero un cuerpo humano no te va a salir tan barato.
—¿Qué más puedo dar? No tengo nada, huí tal como estoy de Aquaea.
—Haremos esto para compensar el sacrificio. Te daré piernas, y podrás escoger una habilidad especial con ellas, la que quieras.
—¿Algo como qué?
—Sabes lo que hacen los humanos con sus piernas, ¿verdad?
—Caminan, corren...
—También, pero eso es aburrido. ¿Qué tal bailar? A los humanos les gusta la música y el baile. Podrás bailar cualquier cosa que escuches, y serás la mejor haciéndolo. Es una habilidad que te hará muy exitosa, sin dudas.
—Suena bien —dijo sonriendo a medias. Algo escuchó de bailar. Abdel siempre estaba hablando de irse de fiesta a "bailar", así que debía de ser una actividad divertida—. Acepto eso.
—A cambio de tanto talento solo darás una cosa. Quiero tu dolor.
—¿Qué? —Se asustó y retrocedió un poco. La bruja sonrió para darle calma, pero eso no la tranquilizaba para nada.
—Cuando bailes no sentirás dolor, pero cuando camines sentirás como si mil cuchillos se clavaran en tus pies. Cada paso será una tortura, así que te recomiendo camines el menor tiempo posible.
—¡Pero los humanos caminan todo el tiempo!
—Ese es tu problema, no el mío. Para resumir, me darás tu voz y a cambio yo te daré piernas y la habilidad de bailar cualquier cosa. El dolor lo sentirás cuando camines, mil cuchillos en los pies. Ese es el trato, lo tomas o lo dejas.
—Es... Es un poco difícil.
—Es tu primer sacrificio para conseguir un alma inmortal, así que te recomiendo no lo pienses mucho.
Aceptar ese trato significaba arriesgarse y dejar atrás todo su mundo. No volvería a pasear por el mar tan hermoso que amaba, el andar de los humanos era limitado y no le agradaba del todo. Ellos estaban siempre pegados a la tierra, no podían ir por el cielo. Ella en cambio podía moverse por cualquier parte del mar, era lo bello de ser sirena. Pero la bruja ya se lo dijo, era el sacrificio que necesitaba para conseguir un alma inmortal. ¿Podría aguantar la vida sin hablar? ¿Con dolor en cada paso? Tenía miedo, pero también quería ser libre. Solo unos años, unos cuantos años de sacrificio y podría ser libre en el cielo. No podía perder la oportunidad.
—Está bien, acepto el intercambio.
—Perfecto. Ahora vamos con la parte final, darte un alma. No puedo solo aparecer un alma para ti, sirena. Debes ganártela en ese cuerpo humano sacrificando algo muy preciado para ti.
—Creí que habíamos quedado en que mi voz es lo más preciado que tengo, ¿qué más puedo dar?
—¿Me dejarás ver?
—¿Qué cosa?
—Esto. —Ariel contuvo el grito cuando la bruja tomó sus manos. Las apretó despacio, pero ella sentía que estaba pasando algo más extraño. Detrás de su cabeza sintió como si algo le picara, como le estuvieran tocando ahí, pero por dentro. Era incómodo, no entendía qué pasaba. Iba a reclamar, pero la bruja la soltó de pronto. Cuando terminó de hacer lo que tenía que hacer sonrió, pero esa sonrisa no le agradó para nada—. Listo, está hecho.
—¿Qué cosa?
—¿Recuerdas lo que te pregunté al inicio de nuestra conversación? ¿Si serías capaz de sacrificar todo lo que te hace ser tú misma?
—Si, pero no entiendo a qué se refiere.
—Tendrás un alma inmortal cuando cumplas la condición. Te deberás casar.
—¿Nada más? —preguntó incrédula. ¿Solo eso? ¿En serio?
—He visto en ti que has huido de Aquaea porque querían casarte con un tritón que detestabas. Verás, Ariel, el mundo humano no es muy diferente. La gente se casa por conveniencia, a veces tienen suerte en encontrar alguien que los ame, a veces no. No quieres casarte porque quieres ser libre para escoger tu propia vida. Por eso te lo estoy pidiendo, te casarás y solo entonces tendrás el alma que quieres. Renunciarás por unos años a tus ideales de libertad.
