Capítulo 2


Llegué a casa y lo primero que divisaron mis ojos desde la entrada fue a mi madre y a Joel en absoluta felicidad, tomando una gaseosa. Me parecía tan absurdo que fueran felices con tan poco. Los miré con desaprobación y me acerqué a ellos.

—Hola mamá, veo que estas muy contenta. —Mis palabras sonaron bastantes bastante sarcásticas, mas ellos parecían no comprender el sarcasmo.

—Sí, cariño, como no estarlo si Joel vivirá aquí con nosotras y él es un gran muchacho para ti.

Escucharla hablar me avergonzaba, ¿Joel un buen muchacho para mí? Si es un simple chófer que no tiene nada para ofrecerme. Es bueno y me ama, pero eso no me dará una bonita casa, ni lujos.

—¡Oye, amor! ¿En qué piensas? —Colocó sus manos suavemente sobre mi cintura sacándome por completo de mi pensamiento.

—Nada importante, amor, vayamos a ver como quedó la habitación.

Halé su mano y casi corriendo me fui con él a la habitación, pero al abrir la puerta observé que todo estaba igual, exactamente igual que cuando salí por la mañana. ¡Claro! excepto por una cesta con mucha ropa.

—¡Dijiste que te quedabas desde hoy!, pero todo esta igual, no hay ningún cambio aquí —espeté girando los ojos tratando de tranquilizarme.

—Fabiola, yo no tengo tanto dinero como para remodelar esta habitación, solo traje mi ropa porque tú aquí tienes todo y lo que tenía en mi piso venía con el pago, no era mío.

—¡Es decir, que tu pretendes vivir aquí con las cosas que yo tengo! —alcé la voz molesta en el momento en que mi boca recuperó la conexión con mi cerebro—. ¡Qué bien que no quieras darme nada! —Arqueé una ceja con una sonrisa a medias.

Me di media vuelta para salir de la habitación cerrando de un portazo y el siguió detrás de mí. A medida que iba acercándome a la puerta de salida mi tono de voz iba subiendo repitiéndole lo inútil que era, y dando por terminada esa estúpida conversación, salí de la casa sin mirarle o iba a matarle, en ese momento quería estar sola.

Afuera el clima era muy frío, estaba oscuro y no se podía ver mucho. Estuve deambulando por un buen rato tratando de encontrar una respuesta a mi desafortunada vida, pero cada segundo que pasaba iba enfadándome aún más.

《MERECES MÁS, FABIOLA》

Me pareció haber oído que alguien que me hablaba. Giré para verificar, pero no vi a nadie, pensé en que solo podía ser el viento y continúe caminando.

TU NACISTE PARA TRIUNFAR

—¿Quién está allí? —me giré nuevamente un poco asustada buscando la voz que me hablaba, pero una vez más no vi a nadie. Apresuré el paso muerta del temor, sin comprobar quien venía por la avenida.

De pronto, una luz muy potente nublo mi visión y sentí mi cuerpo caer de golpe.

—Señorita, ¿está bien? ¿Me escucha? Señorita...

Fue lo último que escuché y mis ojos se cerraron.
.
.
.
.

Abrí los ojos de par en par sin saber dónde estaba. Fui observando el lugar poco a poco: paredes blancas con detalles plateados, a lo alto de una pared un televisor y a mí derecha una mesita con un jarrón de agua y vasos. Seguí observando y entendí que era un hospital.

La puerta se abrió y vi entrar a mi madre.

—¡Hija has despertado!, ¡Q
que alegría! —Lágrimas salían de sus ojos.

—¿Qué me ha pasado?, ¿por qué estoy aquí? —Intenté levantarme de la cama, pero fue en vano, mi cuerpo dolía y solté un gruñido de dolor.

—¡No te muevas, hija! debes descansar, saliste de casa muy furiosa con Joel y luego recibimos una llamada que estabas aquí —respondió mientras me ayudaba a incorporarme—. Un joven muy amable nos recibió y está cubriendo los gastos hospitalarios.

¡Entonces lo recordé! Caminaba furiosa cuando escuché una voz desconocida y al apresurarme un auto salió de la nada y sacudió mi cuerpo.

Unos golpes en la puerta me hicieron reaccionar.

—Señora Margarita, me han dicho que su hija despertó y quisiera disculparme con ella. —Su voz gruesa inundó la habitación y su perfume varonil invadió mis fosas nasales.

—¡Justo le hablaba de usted! —dijo mi madre dándole un beso en la mejilla y luego mirándome agregó—. Fabiola, él es Leonardo Alcatraz.

Lo miré y sentí que estaba en un sueño. Leonardo tenía unos ojos azules muy intensos, su cabello era castaño claro, alto y muy elegante. Un hombre guapo e intimidante, que me dejó hipnotizada.

«Dios mío y yo debo tener una pinta de loca, que vergüenza con este dios de dioses, Pensé»

—Quería disculparme por haberte arrollado, venia distraído y no logré parar a tiempo, lo siento mucho, Fabiola —indicó mirándome fijamente.

Nunca antes me había encontrado con unos ojos tan intensos, nunca antes había sentido que podía perderme en una mirada, jamás unos ojos me habían intimidado tanto, era extraordinario tenerlo en frente.

—Hola. Todo ha sido cu... Culpa mía —dije tartamudeando como una tonta apenada por mi aspecto, mientras pasaba las manos por mi cabello que debía estar como una melena de león—, así que descuida, yo no debí estar en medio de la calle, estando tan oscuro.

—De Igual forma cubriré con todos los gastos hasta que te recuperes. —Se acercó y me tendió una tarjeta con sus datos donde se leía...

Leonardo Alcatraz Director General de Alcatraz Textile Business y su número de móvil.

—Muchas gracias, seguro lo llamaré. —Me guiñó y salió de la habitación sin decir nada más.

Aunque parecía descabellado, me sentía feliz y tan afortunada de haber sido atropellada por él. Un hombre importante, según su tarjeta; el director de una empresa textil: por lo que resultaba bastante obvio, a juzgar también por su apariencia que tenía mucho dinero, y yo debía aprovechar este momento, esta era mi gran oportunidad para salir de una vez por todas de la miseria. No podía creer que al fin la vida me diera una señal de que todo podía mejorar. Leonardo seria mi cheque millonario, con él podrían acabar todos mis males y estaba dispuesta a hacer lo que sea para conseguirlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top