Capítulo 21


—Leonardo, ¿qué haces aquí? —Me sorprendió mucho verlo y también a las chicas porque por primera vez se quedaron mudas.

—¿Quién te crees que eres para ir a buscar a mi mujer? —Me miró con desprecio desgarrándome el corazón. —¿Y ustedes qué están mirando? —gritó hacia las chicas—. Largo de aquí.

Leo se volteó apoyando las manos sobre la pared como para controlar la rabia que tenía, las chicas me miraron buscando mi aprobación ante lo que había dicho Leonardo y yo les hice entender con la mirada que salieran.

Cuando ellas abandonaron mi habitación Leo cerró la puerta de un golpe y se acercó lentamente hacia mí.

—No tenías ningún derecho, Fabiola, ninguno —dijo ahora un poco más calmado.

—Yo no fui a buscar a tu esposa ¡Yo ni sabía que la tuvieras!, todo fue casualidad —contesté seria, pero en mis adentros estaba hecha un mar de nervios.

—¿Tú me ves cara de estúpido? —Golpeó fuerte en la mesa haciéndome saltar—, ¡corrían tras ella, sabían perfectamente quién era!

—Lo supe allí, Leonardo. —Respiré profundo para no llorar—, cuando la llamaron por tu apellido imaginé quien era.

—Tu historia no me es para nada creíble. —Me agarró fuerte del brazo haciéndome soltar un gemido de dolor—. Si no quieres que te deje en la calle di la verdad.

—Suéltame, me estás haciendo daño.

No pude evitar que mis ojos se encharcaran en lágrimas.

Me soltó bruscamente lanzándome sobre mi cama y yo solo podía llorar ante su horrible mirada bañada de desprecio, jamás esos ojos azules que tanto amaba me habían hecho daño, pero él estaba allí y era la única oportunidad que tenía de hablar con él para aclarar toda esta situación que me estaba matando.

—Yo te seguí un día cuando saliste de la oficina y vi a esa mujer subir a tu auto. —Me senté sobre mi cama sacando valor de lo más profundo de mí ser—, luego en el spa la llamaron señora Alcatraz y así pude saber quién era ella.

—¿Me seguiste? —Se acercó y apoyó sus rodillas en la cama para estar más cerca de mí—. Nada te daba el derecho a hacer algo así.

—¿Por qué nunca me lo dijiste?

—No tenía que darte explicaciones

—Me pusiste reglas, Leonardo —grité indignada.

—¿Y eso qué? Tu querías dinero, Fabiola, yo te lo daba y te hacia mía, nunca fue nada más que eso.

Sus palabras fueron una puñalada directo a mi corazón, dolían y mucho porque así era, él tenía razón, así empezó todo.

—Pensé que, con el tiempo, al igual yo, tú estabas sintiendo algo especial por mí.

—¡Eres más ingenua de lo que pensaba! —Soltó una risa bastante irónica.

Sentía que frente a mi estaba otro hombre, no mi Leo, ese no era el hombre del que yo me enamoré, estaba como endemoniado y hasta me daba miedo, mucho miedo.

—Yo me enamoré de ti y tú jamás mencionaste a tu familia.

—¡Ya te lo dije!, no tenía que darte explicaciones. Si no quieres quedarte en la calle, aléjate de mi esposa.

Se dio media vuelta para dirigirse a la puerta sin más, pero antes de que pudiera salir de la habitación grité para que me escuchara:

—¡Estoy embarazada!

Leonardo no se movió si quiera, se colocó las manos en la cabeza y haló su cabello, luego apoyó sus manos en la puerta y con una de ellas hizo un puño y golpeó fuertemente.

—Leo, yo no quer...

—¡Cállate! eres una zorra ambiciosa —dijo entre dientes—. ¿Acaso lo planeaste para sacarme dinero?

—¡No! Las cosas no fueron así, esto fue inesperado.

—¡INESPERADO! Se suponía que estabas tomando la píldora, Fabiola.

—Sí, lo hacía, pero en ocasiones, con tantas cosas, lo olvidaba y continuaba, pensé que nada iba a ocurrir.

—Eso es lo que pasa cuando crees que puedes pensar, ¡eres una idiota!

—¡No me trates así, Leonardo, no te lo permito! —dije alzando la voz.

—Te trato como te mereces, eres una zorra ambiciosa, que quiere arruinarme la vida y no lo vas a lograr.

—Yo no pretendo nada, yo no quería tener un bebé.

—Pero lo tienes y ahora lo asumes sola, yo no pienso arriesgar mi matrimonio por esto.

—Este también es tu hijo, Leonardo, no puedes hacerme esto.

No pude contener las lágrimas, me sentía muy mal por sus palabras.

—Un hijo que yo no decidí tener, la fortuna Alcatraz ya tiene un heredero y mi hijo no va a compartir nada con ningún bastardo.

¡Su hijo! Leonardo ya tenía un hijo con la rubia, esto era una pesadilla, definitivamente, como iba yo a encargarme sola de un hijo, todavía no terminaba mi carrera, no tenía ni idea de cómo criar a un bebé y menos en estas circunstancias.

—Aléjate de mi familia, Fabiola, no quiero tener que volver a saber de ti —dijo sin más y se marchó.

Yo me quedé en mi cama sin saber qué hacer, entendía en cierta forma su molestia porque él me lo advirtió y es mi culpa todo lo que está pasando, pero no merecía ese trato, ¿por qué fue tan rudo conmigo? Yo también la estaba pasando mal, pensé que yo le importaba, aunque sea un poco, pero me acaba de demostrar que yo no le intereso en lo absoluto y no lo entiendo, él siempre fue dulce conmigo, a pesar de sus excusas constantes jamás recibí un mal trato por su parte. Pero la realidad era que Leonardo Alcatraz solo me había utilizado para tener sexo conmigo, y yo creía que lo estaba utilizando para sacarle dinero y todo me salió mal, ahora estoy embarazada y sola, quería que esta pesadilla terminara, ya no podía soportarlo más.


Hola, bellezas.

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@Andreina.lhescritora

Si este capítulo llega a 20 comentarios publico el siguiente.  Ojo! No todos de una misma persona, no se vale. Tiene que ser de varias lectoras.😅😅😅😂😂😂

Gracias por comentar y votar.

Besos que vuelan a sus corazones. 

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