—Eso es sacrificar lo que me hace ser yo... —Se dijo pensativa. Ya entendía a qué se refería la bruja.
—Exacto. Que la verdad no creo que sea algo tan difícil de aceptar. Con suerte encuentras a alguien bueno para ti, no tendrás que aguantar por muchos años tampoco. Así podrás tener el alma inmortal que quieres. Quizá vivas solo cuarenta años, nada comparado con la vida eterna en el cielo. ¿No es eso lo que quieres?
—Si... —respondió despacio.
Ya estaba todo servido, solo tenía que cerrar el trato. Ir a la tierra y pasar unos años de sacrificio como humana a cambio del alma inmortal que tanto quería. Su vida iba a ser un tormento allá arriba, sin poder caminar, sintiendo que le clavaban cuchillos a cada paso. Entregando su vida a una persona que quizá no amaría. Pero no sería en vano, al final tendría su recompensa. Podría ser libre para siempre.
—¿Cerramos el trato? Puedo darte la pócima ya mismo.
—¿Cómo puedo confiar que dice la verdad? ¿Cómo sé que no me engaña?
—Porque yo nunca miento, y con la Diosa como testigo, te juro que no faltaré a mi palabra. Tendrás el alma inmortal que quieres una vez superes todos los sacrificios. Ahora depende de ti, Ariel, ¿aceptas o no el trato? —La bruja le tendió la mano, ese era el momento decisivo.
Nada era gratis, nada se conseguía sin sacrificio. La bruja tenía razón, no podía solo esperar a que la libertad le llegue, tenía que ir por ella. En el mar sería siempre perseguida por su familia, quizá en la tierra como humana podría tener una mejor vida. Solo sería cuestión de esperar, ella podría ser libre si hacía su sacrificio.
—Acepto el trato —dijo tomando la mano de la bruja.
—Has hecho una sabia decisión. Solo dame unos minutos.
La bruja empezó a buscar en los frascos. Tomó un recipiente grande y ahí los mezcló mientras decía cosas extrañas que no podía comprender. Se preguntó por un instante cómo esos extraños líquidos no se mezclaban con el agua, luego recordó que ahí las cosas no se sentían igual. Debía de ser un hechizo de la bruja que la ayudaba con sus pócimas. Ante sus ojos estaban preparando la fórmula para hacerla humana, y aunque hace un instante se sintió decidida, en ese momento sintió que le entraba el terror otra vez.
¿Qué iba a hacer ella sola allá arriba? Apenas sabía lo que era la vida humana, en realidad no entendía nada ellos. ¿Sola en el mundo terrestre? ¿En serio podría sobrevivir? No, eso era una locura. No iba a funcionar, no podía hacerlo. Era mejor correr el riesgo de ir a ese lugar llamado Atlantia, se había precipitado.
Miró atrás, hacia la salida de la cueva. Quizá podía irse de una vez antes que sea demasiado tarde. Aunque la bruja podía molestarse, ya había cerrado un trato con ella. Pero por la Diosa, tenía solo quince años y sueños de ser libre, ¿por qué tenía que tomar una decisión tan importante? La Bruja se detuvo y la observó. Había mezclado todo en una especie de recipiente grande, y con su magia empezó a echar el contenido a un frasco transparente. Ariel se quedó boquiabierta, aunque estaban en el agua, ese líquido se notaba diferente y fluía solo. Cuando terminó de verterlo todo, la bruja se acercó a ella y se lo puso en las manos.
—Listo, ya puedes beberlo.
—¿Funcionará?
—Claro que si.
—Es que ya estamos en el agua, y como que me diga que beba algo es como raro...
—Te habrás dado cuenta que este lugar es diferente. Se asemeja al aire terrestre, acá las leyes son diferentes. Beberás, por eso no hay problema.
—Ah... bueno... —Ahí estaba la llave a la libertad, en sus manos.
