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—No puedo olvidarme de ella—le dije a Gemma un día en el almuerzo, mi amiga sólo me miró y siguió comiendo en silencio.
Tenía ganas de ir y decirte todo lo que sentía, mas no podía. Alicia llegó sacándome de mis pensamientos y me saludó con un beso, le sonreí, y saludó a Gemma.
—Oye, sal de las nubes—bromeó ella mientras pasaba su mano en frente de mi rostro, le sonreí—sé que estás enamorado pero vuelve a la realidad, amor.
Gemma y yo intercambiamos miradas, con tan sólo mirar esos ojos cafés de una vez por todas supe que mi amiga me decía que debía hacer lo correcto.
Tomé valor...y fui a enfrentarte.
Estabas sentada leyendo Romeo y Juelieta, la más trágica historia de amor jamás contada.
—Alejate de mí—te dije friamente de una vez por todas.
Una semana después las clases terminaron y las vacaciones de verano habían comenzado, eso quizás era bueno, no te vería por un tiempo...
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