Capítulo 16


Carla comenzó a conducir un poco alejada del auto de Leo, las tres nos colocamos lentes de sol para pasar un poco desapercibidas y seguimos detrás de ellos. Los nervios estaban consumiendo cada parte de mi ser, me sentía como una niña tonta y frágil, cosa que no me agradaba, sentirme débil no era lo que esperaba mí. Cerré mis ojos, tome una bocanada de aire, me arme de valor y volví a mirar, pero en cuanto lo hice noté que el camino por donde estábamos me parecía familiar.

¡Claro, a un par de calles de aquí vivía mi madre!

—¡Por acá vive mi madre!

Tomé a Michelle del brazo, ella se volteó y me dio una palmadita en el hombro en señal de calma, mas yo estaba realmente confundida.

—Chicas, miren. —Carla llamo nuestra atención.

El auto había aparcado en un edificio que aparentaba ser lujoso y, luego de un par de minutos Dominick bajó del auto, nos pusimos alertas con los ojos bien abiertos y de pronto una mujer muy hermosa salió de ese edificio. Dominick siguió a la mujer hasta el auto, le abrió la puerta de atrás como lo hacía conmigo y con una sonrisa ella subió al interior del vehículo.

—Desgraciado, infiel, repugnante, tiene otra mujer. —Le dio un golpe al volante, encendió el vehículo y siguió tras ellos.

Yo no articulé palabra, me sentía desorientada. Aquella mujer era hermosa: rubia, cabello lacio y largo, alta, delgada, elegante, no tenía ninguna posibilidad ante ella.

—Fabi, tranquila, quizás no sea lo que estamos imaginando.

Michelle le dio un golpe a Carla y le hizo un gesto de silencio.

Recorrimos algún tiempo más detrás de ellos hasta las afueras de Detroit, el Auto se detuvo en una gran misión con un letrero dónde se leían las iniciales: (L.S.F). Leo y la rubia entraron en esa preciosa casa y Dominick entró en el aparcadero.

¿Qué significaban esas iniciales?, ¿quién vivía allí? ¿y quién era esa mujer? Carla conducía de vuelta a casa y yo permanecía en absoluto silencio. Mi mente daba vueltas, mi corazón se sentía cada vez más chiquito y un profundo sentimiento se apoderó de mí y sin poder evitarlo comencé a llorar.

—Tranquila, amiga, mañana haremos tu prueba de embarazo, el fin de semana volveremos a seguirlo y pronto averiguaremos que es lo que sucede. —Michelle me miró con pesar y ambas me sonrieron.

Llegamos a casa y bajé a toda velocidad de ese auto, no quería compañía, deseaba estar sola, Michelle corrió tras de mí y me sujetó con delicadeza del brazo.

—¿Estarás bien? —preguntó con gentileza.

—Te lo aseguro.

Mis amigas se marcharon y entré directo al bar de mi casa, busqué una botella de vodka y subí a mi habitación, necesitaba estar sola para pensar mejor las cosas, necesitaba analizar y procesar lo ocurrido. Copa a copa comencé a imaginar el resto de mi vida sin Leonardo, comencé a imaginar volver a verlo en otros brazos, ver su boca en otros labios y la verdad era que solo imaginarlo me causaba un gran dolor. Después de un par de copas decidí llamar a mi madre, ya que me hacía mucha falta.

El teléfono timbró muchas veces y ella no contestó, me molestaba su actitud, era increíble que no me apoyara en nada, tampoco era para tanto, soy su hija, porque se pone de parte de Joel y me abandona, me abandona a mí que he estado con ella en los momentos más difíciles, a mí que tanto aguanté a su lado y así me paga, dejándome enfrentar todo sola. Me recosté en mi cama y cerré los ojos por largo rato buscando calma.

Minutos después sentí que la puerta se abría muy despacio, abrí mis ojos con nerviosismos y no podía creer que Leonardo estaba allí parado observándome, caminó rápidamente hacia mí y me besó.

—No podía seguir sin verte, te extraño y quiero que seas mía.