Sentía que temblaba, temía que en cualquier momento se le cayera el recipiente. No había nada en el mundo que deseara más que ser libre, ¿pero y si ese no era el camino? La abuela dijo que las cosas eran como eran por algo, y la Luz eterna que dio vida a todos los seres del mundo hizo las cosas de esa forma por una razón. ¿Beber eso no sería contradecir el orden natural? ¿No sería considerado algo muy malo?
—¿Qué pasa? ¿Por qué no bebes?
—No lo sé...
—¿Tienes miedo?
—Si... —Admitió temblorosa.
—Tranquila, Ariel, te llevaré hasta arriba mientras te vas transformando, así no te ahogarás acá abajo.
—Si, gracias. Pero...
—¿Pero qué? —La bruja parecía más seria, hasta molesta. Esas luces alrededor de ella de color verde de pronto se tornaron rojas—. ¿Acaso me vas a decir que te arrepentiste?
—No, es solo que...
—No me has hecho desperdiciar mis ingredientes y usar encantamientos en esta fórmula por nada, así que te lo tomas de una maldita vez. Hazlo por las buenas, no querrás que te obligue a hacerlo.
—Yo solo...
—Hazlo ahora. —Era una orden. Hasta sus ojos estaban rojos de ira, Ariel se sintió aterrorizada. Ya no tenía opción, o bebía o la Bruja la mataba.
Aún con miedo por lo que podía pasarle, Ariel llevó el recipiente a su boca y empezó a bebérselo todo. Tenía un extraño sabor amargo, y mientras pasaba por la garganta sentía como si le quemara. Segundos después ya se lo había acabado todo. No sintió nada salvo el sabor de esa cosa que le amargaba la boca. Pasaron unos segundos cuando sintió que le picaba la cola, más que picarle era como si le ardiera. Estaba empezando, y dolía.
La Bruja cumplió, la estaba llevando rápido a la superficie mientras ella se quejaba del dolor que estaba sintiendo. Su cola se estaba despedazando, era como si se cayera de lo podrida que estaba. Dolía demasiado, y eso jamás se lo dijo la bruja. Ariel abrió los ojos sorprendida cuando logró ver que le estaba creciendo una pierna, y mientras crecía sentía un picor tan intenso que la desesperaba. Para variar se iba quedando sin aire, ya no podía respirar bien y hacía lo posible por aguantar. Pronto llegaría a la superficie, podía ver la claridad del día. Su transformación acabaría, ya casi, solo tenía que aguantar un poco más, ya casi...
—Por cierto, Ariel, olvidé decirte algo —habló la bruja en su mente. A pesar del dolor, la sirena se giró a verla. Notó otra vez su sonrisa. Era una sonrisa malvada, llena de burla—. Te debes casar con el príncipe de Theodoria. Ah, y si no logras hacerlo morirás como espuma de mar.
No volvió a verla. Ariel salió a la superficie y dio una bocanada de aire antes de volver a hundirse. Salió de nuevo y vio una roca, ahí se apoyó. Cuando se dio cuenta la Bruja ya había desaparecido, y al mirar abajo logró ver sus piernas. Quiso gritar, pero ya no podía, nada salió de su garganta. La bruja ya había robado su voz, y no solo eso, la había engañado. La hizo beber una pócima sin decirle la verdad completa.
Tenía un objetivo que cumplir o moriría. Quería gritar de dolor y rabia, pero ya ni eso podía. Así que solo lloró desesperada, ella misma había firmado su sentencia al pactar con la bruja.
¿Quién quiere vivir para siempre?,
¿Quién quiere vivir para siempre...?
No tenemos ninguna oportunidad,
todo está decidido por nosotros.
Este mundo tiene un solo dulce momento
determinado para nosotros... (*)
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(*) Who wants to live forever - Queen
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Y así terminó la primera fase de la historia </3
A partir del próximo capítulo tendremos a Ariel con patas xd Más de la vida terrestre en el país de Theodoria, más de Erena y su vida de gangster, y más de Abdelito lindo obvio <3
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