Su lengua tomó posesión de mi boca y poco a poco bajó a mis pechos, al tiempo en que sus manos subían por mis piernas hasta llegar al punto de su deseo, introdujo sus dedos en mí y jugó en mi interior haciéndome vibrar, se desprendió de su pantalón y entró en mi interior tomando mis manos para evitar que las moviera...

Ti, ti, ti, ti 'Sonido del celular'

Me senté en mi cama muy acelerada, ¡Maldición!, solo había sido un sueño, un sueño tan real que estaba acalorada y agitada, busqué mi móvil en la mesa y contesté sin ver quien llamaba.

—¿Estás bien, Fabiola?

La voz de Michelle gritaba asustada del otro lado.

—Sí, por qué no estarlo. —Estrujé un poco mis ojos—, estaría mejor si no me hubieras despertado.

—Son las once de la mañana y no has venido a clases —regañó—. Nos preocupamos por ti, Fabiola.

—¿Qué? ¡Perdónenme! Tomé unos tragos ayer y me quedé dormida —admití avergonzada

—Termina de levantarte que al salir iremos a tu casa.

—Ok, prepararé algo de comer.

Me di una ducha rápida y bajé a preparar algo para comer, hoy me apetecía no comer nada sano, así que encendí la cocina y manos a la obra. Saqué bandejas y un vino, debido a que las chicas merecían muy buena atención por todo lo que han hecho por mí. Preparé una carne de cerdo de una receta que me había enseñado mamá y que sabía que les iba a encantar, a mí me fascinaba y eso que yo era un poco mística para ingerir algunos alimentos. Serví lo preparado y las llamé.

—Ya estoy esperándolas, ¿salieron? —pregunté a Carla.

—Ya salimos y ya llegamos. —Se escucharon sus risas—, abre la puerta.

Corrí a la puerta y ya venían caminando hacia ella.

—Antes de que me digan cualquier cosa pasen al comedor que les tengo una sorpresa. —Cerré y caminé con ellas.

Mis amigas iban muy entusiasmadas hacia el comedor y yo solo pensaba en ese diagnóstico de embarazo que quería evitar realizarme por miedo al resultado, yo qué haría si arrojaba un resultado positivo, no lo sé.

—Gracias, Fabi, que bien se ve todo. —Carla le dio un sorbo a su vino y se veía la satisfacción en su rostro—. ¿Seguro que tú lo preparaste? —Ambas se rieron y yo solo les lancé una mirada amenazadora en broma.

Mientras almorzamos las chicas me dejaron saber, en reiteradas oportunidades, lo deliciosa que estaba la comida que les había preparado, también me contaron como estuvo la clase, que bueno no haberme perdido de mucho, distraje a las chicas lo más que pude y cuando ya habíamos terminado de recoger todo en la cocina, subimos las tres a mi habitación.

—Fabi, llegó el Momento. —Michelle sacó de su bolso una cajita rectangular y me la tendió—. Ve al baño y salgamos de dudas.

Me quedé mirando la cajita sin saber qué hacer, estaba muy nerviosa, aunque, realmente, no sabía cómo se utilizaba esa cosa y Carla debió adivinar que no tenía ni idea de qué hacer con aquello porque me arrebató la cajita de las manos y comenzó a sacar un papel con letras pequeñas que había dentro.

—Bien, aquí dice que debes estar muy limpia y que una gota de tu orina deber caer en el agujero con puntito rosa, así que ve y lávate. —Todas reímos y ella prosiguió—, luego de que tu orina caiga justo en el punto rosa debemos esperar un par de minutos, también dice que una raya fucsia es negativa y dos es positivo.

Me dirigí con mi cuerpo descontrolado por la ansiedad, me lavé como indicaba el papel, me senté y coloqué debajo el plástico apuntando como pude al agujerito rosa donde cayó más de una gota de mi orina, ¡qué asco! pensé que iba a llenarme toda la mano, me levanté, me vestí, lo coloqué en una bandejita donde todas pudiéramos verlo sin tocarlo y salí.

—Listo, chicas, ahora a esperar —coloqué la bandeja en mi mesa de noche y me acosté tapando mi cara con la almohada.

No sabía si realmente quería saber el resultado, estaba muerta de angustia.


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